No es fácil adjetivar la actuación hispánica en América ¿Descubrimiento? ¿Colonización? ¿Civilización? Porque, como dice Roca Barea, el colonialismo aísla de la metrópoli; en cambio, América no es una colonia porque se integra totalmente en el imperio español, formando parte de él.
La Real Academia define lo mestizo como «hecho providente de culturas distintas», por ello la expresión «mestizaje global» podría ser el término adecuado, porque, además de producirse el mestizaje racial, con más de dieciséis prototipos, se produce un mestizaje de implantación de modelos territoriales españoles en el continente americano, lo que podría denominarse «mestizaje territorial». Las infraestructuras, las ciudades y otras actuaciones son su expresión.
Tres instrumentos, desconocidos en América e introducidas por España, son algunos de los pilares de este mestizaje territorial, entre ellos y el suelo que los recibe a través de las infraestructuras: la rueda, el arco y el hierro.
Curiosamente, aunque usan la rueda de alfarero, se desconoce el uso de la rueda para el transporte, y no sólo esto, no se conoce el domesticado de los animales para el transporte de cargas. Todo el transporte se realizaba a hombros de seres humanos, fuesen esclavos o no.
América tenía una vastísima red de caminos, pero eran caminos peatonales, sendas estrechas de paso para una o dos personas, escaleras con miles de peldaños, grandes pendientes, etc. Convertir esta red peatonal en una red viaria de todo un continente para paso de carruajes y su entrecruzamiento fue una tarea ingente, no suficientemente valorada.
El camino se considera como eje de desarrollo y articulación territorial, ligado a la Jurisdicción Real. En la Recopilación de leyes de los reinos de las Indias de 1681, en el capítulo sobre Caminos Públicos se dan disposiciones muy detalladas sobre pastos, montes, aguas y arboledas entre otras materias. Se denominaba «Real» como interés de desarrollo permanente y estabilización del territorio.
Se externaliza la financiación y mantenimiento. En la Real Cédula de 16 de agosto de 1681 se dice «que se hagan y reparen puentes y caminos a costa de los que recibieren beneficios». Es casi un adelanto en quinientos años a lo que hoy llamamos asociación público - privada
En 1540 se fija la anchura de los Caminos Reales en doce varas, unos 10 metros (1 vara = 0,85m) y los municipales y mercantiles entre 8 y 10 varas, de 5,4 a 8,5 metros.
Los Adelantados que tenían el derecho de poblar «podían dar ejidos, abrevaderos, caminos y sendas a los pueblos que se poblaran».
Algunos ejemplos:
Se podía recorrer toda América desde el actual San Francisco hasta Buenos Aires a través de los Caminos Reales.
Todos ellos eran ejes básicos de permeabilizaciones de una red que llegaba a todos los rincones. Solo en el Virreinato de Nueva España (México) en 1800 había 19.720 km para peatones y cabalgaduras y 7.604 km para carromatos y tráfico rodado.
En América no se conocía el arco como elemento estructural de construcción, por ello todos los puentes eran colgantes con maromas vegetales, y solo podían dar paso peatonal (no se conocía el uso de la rueda). España construyó centenares de puentes de arco y cantería para comercio y paso de carruajes.
El puente de piedra era el símbolo de la importancia de la ciudad y de competencia regional. Puebla llegó a tener cinco puentes sobre el río San Francisco.
Había puentes en Ciudad de México que atravesaban cada día 3.000 mulas.
Caracas tenía cinco puentes y en Potosí había otros cinco, uno de ellos de un solo arco de 20 m de luz.
El puente de Salvatierra, para facilitar el enlace entre Zacatecas y México, contaba con catorce arcos y 180 m de longitud, y tenía 4 m de anchura.
En el Camino Real de Veracruz a Acapulco, que unía el Atlántico con el Pacífico, los puentes fueron fundamentales. El gran Puente del Rey tenía 218 m de longitud y 10 m de ancho, con 8 grandes arcos.
El Puente Grande de Zapotlanejo, cerca de Guadalajara, tenía 170 m. de longitud, con 26 arcos y 7 m de ancho.
El Canal del Dique se ideó para conectar la zona navegable del río Magdalena con Cartagena de Indias. Se inició en 1650, desde el mar hasta Mahates. Eran 40 km de lagunas y, desde allí al río Magdalena, 80 km de zonas pantanosas; en total 120 km. A partir de 1679 los problemas de mantenimiento eran difíciles y solo funcionaba según el régimen de lluvias una cuarta parte del año.
Para conectar Quito con el río Esmeraldas y aprovechar su navegabilidad hasta el mar, se construye un camino de 250 km.
Canal de Panamá. Entre 1534 y 1567 se realizaron numerosos informes para conectar con un canal el Atlántico con el Pacífico a través de Panamá o Nicaragua. La diferencia de nivel entre océanos y los terrenos inhóspitos a atravesar desalentaron los proyectos. En 1788 y en 1790 sendos consorcios proponen un canal entre océanos por Nicaragua en contra del de Panamá, otra vez por sus condiciones insalubres se desestima. Los procesos independentistas colapsaron los proyectos.
El abastecimiento era el elemento prioritario de toda ciudad, aunque fuese preciso recurrir a grandes obras como canales, acueductos o presas. He aquí algunos ejemplos:
La red portuaria de Panamá, Portobelo, Veracruz, Cartagena de Indias y La Habana y sus recintos fortificados, frente a los ataques ingleses, son aún hoy una maravilla para el espectador y fueron los hitos de las vías comerciales marítimas. El Galeón de Manila y la Carrera de Indias eran el control español del Atlántico y del Pacífico. En combates navales no se perdió más del 5 % de la flota
Fortalezas como el sistema defensivo de Cartagena de Indias permitieron a Blas de Lezo —apodado «medio hombre» porque le faltaba un brazo, una pierna y un ojo— rechazar en 1741 el asedio de una armada inglesa de 41 navíos de guerra, 130 de transporte, 12.500 marineros y 10.000 soldados, disponiendo solo de 3.000 hombres para su defensa.
Todo este «mestizaje territorial» tenía un elevadísimo coste, pero ¿quién lo pago? ¿quién fue el inversor?
España invirtió en América gracias al Quinto Real. De todas las riquezas que generaba América, la Corona, España, sólo percibía un quinto, el denominado Quinto Real, el resto se quedaba en América —en infraestructuras, urbanismo, gestión administrativa, etc.— para generar crecimiento continuado en todos los aspectos hasta tener, en el momento de la independencia, un nivel muy superior a los estados de América del Norte.
En el siglo XVI, en ochenta y cuatro años, el Quinto Real aportó a España 140 toneladas de oro, lo que supone que en América se invirtieron 560 toneladas en esos ochenta y cuatro años. En cuanto a la plata, el Quinto Real fue una media de dos mil setecientas toneladas anuales en el siglo XVII, lo que supone que, al año, 10.800 toneladas de plata restaban en América.
Pero el mestizaje global se extiende también más allá del racial y del territorial, en otros mestizajes que surgen del seno de las ciudades, como son el de la gobernanza, el sanitario y el educativo.
El indígena participaba en la gobernanza de su ciudad. Tal y como dice Humbolt: «El indio participaba absolutamente y sin trabas en la Comunidad Española».
El segundo virrey de México, Antonio de Mendoza (1496-1552), redacta las Nuevas Leyes manteniendo las estructuras políticas aztecas existentes como la figura de una nobleza hereditaria, las llamadas «curacas» muy útil para la creación de cabildos, donde los que ocuparan los cargos más destacados son los indios, según una cédula de 1549.
Solorzano Pereira (1575 — 1655) autor de «Política Indiana» propone obligar a los indios a aprender español para conseguir «hombres políticos» para integrarse en las instituciones españolas.
La figura de Cortés es un ejemplo de esta convivencia, al margen de tener dos hijas indias reconocidas, que fueron parte de la Corte de España. Al conquistar Tenochtitlán (México), mantiene toda su estructura administrativa y encarga su dirección a Cuauhtemoc, su anterior adversario, el defensor de la ciudad. Los indios le consideran el auténtico dueño y señor de México y están a sus órdenes, al margen de haberse aliado con numerosos pueblos para liberarles de la tiranía azteca.
El estadounidense H. Harring dice «Donde los españoles encontraron una nobleza nativa no trataron de abatirla, sino que casi alentaron su supervivencia; podían llevar armas, usar el título de Don y adquirir títulos de nobleza colonial».
La creación de hospitales y la exigencia de trato igualitario a los nativos fue una auténtica obsesión. Lo primero que se construía era la iglesia, el cabildo o ayuntamiento y el hospital.
Por orden de Los Reyes Católicos, médicos y hospitales eran del Estado, no de órdenes religiosas como sucedía en Europa.
Las Leyes de Indias de 7-X-1541 dicen «...que en todos los pueblos de españoles e indios de provincias y jurisdicciones se funden hospitales donde sean curados los pobres enfermos, así cristianos como indios».
En 1503 se funda el hospital de San Nicolás de Bari, el primero de América con 50 camas por Decreto de los Reyes Católicos en el que se ordena explícitamente que se acoja a los pobres, tanto cristianos como indios.
Por la Real Cédula de 1511, los hospitales debían presentar servicio tanto a la población española como indígena.
Cada población con más de 500 habitantes tenía un hospital.
En Lima había más hospitales que iglesias y sus edificios eran siempre superiores a los de las iglesias; en 1775 contaba con diez hospitales para una población de 100.000 habitantes. En Lima había una cama por cada 101 habitantes (más que hoy en Los Ángeles).
Según John T. Lansing ,cada ciudad de América Española tenía un médico público y el juramento de los doctores incluía su disponibilidad de atender a los pobres.
Algunos ejemplos:
En 300 años se crean 20 universidades, 14 Colegios Mayores y salen 150.000 licenciados. Ni portugueses ni los holandeses construyen una sola universidad.
Solo en México se crean los Colegios Mayores de Ciudad de México, Oaxaca, Patzcuaro, Puebla, Morelia, Zacatecas y Guadalajara.
Se constituyen cátedras de lenguas indígenas, en 1580, por orden de Felipe II. En Estados Unidos no se creó ninguna hasta el siglo XX).
Los jesuitas tenían que saber al menos una lengua indígena.
En Lima se crea el Colegio del Príncipe para la élite de la nobleza indígena.
A mediados siglo XVI había más de un centenar de manuales con gramática y diccionario de lenguas indígenas.
El quechua contaba con una cátedra en la Universidad de San Marcos.
Con Ovando, los caciques iban dos años a España a aprender el español.
Algunos ejemplos:
No se puede hablar del mestizaje intercultural sin una mención al papel de las misiones. Los hechos de los misioneros han tenido siempre como objetivo la evangelización, pero en América, además de este hecho indudable, se produce un proceso de culturización y enseñanza en todos los sentidos: la industria, la ingeniería y la educación, la sanidad, la artesanía y la conversión del nomadismo en sedentarismo.
Las misiones fueron la prolongación de España, allá donde la administración no podía llegar y más que centros de evangelización fueron centros de promoción y desarrollo del territorio.
Los misioneros actuaron como ingenieros y arquitectos construyendo casas, enfermerías, molinos, abastecimientos, alcantarillados, drenajes, regadíos, colegios, almacenes y abrían caminos de centenares de kilómetros, construían puentes sobre ríos enormes y de curso tempestuoso. Extendieron las infraestructuras en regiones donde no llegaba la administración española.
El Gobierno delegaba las fronteras remotas en sus manos, como la Real Cédula de 1608, que les delegaba la gobernación de las fronteras del Paraguay.
Tuvieron que defender a los indios de los ataques de los cazadores de esclavos especialmente ingleses en Georgia y Florida. En 1704 James Moore, antiguo teniente de Gobernador de Charleston, destruyó las misiones, asesinó y quemó vivos a los misioneros y, tras matar a casi todos los hombres, esclavizó a más de 4.000 mujeres y niños.
El jesuita Antonio de Montoya evacuó en 1631 a cerca de 10.000 indígenas perseguidao por los bandeirantes esclavistas, recorriendo 1.126 km a lo largo de Paraná.
Al final, jesuitas y antiguos soldados organizaron desde la década de 1670 milicias armadas con armas rudimentarias, para defenderse de los esclavistas e invasores de otras tribus. En Chiquitos los jesuitas organizaron una milicia de 1.000 contendientes y, en 1762, las quince misiones del Paraguay organizaron una de 6.000 miembros contra los portugueses.
En 1849 los buscadores de oro de Norteamérica destruyen las misiones y en los siguientes 60 años matan 233.000 indios.
Algunos datos:
Herbert E. Bolton, historiador estadounidense doctorado por Universidad de Pensylvania, y profesor de Stanford y Berkeley (1870-1953) dice: «Las misiones fueron una institución creada para preservación de los indios. Promovieron ocupación enseñaron artesanía, agricultura europea e incluso el autogobierno. En las colonias inglesas el único indio bueno era el indio muerto».
Y podría también hablarse de otro mestizaje: el «mestizaje militar». Pequeños grupos de españoles se incorporaban a grandes masas de indígenas aportando su experiencia táctica y sus armas, hierro, pólvora y caballos, para combatir a sus enemigos. Los 75.000 tlaxcaltecas a los que acompañó Cortés para liberarlos de los aztecas; los 10.000 incas que fueron con Almagro a conquistar Chile; o los 4.000 indios telencos que ayudaron a Urdaide contra los yaquis, y así, muchos más.
John F. Kennedy en 1961 afirmó: «Una de las grandes omisiones de los americanos ha sido un total desconocimiento de la influencia de los españoles, que constituyen una historia formidable».