Héctor Perea

Entre califas y Bogotá. Guillermo Gómez-Peña: Border BrujoHéctor Perea
Centro de Estudios Literarios, IIFL, UNAM (México)

¿What if you were you
y tú fueras I, mister?

Guillermo Gómez-Peña, «Patrulla lingüística»

A pesar de los distintos medios y las más variadas intenciones, muchas veces condicionadas por el momento específico en que la acción literaria, periodística o artística se dan, resulta clara y contundente la postura mantenida por el autor y artista chicano Guillermo Gómez-Peña, tanto frente al uso de la lengua hablada como del lenguaje corporal.

En ambas formas expresivas, Gómez-Peña ha buscado siempre, ante todo, la flexibilidad. De esta manera, y dependiendo de la intención política, social o literaria del autor, Gómez-Peña pasará sin dificultad ni previo aviso del español al inglés, y de este al spanglish. De igual forma, y en consonancia con la intencionalidad y la movilidad anteriormente descritas, este artista del performance se valdrá del poema, el artículo periodístico, la instalación o los medios electrónicos y digitales con total libertad, bajo la única consigna de que su mensaje dé en el blanco y cale lo más hondo posible.

Gómez-Peña no es un chicano méxicoamericano según los usos. Es en realidad un chilango de clase media con estudios de literatura en una Universidad jesuita de la ciudad de México, que, si bien tras haber emigrado a los Estados Unidos se ha venido chicanizado gracias a un proceso de socialización y culturización más o menos convencional, también deberá su acondicionamiento a otras influencias no tan comunes. En este sentido habría que destacar, por ejemplo, que su intención original fue la de realizar estudios artísticos en California. De allí se desprendería el hecho de que su roce social fuera desde un principio distinto, por poner un calificativo, al del trabajador o el estudiante habituales.

De lo anterior se desprende la idea de que Gómez-Peña pudiera ser considerado dentro de una categoría, digamos, más moderna o posmoderna de la emigración mexicana al país del norte. Por lo mismo, podríamos pensar que, más que a la trabajadora, trasladada por necesidad, al artista debería vinculársele con la nueva clase ejecutiva, conformada por profesionistas exitosos, absolutamente bilingües y con estudios de posgrado en la mayoría de los casos. Este nuevo estrato, aunque también lo haga en busca de mejores oportunidades, espera del cambio de existencia mucho más que solo incrementar sus ingresos, alcanzar un nivel de vida medianamente superior en los Estados Unidos y apoyar a la familia abandonada en su país de origen. A esta reciente forma de emigración, que no es exclusiva de México, desde luego, se la ha venido encasillando dentro de un rubro que de seguro habrá hecho sonreír a Gómez-Peña en más de una ocasión: fuga de cerebros.

Repito que, desde una perspectiva, este podría ser el enfoque clasificatorio de un personaje de la extracción social y cultural de Gómez-Peña. Sin embargo, y aun a pesar de los antecedentes referidos, las posturas política y artística del performancero hablan de un escritor y artista absolutamente singular. De alguien mucho más próximo, en cuanto a visión política, al emigrante espalda mojada que al profesionista. Artista polifacético, Gómez-Peña va siempre en busca de una vida de errancia crítica y no de una adaptación indiscriminada, capitalista, al medio. Se tratará de un creador, un emigrante que, al contrario de alejarse de ella, como si se tratara del símbolo de un pasado ominoso, lo que buscará de forma incesante es el roce, la convivencia con la frontera. La frontera, considerada en muchos sentidos. En los límites y no el centro, convencionalmente visto, estarán para Gómez-Peña los verdadero retos. Y esto en cualquier plano existencial, como veremos. Esa misma postura, tan inclinado hacia los límites vitales, la manifestará frente a los límites del lenguaje. O, más propiamente, ante las fronteras de los lenguajes escrito y corporal, frente a los códigos artístico, social y político, pues para él todo está interconectado.

Dentro del ámbito de la creación y la comunicación en general, como el sujeto singular que he venido describiendo, Gómez-Peña tampoco parece encajar por completo en el movimiento chicano. O quizá es que su línea de acción se ha llegado a constituir como una rama autónoma dentro de él. Una vertiente, por cierto, con marcada tendencia cosmopolita. Aquí desearía subrayar que este artista, además de actuar con una compañía más o menos estable en Los Ángeles, La Pocha Nostra, mantiene grupos afines en distintas partes del mundo. Por lo general, constituidos por artistas emigrantes, al igual que Gómez-Peña, y por lo mismo dueños de una mirada particular, extraña dentro del entorno en el que viven. En complemento de todo lo anterior, resultará fundamental conocer el concepto de frontera que tiene este escritor.

Tradicionalmente la frontera ha sido considerada, según la metáfora de Carlos Fuentes, como una herida sin cicatrizar, una afrenta sangrante. Fuentes dedicaría al tema en 1995 un libro completo: La frontera de cristal (resulta interesante, por cierto, ver cómo Gómez-Peña retomaría en 2002 la palabra cristal,1 al referir su propio sendero migratorio).

A más de un lustro de distancia, Fuentes, en artículo referido a la cinta Babel, de Alejandro González Iñárritu, volvería al tema de la frontera y a su condición de fenómeno globalizado. A pesar de los años transcurridos, el juego metafórico seguirá teniendo peso en su artículo, así como ciertos tintes oprobiosos asimilados al hecho. Escribía Fuentes:

Esta [la realidad globalizada], dirán ustedes, está presente en cualquier número de cintas de aventuras, de James Bond a Tom Cruise, que saltan de frontera en frontera. La diferencia está en que para James Bond moverse de Londres al Polo Norte no es un problema. Para una trabajadora mexicana que cruza la frontera con dos gringuitos para asistir a una boda en México, el problema es mayúsculo.

El mundo globalizado se presenta entonces como un desierto atrincherado por la discriminación, la sospecha, la arbitrariedad y la injusticia.2

Para Guillermo Gómez-Peña, aparte de la acción naturalmente arriesgada y traumática que supone cruzar el río, de vivir sin papeles y en relativa o franca clandestinidad del otro lado, traspasar una frontera será un hecho que trasciende la acción física para volverse un acto simbólico, ritual. Porque una frontera no es para él, única y necesariamente, la que se cruza para ir de México a los Estados Unidos, que es muchas veces la sola marca divisoria que uno concibe al mirar desde mi país hacia el norte. La vida para Gómez-Peña estará, de hecho, llena de fronteras. Y cada una de estas representará un nuevo reto.

En relación con la creación artística, el concepto de frontera es para Gómez-Peña sinónimo de «la otra vanguardia». En esto coincide con lo expresado por Steve Dureland, en el sentido de que hoy en día las tendencias de avanzada no están al frente sino en las orillas del fenómeno creativo. Pero además, «ser vanguardista —señala Gómez-Peña— significa cruzar las fronteras entre el arte y los territorios políticos minados (…) Ser vanguardista significa trabajar tanto en contextos artísticos como extra-artísticos». 3 ¿Y cuál es el lenguaje que se deberá utilizar en estas circunstancias? La respuesta, o propuesta, de este escritor y performancero, será:

Para poder articular nuestra crisis actual como artistas multiculturales, nos vemos obligados a inventar y reinventar lenguajes constantemente. Estos lenguajes han de ser interdisciplinarios, sincréticos, diversificados y complejos; tan complejos como las fracturadas realidades cambiantes que intentamos articular.4

Gómez-Peña explicaría su proceso migratorio con una buena carga de ese humor negro que permea casi toda su obra. Haberse ido a los Estados Unidos, concretamente a California, implicó en su caso corroborar lo que tantas veces había escuchado. El lugar común, no por serlo resultaría falso en este caso. Y es que una vez abandonado el país de origen, aun cuando se vuelva al mismo con frecuencia, se ha disuelto la pertenencia al lugar. Una vez que se ha dado el salto, que se ha cruzado esta frontera en absoluto imaginaria, ya no se es de allí de ninguna forma.

En su «Bitácora de Cruce», diario iniciado a los quince años en español y terminado a los 48 en spanglish y en lo que él llama robo-esperanto, Gómez-Peña señala que su experiencia personal referirá la historia de

(…) un mexicano rebelde, servidor que se fue «pal otro lado», que sigue cruzando back & forth, y que a pesar de que regresa continuamente a un México que ya no existe, que ya es otro país, sigue yéndose y nunca termina por «llegar». Se trata pues de la dramática y cotorra historia de un Sísifo ranchero.5

Este ir y volver, este flujo y reflujo cultural tendrá, según Gómez-Peña, consecuencias más allá de la experiencia en solitario. De hecho, paradoja significativa dentro del proceso, la vuelta a la tierra de origen acarreará transformaciones a largo plazo no solo para el emigrante sino también, y primordialmente, para el país abandonado. En su micro ensayo Terreno Peligroso, el autor indica que mientras para el emigrante «el mítico norte» representa el futuro, la vuelta a su tierra se interpretará como la búsqueda del «pasado perdido». Pero resulta que la vuelta a ese pasado, mitificado a su vez desde el norte, lo que conseguirá es irlo transformando y destruyendo. Este proceso de enorme complejidad Gómez-Peña los sintetiza así:

O sea que, una vez «chicanizados» o «desmexicanizados», muchos de nosotros regresamos a nuestra tierra natal, por voluntad propia o por fuerza de la migra, cargando a cuestas nuestras modas, nuestro caló, nuestro rencor y nuestro arte. En el acto de volver, contribuimos al gran proceso silencioso de chicanización que actualmente se vive en México.6

Ya en alguna ocasión, y hace años de esto, Carlos Monsiváis se había referido a la, en ese momento, joven generación nacional, como la primera de norteamericanos nacida en México.

La sensación producida por ese constante ir y venir, o ir y tratar de volver, el artista la asociaba a la que se podría experimentar sobre una cinta de Moebius. Gómez-Peña recordaba la siguiente anécdota, derivada de ese primer pecado, «conducta tabú» acometida apenas llegar él a Califas (o Californa), y que consistió en «rolar con chicanos (…) y a escribir en spanglish (la lengua de los pochos)». Aquí es donde reaparece, bajo una nueva interpretación, aquella palabra del título de Fuentes: Cristal. Escribe Gómez-Peña:

Mis ex-paisanos del lado mexicano de la línea se esmeraron en recordarme que ya no era «un verdadero mexicano», que algo, un diminuto y misterioso cristal (¿mi mexicanidad?) se había roto en mi interior para siempre. A los cinco años de estar «retornando», en la opinión de mis ex-paisanos, yo, como buen pocho, había olvidado ya el libreto original de mi identidad. Aún peor, había «naufragado» del otro lado (Octavio Paz utilizó esa significativa metáfora en un ensayo muy controvertido que encolerizó a la intelligentsia chicana). 7

Gómez-Peña presumirá con orgullo de su doble nacionalidad o, con más sentido, de su «doble otredad», y, de nuevo exclusiva de casos como el suyo, de su pertenencia a «un tercer país». Que en el fondo, para las autoridades de ambos Gobiernos, será tierra de nadie. Un tercer país en cuanto a una nacionalidad virtual, pero también, y antes que nada, en relación con la lengua en que el artista vive cotidianamente (que, como ya se ha dicho, es en realidad muchas lenguas entrecruzadas). Lengua del día a día y que no se usa solo durante una representación performática, en un artículo o en un poema.

Esta doble nacionalidad u otredad tampoco será la que se encuadra dentro de las convenciones oficiales o ciudadanas. En el caso de lo asumido por Gómez-Peña, origen y destino, marca de nacimiento y de llegada vital y cultural serán extremas. En su poema «Mini-corrido en el estudio de grabación», escrito en 1979, recién llegado a Los Ángeles, Gómez-Peña escribe:

Corre cinta:
«nací en Tenochtitlán
crecí en el barrio de Santa María
y me extravié en Califas
la semana antepasada
(pausa)
traigo un penny
un mapa arrugado del Paraíso
y unas ganas enormes de joder
stop. pésima imagen. rewind:
partí de la pirámide del Sol
persiguiendo a la mentada «Flor Azul»
stop. frase chafa, folcloroide.
va de nuez:
partí de la pirámide del Mall
persiguiendo «a la mentada Susy-Q
y persiguiéndola llegué a Tijuana»
suave. así queda vatos
ahora… a editar8

A editar. Pero también a saber quién es el Border Brujo, su alter ego.
Para Gómez-Peña se trata del que solo encuentra complicidad entre los «totalmente biculturales».

El Border Brujo habla español con los mexicanos, spanglish con los chicanos, inglés con los anglo-americanos, y en lenguas con otros brujos, locos y cruzadores de fronteras.9

Para él, la palabra sirve como exorcizador de «los demonios de la cultura dominante». Y es que según Gómez-Peña, si por un lado la lengua representa una herramienta de comunicación ineludible, por otro es además un instrumento de uso político. El Border Brujo, aprovechando ambas opciones, se convertirá en el articulador que por intermedio de la palabra comunique «el pavor, el trauma, el deseo, la rabia y el desarraigo» que se manifiesta en las fronteras. Siendo absolutamente distintas, ¿las últimas palabras de Gómez-Peña no recuerdan aquellas otras de Fuentes cuando habla del fenómeno como de un hecho global?

En el caso de los límites territoriales entre México y los Estados Unidos, el accionar del Border Brujo consistirá en «colgar un espejo entre los dos países para luego quebrarlo frente a su público». Un público amado y odiado; como el artista se ama y odia a sí mismo indistintamente.

Es muy importante destacar que, de la misma forma que el emigrante pasa de uno a otro y, en muchos de los casos, va y viene sin cesar, el Border Brujo no actuará solo en el mundo del arte. Su movilidad es tal que igual se manifiesta dentro de galerías y museos como en espacios laborales migratorios y universidades, en actos propiamente artísticos pero también en los de fuerte y exclusiva carga política.

Como otra muestra del manejo del lenguaje escrito de Gómez-Peña, y dejando de lado su enorme producción en los ámbitos del vídeo y el performance en directo, transcribo dos poemas biográficos en que se percibe una clara postura contestataria, pero también (y sobre todo) inaprensible, volátil, libre frente a la/las lenguas y a vida:

El half & half
(Standford University, 1990
)
Me encuentro ante un auditorio repleto de académicos.
Miles de lingüistas, sociólogos, antropólogos, estudiosos todos de mi «autenticidad», escuchan atentos mi rollo en busca de vectores y señales:

1) VOCES DE MEROLICO Y PACHUCO

(alternando)
me dicen el half & half
half-Indian/half Spaniard
half-Mexican/half/Chicano
half-son/half-father
half-artist/half-writer
half-wolf/half-eagle
half-always/half-never

(busco a alguien en el público)
y tú my dear jaina
te atreverías a amar
a un ser tan incompleto?
the Spaniards, the gringos & the art world
left me all angry and fractured

lenguas muertas para oídos muertos
(hablo en lenguas muertas)10

2) «Hipnosis regresiva contra la nostalgia»
(Fragmento de «Borderama», 1990. Lost Ángeles; reescrito en 1993. San Francisco)
(Dos voces: el terapista en negritas y el artista en silla de ruedas mirando intensamente a un pollo colgado de una cuerda)

10… ay, la nostalgia
9… la nostalgia, yea yea, wow, wo
8… me protege contra los gringos, la migra, the art and
theatre critics

7… qué fuckin chingón pasado I had
6… my past
5… pasado
4… pasadíssimo
3… el esssmog que me vio crecer,
2… las chavas de la banda,
1… jariosas, tiernísimas
Por favor, puedes recordar en inglés.
where is the fuckin’ interpreter we asked for?
where is the consulate flota when we need them?

Tranquilo sultán. Esta no es una cumbre binacional.
see pollito, we are alone, en ingles, in in this gringo world
No seas tan epifánico, carnal. Solo cuéntame de tu partida.
la partida man, qué partida de madres!
my mamita man,
my land cut in half with a gigantic blade
, gachíiiisinmo!
we live, therefore we cross
Te sigo la pista, mojado.
the journey tú sabes, siempre hacia el Norte
Tijuana, la Revu, la placa, los coyotes
(aúllo)
la migra man, their guns guapa, los dogos infernales
(ladro)
to’ mordido bro
like you, llegué to’ mordido y mojado a California
wet back, wet feet, wet dreams, that’s me
me dicen «Supermojado»
Y ahora que estás de este lado, ¿qué sientes?
fear man, un cultura shock de aquellas
las milicias, los bikers y demás patriotic Califeños
those vatos give me the creeps,
¿Dónde andas, man?
Mickey, Mikiztli, Califas, the House of Dead
¿Puedes precisar mejor tu ubicación?
San Diego, Los Ángeles, Fresno, Sacra, San Francisco,
I’m not quite sure anymore
Dame unas imágenes, describe tus sentimientos… go!
imágenes… tiny angels scattered all over the pavement
¡Más!
sirenas… spotlights… helicópteros…
¡¡Más!!
surrounded by cops man
busted seven times, myself
apañadísimo
for looking like this
for looking «suspicious»
hyper-Mexican
enchilada
el Go-Mex, goooooo Mex go!
siempre horny, scared and intersticial
filled with all these ancestral memories

Comparte esas memorias.
(hablo en náhuatl)
No, te fuiste muy atrás.
Dime algo más jugoso y tropical, macho.
conversations; entrepiernes en la playa
(con acento gringñol)
«ti quierrou my King Tacou Marriachio
tu poñer tu chili con carñi dentrou de my tostada shell»
«I lav yu jani babe, nalguita descolorida»
California fornicare sin memoria
Eso sí está jugoso, macho. Dame más detalles.
Earthquakes, church fires, riots, gun shots in the distance
Más…
the end of Western civilization
Y entonces…
& then… I hit the road again
North-East this time,
via Phoenix, Denver, Dallas, Kansas City
& then, the Big Smoke, Bigg Sssmoke
,
Chicago, si… cago… in Spanish still
Ca-gan-do sobre la costra cultural de Gringolandia
¡Coño! English Only, pinche wet-back!
sin translation pues,
sin papers digo, to role, to lick, to write
Sigue andando, ése. ¿Dónde te encuentras?
I think I am in New York
(canto)
«start spreading the news…»
¿De qué noticias hablas? Sé más preciso.
I mean, what to make of all these loqueras
feel a bit confucio & lonesome tonite
where are my dear friends?
are you vatos still alive?
are your minds and harts still intact?

yo estoy aquí muriéndome en…
América, ca, ca, ca-put, digital mortis
la gran soledad de los United
pero bien united…
de los cojones, I mean
Me estás dejando atrás, carnal.
estamos united qué no?
Gómez Peña, estás dejando atrás a tu público.
Estos pendejos no hablan Spanglish.
absolutely lonely es bien Ameerrican. They know!
¡Te estás escondiendo tras el lenguaje,
you’re avoiding the issue, culero!
¿qué issue man?
qué tiempos nos han tocado vivir
qué western utopia ni qué la chingada
(francés chafa)
chingada-da-da,
les enfants de la chingada
sur le grand topographie de fin de siecle… ay guey!
Chitón Verlaine de Mexicali.
Basta de berrinches… y por favor abandona el guión.
El texto se está volviendo cursi.
Ahora, GP, lentamente regresa al futuro.
Sostengo tu mano carnal.
Sostengo tu alma, tu frágil identidad…
Diez
Me despierto muchos años después
Nueve
con mi compa Cyber-vato en el escenario
Ocho
en un país en guerra
Siete
en una ciudad en guerra
Seis
en un vecindario en guerra
Cinco
en una institución en guerra
Cuatro
mi público consta de víctimas de tortura política
Tres
pero ellos no lo saben
Dos
no recuerdan
Uno
no quieren recordarlo
I mean, who wants to remember nowdays?
Not me, man.
(Blackout)
11

Notas

  • 1. Carlos Fuentes: La frontera de cristal. Una novela en nueve cuentos,México: Alfaguara, 1995.Volver
  • 2. Ídem: «Babel», El País, «Cultura», 25 de febrero de 2007, p. 31.Volver
  • 3. Guillermo Gómez-Peña: «La otra vanguardia», Bitácora del cruce, México: FCE, 2006, p. 138.Volver
  • 4. Ibídem, p. 138.Volver
  • 5. Ídem: «1. La zona abismal de mi memoria digital», ibídem, p. 39.Volver
  • 6. Ídem: «Terreno Peligroso», ibídem, p. 117.Volver
  • 7. Ídem: «Memorias del naufragio», ibídem, p. 64.Volver
  • 8. Ídem: «Mini-corrido en el estudio de grabación», ibídem, 58.Volver
  • 9. Ídem: «¿Quién es el Border Brujo?», ibídem, p. 121.Volver
  • 10. Ídem: «¿Quién es el Border Brujo?», ibídem, p. 153.Volver
  • 11. Ídem: El Mexterminator, México: Océano/Fideicomiso para la Cultura México/USA, 2002, pp. 180-181. Volver