¡Cuánto tiempo sin verte, Cartagena! Así saludó nuestro poeta Jorge Rojas a este «Corralito de Piedra», como la llama el cariño popular; y a esta «De nuestra América pupila, un párpado de piedra bien cerrado», como la llamara en el siglo xvii el gongorino criollo Hernando Domínguez Camargo. Todo había comenzado varios siglos atrás, según se verá enseguida.
En el instante auroral en que el grito del gaviero, síntesis de procela, desesperación y esperanza, anuncio la tierra soñada y deseada, el mundo se amplio en redondo y las palabras navegantes llegaron en primera en canoa a oídos nuevos. Desde entonces la tierra era redonda. ¡La tierra fue redonda primero en español!
¿Cómo fue aquel grito de pertinacia y adivinación? En el asombro recíproco del encuentro, ¿quién descubría a quién? El diario de la primera navegación o Diario de a bordo, dice el jueves 11 de octubre de 1492.
Navegó al guesudeste. Tuvieron mucha mar, y mas que en todo el viaje avían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la caravela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hyerro, y un pedazo de caña y otra yerva que nace en tierra, y una tablilla. Los de la caravela Niña, también vieron otras señales de tierra… Con estas señales respiraron y alegraronse todos. Anduvieron en este dia, hasta puesto el sol, 27 leguas… y porque la carabela Pinta era mas velera e yva deante del Almirante, allo tierra y hizo la señal que el el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se dezia Rodrigo de Triana. Puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa vido lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó a Pedro Gutierrez, repostero de estrados del Rey, diyole que parecía lumbre, que mirase él. Y así lo hizo, y vidola… desque el Almirante lo dixo, se vido una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera se indicio de tierra… a las dos horas después de la media noche parecio la tierra de la cual estarían dos leguas. Amaynaron todas las velas y quedaron con el treo, que es la vela grande, sinbonetas, y pusieronse a la corda, temporizando hasta el dia viernes, que llegaron a una isleta de los Lacayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahani. Luego vieron gente desnuda y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonzo Pinzon y Vicente Anes, su hermano, que era capitan de la Niña.
Además, en su Diario personal, el lunes 24 de diciembre el Almirante Colón describió su éxtasis ante los aborígenes:
Confieso a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra. Ellos aman a sus prójimos como así mismos y tienen un habla, la mas dulce del mundo, y mansa y siempre con risa.
¿Cómo fue el asombro de los españoles ante aquellos seres ni blancos ni negros y de largas cabelleras; y cual la perplejidad ante quienes «iban tras del sol en un mar sin gente», con armaduras lustrosas y en inmensas embarcaciones?
Los cronistas han dejado numerosos testimonios sobre gestos, sonidos, actitudes de aquel momento en que una historia se completaba para comenzar otra historia: terminaba la Edad Media y el Renacimiento entraba en su plenitud para abrirse como un abanico ante la modernidad.
Los nahuas de México creyeron que quien llegaba en Hernán Cortéz, era «nuestro príncipe Quetzalcóatl» y por eso el emperador Moctezuma le envió mensajeros con ricos presentes desde Tenochtitlan. La india Malinche servía de intérprete oral y gestual pues hablaba el nahuatl y el maya de Yucatán; y lo que le faltaba en vocabulario los suplía con apelaciones de los elementos de la naturaleza. La india Catalina era puente entre la curiosidad y el misterio en Cartagena de Indias, recién encontrado. Para los españoles las apreciaciones oscilaron entre la sorpresa y el miedo, dadas las leyendas medievales que anunciaban el advenimiento de los monstruos. Con las reacciones de afecto llegaba la teoría del buen salvaje y con las reacciones de miedo llegaba la teoría de la defensa y el ataque. Y empezaba la construcción del imperio con sus desmesuras y sus realidades.
Voz de los que no la tenían fueron entonces la de la Reina Isabel y las de los teólogos de la Escuela de Salamanca, Vitoria, Vives y Suárez. Y el clamor del padre Las Casas. Surgían con ellos y con Grocius, la teoría y la praxis de la doctrina moderna sobre los derechos humanos.
Fue en ese momento cuando nació el Macondo, que cuatro centurias después descubrió García Márquez en su memoria de siglo. Y fue entonces cuando llegó el primer Melquíades de la profecía de Notradamus.
Vimos atrás que Colón confesaba a los reyes no haber en el mundo mejor gente, la cual tenía el habla más dulce del mundo. Se refería a la lengua posiblemente a la lengua chibcha que 120 años después, por orden de la Corona, sería enseñada en la Gramática de la Lengua General del Nuevo Reino, llamada Mosca, compuesta por el dominico santafereño Fray Bernardo de Lugo. «Aquí están las palabras», dice al respecto el poeta Juan Gustavo Cobo Borda. Las inventó un monje al copiar del latín un penitencial. Trataban de las diversas clases de fornicación. Qué buen origen para un idioma: el placer.
Pues bien, la Gramática del padre Lugo, en la primera parte enseña a hablar y escribir en la lengua chibcha o mosca. Y en la segunda parte, contiene un «Confesionario» para orientar a los curas sobre como han de confesar a los indígenas de acuerdo a los mandamientos de la ley de Dios. Al llegar al sexto mandamiento, no fornicar, el interrogatorio de 32 preguntas, incluye las siguientes:
¿Eres casado o soltero? Desde que te confesaste, ¿haz conocido otra persona de aquella con que estas casado? ¿Haz conocido alguna doncella? ¿Corrompístela? ¿Haz hecho o cometido este pecado con algún animal? ¿Haz hecho este pecado con otro hombre como tú? ¿Haz gastado tu hazienda con mujeres con malos desvíos?
La minuciosa Gramática contiene, además, el primer soneto en lengua chibcha del padre Lugo, en impecables endecasílabos al modo itálico, que empieza así: «Muisca micata cubune choqy ucasuca…»; y cuya traducción es así:
¿Quien eres tu que tan lixera buelas?
La lengua chibcha soy. ¿A do caminas?
Del Nuevo Reyno, a tierras peregrinas,
Que tendra mis verdades por novelas.Dizes muy bien que a todos nos desvelas
Con tu profundidad, di que imaginas
Que estudiando sabrás lo que adivinas,
Que el docto Lugo preside en mis escuelasPúsome en arte siendo yo intricada.
Y de Chontal me hizo tan ladina,
Que causó admiración al mundo todo.Por él pienso quedar eternizada,
Y su opinión de oy mas será divina,
Que el solo alcanza mi substancia y modo.
Había comenzado el mestizaje de las lenguas: de chontal (es decir, que no sabía castellano), la hizo tan ladina (es decir que ya hablaba castellano), que causa admiración al mundo todo que habla español, por el cual piensa aquella lengua chibcha quedar eternizada con el mestizaje.
Ya lo había intuido, pues una nota de la Gramática lo advierte: «Todas las dicciones o término de que carece esta lengua, se suplen por los de nuestra lengua castellana».
Por tanto, nuestros antepasados ya sentían el orgullo de su lengua tanto como el orgullo de su tierra. Y no era para menos. Se sabe que los descubridores españoles habían visto animales con dos rostros y hombres con cola, pies de cabra y un solo ojo en la frente como Polifemo en la Odisea de Homero; sirenas y amazonas guerreras que se cortaban los pechos para dispara mejor el arco; soldados que, según Las Casas, al quitarse el sombrero se quitaban la cabeza; árboles como animales, hojas que caminan, flores que se convierten en mariposas, la fuente de la eterna juventud; en fin, el paraíso terrenal. Todo lo cual hizo que el riguroso misionero y cronista Pedro Mártir de Anglería invitara al Papa a dejar su sede del Vaticano en Roma y venirse a vivir a América. Así, le dice:
¿Qué mayor felicidad en la tierra, Beatísimo Padre, que venirse a vivir donde a cada paso pueda uno ver y disfrutar tantas y tan grandes cosas?
Majestades, señor Presidente y Doña Lina, distinguidas personalidades:
Esta no es ya la América de lo «real maravilloso» de antes, pero es la América que ha encontrado su identidad esencial en la utopía posible de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, soñada por Bolívar cuando, a la manera del griego Pericles, convocó en 1826 el Congreso Anfictiónico de Panamá. Esta no es la América de los utopistas del Renacimiento, pero es la América que avanza segura en búsqueda de su destino. Y es en fin la América que habla español y en la cual la heroica Cartagena de Indias codiciada por los piratas y cantada por los poetas, abre los brazos y el corazón de par en par, en agasajo de los sabios de la lengua convocados en el IV Congreso Internacional.
Por cierto, el poeta criollo Hernando Domingo Camargo, saludaba a los visitantes de Cartagena a comienzos del siglo xvii, de la siguiente manera:
Esta, de nuestra América pupila,
de salebrosas lagrimas bañada,
que al mar las bebe, al mar se las distila,
de una parpado de piedra bien cerrada:
digo, de un metro real, que recopila
en su niñeta breve dilatada,
Babilonia de pueblos tan sin cuento
que les ignora el sol su nacimiento.Esta, pues, Cartagena, esta varada
nao de piedra en la tierra, cuya popa
templo a la Virgen, se erigió sagrada,
timón dedica un cirio a errante tropa,
que de argonauta mudo voz callada,
ecos oye de luz, en los que Europa
faroles le responde, con que luego
mudos se hablan con la voz del fuego.
Y en el Popol Vuh, libro sagrado de los primitivos mayas y aztecas, a los visionarios que rescatan el mensaje del viento y las estrellas, se les llama «corazón del cielo»: aquella madrugada de pájaros en que Colón «vido lumbre», fue el amanecer del corazón del cielo. Hoy es para nosotros el día del corazón del cielo.
Con el habla más dulce del mundo, los indios guanes del pueblo de Barichara en los Andes colombianos, les digo: bienvenidos al IV Congreso Internacional de la Lengua en Cartagena de Indias: ¡Mi cariño los saluda! ¡Mi cariño se despide!