Es bien sabido que la aplicación de la teoría y la metodología variacionistas ha tenido especial relevancia en el terreno fonológico. En este ámbito no se plantea ningún problema en torno a la necesaria equivalencia de las variantes, puesto que éstas sí son, sin discusión, formas distintas de decir lo mismo. Por ello, los estudios de variación fonológica han sido los más frecuentes desde el comienzo de la sociolingüística laboviana y los que han dado los frutos más importantes. En la fonología española, aunque se han analizado con profundidad todos los fenómenos que afectan al debilitamiento propio de las consonantes implosivas, ninguno ha recibido un tratamiento similar al que se le ha dado a la variación propia del segmento /s/ en posición silábica posnuclear. El proceso de debilitamiento que implican las variantes [h] y [Ø] con relación a la alveolar sibilante [s], considerada canónica, ha sido objeto de múltiples estudios prácticamente en todas aquellas zonas del español meridional donde tal proceso se registra. Por eso creemos que es importante, en un panel como éste, centrado en la variación, traer una especie de breve resumen de lo que han significado y aportado estas investigaciones en nuestro ámbito lingüístico.
La importancia del estudio de la variable (s) se basa, por una parte, en su papel como isoglosa más relevante para diferenciar las dos macronormas (castellana y atlántica) del español actual (cf., entre otros, Montes 1995-96 y Salvador 1981). La incorporación de la metodología cuantitativa ha permitido llevar a cabo unas comparaciones dialectales más rigurosas y detalladas que las que podían hacerse con una metodología intuitiva o meramente descriptiva, sin más, ya que la cuantificación aporta datos incontestables para establecer diferencias entre zonas que un análisis superficial podría incluir en la misma situación (cf. Terrell 1980, López Morales 1988). Hoy la dialectología hispánica no puede contentarse con una información diatópica elemental (que indique en qué zonas se aspira y pierde -/s/) porque no todas las variedades aspiran y eliden la -/s/ en la misma proporción y hay importantes diferencias cuantitativas y cualitativas que no pueden ignorarse.
Por otro lado, estamos ante una variable que se ajusta perfectamente a las características ideales que debe cumplir un fenómeno para convertirse en objeto de estudio preferente en una determinada comunidad de habla (cf. Labov 1983):
Si además se considera la importancia teórica del desgaste fonético de la /s/ implosiva por las repercusiones que conlleva el fenómeno en el terreno gramatical (en cuanto afecta a las marcas de plural y de segunda persona verbal), se comprenderá fácilmente por qué la variación de -/s/1 se ha convertido en uno de los temas más estudiados dentro de la lingüística hispánica.
Los numerosos estudios empíricos sobre -/s/ han confirmado plenamente la validez del principio variacionista básico: el carácter sistemático de la variación. Al estudiar este fenómeno se encuentra, en todos los ámbitos dialectales, un conjunto de factores internos que explican los resultados de la actuación lingüística de la comunidad y además lo hacen de forma muy similar en las distintas variedades. También los factores sociales muestran su influencia, si bien es verdad que no siempre condicionantes como el sexo o la edad actúan de la misma manera en todas las sintopías: los hablantes más jóvenes pueden impulsar el proceso de debilitamiento (como hacen en Mérida, Venezuela; cf. Longmire 1976) o bien frenarlo (como ocurre en la población madrileña de Getafe; cf. Martín Butragueño 1995). En cambio, hay más regularidad en el efecto producido por el nivel sociocultural, en cuanto son los niveles más bajos del espectro social los que presentan siempre los índices más altos del grado extremo del debilitamiento. Un ejemplo muy relevante lo tenemos en Bahía Blanca, ciudad argentina donde la investigación de Fontanella de Weinberg 1974 mostró una amplia diferencia cuantitativa entre los niveles socioculturales extremos: si el alto es decididamente conservador, con una aplastante mayoría de realizaciones alveolares (82 %), el nivel bajo solamente pronuncia [s] en un 32 % y se inclina de forma mayoritaria por la elisión. Lo mismo podemos decir de la variación diafásica: en todas las comunidades estudiadas el mayor grado de formalidad supone inevitablemente un ascenso en el número de las variantes sibilantes y una reducción notoria de la elisión (véanse, como ejemplo, los resultados del estudio de Lafford 1980).
Las variedades caribeñas son las que disponen de más investigaciones en este terreno, con trabajos tan relevantes como los de Cedergren 1973, Terrell 1975, 1978a, 1986, López Morales 1983 o Alba 1990. Pero en América también han sido bien estudiadas las modalidades argentinas (con estudios de Fontanella 1973, 1974, Terrell 1978b o Donni de Mirande 1991) y las chilenas (por ejemplo, Valdivieso y Magaña 1991, Cepeda 1995). Además, contamos con la investigación del habla limeña que llevó a cabo Caravedo 1990 y la de norma culta del español de Montevideo, de Elizaincín y Behares 1981. En Centroamérica hay datos de Quesada Pacheco 1988 para San José de Costa Rica y de Lipski 1987 para otras zonas.
En la otra parte del Atlántico hay un conjunto considerable de estudios sobre el español de Canarias (por ejemplo, Almeida y Díaz Alayón 1988, Almeida y San Juan 1998-99, Pérez Martín 1995, Samper 1990, Samper y Hernández 1995). En cambio, como ha señalado Villena, «los trabajos variacionistas stricto sensu dedicados al español de Andalucía son breves en número o están aún en el estadio de meros proyectos» (1997:294); contamos, no obstante, con los datos que aportan estudiosos como Moya 1979, García Marcos 1990 o Iglesias, en preparación. A ellos ha de añadirse la tesis de Ruiz Domínguez 1997 sobre Melilla, un habla norteafricana muy vinculada al español de las provincias andaluzas orientales. También son de gran interés los trabajos sobre el español toledano (Calero 1993, Molina 1998) y sobre Getafe (Martín Butragueño 1995), una localidad madrileña situada en la zona limítrofe del fenómeno de aspiración y elisión de (s); estos últimos estudios son importantes para la delimitación de las fronteras dialectales. Todas estas investigaciones permiten realizar un cotejo muy amplio entre las hablas de ambos lados del Atlántico, como paso imprescindible para comprobar el carácter panhispánico de ciertos rasgos2. El hecho de que muchas investigaciones hayan partido de las mismas premisas teóricas y hayan seguido pautas metodológicas similares facilita la comparación de las distintas modalidades sobre bases firmes.
En esta comunicación nos centraremos en la incidencia de los distintos condicionantes de tipo lingüístico. No debemos pasar por alto que los estudios cuantitativos conceden mayor relevancia explicativa a los factores de índole propiamente lingüística que a los de carácter social: lo normal es que el peso relativo de los condicionantes lingüísticos se mantenga idéntico en todos los grupos sociales de una comunidad de habla, de tal forma que éstos, aunque cambien las proporciones, siguen los mismos patrones de comportamiento.
En los estudios del fenómeno de la aspiración y elisión de /s/ implosiva, los condicionantes internos que se han barajado para explicar satisfactoriamente su variación superficial han sido, como ya se sabe, la posición, el contexto y el valor gramatical. Algunas investigaciones (como las de Terrell 1978, Navarro 1987, Alba 1990, Samper y Hernández 1995 o Cepeda 1995) han considerado también el efecto del número de sílabas de la palabra: todas coinciden en que, independientemente de su estatus gramatical, las palabras monosilábicas presentan una -/s/ final mucho más resistente a la elisión que la que aparece en palabras de dos o más sílabas3.
En el cuadro 1 se reflejan distintas situaciones cuantitativas que indican los pasos del debilitamiento4:
[s] | [h] | [Ø] | ||
---|---|---|---|---|
A B C |
Lima (Caravedo) San José, Costa Rica (Quesada) Getafe (Martín B.) Toledo, España (Calero) Rosario, Argentina (Donni) El Hierro, Canarias (Pérez M.) Buenos Aires, n. culta (Terrell) Concepción, n. culta (Valdivieso y Magaña) Las Palmas (Samper) Puerto Cabello, Venezuela (Navarro) La Habana, n. culta (Terrell) Córdoba, España (Iglesias) San Juan, P. Rico (López Morales) Cartagena de Indias (Lafford) Panamá (Cedergren) Mérida, Venezuela (Longmire) Costa granadina (García M.) Santo Domingo (Núñez) Melilla (Ruiz) Santiago R.D. (Alba) |
78 77 53 52 42 13 36 10 3 3 18 3 9 26 11 19 1 7 3 6 |
13 1 40 33 33 84 51 72 64 63 61 54 51 38 41 18 30 18 18 14 |
5 21 7 14 25 3 13 18 33 34 21 43 38 36 48 63 69 75 79 80 |
El cuadro 1 no sólo refleja la diferencia entre áreas más o menos conservadoras (como Castilla-La Mancha, el Río de la Plata o Lima) y otras (como el Caribe, Chile, Canarias y Andalucía), donde el fenómeno ha progresado más. Además, los datos muestran, por ejemplo, una mayor relación de Canarias con el Caribe que con Andalucía oriental, que lleva más lejos el proceso de debilitamiento. Como hemos visto, las cifras también permiten establecer distinciones entre hablas conservadoras y avanzadas dentro de una misma zona. En el Caribe llama la atención el intenso desgaste de la sibilante en la República Dominicana, donde se llega al 95 % de ceros fonéticos en los resultados de los niveles populares de Santiago.5 En Canarias, junto a los datos de Las Palmas hemos anotado los resultados correspondientes a la isla conservadora de El Hierro, que destacan por la escasa presencia de elisiones —la más baja de toda la tabla— y por la realización ampliamente mayoritaria del primer paso del proceso debilitador, la aspiración.
Estos cálculos iniciales, importantes como punto de partida para situar grosso modo las diversas modalidades, necesitan ser completados por el oportuno análisis de los factores lingüísticos.
La posición (interior/final de palabra) se ha revelado como un factor importante, según reflejan los estudios previos. Casi todas las variedades de las que tenemos datos6 coinciden en un mismo comportamiento: la aparición de la sibilancia y de la elisión es mucho más relevante en final de palabra; en cambio, la posición interior favorece la aspiración. Véanse como ejemplos los datos del cuadro 2.
[s] | [h] | [Ø] | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
I | F | I | F | I | F | |
Montevideo, n. culta (Elizaincín y Behares) | 54 | 62 | 45 | 25 | 1 | 13 |
Rosario | 11 | 51 | 81 | 19 | 8 | 30 |
Las Palmas | 0.5 | 4 | 97 | 54 | 2 | 42 |
San Juan | 7 | 10 | 81 | 44 | 12 | 46 |
Santiago R.D. | 10 | 11 | 29 | 20 | 61 | 69 |
Sin embargo, lo que podría considerarse un rasgo panhispánico no se ve confirmado por los resultados que nos aportan las investigaciones de Calero 1993 y Molina 1998 sobre el habla toledana, de Martín Butragueño 1995 sobre Getafe y de Quesada Pacheco 1988 sobre la capital de Costa Rica, en el cuadro 3.
[s] | [h] | [Ø] | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
I | F | I | F | I | F | |
S. José | 88 | 64 | 2 | 1 | 7 | 26 |
Getafe | 62 | 48 | 36 | 42 | 1 | 9 |
Toledo (Calero) | 65 | 49 | 31 | 34 | 4 | 17 |
Toledo (Molina) | 56 | 52 | 43 | 35 | 2 | 12 |
Como puede verse, en ninguna de estas variedades decrece la sibilancia en posición interior; al contrario, se mantiene unos puntos por encima de los porcentajes finales. Se trata de un resultado que puede parecer extraño en cuanto la posición final incluye los contextos prevocálico y prepausal, favorecedores de la realización [s]. No disponemos de los resultados correspondientes a este factor en la capital peruana, pero los datos con que contamos apuntan a una diferencia notoria entre los dialectos en que el proceso está en su fase inicial (o en regresión, como parece ocurrir en Getafe) y aquellos otros en que el debilitamiento ha ganado más terreno. En estos últimos la realización aspirada llega a cotas muy elevadas en posición interior. En aquéllos, en cambio, todavía [s] se mantiene como realización mayoritaria en interior de palabra.
Son resultados que no avalan la hipótesis que proponía Terrell 1979b, cuando indicaba que el proceso debió de iniciarse en interior de palabra, desde donde se extendería, sin que mediara mucho tiempo, al contexto preconsonántico en posición final. Este mismo orden es el que aportaba también D. Alonso 1972 como mejor explicación del proceso en francés medieval. Teniendo presentes los datos anteriores, habría que pensar que es el contexto preconsonántico el factor importante en el cumplimiento de esta fase inicial del proceso y que el debilitamiento se daría indistintamente en ambas posiciones, aunque más acusadamente en la final. Como indicó A. Alonso, «hablar de s final de sílaba, es casi lo mismo que hablar del grupo s + consonante […] El punto de partida ha sido siempre una debilitación de la tensión articulatoria de la -s que cierra sílaba» (1972:75).
A pesar de esto, la posición sigue constituyendo un factor de importancia, como demuestra claramente el aumento de los índices de elisión en final de palabra en todas las variedades analizadas.
El contexto preconsonántico es el que menos favorece la aparición de la sibilante, con porcentajes de [s] marcadamente inferiores a los otros contextos. El cuadro 4, con ejemplos tanto de modalidades conservadoras como innovadoras, confirma con rotundidad esta afirmación.
C | V | / | |
---|---|---|---|
Toledo (Molina) | 51 | 94 | 80 |
Getafe | 20 | 81 | 78 |
Toledo | 21 | 83 | 76 |
Montevideo, n. culta | 42 | 95 | 77 |
Buenos Aires, n. culta | 11 | 88 | 78 |
Rosario | 37 | 67 | 63 |
El Hierro | 4 | 18 | 60 |
Las Palmas | 0.3 | 11 | 5 |
Valdivia (Cepeda) | 1 | 11 | 12 |
La Habana, n. culta | 2 | 18 | 61 |
San Juan | 6 | 18 | 10.5 |
Panamá | 5 | 20 | 34 |
Santiago R.D. | 3 | 21 | 18 |
Estos datos constituyen una prueba irrefutable de que es el contexto preconsonántico, favorecedor de la aspiración en todas las zonas estudiadas, el que desencadena el proceso de debilitamiento.
La tendencia a evitar la alternancia alofónica, de acuerdo con el «principio de coherencia paradigmática» (Kiparsky 1983), conduce a la posterior generalización del proceso de aspiración. Ahora bien, en este punto las cifras señalan que no hay ya uniformidad en la evolución dialectal, porque nos encontramos ante dos soluciones que mantienen cierta relación con el grado de avance del proceso:
La elisión de la consonante deja ver ciertas diferencias entre las modalidades. Algunas presentan la misma ordenación para los procesos de aspiración y elisión: la posición más favorecedora es la preconsonántica; la menos, la prevocálica. En otras, por el contrario, el factor contextual no tiene en el proceso de elisión un papel tan relevante como en el de aspiración, puesto que son más importantes los condicionamientos funcionales relacionados con la reducción de redundancia.
Lo importante es que esas diferencias, tal como destacó Terrell 1978b, 1981, reflejan etapas claramente distintas del proceso: en los momentos iniciales del cambio siempre (con la única excepción de Getafe, entre nuestros datos) la aspiración y la elisión presentan idéntica jerarquía y, por consiguiente, constituyen etapas conectadas internamente. Conforme se extiende el fenómeno, la elisión va ganando terreno en el contexto prepausal (como puede observarse, por ejemplo, en los datos de Las Palmas, Puerto Cabello o San Juan, comunidades incluidas en el grupo B en el cuadro 1). La primacía de la elisión en el contexto prepausal puede perderse en las comunidades donde el proceso ha avanzado más (la tercera etapa que indicábamos supra) por el aumento considerable de la pérdida del segmento en las posiciones prevocálica y preconsonántica (tal es el caso de Panamá y de Santiago), como se ve en el cuadro 5.
C | V | / | |
---|---|---|---|
Lima | 18 | 1 | 11 |
Getafe | 8 | 7 | 13 |
Toledo | 21 | 9 | 20 |
Montevideo, n. culta | 16 | 3 | 15 |
Buenos Aires, n. culta | 20 | 5 | 11 |
Rosario | 33 | 16 | 33 |
El Hierro | 4 | 3 | 3 |
Las Palmas | 34 | 31 | 80 |
San Juan | 39 | 41 | 69 |
Caracas, n. culta (Terrell) | 32 | 36 | 41 |
Puerto Cabello | 27 | 31 | 75 |
Valdivia | 30 | 48 | 54 |
Panamá | 50 | 49 | 50 |
Santiago R. D. | 74 | 58 | 67 |
En muchos estudios se ha indicado que el debilitamiento de la sibilante se ve frenado por la presencia de una vocal tónica en el comienzo de la palabra que sigue a -s final. Ese efecto restrictivo no se produce en la misma medida en el caso de la vocal inacentuada.
Como muestra el cuadro 6, esa diferencia se produce de forma significativa en el Caribe, en Canarias o en Chile, pero los datos del mismo cuadro destacan la nula relevancia de la distinción en las variedades caracterizadas por situarse en las etapas menos avanzadas (Toledo, Getafe, Buenos Aires). Creemos que nos encontramos ante un condicionante que no desempeña ningún papel en los estadios iniciales, pero que adquiere gran relevancia conforme avanza el proceso, hasta el punto de que en muchas variedades el contexto prevocálico tónico se convierte en uno de los últimos reductos donde se mantiene la sibilancia.
[V átona] | [V tónica] | |
---|---|---|
Getafe | 81 | 81 |
Toledo | 82 | 84 |
Buenos Aires, n. culta | 93 | 94 |
Rosario | 58 | 79 |
El Hierro | 10 | 41 |
Las Palmas | 2 | 41 |
San Juan | 13 | 27 |
La Habana, n. culta | 19 | 39 |
Puerto Cabello | 2 | 20 |
Valdivia | 0.6 | 25 |
Córdoba | 3 | 12 |
Es innegable la relación de estos datos con los que aportábamos en el cuadro 4 sobre la propagación de la aspiración en los distintos contextos fónicos: el contexto prevocálico es diacrónicamente el más reacio al primer debilitamiento de /s/ y por eso en los momentos iniciales del cambio no se produce diferencia alguna en la proporción de variantes sibilantes según el carácter acentual de la vocal.
Por otro lado, el tratamiento de -/s/ ante vocal tónica, como ha señalado López Morales 1988, también permite establecer analogías y diferencias entre los dialectos caribeños, andaluces y canarios, ya que es un contexto que, salvo en el andaluz oriental, supone en todas las variedades un importante freno al desgaste de -/s/.
Como ya hemos dicho, una de las razones por las que el proceso de debilitamiento de -/s/ ha llamado la atención de los estudiosos está relacionada con la función que cumple el segmento como marcador de la pluralidad y de segunda persona verbal. Era necesario explicar cómo se aseguraba la distinción entre singular y plural, por un lado, y entre las personas del verbo, por otro, en los dialectos con un elevado número de elisiones de la sibilante.
La «hipótesis funcional», expuesta por Kiparsky 1983 en un conocido trabajo, ha sido detalladamente revisada en español, primero con los datos de las variedades caribeñas y, posteriormente, con los resultados de otras comunidades. La suposición de que en este tipo de procesos habría menos casos de elisión cuando el elemento es marca gramatical (mesas) que cuando no lo es (viernes) no ha sido corroborada por los trabajos hispánicos (con las excepciones de los realizados por Ma y Herasimchuk, 1972, y por M. Navarro, 1987). La hipótesis de Kiparsky no la confirman, obviamente, los datos de variedades (como Las Palmas o Rosario) donde la pérdida alcanza un porcentaje superior cuando tiene valor gramatical, pero tampoco queda corroborada si el tanto por ciento de elisión que obtiene -s con función gramatical es sólo ligeramente inferior al que alcanza la -s monomorfémica (como ocurre en San Juan de Puerto Rico, Panamá o Toledo), según se desprende del cuadro 7. El planteamiento kiparskiano no puede aceptarse en estos términos primarios.
[-gram] | [+gram] | |
---|---|---|
Getafe | 7 | 11 |
Toledo | 21 | 20 |
Rosario | 24 | 31 |
El Hierro | 3 | 4 |
Las Palmas | 40 | 45 |
San Juan | 47 | 46 |
Córdoba | 60 | 55 |
Panamá | 52 | 48 |
Filadelfia (Poplack) | 55 | 65 |
Santiago R.D. | 70 | 68 |
Como es natural, el análisis de las causas que permiten que la comunicación se realice sin contratiempos, sin que se vea amenazada la inteligibilidad del número nominal y de la persona verbal, es más necesario en comunidades donde los porcentajes se acerquen o superen el 50 % de las ocurrencias (en las otras variedades la escasa elisión hace prever que no se producirán problemas de ambigüedad en los mensajes). Análisis como los de López Morales 1983, Samper 1990, Donni de Mirande 1991 o Dohotaru 2000, son concluyentes: la hipótesis funcional mantiene su validez sólo si se interpreta en términos de eliminación de información redundante: -/s/ se elide más cuando aparecen en el contexto otras marcas que evitan la ambigüedad. Así lo podemos ver en los porcentajes de elisión de los núcleos y modificadores de la frase nominal compleja en varias comunidades, según el cuadro 8.
Modificadores | Núcleos | ||||
---|---|---|---|---|---|
[-red] | [+red] | [-red] | [+red] | ||
Rosario | 25 | 37 | 26 | 47 | |
Las Palmas | 15 | 56 | 23 | 63 | |
San Juan | 21 | 49 | 33 | 65 | |
La Habana, n. culta (Dohotaru) | 22 | 49 | 30 | 55 |
A los mismos resultados se ha llegado en otras investigaciones que han aplicado una diferente clasificación de las categorías: la elisión siempre es menor en los determinativos y otros adjetivos que aparecen en primera posición. Por ejemplo, López Morales 1984 encuentra en los pueblos granadinos de la Alpujarra baja que en las frases nominales bimembres la marca de pluralidad queda retenida en un porcentaje superior al 90 % en el primero de sus miembros, independientemente de su función nuclear o marginal.
Es aparentemente más complicada la situación cuando la que se elide es la única marca de pluralidad de una frase nominal. Pero los estudios realizados muestran con claridad que los hablantes se valen de otros indicadores para romper la posible ambigüedad en torno al número del sustantivo:
Todos ellos son recursos que funcionan dentro de los límites de la frase nominal. En menos casos la posible ambigüedad la deshace la forma verbal; en un reducido número de ejemplos sólo se puede conocer la pluralidad a través de la propia semántica oracional. Como ha señalado López Morales, «los hechos indican que en ninguna de estas ocurrencias, -/s/ era verdaderamente imprescindible para conservar el número, por lo que bien pudo ser elidida sin provocar mayores contratiempos» (1983:58). A resultados similares se llega cuando se analiza la pérdida de -/s/ final en las formas verbales. En este caso, la aparición del pronombre tú, de un clítico de segunda persona, de otra forma verbal junto a la que presenta la -/s/ elidida y, en último término, el propio contexto comunicativo (por ejemplo, en mensajes donde el emisor tutea sistemáticamente al interlocutor) aportan con eficacia la información proporcionada en otras ocasiones por la marca canónica.
Los datos de las distintas investigaciones que han complementado a las que inicialmente se llevaron a cabo en el Caribe confirman el carácter panhispánico de ciertos determinantes (como el efecto del contexto preconsonántico en los índices de aspiración). En cambio, otros condicionantes —como el papel del acento en el mantenimiento de la sibilante en el contexto prevocálico o el orden de propagación de la aspiración por los distintos contextos fónicos— quedan ligados a los diferentes momentos del proceso de debilitamiento. En este sentido, las modalidades más conservadoras retienen la sibilante más en el contexto prevocálico que en el prepausal; en aquel contexto el carácter tónico o átono de la vocal no tiene en ellas relevancia alguna puesto que [s] se mantiene en proporciones similares.
No cabe duda de que nuestro conocimiento de este fenómeno ha ganado en profundidad tras estas investigaciones sociolingüísticas de carácter cuantitativo, que han añadido nuevos matices explicativos de esta variación, que han aportado datos más firmes para sustentar los cotejos dialectales y que han servido para apuntalar un conjunto de asertos teóricos en torno a la esencia de la variación y el cambio lingüísticos.