Entre nosotros no se ha cumplido nunca esa total separación de las dos lenguas que ocurre en Francia: la lengua oficial, para la cultura; el dialecto, para los usos familiares. […] Ni ahora ni en otros tiempos.
Manuel Alvar, Variedad y unidad del español, 1969, p. 38.
El tema específico de este panel, complementario de los presentados en sucesivos paneles sobre La norma hispánica, dentro de las reflexiones dedicadas en este congreso a la «Unidad y diversidad del español», permite acercarse a un problema como el que aquí se propone: la relación entre la norma, general o local, y el lenguaje informativo. Los datos ofrecidos tienen alcance dialectal, por cuanto parten de muestras locales, recogidas en Puerto Rico.
Proyectado en muestras más amplias, este acercamiento puede arrojar alguna luz sobre un lenguaje —con gran poder de influencia social— que, más o menos cercano a la norma general o local de la lengua, y dentro de ellas, dispone, con variantes, de sus propios recursos comunicativos. Por el momento, la propuesta de tendencias generales queda en el terreno de la hipótesis, por un hecho evidente: junto a la gran cantidad de datos confiables sobre la norma y las normas hispánicas, obtenidos a lo largo de los últimos casi cuarenta años de investigación, los análisis sobre el lenguaje de los medios son muy recientes y, por tanto, escasos. Esta limitación hace totalmente provisionales las conclusiones a que se pueda llegar.
Este texto, a partir de los datos disponibles sobre la comunidad de habla ya citada (Puerto Rico), se propone lo siguiente: a) reconocer, a partir de la realización de fenómenos significativos, el grado de acercamiento o desvío que el lenguaje informativo local presenta respecto a la norma hispánica y a las propias normas locales, culta y popular, y b) identificar, en la muestra estudiada, rasgos y mecanismos que pueden considerarse propios de la comunicación informativa. Los fenómenos considerados se refieren a la morfosintaxis y al léxico; quedan fuera de este trabajo, lamentablemente, los acercamientos fonológicos, con el propósito de dedicarles estudios particulares.
El texto está organizado en tres apartados (dos informativos y uno analítico): el primero presenta, en breve síntesis, los estudios de las normas culta y popular del país; el segundo hace lo mismo con el estudio del lenguaje informativo, y, en el tercero, se presenta el perfil general de los contrastes realizados, que permiten llegar a las conclusiones correspondientes. Se añade la bibliografía citada.
El estudio de la norma culta hispánica, propuesto en 1964 por Juan M. Lope Blanch (1986), ha recogido, en frutos granados sin pausa, la siembra que el maestro Manuel Alvar había iniciado, casi veinte años antes, con sus investigaciones de campo por todo el ámbito hispánico. Uno de los libros decisivos de Alvar, Variedad y unidad del español, nos ofrece, ya en 1969, la primera cosecha de trabajos sustentadora de la definición del español que todos hemos hecho nuestra y que, por tanto, podemos citar con numerosas variantes; me refiero a la identificación certera y feliz de nuestro idioma como «conjunto de variedades en la unidad» que preside esta mesa redonda y que, sin duda, es la expresión de un homenaje siempre vivo al maestro que continúa con nosotros.
Partiendo de las hablas urbanas, el estudio de la norma ha ido confirmando, por un lado, la existencia de estas variedades regionales dentro del sistema, y, por otro, la acción cohesora del sistema en las nuevas tendencias y novedades, presente en todos los territorios. En otras palabras, el estudio de la norma ha demostrado la riqueza de nuestra lengua y sus posibilidades creadoras. Lejos, ya, de viejos temores de incomprensión mutua, hoy sabemos que la unidad del español se mantiene en la riqueza de su variación posible, protegida, además, por decisivos factores de cohesión, entre ellos, y muy importante, el relativo a los medios de comunicación, como ya previó, en su día, el otro gran maestro del mundo hispánico, D. Ramón Menéndez Pidal.
Los estudios de la norma hispánica, muy numerosos,1 parten de los materiales orales recogidos en cada país, de acuerdo con las especificaciones del proyecto internacional. Hoy contamos con publicaciones particulares de las muestras recogidas en las capitales estudiadas, y, además, con un conjunto de materiales invaluable: el reciente y utilísimo CD-ROM que recoge el Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades del mundo hispánico, en edición preparada por José Antonio Samper Padilla, Clara Eugenia Hernández Cabrera y Magnolia Troya Déniz (Samper et al., 2000).
Los estudios de la norma culta se inician en San Juan en 1968, en el Instituto de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico. Los primeros trabajos empiezan a aparecer en la década de los setenta, sin interrupción hasta el presente, y, a fines del siglo pasado, se publica la muestra de los materiales recogidos para el estudio del habla de San Juan (Morales y Vaquero, 1990).2
La mayoría de los trabajos realizados, morfosintácticos y léxicos, permite identificar el carácter general de la norma culta del país. Se ha estudiado el vocabulario en su totalidad (López Morales, 1986),3 y se han estudiado algunos fenómenos sintácticos en expansión, cuya presencia, más o menos aceptada en cada territorio, puede ser la manifestación de etapas en procesos evolutivos generales, es decir, de tendencias sistemáticas. Entre estos fenómenos, que tendremos en cuenta más adelante para el tema que nos ocupa, podemos recordar los estudiados en algunas tesis, entre ellos: la tendencia a las formas verbales analíticas (Gamallo, 1976), determinados usos del gerundio y del subjuntivo (Vázquez, 1974 y 1985), o los nexos subordinantes y la adjetivación, con datos de la incipiente gramaticalización de que (Bodega, 1990 y A. Ortiz, 1989).4 Otro tipo de trabajos están dedicados a los clíticos (Vaquero, 1977), al sujeto pronominal, al comportamiento de otras estructuras, o al orden de los elementos oracionales en situaciones de contacto lingüístico (Morales, 1986).
Poco es lo estudiado en el nivel fonológico de la norma culta de San Juan. Sólo podemos citar una tesina sobre el análisis acústico de /s/ (Dupey, 1992)5 y el análisis acústico de las vocales (Vaquero y Guerra, 1992).
En 1994, dirigido por Iris Alemán hasta el año 2000, se pone en marcha el estudio de la norma popular del país, en el Programa Graduado de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico. Siguiendo las bases del estudio de la norma culta, se han grabado hasta ahora 224 entrevistas de habla popular y se han transliterado 88 (Reyes, 2001, 189). A partir de estos materiales se ha hecho un estudio sobre «queísmo / dequeísmo» (Mercado, 1998), y una cala comparativa entre el perfil lingüístico de los jóvenes de dicha muestra popular y el de los jóvenes cultos (Vaquero, 2000), teniendo en cuenta, para estos últimos (de 15 a 24 años, generación no incluida en el proyecto anterior de la norma culta), los materiales recogidos, de 1990 a 1996, por Iris Yolanda Reyes (Reyes, 2001, 184).
En septiembre de 1994, Puerto Rico se unió oficialmente6 como país asociado n.º 12 al proyecto Difusión Internacional del Español por Radio, Televisión y Prensa: Unidad y Diversidad de la Lengua Española (DIES-RTP), dirigido desde El Colegio de México por el profesor Raúl Ávila. El proyecto, diseñado en 1988, ofreció los primeros resultados en 1991, con datos sobre la radio y la televisión mexicanas (Ávila, 1994).
Antes de este intento de estudio coordinado, la Universidad de Salamanca había convocado a una reunión de académicos y lingüistas, en 1980, para conmemorar el décimo aniversario del noticiario mexicano 24 horas (Televisa, 1981), con la oportunidad de que los estudiosos de la lengua se acercaran al lenguaje de los medios de comunicación, plantearan algunos de sus problemas y ofrecieran soluciones.7 Fue Manuel Alvar (1990), un poco más tarde, quien puso sobre el tapete el delicado problema de la unificación de la lengua de la televisión, rasgo que podría convertirla en un código artificial, si no se toman las debidas precauciones. A estas precauciones se referían también los avisos de Dámaso Alonso en la citada reunión salmantina, cuando hablaba de la «unidad básica» del idioma, manifestada en el hecho de que «sea perfectamente comunicable entre los naturales de todas las naciones hispánicas».
Dentro de la vigencia que tienen estas preocupaciones, debemos reconocer, en el momento actual, que algunos programas televisados, al margen de su calidad —no siempre encomiable— sirven, sin proponérselo, a la unidad del idioma, llevando a todas partes palabras y acentos nunca oídos fuera de sus rincones, en un continuo intercambio de formas. Esto prueba hasta qué punto los medios de comunicación pueden contribuir, y contribuyen hoy, a la unidad lingüística, no mediante la poda o resta, sino mediante la suma de posibilidades expresivas, con la certeza de que esta suma nos acerca y enriquece;8 pero retomemos el hilo.
De acuerdo con los objetivos internacionales (Vaquero, 1998), los estudios del español en los medios de comunicación de Puerto Rico se pusieron en marcha con los análisis de las noticias televisadas, a partir de una muestra de treinta unidades de texto, con un promedio de 1 100 palabras gráficas cada una, correspondientes a tres canales (2, 4 y 11). Después de los ajustes pertinentes y de la aplicación de las convenciones exigidas por el programa estadístico,9 el corpus informativo de la televisión quedó formado por 33 000 unidades léxicas en diez horas de grabación.10
Los resultados parciales que se iban obteniendo sobre el léxico de este corpus, publicados desde 1997, han sido superados recientemente con dos investigaciones abarcadoras (Montalvo y Sherwood, ambas del año 2000), mientras que el léxico de la prensa escrita ha sido objeto de otro trabajo (Prieto, 1999). Por su parte, y teniendo en cuenta la organización discursiva, se ha estudiado, en este corpus, el efecto distanciador de algunas formas lingüísticas (Pérez Pelay, 1998), así como la frecuencia de ciertos mecanismos focalizadores (Martínez, 1997). Recientemente, se trazó el perfil general del corpus, destacando la relevancia que pueden adquirir determinados recursos comunicativos en la producción de la noticia e identificando las manifestaciones concretas de estos recursos en el mensaje producido (Vaquero, 2001b).
El mensaje informativo, como es bien sabido, se construye mediante la integración de variados y heterogéneos componentes que encuentran su realización en el texto de la noticia. El resultado textual de la elaboración previa, condicionada por variados factores, y por actitudes más o menos conscientes ante la comunicación, ofrece un tipo de discurso híbrido, con mayor o menor grado de cohesión observable. El conocimiento de la lengua en su dimensión comunicativa general y local, el dominio de los registros expresivos (técnico-científico, familiar, formal) y las destrezas para seleccionar o combinar estas posibilidades, constituyen la garantía con que cuenta el profesional de los medios para construir un mensaje integrado y sin fisuras.
En las muestras analizadas, el mensaje informativo ofrece una serie de fenómenos11 que pueden agruparse, como hipótesis, en tres componentes básicos:12 a) fenómenos y recursos con función comunicativa de distanciamiento del emisor respecto del hecho noticioso; b) fenómenos y recursos con función de acercamiento del emisor al público televidente, y c) fenómenos y recursos propios del lenguaje de los medios. El discurso así producido puede alcanzar el grado necesario de objetividad ante la información (función del primer componente, a.), sin que el telespectador se sienta excluido del acto comunicativo (función del segundo componente, b.); por el tercero, c., este discurso se identifica con las tendencias generales que suelen caracterizarlo (las redundancias, los rodeos, la preferencia fraseológica, la retórica de algunos segmentos, etc.).
Como guía de trabajo sujeta a revisión, los tres componentes propuestos aparecen en el siguiente esquema:
La realización de los fenómenos que se agrupan en cada componente se lleva a cabo, necesariamente, dentro de un patrón de comportamiento lingüístico, recogido en el texto, donde se manifiesta la norma. Visto así, el lenguaje informativo, sin traicionar sus rasgos y tendencias comunicativas como tal lenguaje, puede acercarse a, o alejarse de, la norma general o local, en todos los niveles de la lengua; si se aleja, incluso, de la local, puede ofrecer formas no previstas, estigmatizadas en la propia comunidad de habla. El mensaje producido ofrece, en fin, la posibilidad de enfocar la realización de cada fenómeno en relación con todos los recursos y factores condicionantes, y trazar el perfil general del texto.
En el mensaje informativo, las formas verbales activas, con agente expreso, pueden aparecer acompañadas por determinadas formas recurrentes que neutralizan semánticamente el valor categórico de la afirmación o de la negación oracionales, con el efecto de mitigar la responsabilidad del emisor del mensaje. Adverbios como alegadamente, aparentemente, presuntamente, supuestamente, y los adjetivos alegado,-a, presunto,-a, supuesto,-a, cumplen en los mensajes de las noticias esta función distanciadora del emisor respecto a lo que afirma o niega. Basten los siguientes ejemplos como casos claros de función distanciadora:
1. …hizo un comentario que alegadamente no le gustó. (C.2, 02)13
2. Diez personas presuntamente vinculadas al hurto... (C.2, 02)
3. …cuyos planos fueron encontrados supuestamente por equivocación. (C.4, 02)
4. …ya que aparentemente no se ha ido enmendando. (C.2, 03)
5. …dentro de también los casos de alegada corrupción en el municipio de... (C.4, 02)
De acuerdo con los cálculos estadísticos ofrecidos por Montalvo (2000, 158) la muestra televisada (MT), rigurosamente estudiada por ella, no se aparta de la norma culta (NC) local en la frecuencia relativa de los adverbios en -mente (MT: 11,25 %, frente a NC: 10,66 %); pero la misma estudiosa aclara que los adverbios recurrentes de la televisión, citados arriba, no aparecen en la norma culta, lo cual corrobora la función de distanciamiento de los seleccionados semánticamente en la muestra televisada, al servicio de la objetividad y condicionados por la situación. Se diferencian ambas muestras, en este punto, cualitativa y no cuantitativamente, esto es, por la selección semántica de las unidades, no por las frecuencias, casi las mismas. Este 11,25 %, tan poco significativo y similar al de la norma culta, no permite hablar, por ahora, de abuso informativo en el empleo de los adverbios en -mente. Si el porcentaje fuera significativo, sin duda estaríamos ante una marca de vulgaridad, puesto que los hablantes de San Juan relacionan las muletillas con el uso vulgar del idioma, frente a «la fluidez expresiva, enjuiciada muy positivamente» (López Morales 1979, 163).
Aunque se tenga la certeza de los hechos narrados en la noticia, o de las enfermedades, ideas y comportamientos relacionados con alguien en particular, el lenguaje informativo sustituye las expresiones consideradas más o menos ofensivas, o comprometidas, por toda una serie de eufemismos que contribuyen a lograr la neutralidad del discurso, a salvo, según el caso, de posibles responsabilidades para los canales emisores. Estos eufemismos, con referentes, sobre todo, del mundo de la delincuencia o de la política, son grupos nominales o unidades simples que cumplen su función distanciadora refugiándose en todo lo que no sea habitual en el uso, aunque, con el tiempo, lleguen a hacerse cotidianos y a perder su motivación principal: cultismos y tecnicismos, rodeos, nuevas sufijaciones, combinaciones sustitutas y atenuantes, todo es bienvenido si contribuye a transmitir un mensaje más o menos light, en cuanto al grado de complicidad que pueda transmitir, entre el emisor y el contenido, o en cuanto a la posibilidad de molestar a determinados oyentes. El arresto es, por tanto, acción policíaca; el crimen, actividad delictiva y los crímenes, actos de criminalidad, con la tendencia moderna a los sustantivos en -dad, que produce la aplicabilidad de la medida (se aplica la ley, no se obliga). Los centros de detención o las instituciones penales son sin duda menos sombríos que los reformatorios o las cárceles, y, por parecidas razones, los presos son confinados, reclusos o reos, los condenados son convictos, los huidos evadidos y los robos, hurtos. La locura, con su terrible estigma social, se refugia en la deficiencia de las facultades mentales y todo tipo de transgresiones y violaciones pueden ser, simplemente, irregularidades, razón de que las normas o las leyes puedan ser, en estos mensajes, medidas disciplinarias. Los ejemplos son numerosos; basten unos pocos ejemplos, en este intento de trazar el perfil general de la muestra:
6. …no abrió las puertas a medidas disciplinarias más estrictas, a pesar del aumento en la actividad delictiva. (C.2, 03)
7. …le vamos a hacer la aplicabilidad del reglamento a cien metros de la escuela. (C.11, 03)
8. …y ahora, pues, tenemos realmente situaciones mucho más complejas, como son actos de criminalidad, que se dan en nuestras escuelas. (C.2,03)
9. …para que los estudiantes pasaran por la experiencia de ver lo que es la vida de un confinado desde su ingreso al penal. (C.4, 03)
10. Lo que tenemos es un bebé de dos meses y medio o tres, que aparentemente ha sido agredido por la madre, quien padece de facultades mentales. (C.4, 05)
11. …principal testigo en el proceso investigativo de la Cámara, sobre alegadas irregularidades en la «División de Compras y Suministros» [con adjetivación atenuante, además]. (C.4, 10)
La mayoría de los eufemismos distanciadores registrados en el lenguaje informativo son: a) unidades de la lengua general (tecnicismos y cultismos), b) combinaciones de unidades existentes y c) derivaciones morfológicas dentro de los recursos sistemáticos. Ciertas combinaciones, de creación reciente, parecen propias (siempre hay excepciones) del lenguaje de los medios, y esto explica que no estén presentes en el léxico recogido de la norma o de las normas locales. Por su parte, algunas derivaciones se deben a tendencias de moda, presentes en todas partes, como la frecuente sufijación con -dad, muy pruductiva en la lengua actual y capaz de producir formas de alcance aún poco conocido (Vaquero 1997, 201-202). No puede saberse, por tanto, cuáles de los eufemismos encontrados son exclusivos de los medios locales o si determinadas formas, como la aplicabilidad presente en nuestro corpus están consolidándose en la norma del país, por contagio o influencia de los medios de comunicación. Son datos que habrá que estudiar.
Las calas hechas en el corpus televisado revelan la preferencia de las formas pasivas de los verbos, frente a las activas, y además la frecuencia de las llamadas pasivas reflejas, segundas de pasiva e impersonales reflejas, con el doble efecto comunicativo que comparten estas estructuras, sin olvidar el uso automático que pueden tener, convertido en repetición sin alternativas. No hay duda, sin embargo, de que estas estructuras sin agente permiten que el locutor se distancie del suceso, al mismo tiempo que focalizan el hecho en sí mismo, colocándolo como centro de interés en el primer plano de la noticia. Como en el caso de los eufemismos, y sin contar las fórmulas generales estereotipadas del tipo Se informa [de] que..., estas estructuras están asociadas sobre todo con la información sobre temas comprometedores, legales y políticos, o, en ausencia de citas directas, se usan cuando se trata de atribuir ideas u opiniones a alguien en particular.
Los datos estadísticos de que dispongo por ahora sobre estas estructuras de impersonalidad, semántica o gramatical, en el lenguaje de los medios, se refieren sobre todo a la prensa escrita, pero es interesante tenerlos en cuenta, por cuanto pertenecen al estrato informativo. A partir de las nueve posibles estructuras de que dispone la lengua para la expresión de la impersonalidad, una cala hecha sobre las noticias nacionales del periódico El nuevo Día, de San Juan (Vaquero, 2001) muestra la preferencia por pasivas reflejas, segundas de pasiva e impersonales reflejas, mientras que otra cala similar en el lenguaje de los jóvenes ofrece, en cambio, preferencia por formas activas y ausencia total de reflejas y segundas de pasiva, con sólo un 8,65 % de impersonales reflejas.
Ambas muestras hacen uso de las estructuras posibles de impersonalidad de la lengua; la diferencia está en las formas seleccionadas, según la situación pragmática (de información / de diálogo). La impersonalidad expresada activamente mediante los sujetos indeterminados (uno / una) o mediante la pluralidad verbal, característica de la norma juvenil, no sería idónea para focalizar el hecho noticioso, aunque conviene tener en cuenta que la absoluta ausencia de determinadas formas en una muestra puede ser sintomática de otras razones: o de no haber adquirido las estructuras complejas (caso de los jóvenes), o de expresión fosilizada y automática (caso de los profesionales de los medios). Todo esto habrá que someterlo a corroboración cualitativa, viendo los desvíos de la norma no tanto en la frecuencia cuanto en las preferencias particulares. Compárense los ejemplos siguientes:
Lenguaje informativo:
12. La redada se realizó en Peñuelas... (C.2, 05)
13. La reunión no se materializó porque nunca fue confirmada. (C.11, 02)
14. O sea, las facilidades no fueron alquiladas en realidad. (C.11, 04)
Lenguaje juvenil:
15. …a veces uno dice... (NP, 13)
16. …pero muchas veces uno no puede escribir todo lo que uno quiere (NP, 3)
17. Hoy en día, por diez o doce dólares que tú le des a una persona... (NP, 12)
Los recursos de acercamiento intentan neutralizar la distancia entre emisor y audiencia, convencer al público televidente de que se habla con él en situación de diálogo. Estos recursos pueden ser los siguientes: a) la referencia directa a los oyentes, en segunda persona, b) el uso de formas afectivas y de expresiones familiares y c) los dialectalismos de todo tipo. En este componente, integrado por fenómenos de muy distinto nivel, puede hacerse presente de manera variable la norma local, popular o culta, con la combinación de todos sus registros y usos.
En cuanto al léxico, no puede decirse que el lenguaje informativo televisado de Puerto Rico sea regional o dialectal, sino todo lo contrario, de manera que este recurso específico de acercamiento no es relevante en nuestra muestra. El estudio de Montalvo (2000), ya citado, demuestra la baja frecuencia de los vocablos no patrimoniales en los tres canales estudiados (2, 4 y 11), con un índice medio inferior al 15 % (cuadro 4.26, 162), lo cual apoya el carácter culto e internacional del vocabulario de la muestra. Este escaso léxico no patrimonial incluye los anglicismos, que, junto a la frecuencia de construcciones fraseológicas, merecen, por distintas razones, consideración aparte. Sólo unas observaciones, a continuación.
El estudio de Montalvo (cuadro 4.34, 171) ofrece datos específicos sobre la baja densidad de anglicismos en el lenguaje informativo, lo cual corrobora las investigaciones hechas sobre otras muestras locales (Vaquero, 1995), incluida la norma culta del país con 5,17 % (López Morales, 1991). Me interesa observar, sin embargo, que los anglicismos recogidos en los medios forman parte del uso general del país, aunque no tengamos índices de normas actualizadas al respecto y aunque muchos de ellos no aparecen en la norma culta recogida hace ya algunas décadas. Son vocablos como visuales 'imágenes', suplir 'proveer', ganga 'pandilla', ripostar 'contestar', remedial 'correctivo', contraparte 'homólogo', rentar 'alquilar', asumir 'suponer', nutricional 'nutritivo', o planta física 'instalaciones', entre otros. Habrá que hacer un estudio cualitativo de los inventarios obtenidos para determinar el grado de pervivencia o mortandad de dichas unidades, y para identificar los nuevos préstamos en la comunicación no especializada. Podemos decir, sin embargo, que el léxico informativo es de carácter internacional. La norma local y familiar, efectivamente, se manifiesta en otros niveles.
La investigación de Maia Sherwood ya citada (2000) se detiene, mediante la aplicación del modelo de Corpas Pastor (1996) a la muestra televisada de Puerto Rico, en un aspecto del léxico muy poco estudiado en la dialectología actual del español, y poco atendido por la lexicografía tradicional: el relativo a las unidades fraseológicas (detectadas ya en el lenguaje periodístico por Lázaro Carreter, 1990 y Romero Gualda, 1994). Sherwood identifica y estudia con rigor dos tipos de estas unidades fraseológicas: a) las unidades del sistema, o locuciones, y b) las unidades de la norma o colocaciones, directamente relacionadas con el discurso y favorecidas por determinadas situaciones pragmáticas. En este apartado de las colocaciones o «combinaciones libres de palabras con cierta fijación en la norma local» (agente encubierto, proyecto de ley, punto de droga, sudar frío, en blanco y negro, plan de salud, turno al bate, equipo de ensueño, y tantas otras), es donde la norma local parece tener una manifestación significativa dentro del léxico de las noticias puertorriqueñas. Este trabajo recogió 1040 unidades fraseológicas diferentes en la muestra televisada, con una frecuencia de 2092. Aunque la densidad de estas unidades en el léxico total no es alta, sí es significativa a la hora de identificar, en el léxico de la muestra, una de las tendencias actuales en expansión.
Dejando aparte el léxico, son constantes en la muestra las llamadas de atención al público receptor, que hacen saltar de la tercera persona narrativa a la segunda, plural o singular, con un discurso más cercano al lenguaje publicitario que informativo, incluyendo, incluso, comentarios sobre los hechos. Además de las expresiones estereotipadas y generales, del tipo «No se retiren, por favor», con función apelativo-transitoria; son frecuentes otras referencias directas, en sintaxis local-familiar, de las cuales sólo es posible, aquí, dar algún ejemplo:
18. Si usted interesa enviarle alguna correspondencia […] recuerde especificar en el sobre el nombre del soldado a quien dirige. (C.11, 02)
19. …unas cosas que le llaman bulas, donde usted tiene un saco, en vez de tener pulmón tiene un saco. (C.11, 02)
20. Esto quiere decir que nosotros vamos a estar viendo mucha lluvia. (C.11, 07)
Asimismo, la afectividad expresiva y el uso de dichos populares son dos rasgos significativos del lenguaje informativo puertorriqueño y forman parte del grupo de estrategias capaces de lograr que el público se sienta cómodo y en familia ante la transmisión. El registro familiar local se manifiesta aquí de manera sobresaliente, sobre todo en la intensificación de unidades cargadas de afectividad (diminutivos y aumentativos, por ejemplo), o en dichos y expresiones encajados en la sintaxis más popular.
A continuación, algún ejemplo:
21. …pero ayer hicimos un sancochito por la tarde... (C.4, 01)
22. …Vamos a estar en asopaíto. .. con aguaceros dispersos bastantes rapiditos. (C.4, 01)
23. …el espectáculo definitivamente picantito. .. (C.4,04)
24. Tuvo que cancelar una gran fiesta, un fiestón planificado... (C. 2,10)
Los dichos populares aparecen también con frecuencia:
25. No hay más que decir, y se acabó el evento, en el tenis. (C.2, 04)
26. …los demócratas del patio le extendieron un ramo de olivo a sus contrapartes. (C.2, 06)
27. …son votos de embuste, no son votos republicanos ná. (C.2, 06)
28. ¿Dónde es que le van a poner los tornillos? (C.2, 08)
29. Sacaron el día para hablar de corrupción. (C.11, 02)
30. Está chévere eso. (C.4, 04)
31. …un aguacero bastante fuerte, así es que vamos a las millas. .. (C.11, 07)
Es evidente, junto a las unidades fraseológicas, la tendencia general a las perífrasis de todo tipo, con la selección mayoritaria de locuciones frente a las unidades simples. Se pueden citar locuciones que desplazan a las preposiciones, entre ellas: a través de, debido a (por), por espacio de (durante), en relación a, referente a (sobre), a los efectos de (para), etc.; perífrasis verbales que desplazan las formas simples: ir+a+inf. con valor de futuro, estar+ger. con valor de presente puntual, etc. En este punto, la norma local avanza de manera considerable en la frecuencia, presente en el corpus.
Es clara, asimismo, la tendencia al uso invariable de LE, que ha avanzado considerablemente en la norma culta del país, si comparamos los datos de 1976 (Vaquero, 1977) con el uso generalizado vigente, en ejemplos constantes del tipo:
32. le ofrecieron una alternativa a los republicanos (C.2, 08).
Sólo se han identificado dos casos de leísmo no personal (33. …las columnas que le sostienen [C. 4, 08] y 34. vamos a llamarle onda tropical [al disturbio] [C.2, 01]), y hay ausencia total de loísmo y laísmo, de acuerdo con el comportamiento etimológico de los clíticos, propio del español de América.
- Queísmo / dequeísmo.
Los servicios informativos de la televisión de Puerto Rico, de acuerdo con el uso generalizado en Hispanoamérica, informa algo, no de algo, razón de que la mayoría de los casos de queísmo se den con el verbo informar. La lengua de la prensa escrita, desde hace muy poco tiempo, ha incorporado sistemáticamente la preposición en este contexto, según las calas recientes en el periódico El Nuevo Día. Asimismo, hay queísmo generalizado, de acuerdo con la norma local, en construcciones del tipo estar seguro / convencido que, darse cuenta que, percatarse que, y similares. Por su parte el dequeísmo está prácticamente ausente.
La tendencia local a intercalar unidades y dividir construcciones, detectada por primera vez en las perífrasis verbales (Gamallo, 1976), se manifiesta hoy en todo tipo de construcciones y está presente en esta muestra:
35. …vamos nosotros a reaccionar sobre esto. (C.11, 04)
36. …podría también estarse reflejando en el producto... (C.2, 07)
37. …habiendo el panel decidido no someter... (C.2, 05)
…en prácticamente todos los departamentos. (C.2, 04)
Usos anómalos de las preposiciones:
38. …atribuyó el incremento de quejas por problemas... (C.2, 07)
39. …separados a los de la telefónica. (C.2, 07)
40. …participantes al concurso de «Miss Universo» (C.2, 10)
41. …presionar a Rusia a poner fin al ataque. (C. 2,10)
42. …si tenía interés de tener la franquicia. (C.2, 10)
43. …eran merecedores para estar... (C.4, 01)
Vacilación preposicional ante complemento directo:
44. …hemos arrestado [a] ocho personas, de nueve órdenes expedidas. (C.2, 05)
45. …lugar que alberga [a] niños y [a] jóvenes pacientes de cáncer. (C.4, 04)
46. [a] Aquella señora le reventó por allí, por aquella esquina. (C.11, 06)
La omisión de la preposición ante el relativo complementario de las subordinadas, que pone en marcha el proceso de gramaticalización del pronombre que, tan extendido en las hablas juveniles, cultas y populares del país, no tiene presencia significativa en la televisión informativa.
Formas anglicadas del gerundio, nominales y adjetivas:
47. Lo que están haciendo es tratando de, procurando ejercer presión sobre... (C.2, 06)
48. Lo que están haciendo es administrándolas. (C.11, 04)
49. …detalles sobre la ola de frío azotando los valles del norte... (C.4,06)
50. …con posibilidad de ráfagas más fuertes entrando durante la noche. (C.4,10)
51. …mujeres solidarias apoyando [a] personas en su comunidad, enfermos... (C.11, 01)
No hay duda de que el español de los medios de comunicación, en todas partes, ofrece unas características que le son propias y que se manifiestan, al menos, en tres aspectos: a) en vocabulario específico; b) en algunas preferencias sintácticas y c) en la expresión retórica y grandilocuente, que aparece, sobre todo, cuando se informa sobre el deporte, las catástrofes o el clima.
De acuerdo con las tendencias internacionales, en la sección dedicada a los deportes es donde aparecen más anglicismos, más adjetivaciones y metáforas, y donde la hipérbole puede llegar a lo inverosímil. Asimismo, en la información sobre el clima, invariablemente anunciado como «las condiciones del tiempo», son habituales, además de las perífrasis, expresiones que no tienen uso fuera del ámbito informativo, porque, ¿quién habla, con su vecino, de precipitación para referirse a la lluvia?; y, aunque todos sepamos su gran valor, ¿quién pide un vaso de preciado líquido si quiere agua, o mira al horizonte y dice que hay actividad de nubes o actividad de vientos? ¿Quién, sino el comentarista de los deportes, llama postrimerías al final de un partido, como si se tratara de un cataclismo universal? Nadie duda, sin embargo, de qué se está hablando en cada caso, y todos interpretamos los mensajes: los medios de comunicación nos han acostumbrado a la épica televisada y sabemos muy bien de qué coronas se trata cuando nos hablan de invictos campeones. Basta que nos detengamos en la emisión de los deportes de un día cualquiera, para que entremos al hábitat de las metáforas, más o menos brillantes según las odiseas de nuestros héroes. Nuevos y sofisticados juglares rescatan la olvidada narración oral y nos instalan en el hechizo de la ficción: es el salto olímpico de todas las normas.
1.ª La muestra puertorriqueña de lenguaje informativo aquí estudiada se analiza a partir de tres componentes básicos que agrupan: 1) fenómenos con función comunicativa de distanciamiento; 2) fenómenos con función de acercamiento y 3) fenómenos propios del lenguaje de los medios de comunicación.
2.ª Considerando que la realización de todos los fenómenos se lleva a cabo dentro de un patrón de comportamiento lingüístico, y a partir de los datos disponibles sobre la norma general y local, el texto analizado ofrece un perfil básico acorde con la norma hispánica, claramente manifiesta en el léxico.
3.ª En el componente 2, que recoge los recursos comunicativos de acercamiento a la audiencia, se manifiesta de manera especial la norma local y los usos familiares, en todos los niveles de la lengua. Este componente, sobre todo, manifiesta todas las formas afectivas de rango coloquial que neutralizan el distanciamiento conseguido en beneficio de la objetividad del mensaje.
4.ª Los recursos propios de la situación pragmática considerada se combinan con los hechos de norma general y local, en sus registros familiares y formales, y producen un texto híbrido y sumamente complejo, con un peligroso talón de Aquiles al acecho: la confusión posible entre lo local, familiar y espontáneo, nunca alejado entre nosotros de la expresión culta, en palabras de Alvar, con lo vulgar, agramatical y descuidado.
5.ª Sólo el conocimiento profundo de la lengua, en todas sus dimensiones, puede garantizar al profesional de los medios la discreción necesaria para producir una expresión natural, aceptable y eficaz, sin romper la unidad del sistema y sin traicionar lo propio; y esto, por una razón: los profesionales de los medios de comunicación son profesionales del idioma, con todas las obligaciones que esta profesión implica.