Indigenismos en el Diccionario general y diccionarios bilingües actuales
(lenguas originarias-español y español-lenguas originarias) Paz Battaner
Real Academia Española (España)

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Cómo son tratadas las unidades léxicas cuyo origen etimológico reconoce una lengua originaria americana y cómo sería un tratamiento adecuado en el diccionario general del español fue el planteamiento central de la mesa redonda 2.9; junto al diccionario general se abría consideración a nuevos diccionarios bilingües que atendieran las necesidades de hoy. Una convocatoria como el IX CILE, bajo el lema «Lengua española, mestizaje e interculturalidad. Historia y futuro», exige responder a la ardiente actualidad.

Además de los documentos colombinos que aportan ya voces americanas en el castellano del final del siglo XV, el nuevo vocabulario que exigía la empresa del Nuevo Mundo se popularizó con gran facilidad en toda Europa. De manera que encontramos distanciamiento irónico un siglo después al comparar indigenismos popularizados con los helenismos de la culta latiniparla del siglo XVII. Veamos al aguacate junto al plátano en la conversación de una novela de Lope de Vega que rehace, casi un siglo y medio después, La Celestina:

Ger. ... ¿Qué dicen estas letras?

Bel. Omnia vincit amor, que es un hemistiquio de un poeta latino1.

Ger. ¡Jesús, Don Bela! Concertados estáis los dos, que es muerta por hemistiquios.

La2. Deben ser en oro. ¡Oh, taimada vieja!

Ger. Si tú tienes algo de poeta, ganarasle el alma. Porque como las mujeres son desvanecidas porque las alaben, esto hacen los versos con tanta bizarría, que las vuelven locas.

Bel. Yo le diré tantas hipérboles y energías, que no me igualen cuantos agora escriben en España.

Ger. Acabóse, si ella oye eso de hipérboles y energías, como suele un niño ir los brazos abiertos a quien le regala, se irá a los tuyos; que en oyendo un vocablo exquisito, le escribe en un librillo de memoria, y que venga o no venga, le encaja en cuanto habla. ¿Cómo dijiste esas dos voces?

Bel. Hipérboles y energías.

Ger. Parecen frutas de las Indias, como plátanos y aguacates. Ahora bien voy a darle este búcaro y a comprarle destos escudos algunas tocas...

(Lope de Vega, La Dorotea, ed. de Edwin S. Morby, Castalia, 1980.Acto Segundo, pág. 143.)

No es extraño pues que bastantes de esas voces entraran ya en la descripción y selección que del castellano hace Autoridades (1726-1739) y que en las veintitrés ediciones del DLE se hayan ido constatando, definiendo, corrigiendo al impulso de la participación de las academias de ASALE.

Partimos de que esta lengua, el español, es una lengua, mestiza como todas las lenguas vivas. Y cuyo mestizaje está teñido con todos los orígenes y antecedentes de los países que la hablan.

Son los indigenismos una clase más de los préstamos históricos reconocibles en español3. Muchos de ellos han pasado a las lenguas occidentales y deberían ser considerados internacionalismos (ámbitos ontológicos: flora, fauna, geografía, fenómenos naturales, costumbres, alimentación, minerales, espacios, accidentes climáticos), como chocolate, huracán o caucho, otros son propios del español, como maíz, cancha o chévere. Encontramos indigenismos, tanto de Norteamérica, mocasín y totem a través del inglés, como principalmente de las lenguas originarias de la América de lengua española, pecán por pacana del náhuatl en México.

Estas unidades léxicas se caracterizan por:

  1. Su etimología.
  2. El uso extendido en algunos de los países que tienen por lengua habitual el español.
  3. Son «reconocidas» en el DLE (es decir, en la referencia léxica habitual para esta lengua, aunque no signifique que no pueda haber otras, pues, toda palabra que llega a ser común y habitual, tendría que pasar a ser «reconocida», a través de ese u otros repertorios).

El DLE guarda a día de hoy unos 1.400 artículos cuya etimología remite a una lengua indígena americana. Se pueden listar todos los artículos que tienen cada una de las 35 lenguas consideradas, con su etimología. Se confunden en alguna ocasión lenguas y grupos de lenguas.

Separados los lemas que han llegado internacionalmente por el inglés, del algonquino (5), cheroqui (1 cheroqui), esquimal (3) y siux (1); retirados los que provienen de una lengua con una presencia menor a cinco unidades léxicas: cahíta (3), cahíma (1), cuna (1), iroqués (1), matagalpa (1), mochica (2), pampa (1), pipil (1), quiché (1), tamanaco (1), tarahumara (2), tegua (2), tolteca (1), tupí-guaraní (3); hay un grupo cuya presencia tiene entidad, aunque no tanta como para generar diccionarios bilingües: tarasco (8), lenca (10), cumagoto (11) y chibcha (8).

En algún caso algunos lemas se atribuyen a una lengua indígena, aunque no reconocida; de manera poco científica figuran en el DLE por la región geográfica que ocupaban los hablantes: amerindio (52), antillano (8), caribe (58), cubano (2).

Quedan los grupos importantes de indigenismos por el número de etimologías atribuidas: aimara (36), arahuaco (20), guaraní (109), mapuche (140), maya (26), náhuatl (482), quechua (308), quichua (41), taíno (43), tupí (21). Los cuales ordenados por su peso numérico son:

  1. náhuatl y quechua;
  2. guaraní y mapuche;
  3. aimara, quichua y taíno;
  4. arahuaco, maya y tupí.

Entre ellos se encuentran voces de todas las categorías gramaticales, aunque es de señalar que solo hay veintiséis verbos entre los 1.400 localizados; algunos generan, a su vez, derivados morfológicos.

Este listado muestra bien el peso de estas voces en el DLE, del que se extraen los anteriores ejemplos. Sin duda, todo hablante de castellano no tendrá dificultad en reconocer las voces más extendidas: barbacoa, carpa, choclo, hamaca, macana, macuto, maíz, pipiola, soroche, tiza. Un buen recorrido por indigenismos del área caribeña es el último trabajo de Mª José Rincón en 2022, las bases y sus derivados, explicados en capítulos sueltos, con historia de muy amena lectura.

Muchos otros menos extendidos podrían fácilmente generalizarse en todo el ámbito hispánico. Por ejemplo, los quechuismos huaico4, para todas las noticas desgraciadas que llegan de fenómenos naturales o de la civilización actual; el adjetivo ñaño5; alternar ñato o ñatuso por chato, con esas palatales iniciales que les equiparan6; ñapa7 es voz útil para tantas veces que se añade algo como propina encubierta. Y tantos otros que completarían el vocabulario de muchos hablantes, como yo, aportándoles más precisión.

Hoy en que la identidad de todo grupo reconocido como tal explica el interés por manifestar sus peculiaridades distintivas, las lenguas originarias se protegen, se cultivan atentamente y obtienen mayor presencia en las sociedades en que están representadas. Reconocer esta sensibilidad exige volver a reconsiderar el tratamiento de estas voces de etimología originaria americana en el DLE como vemos en Soto y Hasler (2011). Se está pasando de estudios puramente lingüísticos (diacronía, dialectología) a prestar atención y consideración política en los fenómenos de la lengua. Es decir, de las preocupaciones de un estudioso con intereses sociolingüísticos como fue J. M. Lope Blanch a unos estudios glotológicos en que lo principal son los esquemas sociopolíticos representados y la metodología para detectarlos.

Estos estudios pueden muy bien convivir en ámbitos académicos, pero en el resistente diccionario que es el DLE conviene adaptar para que también su propia identidad, bien señalada desde muchas diferentes perspectivas, perviva y se desarrolle. Los congresos como los CILE tienen que servir de acicate para potenciar trabajos aplicados que requieren persistencia y voluntad, para seguir con un diccionario que no será «total», como quería don Ramón Menéndez Pidal, pero que seguirá siendo un recurso realmente útil y de referencia para la lengua española en este siglo XXI.

Precisamente, en la confluencia aplicada de estas dos tendencias de estudios lingüísticos surge la necesidad de diccionarios bilingües lenguas indígenas americanas-español y español-lenguas indígenas americanas que se inserten en las necesidades actuales.

En los países de lengua española hay procesos de autonomía y de identidad de muchos grupos hablantes de lenguas indígenas (y en esto incluyo también a España). Se necesitan hoy diferentes tipos de diccionarios. Este tema no se suele tratar cuando se habla de lexicografía hispánica y hay que incorporarlo directamente. Una conclusión tendría que ser la invitación a elaborar nuevos diccionarios bilingües que sirvieran para las necesidades del siglo XXI y para un futuro inmediato, con presupuestos lingüísticos rigurosos y con una visión glotopolítica del momento y no de momentos superados, que no dejan de ser estudios sobre períodos históricos.

(Intervención del Dr. Antonio Marco Lovón
Intervención de la Dra. Belén Villena
Intervención de la Dra. Nadiezdha Torres)

Conclusiones

Se dibujan dos programas para el tratamiento de los indigenismos en el ámbito lexicográfico del español general.

Renovar su presencia en el DLE, incorporando alguno más, restringiendo alguno que se reconozca como no usual, definiéndolos adecuadamente, completando sus informaciones de uso, revisando su lema o su transcripción y siempre situándolos en las necesidades de una comunidad lingüística como la del español común, que representa ese diccionario.

Un segundo, menos inmediato, pero muy urgente en algunas de las comunidades bilingües de español con lengua originaria, la elaboración de diccionarios variados en atención a los muchos usuarios que los necesitan. Entre ellos y para que el bilingüismo sea una auténtica realidad, diccionarios bilingües a partir de estudios detallados de las características del uso de ambas lenguas. El bilingüismo exige trabajo, esfuerzo, persistencia, equilibrio, colaboración. Actitudes que estos congresos ponen de manifiesto. En ello estamos unos y otros.

Notas

  • 1. Virgilio, Églogas X, 69. Volver
  • 2. Laurencio, criado de Don Bela. Volver
  • 3. En el diálogo surgido tras las exposiciones de los participantes se cuestionaron las denominaciones de «indigenismos» y de «préstamos». La sensibilidad para las convenciones de los signos lingüísticos es hoy un centro de atención del que se tendrá que discutir en otros foros. Aquí son usados en su acepción no ideológica aunque sí referencial. Volver
  • 4. huaico. (Del quechua wayq'u). m. Perú. Masa enorme de lodo y peñas que las lluvias torrenciales desprenden de las alturas de los Andes y que, al caer en los ríos, ocasionan su desbordamiento. Volver
  • 5. ñaño, ña. (Del quechua ñaña 'hermana de ella'). adj. 1. Bol., Ec. y Perú. Unido por amistad íntima. ‖ 2. Col. y Pan. Consentido, mimado en demasía. ‖ 3. Pan. Dicho de un hombre: homosexual (‖ inclinado hacia individuos de su sexo). U. t. c. s. m. ● m. y f. 4. Arg., Bol. y Ec. hermano (‖ persona con el mismo padre y la misma madre que otra). ‖ 5. Perú. niño (‖ persona que está en la niñez). Volver
  • 6. ñato, ta. (Del quechua ñatu). adj. 1. Am. chato (‖ de nariz poco prominente). ‖ 2. Bol. y C. Rica. chato (‖ que tiene menos relieve de lo que se espera). ● m. y f. 3. coloq. Arg., C. Rica, EE. UU. y Ur. U. para llamar o dirigirse a alguien. ○ m. 4. Ur. boxeador. ○ f. 5. coloq. Arg., Bol., C. Rica, Cuba, Ec., El Salv., Hond., Nic., R. Dom. y Ur. Nariz de una persona.
    ñatuso, sa. (Del quechua ñat'u 'de nariz aplastada'). adj. coloq. Chile. Que tiene la nariz corta.Volver

  • 7. ñapa. (Del quechua yapa 'ayuda', 'aumento'). f. Ant., Arg., Col., C. Rica, Méx., Ur. y Ven. Añadidura, especialmente la que se da como propina o regalo. Volver