Leopoldo Sáez Godoy

El dialecto más austral del español: fonética del español de ChileLeopoldo Sáez Godoy
Profesor de Castellano y Alemán de la Universidad de Santiago de Chile (Chile)

El español ha evolucionado probablemente en Chile más que en ninguna nación de la tierra y es de un extraordinario interés fonético debido a sus originales peculiaridades de pronunciación.

(Rodolfo Lenz, 1891).1

1

Como apreciamos en el epígrafe, Lenz se entusiasmó con su objeto de estudio, para él un verdadero descubrimiento, una novedad absoluta para el Viejo Continente. Se encontró con que los rotos de la ciudad y los huasos del campo hablaban una variedad muy especial que exigía perentoriamente una descripción científica. Al mismo tiempo inició el estudio del araucano, la lengua indígena de sustrato, que le parecía podía explicar algunas de las peculiaridades fonéticas de este dialecto. También se introdujo en los estudios de folklore. Ante sus ojos perspicaces y educados se abría un mundo de posibilidades de análisis y las abordó todas: fonética, morfología, sintaxis, lexicología, etimología, lingüística general.

Sin lugar a dudas la variedad del español hablado en Chile tiene una personalidad muy definida. Por ello se le considera una unidad independiente en prácticamente todos los intentos de establecer zonas dialectales en América.

La mayoría de las clasificaciones propuestas, todas ellas criticables por una razón u otra, coincide en darle un carácter unitario distinguible de los dialectos de sus vecinos argentinos, bolivianos y peruanos.

La primera se debe a Henríquez Ureña (1921), quien propuso cinco zonas:

  • rioplatense de sustrato guaraní (Argentina, Uruguay, Paraguay)
  • caribe de sustrato arahuaco y caribe (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, gran parte de Venezuela, la zona atlántica de Colombia)
  • mexicana de sustrato nahua (México, América Central y el SO de Estados Unidos)
  • andina de sustrato quechua (Bolivia, Perú, Ecuador, gran parte de Colombia y parte de Venezuela)
  • la chilena de sustrato araucano

Resnick (1975) selecciona ocho fenómenos fonológicos.2 Binariamente producen 256 combinaciones, que corresponderían a zonas dialectales diferentes.

Los cuatro primeros rasgos dan lugar a 16 índices que equivalen a dialectos. Estos 16 combinados con los 4 fenómenos que faltan generan 256 unidades dialectales.

Zamora y Guitart (1982) escogen rasgos, a su entender, característicos americanos, que se dan en grandes áreas: voseo, \x\ velar o glotal, \s\ posnuclear: [s], [h] o [Ø]. Los tres rasgos combinados binariamente producen 9 zonas dialectales:

  1. Antillas (y costa oriental de México, oriente de Panamá, costa norte de Colombia, Venezuela, salvo la cordillera).
  2. México, salvo su costa oriental y la región limítrofe con Guatemala.
  3. Centro América (zona limítrofe con México y occidente de Panamá).
  4. Colombia, excepto las costas, región cordillerana de Venezuela.
  5. Costa del Pacífico de Ecuador y de Colombia.
  6. Costa del Perú, excepto el extremo sur.
  7. El resto de Ecuador y Perú, occidente y centro de Bolivia, noroeste de Argentina.
  8. Chile.
  9. Comprende el oriente de Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina (salvo el NO).

La octava zona es Chile caracterizada como \-s\ -; \x\ + y voseo +-.

Esta caracterización sólo difiere en un rasgo con tres dialectos. En el 7 el primer elemento es \-s\+. El resto es igual: \x\ -; voseo +-.

En el dialecto 5 \x\ es -; en Chile +. El resto es idéntico: \-s\ -; voseo +-.

En el dialecto 9 voseo es + (en Chile +-), \-s\ - y \x\ +.

Rona (1964), basándose en cuatro fenómenos,3 distingue 16 zonas. Chile aparece en tres de ellas, el norte y el sur junto a los hablantes de los países vecinos, y el centro con absoluta exclusividad:

  • En la 10 incluye el norte de Chile, noroeste de Argentina; en Bolivia, Oruco y Potosí con voseo, sin yeísmo ni z#eísmo y con la forma pronominal B.
  • En la 13 está sólo el centro de Chile con yeísmo y voseo, sin z#eísmo y B.
  • En la 14 incluye el sur de Chile y una pequeña porción de la Patagonia argentina. Difiere de la anterior en que no tiene yeísmo, con lo que es exactamente igual a la 10.

La combinación z#eísmo: no; voseo: sí y forma B, aparte de Chile, sólo se da en 9: zona meridional del Perú.

En un país de la longitud de Chile, 4230 km en el continente (esto es, desde Valladolid hasta el Mar Glacial Ártico, o hasta más allá del Mar Negro), como era de esperar, no se habla del mismo modo en el norte, el centro y el sur, ni articulan de la misma forma los campesinos que los citadinos, ni los estratos populares que las clases altas. Compartimos rasgos fonéticos con nuestros vecinos, como lo prueba el hecho habitual de que los parroquianos españoles en los bares de pueblo, en cuanto escuchan mi cantarín acento pedir algunas tapas, suelen sentirse irresistiblemente inclinados a preguntarme por tíos o primos que partieron a Buenos Aires hace sesenta años.

Como sabemos, todo dialecto está conformado por isoglosas fonéticas, morfosintácticas y léxicas. Como este panel trata específicamente sobre fonética, nos circunscribiremos sólo a este nivel.

2

Una zona dialectal puede caracterizarse también por aquellos rasgos que no tiene nunca.

Así el español de Chile se distingue del de sus vecinos porque no tiene la \Z\ rehilada característica de los dialectos argentinos, que se hablan en gran parte del territorio: partes de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Neuquen, ciudad y provincia de Buenos Aires, La Pampa y Patagonia, en el nordeste (Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones), en Jujuy, Salta, Tucumán4.

La rehilada no nos resulta grata. Para nuestros oídos tiene una connotación de autosuficiencia, cercana a la prepotencia.

Tampoco aparecen en nuestro dialecto algunos fenómenos propios de los dialectos peruanos.

En el dialecto costeño de Perú hay elisiones desconocidas para los chilenos: la /y/ de cuchío, mantequía, de las vibrantes simples y múltiples. Tampoco conocemos la velarización extendida de consonantes implosivas de distintos tipos (bilabiales, dentales, nasales…): ogserva, arigmética, tangbiéng.

A los chilenos nos llama mucho la atención la tensión de las consonantes, el seseo apical, que además no se aspira (dialectos andino y amazónico del Perú); la gran inestabilidad vocálica de e/i, o/u: pelo, pilo, pelu, pilu, seguramente herencia quechua o quichua; la velarización de las implosivas, que preferentemente se convierten en una velar fricativa sorda ([kon"taxto], ["?exto]) y de las nasales finales (dialecto andino). Desconocemos también la oclusivización de las sonoras intervocálicas en el dialecto amazónico. Estas nuevas oclusivas y las sordas \p, t\ k\ tienen una aspiración complementaria que nos es absolutamente ajena.

Nuestros vecinos bolivianos tienen mucho más extendida que nosotros una fricativa linguoalveolar en lugar de la vibrante múltiple (en posición inicial, intervocálica: \"?oxo\, \ka"?e|a\) y de la vibrante simple en posición final de sílaba ante nasal \"ka?ne\. No conocemos la elisión de la vocal en el sufijo diminutivo más plural: e"g|its, pape"lits\.

3

¿Cuáles son los rasgos fonéticos que resultan más caracterizadores del habla chilena de comienzos del siglo xxi?

Se puede reconocer a un chileno con suma facilidad. Si escucha a alguien que dice: «Al tiro vuelvo, on» con una difusa terminación -on casi ininteligible5 y trata a las mujeres de m’hijita, puede estar seguro de que está frente a un chileno auténtico. Normalmente tiene una articulación relajada, un tono suave, una intensidad baja.

La mujer chilena tiene un ritmo más rápido que el hombre, con un timbre agudo y su afán expresivo es tan grande que es capaz de seguir hablando aun cuando se le acabe el aire de los pulmones.

En lo que sigue mencionaré rápidamente los rasgos más generales del español común de Chile,6 esto es, el que no tiene marcas (diastráticas, como «vulgar», «popular», «culto», o diatópicas, como «propio de Chiloé», etc.). (Cuadro 1)

Cuadro 1: Comparación pronunciación cuidada/pronunciación normal.

3.1. Fonología7

Fonológicamente, el español de Chile no presenta diferencias respecto del resto de Hispanoamérica. Tiene cinco fonemas vocálicos y 17 consonánticos, como producto de la desfonologización de las oposiciones \T\-\s\>\s\ [samo"|a?no,/a"su?l,kaBe"sa?!so] y \l\-\y\>\y\. [ye"n!a?Ba]. Es seseante y yeísta. Su sistema fonológico se estructura, en consecuencia, en torno a 22 fonemas.

3.2. Fonética

Cuando aparecía la figura del Matador Marcelo Salas en el estadio de River Plate, un coro monumental de setenta mil personas gritaba enfervorecido: «shileeeenooo». Y en Cuba unos amigos lingüistas me pedían a diario que les dijera cuatro o tiatro a la chilena con lo que disfrutaban muchísimo. Yo les contestaba «coffome, señol» para emparejar el jolgorio.

Son las características fonéticas que más les llaman la atención a nuestros vecinos. Habría que decir que no hay ningún rasgo fonético que sea exclusivo del español de Chile. Todos aparecen en algún dialecto del español. Lo que es caracterizador es la combinación de rasgos, el inventario de los que aparecen y el inventario negativo: los que no se encuentran nunca (por ejemplo, la aspiración de la velar, la s apical, las rehiladas rioplatenses, la vibrante velar).

3.2.1. Fonética segmental

Los rasgos fonéticos más característicos son los siguientes:

  1. Palatalización de las velares [k], [g] y [x]
    [ «kªÆe?,xªen1"ti?o ]
    Las tres consonantes velares [k], [g] y [x] adelantan su punto de articulación y se palatalizan ante [e], [i] y [j] e incluso suelen ser seguidas de una yod muy breve: [’kªÆe?xªen"1ti:o],["gªi!?so], [xªi"ne:te], ["kªÆe:so].
  2. Aspiración y elisión de [s]
    [lOî Si"le?nO, «sa:la]
    /s/ en posición final de sílaba o de palabra tiene en español de Chile tres variantes fonéticas principales: [s] (fricativa predorso alveolar sorda), [h] (fricativa glotal) y [Ø] (elisión). Ante pausa no predomina ninguna de las tres variantes. La aspirada es más frecuente ante vocal y alcanza su frecuencia máxima ante consonante [lOî]. La sibilante aparece más en pronunciación cuidadosa y la elisión, poco usual en habla culta, de preferencia al final de palabra [’sa:la].8
  3. Aproximación y elisión de [d]
    [/axuî «ta?o, bE|"Da!¤?]
    /d/, dental sonora, en posición intervocálica relaja aún más su articulación fricativa y puede llegar a elidirse [/axuî"ta?o], lo mismo que en posición final [sju"Da?],[bE|"Da¤?]; sólo en pronunciación lenta y cuidada aparece la fricativa y una variante muy relajada de ésta en posición final y en las formas participiales.
  4. Ensordecimiento de [B] y [V]
    [ rEhfa"lo?¥isera"xo:]
    [h], variante de /s/, cuando precede a las fricativas sonoras [B] y [V] las ensordece transformándolas en [f] y [x], respectivamente: resbaló [rEhfa’lo]; rasgó [ra’xo:].

Las siguientes variantes son muy usuales, con cierto valor sintomático:

  1. Fricativización de la africada /tS/>[S]
    [Si"le?nO, So"ka:|on]
    [tS] se realiza como palatal africada o fricativa [Si’le?nO, So’ka:|on], además tiene variantes prepalatales africada y fricativa. Las fricativas son de origen popular, pero se extienden cada día más.9
  2. Bilabialización de la labiodental [f]>[j]
    [jo¥e?]
    [f], labiodental fricativa sorda, alterna con la bilabial [j] seguida por vocales posteriores [jo¥e?].
  3. Asibilación de la vibrante [r] >[ ¨]1
    [sele"B¤|a¨9]
    La vibrante suele realizarse como alvéolo-palatal asibilada sorda en posición final de palabra en casi todo el país [sele"B¤|a¨9], al parecer sin distinción de clase social; aunque en el norte del territorio (Altiplano) también se usa en posición inicial ["¨O?sa] e intervocálica [ka"¨E?ta], aquí como sonora.
  4. Asibilación del grupo [t|]>/t?9/
    ["ko?n1t?9a, «o?t?9a]
    El grupo consonántico [t] suele articularse como ápico postalveolar-africado asibilado sordo [t?9] ["ko?n1t?9a]. Originalmente era una marca del habla popular, pero se ha extendido y se usa cada vez con menos estigmatización, incluso ha pasado al habla de las clases más acomodadas.10
  5. Diptongación de los hiatos [ea]>/ja/, /oa/> [wa]
    [pe"lja:|on, «ljo:nEî]
    En la pronunciación normal se diptongan los hiatos (no es una sorpresa, si se tiene presente el Appendix Probi) [pe"lja:|on, «ljo:nEî]. Paralelamente los hiatos [oa] se convierten en diptongos [wa]: Juaquín11.
    Estos cambios son muy antiguos en el lenguaje oral. Novedoso es que hayan logrado introducirse en la lengua escrita de los medios cultos:

    «El acid jazz, que a fines de los 80 se instalara como una variante más de la genialogía del jazz, ha adquirido…», El Mercurio, Actividad Cultural, C10, 5-6-99.

  6. Asimilación de /rn/
    [xon"na?]
    Las consonantes en contacto tienden a simplificarse, mediante la asimilación, como en este caso [xon"na?], la fusión, produciendo un tercer sonido, como en rajar<rasgar o refalar<resbalar, difariar<desvariar, o la pérdida de una de las consonantes: intituto<instituto, tekto<teksto, refrío<resfrío.
  7. Vocalización de la labial de /bl/
    [inol"Bja:ule]
    Está cada vez más extendida la tendencia a vocalizar la bilabial del grupo [bl]: [inol"Bja:ule]12.
  8. Prótesis de [g] ante los diptongos [we], [wa]
    Antes de diptongos con wau inicial aparece [g]: [gwe"bon], ["gwaso].

3.2.2. Fonética prosódica13

Acentuación

Como se observa en el texto transcrito en la sección 3, la distribución de los acentos tonales en cada grupo de entonación está dada por la acentuación léxica. A nivel contextual, la acentuación depende de diversos factores.

En primer lugar, de la sintaxis: mientras los posesivos prenominales tienden a desacentuarse, los posnominales se acentúan:

Tu feliciDÁD es mi feliciDÁD14 ~ La felicidad TÚya es la felicidad MÍa.

Algunas funciones adverbiales son más acentuables que otras:

Nos VÉmos enTÓNces (= a la hora convenida) ~ Nos VÉmos entonces (= como resultado de un acuerdo previo).

SÓnia habla inGLÉS naturalMÉNte (= con naturalidad) ~ SÓnia habla inGLÉS naturalmente (= como era de esperarse).

Diversos niveles de expresividad harán mayor o menor uso de los acentos tonales:

APÚrese pues hombre ~ ¡APÚrese pues HÓMbre!

Finalmente, los factores rítmicos, vale decir, la presión que ejercen acentos tonales adyacentes, pueden determinar el patrón de prominencias de un enunciado:

AcTUÉ seGÚN lo conveNÍdo y NÓ segun la CÁbala.

Es toTÁLmente CIÉRto ~ Se enreDÓ totalMÉNte.

MÍL ciento cinCUÉNta ~ CIÉNto cincuenta MÍL.

En general, en el español de Chile la información dada es reacentuada:

¿Con LÉche o sin LÉche?

Cuando acTÚas MÁL terMÍna YÉNdote MÁL.

El resulTÁdo cero a CÉro con BraSÍL no ÉS un mal resulTÁdo.

Otra tendencia generalizada consiste en colocar el último acento tonal de un enunciado en la última palabra, independientemente de si se trata de grupos de entonación finales o no finales, tal como se observa en el texto del punto 3: en los siete grupos que lo conforman este acento (llamado en la terminología actual acento nuclear) cae en el último ítem léxico.

Entonación

El contorno del primer enunciado (Gráfico 1), la doble declarativa Al celeBRÁR resbaLÓ y se rasGÓ la camiSÉta,15 muestra cuatro acentos tonales, tres de los cuales son descensos. En el segundo acento, -LÓ, que es el límite de la primera declarativa, encontramos el efecto de sandhi entonacional, es decir, un tono ascendente para indicar continuidad, que inmediatamente se funde en un descenso, inicio de la segunda declarativa. El último acento representa un descenso bajo, indicador de terminación.

Gráfico 1: Contorno del primer enunciado.

El segundo enunciado corresponde a la interrogativa indagativa total ¿FUÉ una jorNÁda inolviDÁble?, con contorno final ascendente, característico del español de Santiago de Chile. Esta configuración difiere del patrón descendente en español venezolano y circunflejo del español rioplatense. Aunque la entonación descendente de registro medio para este tipo de pregunta es posible en el español de Chile, su uso es restringido. (Gráfico 2)

Gráfico 2: Contorno del segundo enunciado.

La interrogativa indagativa parcial descendente es más común que la ascendente en el español de Santiago de Chile (70 % y 30 %, respectivamente, en un corpus de Cid, Ortiz-Lira y Valenzuela).16 La figura siguiente muestra el enunciado ¿Cuál fue la razón?, a la izquierda con descenso final de tono alto a bajo y a la derecha con ascenso de tono bajo a medio. (Gráfico 3)

Gráfico 3: Contorno del tercer enunciado.

Finalmente, el último contorno representa la exclamativa ¡QUÉ genTÍo lleNÁba el esTÁdio!, con cuatro acentos tonales que caen desde tonos relativamente altos, configurando un enunciado de gran fuerza ilocutiva. El efecto tonal se ve reforzado por la duración de las dos oclusivas [t] en gentío y estadio. (Gráfico 4)

Gráfico 4: Contorno del cuarto enunciado.

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Notas

  • 1. En Lenz-Bello-Oroz, 1940, «Observaciones Preliminares». El texto fue redactado en 1891, los Chilenische Studien se publicaron dos años después, en 1893, en Marburgo.Volver
  • 2. 1.- \s\ regularmente sibilante; 2.- \ regularmente apical vibrante múltiple en posición intervocálica; 3.- \x\ regularmente fricativa laríngea [h]; 4.- \´\ y \j\ diferenciadas regularmente; 5.- \b\ regularmente fricativa después de \l\; 6.- \ final ante vocal o pausa regularmente \; 7.- \l\ y \ regularmente distinguidas; 8.- vocales regularmente sonoras en toda posición.Volver
  • 3. Los fenómenos pertenecen a cuatro distintos niveles: fonética, el z#eísmo; fonología, el yeísmo; sintaxis, el voseo, y morfología: las formas verbales utilizadas con vos.Volver
  • 4. Me apoyo en Donni, 1992.Volver
  • 5. Vid. Sáez, 1983 sobre la familia léxica de huevón.Volver
  • 6. Siguen siendo útiles los trabajos clásicos de Lenz y Oroz (Lenz-Bello-Oroz, 1940; Oroz, 1966) y el más reciente de Rabanales, 1981, ligeramente ampliado en Rabanales, 1992.Volver
  • 7. Sobre diversos aspectos de fonética y fonología del español de Chile vid. Bernales, 1978; Cepeda, 1991; Cid et al., 1999; Cid-Ortiz, 1998, 2000; Duque-Tassara, 1977; Morales, 1975; Rodríguez, 1981; Ortiz-Lira, 2000; Rabanales, 1992; Tassara, 1992; Valdivieso et al., 1988, 1991; Valencia, 1994; Wigdorsky, 1988.Volver
  • 8. Ver Valdivieso et al., 1988, 1991.Volver
  • 9. Ésta es una de las características fonéticas de don Enrique Correa (1945, Ministro Secretario General de Gobierno del Presidente Aylwin, filósofo de formación), muy difundida nacionalmente a través de la televisión, por su calidad de vocero del Gobierno.Volver
  • 10. El ex ministro de Educación don José Pablo Arellano (1952, ingeniero comercial) es un buen ejemplo de un uso sistemático de esta variante.Volver
  • 11. «…los Longueira, los Coloma y los Chadwick del mundo le soplaban: ‘Di esto, Juaco, di esto otro’, /…/ ‘Juaco, lo de la soberanía’». El Sábado, 61, 8-5-99.Volver
  • 12. Un cultor sistemático de la vocalización de la bilabial es el presidente del partido que está más a la derecha del espectro político chileno, la Unión Demócrata Independiente, don Pablo Longueira (1958, ingeniero industrial U. de Chile, estudios secundarios en el colegio jesuita San Ignacio de Santiago).Volver
  • 13. El Dr. Héctor Ortiz-Lira (UMCE, USACh) es el autor de esta sección.Volver
  • 14. Con versalitas y tilde señalo la sílaba portadora del acento tonal.Volver
  • 15. Los ejemplos son construidos.Volver
  • 16. Cid et al., 1999.Volver