Puerto Rico, por su particular situación política, es, tal vez, el único país en el mundo que tiene bilingüismo oficial no motivado por situaciones naturales comunicativas de convivencia de más de una lengua. En Puerto Rico hay unidad étnica y comunicativa, es un país con sólo una lengua materna y la inmensa mayoría de la población es monolingüe en ella.1 Este bilingüismo oficial está vigente en la Isla desde 1902 hasta nuestros días, salvo un corto período de abril de 1991 a enero de 1993 cuya única lengua oficial fue el español (En estos momentos se ha iniciado otra vez un proceso legislativo en esa dirección).2
Según Kaplan y Baldauf (1997: 16) la categoría de lengua oficial proviene de la política, está dictada por el gobierno.3 Se define como el estatus particular de privilegio que recibe una lengua en sociedades constituidas por hablantes de diferentes lenguas. Esa oficialidad puede recaer en una (o más) lenguas vernáculas o en una lengua extranjera. En este segundo caso, algunos países solucionan de ese modo problemas de rivalidades lingüísticas. Así, por ejemplo, Camerún, India, África del Sur, Filipinas, etc. tienen, o han tenido en un pasado próximo, el inglés como lengua oficial, junto a sus propias lenguas vernáculas para solucionar sus conflictos lingüísticos.4 En Puerto Rico la oficialidad del inglés obedece a su estatus político: ser un Estado Libre Asociado a un país, Estados Unidos, cuya lengua materna es el inglés. Esta situación viene acompañada de la circunstancia de compartir ciudadanía con esos hablantes de inglés y de tener a sus naturales divididos exactamente por la mitad respecto a su lugar de residencia: Puerto Rico y Estados Unidos. En ese sentido, Puerto Rico es, tal vez, el único país en el mundo en poseer un porcentaje tan alto de ciudadanos concentrados en un país extranjero.
La oficialidad lingüística que se otorga a una o más lenguas se hace para asegurar que determinada modalidad lingüística sea aceptada por la población; además, se le da protección educativa y se establecen medidas para que los documentos oficiales estén disponibles en esa lengua. Estas condiciones se dan en la Isla, pero con manifestaciones diferentes, dependiendo del partido político que esté en el poder.
De acuerdo con el nivel de operación de esas condiciones y el uso que hacen del inglés sus ciudadanos, Blau y Dayton (1997), siguiendo la taxonomía de Moag (1982), propusieron una clasificación especial para el manejo del inglés en la Isla. En su opinión, se podía considerar que el inglés alcanzaba el nivel de lengua extranjera (EFL) por los aspectos prácticos de uso en la población. Las autoras se fijaron en especial en los parámetros de influencia del grupo que hablaba inglés, cuál era la lengua de mayor conocimiento y dominio, y el nivel de aprendizaje informal que recibía el inglés. Efectivamente, en Puerto Rico no se da influencia especial en la sociedad por parte de los grupos que hablan inglés, aunque las clases dominantes del país sean bilingües en su mayoría. A su vez, en cuanto a los aspectos lingüísticos, se puede observar que los hablantes no practican el code-switching a inglés cuando hablan español, lo cual indica que el inglés no es la lengua de mayor dominio. No aprenden, tampoco, por convivencia con el inglés, una variedad informal de éste, por el contrario, la variedad aprendida es la formal que se adquiere en espacios formales.
El inglés está más cercano a la categoría de segunda lengua (ESL) por la protección que recibe del gobierno y por las propias características del país: se trata de una sociedad en la que sus habitantes tienen la ciudadanía de un país cuya lengua materna es el inglés y el gobierno mantiene lazos muy estrechos con éste. Todo ello favorece que la presencia del inglés se extienda a dominios formales del gobierno, a los medios de comunicación y al sistema educativo del país, que son parámetros importantes, según Moag (1982), para medir su pertenencia a ASL.
Con el fin de poner al día estas interpretaciones hemos llevado a cabo una pequeña investigación en las oficinas del gobierno y hemos recogido los últimos números del censo y de algunas investigaciones realizadas recientemente en la Isla (Hispania, 1992; Blau y Dayton, 1997 y Fayer, 2000). Estos datos nos ofrecen un cuadro aproximado, pero actual, de la convivencia de español e inglés en la Isla.
La investigación sobre la convivencia de inglés y español en las entidades del gobierno la llevamos a cabo por medio de cuestionarios. Enviamos cuestionarios a cincuenta oficinas o agencias gubernamentales, obtuvimos respuesta de treinta y cinco de ellas.5 Las preguntas estaban orientadas a averiguar la lengua utilizada en los documentos impresos en la oficina, el número de empleados bilingües, los requisitos de empleo, la periodicidad de los seminarios o talleres en Estados Unidos y la lengua en que se efectuaban las reuniones. Los datos aparecen en las tablas 1 y 2.
10 % | 11 % a 50 % | |
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Cartas | 24 (68,57 %) | 5 (14,28 %) |
Contratos | 22 (62,85 %) | 8 (22,85 %) |
Licencias | 19 (54,28 %) | 3 (8,57 %) |
Propaganda | 19 (54,28 %) | 4 (11,42 %) |
Prop. y auditorías | 22 (62,85 %) | 13 (37,14 %) |
gerenciales | técnicos | |
---|---|---|
Empleados bilingües | (más de 50 %) | (más de 50 %) |
18 (51,42 %) | 10 (28,66 %) |
Estos datos indican que el 68,57 %, de las agencias que contestaron, escriben en inglés sus cartas circulares, notificaciones, directrices y manuales un 10 % de las veces o menos, y 14,28 % de ellas lo hacen de un 11 % a un 50 % de las veces.6 El resto lo hace en español siempre. Mayor uso del inglés se hace en la segunda y en la quinta categorías: contratos, expedientes y registros, por un lado, y propuestas, auditorías, estudios e investigaciones. Esta última categoría de materiales la escribe en inglés (de un 11 % a un 50 % de las veces) el 37,14 % de las agencias. Esto es así porque muchos de estos documentos están dirigidos y supervisados por firmas privadas o gubernamentales de Estados Unidos.
Las entidades del Gobierno con mayor porcentaje de uso del inglés en sus documentos son el Banco Gubernamental de Fomento, Fomento Económico, la Oficina de Exención Contributiva, Acueductos, Energía Eléctrica y Turismo. En nuestra investigación hemos podido comprobar que Energía Eléctrica escribe en inglés de un 11 % a un 50 % de sus cartas circulares, notificaciones y manuales; de sus contratos, expedientes y registros; y de sus propuestas, auditorías y estudios. Turismo imprime en inglés más del 50 % de sus materiales de promoción y de un 11 % a un 50 %, de sus licencias, franquicias y certificaciones; y de sus propuestas, auditorías y estudios. Precisamente esta situación gubernamental general de tener un número representativo de documentos oficiales en inglés, a la que se añade la de muchas empresas privadas, es la que provocó un sinnúmero de exenciones lingüísticas cuando se aprobó la ley del Español como única lengua oficial en abril de 1991.7
En cuanto a la cantidad de empleados bilingües, la tabla 2 da los datos obtenidos por nosotros.
gerenciales | técnicos | |
---|---|---|
Empleados bilingües | (más de 50 %) | (más de 50 %) |
18 (51,42 %) | 10 (28,66 %) |
En algo más de la mitad de las dependencias estudiadas eran bilingües más de un 50 % de administradores de alta jerarquía. Energía Eléctrica y Turismo ofrecieron, también, los porcentajes más significativos en este renglón: un 65 % de los empleados gerenciales eran bilingües; un 70 %, de los técnicos; un 65 %, de los administrativos; y un 40 %, del resto (en Energía Eléctrica) y 100 %, 75 %, 75 % y 70 %, respectivamente (en Turismo).
Quisimos conocer, además, otras circunstancias relacionadas con estos datos, entre ellas, las exigencias de conocimiento de inglés necesarias para otorgar el empleo, y los talleres en inglés que reciben los empleados de la unidad. (Tabla 3)
Requisito bilingüismo | 16 (45,71 %) |
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Entrenamiento en E. U. | 24 (68,57 %) |
Reuniones en inglés | 19 (54,28 %) (sólo un 10 % de ellas) |
Reuniones en inglés | 5 (14,28 %) (de un 11 % a un 50 %) |
En general, menos de la mitad (un 46 %) de las oficinas entrevistadas señaló que pedía al futuro empleado saber inglés. Algunas entidades, como la de Energía Eléctrica y Turismo, indicaron que sólo exigían conocimiento de inglés en determinados puestos (ejecutivos, gerenciales y técnicos la primera).8
Los seminarios y talleres en Estados Unidos parecen ser práctica muy generalizada, como se ve en los datos. Algunas agencias señalaron que esos entrenamientos se dan varias veces al año, aunque, desde luego, no son para todos los empleados.
Además, de este sector laboral, determinadas profesiones se ven afectadas directamente por el bilingüismo oficial. Se trata de que los exámenes de reválida de algunas profesiones vienen directamente de Estados Unidos o se hacen en inglés en Puerto Rico (por ejemplo, los de arquitectos, ingenieros y contables; los médicos los tienen en ambas lenguas) y de que los documentos periódicos que deben producir algunas instituciones educativas y entidades privadas, para mantener la acreditación y para recibir fondos federales, se tienen que hacer en inglés. No hay que olvidar que gran parte de los fondos con que estas operan provienen del gobierno federal. Muchas instituciones oficiales financieras tienen que cumplir con leyes federales particulares, otras tienen que hacerlo porque parte de su labor está orientada directamente a transacciones con Estados Unidos.9
En el Gobierno hay muchas leyes que protegen el inglés, estableciendo que se pueden utilizar indistintamente español o inglés en los documentos producidos en las distintas dependencias.10 Por ello es que la ley que eliminaba el inglés como idioma oficial, que estuvo vigente de abril de 1991 a febrero de 1993, produjo gran revuelo en estos grupos. Los ingenieros y contadores públicos, por ejemplo, se quejaron de que con ella se les cerraban las oportunidades de empleo en los Estados Unidos.11
Otros muchos materiales están en inglés, entre ellos: libros de texto; rótulos; etiquetas de envases de alimentos; descripciones en frascos, informes y recetas médicas; documentos legales; programas de informática, etc.12 El deseo de privilegiar el inglés, sobre todo en los momentos en que el partido estadista está en el poder, llevaron al gobernador, Dr. Pedro Roselló, a dictar una orden ejecutiva en abril de 2000 para establecer que las reuniones con compañías multinacionales, nacionales o afiliadas, convocadas para atender procedimientos administrativos, debían hacerse en inglés.
Respecto a los datos del censo del 2000, un hecho debe ponernos en alerta, la proporción de puertorriqueños que vive en Estados Unidos, respecto a la de la Isla, ha aumentado. El censo del 2000, según se recoge en la tabla 4, muestra un total de 3 406 178 puertorriqueños residentes en Estados Unidos.
Total | 281 421 906 | |
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Hispanos | 35 305 818 | 12,55 % |
No hispanos | 246 116 088 | 87,45 % |
Mexicanos | 20 640 711 | 58,46 % |
Puertorriqueños | 3 406 178 | 9,65 % |
Cubanos | 1 241 685 | 3,52 % |
Dominicanos | 764 945 | 2,17 % |
Otros hispanos | 9 252 299 | 26,20 % |
Es decir los puertorriqueños viven divididos en ambos espacios, puesto que la población de la Isla es de 3 808 610 (tabla 5).13
Total | 3 808 610 |
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Blancos | 3 064 862 |
Negros | 302 933 |
Indios A. | 13 336 |
Asiáticos | 7960 |
Isleños P. | 1093 |
Otros | 260 011 |
Dos o más razas | 158 415 |
Esa situación facilita un intercambio intenso de uno a otro lado y mantiene a la población dividida entre Estados Unidos y Puerto Rico, dado que, por su ciudadanía, el puertorriqueño tiene las puertas abiertas para entrar a ese país. Los datos indican que el porcentaje de puertorriqueños residentes en el continente ha ido aumentando progresivamente (tabla 6).
1960 | 1970 | 1980 | 1990 | 2000 | |
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puertorriqueños en EE. UU. | 892 513 | 1 391 463 | 2 013 945 | 2 651 815 | 3 406 179 |
puertorriqueños en PR | 2 349 544 | 2 712 033 | 3 196 520 | 3 522 037 | 3 808 610 |
Total | 3 242 057 | 4 103 496 | 5 210 465 | 6 173 852 | 7 214 789 |
puertorriqueños en EE. UU. | 27,53 % | 33,90 % | 38,65 % | 42,95 % | 47,21 % |
Las cantidades no pueden ser más significativas, el desplazamiento de los puertorriqueños a Estados Unidos se acrecienta. Esta gran proporción de puertorriqueños en Estados Unidos se justifica si pensamos en las oportunidades de empleo y beneficios sociales que este país les ofrece14 y, desde luego, nos muestra cómo se va agrandando el espacio de interacción humana entre ambos países y, con ello, las oportunidades de interacción lingüística que se crean; especialmente, porque esta población no es estática. La información que se tiene al respecto indica que un 48,6 % de los puertorriqueños entrevistados en Hispania había vivido en Estados Unidos y 33,2 % de ellos, lo había hecho por más de 11 años (Hispania, 1992: Tablas 58,59). El 76,3 % de los entrevistados tenía un pariente cercano que vivía en Estados Unidos (Hispania, 1992: Tabla 63).
Son escasísimas las investigaciones hechas sobre el uso, las funciones y/o los dominios asignados al inglés en la Isla. La mayoría son acercamientos parciales, con muestras poco representativas, o estudios de opinión, que auscultan parte de estas relaciones. Se destaca la rigurosa investigación de campo, ya citada, llevada a cabo por el Ateneo de Puerto Rico, con la colaboración de especialistas de reconocida solvencia.15 Los resultados de este estudio ofrecen los siguientes datos en cuanto al uso del inglés en la Isla: un 11 % de puertorriqueños lee inglés «todo el tiempo» o «muchas veces» en su trabajo, un 9 % lo escribe y un 7,8 % lo habla (según esas mismas categorías) (Hispania, 1992: Tablas 28 A, B y C). Fayer (2000) recopila los resultados de tres diferentes investigaciones de cuestionario hechas a puertorriqueños de toda la Isla, con edades comprendidas entre 17 y 90 años, en 1976, 1987-88 y 1996.16 Los resultados del último estudio (160 informantes) mostraban que el 47 % de los encuestados leía inglés en el trabajo diariamente, el 27 % lo hablaba y el 6 % lo escribía (Fayer, 2000: 93). En cuanto a la autoevaluación de las destrezas en inglés, sólo un 16 % consideró que su inglés hablado era excelente y un 26 %, bueno; los porcentajes en cuanto a escribirlo, leerlo y comprenderlo eran escasamente más altos.17 Los hallazgos más importantes, a nuestro entender, fueron haber podido establecer fuerte correlación entre tener habilidades en hablar inglés y pertenecer a un nivel socioeconómico alto.
En cuanto a los medios de comunicación, según Blau y Dayton (1997: 139) y partiendo de la base de que sólo el 20 % de la población lee los periódicos, aún es mucho menor el porcentaje de los que leen prensa en inglés: un 1,6 % lee el San Juan Star, único periódico en inglés de tirada diaria, datos que se asemejan a los obtenidos por Fayer (2000). Para esta autora, como para Blau y Dayton, es en las revistas donde se recoge mayor cantidad de títulos y lectores. En las localidades revisadas por Blau y Dayton, Mayagüez y Ponce, un 72 % y un 80 %, respectivamente, de las revistas estaban escritas en inglés.
Respecto a los medios activos (cine, televisión y radio), hay tres estaciones de radio en inglés y muchos canales de televisión en esa lengua, porque la subscripción al cable en inglés está muy extendida por toda la Isla. El cine presenta mayormente películas hechas en Estados Unidos, en muchas ocasiones, la misma película se presenta con versiones en inglés y doblada al español. Las primeras no siempre tienen subtítulos. Las películas europeas o hispanoamericanas suelen caer en la categoría de cine experimental. Los datos que ofrece Fayer, respecto a películas, televisión y vídeos en inglés, apuntan a un incremento en los porcentajes del tercer estudio. En este estudio, el 45 % de los que contestaron los cuestionarios ve películas diariamente en inglés (debemos suponer, como señala la autora, que son películas de televisión); el 53 %, ve televisión; y el 24 %, vídeos (Fayer, 2000: 98).
Uno de los requisitos de la oficialidad de una lengua es, como señalamos, la protección educativa. En esta exposición no nos vamos a detener en la historia del proceso educativo del país, que cuenta ya con varios trabajos de importancia, entre ellos, el de la Academia Puertorriqueña de la Lengua, 1998. En ellos se señala el paso paulatino del inglés como medio de instrucción al inglés segunda lengua favorecida en la escuela.18 En abril de 1997 el proyecto del «Ciudadano bilingüe» estableció nuevamente el inglés como vehículo de enseñanza en algunas escuelas del sistema público.19 Hoy, con el partido estadolibrista en el poder, se ha vuelto a mantener el inglés como asignatura.20 A lo largo de los años se ha demostrado que pese a la atención dedicada al inglés, con diversos grados de presión dependiendo de la autoridad del momento, éste no ha alcanzado el nivel de dominio esperado.21 A nuestro entender dos son las explicaciones posibles de ese fracaso: primera, considerar que se puede conseguir fluidez en una lengua cuando el entorno que rodea a los aprendices no tiene hablantes de esa lengua; 22 segunda, creer que el Departamento de Educación, que es el que debe llevar a cabo la empresa, está preparado y cuenta con los instrumentos necesarios para realizarla.
Respecto a la primera, conviene considerar que, aunque se insiste en que el bilingüismo es la norma más que la excepción en las sociedades del mundo actual, mantenerlo, cuando las circunstancias naturales no lo promueven, no deja de ser una empresa difícil.23 La adquisición no se ve ya como el proceso rápido que muchos especialistas postulaban. Los factores educativos y socioeconómicos tienen, en estos casos, la última palabra.24 En la bibliografía sobre el tema sale a relucir, una y otra vez, que la habilidad en la adquisición de una segunda lengua se ve condicionada fuertemente por el nivel sociocultural de los aprendices (Hakuta et al., 2000). En los casos de circunstancias externas poco favorables, la escuela es el único instrumento de aprendizaje y el éxito dependerá del nivel de calidad y especialización que haya alcanzado.25
La escuela pública en Puerto Rico, a la que acude la mayoría de los niños del país, aún no obtiene los frutos esperados. Una de las fallas más importantes es la falta de maestros especializados, lo que ocasiona que las clases estén en manos de maestros no cualificados y que el incidentalismo sea una práctica recurrente.26 Los datos del College Board no pueden ser más desalentadores, en Magriñá (2000) se presentó un estudio de los resultados de aprovechamiento de inglés y español en los últimos quince años. El aprovechamiento había ido en continuo descenso y los últimos datos eran ya preocupantes (Morales, 1998, 1999, 2001). Cabe pensar, pues, que no sólo es el aprendizaje de la segunda lengua el que ha fallado, sino, también, el de la primera y, en este caso, se pierde el apoyo más importante que debe recibir la enseñanza de una lengua extranjera.27
La escuela pública puertorriqueña tiene otros deberes. Entre ellos, los programas que atienden a los hijos de los emigrantes. El Programa de Educación Bilingüe se creó en 1976 para ayudar a estos escolares que llegaban con insuficiente conocimiento del español y atiende regularmente de un 5 % a un 10 % de la población escolar.28
A la luz de todos los datos que hemos expuesto, Puerto Rico ofrece una situación de bilingüismo oficial no identificada en los textos que describen estos hechos. Hay, pues, situaciones políticas que establecen una lengua oficial, no tanto por las relaciones internas de gobernante a gobernados, sino por la asociación política externa con un país extranjero. En ese sentido el bilingüismo oficial de Puerto Rico es una decisión política, motivada por causas políticas, no lingüísticas. Esta asociación política produce, como consecuencia, una serie de circunstancias lingüísticas que son las que hemos estado describiendo en este trabajo. La convivencia lingüística ha producido un nivel especial de contacto lingüístico que coloca al país en una categoría particular de uso del inglés entre ESL (English Second Language) y EFL (English Foreign Language). El contacto se origina mayormente en las capas oficiales y superiores de la sociedad, según hemos presentado, y es por ello que el uso del inglés se acerca a la categoría de ESL. Desde luego, no deja de permear también algunos otros niveles más bajos de la comunidad, especialmente, por el trasiego de los ciudadanos desde y hacia Estados Unidos.
La identidad del puertorriqueño no parece menoscabada por esta situación. Defiende el español como su lengua materna, basa en él su identidad nacional y mantiene lealtad lingüística a ultranza. Así ha quedado demostrado en sucesivas investigaciones; pero eso no impide que los cambios sociales, demográficos y económicos que están sucediendo en el mundo y las expectativas de participación activa en él, incluyendo la integración en el desarrollo de la Cuenca del Caribe (que es un mosaico de lenguas), hagan ver a algunos puertorriqueños el bilingüismo como agente facilitador del desarrollo económico y necesidad ineludible de nuestro tiempo.