La variedad lingüística en el SICELEMaría Claudia González Rátiva
Universidad de Antioquia. Representante de Colombia ante el SICELE (Colombia)

Desde la propuesta del Instituto Cervantes de realizar un certificado unitario del español como lengua extranjera, en el año 2004, hasta el documento de creación del Sistema Internacional de Certificación del Español como Lengua Extranjera, firmado por un grupo de universidades iberoamericanas, ha mediado un debate importante para la lengua española en torno a cuál es la posición de los miembros del SICELE sobre el tratamiento de las variedades del español. Las preguntas centrales de la discusión son:

  • ¿Existe una variedad de español que incluya a todas las demás?
  • ¿Hasta qué nivel de uso llega el concepto de norma?
  • ¿Qué español enseñar y qué español evaluar?
  • ¿La variedad lingüística que se aplique en un examen como lengua extranjera incluye solo normas geográficas o también normas diastráticas?
  • ¿Qué posición adoptar en caso de normas regionales diversas en el mismo país?

La comisión académica del SICELE ha intentado responder en parte a estas inquietudes que, sin duda, fundamentan en buena medida la participación de los países hispanoamericanos en este proyecto panhispánico. Sin embargo, hay un gran vacío por llenar no solo desde el punto de vista teórico, sino en cuanto a la falta de conocimiento de las investigaciones realizadas en el mundo hispánico sobre el habla y sus variedades.

El documento de creación del SICELE presenta los acuerdos metalingüísticos, epistémicos y axiológicos mínimos para la ejecución de este proyecto. Entre otros aspectos, contiene consensos sobre criterios y parámetros que definen su operatividad, fundamentos sobre las escalas de referencia adoptadas para el sistema y una alusión al tratamiento de las variedades del español en este proyecto. Sobre este último punto, intentaré explicar algunos de los principios que se discutieron en la subcomisión académica iberoamericana constituida para tal fin y las repercusiones que los acuerdos tienen para el trabajo lingüístico del SICELE.

Norma, norma nacional y variedad lingüística

Creo oportuno volver a considerar el concepto de norma dentro de una concepción sociolingüística del habla. Muy por encima de la vieja discusión sobre norma prescriptiva contra norma descriptiva, que opone la gramática «tradicional» y la «moderna», el concepto norma que aquí se pretende reivindicar es aquel que da cabida a la revisión sistemática de las formas de hablar, de los usos del sistema, teniendo en cuenta dos aspectos: por un lado, el convencimiento de que existen algunos usos morfosintácticos generales y comunes que deben de alguna manera ser «impuestos» como canon gramatical que evita construcciones agramaticales. Estas normas gramaticales referidas a cuestiones específicas como la concordancia nominal y la verbal, por ejemplo, son las cuestiones que deben evaluarse efectivamente en un examen de lengua para determinar el dominio del idioma en aspectos gramaticales.

De otra parte, el concepto de norma también incluye la actitud expresa de los usuarios de la lengua y cobija el concepto de identidad lingüística: «nosotros hablamos así, y así lo aceptamos». Esta visión de la norma como valor del uso de la lengua en comunidad no puede ser evaluada directa y puntualmente en un examen para certificación. Es necesario que un estudiante de español como lengua extranjera comprenda lo concerniente, por ejemplo, a diversas formas de tratamiento y diferencias de uso de los tiempos verbales, de las preposiciones y de la sufijación, por ejemplo, pero no podría preguntársele por la descripción de este tipo de usos, ni mucho menos que posea un abanico de variedades en su

expresión. Las variedades lingüísticas del español contemplan la norma en su aspecto gramatical desde un punto de vista individual de estilos (formal, informal) y geográfico (dialectos, hablas). Los aspectos gramaticales son comunes a todas y cada una de las variedades lingüísticas, sin que ninguna de ellas sea la «modélica».

En cambio, los aspectos de uso difieren de una variedad a otra o son compartidos por diferentes comunidades: algunos usos son más extendidos que otros, pero conservan su valor identitario; algunas veces los usos ganan terreno o son asimilados por otras comunidades y permiten que en su descripción lingüística se proyecte la tendencia del cambio lingüístico.

Por ser el uso lingüístico un terreno que involucra aspectos que van más allá de lo gramatical y que genera una gran sensibilidad en los hablantes, las normas de las que aquí hablamos se refieren más a esa norma de valor social, ligada al uso nacional. Así, aquellas denominaciones de norma estándar, norma modelo, norma ejemplar o norma genérica pueden utilizarse siempre y cuando estén cubiertas por el manto de la variedad lingüística nacional.

Lamentablemente, tanto la prescripción como la descripción lingüística en los textos gramaticales ha privilegiado la variedad peninsular y dado estatus de variedad estándar y conminado los demás usos regionales a variantes dialectales con menor valor social. En otros casos, se asume la posición de la existencia de una norma «ideal», supranacional o internacional, que nadie ha descrito, nadie habla y de hecho, en el habla no existe. De igual manera, en una concepción generalizada e histórica de la norma, esta se ha relacionado más con el uso literario de la lengua, debido a la posibilidad de verificar el uso de las normas gramaticales en el texto escrito, con lo que se menoscaba la práctica oral del habla.

La norma entonces debe contemplar lo gramatical común, que no pertenece a ninguna variedad regional, sino a todas, y lo social de uso que es distinto para cada región geolectal o compartido por varias y que en el sentir de la comunidad expresa ese aspecto identitario y cultural al que se le puede otorgar la característica de «nacional». El sistema se construye a partir de estos dos aspectos.

Todo lo anterior justifica el propósito del SICELE de servir como medio de integración de las variedades lingüísticas del español, pero en ningún sentido de perpetuar una jerarquización inexistente de dichas variedades. Corresponde a este proyecto velar por el respeto a todas y cada una de las variedades lingüísticas nacionales de la lengua española en lo correspondiente a su aparición equitativa y aleatoria en los exámenes de español como lengua extranjera.

La norma nacional y la investigación lingüística

Una vez entendida la norma y su relación con el uso como valor social y el concepto que desde el punto de vista metodológico se asume para la consideración de la «norma nacional», es importante que se inicie una revisión y un reconocimiento de los estudios lingüísticos regionales que cubran cada territorio nacional o de aquellas investigaciones regionales que describan los usos lingüísticos. El análisis contrastivo de los resultados de los trabajos dialectológicos, geolingüísticos y sociolingüísticos dará lugar al replanteamiento de la división del español en sus variedades lingüísticas.

La gama de fenómenos lingüísticos que permiten identificar diferencias entre variedades es amplia. Así, cada país puede contemplar distintas normas regionales, que, como en el caso colombiano, podría hacer tambalear una postura nacional ante el SICELE. La variedad lingüística caribeña, muy ligada a aspectos fonológicos y al «tuteo»; la variedad lingüística andina oriental, ligada a marcas suprasegmentales y a un uso particular del usted; la variedad lingüística andina occidental, voseante, son ejemplos claros de la existencia de algunas de las variedades existentes de acuerdo con los estudios adelantados por el Instituto Caro y Cuervo. Cada variedad dialectal con un gran sentido de la identidad cultural y lingüística, que en algún momento le permitiría, como región, asumir «pares» de dimensión lingüística hispánica para acercarse a procesos de enseñanza y certificación del español como lengua extranjera. En un contexto de internacionalización y diversidad cultural como el actual, una posición así sería totalmente válida.

Sin embargo, también podría argumentarse una posición opuesta: la diversidad cultural e idiomática de uso nacional es fortaleza y recurso para construir una imagen de país que acepta y valora una identidad lingüística, pues es mucho más lo que se comparte, además, sobre la base de costumbres diversas. Existe una variedad de uso del español hablado en Colombia con sus particularidades fonéticas, gramaticales, léxicas, pragmáticas, etcétera, con una norma nacional de uso aceptada y con la cual nos identificamos idiomáticamente al reconocerla como parte de nuestra cultura. Con esta idea pretendemos, con una visión de país, generar programas, materiales y proyectos en el área.

Cualquiera de esas dos vías debe estar cimentada en los trabajos sobre las variedades lingüísticas del mundo panhispánico. Existe una serie de estudios en el área de la dialectología y la sociolingüística, desde los de Pedro Henríquez Ureña, Pedro José Rona, Juan Manuel Lope Blanch, Francisco Moreno Fernandez, José Joaquín Montes, entre otros, que permiten tener argumentos parciales para establecer zonas geolectales hispánicas, en aspectos fonéticos y léxicos. La ejecución de proyectos panhispánicos como el Preseea1 y el Varilex2 proveerá también datos importantes en este sentido. No obstante su relevancia, aún se desconocen algunos trabajos en marcha sobre normas de uso regionales y nacionales. En Colombia, Lirca Vallés3 ha adelantado en este sentido una metodología de trabajo sociolingüístico para el establecimiento de las normas descriptiva, prescriptiva y axiológica del léxico en la región occidental del país; Yolanda Rodríguez4 ha realizado el estudio fonológico del español del Caribe colombiano, también para enriquecer los trabajos sobre la norma fonológica caribeña; Jorge Antonio Mejía5 ha adelantado estudios sobre frecuencia léxica en la literatura colombiana a través de un software creado para tal fin. Son estudios así los que sustentan las decisiones de un proyecto como el SICELE, desde una visión de la norma de uso regional o nacional, y representan un aporte académico para el sistema. Estamos convencidos de que solo mediante el estudio y el reconocimiento de nuestro quehacer investigativo podemos incidir positivamente y participar de manera eficiente en el SICELE.

Bases de datos del español

Una necesidad urgente para quienes trabajan en el área del español como lengua extranjera es, sin duda, el acceso a información compilada sobre las variedades lingüísticas del idioma. Uno de los grandes acuerdos a que se llega en el sistema es el compromiso que se adquiere de colaboración inmediata para levantar una gran base de datos del español. En primer lugar, se requiere de textos de muestras orales y escritas, recogidas y revisadas por las comisiones nacionales, que efectivamente den cuenta de la norma de uso de cada país.

Asimismo, tal vez como complemento de los resultados del proyecto Varilex, se necesita de glosarios onomasiológicos que recojan la diversidad lexicográfica de Iberoamérica, sin partir, por supuesto y por los principios aquí descritos, de una columna diasistemática o que esté marcada como neutra, ya que de alguna forma va a privilegiar o marcar positivamente a una variedad nacional sobre las demás. Veamos un ejemplo: al concepto «medio de transporte público» corresponderán tantas columnas como normas de uso nacionales; así, en la columna de español cubano aparecerá guagua; en la de español mexicano, camión; en la de español argentino, colectivo; en la de español ibérico, autobús; en la de español colombiano, bus, y así sucesivamente, hasta completar las columnas. Muchas de ellas van a coincidir en muchos conceptos; ¡qué bueno para el usuario y para el estudiante! Una meta prevista para el número de entradas de este glosario es la de cuatro mil palabras, vocabulario contemplado dentro de la enseñanza de lenguas extranjeras como el abanico léxico de que debe disponer un estudiante promedio.

Formación en la diversidad

Consecuencia inmediata de la manera como se trata la variedad lingüística del español en el SICELE es el cambio de perspectiva en la enseñanza del español como lengua extranjera en muchas de nuestras universidades. Enseñar español en la diversidad es permitir el acceso al estudiante, desde las aulas, al conocimiento de otras culturas, al estudio de subsistemas gramaticales; mostrar la riqueza léxica de nuestras regiones, en fin, de abrir posibilidades de viajar a través de la misma lengua. Los profesores de español como lengua extranjera son los embajadores de la panhispanidad, una puerta de entrada a múltiples perspectivas idiomáticas que se relacionan estrechamente con la política, la economía y la cultura. Aunque este aspecto no dependa directamente del sistema, debe ser una preocupación de sus miembros mirar en qué medida coadyuvan en los procesos de formación docente.

Para terminar, es necesario advertir que los principios aquí solamente esbozados sobre el manejo o el tratamiento de las variedades lingüísticas del español son una meta consensuada entre algunos lingüistas y lingüistas aplicados de Iberoamérica. Depende del sistema recién creado no defraudar a la ciencia lingüística que encuentra en este tipo de proyectos motivos para seguir investigando en las hablas y en las normas, en las tendencias de nuestra lengua.

Notas

  • 1. Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y América, coordinado por Francisco Moreno Fernández, de la Universidad de Alcalá. La información sobre este proyecto puede consultarse en http://www.linguas.net/preseea.Volver
  • 2. Proyecto que pretende conocer la variación léxica en las principales ciudades de todo el mundo hispanohablante. Está coordinado por Hiroto Ueda, de la Universidad de Tokio;Toshihiro Takagaki, de la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, y Antonio Ruiz Tinoco, de la Universidad Sophia, en Tokio.Volver
  • 3. Profesora de la Escuela de Ciencias del Lenguaje en Universidad del Valle, Cali.Volver
  • 4. Profesora de la Universidad del Atlántico, Barranquilla.Volver
  • 5. Profesor del Instituto de Filosofía, Universidad de Antioquia, Medellín. Volver