Filólogo y humanista colombiano, Rufino José Cuervo (Bogotá, 1844-París, 1911) es reconocido en el mundo de las letras principalmente por su obra el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, del cual escribió los dos primeros tomos, también como continuador de la obra de Andrés Bello, y gran defensor de la unidad de la lengua.
La existencia de Cuervo se desarrolló la mitad en Bogotá y la otra, 37 años, en París, en donde vivió bajo una marcada austeridad económica y una generosa productividad intelectual. Esta rigurosa dedicación lo llevó a una vejez prematura, de la que se quejaba constantemente y que no le permitía trabajar al ritmo deseado.
Muy tempranamente, la mala situación económica familiar lo llevó a la enseñanza del latín y el griego. Cuando empeora la situación, Cuervo deja la educación y trabaja en la fábrica de cerveza de su hermano Ángel. Este factor es determinante en su vida, pues en su obligatorio recorrido por fondas y tabernas, recoge las formas populares del habla bogotana, que darán como resultado tres importantes obras: Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, Muestra de un diccionario de la lengua castellana y los Estudios filológicos.
Apuntaciones críticas, que recoge una continua corrección de impropiedades del lenguaje, se convirtió en un libro de interés lingüístico en los países de habla castellana, y convirtió a Cuervo en autoridad en el tema.
Junto con Miguel Antonio Caro, compañero de estudios de juventud, escribe la Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano. En ella Caro y Cuervo sientan las bases de la lingüística moderna.
En 1872 inicia un nuevo proyecto: elaborar un diccionario, en el que organizaría científicamente el vocabulario con un criterio semántico, por primera vez aplicado al castellano. Comenzó la lectura de los clásicos, subrayando las palabras notables que recogió en tarjetas. El estudio y anotación del Quijote le llevó dos años.
Después de seis años de dedicación, suspende su labor y viaja con su hermano a Europa en busca de tecnologías para la fábrica, pero aprovecha el año de estadía, para establecer contacto con filólogos europeos como Pott, Ribbeck y Teubner. En 1882, los hermanos Cuervo ceden la cervecería, y viajan a París, donde se radican definitivamente; allí, la vida parisiense de Cuervo esta ceñida por jornadas que comenzaban al alba y terminaba al final del día, la mayor parte de las cuales dedicó a la continuación del Diccionario.
Son reconocidas también otras obras suyas como Sucesos del carnero, El boga del Magdalena, Castellano popular y castellano literario, Las segundas personas del plural, La pluralización de los apellidos y Disquisiciones sobre antigua ortografía y pronunciación castellana.
El primer tomo del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana apareció en 1886, y el segundo, en 1893. Por los rigores del trabajo Cuervo envejece prematuramente; a los 67 años es un anciano cansado. Las pocas fuerzas que le quedan lo obligan a interrumpir constantemente su trabajo. En 1905 hace su testamento y abandona sus estudios para encontrar la paz en lecturas religiosas.
Conciente de la importancia de su obra, el estado colombiano crea en 1942 el Instituto Caro y Cuervo con el objetivo de continuar el Diccionario. En 1994, más de un siglo después de que lo iniciara Cuervo, se termina de publicar el diccionario; debido a esta labor, el Caro y Cuervo obtiene el premio Cervantes en 1999; en el discurso de entrega, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, citando las palabras de García Márquez, califica el diccionario como «la gran novela de las palabras».
Sus solas citas serían suficientes para justificarlo como un panorama colosal de la literatura en español aplicada a la vida, sin precedentes en ninguna otra lengua.