El Hadji Amadou Ndoye

La enseñanza del español en África: una oportunidad y un reto El Hadji Amadou Ndoye
Profesor de Lengua Española en la Universidad Ckeikh Anta Diop de Dakar (Senegal)

Señoras y señores, distinguidos amigos y colegas:

Es realmente para mí un placer estar en el país de José Darío López y Candelario Obeso. Permítanme empezar por los requisitos más elementales de la cortesía dándoles las gracias a la Real Academia Española, al Instituto Cervantes y al Gobierno de Colombia por haberme invitado a este IV Congreso de la Lengua Española. El que les habla vino voluntariamente a Cartagena de Indias. Tiene más suerte que los miles y miles de ancestros suyos que salieron de Dakar, Senegal; de San Jorge de Mina, en Dahomey, hoy Benín; de la isla de Sao Tomé y Príncipe y otros lugares de África para venir a vivir aquí la infame condición de esclavos. Pero, al venir, los esclavos aportaron su riqueza cultural, sus creencias, sus mitos, que se colaron subrepticiamente en los intersticios de la lengua española en varios sitios de América.

Puede parecer extraño que un senegalés se preocupe por el futuro de la lengua española. No lo es tanto. Parte de nuestras raíces están en América (hija en cierto modo de África) y además, desde hace un tiempo, los tambores y parte de la memoria han vuelto a casa. Tanto Adalberto Ortiz como Borges se leen y estudian en África. Los rumberos, guaracheros y grupos musicales cubanos como Abelardo Barroso, Benny Moré, Celia Cruz y la Sonora Matancera hicieron más por la difusión del español en nuestro continente que la labor del Instituto Cervantes y todas las Academias de la Lengua Española reunidas. Y lo más curioso es que probablemente no lo saben. El Congo Democrático se independizó en 1960 bailando rumba y cantando ritmos cubanos en lingala, un idioma bantú. Su humilde servidor decidió aprender español porque escuchaba cha-cha-chá en 1957. Meneaba el esqueleto y quería entender la letra de las canciones que oía: Mama, yo quiero saber / De donde son los cantantes / Que los encuentro tan galantes / Y los quiero conocer / Con sus trovas fascinantes / Y me las quiero aprender.

Aunque Guinea Ecuatorial sea el único país africano que tenga el español como lengua oficial, este se enseña en el norte, el centro y el oeste del continente nuestro, sobre todo. Existe en Marruecos una Asociación Marroquí de Escritores en Lengua Española y un periódico bilingüe titulado Le Matin/La mañana. Unos malienses fueron a aprender en Cuba varias asignaturas como música, derecho, medicina, etcétera. En Senegal, tenemos unos 450 profesores de español en los institutos públicos y privados, laicos y religiosos de nuestras 11 regiones y más de 1000 estudiantes especialistas entre la Universidad de San Luis y la de Dakar. En la Universidad Cheikh Anta Diop, donde yo enseño, los estudiantes especialistas son unos 800, entre el primer curso y el doctorado. El castellano es también materia de enseñanza en los departamentos de Francés, Historia y Filosofía. Contamos en nuestro Departamento de Lenguas y Civilizaciones Románicas con 7 profesores titulares. Uno está especializado en la enseñanza de México, su historia y literatura. Una colega se dedica a Cuba, su literatura y su santería. Otro ha publicado ya dos libros sobre el novelista español Juan Madrid. El que les habla ha enseñado María, la novela de Jorge Isaacs, y es autor de un libro sobre literatura canaria.

El senegalés que aprende español lo hace con una base lingüística ya firme. Habla en casa el idioma de la madre (uolof, mandinga, sereer, etcétera). Le inician al árabe, si es musulmán. En la escuela primaria, aprende francés. En el instituto, le enseñan inglés y el español viene como asignatura optativa a partir del tercer curso. El alumno senegalés de tercero puede escoger entre los idiomas siguientes: árabe, italiano, ruso, portugués, griego, alemán y español.

La mayoría escoge español porque escucha música cubana y porque el español le suena cercano al francés.

Hoy, en Senegal, más de 70 000 alumnos cursan clases de español en condiciones difíciles. No hay salas especializadas. En los institutos, faltan libros; las aulas las conforman entre 60 y 90 alumnos. España nos apoya mandándonos libros y profesores visitantes y en la Universidad de Dakar nos acompañan dos lectores alojados por nosotros y pagados por su propio país. Los profesores de español de los institutos se reúnen una vez cada dos años para elaborar estrategias pedagógicas adaptadas a un país multicultural, multilingüe, multiétnico, de pocos recursos pero poroso a todos los soplos del mundo. Pese a nuestras penurias y flaquezas evidentes, crece el alumnado, faltan profesores de español y nuestros estudiantes redactan en español tesinas sobre José Hernandez, Castillo Solórzano, Isabel Allende, etcétera. Enseñamos a Buero Vallejo, así como a Pablo Neruda

Lo primero que queremos decir es que está presente la lengua de Álvaro Mutis en el sistema educativo de varios países africanos. Queremos que se diga, que se sepa, que conste, porque los españoles y los latinoamericanos se extrañan cuando se les dice que se estudia su idioma en Camerún, Chad, Costa de Marfil o República Centroafricana. Profesores de esas nacionalidades dan clases de español en Francia y Estados Unidos. El que les habla fue a dar clases en el 2003 en la Universidad de Lomé en Togo sobre El túnel de Ernesto Sábato y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero. «Qué maravilla que un africano vaya a enseñar literatura española y latinoamericana a otro país africano», exclamó la esposa de un embajador español en Dakar cuando uno se lo contó. Pregunta subsidiaria: ¿A qué escritores africanos se enseña en los institutos españoles y las universidades latinoamericanas? El que hace el esfuerzo de acercarse al otro quiere también que le conozcan y le reconozcan en sus creaciones.

El español tiene un futuro cierto en África porque la lengua de Rubén Darío sigue llegando a través de un lenguaje directo y placentero, la música. Los africanos necesitamos contactos con los españoles y los latinoamericanos.

El sur no habla lo bastante todavía con el sur. No tenemos casi intercambio con Colombia, Perú, Ecuador o Chile, y en esos países se ignora que se enseña su literatura en las universidades africanas. El idioma precede y/o acompaña las relaciones humanas, literarias, culturales. África y América Latina tienen mucho que contarse. A través de los idiomas. Nos fascinan la escritura de José María Arguedas y de Augusto Roa Bastos. Esos dos creadores comunican en español un mundo cultural que no es totalmente español. Wole Soyinka, nigeriano, piensa en un idioma, el yoruba, y escribe en inglés. Leopold Sédar Senghor piensa en sereer, el idioma de su madre, y se expresa en francés. El diálogo entre hombres que abrigan mundos culturales distintos puede favorecer el conocimiento mutuo y el desarrollo de los idiomas. Eso lo entendió el primer presidente de la República de Senegal cuando convocó en 1974 en Dakar el coloquio «Negritud y América Latina». Ahí estuvieron insignes hombres de cultura como Fernando Morán, el difunto Nicomedes Santa Cruz, Miguel Ángel Asturias, Manuel Zapata Olivella y otros.

La enseñanza de la lengua española necesita por parte de los países de habla hispana un apoyo concreto: libros, material didáctico y, en un futuro próximo, relaciones seguidas entre los países africanos y latinoamericanos. El español ofrecería más salidas profesionales a nuestros estudiantes si las relaciones económicas y comerciales entre África y América Latina tuviera más auge. Hasta la fecha, la mayoría de nuestros estudiantes da clases cuando sale de la Universidad. El mundo globalizado ofrecería más posibilidades a nuestros estudiantes si se visitaran más africanos y latinoamericanos. Ello supone que los latinoamericanos sepan lo que pasa en África, en que se estudia su idioma, se escuchan sus músicos (Santana, Juanes, Shakira) y se aprecia a sus novelistas que ya han dejado impronta. Les voy a citar lo que escribió el narrador senegalés Boubacar Boris Diop, en su obra Le temps de Tamango, publicado en 1981. Han pasado 26 años: 

Siguen algunas indicaciones sobre Gabriel García Marquez: escritor colombiano nacido en 1928.

Solo la fecha de su muerte sigue todavía desconocida. Además, no es menester presentar a aquel gigante que sigue gozando de una excepcional celebridad entre nosotros y en el resto del mundo. Muchos de nuestros ciudadanos fueron a visitar su tumba en Macondo en el marco de la cooperación cultural entre la Colombia socialista y nuestro país ya no se cuentan las reediciones de Cien años de soledad, aquella obra maestra absoluta de la literatura mundial.

Las condiciones subjetivas existen para desarrollar la lengua española en África. Quedan por inventar las objetivas. Los africanos están preparados para aprender idiomas. Se pueden identificar fácilmente con América Latina y sus problemas (la pobreza, la situación económica, una historia hecha de rupturas y negaciones, etcétera). Somos conscientes de que parte de nuestras raíces se expresan en español. Nos incumbe sentarnos y echar las bases de una colaboración factible, volver a unir con el idioma y otros recursos lo separado por la historia, la cultura y los tópicos. En África, se sabe de Manuel Puig y Ramón Sender. Esperamos la reciprocidad. Para ello, es imprescindible poner en tela de juicio mucha ideas hechas. Los obstáculos que nos esperan en el camino son económicos, políticos y culturales. Empecemos a poner las primeras piedras del edificio. La mejor manera de fracasar en nuestra empresa de conocimiento mutuo es no ponernos en camino y manos a la obra. Hablándonos, podemos construir algo en común. Gracias por su atención.

Bibliografía

  • Boubacar Boris Diop: Le temps de Tamango, L’Harmattan, Encres noires, París: 1981, p. 132. La traducción del pasaje citado es nuestra.