En la Ley de creación del Instituto Cervantes se afirma que «cultura y lengua recogen los trazos más profundos de la propia identidad» y que las nuestras «rezuman una cierta concepción de la realidad, unitaria y plural a la vez». A través de esta ley de marzo de 1991, España le encomendó al Instituto Cervantes la difusión de ambas para: 1) proyectar una imagen de España que «combine la percepción de un rico patrimonio histórico con los rasgos de la moderna sociedad española»; 2) favorecer los intercambios —culturales, educativos, económicos o comerciales—; y 3) contribuir «a la construcción de un mundo basado en relaciones de comprensión y de conocimientos mutuos».
El Instituto Cervantes lleva 32 años trabajando para materializar esa visión y llevarla a las aulas de español, las salas de examen y los proyectos de investigación, a través de su red de centros en 92 ciudades del exterior y de sus dos sedes en Madrid y Alcalá de Henares. Enseñamos la lengua española, enseñamos a enseñarla, la certificamos e investigamos sobre ella. La lengua es por tanto el núcleo central de nuestra actividad, lo que convierte en central la propia concepción que tengamos de la lengua y de su aprendizaje.
Y entendemos el español, —mirando hacia adentro, hacia las diversas comunidades hispanohablantes— como una lengua polinormativa, rica en variedades, «una, pero diversa», que así debe ser enseñada y evaluada. Una lengua que ha venido creciendo de forma sostenida gracias al crecimiento demográfico hasta convertirse en la segunda lengua nativa del mundo, entre las más de 7.000 lenguas existentes.
Y entendemos el español, —mirando hacia afuera, hacia las comunidades extranjeras— como una lengua internacional, de gran utilidad como vehículo de comunicación, de construcción intercultural y de clave de acceso a una gran producción cultural. Una de las cuatro lenguas más estudiadas del planeta, que tiene como reto conseguir que muchas más personas la incluyan entre sus lenguas extranjeras.
Así pues, una concepción del español como lengua policéntrica e instrumento intercultural. Pero, ¿cómo se materializa esa visión en la actuación del Instituto Cervantes, en sus actividades y proyectos?
En las aulas del Instituto Cervantes se registran en 46 países más de 119.000 matrículas anuales en cursos impartidos por unos 1.300 docentes de los más variados orígenes del mundo hispanohablante. El alumnado interactúa y aprende con docentes de diversos acentos que van cambiando de curso en curso, y con materiales como los del, el Aula Virtual de Español (AVE), los cursos en línea del Instituto Cervantes, que respetan esa diversidad.
La apuesta por esta política lingüística panhispánica se refleja bien en proyectos en los que participa muy activamente el Instituto Cervantes, como la Asociación SICELE, el Sistema Internacional de Certificación de Español como Lengua Extranjera, que nació precisamente en el III Congreso Internacional de la Lengua, celebrado en Rosario (Argentina), en 2004, y cuya constitución se ratificó, ante la presencia del Presidente de la República de Colombia y S. M. el Rey de España durante los prolegómenos del IV CILE celebrado en Cartagena de Indias (Colombia).
Forman parte de SICELE 37 instituciones de enseñanza de grado superior de países de habla hispana, que se comprometieron, en un esfuerzo conjunto, a la armonización, la transparencia y la coherencia en el reconocimiento mutuo del dominio de la lengua española como lengua extranjera.
Este esfuerzo y trabajo común, ha desembocado en la creación y puesta en marcha del Sello SICELE, un distintivo que la organización concede a los diplomas o certificados de español que han superado con éxito el proceso de evaluación del cumplimiento de los estándares de calidad SICELE.
El Sello SICELE está reconocido oficialmente en España según la disposición adicional introducida por el Real Decreto 264/2008, de 22 de febrero, por el que se reconoce a los diplomas y certificados portadores del Sello SICELE como equivalentes a los DELE, a los diplomas oficiales del Ministerio de Educación y Formación Profesional de España, elaborados y gestionados por el Instituto Cervantes (excepto en el proceso de obtención de la nacionalidad española).
Uno de estos exámenes es el SIELE, otra apuesta del Instituto Cervantes por la colaboración con los países de habla hispana para la realización de un examen construido por equipos de Europa y América. Un Servicio Internacional de la Lengua Española, elaborado y gestionado por equipos de especialistas del Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Salamanca y la Universidad de Buenos Aires; que cuenta con Telefónica como socio tecnológico y comercial; y con más de 60 instituciones asociadas en más de 20 países de Iberoamérica (https://siele.org/web/guest/instituciones-asociadas).
Este examen multinivel, que se realiza por ordenador y puede realizarse desde casa, con vigilancia remota, incorpora las variantes cultas del gran mapa lingüístico del español. Está configurado para que cada prueba del SIELE combine, obligatoriamente, un mínimo de tres variedades diferentes del español.
En las pruebas de comprensión oral y lectora se incluyen a partir del nivel B1 las principales variedades del español. En los niveles más bajos, el A1 y A2, se utilizan términos panhispánicos, es decir, términos usados de forma activa o pasiva por la mayoría de los países de habla hispana.
En las pruebas de expresión e interacción, tanto oral como escrita, naturalmente se considera válida en todos los niveles cualquier variedad o variedades del español que utilice el candidato, o que haya ido incorporando en su interlengua. Algo que también se aplica a los exámenes del DELE.
El Instituto Cervantes evalúa anualmente alrededor de 269.000 candidatos en sus diferentes pruebas1. Y por ello es también tan importante que los evaluadores se formen en las variedades del español y no den por incorrecta una acepción que no se use en su propia variedad.
Una de las herramientas que el Instituto Cervantes pone a disposición de estos profesionales de la lengua es GEOLEXI, una herramienta digital para la consulta del léxico panhispánico y geosinonímico.
Desarrollado por un equipo multidisciplinar de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en colaboración con el Instituto Cervantes, GEOLEXI incorpora el resultado de la ampliación y acotación léxica secuenciada por niveles de las «Nociones específicas» del Plan Curricular del Instituto Cervantes (2006).
El Plan curricular del Instituto Cervantes. Niveles de referencia para el español, desarrolla los seis niveles comunes de referencia, del A1 al C2, del Marco común europeo de referencia de las lenguas, la conocida obra del Consejo de Europa que el Instituto Cervantes se encargó de traducir y adaptar en 2002, al igual que ha hecho 20 años después con su actualización, el llamado Volumen complementario, en colaboración con el Ministerio de Educación y Formación Profesional de España.
Los descriptores de los niveles del Marco incluyen material lingüístico, cultural y relacionado con el aprendizaje.
Los inventarios de las «Nociones específicas», sobre los que se basa GEOLEXI (2022), incluyen los contenidos léxicos necesarios para cumplir los objetivos comunicativos en cada nivel. Son las unidades léxicas que cada estudiante debería conocer en cada uno de los niveles, seleccionadas en términos de frecuencia y rentabilidad comunicativa. Pero estas listas, naturalmente, no son en absoluto cerradas o inamovibles, sino abiertas y orientativas.
Hay que tener en cuenta que el Plan curricular del Instituto Cervantes se realizó en España y se publicó en 2006, y aunque contó con colaboradores y asesores de las variedades del español, y se incluyen especificaciones sobre las variedades del español de América, se elaboró con un criterio de selección basado en la variedad centro-norte peninsular española y en las características idiosincrásicas de España, como bien se señala en su introducción. Donde se avisa de que quienes utilicen este inventario en situaciones de enseñanza y aprendizaje en las que se practique una variedad diferente, habrán de hacer las adaptaciones oportunas, tanto en la selección léxica como en la distribución de niveles.
Así, por ejemplo, la serie plátano, manzana, naranja del subepígrafe «Alimentos» se incluye en el nivel A2 ya que se trata de frutas de consumo habitual en España y se considera que deben formar parte del conocimiento léxico del alumno en ese nivel. Pero es esperable que en otra situación de enseñanza y aprendizaje de otro país en el que son frecuentes otro tipo de frutas, sea pertinente que en ese mismo nivel se incluyan otras frutas como palta o durazno.
Cuando los equipos de creadores de las pruebas de español SIELE, de Argentina, España y México, empezaron a trabajar conjuntamente, tomaron como referencia para la elaboración y nivelación de las tareas de examen, el Plan curricular del Instituto Cervantes y se encontraron con estas disyuntivas y con la necesidad de ampliar y acotar las listas de referencia.
Un equipo de investigadoras de la UNED, coordinadas por María Antonieta Andión, y en colaboración con el Instituto Cervantes, se embarcó en la ampliación y acotación léxica de las «Nociones específicas». El inventario léxico se ha ido etiquetando como panhispanismo, entendido como léxico usado por casi todo el mundo hispánico o la mayoría de sus países; americanismo, como utilizado en países hispanoamericanos, pero no en España; españolismo, para los de uso exclusivo en España; y, finalmente, otro léxico de extensión variable que incluye España y otros países hispánicos.
Afortunadamente y para nuestra alegría, los resultados de la revisión están apuntando a una clara mayoría de panhispanismos y muy pocos españolismos, y asimismo se están introduciendo una buena cantidad de americanismos en el Plan curricular.
GEOLEXI funciona del siguiente modo. Por seguir con el tema de los alimentos, tomemos por ejemplo la palabra «plátano». Si la buscamos en GEOLEXI veremos que se nos da primero una definición, el nivel del Marco en la que se incluye esta palabra, en este caso A2, y el mapa de los países en los que se utiliza este término. Se dan ejemplos contextualizados de uso de esta palabra, ya sea en textos o en audiovisuales. Se dan diversas informaciones, si es panhispanismo, americanismo o españolismo; en qué países se usa, de dónde proviene, si es de registro coloquial, etc.
Y al final aparece la sección de geosinónimos, es decir, de sinónimos utilizados en otros ámbitos geográficos, siempre con la clasificación de si son panhispanismo, americanismo o españolismo. Aquí podemos apreciar los americanismos cambur, guineo o banano, mientras que el panhispanismo sería plátano.
GEOLEXI es una herramienta muy útil para creadores de exámenes y de materiales de español como lengua extranjera, así como fuente de información para docentes y estudiantes.
Estudiantes, a los que como decía al inicio, queremos ayudar a aprender esta lengua llena de variedades, no solo lingüísticas, sino también culturales. Y no solo incluyendo las culturas hispanohablantes, sino las que traen consigo los propios estudiantes extranjeros que se acercan al español. Porque el español no es algo impermeable y reducido solo a los hablantes nativos, es una lengua internacional, vehículo de comunicación también para las personas que lo incluyen entre sus herramientas lingüísticas. Y cuando estas personas utilizan el español, lo mezclan, lo mestizan, con sus propias identidades.
Les enseñamos la lengua para que puedan comunicar con ella, pero para conseguirlo no podemos circunscribirnos a la competencia lingüística, hemos de abarcar también la relación entre la lengua y las prácticas culturales y creencias de grupo, ya que estas últimas desempeñan un papel importante en las interacciones comunicativas.
Hubo un tiempo en que el objetivo del aprendizaje era llevar al estudiante a asemejarse a un hablante nativo. Pero, ¿a cuál?, ¿a una arequipeña dando conferencias?, ¿a un gaditano componiendo chirigotas?
No, nuestro buen estudiante no imita al nativo, o a una imagen artificial y global de «nativo», nuestro buen estudiante es el hablante intercultural. Alguien consciente de sus propias identidades y culturas, y de las identidades de las personas con las que interactúa. Alguien que se enriquece con la experiencia que supone el encuentro con la alteridad en los ámbitos de la lengua y la cultura, que crece con esa experiencia.
Un hablante intercultural que necesita trabajar con materiales auténticos, y necesita oportunidades extracurriculares para acercarse al español. En los centros del Instituto Cervantes se crean esas oportunidades con el despliegue de sus bibliotecas, de sus actividades culturales con conciertos, exposiciones, presentaciones de libros y charlas con sus autoras y autores, el acceso a multitud de películas o de canciones, incluso a diccionarios de fútbol, deporte que atrae a tantos estudiantes a nuestra lengua. Un trabajo cultural que envuelve y se funde con el lingüístico, potenciando el enorme poder de la afectividad para acercar a una lengua extranjera y para la creación de ese hablante intercultural. Mi colega, la directora de Cultura del Instituto Cervantes, lo sabe bien.
Ese estudiante necesita también realizar estancias en algún país en el que se hable la lengua que aprende, vivirla rodeada de su cultura o culturas. Por eso consideramos tan importante la red de centros acreditados del Instituto Cervantes, donde pueden hacer inmersiones lingüísticas en centros de enseñanza de español de calidad evaluada
Cádiz es un buen lugar para esa inmersión. De los 203 centros acreditados que hay en el mundo, 50 están en Andalucía, y tres en esta hermosa ciudad gaditana: Clic International House Cádiz, K2 Internacional y SIC: Spanish in Cádiz.
Pero también es necesario que todo profesor no nativo de español en el mundo haya hecho una estancia prolongada en algún o algunos países hispanohablantes, así como que se actualice regularmente, ya que necesita conocer de primera mano esos otros usos y costumbres, si se espera de él o de ella que suscite en su alumnado la curiosidad por la alteridad, y por el modo en el que otros pueblos e individuos lo perciben a él y a su cultura.
De ahí que la formación docente sea una actividad inherente a toda la red de centros del Instituto Cervantes, que confeccionan programas adecuados a sus entornos, así como programas en línea o de inmersión, como el que acaba de tener lugar en nuestro centro de formación de profesores en Alcalá de Henares, para docentes senegaleses y marfileños, organizado en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, Casa África y el Ayuntamiento de Alcalá.
O los programas de formación y actualización del profesorado de español como lengua extranjera en otros países en los que no está presente el Instituto Cervantes, como el desarrollado en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y las Embajadas de España, que nos permiten llegar a cientos de docentes extranjeros. Profesionales que no solo se actualizan en intensas semanas formativas, sino que crean redes y contactos entre ellos para el intercambio de experiencias innovadoras y ejemplos de buenas prácticas.
El Instituto Cervantes completa esa formación y actualización con los diplomas de acreditación docente, los DADIC, en los que se evalúa al docente de ELE en varias competencias, como su capacidad de organización de las situaciones de aprendizaje o su capacidad de facilitar la comunicación intercultural. Una evaluación sobre su competencia docente que se evalúa, por una parte, observándole durante su actuación docente, en el aula e impartiendo clase, y por otra parte, atendiendo a su capacidad para conceptualizar su actuación y para revisarla de forma crítica.
La evaluación tiene un impacto que ha de aprovecharse y el Instituto Cervantes lo hace como ente evaluador que cuida tanto los procesos de evaluación, como la reflexión y definición sobre qué entiende que ha de evaluar: ¿qué significa ser un buen profesor de español?, ¿qué significa tener un buen dominio de español como lengua extranjera?, ¿qué significa ser un buen centro de lenguas?
Todo ello requiere de investigación continua y en el ámbito de ELE, el Instituto Cervantes ha desarrollado recientemente su Guía de orientación pedagógica para la enseñanza de español a niños en los centros del Instituto Cervantes. O está pilotando y desarrollando el aula bimodal en cursos de lengua.
Pero también trabajamos constantemente para ofrecer datos sobre la situación del español en el mundo, sobre quiénes lo hablan, lo aprenden, lo adoptan; qué presencia, uso y enseñanza tiene en todo el mundo. En esta línea, publicamos anualmente El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes, que aporta reflexiones sobre aspectos relacionados con la lengua, datos globales del español y datos específicos del español en países o entornos determinados. Como también lo hace la colección «El español en Europa», desarrollada en colaboración con la Universidad de Heidelberg y la Universidad de Zúrich, en la que ya se han publicado estudios sobre Alemania, Suiza, Liechtenstein y Portugal.
Y no olvidamos el apoyo a los hispanistas en el mundo, que registramos en el «Portal del hispanismo», que se creó con el Ministerio de Educación y Cultura y que sigue manteniendo y actualizando el Instituto Cervantes, donde se pueden encontrar 4.917 hispanistas registrado en activo, 3.090 departamentos de español y estudios hispánicos en el mundo, 323 asociaciones, 3.432 publicaciones (revistas, trabajos de investigación), información sobre eventos, convocatorias, y un largo etcétera.
Apoyamos la visibilización de su trabajo a través de foros como las Tribunas del hispanismo; la organización de congresos como los Encuentros de Hispanistas África-España, que se realizan de forma conjunta con Casa África; la colaboración con Casa Asia en las Tribunas de España con países asiáticos; o la organización de los Congresos Internacionales de la Lengua Española.