Caracterización de las funciones del pretérito perfecto en el español de América María de la Luz Gutiérrez Araus
Directora del Departamento de Lengua Española de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid (España)

Nos proponemos en este trabajo trazar un panorama del uso del pretérito perfecto de indicativo dentro del español en América, no sólo a través de las informaciones provistas por monografías de las distintas variedades del español americano, sino también a partir de los resultados obtenidos en una investigación personal basada en el análisis de materiales de español hablado y escrito, a fin de indagar en cuáles son sus funciones en el diasistema español, hasta qué punto hay o no homogeneidad en el uso dentro del español de América y en qué aspectos concretos difiere del español peninsular.

1. Parece importante ofrecer, en primer lugar, y aunque sea de modo sucinto, el marco teórico explicativo de las categorías verbales relevantes en la caracterización del perfecto, a fin de dejar claras sus coordenadas lingüísticas.

Algunos estudiosos1 han criticado la rigidez y excesiva jerarquización con que habitualmente se ha descrito el sistema verbal del español y han destacado el hecho de que no todas las categorías funcionan en todas las unidades del sistema. Las tres categorías gramaticales que consideramos relevantes en el funcionamiento y significación del perfecto son: temporalidad verbal, aspecto verbal y perspectiva discursiva.

1.1. Temporalidad verbal. Los problemas de ambigüedad que presentaba el concepto de tiempo verbal han hecho que se hable de una categoría más adecuada para resolverlos, la temporalidad verbal, cuya característica crucial consiste en que se trata de una categoría deíctica. Una proposición dotada de tiempo gramatical contendrá una referencia a algún punto o período de tiempo imposible de identificar como no sea a partir del punto cero de la enunciación, respecto del cual podemos distinguir una variedad de unidades potenciales del tiempo gramatical por medio de la simultaneidad, proximidad o no proximidad, anterioridad o posterioridad, etc.

En el entramado de referencias temporales hay que realizar una diferenciación importante, especialmente de la forma que es objeto de nuestro estudio: la relación temporal primaria o básica que expresa una unidad y el punto con respecto al cual lo hace. De ahí que distingamos entre: formas absolutas, las que marcan una relación directa con el punto de referencia u origen, y formas relativas, las que marcan una relación indirecta con respecto al origen, es decir, a través de otra, relacionada, a su vez con el origen.

Las formas compuestas de toda la conjugación son relativas en su referencia temporal, dado su carácter de antigua perífrasis con el auxiliar haber. Todas ellas tienen el rasgo de anterioridad que Alarcos (1994 &229) considera como el morfema que sitúa la noción denotada por la raíz verbal en un período precedente al momento señalado por las formas simples correspondientes. Estas formas compuestas deben ser caracterizadas, en primer término, desde el punto de vista de la temporalidad verbal y en segundo término, por ser compuestas del auxiliar haber, desde el punto de vista del aspecto perfectivo.

La temporalidad del Pretérito Perfecto es la de señalar anterioridad a un momento simultáneo al origen o punto central: estas dos referencias ocasionan su peculiaridad dentro del sistema:

a) como forma de anterioridad al origen, compite con cantó y con esta forma tendrá una relación especial que difiere en el diasistema del español. En el español peninsular he cantado puede ser antepresente, pasado de anterioridad inmediata, frente a una gran mayoría del español atlántico, donde la función de antepresente la desempeña la forma simple cantó;

b) como relacionada con un punto de simultaneidad al origen, está en el campo del presente, un plano de presente resultativo, por su aspecto verbal de forma compuesta. Además, queda englobada en una plano discursivo diferente de las demás formas del pasado, una perspectiva de actualidad con respecto a la enunciación, tal como se analizará en la categoría perspectiva discursiva. En esta función de presente resultativo coincide todo el dominio hispánico y es común y se incluye una referencia hasta ahora.

Debe tenerse en cuenta que se establecen estrechas relaciones entre el sistema y el discurso en este campo del estudio verbal, como queda de manifiesto en un trabajo reciente de Gutiérrez Araus (1998). El verbo está especialmente marcado por la presencia del enunciador, como sucede con todos los deícticos, que son categorías lingüísticas al servicio del discurso. Cualquier modificador temporal que aparezca en el discurso y que no indique la misma temporalidad que le corresponde en el sistema a la forma verbal que acompaña, cambia el valor de esta forma verbal. El perfecto no se escapa de ello y tiene en el español de América como valor discursivo más destacado el que llamamos perfecto enfatizador de discurso narrativo.

1.2. Aspecto Verbal. Conviene destacar que el aspecto verbal es una categoría ciertamente necesitada de una fuerte revisión en las lenguas románicas. Sobre ella no se han desarrollado teorías importantes. Destaca el rechazo de esta noción por parte de Weinrich (1968) y el esfuerzo de Coseriu (1980) en establecer distinciones dentro de los significados aspectuales. Quizá sea el aspecto la categoría verbal en que las discrepancias entre lingüistas son más llamativas. Algunos trabajos publicados en los últimos años (Comrie, 1976; Coseriu, 1980; Bache, 1982) han comenzado a hacer menos confusa la situación existente, aunque eso no supone que las discrepancias hayan desaparecido. Por otra parte, es difícil apreciar una distinción entre temporalidad relativa o secundaria y aspecto, de ahí que algunos estudiosos, como es el caso de Rojo (1990, 30) afirmen que la temporalidad es la categoría verbal que basta para dar cuenta del comportamiento de las formas verbales españolas y que hace innecesarias otras categorías. Efectivamente, creemos que la temporalidad tiene mayor capacidad explicativa que las otras dos que proponemos, el aspecto y la perspectiva discursiva, pero estas dos son igualmente importantes de cara a una caracterización totalizadora del pretérito perfecto como de las otras formas compuestas del español.

El aspecto verbal es la categoría que explica en español el lugar que ocupan en el sistema verbal las perífrasis de contenido aspectual. Y precisamente el carácter de antigua perífrasis verbal de las formas compuestas, como es el caso del perfecto he cantado, le da una característica aspectual. La descripción que lleva a cabo Comrie (1976) al describir los rasgos de los diversos tipos de perfecto se inscribe claramente en una defensa de la categoría aspecto verbal caracterizadora de ellos, y concretamente en el perfecto resultativo, el cual forma parte del diasistema del español.

Numerosos autores han considerado de base aspectual la opción canté/cantaba y no han faltado tampoco quienes defienden como aspectual la caracterización de las unidades representadas por el conjunto de formas compuestas en contraposición a las formas simples. Creemos que en el sistema verbal del español, mientras en las formas simples la temporalidad es la categoría clave, en las formas compuestas, además de la temporalidad, o unida a ella, el aspecto adquiere relevancia y concretamente un valor resultativo-continuativo en la forma he cantado. Sin embargo, la oposición canté/cantaba queda perfectamente explicada sobre la base de la categoría de la temporalidad, sin necesidad de implicar al aspecto, como se ha venido y se viene haciendo por gran parte de gramáticas del español. Frente a éstas destacan las atinadas sugerencias de Bello, y del mismo Coseriu (1976, 1980). En todo caso, es visible la facilidad con que una óptica temporal de simultaneidad (cantaba) ha podido vincularse a determinados matices aspectuales como: duratividad, cursividad, imperfectividad, iteratividad, etc. En esta perspectiva de temporalidad se inscribe nuestra postura sobre el imperfecto en trabajos sobre las formas verbales del pasado (1995, 1996 y 1998).

1.3. Perspectiva discursiva. Esta categoría hace referencia a cómo emplea el hablante las diversas formas verbales en relación con los diferentes momentos y tipos de la comunicación, bien en una circunstancia de participación, bien en una circunstancia de alejamiento. Su principio organizador está en relación con el discurso, de ahí que llamemos a esta categoría perspectiva discursiva y puede ser de dos tipos: perspectiva actual o del discurso, que está en coincidencia con el momento de la enunciación, y perspectiva inactual o de la historia que no está en coincidencia con el momento de la enunciación.

Weinrich (1974, 62), adelantándose bastantes años a los modernos planteamientos de la gramática del discurso y a la pragmática, puso de relieve el hecho de que los tiempos tienen que ver con la situación comunicativa y ante la variedad grande de situaciones comunicativas propone dos grupos de unidades verbales, las del mundo comentado y las del mundo narrado. Del mismo modo que el lenguaje reproduce el modelo fundamental de la comunicación al colocar el morfema de persona en el verbo, los tiempos verbales van marcados por la situación comunicativa en que se hallan habitualmente. Se espera que aparezcan todos los tiempos en todas las situaciones comunicativas, pero la verdad es que, fijándonos concretamente en dos grupos de tiempos y no vagamente en todos los tiempos, aparecen determinadas afinidades entre ambos grupos y ciertas situaciones comunicativas.

La clasificación de Weinreich de los tiempos en: tiempos del mundo comentado y tiempos del mundo narrado se relaciona con la categoría verbal que hemos llamado perspectiva discursiva. Dentro de la perspectiva actual se pueden englobar las formas del mundo comentado, mientras que dentro de una perspectiva inactual están las del mundo narrado. De acuerdo con esta categoría verbal podemos caracterizar al perfecto como marcador de una perspectiva actual, al igual que el presente canto (tiempo cero de esta perspectiva actual y las formas del futuro: cantaré, habré cantado). Forman parte de una perspectiva inactual: las formas del pasado (canté, cantaba, había cantado y hube cantado), así como las formas del condicional (cantaría, habría cantado).

Como formas diferentes de comunicación presentan rasgos identificadores variados: en la narración, en el relato, se da una relajación: los sucesos narrados, aunque sean terribles y aunque se remonten al día anterior quedan como pasados por el filtro del relato, perdiendo mucho de su dramatismo. En la situación comunicativa no narrativa, en cambio, la actitud es de tensión: en ella el hablante está en tensión y su discurso es dramático porque se trata de cosas que le afectan directamente en el marco temporal de referencia. Aquí el mundo no es narrado, sino comentado, tratado. La escala de las situaciones comunicativas es muy amplia y no existe otro signo identificable inequívoco en el comentador que el ser alguien completamente distinto del narrador.

En conclusión, consideramos que la unidad verbal he cantado se inserta en el sistema verbal en las coordenadas siguientes: en el terreno de la temporalidad verbal, presenta una doble referencia: la de anterioridad al origen y la de simultaneidad al origen, lo que origina los diversos significados que presenta en el sistema y que varían en el diasistema del español. En su calidad de forma compuesta y, en consecuencia, antigua perífrasis, presenta una relación con la categoría aspecto verbal que no creemos ver en las formas simples y su rasgo caracterizador más relevante es el de resultativo. En cuanto a la categoría perspectiva discursiva se define como forma del plano actual respecto a la enunciación y la excluye del mundo de la narración.

2. Estudios sobre el uso del perfecto en América

2.1. En publicaciones generales sobre el español de América se precisa poco al respecto y el panorama que se traza apenas alude a algo más que al uso mexicano, tras la publicación del conocido trabajo de Lope Blanch (1961). Ya Kany (1969, 199) había apuntado, de modo sucinto y mezclando criterios sincrónicos y diacrónicos, como es habitual en su libro, que en Madrid se prefiere el pretérito perfecto, empleándose con frecuencia casos en los que antaño únicamente el indefinido se consideraba legítimo (ayer he ido = fui a verlo) y añade un dato interesante: que este uso, raro en el español de América, es corriente en Bolivia, al igual que en el noroeste de Córdoba (Argentina).

Moreno de Alba (1993, 179) indica que los pretéritos simples del español americano (o al menos del bogotano y del mexicano) difieren del uso peninsular en que pueden tener relación con el presente, o mejor dicho, pueden tener modificadores temporales que incluyen el momento presente, sin que ello signifique que pierdan su valor perfectivo («hoy llegué tarde», «este año no pude ir», «ahora no me hablaron por teléfono», etc.).Y al referirse al pretérito perfecto, al que llama antepresente con el término de Bello, aunque está claro que es todo menos antepresente en la mayor parte de la América hispana, acaba de identificar esa función en el pretérito simple. Siguiendo la propuesta de Lope Blanch, dice que es un presente con aspecto imperfectivo. Sin embargo, apunta que este contenido de la forma compuesta es «secundario, pero innegable en el español peninsular». No creemos que el valor resultativo del español peninsular sea menos importante o secundario, sino una forma en distribución complementaria y tampoco que deba confundirse imperfectivo con resultativo.

Un libro como la Dialectología Hispanoamericana, de J. Zamora Munné y J. M. Guitart (1982, 170), alude al tema de modo claramente desenfocado, indicando que quizá la preferencia verbal (es cuestión estadística de frecuencia, no de exclusividad de uso) que más distingue al uso americano general del peninsular es la del pretérito simple o indefinido en América, para situaciones donde el uso peninsular prefiere el perfecto.

Beatriz Fontanella, en un libro dedicado al español de América, (1992), no hace referencia alguna al empleo divergente de los dos pretéritos —simple y compuesto—. Sin embargo, María Vaquero, en un librito sobre la morfosintaxis del español en América (1996, p. 29), toma como referencia el estudio de J. Cardona (1979) del que damos cuenta más adelante, y señala entre las tendencias generales de las formas verbales la alta frecuencia del pretérito simple, lo cual depende, según ella, de muchos factores discursivos y no significa que el compuesto haya desaparecido.

Poco más podría decirse acerca de la presentación de este aspecto gramatical en las publicaciones generales sobre el español de América. Son, sobre todo, los estudios monográficos los que ofrecen un mayor interés y un aporte de datos de muy variada fiabilidad y rigor científico y a los que nos referiremos a continuación. Lo presentaremos por diversos países y áreas, según las descripciones que aparecen en la bibliografía y según la existencia de materiales para su estudio que nos han permitido investigar directamente el tema: México, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, el Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay y Paraguay2. De cada una de estas áreas presentaremos, en primer término, sucintamente lo que se ha dicho hasta el momento para, posteriormente, dar cuenta de lo que nuestros análisis de muestras de los materiales impresos ofrecen como conclusiones.

Comenzando por México, en 1961, Lope Blanch realiza una interesante descripción del uso del pretérito en el español de México en el que pone de relieve, en primer lugar, que era falsa la creencia de que la forma compuesta era de uso raro en América, así como la idea de que ha habido confusión entre las formas simple y compuesta. Lope Blanch centra la oposición canté/he cantado en México en el aspecto verbal: perfectivo y puntual para canté y durativo y reiterativo para he cantado. El hecho de que he cantado aluda a fenómenos que, comenzando en un pasado, todavía están en el presente, le induce a pensar que se trata de aspecto durativo y pone como ejemplos: Este mes estudié mucho (= ya he acabado de estudiar), frente a: Este mes he estudiado mucho (= todavía continúo estudiando), o bien: Vámonos. El maestro no vino (definitivamente; ya no va a venir), frente a: El maestro no ha venido (todavía, pero puede venir aún).

De igual modo, la explicación del aspecto reiterativo de he cantado la ofrece en contextos en que la presencia de operadores como muchas veces, creemos que es la causa de este semantismo: Eso ya lo discutimos ayer/Eso ya lo hemos discutido muchas veces. Dice Lope Blanch que la forma simple es «puntual», expresa acciones concretas, hechos repetidos que se han verificado en varias ocasiones, frente al aspecto reiterativo de la compuesta. Sin embargo, no compartimos su visión porque puede darse en México perfectamente un contexto como: Eso lo discutimos ayer muchas veces, y la forma compuesta lo hemos discutido aparece, no por la presencia de muchas veces, sino por la referencia implícita —de temporalidad y perspectiva discursiva, hasta el momento presente—.

Para demostrar el aspecto reiterativo del perfecto, también apunta Lope Blanch como operadores de reiteración la unidad últimamente: Ultimamente te han visto paseando con F, cuando, en realidad, se trata de un operador que aporta una referencia de implicación en el presente, que no de antepresente o pasado de anterioridad inmediata. Esa misma implicación se da en el caso del saludo habitual en México, después de un tiempo de no verse: ¿cómo has estado?, que equivale a: ¿cómo estuviste?, sumado a un ¿cómo estás ahora?

Lope Blanch, aunque señala que lo que diferencia al uso mexicano del peninsular es que en éste la anterioridad inmediata la marca el compuesto y en México no sucede eso. Pero añade, sin dar explicación válida, que con locuciones temporales como todavía no, aún no y otras se usa el compuesto en casos de anterioridad inmediata, como: todavía no ha llegado, frente a: sí, ya llegó, si bien no se diría: todavía no llegó, ni: ya ha llegado.

La relación de la negación con el empleo del perfecto es interesante y creemos que podría explicarse por el hecho de que al negar que haya sucedido un evento hasta el momento, se da un corrimiento del pasado al presente, es decir, hay una equivalencia con el presente: ¿tu hermano? Todavía no llega/ha llegado. Hace ocho días que no duermo/he dormido.

El mismo fenómeno se da con un marcador temporal en que el pasado se junta con el presente, como: siempre, que también engloba al presente: siempre uso/he usado lentes frente a: en aquella época siempre usé lentes.

Podría afirmarse que el perfecto, en el valor común a todo el diasistema del español, es un pasado habitual en el mundo comentado, o sea, en una perpectiva discursiva actual, frente al pasado habitual del mundo narrado, que es el imperfecto. Pero parece mejor considerarlo permanente, pues no es lo mismo permanecer en la validez que repetirse como hábito. Por todo esto, en lugar del término imperfectivo propuesto por Lope Blanch, preferimos el de resultativo-continuativo, como se indica en Gutiérrez Araus (1995), continuativo por pertenecer al plano del discurso actual, no al plano inactual o narrativo. Todo lo cual se da también en el uso de España: todos los que me querían murieron (narro algo que pertenece a mi pasado), frente a: todos los que me querían han muerto (comento que esas muertes están en mi presente psicológico).

Un punto interesante del estudio de Lope Blanch lo encontramos en el capítulo dedicado a los «Valores secundarios del p. Compuesto» (p. 14), donde señala: «Es frecuente en oraciones exclamativas, implicando siempre un contenido afectivo muy marcado y con un claro poder de actualización». Lope Blanch presenta aquí el valor que llamamos enfático o de énfasis discursivo en la narración (Gutiérrez Araus, 1995), que se ha descrito para Venezuela y que no se resalta en la bibliografía sobre otras variedades, pero que nosotros descubrimos en otros puntos de América, como se señala más adelante. Pone como ejemplos:

«Otro probe que venía por la misma calle me la pagó... ¡Qué maroma lo ha hecho dar!» (Azuela: Los de abajo, 135).

«¡Esta mañana ha caído un aguacerazo… tremendo!» (en expresión no enfática: cayó es lo habitual con esta mañana).

Sobre el español de Puerto Rico conviene destacar varios trabajos. Dentro de un libro de ámbito más amplio, El español del Caribe (1992, 144), Humberto López Morales señala que la alternancia de las formas simples y compuestas del pretérito como un problema que «se enmarca en un complejísimo problema teórico, en que se entremezclan los factores tiempo y aspecto». Pone de relieve asimismo que en el Caribe el valor temporal de pasado inmediato se ha desvanecido, quedando en pie los elementos aspectuales (y quizá estilísticos).

Entre los lingüistas que se ocupan de este tema en el español de Puerto Rico hay que destacar dos: Amparo Morales (1992) y Julia Cardona (1979 y 1980). Lo más relevante de los dos artículos de Cardona está en presentar datos cuantitativos extraídos del análisis de un corpus: hay una tendencia muy marcada hacia una proporción relativamente alta de los compuestos a simples, de uno frente a tres, lo cual rebate el juicio de Gili Gaya (1972) y otros sobre el predominio absoluto de la forma canté frente a he cantado en Puerto Rico. La variable sexo no influye, lógicamente, apenas en el uso de ambas formas y sólo se reseña que el patrón de uso (1/3) está más claramente establecido entre los hombres. Asimismo, señala Cardona que el contenido semántico de los verbos no incide en el uso de una u otra forma, porque aparecen ambas con los mismos lexemas. Otro aspecto que presenta y nos parece sumamente revelador para confirmar nuestra propuesta es el hecho de que hay un claro incremento de la forma simple y ausencia de la compuesta en contextos con alta proporción de pretérito imperfecto, frente un mayor uso del perfecto en los discursos en que predomina el presente. Esto confirma que el perfecto en América, al igual que en la Península, no aparece en discursos narrativos (perspectiva inactual), sino en una perspectiva actual, de discurso comentado.

Amparo Morales (1992) se ocupa del pretérito compuesto en Puerto Rico en sus aspectos de adquisición y norma del adulto. Sobre una submuestra del corpus empleado por Cardona (1980), Morales señala que los resultados que se desvían en la frecuencia de uso de canté y he cantado se deben al tipo de tema de las entrevistas, concretamente: Temas generales y abstractos: perfecto, frente a la narración de hechos concretos y particulares: forma simple. Tiene en cuenta también —como Cardona, pero de manera más rigurosa en sus planteamientos lingüísticos— la relación entre la clase semántica de los verbos (verbos de estado; verbos de actividad sin objeto; verbos de actividad con objeto y verbos de evento) y su relación con la forma compuesta, y demuestra que es un aspecto poco significativo. Más sugerentes son las conclusiones sobre el tipo de adverbio que acompaña al pretérito. Parte de una clasificación en: ayer (puntual anterior), hoy (puntual presente), dos horas (durativo), siempre (habitual), no (negativo), etc., y presenta como datos significativos que al lado del perfecto es no (con el 32,45 %) el más usado, y los que marcan acción habitual: siempre, nunca, a cada rato, muchas veces. Otro punto relevante de dicho trabajo es que estudia también el tipo de discursos en que se utiliza el perfecto. Los clasifica en: narraciones de eventos concretos, narraciones generales que suceden habitualmente, comentarios u opiniones del hablante y diálogo directo con el oyente. Sobre esta base se concluye que la máxima frecuencia para he cantado es el grupo de comentarios u opiniones, y la mínima el de narraciones de eventos concretos. Estas conclusiones dejan en evidencia que la perspectiva discursiva actual del perfecto le hace fundamental, tanto en España, como en América, en textos de comentario u opinión en que la frecuencia de uso no dice nada importante, sino que en cada tipo de texto se emplea una.

En Venezuela, P. Bentivoglio y M. Sedano (1992) se han ocupado de este tema, aunque de forma simplemente caracterizadora, dentro de un trabajo general sobre el español de Venezuela. La diferenciación teórica que consideran básica es la ya propuesta por Lope Blanch y que ha sido seguida por algunos estudiosos, es decir, la de considerar un aspecto imperfectivo, de acción no terminada, en el perfecto debido al hecho de que tenga una perspectiva actual. Sin embargo, añaden que hay una segunda circunstancia en que el hablante emplea he cantado, cuando el emisor desea asignar gran fuerza emotiva a una acción que concluyó en el pasado. Esto tiene lugar, sobre todo, cuando dicha acción constituye el punto culminante de una cadena de sucesos de una narración que van en pretérito indefinido como en:

«… y de repente vino una persona, vino una mano y le ha dado un golpe tan duro en la espalda que le quedó la marca de la mano».

Este uso del perfecto para dar una relevancia emotiva nos recuerda el uso secundario al que se refería Lope Blanch con palabras análogas: «contenido afectivo muy marcado en oraciones exclamativas» y es el que denominamos perfecto enfatizador en textos narrativos.

Sobre el español de Colombia, Luis Flórez (1963, 16), en su libro general sobre El español hablado en Colombia, hace una muy breve explicación, imprecisa, donde los ejemplos propuestos son todos de oraciones negativas: «La lengua hablada conserva el pretérito simple y el compuesto del español general: ¿Vino? No ha venido». Y añade: «La forma compuesta es de bastante uso: cuando muchos hispanohablantes dicen “aún no llegó”, “aún no cumplí cincuenta años”, “no hablé todavía con Antonio”, “hasta ahora no llegaron”, los colombianos dicen: aún no ha llegado, aún no ha cumplido, no he hablado, no han llegado… Pero cuando los españoles, por ejemplo, dicen “ayer he ido”, “esta mañana hemos comprado”, etcétera … los colombianos suelen decir “ayer fui”, “esta mañana compramos”». De todo esto se deduce que Flórez ve claramente la inexistencia en Colombia del perfecto en función de antepresente peninsular; sin embargo, apunta diferencias con respecto a otras hablas americanas.

El trabajo más importante para el español de Colombia, y uno de los más interesantes para el español en general, es el de H. Berschin (1975) sobre el perfecto simple y compuesto en el español peninsular y colombiano. Su investigación se ha basado en encuestas de test presentados en Madrid y Bogotá. Analiza primero la compatibilidad con los adverbios ayer/hoy, para medir el valor de antepresente y, segundo, el valor resultativo-continuativo con frases donde hasta ahora va explícito o implícito. Entre lo que nos parece más importante de sus datos es ver que con el marcador temporal hoy se usa mayoritariamente la forma simple en Bogotá (96 %) frente a Madrid, donde conviven ambas formas de modo menos marcado. Sin embargo, con ayer tanto Madrid, como Bogotá, prefieren la forma simple con más de 97,5 % Madrid y con el 100 % Bogotá. Frente a estos datos, en frases donde aparece el marcador hasta ahora explícito, los datos son reveladores, ya que en ambas variedades representa más del 90 % el uso del perfecto. Está claro que está vivo también en Colombia el valor que llamamos resultativo-continuativo y se identifica con el valor representado por hasta ahora. Desde el punto de vista lógico-temporal, hasta ahora es diferente del rasgo [+ pasado], pues sería necesario un intervalo de tiempo entre el término de la acción verbal y el momento del acto del habla, lo cual no sucede con una acción verbal [+ hasta ahora], dado que no tiene su fin antes del acto de habla y puede, incluso, prolongarse hacia el futuro. Según Berschin (p. 551), en el español colombiano constituye el tipo [+ hasta ahora] el único empleo del perfecto compuesto y afirma que puede considerarse por ello como morfológicamente gramaticalizado.

Los países andinos: Ecuador, Perú y Bolivia. En 1953, Humberto Toscano Materes publica El español en El Ecuador, y en el capítulo dedicado al uso de los tiempos habla del pretérito perfecto en estos términos (p. 260): «El español nota inmediatamente, al hablar con un ecuatoriano, culto o inculto, un empleo peculiar del perfecto por presente: “Fulano ha sido (es) Ministro de Relaciones Exteriores”, “hoy ha sido (es) día de fiesta”. Estas y parecidas oraciones encierran un matiz de sorpresa y admiración o simplemente la comprobación de algo que antes era ignorado. Psicológicamente, el hablante se coloca en el pasado: la ignorancia pasada explica el empleo de “ha sido”». Este uso fue ya presentado brevemente por Kany y los ejemplos eran ecuatorianos, de la Sierra y de la Corba, y del sur de Colombia. Pero más sorprendente aún es el empleo del perfecto en vez del futuro, asimismo con el matiz de ignorancia previa, que presenta Toscano: «Mañana ha sido (será) día de asueto, ¿no?»;«el año que viene ha sido (será) bisiesto». Lo que es más destacable de estos usos es que se dan con el verbo ser y esto ya lo pone de relieve Toscano, si bien añade que no faltan ejemplos con otros verbos como tener, estar, saber, haber, etc.

Más recientemente ha aparecido un interesante estudio de Isabel Bustamante (1991) sobre el pretérito perfecto en el español quiteño en el que habla de un fenómeno sumamente interesante en el español de América: el uso reiterado del perfecto en Quito, dentro del habla conversacional, que se da igualmente en otras zonas del Ecuador, concretamente en la zona andina, así como en los Andes peruanos. Manheim (1987) lo ha estudiado en el sur de Perú y Godenzzi (1987) en Puno (Perú). Para la zona andina de Colombia, en el Departamento de Nariño y la provincia de Cachi (Ecuador), Niño Murcia (1988) da cuenta igualmente de lo que todos llaman uso reiterado del perfecto. Bustamante (p. 198) describe detenidamente este fenómeno, consistente en el uso particularmente notorio en las narraciones de sucesos históricos que han ocurrido en un pasado remoto y de hechos de los que el narrador ha sido protagonista. El hablante quiteño emplea el perfecto con una modalidad epistemológica o evidencial que, según esta investigadora, ha sido incentivada por la interacción del quechua, lengua indígena de esa zona geográfica en la que es obligatoria la indicación formal de la distinción entre una información que ha sido presenciada por el hablante o procede de otra fuente.

Los ejemplos que presenta Bustamente han sido obtenidos de conversaciones espontáneas y entrevistas, y, entre ellos, distinguimos claramente el que llamamos resultativo continuativo y el antepresente peninsular en el ejemplo que Bustamante clasifica como «un evento que ocurre de súbito y como una reacción automática»: (Un niño se cae mientras hablan dos hermanas y dice una): «El guagua se ha caído». Este uso es claramente coincidente con el antepresente del español peninsular. Podría afirmarse, a partir de estos tipos presentados, que en esa zona del español de América se dan los valores que he cantado tiene en España y en América.

Además, se describe también en el trabajo de Bustamente un valor modal de la forma ha sido que es al que se refería cuando considera influencia quechua el que el pretérito perfecto pueda marcar modalidad. Pero es sólo la forma ha sido, es decir, coincide con los estudiosos ya citados, la que tiene los usos modales siguientes: para indicar un descubrimiento repentino de un evento nuevo ocurrido en el presente, antes ignorado: «Hoy día parece que ha sido domingo» (acaba de darse cuenta). Jácome señala también que se utiliza el pretérito perfecto para expresar que «se acaba de saber algo»; la ignorancia pasada implica el empleo de ha sido: «Esta tela es cara» (= el precio es elevado). «Esta tela ha sido cara» (el hablante acaba de saber que el precio es elevado). Según Corrales, la expresión «ha sido bueno» es un ecuatorianismo expresivo equivalente a «yo lo ignoraba y resulta que era más bueno de lo que yo creía».

En lo que respecta a Bolivia, Mendoza (1991, 85) señala que el pretérito perfecto compuesto prácticamente ha desplazado al pretérito simple, pero no deja claro en qué funciones. Otros autores como Hardman (1986), Martín (1981) y Laprade (1981) consideran que la influencia de las lenguas indígenas han quedado en el sistema verbal del español de La Paz, de igual modo que ha sucedido en Quito. Concretamente, proponen una influencia de las lenguas Jaqi en el uso del pluscuamperfecto había cantado para marcar modalidad epistémica en lugar del he cantado de Quito.

Acerca del uso del perfecto compuesto en Perú, no encontramos apenas referencias. Rocío Caravedo (1992, 726) ofrece una leve pincelada al respecto en su panorama del español del Perú: «Para el pasado se usa con mucha frecuencia el perfecto compuesto he ido, he corrido, etc. (…) en vez del perfecto simple. Este uso está muy extendido en el español andino».

En Chile son escasas las referencias al uso del perfecto. En un trabajo de H. Miranda (1980) en que se presentan las frecuencias de las formas verbales dentro del habla de Santiago en los materiales del Proyecto de Estudio de la Norma Lingüística Culta, aparece la forma he cantado con una frecuencia relativa del 3,6 %, frente al 10,48 % de la forma canté, lo que supone algo parecido a los datos que sobre México presenta Moreno de Alba (1977), una relación, aproximada, de 1/3, con un punto más en Chile.

Rodolfo Oroz (1966) indica que el perfecto es menos empleado en Chile que la forma simple y que la preferencia por ésta viene determinada por consideraciones temporal-aspectuales: una acción pasada acabada opuesta a una que desemboca en el presente.

En Argentina el panorama de uso de las formas canté/he cantado en este gran país es variado y aparecen dos zonas claramente diferenciadas al respecto: por un lado, el norte del país: Tucumán, Salta, etc. y, por otra parte, Buenos Aires y el Litoral. Vidal de Battini (1966, 189) informa que es dominante el uso del compuesto en el noroeste del país. La alternancia de las formas en el centro, mientras que «en el resto del país, particularmente en la zona de Buenos Aires, se prefieren las formas del Pretérito simple». Rosario parece concordar con el uso porteño, según Donni de Miranda quien, al trazar los aspectos generales del español hablado en Argentina y, más tarde, al proponer los rasgos de unidad y diferenciación dialectal de su sistema verbal (1992), señala igualmente que, excepto en zonas norteñas del país, el perfecto compuesto ha perdido en la lengua hablada de la zona su sentido de conexión con el presente y se prefiere el pretérito simple en casi todo tipo de contexto. Y añade que el perfecto compuesto tiene algo más frecuencia en el nivel culto formal.

Tucumán está situado en el norte del país, cerca de la zona andina, y Elena Rojas (1980) señala que en el habla de esa ciudad, San Miguel de Tucumán, así como en el habla norteña la frecuencia del pretérito simple es mucho menor que la del perfecto, pues éste «cuenta con la preferencia de los hablantes en todos los casos en que sea posible su empleo», frente a lo que sucede en otras zonas de Argentina. También sobre Tucumán hay un trabajo colectivo sobre el verbo y el adverbio (I. Terlera de Nanni Padrón, L. Marañón y L. Madrid, 1981) en el que, entre otros aspectos discutibles, queda claro el uso del perfecto como antepresente en esa zona argentina.

Sobre el español hablado en Buenos Aires, hay un trabajo de Hugo Kubarth (1992) quien, tras una investigación llevada a cabo sobre encuestas de 30 minutos a 100 porteños de tres niveles socioculturales y tres grupos de edad, señala que está vivo en Buenos Aires el perfecto, si bien el índice de su frecuencia de uso, en relación a la forma simple es de un 13 % frente al 20 % de México (Moreno) y el 58 % de España (Criado de Val). A partir de la descripción de sus resultados, se puede concluir que en Buenos Aires la forma compuesta no funciona como forma de anterioridad inmediata a la enunciación o antepresente, como tampoco se emplea en momentos culminantes o emotivos de la narración o enfatizador, sin embargo sí se emplea como forma resultativa con relevancia del presente. Lo que parece más llamativo de sus conclusiones es que Buenos Aires puede haber desarrollado un modelo particular respecto a otras hablas americanas: «La tendencia a eliminar el pretérito compuesto en Buenos Aires parece lo suficientemente pronunciada para hablar de un desarrollo local particular» (p. 565). Parece ser que en los sociolectos altos y en generaciones de edad avanzada, la forma compuesta es considerada de prestigio. En todo caso, las generaciones jóvenes, sin especificación de sociolecto, emplean menos la forma compuesta.

3. Estudios cuantitativos del uso de los perfectos simples y compuestos en España y América

Aunque nuestro interés fundamental en ese trabajo no han sido los aspectos cuantitativos, como han sido éstos objeto de algunos estudios sobre los pretéritos simples y compuestos en España y América, queremos traer aquí las principales conclusiones de los mismos. Creemos, como hemos apuntado en otros lugares, que el uso de una u otra forma está en relación con el tipo de texto en que aparecen, ya pertenezcan a un discurso narrado o comentado, y de ahí que la frecuencia de aparición de uno u otro tendrá que ver con este supuesto. Sin embargo, el hecho de la divergencia de funciones que presentan en ambos discursos dentro del español de España y el español de América concede interés a la presentación de datos estadísticos sobre su uso.

J. de Kock (1991) ofrece una interesante recopilación de los datos de uso de las formas canté/he cantado que una serie de investigaciones sobre diversos corpora han aportado y entre las conclusiones que de Kock extrae de su recopilación de datos numéricos (p. 490), se hallan algunas de contenido sumamente discutible por salirse del terreno lingüístico, como son: «Las nuevas naciones reivindican su derecho a ser diferentes: la originalidad lingüística forma parte integrante de su libertad, de su orgullo nacional (…) Es también natural —aunque ya menos disculpable— que en tal oposición, en la que están enmarañados intereses y sentimientos, las preferencias de cada uno deriven y se pase de lamentarse a la irritación, al desprecio o a la burla, del legítimo derecho a ser uno mismo, al rencor».

También señala que, tanto en España como en Hispanoamérica hay divergencias entre lengua escrita/lengua hablada, entre lengua literaria/prosa informativa. No entra, en ningún momento, a explicar las diferencias funcionales en el sistema lingüístico español.

Nuestras conclusiones de estos datos son muy diferentes de las de De Kock. Fijándonos en el uso de ambas formas en la prosa informativa de autores españoles y americanos del corpus analizado por De Kock, apenas difieren en el índice de frecuencia y ésta es alta en los dos casos. Se trata de textos en los que prima el mundo comentado y el pretérito perfecto está representado en España por el 32,09 % y en América por el 28,92 %. En cuanto a las obras literarias del corpus de Bull son narrativas para el uso americano y variado (cuento, poesía, teatro, novela y ensayo) para los españoles. No es muy fiable, por tanto, en conjunto, pero son reveladores los datos del español de América, con un uso bajo del pretérito perfecto, por tratarse de textos narrativos: España: 39,47 %; América: 9,11 %. Sobre el corpus de México vemos un índice de uso de más del doble de pretérito simple que el compuesto, pero todavía un 18,22 % para éste, frente al 9,11 % del corpus anterior presentado, lo que deja en evidencia la gran diferencia en función del tipo de discurso empleado. Sobre el corpus de Chile se ven casi los mismos datos que en México: PS: 18,22 %, lo que demuestra que, a un mismo tipo de discurso (encuestas PILEI), los resultados son análogos en Chile y México.

Bob de Jong (1995) ha llevado a cabo un interesante estudio sobre parte de cuatro corpora publicados en el marco del PILEI: Madrid, México, Caracas y Buenos Aires. De sus datos se obtiene como conclusión que el español de Buenos Aires y Caracas emplea he cantado con una frecuencia casi igual al español de Madrid.

4. Caracterización del perfecto en América según nuestros materiales analizados3

Una vez sentado el marco teórico de la investigación, centrada principalmente en la oposición canté/cantaba, en vez de en el perfecto aislado, y estudiados los múltiples trabajos sobre el español de América, sin afán de exhaustividad, consideramos necesario estudiar este tema sobre materiales lingüísticos reales. Nuestros análisis de materiales han tomado diversos tipos de muestras: materiales para el estudio del habla de grandes ciudades de América, textos literarios de novelistas de la varios países estudiados y pequeños cuestionarios de textos incompletos pasados a un pequeño grupo de hispanohablantes de América. A partir del estudio de estos análisis hemos investigado en tres grupos de funciones:

  1. Función de antepresente o pasado de anterioridad inmediata
  2. Función de perfecto resultativo-continuativo
  3. Función enfatizadora en discurso narrativo

No es nuestra intención entrar aquí en una descripción de la situación en el español de América por países, sino únicamente presentar de forma resumida los resultados obtenidos a modo de conclusiones.

1. La función de antepresente o pasado inmediato es la forma del pretérito indefinido en la mayor parte de las hablas estudiadas, frente a la norma peninsular. Pero en otras, como Lima y La Paz y norte de Argentina, así como de forma vacilante en Bogotá, emplean el perfecto. Veamos tan sólo un ejemplo representativo de cada una de las formas de antepresente:

«“Ya estábamos acostados cuando tocaron a la puerta y mi padre se levantó a ver quién era, tan a deshoras de la noche; como no se oyeron más ruidos y yo estaba cansada, comencé a dormirme de vuelta, creyendo que mi madre no se había despertado, pero oigo que me habla: ¿No sales a ver quién FUE? Se me hace que LLEGÓ Damián» (México, Yáñez).

«He venido ahora por conocerla a usted, pero yo no voy a fiestas» (Habla de La Paz).

2. La función de perfecto resultativo-continuativo es la más común y característica del diasistema de la lengua española y hallamos ejemplos en todas las variedades diatópicas del español, de forma que aparecen siempre perfectos en todos los materiales dentro de discursos de comentario u opinión. A título de ejemplo de un uso que es general, veamos los siguientes:

«No sólo nosotros, sino la España entera, dijo el obispo. Hemos atravesado el mar océano para imponer la ley de Cristo y lo hemos logrado en las misas, pero no en las almas» (Colombia, García Márquez).

«A mí me parece, yo tengo esa impresión, porque he sido muy refractaria al tango toda mi vida, pero a partir de los treinta empecé a sentirlo ¿no?, sobre todo el tango de Piazzola» (Habla de Buenos Aires).

3. La función de perfecto enfatizador, de relevancia discursiva de un hecho narrado que pasa a ser destacado al ir en perfecto, rodeado de formas verbales narrativas, como el indefinido y el imperfecto, se halla en todas las hablas estudiadas de América. De valor claramente pragmático, se halla sólo en ciertos contextos discursivos que propician el énfasis, como ponderaciones, cortesía, exclamaciones por emociones, reiteraciones y demás situaciones comunicativas propicias a la relevancia del discurso. No se trata de un uso del sistema verbal, sino que es un valor discursivo, pero que se produce de modo sistemático.

«(…) Entonces casi todos para ese día, y como lo cierto es que había tantos casos de estacionamiento ilegal, se quiso que …, este, pudiera resolver su situación, pero han pasado una ley de lo más troglodita que puede conocerse» (Habla de San Juan).

« La guerra civil —gemía con horror casi supersticioso— es la causa de todos nuestros males. Si Ortiz está en escombros, si la gente ha huido, si la gente ha muerto, todo pasó por culpa de las guerras civiles» (Venezuela, Otero Silva).

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Notas

  • 1. Cf. I. Bosque (ed.) (1990). W. E. Bull (1960). N. Cartagena (1977). J. M. Guitart (1977), V. Lamíquiz (1982), A. López García(1990). M. Molho (1975). J. Pena (1985). Rojo (1974), (1988) y (1990).P. Rona (1973), J. Sawomirski (1983), A. Veiga (1990) y (1996). H. Weinreich (1968) y G. Wotjak y A. Veiga (eds.) (1990).Volver
  • 2. No entraremos en el arduo problema de la división del español de América en zonas dialectales, desde la propuesta de Henríquez Ureña (1921) en cinco zonas principales, hasta las objeciones fundadas de Rona, quien considera que la división ha de ser en 23 zonas, si bien Zamora y Guitart (1982) llevan a cabo una división dialectal intermedia en nueve. En todo caso, estas divisiones no nos parecen relevantes para el tema que nos ocupa, ya que fundamentalmente se han establecido en relación a isoglosas fonéticas.Volver
  • 3. Se han analizado materiales del habla de las ciudades de México, San Juan, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá y La Paz, así como las encuestas de Así hablan los caraqueños. Asimismo obras narrativas de autores, como Miguel Otero Silva (Venezuela), Ernesto Sábato (Argentina), Julio Ramón Ribeyro (Perú), Gabriel García Márquez (Colombia) y Agustín Yáñez (México). Se han empleado los corpus de la RAE y se han realizado encuestas con cuestionarios cortos a varios hispanohablantes americanos. Volver