Carmen Caffarel

Discurso de inauguración Carmen Caffarel
Directora del Instituto Cervantes

Sr. Director de la Real Academia Española,

Señores D. Jorge Edwards, D. Emilio Lledó y D. Mario Vargas Llosa; señoras y señores:

Nos encontramos en el único país del mundo en el que el héroe nacional es un poeta. Así que empecemos con él. Comencemos con Pablo Neruda:

«Nos toca defender el privilegio de hablar y de escribir esta maravillosa lengua, la lengua de Góngora y de Miguel Hernández, una lengua que es tan nueva, fresca y llena de potencia. Y tenemos que tener más García Lorca, y tenemos que tener más Barahona de Soto, y más Federico García Lorca y más Unamuno y tenemos que elliotizarnos menos, y tenemos que afrancesarnos menos. Tenemos que recobrar nuestras tradiciones en América y en España, porque dentro de esa tradición está la revolución misma y la vitalidad del idioma español».

Aquí están, en estas hermosas y sabias palabras del gran poeta chileno, pronunciadas ante la grabadora del periodista Miguel de la Quadra-Salcedo el 12 de octubre de 1967 en Isla Negra, los objetivos del V Congreso Internacional de la Lengua que ahora inauguramos: la vitalidad del idioma español y de la poesía.

Después de Zacatecas, de Valladolid, de Rosario y de Cartagena de Indias había llegado el momento de que este foro en el que reflexionamos sobre la trama que une a 450 millones de personas y que constituye la materia prima con la que elaboramos nuestras ideas, conocimientos, sueños e ilusiones rindiera homenaje al alma en que reposa, a la poesía, porque en ella es donde habita el idioma.

De los amargos desengaños de Quevedo al verso sonoro de Rubén Darío, de la pureza de Juan Ramón Jiménez a la mirada diáfana de Octavio Paz, de la complejidad barroca de sor Juana Inés de la Cruz al equilibrio clásico de Jorge Luis Borges, nuestra poesía no sólo ha anticipado las bases del canon literario de cada época, sino que al leerla nos pone ante las entrañas mismas de la lengua. Por eso, porque esta tradición se renueva día a día y en ella está, como decía Neruda, la revolución y la vitalidad del idioma español, le rendiremos homenaje en esta tierra de poetas que es Chile en los nombres del propio Neruda y de Gabriela Mistral, y el Instituto Cervantes mostrará en un libro, titulado con razón Cuerpo plural, los nuevos caminos que se abren hoy a la fecunda historia de nuestra lírica.

Este congreso de Valparaíso, al igual que los anteriores, nos convoca a todos: a quienes utilizan la lengua para enseñar, para crear, para debatir ideas, para transmitir informaciones, para favorecer la inclusión social y los intercambios económicos, para que quienes migran a otras sociedades encuentren rápido acomodo en ellas.

Lo haremos bajo el lema general de «América en la lengua española» en el momento en que comienza a celebrarse el bicentenario de la independencia de las repúblicas americanas. La memoria del pasado es en muchas ocasiones la mejor palanca para el futuro. Esta es una de ellas. El español es hoy una lengua americana que nació en Europa hace algo más de mil años. Es fundamentalmente americana no sólo porque desde la Tierra del Fuego a las fronteras de Canadá y aun más allá viven nueve de cada diez hablantes, sino porque en este continente se han fraguado sus características esenciales: el que sea una lengua híbrida, hablada por gentes de las más diversas procedencias, que se expresan con formas y acentos distintos, pero que saben mantener un nivel de coherencia y homogeneidad que no se da en ninguno de los otros grandes idiomas.

En el Instituto Cervantes lo comprobamos todos los días. Como saben, el Instituto es el mayor organismo dedicado a la promoción y enseñanza del español como lengua de comunicación internacional, así como a la difusión de la cultura hispánica en el resto del mundo. Pues bien, en el Cervantes sabemos que si el español se ha convertido en la segunda lengua de relación internacional es precisamente porque aúna diversidad e identidad, porque quien la estudia está seguro de que se hará entender por igual en Madrid, Buenos Aires, México y Valparaíso.

También porque es una lengua de futuro, con capacidad para acceder a la raíz del continente americano, incluso más allá de lo que hoy son las fronteras históricas de lo que llamamos Hispanoamérica. Según nuestros estudios, Estados Unidos será el mayor país hispanohablante del mundo en el año 2050, y un ex presidente definió Brasil como una nación que se encuentra entre el océano Atlántico y el español. Dos países que, con Filipinas, conforman los nuevos horizontes de la lengua española a este lado del Atlántico.

Por ello, necesitamos afrontar juntos la extraordinaria expansión internacional que vive nuestra lengua desde hace unos años e impulsar su introducción en los sistemas educativos de los países no hispanohablantes. Tenemos que transmitir su utilidad y su belleza también a las generaciones que han nacido en el siglo xxi y que madurarán a lo largo de las próximas décadas, a los niños y niñas que, sea en la más pequeña aldea de la Patagonia argentina o de la Rioja de España, sea en la ciudad más poblada de México, o de Venezuela o de Chile, están naciendo hoy.

A todos aquellos, en fin, para los que la pantalla de un ordenador (o computadora) o la lectura de un gran poema en Internet tendrá la misma capacidad emotiva que han tenido y tienen, para nosotros, las páginas de un libro, o los manuscritos de nuestros grandes poetas y narradores.

De todo ello hablaremos durante estos cuatro días en la hermosa ciudad de Valparaíso. Pero como se trata de lenguaje, del idioma y de su belleza, comenzaremos en esta sesión inaugural con tres maestros de la lengua, con tres prestigiosos representantes de nuestras letras.

Jorge Edwards lleva medio siglo ofreciendo en su obra narrativa el mapa exacto de la historia y el presente de la sociedad chilena. Otro excepcional narrador, Mario Vargas Llosa, utiliza la ficción para mostrarnos el trasfondo de los más variados mundos, y todos ellos están en nosotros. La obra del pensador Emilio Lledó revela de forma permanente que la reflexión filosófica resulta inseparable de la meditación sobre el lenguaje.

Los tres, a quienes agradecemos su presencia, prueban que la cultura en español está entre las más fértiles, plurales e innovadoras de nuestros días.

El Instituto Cervantes, en cuyo director académico recae la secretaría general de todos los Congresos Internacionales de la Lengua, quiere agradecer la colaboración leal y entusiasta que han mostrado las instituciones coorganizadoras. También a las autoridades de la ciudad de Valparaíso, así como a la presidenta Michelle Bachelet, quien decidió tener el hermoso gesto de despedirse con nosotros de la más alta magistratura del país.

Las tareas de organización del congreso han sido una vez más un ejemplo de que sabemos trabajar unidos para, como decía en el discurso de inauguración de la Universidad de Chile en 1843 Andrés Bello, a quien también rendiremos homenaje, hacer de la lengua «un vehículo fiel, hermoso, diáfano, de las ideas».

Muchas gracias, Chile.