La Red de redes, aliada del españolJavier Nadal Ariño

Autoridades, señor presidente del panel, miembros de la mesa, congresistas, señoras y señores:

«Considero como un privilegio hablar en español y entender el mundo en español», leyó el humanista mexicano don Alfonso Reyes en Quito en su Discurso por la lengua.1 También es para mí un privilegio hablar en y del español en esta Universidad de Valparaíso, en América, en el marco del V Congreso Internacional de la Lengua Española. Y qué mejor contexto que éste, el universitario, para esbozar unas reflexiones sobre la feliz relación simbiótica que nuestra lengua ha establecido con las TIC e Internet.

Sabemos que la mejor política lingüística es la que se deriva del vigor de la economía, la sociedad, la ciencia y la cultura, que se expresan en sus lenguas respectivas. La prosperidad económica, la calidad institucional y el empuje creativo y cultural conforman los mejores apoyos para la expansión de una lengua, así como su desarrollo tecnológico.

Hace quince años, Internet comenzaba a ser una realidad en el mundo; y en esta nueva realidad, el inglés era la lengua predominante. Esta situación generó no pocas preocupaciones porque la apabullante presencia de la lengua de Shakespeare en la red pudiera convertirla en la lengua universal y única del mundo global que estaba emergiendo.

Sin embargo, pasados los primeros años de existencia de Internet en los cuales la mayor expansión se dio principalmente en los Estados Unidos, la presencia de las otras lenguas en la red no ha dejado de crecer. El español no es una excepción y gracias a la acelerada incorporación de la comunidad hispanohablante a la sociedad de la información de los últimos años, podemos incluso ser optimistas. El Atlas de la lengua española en el mundo, publicación del proyecto sobre El Valor Económico del Español que estamos desarrollando en Fundación Telefónica bajo la dirección de José Luís García Delgado, ponía en evidencia que ya en 2007 el español se había situado en tercer lugar en número de usuarios de Internet con 102 millones, aventajado sólo por el chino y el inglés. Hoy, en 2010, de acuerdo con los datos de El español en el mundo, el anuario del Instituto Cervantes 2009, seguimos en esa misma posición, habiendo aumentado los internautas hispanohablantes hasta 131 millones, frente a los 321,3 millones del chino mandarín y los 464 del inglés.2 Si tenemos en cuenta, además, que las tasas de penetración en las comunidades hispanas son inferiores a las de Estados Unidos, se puede esperar que el simple crecimiento vegetativo del número de internautas de habla española consolide la tercera posición.

La expansión de Internet y su propia dinámica de cambio permanente constituye en si mismo un fenómeno extraordinario, cuyas consecuencias de todo orden son difícilmente previsibles. A pesar de los pocos años de vida que tiene Internet, ya podemos distinguir cambios importantes en su orientación e impactos generados. Hoy se habla de Internet 2.0 para señalar que lo que está ocurriendo en la red es significativamente diferente de lo que ocurría tres o cuatro años atrás.

Antes la red consistía principalmente en disponer de importantes repositorios de información muy relevante que estaba al alcance de los usuarios finales en una relación asimétrica. El usuario lanzaba una orden breve pidiendo información y recibía un gran volumen de datos. Si la mayor cantidad de información disponible en la red estaba escrita en inglés y los demandantes eran principalmente de ese entorno lingüístico, era natural que la red solo hablara una lengua.

Hoy el protagonismo en la red lo tienen sobre todo los usuarios, los internautas, que son los generadores de la mayor parte de la información que circula por la red. Los blogs, las redes sociales, las comunicaciones entre pares conocidas como p2p (acrónimo de la expresión inglesa peer to peer), la interfaz basada en el reconocimiento de voz, el uso de los dispositivos móviles como principal herramienta de conexión a Internet o incluso única herramienta de conexión para una parte de la población mundial se han visto reforzados por los usos adolescentes multicanal (que utilizan a la vez Internet, mensajería instantánea, SMS, móvil y redes sociales) o las tecnologías semánticas de los linked data… De hecho, España es el segundo país europeo en uso de las redes sociales —con casi 3 de cada 4 internautas como usuarios de estos nuevos servicios— y junto a Brasil, que está a la vanguardia mundial de este uso social entre los jóvenes, es evidente que el español alcanzará una nueva identidad digital de lo hispánico, con comunidades de usuarios permanentemente conectados e informados en español. Esta realidad, junto al gusto por innovar, compartir y colaborar que exhiben los actores de la red, han hecho que hoy todas las propuestas, por minoritarias que sean, si aportan valor, puedan encontrar su oportunidad en la red.

Es lo que Chris Anderson ha denominado en un ya célebre artículo de la revista Wired la «teoría de la larga cola»:3 el mundo digital ha modificado las leyes y reglas del mercado descubriendo nuevos nichos; la reducción de costes de almacenamiento y distribución que permiten las TIC han posibilitado que las empresas ya no tengan que limitar su actividad a obtener pocos productos estrella para consumo masivo, sino que puedan dirigir su actividad a sectores minoritarios, porque los nichos también son rentables. Podríamos concluir que Internet cambia las reglas del juego en beneficio de todos, de los grandes y de los pequeños. Por un lado refuerza la posición de los más grandes (los principales actores económicos de la red son pocos y muy grandes), pero simultáneamente abre espacios de oportunidad para segmentos minoritarios que antes no tenían ningún futuro y estaban condenados a desaparecer.

Y lo que predicamos para productos y mercados, es también válido para las lenguas. Si hace unos años temíamos que el inglés se enseñoreara como el único vehículo de expresión de la única red global, hoy todas las lenguas vivas, por minoritarias que sean y por dispersa que sea su comunidad hablante, tiene en Internet un lugar de encuentro, de supervivencia y de crecimiento. Las oportunidades on line son las mismas para el inglés, el francés y el árabe que para el nahua, el otomí o el maya… y tanto más verán potenciados sus valores cuanto más muestren en la Red sus peculiaridades étnicas y su diferenciación. Me atrevería a decir que Internet es el mejor vehículo jamás creado para luchar contra la desaparición de las lenguas, siempre que la lengua tenga expresión escrita y sus hablantes acceso a Internet. Pero al mismo tiempo Internet es un formidable instrumento para consolidar o perder las posiciones adquiridas por las lenguas principales, siendo esto dependiente del dinamismo, de la vitalidad  y de la actitud ante las nuevas tecnologías de los hablantes de cada lengua. El futuro, pues, depende de nosotros mismos.

Sabemos que en estos momentos los buscadores se están especializando en la filosofía del tiempo real y esto representa una nueva oportunidad para nuestro idioma; pronto, además, asistiremos a una sociedad hiperconectada que ofrecerá más libertad y flexibilidad. En 2020 las empresas contarán con verdaderos trabajadores del conocimiento o nomádicos que reintegrarán, según James Katz, los espacios que antes se encontraban segregados por la necesidad de la revolución industrial de tener a todos los trabajadores juntos en una localización por motivos de eficiencia. También habremos de servirnos de las tecnologías incluso para cuidar de nuestra salud de los dispositivos de fácil manejo, que llevaremos en nuestra ropa y permitirán chequear nuestras constantes vitales mediante el envío de datos a un centro de seguimiento. Asistiremos, en definitiva, a la inexorable estructura del hombre hispánico que configura ese afortunado maridaje de la lengua y las tecnologías: cuán cierto es que la lengua ayudará a situar una vez más al hombre dentro de un mundo nuevo.

Francis Pisani y Dominique Piotet hablan ya de «la alquimia de las multitudes»:4 el conjunto de la Red acumula más saber que cualquier individuo aislado sobre una materia. Pues bien, las multitudes (los webactores), actuando en la red, pueden hacer aflorar este oro del conocimiento obtenido a través de una alquimia colaborativa. Los avances de nuestro mundo de hoy ya no provienen solo de las conquistas individuales, sino del conocimiento colaborativo, donde todos aportan valor. Es en este sentido que Internet puede ser el espacio adecuado para reforzar el prestigio y el papel del español como una de las lenguas de referencia el mundo de la «larga cola».

No se trata de un sueño o un  deseo. Nuestra lengua está avanzando en la red con paso firme, lo que se puede constatar, por ejemplo, a través del número de dominios «.es», que han pasado de los 7219 registrados en 1997 a 1 149 459 en 2009, o del porcentaje de usuarios en español que se sitúa en estos momentos en un 8,2 %, superando a los usuarios en japonés (5,9 %) o en francés (4,6 %).

Pero a nuestra lengua le queda aún un largo camino en el mundo digital: la desproporción entre el inglés y el español en la Red es aún muy grande. El inglés, según la última estadística oficial de Ethnologue de 2009,5 es hablado en todo el mundo por 328 millones de hablantes nativos, como primera lengua,6 y en la Red corresponde al 29,1 % de los usuarios, mientras que el español, que utilizan también como primera lengua 329 millones de hispanohablantes, tiene una presencia aún del 8,2 %. Los hablantes de ambos idiomas como primera lengua son prácticamente los mismos y, sin embargo, su presencia porcentual en la Red es muy distinta. Estos datos coinciden en su globalidad por las ofrecidas los profesores Jaime Otero y Francisco Moreno en nuestro Atlas de la lengua española en el mundo, donde se aporta la cifra 362 millones de hispanohablantes nativos frente a los 398 millones de angloparlantes. La desproporción, pues, en cuanto a los internautas hablantes de ambos idiomas se mantiene.7

En cualquier caso, el español es una lengua en expansión al menos en tres territorios o fronteras vitales. El primero es Brasil, donde en virtud de la denominada «Ley del español» de 2005 impulsada por el presidente Lula se dispone que todas las escuelas de enseñanza media —el equivalente a 4.º de ESO y al bachillerato español— han de ofrecer la lengua española en su horario regular siendo la materia optativa por el alumnado. Por su parte, en la enseñanza fundamental —equivalente a primaria y a los tres primeros cursos de la ESO española— las escuelas ofrecen nuestra lengua a partir del 5.º curso. Así pues el español se perfila como la lengua complementaria del portugués en un país tan próximo a nuestra comunidad y tan importante en la configuración de las Américas del siglo xxi. Desde el punto de vista de la red, este maridaje de las dos lenguas ibéricas no puede más que reforzar la presencia y la importancia de ambas comunidades, al facilitar la constitución de una nueva comunidad bilingüe que atiende a una realidad geopolítica marcada por la existencia del Mercosur, las inversiones españolas realizadas en la última década o el número de hispanohablantes existentes en Brasil.

La segunda frontera de expansión que nuestra lengua debería abordar ordenadamente es el vasto territorio geográfico y humano que se extiende desde el Río Grande hasta las frías aguas del Ártico: los Estados Unidos y Canadá, donde la creciente pujanza de la comunidad hispana ha convertido al español en una lengua de prestigio. Esta comunidad, que va ganando en autoestima y consolidando su presencia pública en sectores cada vez más influyentes de la vida social, económica y política está elevando el prestigio del español precisamente en el país que da al inglés la legitimidad para ser la lengua franca del mundo global. La importancia de este hecho es difícilmente exagerable, tanto por lo que se refiere al futuro del español en si mismo como al futuro de su presencia en la red, que es lo que interesa a los efectos de mi análisis.

Los Estados Unidos constituyen el espacio primordial para el desarrollo de los contenidos de Internet y de la producción audiovisual y la convivencia del español en ese entorno comienza ya a arrojar beneficios en las nuevas industrias de la lengua y del ocio a través de sinergias muy atractivas y beneficiosas para sus hablantes. Sin ir más lejos, el último estudio que hemos impulsado en el marco de El Valor Económico del Español, Emigración y lengua: el papel del español en las migraciones internacionales, indica que los salarios de los inmigrantes bilingües inglés-español en Estados Unidos son más altos que los de los hispanos que sólo hablan inglés, lo que podría indicar la tendencia que impulsa una mayor demanda de individuos bilingües en el mercado laboral norteamericano.

En general, los ingresos de los hispanohablantes que utilizan el español en sus hogares y que también hablan inglés son mayores que los que únicamente hablan inglés, una «mejora parcial» sobre las conclusiones anteriores, que datan de la década de los años 90 del siglo xx. Sorprende también conocer que el uso y dominio del español aumenta más la tasa de inmigración en España (se multiplica por 2,7) que la del inglés en Estados Unidos.

Apenas existían hasta ahora estudios sobre la relación entre las competencias lingüísticas de los emigrantes hispanohablantes y sus ingresos. El pertenecer a la comunidad lingüística del español de un país reduce los costes de integración y convierte el fenómeno migratorio en menos costoso y más fácil de gestionar; por otra parte, la adquisición de un nivel suficiente de español es rápida y exitosa para los inmigrantes cuyo idioma materno es una lengua romance. De hecho, según indica el estudio, el dominio del español mejora el acceso al empleo, facilita la obtención de trabajos de mayor calidad y propicia la movilidad laboral ascendente de los inmigrantes.

El diferencial de ingresos mensuales medios de los inmigrantes que hablan bien español alcanza hasta un 30 % sobre los que lo desconocen y un 10 % si dominan la lectura y la escritura en lengua española. Los indicadores del español como lengua materna en la comunidad inmigrante señalan, por lo tanto, un nivel más avanzado de integración social, menor participación en el envío de remesas desde sus respectivos países de origen, mayor movilidad residencial, mayor calidad de la vivienda y más elevada participación ciudadana. Los inmigrantes de otros orígenes lingüísticos que dominan el español mantienen menos contacto con sus países de origen, obtienen más permisos de residencia permanente, habitan en zonas con menos problemas y sus hijos consiguen niveles educativos más altos.

Por último, la tercera frontera de expansión no es propiamente un territorio en sentido geográfico o demográfico, aunque tiene tanta importancia o más que si lo fuera. Me refiero, por supuesto al territorio virtual que llamamos Internet y al que ya me he referido a lo largo de los minutos anteriores. Participar en Internet y usar una lengua tienen características comunes. Ambos son bienes de club, que no se agotan con su uso y cuyo valor aumenta a medida que aumenta el número de sus usuarios. Y si esto es cierto para cada uno de ellos, lo es con mayor razón cuando juntamos los dos conceptos para estudiar la comunidad del español dentro de la red, aunque tal vez sería mejor decir el condominio del español en la Red.

Hablar de Internet es hacerlo tanto como del idioma: en los dos nos encontramos todos inmersos y, a su vez, todo está en ellos incluidos, en la Red y en la lengua, la unidad se mantiene en una diversidad y gracias a esa riqueza casi ad infinitum que ambas realidades plantean. La norma culta panhispánica se ha establecido sin problemas en la Red, independientemente de los usos nacionales, regionales o locales: es el prestigio de nuestra lengua, su estimación y buen crédito, el que permite que la norma se adapte de unas comunidades de usuarios hispanohablantes a otras sin ningún problema y que todas se entiendan, utilicen un dialecto mexicano, peruano, guatemalteco o castellano; por la sencilla razón de que el prestigio se acepta no por imposición, sino por convicción, de la misma forma que los usos sociales vinculados a las TIC se aceptan masivamente y a velocidad de vértigo por los usuarios porque, sencillamente, les conviene. Así es Internet y así es nuestra lengua: solidarias, creativas, comunitarias y cooperativas. Hablamos la misma lengua por encima de las variedades regionales y locales: Internet lo ha venido a constatar en un proceso que abre nuevos canales y nos descubre a los hispanohablantes de todo el mundo nuestra «unidad sustancial de modos de ser», como escribió Ángel Rosenblat.8

Las alianzas de nuestro idioma han cambiado. Recordemos aquí las palabras de Nebrija a la Reina Isabel en la dedicatoria de la Gramática: «una cosa hallo y saco por conclusión muy cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; y de tal manera lo siguió, que juntamente comenzaron, crecieron y florecieron».9 Hoy la lengua posee otra aliada bien distinta, otra compañera junto a la cual se fortalece cada día. Es evidente que el idioma es en gran parte responsable del funcionamiento óptimo de la Red, pero resulta aún más reconfortante tener la seguridad de que la World Wide Web es la mejor compañera de nuestro idioma.

Sin embargo, la garantía del desarrollo del español no sólo depende de la conectividad entre los usuarios y de la riqueza del coloquio digital que establezcan, sino de que la producción intelectual y científica mejore en los 44 países donde se habla nuestra lengua, todo ello unido siempre al desarrollo económico. La incorporación de la comunidad hispanohablante a la sociedad de la información está en relación con los indicadores de capital humano y de la renta de cada país; aunque la presencia y el peso de la lengua de Cervantes en Internet haya evolucionado extraordinariamente, y haya los elementos de desarrollo suficientes vinculados al uso del español como para ser optimistas, es indudable que aún hemos de impulsar estrategias que ayuden a avanzar al español en el campo, por ejemplo, de la ciencia, donde aún el inglés resulta la lengua dominante. Disponemos de la mejor de las herramientas de integración social y de educación: el avance social pasa necesariamente por la integración de los recursos digitales y la tecnología hipermedia en la enseñanza presencial. Las industrias del idioma (desde el tratamiento de textos, editores, diccionarios electrónicos, correctores gramaticales, a la lexicografía, la traducción por ordenador y los sistemas de reconocimiento del habla) marcan una línea firme de desarrollo del español y de innovación en el campo de las humanidades.

Al igual que en su día la prensa, la radio y la televisión se constituyeron en elemento de alfabetización, Internet posee el valor de las palabras de una lengua y de las ideas y conceptos que aquéllas transmiten. La escuela en español ha de servirse de las TIC si quiere alcanzar una formación integral de los futuros ciudadanos y concienciarse de que Internet es la mejor abolicionista de fronteras y el mejor agente para combatir brechas que en otro tiempo hubieran resultado insalvables.

Qué duda cabe de que las TIC se han convertido en el cauce óptimo que permite incorporarse a la vida social a aquellos ciudadanos y hablantes que se encuentren sometidos a un mayor índice de pobreza, borrando así las fronteras sociales que separan a los ricos de los pobres y los lastres educativos y culturales que tales brechas conllevan.

En este sentido, y como ya hemos indicado, la próxima revolución digital consistirá en la integración definitiva del móvil en la Red: si en la web 1.0 el español adolecía de desventajas con respecto al inglés, ahora en la web 2.0 la conectividad va a ayudar a salvar estas brechas: la banca digital, el comercio electrónico y la sanidad a través del móvil, todos son servicios que en América Latina se cubren actualmente a través del teléfono móvil. Este uso supone un refuerzo evidente de la presencia del español en la Red como idioma de servicios básicos y encierra un enorme potencial comunicativo. El lenguaje nuevo del SMS ha introducido una gran innovación en el idioma, una jerga, una pseudolengua hispánica que hemos de contemplar con cautela, porque aunque es evidente la creatividad y renovación  que conlleva para la estructura y el léxico del idioma, supone un riesgo de empobrecimiento. Por otro lado, la relación del idioma con la tecnología no se reduce sólo a Internet: los neologismos vinculados a las TIC inundan el habla cotidiana, neologismos que han hecho fortuna y que se han incorporado de forma natural y que hoy son parte de nuestro léxico y de nuestra forma de entender el mundo manteniendo su forma originaria (hardware y software), adaptándose a nuestra pronunciación y grafía (disquete, escáner y formatear), recurriendo a la traducción (ratón y alfombrilla) o a la acronimia (informática, de «información automática» y módem, de «modulador demodulador»), etc.

Abría mi intervención con las palabras de Alfonso Reyes y a ellas quiero remitirme para cerrar mi intervención; en ese mismo discurso pronunciado en Quito, el maestro mexicano concluía que el español es esa lengua «creada y acrecentada por el quehacer de todos, enriquecida por los ríos fecundantes de los préstamos y las peculiaridades nacionales, suma de todos los modos de hablar y escribir en todas las zonas y pueblos que ella ha venido a cubrir bajo su manto». El español se ve fecundado ahora por las potencialidades de otro tejido, el de la Red, que le presta al idioma las herramientas a partir de las cuales se está redefiniendo un modo de ser hispánico, un nuevo ciudadano digital que habla español. Vislumbramos el mejor de los futuros para nuestra lengua española porque su confianza y la nuestra descansa en la que es, hoy por hoy, su mejor adalid, su más fiel aliada: Internet.

Muchas gracias.

Notas

  • 1. Reyes, Alfonso, «Discurso por la lengua», en Obras completas, XI, México, FCE, (1960) 1997, p. 312. Volver
  • 2. «El Centro de Investigación y Documentación del Instituto Cervantes», El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes,Madrid, Instituto Cervantes, 2009, p. 286. Volver
  • 3. Anderson, Chris, «The Long Tail», Wired Magazine, oct., 2004. Volver
  • 4. Pisani, Francis y Piotet, Dominique, La alquimia de las multitudes. Cómo la web está cambiando el mundo, Barcelona, Paidós, 2009. Volver
  • 5. Ethnologue. Languages of the World, 16th Edition, M. Paul Lewis, (editor), Texas, SIL International, 2009, referente habitual de los informes geolingüísticos y demográficos. Volver
  • 6. Con hablantes nativos nos referimos a hablantes del grupo de dominio nativo como aquellos que cuya capacidad de usar una lengua determinada se corresponde con la de aquellos que la adquieren desde la infancia, en interacción con su familia, con los miembros de una comunidad o a través de la escuela. Son los first-language speakers a los que se refiere Ethnologue. Languages of the World. En cambio, hemos de tener presente que cuando damos la cifra de 440 millones de hispanohablantes en todo el mundo nos referimos a los hablantes potenciales (los que engloban a los hablantes de dominio nativo más el grupo de competencia limitada y el grupo de aprendices de lengua extranjera, como muestra el gráfico de la p. 105 de nuestro Atlas). Volver
  • 7. Jaime Moreno y Jaime Otero, Atlas de la lengua española en el mundo, Barcelona, Col. Ariel/Fundación Telefónica, 2007, p. 29. Volver
  • 8. Rosenblat, Ángel, El castellano de España y el castellano de América. Unidad y diferenciación, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1962. Volver
  • 9. Nebrija, Elio Antonio de, Gramática de la lengua castellana, ed. y estudio de Antonio Quilis, Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón Araces, 1989, p. 109. Volver