Las teorías que en los últimos años se han venido elaborando sobre el contacto entre el inglés y las otras lenguas de los Estados Unidos y el Canadá, tales como el español y el francés, han utilizado como concepto centralizador de sus esfuerzos descriptivos la idea de la simplificación (Silva-Corvalán 1994: 207, Mougeon y Beniak 1991: 91). Además de por su capacidad descriptiva, el concepto ha resultado útil porque nos acerca a la posibilidad de una verdadera explicación del fenómeno del contacto. La teoría de la simplificación propone que entendamos la situación cognitiva de un hablante bilingüe quien, enfrentado con los mayores esfuerzos de memoria y recuperación estructural y léxica que exige el manejo diario de dos lenguas, tiende a simplificar una o ambas. La teoría de la simplificación, al presentar la relación entre las dos lenguas desde el punto de vista del hablante bilingüe empeñado en aligerar su carga cognitiva, enlaza los fenómenos típicos del contacto lingüístico con otros rasgos, también simplificadores, que caracterizan la adquisición del lenguaje infantil, el aprendizaje de segundas lenguas y la formación de los pidgins y las hablas criollas (Silva-Corvalán 1994: 207 y ss., 213 y ss.).
Pero a pesar de su gran utilidad, la teoría de la simplificación resulta insuficiente como explicación del fenómeno del contacto. Proponemos en el presente trabajo que, para entender los cambios estructurales y léxicos que observamos en estas lenguas, es necesario ampliar el concepto de simplificación, reconociendo en los dialectos bilingües, además, la vigencia de un proceso de adaptación social y lingüística.
Dentro del ámbito norteamericano, estudiamos el español popular de la ciudad de Nueva York (abreviatura NYC), donde el español manifiesta no sólo la gran variedad etaria y diastrática de cualquier lenguaje urbano, sino también una muy poco corriente variedad diatópica, al encontrarse dentro de la misma urbe neoyorquina, en números muy significativos, hispanohablantes procedentes de todos los países de Latinoamérica y de España. Para completar un cuadro de extraordinaria heterogeneidad lingüística, existen entre los hispanohablantes de NYC grandes diferencias en cuanto al tiempo de residencia en la ciudad y el grado de conocimiento y uso del inglés. Es precisamente para entender esta compleja situación lingüística neoyorquina que proponemos ampliar el concepto de simplificación, apelando al paralelo biológico y demostrando la relevancia para el estudio del contacto del concepto de adaptación.
Como en la adaptación biológica en general, en la adaptación lingüística y social se conjugan altos índices de ahorro cognitivo con cotas muy bajas de pérdida comunicativa o social. Los cambios introducidos en el español popular de NYC reducen la inversión de esfuerzo, sin que por esto haya casi ninguna mengua estructural ni social. Dedicamos la mayor parte de este artículo a demostrar la existencia del proceso de adaptación en lo estructural, atendiendo luego, en la sección final, al importante aspecto social que también reviste el tema y a la luz que sobre él arroja el concepto de la adaptación. Para ilustrar el proceso de adaptación estructural, estudiamos los neologismos de origen inglés que, en elevadas cuotas, son de uso diario en el español popular neoyorquino. Analizamos su acoplamiento al sistema español, en especial en cuanto a la categoría de género, y presentamos, desde la óptica del principio de adaptación, nuevos datos sobre la relación entre el ajuste estructural y las características funcionales de estas palabras.
Estudiamos los neologismos léxicos ingleses del español en NYC sobre un corpus obtenido de 33 entrevistas sociolingüísticas, de aproximadamente una hora de duración, realizadas con hispanohablantes neoyorquinos, entrevistas que forman parte del amplio proyecto, llamado por su título en inglés The City University of New York (CUNY) Project on the Spanish of New York, iniciado por Ana Celia Zentella, dirigido actualmente por ella y por el autor del presente trabajo, y costeado por subvenciones otorgadas a Zentella de la Rockefeller Foundation, a Zentella y a Otheguy por la propia City University of New York y, principalmente, por la National Science Foundation del gobierno federal estadounidense. Aunque no manejamos para este artículo una muestra estratificada stricto sensu, sí hemos buscado en nuestros informantes representatividad con respecto a su origen dialectal y su asentamiento residencial en NYC. Así, 13 de nuestros sujetos llegaron a NYC después de los 20 años, y 13 son nativos de la Ciudad, quedando balanceada la muestra con los seis restantes, tres de los cuales llegaron a NYC de niños y cuatro de adolescentes. Escogimos a nuestros informantes de entre las seis comunidades latinoamericanas con mayor representación en NYC. En números correspondientes a sus respectivas proporciones en esta población, contamos en nuestra muestra con 13 puertorriqueños, seis dominicanos, cinco mexicanos, cuatro colombianos, tres cubanos y dos ecuatorianos.
En las muestras de habla española de estos 33 informantes, se encuentran 535 neologismos léxicos de origen inglés, entre los cuales hay 477 nombres sustantivos, que conforman el corpus del estudio. Ejemplos típicos son usos tales como:
Siguiendo las pautas de Poplack (1982: 10), desatendemos aquí el penoso problema de distinguir cuándo y en cuáles casos un extranjerismo se puede categorizar como préstamo, y cuándo debemos considerarlo un simple intercalamiento o cambio de código monoléxico, que es por naturaleza asistemático, momentáneo y efímero. Usamos para nuestro estudio todos los anglicismos nominales pronunciados por los informantes, y los denominamos neologismos léxicos ingleses (abreviatura NLI), sin distinguir entre los que son frecuentes o de uso esporádico, ni entre los que encontramos pronunciados en la entrevista con fonología española adaptada, o con la pronunciación inglesa primitiva, ni entre los de uso común entre todos o muchos informantes o los limitados a unos cuantos de ellos. Sin embargo, y en contra de las pautas de Poplack, sí exigimos, para permitir la entrada de la palabra en el corpus, que no sea de uso común ni en Latinoamerica ni en España. Los anglicismos de uso corriente en el español general, o de uso corriente en alguno de los países de nuestra muestra, razonamos, no se usan en NYC por contacto con el inglés, sino muy probablemente porque llegaron ya a la urbe neoyorquina de labios de los inmigrantes. Descartamos, por tanto, palabras tales como cake, chance, closet, estándar, Internet, OK, lonchar, y rolo. Aunque no sean todas ellas de uso común en todos los países de la muestra, sí son lo suficientemente corrientes en suficientes lugares como para dudar que su presencia en el español neoyorquino sea consecuencia directa de contacto con el inglés en NYC. (Tabla 1)
Usados como: | N | % |
---|---|---|
Verbos | 11 | 2 |
Interjecciones | 9 | 2 |
Adjetivos | 38 | 7 |
Sustantivos | 477 | 89 |
TOTAL NEOLOGISMOS | 535 | 100 |
La mayoría de los neologismos léxicos ingleses (NLI) del corpus, así entendidos, constan de una sola palabra. Pero también hemos recogido y cuantificado, otra vez siguiendo a Poplack (1982: 9), frases nominales algo más complejas, siempre y cuando esa complejidad adicional no vaya más allá de:
a) un adjetivo o un modificador nominal, como por ejemplo credit en la frase un credit card, o elementary en la frase elementary school, o
b) frases ilativas formadas por sustantivos o frases nominales del grado de complejidad aceptable según el criterio anterior, como por ejemplo the daily word and the daily bread, o
c) listas de sustantivos que conforman una unidad léxica estable, como por ejemplo drugs, rock'n'roll and love. Todas las frases nominales de estos tipos que aparecen en las entrevistas quedan incluidas y consideradas como NLI.
Por otra parte, hemos excluido del corpus todos aquellos sustantivos o frases nominales de origen inglés que sean modificados por (a) una frase preposicional, como un credit card with miles, o por (b) una cláusula subordinada como un credit card that gives you miles. Tampoco integran nuestro corpus, ni se clasifican como NLI, (c) frases preposicionales sueltas como in all fairness, ni (d) frases temporales como somewhere between Manhattan and Brooklyn. A todas ellas las clasificamos como intercalamientos o cambios de código, y por tanto no forman parte de nuestra investigación. También hemos considerado como cambios de código, y descartado de nuestro corpus, muletillas inglesas tales como so y you know, que abundan mucho en la lengua de nuestros informantes, pero que no entran dentro del tema que nos ocupa.
La idea de utilizar el concepto de adaptación para entender el fenómeno del contacto lingüístico aparece ya esbozada en los trabajos de Poplack sobre el español en NYC (1983: 125), y ha cobrado nueva actualidad en la lingüística general con los trabajos de Nettle (1999), quien propone un paralelo entre la adaptación biológica y la lingüística. Así como en la adaptación biológica un organismo sobrevive en la medida que se ajusta a su medio, aumentando así su capacidad reproductiva, la adaptación lingüística postula que la introducción y supervivencia de elementos estructurales en las gramáticas de las lenguas tiene que ver con la utilidad cognitiva y comunicativa de esos elementos. Este concepto de utilidad, que desempeña un papel de capital importancia en el estudio de la adaptación, enlaza históricamente con el concepto de rendimiento funcional de Martinet (1952: 8 y ss.). Aunque Martinet no proponía el rendimiento funcional como explicación de la adopción por la lengua de nuevos elementos lingüísticos, sí aportó pruebas de que la utilidad explicaba el fenómeno, muy relacionado, de su conservación en las lenguas a través de los siglos.
Dos preceptos fundamentales de la adaptación sirven de guía en la elaboración de este estudio. Primero, recordamos el principio según el cual la estructura es siempre, o en la mayoría de los casos, una respuesta a exigencias funcionales. Segundo, hacemos hincapié en la relación entre costos y beneficios, reconociendo una tendencia económica en el cambio simplificador y adaptador, que tiende a proceder mediante la obtención de grandes ahorros en el costo de inversión estructural, combinados con pocas pérdidas en el beneficio funcional.
Aplicamos el primer principio, que la estructura es una reacción a la función, exponiendo a la luz el anverso de la imagen. Tomamos hechos estructurales que se nos es dado observar en el español en NYC, y siguiéndoles la pista, llegamos a descubrir nuevos hechos funcionales que hasta ahora nos eran desconocidos. De esta forma, aportamos no sólo nuevos conocimientos sobre esta variante del español y sobre las lenguas en contacto en general, sino que dejamos explicados los rasgos estructurales, al conectarlos con nuevos y correspondientes datos funcionales. En nuestra aplicación del segundo principio, el del análisis de costos y beneficios, los costos se refieren a la carga cognitiva del hablante. En el cambio simplificador, el ahorro cognitivo se obtiene eliminando o automatizando y reduciendo a regla general elementos que de otra forma obligarían al hablante a almacenarlos en su memoria. Los beneficios se refieren a la realización selectiva de ese ahorro, escogiendo para reducir el gasto cognitivo aquellas partes de la gramática donde la reducción estructural conlleva el menor entorpecimiento de la función comunicativa.
Al aplicar estos dos preceptos del cambio adaptador a los neologismos léxicos ingleses (NLI), es fácil constatar que esta porción del vocabulario nominal del español de NYC pasa por un proceso de simplificación estructural, del que surge un segmento del lexicón nominal carente de género gramatical. Veremos que aunque los sustantivos autóctonos de nuestros informantes son, como en todas partes, algunos masculinos y otros femeninos, los NLI son prácticamente todos masculinos (el pool table, un credit card, casi nunca la pool table, una credit card, etc.). Con esto se realiza un gran ahorro cognitivo, al no haber necesidad de registrar en memoria la categoría genérica a la que pertenecen estos vocablos. Al comparar los NLI sobre los que se ha realizado este ahorro, con el resto del léxico, de origen autóctono, descubriremos que es precisamente entre los NLI que han quedado eliminadas, o muy radicalmente reducidas, las funciones para las cuales son útiles las categorías de género. Aparecen estos NLI agenéricos en sintagmas donde se hace innecesario mantener la cohesión discursiva entre palabras modificadas y sus modificadores, entre pronombres personales anafóricos y sus antecedentes, entre pronombres relativos y sus antecedentes, etc., funciones estas que, sin embargo, sí se conservan en los sintagmas cuyos núcleos son sustantivos autóctonos. La estructura genérica se descarta precisamente allí donde las funciones discursivas del género han quedado abandonadas. Así, la economía cognitiva de no señalarles género gramatical a los NLI conlleva muy pocas consecuencias negativas en cuanto a pérdida de funcionalidad.
Es fácil aducir situaciones análogas en el ámbito biológico que se explican, de igual manera, haciendo uso del concepto de la adaptación. Las especies de animales carentes de ojos u órganos semejantes habilitados para la visión (rasgo estructural), habitan frecuentemente en profundidades oceánicas o interiores de cavernas donde la falta de luz hace que sea totalmente imposible ver (rasgo funcional que explica la estructura). En muchos animales, incluyendo el ser humano, las estructuras óseas de gran tamaño y de superficie áspera, tienen como función sujetar músculos que desarrollan gran fuerza al contraerse, mientras que los músculos cuya función es generar fuerzas menores, suelen encontrarse atados a estructuras óseas más pequeñas y lisas, siendo el diferencial de fuerza muscular la explicación de las diferencias estructurales en los huesos correspondientes (Futuyama 1998, Lieberman 1998: 53).
Es de todos conocido que, en cuanto al género de los sustantivos de referente inanimado, el español impone una carga cognitiva sobre el hablante, que no puede llegar a confiar totalmente en ninguna regla de aplicación general, ni siquiera en la más amplia de ellas, la que señala categoría femenina a muchas de las palabras terminadas en /-a/. Pues aunque sustantivos como violín, vaso, planeta, fuerte, etc. son masculinos, sustantivos con terminaciones análogas como crin, moto, casa, suerte, etc. son femeninos. La categoría de género es, en última instancia, arbitraria y dependiente del esfuerzo de memoria. Entre nuestros informantes, este patrón del español general se mantiene muy vigente en el vocabulario autóctono, pero no sin embargo entre los NLI, como muestran las tablas 2a y 2b.
Masc. | Fem. | |
---|---|---|
% | % | |
Sustantivos autóctonos, Corpus a | 45 | 55 |
Sustantivos autóctonos, Corpus b | 53 | 47 |
a = Navarro Tomás (1968), citado por Poplack (1982). b = 300 sustantivos en 3 de nuestros 33 informantes. |
Masc. | Fem. | |
---|---|---|
% | % | |
NLI, Corpus a | 87 | 13 |
NLI, Corpus b | 87 | 13 |
NLI, Corpus c | 88 | 12 |
Corpus a = Poplack (1982). Corpus b = 234 sustantivos, corpus de 33 informantes. Corpus c = 98 sustantivos, corpus de Carlos Mota. |
Vemos en la tabla 2a que, en datos del español general analizados por Navarro Tomás, las proporciones entre sustantivos de uno u otro género son del 45 vs. 55 por ciento. Una cala de nuestra muestra, que registra el uso de tres de nuestros 33 informantes, arroja resultados similares entre sus palabras autóctonas. Sin embargo, cuando comparamos esta categorización genérica de los sustantivos autóctonos del dialecto neoyorquino con la categorización genérica de sus NLI, las diferencias saltan a la vista.
Vemos en la tabla 2b que la gran mayoría de los NLI son masculinos. Las cifras del estudio de Poplack, y las que hallamos en los NLI de nuestros propios informantes, dan resultados casi idénticos. Al ser todas las palabras del mismo género, la distinción genérica queda, en esta porción del lexicón, muy disminuida o eliminada.
Esta gran disminución de la categoría genérica en el vocabulario de origen extranjero, y la asignación de casi todos estos vocablos al género masculino, se observa en otras lenguas en contacto. En los EE. UU., se notó claramente en el noruego, así como en el italiano, en las épocas en que estas lenguas de emigración estuvieron muy en contacto con el inglés (Haugen 1969, Correa-Zoli 1973). En Asia Menor, el griego, en contacto con el turco, ha pasado por un proceso muy similar (Romaine 1995). Y aunque es normal que los extranjerismos lleguen a ajustarse a la morfología del idioma receptor, hay muchísimos casos de lo contrario. En los préstamos españoles, franceses y bereberes pasados al árabe marroquí, Heath (1989) ha estudiado, por ejemplo, la ausencia morfológica del indicador árabe de especificidad.
Las cifras de la tabla 2a, que registran el género de las palabras autóctonas del español en contacto, toman en cuenta todos los sustantivos que aparecen en el corpus, ya sea que el sustantivo aparezca solo, o acompañado de un artículo o adjetivo modificador. Para determinar el género de estos sustantivos y realizar el arqueo del que informa la tabla, el investigador no tiene más que recurrir a su conocimiento de la lengua. Si por ejemplo la palabra metro aparece en el sintagma se fue en metro, el investigador la suma al listado de las masculinas, a pesar de que no va acompañada ni de artículo ni de adjetivo que revele su género. Pero este método no puede usarse para estudiar los NLI de los que da cuenta la Tabla 2b, pues entre ellos se conoce la adscripción de categoría genérica sólo en los casos en que aparecen con artículo o modificador. Cuando encontramos el NLI subway en la oración se fue en subway, no sabemos a qué género pertenece. El género de subway sólo lo conoceremos cuando veamos la palabra en sintagmas como el subway, la subway, o como subway sucio, subway sucia, etc. En los arqueos de la tabla 2b, tanto el de Poplack como el nuestro, se ha tenido en cuenta esta dificultad, y sólo se analizan los NLI que aparecen con artículo o modificador. Es por eso que en las cifras de la tabla quedan consignados nada más que los 234 NLI que pudieron analizarse de esta forma, y no la totalidad de 477 NLI de la muestra.
Para comprobar estos resultados de una forma más directa, nuestro asistente Carlos Mota, le pidió a un grupo de 30 estudiantes de secundaria, usando la forma vernácula entre jóvenes hispanohablantes, que hicieran una lista de todas las palabras spanglish que conocieran, y que las listaran con el artículo, para así tener información directa de su categoría genérica. Este enfoque experimental produjo resultados casi iguales a las estadísticas nuestras y de Poplack, basadas en desgrabaciones. En el corpus de Mota, 88 por ciento de los NLI son masculinos y, como en el caso de Poplack, la asignación de género es consistente de un informante a otro cuando varios usan el mismo NLI. Los tres corpus concuerdan, por tanto, en que la distinción genérica ha quedado casi eliminada entre los NLI, al clasificarse casi todos con el mismo género masculino.
Conviene exponer ahora los detalles de dos procesos, uno fonológico y el otro semántico, que evitan que las tasas de adscripción de NLI a género masculino asciendan al cien por ciento. Primero, un sistema independiente del ejercicio de la memoria hace que todos los NLI terminados en /-a/ se clasifiquen como femeninos. Son estas /-a/ finales de muchos NLI la asimilación fonológica al español de la pronunciación primitiva de palabras inglesas con terminación en schwa (vocal murmurada o de apoyo), o con terminación en una schwa seguida de consonante que se elide durante el proceso de asimilación. De esta forma llegamos a esp. NYC la boila, la repocá, la espirian, < ing. boiler, report card, experience. Es muy posible que este proceso se haga extensivo a las palabras terminadas en /-ay/, de donde suponemos se deriva la muy frecuente esp. NYC la jai < ing. high, con referencia al high school o escuela secundaria. Es obvio que el bilingüe llega a femeninos como la boila aplicando una regla general, y no memorizando la categoría genérica. Palabras femeninas como la boila no forman parte, por lo tanto, de la materia prima del proceso morfosintáctico automatizador y simplificador que caracteriza las lenguas en contacto, sino que más bien quedan integradas, al acuñarse en NYC, a un proceso que está ya automatizado en gran medida en el sistema de lengua que los inmigrantes traen consigo de Hispanoamérica.
El segundo factor que hace que no todos los NLI sean masculinos es el conocido patrón de correspondencia en español entre el género del sustantivo y el sexo del referente cuando éste es ser animado. Así encontramos esp. NYC una losh < ing. lush ‘mujer que hace consumo desmedido de bebidas alcoholicas’, una teenager, una school aid y, fusionándose con el proceso de terminación en /-a/, la principá o la principala < ing. principal ‘director/a de escuela’. Más sin embargo, es notable que aun este patrón, tan arraigado en el sistema morfológico español, da señales de debilitamiento en el español en NYC. Es corriente en NYC escuchar referencias a las hembras con género masculino. En nuestro corpus hallamos, por ejemplo, un social worker y los midwives, y aunque no aparecieron en nuestras desgrabaciones, son corrientes en NYC, con referencia a mujeres, el student teacher, el baby sitter, el travel agent, etc. La renuencia de nuestros informantes a clasificar a los NLI como femeninos, con la excepción de los terminados en /-a/, se revela claramente cuando el informante vuelve sobre sus pasos para repetir, una vez practicadas las reparaciones necesarias, lo mismo que acaba de decir. En el ejemplo (1) tenemos un hablante que utiliza el NLI social worker en masculino refiriéndose a su propia madre y que luego, al parecer sintiendo la necesidad de referirse a las mujeres según el sistema español, regresa al español cambiando al femenino (el número al final del ejemplo indica el informante):
(1) ¿Y tú mamá? Ella es un social worker, una trabajadora social… 228D
En resumen, encontramos que aunque en el español en NYC se mantiene la oposición genérica del español general para las palabras autóctonas, los NLI son todos masculinos, con la excepción de aquellos que terminan en una /-a/ o /-ay/, o se refieren a hembras, aunque este último patrón parece también estar ya muy erosionado.
Estos resultados de nuestra investigación contradicen una opinión muy generalizada entre los investigadores de lenguas en contacto, según la cual en estas lenguas se asigna género a los préstamos según el género de la palabra desplazada por éste. Establecida a partir de observaciones informales de Weinreich (1953: 45), la idea del llamado criterio analógico en la determinación del genero de los préstamos ha venido repitiéndose con base a datos de la misma índole, y ha recibido también algún apoyo de algunas investigaciones empíricas. Pero aun en el cuidadoso trabajo cuantitativo sobre el español en NYC de Poplack que hemos citado en varias ocasiones, un alto porcentaje, 78 por ciento, de las palabras que debieran ser femeninas bajo el criterio analógico, resulta que aparecen en su corpus como masculinas (1982: 18). En nuestros datos, aun pasando por alto el problema de establecer cuál sería precisamente la palabra autóctona que desplazaría el NLI, y pasando por alto también el hecho que el NLI se suma en muchos casos al vocabulario del bilingüe sin desplazar ninguna palabra, encontramos claramente que el criterio analógico carece de justificación. Hemos hallado en nuestros datos los masculinos los parties, el swimming, el vegetable soup, un full-size bed, un pool table, etc., aun cuando estos NLI desplazan supuestamente a femeninas las fiestas, la natación, la sopa, una cama, una mesa. La única excepción en el corpus es la liquor store, referente a la tienda especializada en ventas de bebidas alcohólicas, y quizá una deli, con referencia al típico establecimiento de comestibles neoyorquino. Ambas podrían quizá recibir su género remitiéndose analógicamente a la palabra femenina tienda. Hemos encontrado también dos usos femeninos de la high school, quizá por analogía con escuela, aunque es de notar asimismo que el corpus contiene cinco usos masculinos de el high school, y 24 usos del vocablo sin modificación alguna en los cuales nos es imposible determinar género.
El caso del género en NYC es típico de la simplificación en situaciones de contacto. Un proceso que normalmente conlleva grandes gastos de memoria se elimina o regulariza, produciendo ahorros de carga cognitiva. El hablante continúa haciendo el gasto de clasificación genérica en los vocablos autóctonos, pero se lo ahorra en los NLI. La teoría de la adaptación nos lleva a predecir que este diferencial de inversión estructural deberá tener sus orígenes, y su explicación, en una bifurcación correspondiente en el plano funcional.
En la construcción del enunciado en español, la concordancia genérica, al indicar qué sustantivos han de acoplarse con qué artículos, adjetivos, relativos y personales, facilita el procesamiento de la emisión, y posibilita la reconstrucción por parte del oyente de la forma del mensaje planteada por el hablante. Esta concordancia gramatical, claro está, descansa a su vez sobre la previa categorización genérica. Es así que se entiende como función primordial del género el servir de indicio de relaciones en el enunciado, contribuyendo de esta forma al andamiaje textual que presta coherencia al discurso. Esta funcionalidad cohesiva del género se manifiesta principalmente en tres entornos:
(2) A. la casa de ladrillo roja / la casa es roja
B. la casa de ladrillo rojo / el ladrillo es rojo
(3) A. El tan esperado premio
B. La tan esperada medalla
(4) A. ése que costó tanto dinero (el ladrillo, el premio)
B. ésa que costó tanto dinero (la casa, la medalla)
(5) A. el que costó tanto dinero (el ladrillo, el premio)
B. la que costó tanto dinero (la casa, la medalla)
(6) A. lo perdí (el ladrillo, el premio)
B. la perdí (la casa, la medalla)
La teoría de la adaptación nos lleva a esperar que, entre los NLI sobre los cuales se ha realizado el ahorro cognitivo, la correspondiente pérdida de función, en este caso la de mantenimiento de cohesividad en el discurso, será pequeña. La predicción científica propone que al adentrarnos en el corpus del español en NYC encontraremos la siguiente situación:
Esta predicción general se hace operativa en las siguientes cuatro predicciones específicas:
Nuestra expectativa es que emisiones como el número (7), en el que el NLI aparece desprovisto de artículos o adjetivos concordantes, serán corrientes, mientras que los casos como el (8), en que el NLI aparece con algún modificador, serán mucho menos frecuentes. La predicción propone, además, que este patrón es privativo de los NLI, y no se da en las palabras autóctonas, entre las cuales no hay predominio estadístico de vocablos inmodificados.
(7) Caso corriente: NLI inmodificados
A. ¿Está yendo a la escuela? Sí, estoy en college. 024C.
B. Pero ¿Qué pasó? Oh, no querían… no… son… allá, creen las muchachas algunas que son high class. 117D.
C. Ah deja ver… Ah cuando yo fui a The Phillipines… yo fui a Phillipines mi amiga se iba casar y me dijo que si yo quería salir en la boda y yo le dije que sí, pues nosotros fuimos para Phillipines. 401P.
D. Regresé a mi viejo high school, fui con la Sra. W., trabajé con ella como student field observer. 300E.
(8) Caso poco corriente: NLI modificados o con artículos
A. Regresé a mi viejo high school, fui con la Sra. W., trabajé con ella como student field observer. 300E.
B. El cuarto del nene es grande. Tiene un full size bed. Tiene un hockey, un juego de hockey de la mesa que se parece como un pool table pequeño. Tiene la televisión, el bureau de él. So, es bien grandecito. 403P.
C. Porque yo había oído en otro… que en otros lados con… le metes un credit card y se abre, verdad, porque si no están bien cerradas las dos… 301E.
D. Y yo dije, yo no puedo dormir en ese cot y yo tengo la espalda mala y esos cot son bien mala. 405P
La predicción se puso a prueba con un arqueo estadístico del que damos cuenta en la tabla 3.
NLI | Autóctonos | |||
---|---|---|---|---|
N | % | N | % | |
Sustantivo, + Art. o Adj. | 236 | 49 | 458 | 92 |
Sustantivo, Art. o Adj. | 241 | 51 | 39 | 8 |
477 | 100 | 497 | 100 | |
p < .005 NLI = Neologismos léxicos del inglés en 33 informantes. Autóctonos = Sustantivos españoles autóctonos en los cinco siguientes informantes: 271M, 300E, 301E, 401P, 405P. |
La tabla 3 confirma nuestra predicción. Más de la mitad (51 por ciento) de los NLI se usan sin artículos ni modificadores. Para tener un punto de referencia y confirmar que los NLI desprovistos de artículos y modificadores no representan simplemente una preferencia general entre nuestros informantes por tales sustantivos, comparamos la forma de aparición de los NLI con la de los sustantivos autóctonos. La tabla indica que hay entre los segundos una proporción mucho menor de aparición desprovista de artículos o adjetivos (8 por ciento), confirmando que la tendencia es privativa de los NLI.
Podemos matizar algo más nuestras observaciones, haciendo la comparación entre NLI y autóctonos en cuanto a uso con adjetivos, de forma separada a la comparación de su uso con artículos. Los resultados están en la tabla 4.
NLI | Autóctonos | |||
---|---|---|---|---|
N | % | N | % | |
Sustantivo, + Adjetivo | 23 | 5 | 118 | 24 |
Sustantivo, Adjetivo | 454 | 95 | 379 | 76 |
477 | 100 | 497 | 100 | |
p < .005 NLI = Neologismos léxicos del inglés en 33 informantes. Autóctonos = Sustantivos españoles autóctonos en los cinco siguientes informantes: 271M, 300E, 301E, 401P, 405P. |
Vemos en la tabla 4 que nuestros informantes usan el 95 por ciento de los NLI sin modificación adjetiva. Como punto de referencia, vemos que, entre sustantivos autóctonos, la proporción de uso sin adjetivo es mucho menor, el 76 por ciento. Nuestros informantes mantienen la adjetivación como parte de su competencia lingüística, pero la aplican casi con exclusividad a las palabras autóctonas, rehuyéndola cuando se trata de NLI.
Una observación cualitativa sirve para corroborar el dato estadístico. En el ejemplo (9), el hablante se muestra renuente a combinar el NLI high school con el adjetivo católico, y cambia a un sintagma hecho todo de material español, escuela católica, pero luego, al parecer hallando que no puede cumplir con su intención comunicativa sin la palabra high school, cambia a un sintagma hecho por completo de material inglés, Catholic high school.
(9) Em, en la escuela católica. Es que está en una, em, high school ca… es una escuela católica… cató… eh, high school. High, Catholic high school. 180C.
La siguiente precisión se obtiene analizando el uso de los artículos separadamente del de los adjetivos. Como en cualquier texto español, en nuestro corpus el uso del artículo es incompatible con ciertos otros modificadores. Los sustantivos con posesivos, demostrativos, o con menos o más antepuestos, no admiten el artículo. En consecuencia, los cálculos encaminados a comparar la proporción de sustantivos con artículo entre los NLI y los autóctonos no puede tener en cuenta sintagmas neológicos tales como su bachelor's degree, mi boss, menos credits, menos trouble, y este dance, ni sus equivalentes estructurales autóctonos su hermano, mi compañero de trabajo, más líos, etc. Excluimos también NLI que aparecen con el artículo en inglés, por ej., the Phillipines. Los resultados aparecen en la tabla 5.
NLI | Autóctonos | |||
---|---|---|---|---|
N | % | N | % | |
Sustantivo, + Artículo | 219 | 49 | 310 | 78 |
Sustantivo, Artículo | 224 | 51 | 85 | 21 |
443 | 100 | 395 | 100 | |
p < .005 Los totales aquí son diferentes de los de la tabla que hace la comparación con respecto a los adjetivos, porque aquí se han tomado en cuenta solamente aquellos sustantivos, ya sean NLI o autóctonos, que se encuentren en entornos que permitan la aparición del artículo. NLI = Neologismos léxicos del inglés en 33 informantes. Autóctonos = Sustantivos españoles autóctonos en los cinco siguientes informantes: 271M, 300E, 301E, 401P, 405P. |
La tabla 5 muestra que, de los más de 400 NLI que aparecen en entornos donde es posible usar un artículo, 51 por ciento aparecen sin artículo. Como punto de referencia, de entre los casi 400 sustantivos autóctonos que se encuentran en este tipo de construcción, una proporción mucho menor, el 21 por ciento, aparece sin artículo.
Por si falta hiciera recordarnos que en lingüística, como en cualquier otra ciencia, la naturaleza devela sus tesoros con gran renuencia, nuestras predicciones sobre la referencia anafórica no funcionaron.
La tabla 6 indica que, contra nuestras expectativas, hay muy poca diferencia en la proporción de sustantivos receptores de referencia anafórica entre los NLI y los autóctonos. Los NLI fungen como antecedentes de pronombres personales y demostrativos en la misma proporción (6 por ciento) que los autóctonos (7 por ciento).
NLI | Autóctonos | |||
---|---|---|---|---|
N | Pct | N | Pct | |
Sustantivo, + Ref. anafórica | 29 | 6 | 35 | 7 |
Sustantivo, Ref. anafórica | 448 | 94 | 462 | 93 |
477 | 100 | 497 | 100 | |
Los sustantivos antecedentes incluyen los que aparecen con o sin artículos, y con o sin modificadores. |
El incumplimiento de nuestra predicción quizá se deba en parte a que nuestros informantes, como indica la tabla, apenas se ejercitan en la referencia anafórica, mencionando los referentes sustantivos en más del 90 por ciento de los casos sólo una vez, sin volver sobre ellos en una segunda referencia que los convierta en antecedentes de pronombres. Esta renuencia al uso de los sustantivos como antecedentes de referencia anafórica se da por igual entre los NLI y los autóctonos. Una segunda posible razón del fracaso de nuestra predicción es que la operatividad del género entre los pronombres anafóricos es mucho menor de lo que esperábamos, siendo éstos en su mayoría masculinos o el clítico le / les que carece de marca de género.
La tabla 7 muestra que, tanto cuando el antecedente es un NLI como cuando es autóctono, la poca referencia anafórica que encontramos no se realiza por medio de pronombres que alternen entre sus formas masculinas y femeninas según el género del antecedente. En el 90 por ciento de las escasas referencias anafóricas, el pronombre anafórico es masculino o es el dativo le / les. Los datos de la tabla 8 demuestran que la situación es prácticamente la misma cuando separamos los datos de los sustantivos autóctonos y los NLI.
La referencia anafórica la hace: | N | Pct |
---|---|---|
un pronombre masculino o no marcado | 69 | 90 |
un pronombre femenino | 8 | 10 |
77 | 100 | |
Los sustantivos antecedentes incluyen tanto NLI como autóctonos. Los sustantivos antecedentes incluyen los que aparecen con o sin artículos, y con o sin modificadores. |
NLI | Autóctonos | |||
---|---|---|---|---|
La referencia anafórica la hace: | N | Pct | N | Pct |
un pronombre masculino o no marcado | 27 | 87 | 42 | 91 |
un pronombre femenino | 4 | 13 | 4 | 9 |
31 | 100 | 46 | 100 | |
Los sustantivos antecedentes incluyen los que aparecen con o sin artículos, y con o sin modificadores. |
No sabemos si el poco uso de la anáfora en este corpus de lengua hablada, y su realización por medio de pronombres masculinos o no marcados, cae fuera de los patrones de la lengua general, o si la misma situación se encuentra en lengua hablada en situaciones donde no hay contacto. Pero al menos entre nuestros informantes, bien puede ser que la poca aplicación de la anáfora, y la falta de pronombres femeninos, contribuya a eliminar la diferencia funcional que sería de esperarse dada la diferencia estructural genérica entre autóctonos y NLI.
Dejando aparte el problema de los antecedentes de anáfora, existen ciertas limitaciones en nuestro estudio que conviene señalar. No hemos distinguido, dentro de nuestra categoría de NLI, los préstamos establecidos en la lengua de nuestros informantes, de los intercalamientos monoléxicos de uso momentáneo, en gran medida porque, una vez puestos a trabajarla, hemos llegado a abrigar serias dudas sobre la factibilidad de esta diferenciación. Pero pudiera ser que, si separáramos de alguna forma los extranjerismos menos asimilados bajo criterios de fonología y frecuencia, de los préstamos más afincados en la lengua de nuestros informantes, encontraríamos que existen diferencias en cuanto a la adscripción de género. (La separación se da como factible en Poplack, Sankoff y Miller 1988, y Barkin 1980 le adjudica importancia en cuanto a la asignación de género). Sin embargo, el hecho de que nuestros informantes sólo hagan femeninos a sus NLI cuando tienen terminación en /-a/ o /-ay/, nos indica que, aun entre los préstamos más asimilados, el léxico de origen inglés de estos hablantes carece de género. Claro está que si, sobre la base de otro corpus, se encontrara que la división entre préstamo establecido e intercalamiento monoléxico momentáneo es factible, y que los préstamos mantienen la categorización genérica más que los intercalamientos, nuestra predicción sería que la aparición de artículos y adjetivos favorecería a los primeros más que a los segundos.
Una segunda limitación de nuestro estudio se halla en no haber formalizado criterios para excluir los vocablos de amplia circulación en los países de origen. La exclusión de cake, closet, Internet, etc., se basa simplemente en nuestros conocimientos del español general. Podríamos mejorar el estudio explicitando criterios que guiaran de manera más formal la inclusión y exclusión de ítems de origen inglés en nuestro corpus de NLI.
Por último, el estudio adolece de la ausencia de hipótesis sobre los mecanismos o las rutas que han servido para que las reducciones funcionales lleven a los cambios estructurales. Nuestra presentación se ha limitado a observar que, al igual que en la biología, en la lingüística las consideraciones funcionales parecen dar la clave para entender el cambio estructural, dándose el ahorro en la estructura en aquellas zonas donde la pérdida funcional es menor. Pero una feliz analogía, por útil que sea, no es lo mismo que la explicitación de los pasos concretos a través de los cuales la función provoca la estructura. Además, nuestra analogía sufre también de ciertas limitaciones. La comparación con los peces ciegos y videntes es más ilustrativa que la del músculo y el hueso, pero falla porque establece un paralelo entre organismos y palabras, cuando en realidad la ecuación debería de ser entre los organismos y los idiomas. El paralelo con la relación entre los huesos y los músculos es menos gráfico, pero más exacto, porque compara las palabras con subestructuras (los huesos de diferentes clases) de distintos organismos.
Las tres versiones de nuestra predicción se han visto confirmadas con altos grados de confiabilidad. En proporciones muy superiores a las que se encuentran con sustantivos autóctonos, nuestros informantes usan los NLI desprovistos de adjetivos y artículos. La confirmación de la predicción presta apoyo a la adaptabilidad como concepto útil en la lingüística en general, y especialmente como concepto regidor de elementos estructurales, que aparecen aquí, como en el estudio de la biología, como respuestas a consideraciones funcionales. Habiendo notado que las diferencias de género se mantenían en el vocabulario autóctono pero no en el de origen inglés, emprendimos la búsqueda de los factores funcionales que, razonábamos, tenían que estar induciendo esta diferencia estructural. Dado que el género tiene su mayor aplicación funcional en la concordancia de artículos y adjetivos, razonamos que los NLI, que han descartado la distinción de género, tendrían también que haber abandonado las funciones de concordancia. El éxito de nuestras predicciones, basadas en un amplio corpus de casi 500 sustantivos emitidos por más de 30 informantes, demuestra que el enfoque adaptativo sirve para acercarnos a un verdadero entendimiento de las lenguas de contacto. El ahorro estructural logrado al desactivar la categoría genérica, se ha concentrado precisamente en la zona del lexicón en donde no produce grandes pérdidas comunicativas, puesto que es en esa zona, entre los NLI, donde la función comunicativa del género, el sostenimiento de la coherencia discursiva, no se está ejercitando.
Completamos esta parte de la presentación abundando sobre la analogía biológica. La diferencia funcional en cuanto a posibilidades visuales entre peces que habitan aguas translúcidas y aquellos que nadan en la oscuridad de las profundidades oceánicas, constituye la explicación de las diferencias estructurales entre unos y otros. El proceso de selección natural ha llevado a los primeros a invertir en un sistema de visión mientras que los segundos son ciegos. Una diferencia funcional, la posibilidad de ejercitar la vista en un elemento translúcido y de no poder hacerlo en un elemento carente de luz es la explicación de una diferencia estructural, el tener un sistema visual o carecer de él. Igualmente, la diferencia funcional entre mantener la cohesión discursiva por medio de la concordancia genérica o no mantenerla, explica la diferencia estructural entre poseer o no poseer marca genérica. Los sustantivos autóctonos participan en el sostenimiento de la cohesión discursiva por medio de la concordancia con artículos y adjetivos (equivalente a la posibilidad de ver en aguas translúcidas). Respondiendo a esta oportunidad funcional, se realiza un gasto estructural, dedicando a estos sustantivos el esfuerzo de memoria que resulta en la categorización genérica (equivalente al gasto estructural dedicado a la formación y sostenimiento de órganos videntes). Los NLI no participan de la función de mantenimiento de la cohesión discursiva (equivalente a los peces que no ven en aguas profundas). Como reacción a esta limitación funcional, se realiza un ahorro estructural en los NLI, despojándolos de la categoría genérica (equivalente al ahorro estructural realizado por los peces en los cuales se ha eliminado el sistema visual).
Es necesario repetir, por ser ampliamente conocido sólo entre los especialistas del tema, que los neologismos léxicos y estructurales del español en NYC, como los de cualquier dialecto de contacto, quedan explicados, en muchísimos casos, por la intención comunicativa que los respalda. El bilingüe que usa vocablos ingleses, que calca sus construcciones del inglés y que intercala emisiones inglesas en su discurso español, actúa en numerosísimas ocasiones añadiendo estos elementos a una competencia lingüística española plena, que le permitiría, fuera del ambiente bilingüe y bajo diferentes circunstancias, desempeñarse haciendo uso exclusivo del español. La comprobación más obvia de este aserto la vemos en los dobletes léxicos, algunos de los cuales han aparecido en los ejemplos usados aquí (social worker y trabajadora social, Catholic high school y escuela católica). El hablante no usa el NLI por desconocer la variante léxica española, puesto que también usa ésta, sino porque la inglesa es más idónea para sus fines comunicativos (abundamos en el tema en Otheguy 1995, Otheguy y García 1993).
A estos usos, demostrativos de una ampliación del repertorio lingüístico del bilingue, habrá también que añadir, también en numerosísimos casos, los que tienen necesariamente una explicación deficitaria. En éstos, el bilingüe recurre a elementos del inglés porque su competencia en español no le permite cubrir sus necesidades comunicativas. En ambos casos, el resultado es un discurso que se separa de manera casi constante en cuanto a fraseología, y en muchos otros también en cuanto a la estructura, de las normas del español general. Entre hispanohablantes que, en Latinoamérica y en España, y aun en EE. UU., mantienen su adhesión a estas normas, este discurso bilingüe puede ser de poco agrado y, en algunos casos, convertirse en blanco de severas críticas. Encontramos que, para este tema también, el concepto de adaptación y los principios que hemos arriba esbozado, nos pueden acercar no sólo a describir sino a explicar el fenómeno.
El concepto de economía, que es inherente a cualquier modelo basado en la adaptación, incorpora no sólo la idea de gasto cognitivo que hemos venido estudiando, sino también la de costo social. Es así que igual que el ahorro cognitivo de la pérdida de género se explica por las pocas consecuencias funcionales que conlleva, el ahorro cognitivo de no mantener una separación estricta entre las lenguas, y de mantener ambos canales abiertos durante casi todas las emisiones, se explica por las pocas sanciones sociales en contra de esta modalidad de uso de lengua. Pues por mucho que se critique el discurso anglicado del hablante bilingüe de NYC desde fuera de los EE. UU., la simple realidad social es que este discurso goza de una aceptación casi total dentro de las comunidades en las que opera la mayoría de los hispanohablantes. Cualquier observador ecuánime podrá constatar, por poco que sean de su agrado, que circula este discurso en las comunidades bilingües con lo que es, desde el punto de vista del que lo encuentra molesto, una casi total impunidad. Al no existir casi apoyo escolar o institucional para el hablante del español popular de Nueva York, opera éste sin que aquéllos de sus usos inducidos por el contacto con el inglés que sean divergentes del español general (o del español del país de origen), produzcan mayores costos sociales. Bien sea que una mesa de billar forme parte del acervo léxico del hablante, o que desconozca el vocablo por completo, la realidad del caso es que la frase en el cuarto del niño hay un pool table es natural y pasa totalmente inadvertida en un ambiente en donde el léxico y la fraseología del español general no tiene suficiente fuerza institucional y académica como para competir con el del inglés.
La explicación adaptativa es obvia. El bilingüe realiza un ahorro estructural al no separar los lexicones, o sea, al no decir in the child's room there is a pool table al hablar en inglés y en el cuarto del niño hay una mesa de billar al hablar en español. Ese ahorro estructural, como el del género que analizamos antes, se realiza de forma sumamente adaptativa en lo que se refiere a consideraciones funcionales, en este caso la parte de la funcionalidad que atañe a la sanción social. El fusionar los dos lexicones, y registrar pool table para los dos, no cuesta casi nada en NYC, porque no existe en NYC casi ningún ambiente en que las normas del español general se conozcan y cultiven lo suficiente como para que su violación represente una mengua grave en la autoestima o en la opinión que del hablante tengan los demás.
Quedan estos usos regidos, casi exclusivamente, por la capacidad lingüística de los hablantes, en casi total ausencia de los dictámenes normativos que, en otros ámbitos, recargan con los altos costos de la crítica social cualquier uso que se desvíe de las normas reinantes. Al hablar en español, al seleccionar vocablos y encauzarlos en patrones morfosintácticos, el hablante bilingüe puede regirse solamente por su competencia lingüística, en la cual el ahorro cognitivo dictamina que la mejor estrategia consiste en que las palabras, frases y estructuras españolas queden homologadas en la mayor medida posible a las del inglés.
Es así que aquellos que se preocupan del español de EE. UU. como fuerza centrífuga en el marco del mundo hispanohablante, pueden plantearse, como tarea práctica, la necesidad de elevar el precio social de esos usos divergentes. Esto podría resultar de la creación de agentes normadores a gran escala que, en Nueva York, pudieran divulgar conocimientos de alternativas disponibles en el español general, en comparación con las cuales pudieran los usos neoyorquinos empezar a incurrir el gasto de convertirse en blanco de la crítica social. En ausencia de ese costo social, las teorías adaptacionistas parecen sugerirnos que la tendencia centrífuga tiene que continuar por su cauce normal.