El camino del lenguajeMilagros Salvador

Nombrar el es primer acto de comunicación, que nos permite demostrar nuestro conocimiento de la relación que existe entre la palabra y la cosa. Las primeras palabras que pronunciamos, desde las que se relacionan con nuestra supervivencia, vamos ensanchando muestro mundo desde lo sensorial, desde los sentidos, vemos, tocamos, y exploramos nuestro entorno, asentando el componente emocional del lenguaje.

Maduramos en la medida que vamos conociendo el mundo, pero nuestro mundo es más que lo que vemos o tocamos en el «ahora» y el presente se ensancha con el antes, el pasado, y el después, el futuro, y la experiencia del tiempo nos permite entender el proceso, y comprendemos los cuentos, las narraciones, las historias, la Historia.

Y los verbos se van ampliando hasta ocupar todo el espacio en el que pueden suceder los hechos.

Las representaciones mágicos-simbólicas se unen al lenguaje, y se inicia el mundo de la fantasía, que tanta importancia tendrá en la ampliación del lenguaje propio, en la génesis de la creación literaria, y por supuesto poética, porque podemos primero entender, y luego contar lo que existe, lo que pudo existir y lo que nunca ha existido.

La creación y la recreación de las fantasías o del mito, que tanto necesita de la recreación del lenguaje, nunca abjurará de su vertiente lúdica, porque el lenguaje conservará siempre la huella de la infancia, de nuestra infancia.

Cuando nuestro mundo psicológico y social alcanza el grado de complejo, reconocemos que se ha realizado desde la construcción del lenguaje, y gracias a él, podremos compartir un sistema de símbolos que nos permitirá la comunicación con los otros.

Y las formas del lenguaje se diversifican por la riqueza de los lenguajes personales, y por las exigencias del diferente tratamiento de las opciones literarias, entre las que se encuentra el lenguaje poético, que destaco, por su singularidad.

La poesía nace históricamente con alma de memoria, vinculada a la necesidad de recordar aquello que es importante para la supervivencia de los pueblos, y como legado y como tesoro se adelanta a la prosa, y en la medida que trascendente, se vincula al espíritu religioso de los pueblos.

Entramos a la vida por la puerta de los mitos, que desde el punto de vista sociológico son un sistema configurador de cada cultura. Acaso por eso, el lenguaje poético tiene una poderosa facilidad de expresar el saber intuitivo tan cercano a esa «revelación» que María Zambrano expresó de manera tan bella, relacionando el saber poético con «la zona olvidada de nuestra alma, desde la memoria ancestral que yace en el olvido» y que después reconocerán tantos poetas.

Y en tanto que «revelación» el lenguaje poético obtiene la libertad de expresar de maneras distintas algo que entra en nuestro conocimiento de una nueva forma, por un lado aceptando el componente tan en sintonía con lo emocional del lenguaje, lo que coronará la lírica, por otro, asumiendo la necesidad de ensanchar los campos semánticos, flexibilizando las fronteras que le imponen el uso o la etimología a las palabras, facilitando la polisemia y enriqueciendo la metáfora, y por último, siendo la punta de lanza, la avanzadilla de la innovación, posiblemente, características que marcó el destino de lo poético como un lenguaje supremo.