Desde los orígenes de la dialectología hispanoamericana se ha planteado el problema del léxico del español de América en relación con las cuestiones de la unidad y la diversidad de la lengua española. ¿Existe una identidad hispanoamericana manifestada en determinados repertorios de unidades léxicas? ¿Cuáles son los componentes de conformación de estos repertorios (fuentes) en relación, por ejemplo, con una específica visión de mundo, de contactos específicos (lenguas amerindias, influencia del inglés)? ¿Cuál es la tensión que se produce entre el componente panhispánico de la realidad léxica de Hispanoamérica y los ítemes diferenciales propios de cada área y de las regiones particulares? Interrogantes de esta índole se formulan en dimensión prospectiva y ponen a prueba decisiones que, en el campo de la planificación lingüística (ejemplaridad, normatividad, estandarización), afectan al llamado «futuro del español de América». Las Academias de la lengua española, por ejemplo, trabajan denodadamente en proyectos que tratan de afianzar la unidad, en perspectiva panhispánica, reconocida como un bien inestimable. No obstante, se admite, los anhelos de unidad no deben ser confundidos con propósitos de uniformidad. Por el contrario, se reconoce en la diversidad un valor también insustituible, que atañe directamente a la conformación de las diversas identidades locales americanas. Entre ambas tensiones, ¿cómo actúan los procesos de regulación que evitan que se rompa tal equilibrio inestable?
La lexicografía hispanoamericana ha sido, como es lógico, una de las áreas más sensibles a este tipo de problemática. La larga tradición diccionarística del español de América resulta, de este modo, una manifestación objetiva de las tensiones señaladas. Como se sabe, es éste un dominio particularmente productivo y de permanente efervescencia y vitalidad en las llamadas industrias de la lengua, por lo cual se ha creído oportuno, en este panel, concederle un espacio destacado de atención. De este modo, el Dr. Francisco Petrecca se propone mostrar cómo los estudios léxicos pasados pueden servir de base para continuar la tarea que impone el momento actual a este tipo de estudios. El análisis de las circunstancias en las que se recogió el material documental puede ser útil para organizar esa siempre insatisfactoria e inconclusa labor de recoger el léxico (siempre fragmentario, parcial y tardío). La globalización o mundialización (ya aparece un problema) nos obliga a enfocar este tema de manera conjunta y sostenida y no, como pareciera que ha sido la práctica más frecuente, reducirnos a sumar vocabularios parciales.
El Dr. Luis Fernando Lara, por su parte, enfrenta la cuestión teórica general de «los diccionarios contemporáneos del español y de la normatividad». Así, se propone plantear el problema de la validez social de los diccionarios actuales del español, en términos de la fiabilidad de sus datos, de la necesidad de entender qué tan compleja es la existencia de normas lingüísticas en el mundo hispánico y de la necesidad de que los diccionarios alcancen legitimidad entre los miembros de la sociedad. Toma como base una revisión somera del papel del Diccionario de la Academia Española en la constitución de la lexicografía hispánica y su propia experiencia en el Diccionario del Español de México, y una crítica a ciertos diccionarios recientes, que hacen predominar sus intereses de venta sobre el reconocimiento de las necesidades de los hispanohablantes, en particular, los hispanoamericanos.
A su vez, el Dr. Reinhold Werner, también desde una aproximación crítica amplia, se refiere a los «temas pendientes en la lexicografía del español americano», centrándose en las siguientes cuestiones: 1) la tradición lexicográfica hispanoamericana; 2) el seudo-problema (para fines lexicográficos) de la posible oposición entre un español de América, de Chile, etc., y un español de España; 3) la distinción entre enfoques integrales, diferenciales, contrastivos (con una defensa de estos últimos); 4) la distinción entre información lexicográfica sincrónica-descriptiva y enciclopédica (la relación entre selección de voces y la información sobre éstas); 5) las deficiencias generales en el plano microestructural de los diccionarios; y 6) la recuperación y recopilación de información contenida en los diccionarios hispanoamericanos del pasado.
Desde un punto de vista metalexicográfico más específico, la Dra. María Josefina Tejera intenta mostrar los problemas relativos al tratamiento de las frases proverbiales, que, de todas las unidades fraseológicas, han sido las menos estudiadas. Nadie discute su existencia, pero apenas se mencionan en los estudios, los cuales están dedicados a ofrecer ejemplos del español peninsular. No obstante, tales frases existen en todas las variedades del español y no sólo en esta lengua. Varios aspectos interesan para particularizarlas: su inserción en el contexto lingüístico, su estructuración interna y su definición en cuanto estructura semántica. Particularmente interesante resulta el hecho de que serán eliminadas de la nueva edición del diccionario académico, tal y como fueron eliminados los refranes, con lo cual se reconoce que tales unidades fraseológicas tienen alguna propiedad común.
El problema de las zonas dialectales del español de América se inscribe dentro de una cuestión mayor cual es la de las grandes dialectalizaciones de la lengua española. Conocida es la tradicional gran partición del castellano en «español de España - español de América», severamente criticada en la bibliografía especializada como una articulación extrínseca, no dialectológica. Entre las propuestas que pretenden tener base empírica, apoyadas en sistemas de isoglosas (de acuerdo con la tradición inaugurada, en la lingüística hispánica, por Eugenio Coseriu y José P. Rona), una de las que ha tenido mayor repercusión es la de la bipartición dialectal del español en una «modalidad castellana» y una «modalidad atlántica». Dentro de cada una de ellas, naturalmente, se reconocen a su vez modulaciones dialectales de recorrido geográfico más restringido, las llamadas zonas. En la historia de la dialectología hispanoamericana se ha reproducido el mismo esquema configurador de las grandes dialectalizaciones: las ha habido extrínsecas (corno la clásica de Pedro Henríquez Ureña, en 1921) y propiamente geolingüísticas (como la modélica de José P. Rona, en 1964, que abre todo un camino metodológico seguido por varios). Magnífico recuento de las discusiones lo hace Francisco Moreno Fernández en su conocido trabajo La división dialectal del español de América (1993). La cuestión dista mucho de ser una mera discusión académica, puesto que entraña cuestiones de tanta importancia como la identidad lingüística hispanoamericana y de cada una de sus regiones, y se inserta directamente en las tensiones entre unidad y diversidad de la lengua española, con todas las proyecciones político-lingüísticas que de ello se derivan.
Dentro de este marco general, la Dra. Pilar García Mouton se plantea el problema de «la división dialectal del español de América: reflexiones y propuesta: de trabajo». Éste es uno de los temas clásicos de los estudios de dialectología que, en esta ocasión, se propone considerar en sus puntos de contacto con los dos grandes temas del congreso: el español como recurso económico y el español en la sociedad de la información. El establecimiento científico de las zonas dialectales, al margen de su gran interés dialectológico, tiene una repercusión evidente de tipo práctico —económico y cultural— en la posibilidad de planificar el cultivo de las normas zonales y, junto a ellas, el de una supranorma compatible con las del español de América y las del español de España. Pero de momento, la tarea todavía resulta inabarcable. En su tratamiento, la Dra. García Mouton estructura el tema en varias secciones marco; antecedentes; criterios; situación actual y metodología; propuesta de trabajo.
Por su parte, el Dr. José J. Montes Giraldo retoma sumariamente sus trabajos sobre «la bipartición dialectal del español», revisando diversos planteamientos: críticos que han abordado las dos grandes variedades del español. Ilustra la tesis de las dos modalidades con diversas figuras explicativas y un cuadro dialectal en que se resume su propia propuesta de división dialectal.
En perspectiva más particular, el de un área dialectal de fuerte personalidad histórica, el Dr. José Luis Vega pretende mostrar la situación del español en Puerto Rico, cuya historia ilustra la secular puesta a prueba de la cultura puertorriqueña. Desde 1998, la lengua patrimonial de los puertorriqueños, el español, ha vivido en una peculiar relación de tensión con el inglés, tensión que se manifiesta de diversas maneras en la subjetividad y en la experiencia cotidiana del puertorriqueño. Es tiempo ya de reconocer, sin embargo, que la batalla en favor del español en Puerto Rico se ha ganado. Los puertorriqueños atesoran y viven el español como su lengua vernácula, tanto en el sentido práctico como en el simbólico. Al mismo tiempo reconocen, con naturalidad, la conveniencia cultural y económica de aprender, como segunda lengua, el inglés. No obstante, las facciones políticas del país aún recalientan sus pasiones al rescoldo de la polémica del idioma. No es el contacto con la lengua inglesa ni la impuesta cooficialidad de ambos idiomas lo que podría afectar más gravemente la salud del vernáculo en Puerto Rico, sino los desenfoques en la pedagogía de ambas lenguas.
Finalmente, el Dr. Antonio Quilis, en un terreno todavía más acotado, el del trabajo de campo dialectal, conditio sine qua non de cualquier propuesta de zonificación fundada empíricamente, muestra una de sus propias experiencias geográfico-lingüísticas, la realizada en los Andes (Santa Cruz de la Sierra, Cobija, Trinidad, Riobamba, San Ignacio, San José de Chiquitos, San Matías, Puerto Suárez), en Vallegrande y en Tarija. En la investigación, se estudia la distribución diatópica de los siguientes fenómenos: a) ensordecimiento de las vocales finales; b) mantenimiento de /-s/; c) los sufijos del diminutivo; y d) el voseo.