Elena E. Rojas Mayer

La modalidad lingüística hispanoamericana en el Cono Sur en la época de la IndependenciaElena E. Rojas Mayer

Introducción

En esta oportunidad atenderemos la modalidad lingüística predominante en las ciudades hispanoamericanas más importantes del Cono Sur en la época de la Independencia, de las que destacamos a Buenos Aires, de acuerdo a las características étnicas, políticas y socioculturales que ofrece en la época en que los criollos preparaban su emancipación de la corona española.

Durante la primera etapa de la colonización española, hasta mediados del siglo xviii, la región bonaerense fue —como afirma M.ª Beatriz Fontanella (2000:37)— «una zona marginal tanto en lo económico y social como en lo cultural», con solo 5100 habitantes. Al respecto observa Concolorcorvo en 1749 (1942: 42):

No hay estudios públicos, por los que algunos envían sus hijos a Córdoba y otros a Santiago de Chile, no apeteciendo las conveniencias eclesiásticas de su país, por ser de muy corta congrua y sólo suficientes para pasar una vida frugal.

De todos modos, de Buenos Aires provino, en 1726, el grupo de hombres que fundan Montevideo1 como puerto de escala, cuyo crecimiento toma cuerpo veinte años después. John Lynch (1962:32) advierte:

A principios del siglo xviii las provincias del Río de la Plata, pobres en minería y alejadas de las rutas comerciales entre España y las Indias, brindaban al mundo un espectáculo poco atractivo. Languidecían en la periferia del imperio.

El habla coloquial de fines del siglo xviii en toda la región, respondía a una comunidad integrada por españoles/blancos, criollos, mestizos, «mancebos de la tierra», «mancebos de garrote», negros y reconocía también a los «gauchos» y a las «paisanas». Este grupo humano se dedicaba en su mayoría a actividades cotidianas de la época, de porte urbano o rural y a ellos se sumaba, en otros niveles sociales la llamada gente «acomodada» y hasta a los «virreyes». En cuanto a sus actividades encontramos a los comerciantes que cargaban la bandola, llamados «bandoleros» (los merceros), a trabajadores que tenían oficios como el de «barbero», «sangrador», «sacamuelas», a los que vendían agua, «aguateros», los propietarios y los que trabajaban en una hacienda de pastoreo, «estancieros» y quienes tenían responsabilidades vinculadas a su conocimiento del terreno como los «baqueanos», «rastreadores». Entre los juegos populares registramos la «chueca», el «pato», las «cinchadas» y en sus reuniones recreativas, canciones que expresaban el sentimiento político y social de esta comunidad, como los «cielitos», «chacareras», etc. Como forma de tratamiento, la más difundida era «Su merced» y alternaban según las relaciones el «tú», el «vos», «el Ud.» y para el plural «ustedes».

Gracias a varios factores positivos que citaremos, a mediados de siglo xviii, Buenos Aires se convierte en una potencia mucho más desarrollada que otras ciudades del sur. Incide en ello el hecho de que, en 1776, la Corona designa a esta ciudad la cuarta capital virreinal, desde donde se hacía el control judicial, financiero y militar de una región que comprendía lo que es actualmente la Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y el extremo norte de Chile.2 Ello acrecienta su importancia3 y provoca un interesante aumento poblacional que en 1778 se eleva a 24.205 habitantes. En este crecimiento se aprecia la integración de un importante grupo de inmigrantes peninsulares de buena posición económica y buen nivel educacional, el que —sumando su apoyo al interés de los criollos por la corriente iluminista en su apogeo en Europa— influye en el surgimiento de variantes en el uso del español en ese momento.

La búsqueda de la identidad

Por los acontecimientos mencionados, se impone —como prolegómeno de la etapa emancipadora—, a partir de mediados del siglo xviii, en que se asienta en el Río de la Plata, la llamada Ilustración americana, inspirada por la renovación cultural que se mostraba en Europa con un importante eco en la intelectualidad que se desarrolla en el territorio hispanoamericano. Américo Castro (1960: 107) interpreta la participación de nuestros compatriotas en los siguientes términos:

La emigración política y el comienzo de la prosperidad económica de mediados del siglo xix lanzaron la minoría argentina al extranjero, principalmente a París. Sintieron allí los platenses ser algo, ser alguien, incluso por encima de los demás hispanoamericanos. Solían poseer más riqueza, y tras ellos se alzaba el prestigio de la revolución hispanoamericana de que fueron iniciadores.

En las consideraciones que debemos hacer en la historia del español en América, debemos tener en cuenta que en sus comienzos en estas tierras es una «lengua trasplantada»; es decir, un caso de «extensión de lenguas», lo que Guillermo Guitarte explica como el trasplante de una lengua a otras regiones donde puede pasar luego a ser idioma nacional de varias comunidades diferentes. Pero entre fines del siglo xviii y comienzos del xix los intelectuales argentinos se propusieran firmemente la búsqueda de una identidad nacional auténtica, la que requirió especial participación de la lengua, por lo que se inicia un proceso de intelectualización léxica,4 que ayudará a los criollos a expresar mejor sus anhelos de mancipación. 

Al iniciar el proceso de reforma en lo social, político y cultural que se consolidará en 1810, lo lingüístico —tan unido a los aspectos mencionados—, se les presenta a los hispanoamericanos como un problema por solucionar, puesto que hasta entonces se resguardó la unidad idiomática con la metrópoli colonial.

La admiración americana por el desarrollo europeo, que se inicia en el período prerrevolucionario, involucra especialmente a la renovación del pensamiento económico, científico y filosófico, mientras que, ya cerca de la etapa de emancipación, más preocupados por el futuro de las naciones, se estimula el surgimiento de un nuevo léxico político,5 en el que se apoyará la expresión de las ideas revolucionarias de los hombres americanos que buscan su identidad como tales con el surgimiento de una modalidad lingüística diferente.

Es importante destacar que la corriente iluminista llega principalmente al Río de la Plata por vía escrita, lo que permitió que se fijaran más firmemente las ideas que expresaba y que —en algunos aspectos— predominara sobre el habla cotidiana.

Ello provocará cambios en el discurso rioplatense, basado en una complejidad de formas idiomáticas debidas a las numerosas situaciones socioculturales y psicológicas que habían tenido lugar en las comunidades que formaban parte del Río de la Plata, las cuales hicieron que se abriera ante las nuevas orientaciones que marcaba la sociedad a principios de 1800.

El sentimiento de independencia y su repercusión en la lengua

En el siglo xix, con la ruptura de la unión colonial hispánica, los intelectuales argentinos fortifican sus ideas a favor de la independencia política de España, a la vez que su sentimiento nacionalista los separa de la metrópoli en la defensa de los aspectos de la lengua que consideraban propios de América,6 en especial en defensa de su identidad sociopolítica y cultural. Es entonces cuando la ciudad de Buenos Aires comienza a adquirir rasgos intelectuales y sociales propios del estilo revolucionario, si bien no se pierde la unidad idiomática con España.

En la emancipación americana, la lengua acompaña a los gestores de este movimiento en sus tendencias políticas, por lo cual se observan en este momento acercamientos y alejamientos entre España y los nuevos países hispanoamericanos. Pero como dice Patricia S. Vallejos (1986:9), «El iluminismo será la fuerza que penetre todos los aspectos culturales y promueva el cambio, la revolución, tanto política como cultural y social».

Para poder apreciar mejor en qué se asientan los cambios, partimos de la información brindada por diversos testimonios de la época, ya que, sin duda, los diversos procesos que van fortaleciéndose en el seno de esta sociedad hispanoamericana alimentan paulatinamente el lenguaje de los grupos de poder y de los demás sectores sociales, los cuales se manifiestan no solo en los documentos judiciales y administrativos de la época, como las Actas Capitulares correspondientes al período 1810-1820.

Importantes referencias nos proporciona la prensa incipiente,7 la correspondencia epistolar de hablantes del momento y la literatura que iba surgiendo en el seno de los grupos sociales compartidos por españoles y nativos que, modificando el clima de vida provinciana permitían avizorar poco a poco el cambio emancipador que estaban sufriendo Buenos Aires y otras provincias del Río de la Plata, camino a integrar las nuevas Repúblicas.8

Conviene considerar la intervención del Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Históriográfico del Río de la Plata 1801-1802), primer periódico rioplatense, que permite la introducción en español bonaerense de las novedades de las ciencias, de la filosofía, de la economía y de la sociedad, presentadas por la Ilustración. Ello da lugar a una alteración profunda en el léxico existente entre la gente culta y surge una gran cantidad de neologismos y cambios semánticos, así como la restitución de términos que habían sido dejados de lado. Las palabras clave que aporta son: luz, razón, crítica, filosofía, progreso, utilidad, bien común, patria humanidad, civilización, cultura, sociedad, ciencias, comercio, industria, agricultura que se abren en campos de términos relacionados con la idea central de libertad.

Como antecedente literario de la época, recurrimos a una poesía de corte militar, como La Lira (1808),9 en memoria de la defensa de Buenos Aires contra los ingleses en 1807.

Conviene tener en cuenta este poema prerrevolucionario de Vicente López y Planes en el que el léxico deja ya testimonio del valor de los argentinos, con el gentilicio que aparece en el título y en el texto, así como términos dentro del campo nocional de país, nación, pueblo como neutros, pero también otros como patria, con connotaciones a nuestro territorio, al suelo nativo y a la libertad, término que más tarde, en La lira, aparecerá acompañada de adjetivos laudatorios y o afectivos: patria amada, dulce patria o adjetivada para acompañar otros sustantivos trascendentes como en: patrio suelo, ardor patrio, patriótico ardor.

Aunque con distintas motivaciones, el léxico de La Lira busca formar la conciencia nacional mediante su uso en numerosas situaciones. Por esta vía el léxico político adquiere fuerza en los comienzos del siglo xix y varía de acuerdo a los cambios de la sociedad. Pero el remozamiento del léxico usual se mantuvo sujeto —principalmente— a la base lingüística del español, de acuerdo a la situación general que se observaba en la década de 1810 a 1820 y ofreció variaciones léxicosemánticas y de tratamiento, los que en el transcurrir de los años se perdieron o se incorporaron firmemente.10

Sin duda uno de los términos con que se marca esta época es «revolución». Su sentido patriótico abre un amplio espectro hacia las actitudes de protesta, rebelión, sublevación, libertad, renovación de estructuras. La nueva República precisa de cambios fundamentales en todos los órdenes y vincula especialmente el cambio con la independencia a la que le abrió las puertas la Revolución de Mayo.

«El día 11 de junio de 1810 llega a Buenos Aires la noticia de la destitución del Virrey y un año y medio después se lo nombra por última vez. Los campos nocionales principales eran: patria, derechos del hombre, done entraban libertad, independencia, igualdad, tiranía, servidumbre, monarquía, humanidad, ilustración, nación, razón, progreso, unión, anarquía».11

Podemos observar, por ejemplo, que este léxico iba penetrando en la literatura popular, a través del «Cielito de la libertad» de Bartolomé Hidalgo,12 donde se utilizan los términos de la época:

Hoy una nueva Nación
en el mundo se presenta,
Pues las Provincias Unidas,
Proclaman su independencia.

Cielito, cielo festivo
cielo de la libertad,
Jurando la independencia,
No somos esclavos ya.

Los del Río de la Plata
Cantan con aclamación,
Su libertad recobrada
A esfuerzos de su valor.

Cielo, cielo cantemos,
Cielo de la amada Patria.
Que con sus hijos celebra
Su libertad suspirada.

Es interesante observar, respecto del tratamiento a los capitulares, que después de julio de 1813, a quienes antes se dirigían con: «…los Señores Teniente Gobernador y Capitán del Muy Ilustre Cabildo juntos y consagrados en su Sala de Acuerdos…», cambian el trato con «…a los ciudadanos Teniente Gobernador e Individuos del Ilustre Ayuntamiento…». Es evidente cómo se reemplaza «señor» por «ciudadano». Al respecto queda constancia en Tucumán de una oportunidad en que un escribano cambia de vocativo respecto del usado espontáneamente: «El caballero, digo el «ciudadano», corrigiéndose de inmediato.

Entre las instituciones más antiguas de la conquista hispánica, con intervención de la Corona, podemos mencionar al Cabildo, que adquiere un importante protagonismo a partir de la Revolución hasta que desaparece años después. A través de esta institución se hace referencia al Rey y Señor nuestro, don Fernando VII y a «los sagrados derechos de nuestro adorado monarca», modalidad que rechazaron los americanos ilustrados.

Con el correr de los años se llega a 1816 con la declaración de la Independencia en la Provincia de Tucumán y los criollos iluministas comienzan a separarse en dos grupos de acuerdo a sus ideas en torno a la lengua: el que abogaba por conservar el modelo normativo de la corte española para todos los hablantes de la lengua, sin por ello dejar de sentirse hispanoamericanos y los que se definieron en la defensa de las variaciones propias de América por sobre todo.

Habrá que esperar a los románticos de la década del 30 para apreciar las controversias sobre qué tipo de lengua correspondía usar. Sarmiento, Andrés Bello, Juan M. Gutiérrez, Alberdi esgrimirán diferentes banderas en defensa del mismo objetivo. Pasarán muchos años hasta poder limar las asperezas que se dieron en razón de los distintos criterios que se esgrimieron y llegar a estabilizar la modalidad lingüística de cada comunidad hispanoamericana.

Conclusiones

A partir de una modalidad lingüística propia de una pequeña ciudad, como fue Buenos Aires en parte del siglo xviii, una de las preocupaciones de la época que consideramos fue la de los intelectuales argentinos por definir la identidad de su gente y de su medio sociocultural e ideológico, con el fin de diferenciarse de los europeos, por lo que pusieron especial atención sobre una modalidad lingüística distinta. La introducción de los términos iluministas en los campos citados en este trabajo produjo la renovación y el enriquecimiento léxico en el uso de los hombres cultos de la época.

Ello se afianzó junto a la finalidad de adaptar el español a los cambios socioculturales que produjo la Ilustración, pues los intelectuales argentinos reforzaron los ideales que se propusieron firmemente al buscar una identidad nacional auténtica.

La lengua con características peculiares llevó implícito un proceso de intelectualización léxica como la que se dio (M.ª B. Fontanella de Weinberg,1986) y que modernizó la lengua.

La modalidad lingüística rioplatense irá definiendo sus formas lentamente en años posteriores.

Bibliografía

  • Barcia, Pedro Luis (1982), «Estudio preliminar» en La lira argentina, Buenos Aires, BAAL, pp. XL-LI.
  • Barcia, Pedro Luis (2006), Un inédito Diccionario de Argentinismos del siglo xix, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras.
  • Blanco de Margo, Mercedes I. (1991), «Lenguaje e identidad. Actitudes lingüísticas en la Argentina (1800-1960)», Bahía Blanca, Dpto. de Humanidades, UNS.
  • Castro, Américo (1950), La peculiaridad lingüística rioplatense, Madrid, Taurus.
  • Coll, Magdalena (1994), «El papel de la escritura en Montevideo en el siglo xviii», en Luis Behares y Claudia Brovetto (comps.), Lo oral y lo escrito en la sociedad uruguaya, Montevideo, Eds. de la Banda Oriental, pp. 75-91.
  • Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes. Desde Buenos Aires hasta Lima. 1773, Buenos Aires, Solar.
  • Fernández Latour de Botas (2007), Edición crítica de Un patriota de las dos Bandas. Obra Completa del primer poeta gauchi-político rioplatense, Buenos Aires, Ed. Stockcero.
  • Fontanella de Weinberg, M.ª Beatriz (1971), «El voseo en Buenos Aires en las dos primeras décadas del siglo xix», en Boletín del Instituto Caro y Cuervo. Xxvi, septiembre-diciembre de 1971, n.º 3, pp. 495-514.
  • Fontanella de Weinberg, M.ª Beatriz (1984), El español bonaerense en el siglo xviii, Bahía Blanca, Dpto. de Humanidades.
  • Fontanella de Weinberg, M.ª Beatriz (1992), El español de América, Madrid, Ed. MAPFRE.
  • Fontanella de Weinberg, M.ª Beatriz (1986), El español bonaerense. Cuatro siglos de evolución lingüística. Buenos Aires, Hachette
  • Fontanella de Weinberg, M.ª Beatriz (2000), «El español bonaerense», en M.ª Beatriz Fontanella de Weinberg (coord.), El español de la Argentina y sus variantes regionales, pp. 37-61, Buenos Aires, EDICIAL.
  • Fontanella de Weinberg, María Beatriz y otros (1996), Aspectos de la historia del español de la Argentina, Bahía Blanca, Departamento de Humanidades, UNS.
  • Guitarte, Guillermo (1980),»Perspectivas de la investigación diacrónica en Hispanoamérica», en Juan M. Lope Blanch (ed.). Perspectivas de la investigación lingüística en Hispanoamérica, México, UNAM.
  • Lynch, John (1962), Administración colonial española: 1782-1810, Buenos Aires. EUDEBA.
  • Sánchez Méndez, Juan (2003), Historia de la lengua española en América, Valencia, Ed. Tirant lo Blanch.
  •  Scobie, James R. (1977), Buenos Aires del centro a los barrios (1870-1910), Buenos Aires, Solar/Hachette.
  • Vallejos, Patricia S. (1986), «El léxico iluminista en La lira argentina», en M. B. Fontanella de Weinberg (ed.), Aspectos de la historia del español de la Argentina, Bahía Blanca, Departamento de Humanidades, UNS.
  • Vallejos, Patricia S. (1987), «El léxico ideológico en el español bonaerense a principios del siglo xix. Análisis de un proceso de intelectualización», en Cuadernos del Sur, n.º 18.
  • Vallejos, Patricia S. (1987), «El léxico iluminista en el primer periódico rioplatense», en Anuario de lingüística hispánica, vol. III, Valladolid.

Notas

  • 1. Azarola Gil (1933: 163) apud Magdalena Coll comenta: «Nada más humilde que aquel núcleo fundador de la ciudad y progenitor de la sociedad en gestación. Sus elementos carecían de instrucción y cultura; muchos de ellos no sabían leer ni firmar y es inútil inquirir una manifestación de su modo de sentir y pensar fuera de los testamentos y de las Actas Capitulares». Volver
  • 2. Véase James R. Scobie (1977: 21-23). Volver
  • 3. Observa M.ª Beatriz Fontanella de Weinberg (200:38) que «las reformas económicas y las franquicias comerciales establecidas por los Borbones convierten el Río de la Plata en una región de un impulso económico mucho mayor, lo que se ve complementado en lo político por la creación del Virreinato, la Audiencia y el Consulado. En el aspecto cultural, por su parte, se creó el Real Colegio de San Carlos, primera institución de estudios superiores de Buenos Aires». Volver
  • 4. Véase M. Beatriz Fontanella de Weinberg, El español bonaerense. Cuatro siglos de evolución lingüística. Buenos Aires, Hachette, 1986. Volver
  • 5. Véase M.ª Beatriz Fontanella de Weinberg (1992: 11-113). Volver
  • 6. Es interesante la síntesis que hace Juan Sánchez Méndez (2003: 185-193) sobre el accionar de la Ilustración hispanoamericana en relación a la búsqueda y defensa de la nueva identidad. Volver
  • 7. Al respecto, Guillermo Guitarte (1980) opina que «las gacetas y periódicos que, a fines del siglo xviii y principios del siglo xix, comienzan a aparecer en distintas ciudades hispanoamericanas como portavoces de las nuevas inquietudes». Y afirma Mercedes I. Blanco (1991: 19): «Puede considerarse que uno de los primeros testimonios de actitudes hacia la lengua es una serie de artículos periodísticos, realizados en 1828 por Juan Cruz Varela, cuyo tema central es la necesidad de dar forma definitiva a una literatura argentina». Volver
  • 8. Observa Patricia S. Vallejos (1986: 21), que «El espíritu revolucionario francés que prende en muchos ilustrados españoles pasa a América con todo su vocabulario encabezado por las nociones de libertad, igualdad y fraternidad, reconocidos como los sagrados DERECHOS DEL HOMBRE». Volver
  • 9. Debemos consultar al respecto «La lira argentina» como primera manifestación literaria de la revolución, que a la vez sirve de buen aporte a la historia. Volver
  • 10. Dice Mercedes Blanco (1991:20): «En los momentos inmediatos a la emancipación, la posición de América hispana en materia idiomática sigue siendo monocéntrica: atenerse a la norma peninsular con una actitud casticista que preconiza la pureza lingüística y el mantenimiento de la unidad idiomática». Volver
  • 11. Véase más sobre este tema en Patricia S Vallejos (1987). Volver
  • 12. Véase Olga Fernández Latour de Botas (2007: 27). Volver