Lo más difícil de la vida es convivirBeatriz Gabbiani Ferreiro
Profesora agregada de Psico- y Sociolingüística, Universidad de la República, Montevideo (Uruguay)

Cuando era adolescente, había una canción que repetía la pregunta «¿Por qué lo más difícil de la vida es convivir?». El título del panel me recordó esta canción, particularmente porque no trataré en esta ponencia de la convivencia entre el español y el portugués, sino de la convivencia entre hablantes de variedades de estas lenguas en la zona fronteriza de Uruguay con Brasil, y de cómo las dificultades de esta convivencia se revelan y se tratan en el sistema educativo.

En primer lugar es necesario señalar, como lo hace Behares (2007: 99), que «lo que llamamos Frontera es un ámbito sociogeográfico amplio. (…) lo fronterizo no se circunscribe a los bordeados inmediatos de los límites con Brasil», sino que los incluye en dos constructos confluyentes, el sociohistórico, que incluye el norte del Río Negro en Uruguay hasta las nacientes del Río Uruguay en Brasil, y el discursivo, que refiere a la constitución de identidades nacionales y lingüísticas que, dice Behares «bautizan, se apropian y reconstituyen esas regiones en los imaginarios colectivos». Esta zona fronteriza fue objeto de disputas entre Portugal y España antes de la independencia de nuestros países, y también ha vivido momentos de conflicto durante la vida independiente. La presencia del portugués en lo que hoy constituye los departamentos del Norte del Uruguay tiene una historia más larga que el país mismo. (ver mapa de distribución del portugués en Uruguay en la página de la Presidencia de la República).

La situación sociolingüística de la región viene siendo estudiada desde hace décadas (Rona, 1959; Elizaincín, 1975, Elizaincín e. a., 1987; Elizaincín y Thun, 2000; Carvalho, 2007). Hasta avanzada la segunda mitad del siglo xix, en la región se hablaba portugués. Con la fundación de ciudades uruguayas al lado o muy cerca de donde se encontraban ciudades brasileñas, llegaron hablantes de español en un número más elevado a esta zona, y la instalación de la escuela pública en todo el territorio nacional, también en la segunda mitad del siglo xix, colaboró de forma fundamental con la presencia del español en las áreas luso-hablantes. La bibliografía sobre la situación sociolingüística coincide desde inicios de la década de 1970 en considerar a la región como bilingüe y diglósica. Esta descripción de la situación se mantiene en buena medida desde entonces. Es necesario destacar que las variedades de español y portugués que se hablan en la zona se apartan de las estándares más cercanas. En todo caso, el español ha sido la variedad alta, utilizada en situaciones formales, en la administración y en la escuela, en tanto que el portugués se utiliza fundamentalmente en situaciones coloquiales y familiares. Como veremos enseguida, esta situación está en pleno cambio.

Decir que la región es bilingüe no implica que todos sus hablantes lo sean. Muchos pobladores de la región son bilingües, en tanto que otros son monolingües en español o en portugués. A esto hay que agregar el hecho de que la variedad de portugués hablada en la región es, como ya fue anunciado, distante de cualquier variedad estándar, por lo que las actitudes en relación a su uso han sido generalmente negativas, aún en aquellos que hablan solamente esta variedad. El conflicto entre la identificación y el rechazo por la variedad local del portugués ha tenido enormes consecuencias, tanto a nivel individual como social, reflejándose particularmente en el ámbito educativo. A mediados de los 80, realizamos algunas entrevistas en distintas poblaciones del Departamento de Rivera. En ellas se podía ver claramente las distintas posturas frente a la situación lingüística de frontera: algunos pobladores reconocían un «entrevero» de lenguas, que calificaban de distinta manera pero que identificaban, sin dudas, con su región:

1. «Aquí hablamos un entrevero, ni portugués ni español con un ritmo brasilero. Yo creo que se debería hablar sólo español, pero como acá todo el mundo habla así…» (MINAS DE CORRALES, hombre, empleado de comercio).

2. «En realidad somos unos rompe-idiomas, porque no hablamos el brasilero ni el español. En realidad es un entrevero, esto que hablamos no es nada. No estoy de acuerdo en que se prohíba el brasilero. Con mis hijos y en casa hablo en brasilero, como en todos lados» (TRANQUERAS, funcionario de la Intendencia, 40 años).

En este reconocimiento de la convivencia de lenguas, algunos optan por el portugués (al que comúnmente llaman brasilero):

3. «Acá todos hablamos en brasilero. Nos gusta más. Porque los chiquitos ahora, no sé, ahora se crían y no hablan tanto el brasilero. Les enseñan el uruguayo en la escuela. Después cuando salen de la escuela hablan en brasilero» (MINAS DE CORRALES, mujer desocupada, 54 años, diez hijos).

En tanto que otros optan por el español:

4. «Aquí en casa, yo hablo español, pero a veces se me escapa algo y ellos (los niños) aprenden en seguida. Me parece que si me obligaran a hablar uno solo, ese sería el español, porque es más serio y lo habla la gente educada. Pero la verdad es que a veces nos gusta hablar también el otro y… No sé. Si a uno le hablan, uno contesta y por ahí sigue hablando en brasilero sin darse cuenta. Si una vecina cruza a contarme algo, siempre me lo cuenta en brasilero; y yo también, si tengo que contar algo, así como de la vida diaria, también lo uso. Me parece que es más gracioso. Nos sentimos mejor, como que nos tenemos más confianza» (TRANQUERAS, tejedora, 25 años).

Esta última opinión muestra la distribución del uso de las lenguas de acuerdo al interlocutor y la situación. El conflicto con la escuela aparece en las opiniones siguientes, de parte de un niño escolar y de una madre

5. «Yo hablo los dos idiomas: uruguayo y brasilero. Me gusta más el brasilero. En la escuela no me dejan hablar brasilero. En el recreo sí. Yo falo mistura» (MINAS DE CORRALES, niño de 8 años).

6. «A mí me gusta hablar brasilero, es lo de nosotros. Claro, ustedes (los uruguayos del Sur) hablan mejor, pero a mí me gusta el brasilero. Ya la maestra me dijo que éstos (los hijos) van a tener problemas en la escuela. Pero es lo que hablamos nosotros…» (MINAS DE CORRALES, mujer desocupada, 21 años, 4 hijos).

En entrevistas realizadas 10 años después, en 1996, Carvalho (2007) encuentra actitudes similares frente al uso de portugués y el conflicto con la escuela. Carvalho realiza las entrevistas en portugués, por lo que en el texto aparecen en la variedad del portugués hablada en la región, tal cual contestaron los entrevistados, y luego se da la traducción:

7. «Eu falo espanhol com os guri para não passar com eles o que passou comigo. Quando eu cheguei no liceo não sabia uma palavra em espanhol, não sabia e passava vergonha porque tinha que perguntar: ¿Cómo se dice?» (RIVERA, hombre, policía).

('Yo hablo español con los chiquilines para que no les pase lo que me pasó a mí. Cuando llegué al liceo no sabía ninguna palabra en español, no sabía y pasaba vergüenza porque tenía que preguntar: ¿Cómo se dice?').

8. «Meu fio agora que vai na escola chega nas casa falando uruguaio, entonces eu até tento falá uruguaio com ele, mas nas casa fica raro» (RIVERA, hombre, 45 años).

('Mi hijo ahora que va a la escuela llega a casa hablando en uruguayo, entonces yo incluso trato de hablar uruguayo, pero en casa me parece raro').

En estos ejemplos de las dos últimas décadas del siglo pasado, queda claro en boca de habitantes de la región fronteriza, cuál es la situación que viven y las dificultades que la coexistencia de lenguas les presenta en la vida cotidiana. Asimismo, surge el conflicto con la institución escolar. Las políticas lingüísticas y educativas han sido también ampliamente estudiadas (Barrios, 2001, Barrios e. a., 1993; Behares, 1985, 1996, 2001, 2007; Brovetto e. a., 2007; Milán e. a., 1996; Trindade e. a., 1995, 1996). En esta exposición me concentraré en la situación actual.

En diciembre de 2008 se promulga la Ley General de Educación n.º 18437. En ella, por primera vez, se hace referencia explícita a la variación lingüística y su inclusión en la educación formal. El artículo 40, en el párrafo 5 sostiene:

(5) La educación lingüística tendrá como propósito el desarrollo de las competencias comunicativas de las personas, el dominio de la lengua escrita, el respeto de las variedades lingüísticas, la reflexión sobre la lengua, la consideración de las diferentes lenguas maternas existentes en el país (español del Uruguay, portugués del Uruguay, lengua de señas uruguaya) y la formación plurilingüe a través de la enseñanza de segundas lenguas y lenguas extranjeras.

La inclusión de este párrafo puede considerarse consecuencia de décadas de investigación en el área, y de la actividad de la Comisión de Políticas Lingüísticas en la Educación Pública que funcionó entre diciembre de 2006 y noviembre de 2008. Los documentos emitidos por esta comisión presentan ocho Principios Rectores de las Políticas Lingüísticas en la Educación Pública Uruguaya (ANEP-CODICEN, 2008) y un conjunto de propuestas para diversas áreas de la educación. El Principio Rector 3 sostiene:

Independientemente de que la enseñanza deba satisfacer los objetivos planteados en el principio 2 (que hace referencia a la lengua escrita y las variedades con ella relacionadas), se debe reconocer y respetar la condición de docentes y alumnos en tanto hablantes y el vínculo singular con las variedades lingüísticas que cada uno trae consigo.

(ANEP-CODICEN, 2008: 30).

Estas posturas respaldan la inclusión del portugués y el respeto por las variedades lingüísticas en las escuelas de zona fronteriza, una aspiración manifestada desde determinados ámbitos desde hace 40 años, pero sistemáticamente rechazada puesto que el Estado uruguayo no reconocía la presencia del portugués como lengua local. En este sentido, como tantos otros países de la región y el mundo, el Uruguay alimentaba la imagen de país monolingüe y homogéneo.

En el año 2003, en el marco de un Programa de Educación Bilingüe comienza una experiencia de inmersión dual español – portugués, en dos escuelas públicas de tiempo completo. En el 2006 comienza otra experiencia, un poco diferente, de enseñanza de segundas lenguas por contenidos curriculares, en escuelas comunes y de tiempo completo. Finalmente el año pasado, 2009, Uruguay se suma a una propuesta iniciada por Argentina y Brasil, y luego extendida a todos los países con frontera con Brasil en el marco del Sector Educativo del MERCOSUR, que consiste en convertir escuelas de frontera en Escuelas Interculturales Bilingües. Describiré brevemente cada programa.

Las escuelas de inmersión dual tienen dos maestros por grupo, uno de español y otro de portugués. Ambos maestros coordinan actividades, planifican las clases juntos (aunque trabajan en horarios distintos) y realizan el tratamiento de los contenidos desde una perspectiva diversa a partir de lo que acuerdan en la coordinación. Esta propuesta se lleva adelante en escuelas de tiempo completo, que son las que tienen horario extendido, lo que permite que los docentes se dividan el horario de clase y trabajen uno en cada lengua. Cada maestro es, de esta manera, el referente en cuanto a lengua para sus alumnos.

La enseñanza por contenidos curriculares se realiza tanto en escuelas comunes (4 horas diarias de clase) como de tiempo completo. El horario de portugués es menor en este caso, pero al igual que en la propuesta de inmersión dual, el docente de portugués trabaja la lengua a partir de contenidos curriculares, distanciándose de esta forma de las clases de lengua más tradicionales. En ningún caso se ofrecen clases de portugués como lengua extranjera.

Como dije antes, el programa comenzó con 2 escuelas en el año 2003. En todos los casos el programa comienza por primer año de una escuela y año a año agrega un nivel más, hasta cubrir los 6 años de Primaria. El año pasado, 2009, se desarrolló en 36 escuelas, de las cuales 7 aplican el programa de inmersión dual y 29 el de contenidos curriculares.

También el año pasado Uruguay se incorpora al programa Escuelas Interculturales Bilingües de Frontera. El primer paso fue la selección de tres escuelas (dos en Cerro Largo y una en Rocha). El programa en este caso consiste en que una vez por semana un maestro de la escuela uruguaya vaya a trabajar en español con los niños brasileños en la escuela gemela y un docente brasileño a su vez visite la escuela uruguaya para trabajar en portugués. El objetivo es alcanzar la interculturalidad, posibilitar la relación entre los habitantes de las ciudades involucradas y el trato con hablantes nativos de la lengua vecina. Más allá del aprendizaje de la lengua, se busca el reconocimiento de las características propias de cada país y promover el respeto por las diferencias. Esta propuesta, además, exige que las instituciones involucradas (que están en distintos países y se rigen por normas y conceptualizaciones diferentes sobre qué y cómo enseñar) desarrollen acuerdos en conceptualizaciones básicas: alfabetización, L1, L2, bilingüismo, multilingüismo, cultura, educación intercultural bilingüe. Está en discusión si esta propuesta que como ya fue dicho surge de experiencias en escuelas de frontera de Argentina y Brasil es aplicable a toda la frontera uruguaya, ya que buena parte de la misma se caracteriza por un contacto intenso entre las ciudades de los dos países y por la presencia de ambas lenguas en territorio uruguayo.

Los tres programas en funcionamiento promueven el uso del portugués en ámbitos formales, para la educación y en su variedad estándar. Las escuelas del área que no están incorporadas a ninguna de estas propuestas igualmente han cambiado su relación con el portugués, ya que no está prohibido (como lo estuvo durante un tiempo), o limitado a los intercambios informales del recreo. Hoy los niños que entran a la escuela hablando solamente o principalmente portugués no sufren las críticas de antes ni están destinados al fracaso por no manejarse en español. El cambio es muy grande y positivo, aunque aún haya muchos problemas por resolver en el ámbito educativo (formación de docentes para los nuevos programas, elaboración de material didáctico adecuado en portugués, etc.). La pregunta final es ¿se puede notar ya una mejora en la convivencia entre las lenguas?

En el año 2006 (a tres años de comenzado el programa de inmersión dual), Custodio realiza entrevistas en Artigas a padres de niños en edad escolar. Frente a la pregunta «¿le parece que algunas personas hablan mejor español que otras?», recibió las siguientes respuestas:

«Ah, allá por el sur, acá nosotros hablamos medios atravesados, porque, por la influencia del portugués». 

«Sí, hay gente que se expresa correctamente, hay otros que no. Acá hay gente culta sí que habla bien, que no deja entreverar su idioma, pero cuando lo entreveran y no hablan bien ni español ni portugués queda horrible, por eso te digo el portugués lindo queda bien».

«En cualquier otro departamento hablan mejor el español. Acá hablamos peor por la frontera, por la influencia de la frontera».

Y cuando les pregunta si han notado cambios en el habla de sus hijos a partir de la educación en las dos lenguas, le dicen (cada cita corresponde a un padre diferente):

«Claro. O sea la manera de nosotros hablar el portugués a la manera que ella habla portugués es diferente. Me gustó porque ella lo habla bien, nosotros hablamos medio mezclado, ella no, ella lo habla bien». 

«Sí. A veces Romina que es la más chica, ya te contesta todo en portugués. Claro, no es portuñol, te contesta en portugués».

«Claro ellos hablan el portugués, entienden mejor el portugués, y otra de las cosas utilizan términos que no usamos nosotros en el cotidiano. Hay muchas palabras que ellos pronuncian de mejor forma de lo que pronunciamos nosotros. El portugués que le enseñan a ellos acá en la escuela es distinto que el nuestro, nosotros aprendimos portugués sin el estudio, aprendimos portugués por la convivencia con el otro país nada más, pero no estudiamos y el portugués que le enseñan acá es, cómo te voy a decir, es más bien pronunciado que el portugués que nosotros hablamos».

 «Sí está mucho mejor. Hasta en el idioma nuestro a veces ella misma te corrige, o sea nosotros sí hablamos portuñol, porque hablamos un poco brasilero y otro poco uruguayo, pero ella no, ella sabe que está el idioma nuestro, que está el español, y está el portugués, entonces sabe todo detalladito».

Como vemos el conflicto con el portugués, identificado con su norma estándar (el portugués «lindo»), parece haber desaparecido, pero la situación de conflicto perdura, ya que la variedad del portugués hablado localmente sigue siendo discriminada, y si los padres ven positivamente la enseñanza de portugués en la escuela es por razones diferentes a las que se proponen los distintos programas: no se está reconociendo diferencias y respetándolas, sino profundizando el rechazo a las variedades locales a favor de las estándares.

La convivencia sigue siendo difícil.

Referencias bibliográficas

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