Maitena Etxebarria Arostegui

Español y vasco en contacto en el País Vasco y Navarra Maitena Etxebarria Arostegui
Catedrática de Lingüística de la Universidad del País Vasco (España)

1. Español y vasco en contacto en el País Vasco y Navarra

El País Vasco ocupa un territorio situado al Norte de la Península Ibérica, al borde del mar Cantábrico, junto al golfo de Vizcaya. Tiene una extensión de 7261 kilómetros cuadrados y una población de 2 082 587 habitantes, lo componen los territorios históricos de Álava (Vitoria/Gasteiz), Guipúzcoa (S. Sebastián/Donostia) y Vizcaya (Bilbao/Bilbo). Por su pasado, su historia, su lengua (el euskera) y su tradición cultural, está estrechamente ligado con el resto de los territorios donde también se habla la lengua vasca: Navarra y los tres departamentos del País Vasco francés (Iparralde). Así, se denomina Euskal Herria al conjunto de territorios donde se habló y se habla la lengua vasca. Su denominación oficial administrativa en el Estado español es la de Comunidad Autónoma Vasca (CAV).

Navarra, situada al norte de la Península, lindando al este con la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y al norte con los Pirineos, ocupa 10 420 kilómetros, su población es de 55 829 habitantes y su capital es Pamplona (Iruña). Como acabamos de señalar, es un territorio donde se habla, también, el vasco, y forma parte de los territorios de Euskal Herria. Administrativamente su denominación oficial, dentro del Estado español, es la de Comunidad Foral de Navarra (CFN).

La situación de contacto entre la lengua española y la vasca se ha venido sucediendo desde antiguo, en ambas comunidades, como lo muestran las Glosas Emilianenses (siglo x), donde aparecen los primeros documentos escritos del antiguo romance castellano, al que hoy denominamos español, y del euskera (Menéndez Pidal, 1923, 1956), lo que evidencia el carácter bilingüe de estos territorios. Recientemente, con la aprobación de la Constitución Española (1978), se reconoce la cooficialidad del español junto con las otras lenguas propias del Estado español (catalán, gallego, valenciano y vasco) en aquellos territorios donde estas sean habladas; en nuestro caso, la lengua vasca, en el País Vasco y Navarra. En el País Vasco, se aprobó en 1979 el Estatuto de Autonomía del País Vasco, en este documento se reconoce que el español y el vasco tienen carácter de lenguas oficiales en todos sus territorios. En el caso de Navarra, el Estatuto de Autonomía aprobado en 1982 declara también que «el castellano es la lengua oficial de Navarra» y que «el vascuence tendrá, también, carácter de lengua oficial en las zonas vascohablantes de Navarra» (Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Fuero General de Navarra, 1982: art. 9, párrafos 1 y 2), es decir, la cooficialidad se reconoce solo parcialmente, en una zona, denominada zona vascófona, de Navarra, a través de la distribución del territorio en tres zonas sociolingüísticas diferenciadas en función de la existencia mayor o menor de vascófonos en ellas.

Fig.1: III mapa sociolingüístico de la CAV (1981-2001)

2. Presencia histórica del español en ambos territorios

Las diversas lenguas habladas en la Península, antes de la entrada de los romanos en ella, fueron sustituidas por la fragmentación del latín; este hecho, junto con la acción de los sustratos lingüísticos, fueron configurando las diferentes lenguas románicas en la Península (ver González-Ollé, 1994, 1995, 2004 y López García, 1995).

La única excepción a este proceso fue la lengua vasca, resto de una antigua lengua hablada antes de la entrada de los romanos que ha pervivido hasta hoy como lengua viva. Posteriormente:

(…) en el siglo viii los Árabes ocuparon la Península y solo se mantuvo independiente una estrecha zona en el Norte, en las montañas cantábricas y en los Pirineos. Fueron las lenguas surgidas del latín en esta zona, las que acabaron extendiéndose por toda la Península.

(Siguan, 2001: 231).

Inicialmente, estos núcleos lingüísticos, que más tarde darían lugar a la diversidad de lenguas romances en estos territorios, fueron el castellano, el navarro-aragonés, el galaico-portugués, el astur-leonés, el catalán y el mozárabe. En la segunda mitad del siglo xiii se consolidó en la Península un sistema de Estados que había de perdurar dos centurias (Etxebarria, 2002: 78 y ss.). Se basaba en el equilibrio de cinco reinos: Portugal, Castilla, Aragón y Navarra, junto con el enclave musulmán de Granada. «Pero solo los tres primeros estaban en condiciones de jugar un papel internacional y de protagonizar, de un modo u otro, la tan deseada y propugnada unidad peninsular» (Jover, 1985: 5).

Los territorios históricos que componen el País Vasco actual formaron parte del antiguo reino de Castilla; en el caso del antiguo reino de Navarra, el euskera convivió, primero, con el romance navarro y, más tarde, con el castellano. En ambas comunidades la situación del contacto de lenguas se ha venido produciendo desde épocas muy tempranas. A lo largo de los siglos, los pueblos cristianos extendieron sus reinos, en la expansión hacia el sur, su poder y, con ellos, sus lenguas. El castellano se propagó hacia el sur y, por razones sociopolíticas, impidió la expansión del astur-leonés y del navarro-aragonés. Era la lengua de Castilla, pero lo fue también del reino de León, de Navarra y de Aragón. Al producirse la unión de los reinos de Castilla y Aragón en el siglo xv, se consumó la reconquista de los otros territorios, con lo que puede decirse que en esta época España y su lengua comienzan a adquirir cierta estructura unitaria.

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón resolvió el largo pleito a favor de la unión castellano-aragonesa y ambos estados se lanzaron a una política de expansión territorial que no hacía sino culminar las tendencias desarrolladas a lo largo de la Baja Edad Media. Granada primero y el antiguo reino de Navarra después desaparecieron como estados independientes y con ellos, sus lenguas.

(Jover, 1985: 6).

En definitiva, el bilingüismo en ambas comunidades es muy antiguo, de ahí que las influencias mutuas de español y euskera se remonten a la misma época de los orígenes del castellano; para ser más exactos, habría que decir que, inicialmente, la influencia es unilateral, puesto que el euskera ha contribuido fonológicamente y de forma específica en la formación del castellano (ver Jungemann, 1955; Menéndez Pidal, 1923 y 1956; Schuchardt, 1906, 1957 y 1960). Así, se puede afirmar con el profesor Michelena que

(…) el vasco no es en absoluto una lengua románica, pero ha vivido en tan estrecha simbiosis con ellas durante muchos siglos, que su historia y prehistoria no pueden ser estudiadas, y hasta cierto punto, aclaradas, más que con un conocimiento nada superficial de la lingüística románica.

(Michelena, 1964: 91-120).

El elemento latino románico del euskera es, pues, verdaderamente importante y, probablemente, la capacidad de adaptación de estos elementos a la lengua vasca es uno de los factores que han ayudado al mantenimiento de la propia lengua hasta nuestros días (Schuchardt, 1906, 1957, 1960: 5). Ahora bien, no es mi intención referirme a problemas históricos de contacto entre euskera y castellano, sino estudiar las relaciones actuales y los resultados lingüísticos que se observan en el contacto entre una y otra lengua.

3. Situación sociolingüística actual

3.1. Estatus social relativo de ambas lenguas

El español hablado en el País Vasco y Navarra presenta características propias resultado del contacto con el euskera. Ahora bien, existen factores de gran importancia que afectan al grado de cambio lingüístico producido por contacto entre ambas lenguas. Uno de los aspectos primordiales es el que hace referencia al tipo de relaciones que mantienen estas lenguas entre sí, es decir, el estatus social relativo de cada una de ellas. Así, existe una relación directa entre la valoración más o menos positiva de una serie de rasgos lingüísticos, la aceptación de transferencias que se producen entre las lenguas y el grado de prestigio que ostenta cada una de ellas (Weinreich, 1953). De este modo, cuanto mayor prestigio se otorga a una variedad de lengua, o a una lengua, en el caso de la existencia de bilingüismo social, no solo por parte de sus hablantes sino también por los otros grupos, más fácil es que se produzca una mayor aceptación de ellos. En el caso que nos ocupa, no puede obviarse que tanto en el País Vasco como en Navarra existen dos lenguas oficiales en contacto, cada una desde lo demográfico, geográfico y funcional tiene un peso y una utilidad muy distintos: el español tiene un estatus superior al euskera en ambas comunidades y con más razón aún en Navarra; el euskera sigue siendo lengua minoritaria y minorizada, a pesar de que en estas dos últimas décadas su evolución ha sido muy positiva, especialmente en la CAV, como resultado de la implantación de una política lingüística vigorosa, sostenida, diseñada para promover el conocimiento y el uso del euskera en todos los sectores de la propia sociedad vasca y llevada a cabo firmemente por el Gobierno Vasco. En Navarra, la situación de partida fue diferente desde el inicio, es decir, conviven ambas lenguas, pero el grado de oficialidad del euskera y el castellano es completamente distinto: el castellano es oficial en toda Navarra mientras que el euskera únicamente es oficial en la zona vascófona, por lo tanto, euskera y castellano en Navarra tienen niveles de referencia y de manejabilidad muy distintos en lo que respecta a lo demográfico, geográfico y funcional: el español goza de un estatus mucho mayor que el euskera, esta es la lengua minorizada de la minoría. Aun así el euskera continúa muy vivo en el territorio que la Ley Foral del Vascuence (1986) denomina zona vascófona (al norte de la comunidad) y está aumentando su presencia en la zona mixta.

Veamos brevemente la situación sociolingüística actual que ofrecen ambos territorios:

Fig. 2: Competencia lingüística en el País Vasco y Navarra1
PAIS VASCO –2001–     NAVARRA –2001–
Bilingües (N) (%)   (N) (%)
(Hablantes de español y euskera con competencia completa en ambas lenguas) 531 000 29,4 %   48 300 10,3 %
Bilingües pasivos          
(Hablantes de español con diverso grado de competencia en euskera) 206 000 11,04 %   31 000 6,6 %
Monolingües          
(Hablantes de español como única lengua) 1 070 000 59,2 %   389 000 83,1 %
Fuente: La continuidad del euskera III: Encuesta sociolingüística de Euskal Herria (2003) Gobierno Vasco/EuskoJaurlaritza: Vitoria/Gasteiz, pp. 10 y 11.
Fig. 3: Competencia lingüística en la CAV

Teniendo en cuenta esta situación, la medición del estatus relativo de una lengua pasa por el análisis de ciertas características de distintos ámbitos. Desde la aparición de la distinción de Ferguson (1959) y Fishman (1968, 1974) sobre las relaciones entre las variedades/lenguas, se acepta que el estudio de las funciones de una lengua, su grado de estandarización, completado ya, en el caso del euskera, la existencia de gramáticas y diccionarios de esa lengua y su grado de adquisición dentro de la población puede ofrecer una caracterización bastante acertada del estatus que ocupa dentro de la sociedad.

La situación sociolingüística actual del contacto español/euskera presenta características diferentes a otras épocas. Los esfuerzos institucionales, especialmente los llevados a cabo durante los últimos años a favor de la recuperación del euskera han sido notorios, y se ven reflejados en un aumento continuo, desde 1991 hasta aquí, del número de bilingües, es decir, de hablantes de euskera; además, su presencia en la enseñanza, en la administración y en los medios de comunicación, así como en ámbitos oficiales y empresariales, ha mejorado su estatus sensiblemente frente al castellano, sobre todo en el País Vasco y, más atenuadamente, en Navarra. A pesar de todo, la situación del estatus relativo de ambas lenguas sigue caracterizado por un bilingüismo diglósico, donde el español sigue siendo la lengua de uso dominante.

4. Caracterización lingüística del español en contacto con el euskera: Resultados lingüísticos del contacto

La caracterización que podemos presentar del español hablado en el País Vasco no puede estar basada única y exclusivamente en la consideración del contacto vasco/español, sino que es necesario tener en cuenta las características peculiares de esta variedad de español sobre las que se producen las influencias externas. Podemos decir que los rasgos que se presentan conforman una variedad con base en el castellano del tercio norte peninsular, a la que se añade la presencia de estructuras compartidas con el euskera de la zona. Nuestros resultados apoyan la teoría de que la influencia que promueve una variedad sobre la otra se asienta sobre características ya existentes en la variedad receptora (Prince, 1992; Landa, 1993). La influencia del euskera sobre el castellano se presenta en la adopción de estructuras que no son comunes a ambas lenguas sino propias de una sola y, asimismo, en la modificación de la frecuencia de uso de otras características. En ocasiones, en los rasgos compartidos con el español de otras áreas de España, la diferencia se produce no en la presencia o ausencia de estos, sino en la frecuencia con que aparecen. De este modo, un rasgo generalizado en todas las variedades hispánicas como el yeísmo presenta una frecuencia de uso menor en esta zona (Oñederra, 2001 y 2004), etcétera. Es decir, se da el yeísmo, pero el proceso de pérdida de la distinción todavía no es general, su expansión es más lenta.

Bibliografía

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