Eduardo A. Santiago Delpín

Ciencia y lenguaje: sus múltiples dimensiones actuales y futuras Eduardo A. Santiago Delpín
Profesor Distinguido de la Universidad de Puerto Rico; Director de Trasplante del Hospital Auxilio Mutuo; Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, San Juan (Puerto Rico)

Introducción

El lenguaje expresa el pensamiento humano, pero describe además el lenguaje de los animales e insectos y el diálogo molecular entre las células. Es autor, actor, y espectador simultáneo del autoanálisis sobre la memoria mental, inmunológica, genética y la de los metales y plásticos. Igualmente, la neurobiología y la genética a través de una agenda biolingüística, generan introspecciones sobre la evolución de las 7 mil lenguas actuales. La neurociencia cognoscitiva nos ayuda a descifrar la dislexia, el autismo, la afasia, y el alzhéimer. Los nuevos sistemas de neuroimágenes, sobre todo aquellos con capacidad de expresión fisiológica simultánea, localizan el pensamiento, la música, la poesía, la palabra, la actividad neuronal durante la acción, la preacción, la intención, la decisión, la cooperación, el sueño, la genética del comportamiento y la persistencia de la memoria. Se predicen algoritmos de red computacional más inteligentes y algoritmos robóticos. Es en el lenguaje que recae explicar la diferencia entre aprender y el razonamiento científico, sobre lo que nos hace únicos, las redes y los hiperplanos N-dimensionales teóricos, la simbología para comunicación con otras especies. El lenguaje será elemento conciliador, integrador y tal vez autor de múltiples disciplinas científicas de hoy y de mañana.

Mi participación y contribución al diálogo de hoy será discutir el tema desde cuatro perspectivas o dimensiones, para incluir,

  1. las áreas nuevas de la ciencia y del futuro;
  2. el lenguaje en el contexto de la mente incluyendo la memoria;
  3. el lenguaje como salto cuántico desde los sistemas simbólicos primitivos y los diálogos moleculares precambrianos; y
  4. una agenda para acción.

La idea de presentar perspectivas y listados es para sugerir un catálogo ampliado de temas que sea real, aunque no totalmente tradicional ni ortodoxo, complementando acciones académicas futuras, y endosando la iniciativa de la Real Academia de un Diccionario Científico.

Perspectiva primera: la ciencia y el futuro

La ciencia de la Ilustración, de los griegos y de los árabes, descritas por décadas, siglos y milenios, parecería reposar relativamente estable en descripciones maduras, cánones establecidos, y vocabulario pulido por el consenso universal y el escrutinio crítico del tiempo. Pero la ciencia es viva, amorfa, cambiante, flexible, multifacética, y la de hoy, explosiva en cantidad y en diversidad. El cambio continuo requerirá instrumentos que se amolden a este universo continuamente cambiante. El rol del académico con una obligación de describir y clasificar lo nuevo tendrá que atender las áreas actuales y las que predecimos ocurrirán en el futuro.

A continuación, un catálogo de disciplinas actuales y proyecciones futuras. Los catálogos, como las antologías, contienen un elemento subjetivo que enfoca lo que conoce o prefiere el catalogador, caveat obligado. Hoy no podemos excluir disciplina alguna de la evolución acelerada observable.

Así… concebimos, y alguna gente anticipa, una entropía final con estrellas decrépitas, y bien sea entropía por expansión o por colapso final, la aniquilación de este universo. Pero, ¿existirán universos paralelos? ¿universos múltiples? ¿«multiversos»? Viajes, no a las estrellas, si no a otros universos, con vida, lenguaje y ciencias diferentes. Igualmente, ¿qué lenguaje para las partículas y fuerzas que ocurrieron a las 10-43 segundos de creación del universo? El comportamiento de las partículas subatómicas y las fuerzas elementales en el espacio, en el vacío, en el horno solar, en el frío absoluto. Las ecuaciones predictivas de sistemas complejos con múltiples dimensiones y variables, parecidos a los hiperplanos multidimensionales de la correlación canónica y el análisis de factores. La fisiología del sueño, la robótica pura y la ciencia biónica para ver, escuchar y escribir a través de una interfase fisiológica o molecular. Disciplinas nuevas como la biología ecológica del desarrollo; los paisajes de la superficie de la célula y los habitantes genéticos escondidos en su seno. La nanotecnología en todos sus aspectos desde la comunicación, la fármacoterapia, la terapia del cáncer y la concebible reproducción descontrolada de nanomotores en fuga. La creación de tejidos y órganos, desde los senos hasta el corazón dentro del cuerpo por células madre, o en una matriz artificial fuera del cuerpo; aun más, la reprogramación epigénica. La arquitectura futura de múltiples sistemas de cerebros computacionales, con transistores de carbón, o de otros elemento. la computación molecular, y computación biológica. Los cristales autoreproducibles y la creación de la vida; ¿es posible el desarrollo de vida aun más compleja en nuestro planeta? Los motores cuánticos; la fusión por magnetos, por deuterio/tritio o por láser. La transportación masiva y los sistemas de energía y metales necesarios para llevarla a cabo; la aviónica. La salud de todo el planeta y no sólo de los seres humanos; climatología; vida en el fondo del mar; vida en las rocas; vida en los volcanes. Sistemas físicos espaciales, simétricos y asimétricos; asas cibernéticas controlando señales celulares en tiempo y espacio; y el sistema inmunológico de bacterias y arqueas. Y la ética, no sólo la bioética con sus problemas tradicionales o la ética teórica, si no, éticas nuevas tratando circunstancias y situaciones tales como la robótica, el conocimiento genético propio, la cirugía cosmética, la creación de órganos, el conflicto entre los valores éticos del médico y los del ministro de salud; la ética de la robótica y de la biónica, la ética computacional y de la Internet. La ciencia y la tecnología amplificando el debate del individuo vs. el grupo, el hedonismo y el bien social, el liberalismo y el materialismo (Smith vs. Marx). La educación científica a todos los niveles. La globalización y la salud en un mundo interdependiente; la salud universal. El láser, la exobiología y la astrobiología; la genómica, proteómica y metabolómica. Las redes de comunicación y las redes computacionales; la tecnología de redes y la ciencia global. La ciencia y las desigualdades en el mundo, la física y el arte, la biología y la estética, la ciencia y la política; las muchedumbres y una mala palabra llamada sobrepoblación. El impacto social del «cuarto tutor» (el televisor); las redes que afectan la gente y la mente especialmente de los niños, el Internet, Facebook, My Space, Twitter.

(La enumeración y clasificación de Aristóteles, Linneo y Wenkel, parece ser un fenómeno generalizado y contagioso, tal y como lo describe el gran humanista Umberto Eco en su «Infinidad de las Listas», el listado más reciente.)

Perspectiva segunda: el lenguaje, la mente, el cerebro y la memoria

El conocimiento del cerebro, sus células y sus conexiones data de muy poco. Existía el microscopio desde el siglo xvii y la teoría celular desde Virchow, pero fue la curiosidad innata del español Santiago Ramón y Cajal enmarcada en la introspección colectiva de fines de siglo xix, la que lo llevaron a escudriñar con erudita habilidad, paciencia y perseverancia sistemática, a desenmarañar esa bola de células, hilos y alambres que es el cerebro y el sistema nervioso central. Luego, la encefalografía nos enseñó su comportamiento eléctrico, y más adelante, el neurocirujano Wilder Penfield construyó sobre los hallazgos de Broca y Wernicke la correspondencia de áreas cerebrales específicas con el conocimiento, movimiento, sensaciones, y aun las abstracciones. Mientras tanto, el desarrollo paralelo e independiente de la psiquiatría aislaba el comportamiento y las enfermedades psiquiátricas, y los separaba de los componentes anatómicos. Pero, los avances en neuroquímica, opioides y neurohormonas comenzaron a explicar las emociones y el comportamiento, y combinado con la neurofarmacología y su impacto en la esquizofrenia, y en el aprendizaje en el síndrome de Down, desplazaron el paradigma hacia uno de mayor correspondencia entre fenómenos electroquimiofisiológicos y la mente. El poder visual de la angiografía, la tomografía, y la resonancia magnética lo afinaron aún más, llegando a identificar minúsculas lesiones cerebrales con correspondencia funcional. El descubrimiento de neurohormonas y avances en fisiología y en inmunología dieron paso al descubrimiento del eje neuro-endocrino-inmunológico con consecuencias conceptuales importantes para la comunicación interna de los organismos, y su respuesta a amenazas externas e internas. Finalmente, finísimas técnicas microscópicas pudieron identificar el comportamiento de neuronas aisladas y su expresión neuroquímica. Kandel, usando técnicas neuroquímicas, logró identificar en la neurona del molusco marino Aplysia la base química y física del acondicionamiento que lleva a la memoria, armonizándolo con la maravillosa intuición de San Agustín hace 17 siglos, cuando describió con sorprendente exactitud, en sus Confesiones, la fenomenología de la memoria.

La etología, el estudio del comportamiento en los animales, la evolución de la cultura de los animales, y las contribuciones extraordinarias de Wilson, Mellen, Buss, y Konrad Lorentz permitieron elaborar una imagen de continuidad evolutiva del cerebro y sus funciones, en especial, las emociones y el comportamiento. Un ejemplo futuro obligado será el descubrir el lugar que alberga la motivación de las grandes migraciones de aves, peces, reptiles, insectos, anfibios, mamíferos, microorganismos… y humanos.

Hoy, con el advenimiento de tintes especiales y nuevas técnicas de imagenología funcional que permiten ver en tiempo real las ocurrencias y actividades de este órgano único, la historia ha cambiado y continúa cambiando de forma radical. Ha permitido el desarrollo de campos como la neuropsicología, la neuropsiquiatría, la neurogenética, y la neurofilosofía; incursionar en campos conceptuales y abstractos que hoy toman forma química y eléctrica; cambios, que desde el punto de vista filosófico y religioso, plantean problemas y dimensiones hasta ahora insospechadas. Estábamos seguros de nuestra consciencia cartesiana y de nuestra alma religiosa, pero no de su correspondencia aparente con áreas específicas del cerebro. Problemas como la diferencia entre el consciente y el inconsciente (concepto inviolable de los psiquiatras tradicionales), y la conciencia del yo, son objeto de obsesivo estudio por científicos y neurofilósofos en búsqueda de comprender un fenómeno que es incomprensible.

Con neuroimaginología moderna identificamos los pensamientos, los deseos, las aspiraciones románticas, sentimientos e intenciones, y qué áreas están reclutadas para cada fenómeno; no sólo movimiento, si no, las intenciones de mover algo; las neuronas envueltas, los neuroquímicos envueltos; el autocontrol y la modulación ante la valoración ética; ilusiones, pensamientos y recuerdos; la expresión electroquímica del acto y su predecir; el dolor; el placer; las interacciones sociales; el entrenamiento para la memoria; las decisiones epigenéticas; la sexualidad; el procesamiento de información a nivel de células individuales; la aritmética mental; los genes envueltos, por ejemplo, los de la familia genética FOX P2 y su interacción neural con el lenguaje, inmunología, piel e hiperactividad celular; lo que ocurre cuando pensamos sobre Dios; las estrategias de intuición y de liberación; los cambios que ocurren en la psicosis; las diferencias entre los disléxicos y los normales, el alzhéimer y los normales; el hemisferio creativo y el hemisferio técnico; el aprendizaje y las diferencias que existen entre las personas que aprenden principalmente por métodos visuales, verbales, auditivos, cinestéticos, y los que son creativos, prácticos, analíticos, divergentes, asimilativos y acomodativos; y la «energía negra» del cerebro en aparente reposo. Nos dice ya qué áreas se activan durante la reflexión de aquel que llamamos sabio. El lenguaje adquiere dimensiones adicionales al poder ver los lugares específicos de la fabricación de palabras, su entendimiento, su articulación, la meditación, la asociación participativa con otras áreas, la distinción entre los componentes gramaticales.

Nunca había existido mayor interés y actividad multidisciplinaria sobre la dualidad del ser humano, la consciencia, la consciencia moral, la consciencia individual, la consciencia colectiva Jungiana, y el yo, como hasta ahora. Es evidente que la fenomenología y el abstraccionismo que explicaban la realidad antes de este siglo han experimentado una transición paradigmática hacia las ciencias, sus métodos, sus componentes biológicos, fisiológicos, electroquímicos y moleculares. La integración de múltiples campos y la comunicación entre ciencias y artes han logrado una visión integral del comportamiento y el cerebro, en el contexto del conocimiento global.

Perspectiva tercera: el primer verbo, el simbolismo primitivo y el lenguaje hoy

El lenguaje de Cervantes no es el lenguaje de la célula, ni la literatura se parece al diálogo molecular primitivo. Sin embargo, en cualquier reflexión sobre el lenguaje no podemos pasar por alto la simbología del hombre más primitivo ni la comunicación entre especies y organismos que nos precedieron. ¿Cómo se siente ser una célula? La célula aprende, tiene conocimiento intrínseco, tiene relación con el ambiente. ¿Es esto sentimiento o consciencia? Nadie lo sabrá, pero la célula sabe comunicarse por medio de pequeños paquetes de información, anunciar su movimiento, atracción o separación de otras células, crecimiento. Mediadores intracelulares incluyendo el trifosfato de adenosina, el ácido dexoxiribonucleico y otros mediadores, migran con su mensaje desde la superficie de la célula, en todo un viaje para llegar al núcleo e impartirle una instrucción, y éste a su vez ordenar una acción celular. Las bacterias se comunican entre sí secretando moléculas que le dicen a otras, en efecto, «estoy irritada, detén tu crecimiento» o «necesito más alimento» o «acércate y crezcamos juntas», etc. Receptores de estrógeno, en una época patrimonio de los vertebrados, ahora aparecen en los moluscos, sugiriendo funcionalidad hormonal ampliada. Dopamina controla la persistencia de la memoria de largo plazo en ambos animales y en moluscos. El diálogo molecular llega a su complejidad más grande (casi a nivel de experiencia estética) al mantener, a través de cientos de moléculas, un balance homeostático que permite defenderse de lo extraño y dañino, a la vez que evita ataque al propio organismo. Algunas moléculas dan el mandato bíblico de «creced y multiplicaos», «atacad», «detened el ataque», «reparad», «continuad patrullando», «vayamos a la caza», «atraigamos más ayudantes», etc., Estas moléculas, llamadas citoquinas, linfoquinas y quemoquinas, factores de coagulación, factores de crecimiento, etc., actúan en concierto y con finísimo balance cibernético permiten el funcionamiento de ese sistema biológico y ecológico que llamamos el organismo viviente.

Representación de símbolos en algún área del cerebro es probablemente uno de los elementos más importantes en la explosión de vocabulario que ocurre en la niñez temprana: el ampliamente estudiado «instinto del lenguaje», desde Chomsky hasta Pinker, y por otros como Blakemore, Bronowski, Pudianski, Dennett, y Baker con sus átomos del lenguaje; el cómo leemos, cómo hablamos, cómo pensamos, cómo escribimos, todo visto en colores e imágenes cerebrales en movimiento. Pero, el lenguaje humano no puede ir en menoscabo de otros aspectos evolutivos como las moléculas de la cooperación civilizada presentes en insectos y otros animales; el lenguaje de las feromonas en el amor y en el miedo. El simbolismo del arte primitivo de 40 000 años atrás y del que parece asomarse desde antes, el llamado arte en ocre; el Neandertal hablaba ya que tenía el gen FOX P2 de los humanos; el lenguaje de mamá y bebé; la actuación como «sintaxis de la debilidad humana» de Beckett: móvil/inmóvil, silencio/ruido; la imitación no verbal como aquella relacionada al desorden civil; otros sistemas como el sonar de los murciélagos, y las feromonas y el olfato. La palabra fue un salto quántico, extraordinario, rápidamente acumulativo, explosivo y creador sobre lo comunicativo y simbólico anterior. Como fue luego su representación escrita: jeroglíficos, símbolos, lenguas extintas, lenguas bastardas, el lenguaje del mito, y la última palabra del último hombre (de Olaf Stapleton y de Mary Shelley).

Perspectiva cuarta: plan práctico posible

¿Un diccionario? ¿Enciclopédico? ¿Ilustrado? Existen 7000 lenguajes hoy, un gran número en peligro de extinción, pero la diversidad y las similitudes nos han permitido comprender raíces, el desarrollo de palabras, del lenguaje, y probablemente de civilizaciones complejas. (¿Son las citoquinas lenguaje?) Bill Clinton llamó el ADN humano «el lenguaje mediante el cual Dios creó la vida». Otros: Tolkien reinventó los cuentos de fantasía en el siglo xx y con ellos inventó un lenguaje simpático y genial; la lengua na’vi inventada por Paul Frommer para Avatar; el Esperanto; el lenguaje de señas de los sordos; la computadora y sus lenguajes de máquina, de ensamblaje, y de programación; Rudyard Kipling reinventando el alfabeto; la música, lenguaje extraordinario en evolución, de la mono a la polifonía, a la armonía, y a la rebelión atonal y arrítmica creada para describir mundos nuevos, o como creo yo, un reflejo musical de nuestra adolescencia como especie (Schömberg, y luego Cage, Penderesky, Bartok, Stravinsky y el científico-músico Pierre Boulez); la matemática. Los cerebros bilingües procesan mejor su lenguaje nativo, y como ha dicho Goethe alguna vez, no conoces bien tu lengua hasta que has conocido otras; ¿será igual con los multilingües, los músicos, los matemáticos, los que conocen los lenguajes de computación? La ciencia está más entrelazada con el lenguaje de lo que suponemos: a través de la neurolingüística, el contexto de la arqueología y la antropología, los lenguajes de señas, los lenguajes de animales, las células, las bacterias, el simbolismo Neandertal, las lenguas comparadas, la escritura en ocre.

Apoyo la idea expresada por la Academia de un Diccionario Científico que debe ser enciclopédico (que rebase lo meramente técnico), y además ilustrado. Existen dos diccionarios científicos por el cirujano suizo S. W. A Gunn, Dictionnaire des Secours d’urgence, y Multilingual Dictionary of Disaster Medicine and International Relief, ambos especializados en algunas áreas de la medicina; y existen el RCGlobal, el Scientific on-line Dictionary, el de la Universidad de Granada, y múltiples diccionarios especializados en tecnologías específicas, alimento, oftalmología, ciencias físicas; pero no existe uno abarcador, multidimensional, interdisciplinario, integrador, enciclopédico, actualizable, con ensayos temáticos periódicos, con referencias cruzadas, que construya una estructura multidimensional integrada entre ciencia y lenguaje (y quizá el arte, como el Das Glasperlenspiel de Hesse) una que provea una base de datos erudita a la vez que sencilla al mundo hispano, con una visión unitaria y un paradigma operacional predictivo. Tal empresa necesitaría la comunicación activa entre lingüistas con interés científico y científicos con interés lingüístico; participarían estudiantes graduados, investigadores a tiempo completo, editores científicos, y otros. Parecería ser un proyecto largo y complejo, pero sería una contribución necesaria, seminal y perpetua a ambos campos del saber… y una experiencia estética también.

Concluyo con las palabras de Juan Luis Arsuaga, prominente paleontólogo español, en su libro El Collar Neandertal, «los poetas y los paleontólogos estudian lo mismo: la naturaleza humana en su contexto más profundo y misterioso…» y añado yo, la rosa, en última instancia, pertenece a todos; es de O’Keefe, de Burns, de Süskind, de Mendel, y de Monod y Jacob.