La enseñanza de español para inmigrantes no alfabetizados constituye un reto de gran complejidad, tanto para ellos como para los profesores. Urge seguir trabajando para desarrollar enfoques y estrategias adecuadas para encauzar, de la mejor manera, este proceso de enseñanza-aprendizaje para conseguir el objetivo principal: aprender un idioma nuevo para una mejor integración.
Aprender el idioma del país de acogida es, para los inmigrantes, un elemento esencial para su integración y la consecución de sus objetivos laborales, educativos, de interacción social y cultural.
En España, país que en las últimas décadas ha visto aumentar la población inmigrante, las autoridades, organismos y ONG han implementado programas y actuaciones de gran calado orientadas a la enseñanza de español para los inmigrantes con el fin de que este colectivo consiga la autonomía suficiente que le permita, por una parte, conseguir sus objetivos y ,por otra, integrarse en la sociedad de acogida y ser partícipe activo en el desarrollo de la misma.
Sin embargo, la enseñanza de una segunda lengua a inmigrantes resulta, casi siempre, una tarea de mucha complejidad y si, añadido a ello, los aprendices son personas no alfabetizadas en sus propias lengua, la complejidad del proceso aumenta considerablemente.
En esta ponencia, que forma parte de un trabajo mucho más amplio que estoy elaborando con otros colegas, expondré algunas reflexiones sobre la enseñanza de español a inmigrantes no alfabetizados, haciendo especial mención a los solicitantes de asilo y protección internacional.
Abdoul, Maddi, Mariam son algunos de los nombres de los miles y miles de inmigrantes que, por decisión o por azar llegaron España. La diferencia con otros inmigrantes es que ellos son solicitantes de protección internacional. Venidos de distintas partes del planeta, huyendo de guerras, del hambre, del terrorismo o de prácticas inhumanas como la mutilación genital. En España encontraron refugio y en su gente un abrazo.
Ahora necesitan aprender el idioma para trabajar, para estudiar, pero también para contar sus historias y «vaciar la pesada mochila» que llevan en el alma y en la mente. Necesitan aprender el idioma para ser autónomos e integrarse en la sociedad que les acogió.
La mayoría de ellos son personas no alfabetizadas en sus propias lenguas. No tuvieron la oportunidad de ir al colegio, por lo tanto el proceso de enseñanza-aprendizaje de español como segunda lengua se convierte en un reto muy difícil, tanto para ellos como para los profesores.
Ante esta compleja realidad se presenta un escenario que rompe los esquemas tradicionales que se tienen concebidos para la enseñanza de segundas lenguas, y es en muchas ocasiones el causante de situaciones que complican la consecución del objetivo final: aprender un idioma nuevo.
Con un alumnado con las características descritas anteriormente, muchos profesores se preguntan: ¿hay que alfabetizar primero o priorizamos el dominio de los recursos orales antes de las habilidades de lectoescritura?
Cada uno de estos planteamientos requiere de actuaciones pedagógicas distintas, con dinámicas y recursos también distintos acordes con el planteamiento elegido. Queda, por lo tanto, a juicio del profesor, en correspondencia con la realidad que tiene en el aula, elegir el procedimiento o procedimientos a seguir, según corresponda.
Cualquiera que sea la opción, es conveniente tener en cuenta los siguientes factores:
Por las características del colectivo tratado en este trabajo, y teniendo en cuenta nuestra experiencia con ello, es más provechoso dotar primero al alumno de habilidades y recursos orales que le irán permitiendo cierta autonomía para hacer contactos básicos con los demás (saludos, presentación...). No obstante, cuando las circunstancias lo permitan, es conveniente ir introduciendo actividades de lectura y escritura que satisfagan necesidades básicas: escribir y leer su nombre y otros datos personales, rellenar un formulario básico, et. De este modo irá también ganando cierta autonomía mediante la expresión escrita.
En cuanto a la enseñanza oral, el profesor tendrá que elegir el enfoque que más se corresponda con las necesidades de los alumnos. Un enfoque que le permita:
En cuanto a la lectoescritura, entendemos que, para la alfabetización, sin descartar los otros métodos, la propuesta constructivista constituye una base a tener en cuenta, ya que se traduce en la utilización y producción de textos diversos, la discusión como instrumento de interacción, el replanteamiento del error y el papel del profesor como facilitador de situaciones y orientador.
El profesor debe tener en cuenta actividades con textos cercanos a la realidad del alumno: rellenar la solicitud de cartilla sanitaria, utilizar el cajero automático, consultar anuncios de alquiler u ofertas de trabajo...
Aunque se puede afirmar que se ha avanzado mucho en lo que respecta la producción de material para la enseñanza de español como segunda lengua para inmigrantes, queda mucho por hacer en lo que concierne al recursos específicos para población no alfabetizada. En este sentido sería interesante incentivar trabajos e investigaciones en dicha dirección.
Muchas ONG, organismos y otras entidades, con las mejores intenciones, delegan este rol en personal voluntario o profesionales de ciencias sociales. Es de agradecer el incalculable valor del esfuerzo que han desplegado en ese sentido, pero creemos que ya es el momento de profesionalizar ésta enseñanza y de que, además de formación específica en áreas de enseñanza de español como segunda lengua, los profesores han recibir competecdias de formación intercultural que les permitan tener sensibilidad y empatía con alumnos que, no solo tienen que aprender un idioma nuevo, sino también, aprenderlo para contarnos sus historias y tener también el placer de escribir y leer.
Para concluir, creemos que cualquier proceso de alfabetización ha de tener en cuenta lo siguiente:
Puede que el hecho de que Abdoul, Madi, Mariam y otros hayan aprendido español no sea un mestizaje, entendido como tal, pero lo verdaderamente importante al aprender otra lengua, en este caso el español, es que ellos, como diría Carlomagno, «ya poseen una segunda alma».