El español, lengua de comunicación universalEnrique Durand
Jefe de Redacción de CNN en Español

Antes que nada, muchas gracias a Juan Gossaín por esa magistral, extraordinaria disertación. Aunque debo confesar que aparte del agrado que me causó escucharla, ahora me hace muy difícil seguirle los pasos…

Es un gusto estar hoy aquí, con ustedes, para compartir esta experiencia desde la perspectiva de un periodista cuya herramienta de todos los días son las palabras…

Una pregunta de rigor en estos momentos es cómo el español puede facilitar la creación de medios globales de comunicación. La respuesta breve es que ya lo esta haciendo, y rápidamente, gracias al tremendo impulso tecnológico de nuestra era.

Posiblemente lo más impresionante, lo más inmediato que se nos ocurre al pensar en el español como lengua de comunicación universal, es la velocidad vertiginosa que los medios de comunicación actuales, en aceleración constante, dan a la evolución del idioma.

Idos están los días en que las ideas, y con ellas voces y expresiones idiomáticas nuevas para comunicarlas, llegaban en caravanas, carretas o barcos, al cabo de semanas y días de viaje sin fin.

Las generaciones recientes vieron el advenimiento prodigioso del avión como gran acelerador del intercambio cultural, ahora parte cotidiana de la experiencia humana.

Y en estos días, nos esforzamos por no quedar rezagados en la carrera con la instantaneidad de la comunicación, ofrecida por otro adelanto tanto o aún más portentoso: la Internet.

Esta facilidad, esta velocidad, están generado un torrente de intercambio idiomático con la popularización global de palabras que antes estaban en boga sólo en un rincón del planeta, y el nacimiento de vocablos para describir actividades, fenómenos, productos y cosas nuevas. Un torrente que refleja además la diversidad y riqueza de nuestra lengua. Y un torrente que corre también en otras direcciones, llevando vocablos nuestros al inglés y a otros idiomas.

En ese torrente nos ha llegado la palabra globalización para describir este fenómeno, y que como bien apuntaba Humberto López Morales proviene ella misma del inglés en su acepción moderna —aunque ya usábamos globo por Tierra— y ha desplazado a mundialización e internacionalización, que ahora suenan casi como anticuadas.1

Y esta palabra, globalización, ya es parte de ese español total que se nutre de un aporte variado a través de las academias nacionales sobre los usos —no sólo de términos vernáculos de las áreas tradicionales de influencia del español— sino también de la adopción principalmente de anglicismos así como de otros neologismos.

Lo cual me lleva a la consideración de nuestro español como lengua de comunicación universal, particularmente desde la perspectiva de la necesidad que tienen los medios de comunicación internacionales y mundiales de brindar un mensaje claro que sea comprendido cabalmente en todas las áreas a las que llegan.

Una breve digresión para ilustrar este punto: hace poco el filólogo Alberto Gómez Font, en una amena columna en El Tiempo, de Bogotá, hablaba de los distintos significados que se le dan a la palabra regular, según de donde sea uno.2

Además de sus disquisiciones acerca de los usos de regular para referirse a lo corriente o normal, o quizás a lo que no está muy bien o no es muy bueno, fue interesante seguir el debate de los lectores sobre el artículo.

Simplemente, hacían el aporte popular al idioma, aprobando, reprobando, apoyando, rechazando… todos y cada uno de ellos con una parte de razón, dado que el diccionario, con su reconocida flexibilidad, acepta una variedad de significados. En este caso, entre los que admite, y a manera de ejemplo: ajustado y conforme a regla, uniforme, sin cambios grandes o bruscos, o de tamaño o condición media o inferior a ella, y desde luego, medianamente o no demasiado bien. Es decir, es cuestión de contexto.

Todo lo cual nos deja, a los informadores internacionales, en la necesidad no sólo de ser cuidadosos en la tarea de escoger términos que permitirán entender las noticias en todas las latitudes, sino también de darles el contexto para que esa interpretación sea cabal.

Ese es el desafío de las cadenas internacionales como CNN en Español, y de las agencias de noticias, expresiones vivientes de que el español puede ser y es un idioma apto para medios de comunicación globales. En nuestro caso llegamos a lo largo y a lo ancho de América Latina, de Estados Unidos y, con programas y reportajes selectos, vamos a España por CNN Plus, a Canadá por medio de afiliadas y a Japón a través de CNN-J.

Esto requiere una dedicación especial a la pulcritud del idioma. Pero además de la vigilancia en la corrección del lenguaje, las salas de redacción, cualquiera sea la magnitud de su alcance, son genuinos laboratorios del idioma, donde el uso popular va infiltrando los nuevos vocablos, ya sean vernáculos o neologismos, y se destila el habla del futuro.

Hasta en los augustos corredores de la Academia, me dicen, se ha oído en alguna ocasión googlear, tan expresiva para describir la búsqueda de información en la Red. Y no son pocos los que hablan de blog en vez de la poética bitácora evocadora de mares y de otros tiempos, término acuñado con prisa precisamente por los bloggers que están desafiando y rearmando la comunicación social en la blogosfera, nuevo teatro de combate y del acople de idiomas. Una blogosfera donde afortunadamente también se encuentra en abundancia la prosa galana y cuidada de quienes aman el idioma y sus formas tradicionales.

Son los comunicadores internacionales el vehículo, y también el filtro, por el cual pasan las transmutaciones, y se tornan en el repositorio del dictamen popular al adoptar modismos idiomáticos. Cuidando de que todos los entiendan, eludiendo lugares comunes o a veces usándolos con toda deliberación cuando se ajustan perfectamente al caso. Un cuidado que debería expresarse en un estilo narrativo conciso para dar cuenta de los sucesos, con una fidelidad al significado justo de las palabras en busca de la precisión que sustenta la veracidad e integridad del relato.

A pesar de tan loable objetivo, aquí debo hacer otra digresión, para compartir con el Dr. Pedro Luis Barcia su preocupación por lo que tan acertadamente describió como el «vértigo verbal» y la «catarata oral» en los medios de comunicación, que tanto daño le hacen a nuestro idioma cuando se incurre en el descuido, la negligencia o la pereza para hablar bien, ya sea en medios locales, nacionales o internacionales.3 Es un problema del que somos muy conscientes y que nos esforzamos por prevenir, aunque no siempre lo conseguimos.

Precisamente para minimizar el uso incorrecto de vocablos y dirimir dudas, además de nuestro propio Manual de estilo y referencia, podemos consultar cuantas veces sea necesario el Diccionario de la Real Academia Española y el Diccionario Panhispánico de Dudas, ambos en línea y con sus constantes actualizaciones. Un instrumento adicional con el que contamos son los boletines que difunde la Fundación del Español Urgente con sus observaciones sobre los vocablos y expresiones que se usan mal en la prensa con más frecuencia, y que nosotros difundimos entre nuestros periodistas para beneficiarnos todos con esos apuntes sobre uso correcto.

Volviendo a nuestro tema, bajo la avalancha de vocablos, expresiones y giros idiomáticos nuevos, se  encuentra el español básico, universal, muchas veces en busca de no perder, o para mantener, su brillo y esplendor, como instrumento de comunicación global.

En el caso de Estados Unidos, nuestro español se encuentra bajo la presión natural del idioma dominante, el inglés, en medio de una interacción de culturas. La hispanoamericana influye en la cultura general de base anglosajona, al mismo tiempo que la comunidad de habla hispana es permeada por la cultura del país y va moldeándose con características propias.

Esto se refleja principalmente en el idioma. De la misma manera en que vocablos, tradiciones y costumbres de los pueblos hispanohablantes van penetrando en la vida general estadounidense; el fuerte bombardeo del inglés y de la cultura anglosajona influye en los inmigrantes hispanos y en los estadounidenses de origen hispano de segunda y siguientes generaciones. La fragmentación del mercado hispano incluida la proyección generacional es interesante. Según una encuesta del 2005, en el 56 por ciento de ese mercado domina el español, el 23 por ciento es bicultural y en el 21 por ciento prevalece el inglés.4

Datos más recientes, como una encuesta del Centro Pew realizada en el 2006 y que acaba de anunciarse, ofrecen un cuadro con más ramificaciones: los latinos constituyen el 14 por ciento de la población adulta de Estados Unidos. De ellos, el 56 por ciento usa la Internet (un porcentaje más bajo que el de los blancos y los negros). La intensidad del uso está relacionada directamente con su circunstancia socio-económica, fuertemente influida por el nivel de educación y por su capacidad limitada de hablar inglés.5

Menciono este vínculo con el uso de la Internet por los hispanohablantes de Estados Unidos, debido a la importancia que tiene para el desarrollo e incorporación de nuevos vocablos que se propagan rápidamente a través de las fronteras por ese medio. Distinto es el caso de la evolución del idioma en la calle, más focalizada y que da lugar al espanglish, una derivación denigrada por unos, saludada con entusiasmo por otros, pero cuyo aporte final al idioma culto es mucho más reducido y lento.

Otro aspecto de esta migración que impacta los idiomas es el de los artistas que cruzan de una cultura a otra, introduciendo ritmos e ideas de la cultura hispana en la anglosajona, al mismo tiempo que su adaptación recoge mucho de la influencia anglo. Se produce una especie de estilización idiomática y musical transcultural.

Ante esta realidad, la responsabilidad de los periodistas que informan en español se acrecienta por la necesidad de hacerlo en un lenguaje cuidadoso, que preserve la integridad del idioma al tiempo que incorpora los cambios evolutivos legítimos de estos transvases culturales.

Creo que nuestro español, vigoroso y cambiante, está vivo y en auge en Estados Unidos y en el mundo, ante todos sus desafíos y con todas las oportunidades… y que ciertamente es un vehículo por excelencia para la expansión de los medios globales de comunicación.

Addenda. Paráfrasis de conceptos expresados en respuestas a preguntas realizadas durante la mesa redonda

  1. No son pocos los que han expresado preocupación por lo que llaman la invasión del español por el inglés. Realmente, la proliferación sin necesidad de palabras en inglés y de anglicismos en el habla española es un fenómeno preocupante; pero, francamente, dejemos de echarle la culpa al inglés por eso. Los culpables somos nosotros, cuando libremente decidimos usar esos términos en vez de los vocablos españoles que ya tenemos para esas mismas ideas o cosas. Enseñemos a nuestros hijos a hablar buen español, porque el idioma se aprende primero en la casa, sigue en la escuela y luego en la vida profesional y de relación. Y si hace falta, porque lo requiere la tecnología o porque el vocablo no exista en español, no temamos tomarlo prestado o asimilarlo de otros idiomas.
  2. Como tan certeramente lo dijo Juan Gossaín al referirse al lema de la unidad en la diversidad, uno de los riesgos de la diversidad es que nos fragmente, en vez de unirnos. Pero creo que ese riesgo se presenta sólo si se trata de una diversidad sin tolerancia. Para que una, la diversidad debe ser completa, de 360 grados, con tolerancia no sólo de derecha a izquierda sino también de izquierda a derecha.
  3. CNN en Español no tiene un consejo editorial formal para tratar cuestiones del idioma, pero cuenta con el rico aporte de periodistas de muchas nacionalidades latinoamericanas —argentinos, colombianos, mexicanos, peruanos, puertorriqueños, costarricenses— que contribuye a resolver los problemas que se presentan con el uso del lenguaje

Notas

  • 1. Humberto López Morales, disertación en la Universidad de Salamanca, el 6 de junio de 2003.Volver
  • 2. Pedro Luis Barcia, «La lengua en los medios orales de comunicación»; conferencia  pronunciada en la Escuela de Lexicografía de la RAE, el 17 de mayo de 2005.Volver
  • 3. El Tiempo, Bogotá, 3 de marzo de 2007.Volver
  • 4. People en español, «Hispanic Opinion Tracker», 3 de febrero de 2006.Volver
  • 5. Pew Hispanic Center, Pew Internet & American Life Project, Latinos Online, 14 de marzo de 2007.Volver