Mario Miguel González

El hispanismo en Brasil Mario Miguel González
Presidente de la Asociación Brasileña de Hispanistas. São Paulo (Brasil)

Hace ya algunos años, al iniciar en la Argentina los estudios universitarios sobre la lengua española y sus literaturas, descubríamos que no estaba muy claro si nos cabía considerarnos estudiosos del hispanismo. En efecto, al consultar el entonces omnipresente Diccionario de Literatura Española de la editorial Revista de Occidente, en su segunda edición, de 1953, encontrábamos registrado que hispanismo era «el estudio de la lengua, literatura e historia de España realizado por los extranjeros». Entendíamos que nos cabía lo de hispanistas por extranjeros a España, si a ella se limitaba el campo de esos estudios; pero quedaba la duda de que pudiésemos serlo al estudiar nuestra propia lengua y las literaturas en ella desarrolladas fuera de España.

Pocos años después, sin embargo, los hechos comenzaron a resolver el dilema. La idea de que el hispanismo perteneciese fundamentalmente a los no españoles iría resquebrajándose a lo largo de la segunda mitad del siglo xx. Si tal idea prevalecía cuando, en 1962, la Asociación Internacional de Hispanistas fue fundada por extranjeros en Oxford, era evidente que la naciente entidad no cerraba las puertas a los españoles, ya que su primer presidente sería el profesor Dámaso Alonso y su primer presidente de honra, don Ramón Menéndez Pidal. De la misma manera, la historia de los congresos de la AIH permite comprobar que ésta se abría no sólo a los hispanistas hispanoamericanos sino a los estudios de la lengua y literatura de sus países; y, de hecho, esos estudiosos y estos estudios han ido ocupando un espacio cada vez mayor en dichos congresos.

De ese modo, se ampliaba el espectro tanto de los sujetos como de los objetos del hispanismo. Durante algún tiempo, sin embargo, sobrevivirían dudas y confusiones con relación a la estricta naturaleza del hispanismo. Hoy, según nos parece, tenemos claro que el hispanismo es, ante todo, una rama del saber. Se refiere fundamentalmente al estudio de la lengua, de la literatura, de la historia, de las artes y de la cultura en general de los pueblos de lengua española; tanto de aquellos aglutinados en España a lo largo de la historia como de aquellos que, fuera de la Península Ibérica, se configuraron como consecuencia de la acción colonizadora española. Como campo de investigación, el hispanismo nunca estuvo atado a posiciones ideológicas. Así, no cabe confundirlo, como en determinados momentos y lugares ocurrió, con la noción de Hispanidad. Esta es definida por la RAE en la 21.ª edición de su Diccionario de la Lengua Española como «carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura hispánicas» o «conjunto y comunidad de los pueblos hispánicos». De esta forma, la noción apunta a un carácter que queda por definir y que afectaría a un conjunto de pueblos a los que cabe englobar en el adjetivo hispánico; este adjetivo, a su vez, subordina esos pueblos a la Península Ibérica y a la acción de España y Portugal, ya que hispánico, según el mismo diccionario, significaría «perteneciente o relativo a España o a la antigua Hispania o a los pueblos que formaron parte de ella y a los que nacieron de estos pueblos en época posterior». Aunque hispánico pueda tener etimológicamente ese sentido y aunque el propio Camões lo haya utilizado con esa amplitud, es sabido que, en el siglo xx, se aplica fundamentalmente a España y a los pueblos que se configuraron en América como consecuencia de su acción colonizadora.

Es por ese camino que, en el siglo xx, la noción de Hispanidad vino asumiendo una connotación que la vincula a la idea de un conjunto de naciones a las que España, mediante su lengua, habría impuesto características culturales que las aglutinarían necesariamente en torno a los principios que presidieron la acción de la conquista española en el siglo xvi. Determinado sector del pensamiento político español e hispanoamericano, especialmente, se sirvió de la noción de hispanidad y de los adjetivos hispánico e hispánica, para intentar establecer la idea de una comunidad de naciones que se pautarían por principios ideológicos comunes y por la consiguiente aceptación de sistemas políticos que estarían enraizados en esa acción y en esos principios.

Creemos que todo eso ya está superado. Interesa hoy y aquí decir que, si la noción de hispanismo se ha fijado, la noción de lo que es un hispanista ha venido transformándose a lo largo del siglo xx. Creemos que hay por lo menos tres grupos de hispanistas que, necesariamente, guardan relaciones diferentes con el objeto de su estudio: los extranjeros, los españoles y los hispanoamericanos. Entendemos que, por una razón de origen, el término hispanista siempre guardará una relación más estrecha precisamente con los extranjeros que estudiamos la cultura de las naciones de lengua española. En ese grupo cabe que nos detengamos en la caracterización del hispanismo brasileño.

El Brasil se encuentra en una situación histórica peculiar con relación a los pueblos de habla española. Por un lado, lo hispánico, en un sentido más amplio, no le sería ajeno, en la medida en que esa nación es, en buena parte, producto de la acción colonizadora de un pueblo oriundo de la Lusitania que integró la Hispania de los romanos. Pero, por la misma razón, el Brasil está marcado por un distanciamiento con relación a lo castellano y a su cultura que, por el camino de esa lengua, habría de imponerse tanto en el resto de la Península Ibérica como en Hispanoamérica. O sea, actúan en el Brasil dos fuerzas opuestas: una que, por la contigüidad de Portugal y España y dado el paralelismo de la acción colonizadora de estas naciones, lo aproxima al mundo hispano; y otra que, por la oposición histórica entre castellanos y portugueses y por las diferencias en el proceso colonizador, lo aleja del mismo.

Nos permitimos aquí un paréntesis para exponer brevemente algo que no siempre se tiene claro: que las conquistas española y portuguesa de América tienen características muy diferentes que van mucho más allá del idioma del conquistador o de la oposición política de las naciones que las encabezan. La conquista portuguesa es la típica aventura burguesa de los siglos xv y xvi mediante la cual se aspira a establecer bases para un comercio que favorezca a la metrópoli, sin que se busque inicialmente la ocupación de extensos territorios; en primer lugar, se pretende extraer todo lo que se pueda al menor costo posible, sin colocar en primer plano la exportación de una cultura. No se trata de un proyecto ideológico, sino comercial. Por el contrario, por intermedio de Castilla, España acaba de completar, al ocupar el reino moro de Granada en el mismo año de la llegada de Colón a América, lo que se entenderá como una empresa ideológica de siglos en la Península: la llamada Reconquista, hecho que, para Portugal, era capítulo dejado atrás casi 250 años antes, a mediados del siglo xiii. De este modo, España verá en América el campo para continuar la empresa ideológica de ocupar tierras de infieles, convertirlos al cristianismo y, con ello, extender el territorio español en ultramar, con el consiguiente derecho de llevarse a España todo lo que interesase. Se trata de una verdadera aventura caballeresca. Por ese camino, España llevará a América sus instituciones y su cultura, poniendo en marcha una relación entre la metrópoli y la colonia diferente de la que existirá entre Portugal y el futuro Brasil. Termina con esto nuestro paréntesis.

Retomando la oposición castellano-portuguesa, es preciso observar que esta habría de redundar en una marcada rivalidad histórica entre hispanoamericanos y brasileños, reproductora de la oposición peninsular, pero que es fruto, ante todo, de la ignorancia mutua. Justamente, uno de los objetivos del hispanismo brasileño tendrá que ser el de neutralizar esa ignorancia. Gracias a la llamada globalización se han desencadenado procesos que, como el del Mercosur, han abierto caminos para facilitar la tarea de conocernos en la medida en que ese conocimiento, que empieza por el de la lengua del otro, es fundamental para el desarrollo de los intercambios comerciales, punto de partida del proceso. No se trata ya de imponer modelos oriundos de antiguas metrópolis, sino de estudiar seriamente la cultura del otro con el objetivo último de entender mejor nuestra propia cultura.

Al mismo tiempo, cabe al hispanismo brasileño estudiar matrices culturales producidas en España a lo largo de la historia que, de forma directa o indirecta, hayan podido desempeñar o desempeñen un papel importante en la cultura universal y, específicamente, en la configuración de la cultura brasileña.

Por otro lado, el hispanismo brasileño tendrá, como ya anticipamos, una característica peculiar: al mismo tiempo que el Brasil está cerca de la cultura de los pueblos de lengua española, también guarda una distancia. Nos parece que este juego de fuerzas opuestas es benéfico siempre que lo intelectual y racional prevalezca en los estudios hispanísticos, de tal modo que ni la proximidad lleve a adhesiones puramente emotivas, producidas por visiones idealizadoras, ni el distanciamiento se traduzca en condenaciones apriorísticas. O sea, en el Brasil el hispanismo presenta condiciones excelentes para la investigación pero exige que lo pasional, a favor o en contra, sea excluido. Al decir esto, entendemos que no deben prevalecer ni clichés, especialmente cuando puedan significar una oclusión del sentido crítico, ni prejuicios que excluyan apriorísticamente el reconocimiento de valores. En particular, con relación a España, es necesario guardar distancia tanto de la leyenda negra que pasó a condenar de antemano todo lo que se originase en ese país como de la ideología subyacente a la versión del concepto de hispanidad propagada en el siglo xx y a la cual ya hicimos alusión. Con esto quisiéramos, desde nuestra perspectiva, dejar claras dos cuestiones. Por un lado, el distanciamiento crítico que el hispanismo supone no significa la negación de valores culturales evidentes sino todo lo contrario, ya que aspiramos a afirmarlos contextualizándolos objetivamente en la realidad histórica universal. Por otro lado, no cabe confundir el hispanismo con una adhesión emocional. Muchas veces, ésta puede nacernos del deseo de que el objeto de estudio que nos seduce —con el que queremos también entusiasmar a los alumnos— sea un modelo y, así, acabe cualitativamente sobredimensionado; o, aún más, podemos tender a una identificación personal con ese objeto: en el caso de la lengua, por ejemplo, la imitación parece ser, a veces, un modo de demostrar el dominio de la misma. La actividad intelectual en la que consiste el hispanismo exige la intimidad dada por el conocer y la distancia que es fruto del saber. Brasil es, nos parece, por las razones ya dadas, un país en el que esa doble condición existe de modo muy claro.

Durante varias décadas del siglo xx, el hispanismo fue en el Brasil tarea de esforzados intelectuales que, muchas veces en solitario, fueron abriéndole espacio al estudio de los valores culturales de los pueblos de habla española. Nos abstenemos de enunciar aquí sus nombres, dado el enorme riesgo de no mencionarlos a todos y de cometer, así, injusticias. Cabe, sin embargo, considerar lo que, en las últimas décadas, viene haciéndose como consecuencia de esa acción en las instituciones universitarias.

Al nacer las universidades públicas brasileñas (todas ellas creadas en el siglo xx y a partir de la década del 30), en la inmensa mayoría de los casos los cursos de Letras incluyeron la especialidad de Lengua y Literatura Española. Esta última —muchas veces inicialmente limitada a la producida en España— ocupaba un lugar central en esos cursos, ya que las lenguas extranjeras eran vistas sólo como instrumentos que, fundamentalmente, permitían el acceso al universo de los textos literarios.

Esto sucedería en la Universidad de São Paulo (USP), la primera universidad brasileña entre las que hoy existen y principal centro de estudios hispanísticos en Brasil. La USP fue fundada por el gobierno del Estado de São Paulo en 1934, al crearse la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras y aglutinarse, a su alrededor, las escuelas profesionalizantes públicas existentes, que correspondían a las áreas del Derecho, la Medicina y la Ingeniería. La especialidad en Español ya constaba al crearse la Universidad. Con todo, sólo a partir de 1940 pasaron a ofrecerse las asignaturas Lengua Española y Literatura Española, al crearse la cátedra de ese nombre en el curso de Lenguas Extranjeras de la mencionada FFCL. En 1942, se creó la especialidad en Letras Neolatinas en la que, a las mencionadas asignaturas, se añadió nominalmente Literatura Hispanoamericana y a su estudio se destinaron dos años. A partir de 1964, el dictado de dichas asignaturas se extendería a lo largo de los cuatro años de duración del curso pero, siempre, como un complemento opcional (la otra alternativa era la lengua italiana y su literatura) en un diploma que privilegiaba la formación en el francés y sus literaturas. A partir de 1970, con la reforma universitaria que abolió las cátedras y creó el sistema departamental, la especialización en Español pasó a ser, como lo es hasta hoy, independiente (junto a las de Alemán, Francés, Inglés e Italiano) en el ámbito del Departamento de Letras Modernas.

No obstante, dentro de ese panorama, hasta 1951 la única literatura en español considerada en la cátedra era la española. A partir de 1952, la literatura hispanoamericana iría abriéndose paso hasta ocupar el merecido lugar paritario que, de forma clara y definitiva, obtendría en 1973. Por su parte, hasta 1964 la lengua española fue considerada un simple instrumento de acceso al texto literario, hecho que llevaba a que, además de ocupar un espacio reducido en el currículo, no fuera objeto de investigación. En síntesis, por lo menos hasta mediados de los años 60, la especialidad en Español de la USP giró fundamentalmente alrededor de la literatura española.

La cátedra de Lengua y Literatura Española (que, posteriormente, incluiría la literatura Hispanoamericana) durante largos años estuvo confiada sólo a profesores a cargo, que contaban con la colaboración de un reducido número de asistentes, dos o tres como máximo. Sólo en 1965 se realizarían oposiciones para la cátedra, estructura esta que, en 1969, sería substituida por el sistema de departamentos.

En 1963, anexo a la cátedra, se creó el Centro de Estudios Hispánicos, con la finalidad de impulsar la investigación y desarrollar actividades de extensión. Ese Centro firmaría, ese mismo año, un convenio con el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid, y la Casa de Cervantes, de São Paulo, dando así lugar a la creación del Instituto de Cultura Hispánica de São Paulo, que mantendría una intensa actividad hasta 1970 y que sería extinto en 1977. Todo esto, evidentemente, favoreció el desarrollo de los estudios relativos a los temas hispanísticos así como también el de sus publicaciones y, gracias al convenio con Madrid, hizo posible el viaje a España, en calidad de becarios, de varios profesores y numerosos ex-alumnos con el objetivo de realizar estudios de especialización.

Por esos años y hasta 1973, se defenderían las primeras tesinas de maestría y tesis de doctorado en el área del español y sus literaturas. En 1970, sin embargo, el gobierno brasileño creó el actual sistema nacional de posgrado que, al exigir una serie de requisitos para autorizar el funcionamiento de cursos de ese nivel, no permitía que esto se diese en la especialidad Español en la USP, hecho que dificultó el desarrollo de la investigación en ese ámbito. La razón que, fundamentalmente, impedía la autorización tenía que ver con el hecho de que la antigua cátedra había perdido (a fines de los años 60, por razones vinculadas a la situación política reinante y, a comienzos de los 70, por opciones personales de algunos docentes) la mayor parte de sus profesores más titulados; éstos fueron substituidos por jóvenes profesores que iniciaban su carrera en aquel entonces. El número de docentes del área de Español, con todo, no pararía de aumentar, hasta llegar a trece en 1977 y a catorce entre 1982 y 1990. Actualmente, debido a la necesidad de aumentar las vacantes para la especialidad, en razón del enorme crecimiento de la demanda por estudios de esa lengua, el número de esos docentes —que ya se vio reducido a once en función de cortes de gastos— alcanza, en la Universidad de São Paulo, la mayor cifra histórica: quince profesores.

El aumento numérico en los años 70 permitió que los estudios de grado se organizasen de tal modo que se fueron formando equipos de profesores alrededor de las diversas asignaturas: Lengua Española, Literatura Española y Literatura Hispanoamericana. Y, por fin, en 1978, el área de Español de la USP logró poner en marcha su posgrado dentro de las nuevas normas vigentes, aunque limitado —hasta 1998— a las literaturas de la especialidad. En 1998 fue posible extender los estudios del posgrado al campo de la lengua española, hecho fundamental si se tiene en cuenta el considerable aumento del interés por el estudio de esa lengua a que ya hicimos referencia y del que somos testigos en Brasil.

En otras universidades, los cursos de posgrado en Letras, bajo esa denominación genérica, pueden, eventualmente, incluir un área reservada a la especialidad en español. El posgrado de la USP, actualmente con once profesores y unos ochenta alumnos entre maestría y doctorado, constituye en el país, hasta hoy, el único curso de ese nivel dedicado específicamente a la lengua española y sus literaturas. Hasta la fecha, dicho curso ha otorgado 30 títulos de doctor y 55 de maestría en la especialidad. Igualmente, se defendieron en los últimos años, en el área de Español, diversas tesis de livre-docência, instancia que, como posterior al doctorado, existe en la Universidad de São Paulo. Tal título implica reconocer en el profesor —mediante examen que incluye, además de la tesis, una prueba didáctica y otra escrita y el análisis del currículum— la capacidad de investigar de manera autónoma y de formar investigadores; además, otorga la posibilidad de presentarse a concurso para profesor titular (grado máximo de la carrera), en el caso en que se abra una vacante en tal nivel.

Una serie de publicaciones en revistas especializadas y en actas de congresos pueden servir también como registro de la producción científica del grupo de docentes y de los alumnos del posgrado. Diversos han sido, igualmente, los libros publicados en los últimos años por miembros de ese grupo. Cabe mencionar especialmente que, desde 1996, se vienen publicando textos de autoría de los profesores visitantes del posgrado en Español de la USP en la colección denominada Cuadernos de Recienvenido, que ya alcanza el número 15 y que cuenta con títulos de primera línea.

Por otro lado, fue posible elaborar un banco de datos bibliográficos de literatura española (bautizado Montesinos) que, en 1999, alcanzó su tercera versión. Su consulta permite investigar, dentro de diversos campos y aisladamente o en forma cruzada, la bibliografía relativa a esa literatura existente en las diversas bibliotecas de las universidades estaduales paulistas (USP, UNICAMP y UNESP), así como también en la Biblioteca Municipal Mário de Andrade de la ciudad de São Paulo, en la del Colegio Miguel de Cervantes y en la del Centro Universitário Ibero-Americano de esa misma ciudad. Está en marcha, en este momento, la elaboración de un banco de datos equivalente y relativo a la bibliografía sobre lengua española. Tanto dicho banco de datos, como los Cuadernos de Recienvenido o las más diversas informaciones sobre el posgrado se encuentran disponibles en la página web correspondiente (http://www.fflch.usp.br/dlm/posgraduacao/espanhol/).

Además de en la Universidad de São Paulo, los estudios de español tuvieron y tienen un excelente campo de acción en las Facultades dependientes del gobierno estadual de São Paulo que, tras existir de manera aislada durante algunos años, se congregaron en 1976 en la Universidad Estadual Paulista (UNESP). Dos de esas facultades conservaron la especialidad de Lengua Española y Literaturas Española e Hispanoamericana, incluyendo estudios de grado y la posibilidad de elaborar tesinas o tesis relativas a esa especialidad: la Facultad de Ciencias y Letras, instalada en la ciudad de Assis desde 1957, y la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras, establecida en São José do Rio Preto.

En Río de Janeiro, en 1938 fue fundada la Facultad Nacional de Filosofía que más tarde integraría la Universidad Federal de Río de Janeiro. En dicha facultad los estudios sobre la lengua española y sus literaturas se implantaron a comienzos de la década del 40 dentro del curso de Letras Neolatinas, que englobaba el francés y el italiano, además del español. Más tarde, ya en la Facultad de Letras de la Universidad Federal de Río de Janeiro, se instituyeron, en 1969, los cursos de Letras con las especialidades Portugués-Español, Portugués-Francés y Portugués-Italiano. Al implantarse los estudios de posgrado en Letras, en el ámbito de los estudios hispánicos se defendieron numerosas tesinas de maestría y tesis de doctorado.

Igualmente, diversos libros tradujeron los resultados de la investigación desarrollada por los profesores de español de la UFRJ. También merece mencionarse el hecho de que diversas obras de la literatura española fueron traducidas al portugués con estudios críticos de hispanistas brasileños. La Universidad Estadual de Río de Janeiro, ubicada en esa ciudad, cuenta también con la carrera de grado en la especialidad Español dentro de su curso de Letras.

En la ciudad de Niterói, en el estado de Río de Janeiro, el español se enseña en el curso de Letras Neolatinas desde la creación de la Facultad Fluminense de Filosofía, en 1948. Dicha facultad integraría más tarde la actual Universidad Federal Fluminense. Desde 1964 existe en ella la especialidad en Letras Portugués-Español. Recientemente, el Instituto de Letras de la UFF pudo poner en marcha, primero, el curso de especialización para graduados y, posteriormente, una maestría en la especialidad de Literaturas Hispánicas dentro del posgrado en Letras.

Con relación a otros estados, debe señalarse que en diversas universidades públicas, federales o estaduales, y en algunas privadas, ya hace años que existe la especialidad en Letras-Español. Cabe mencionar, especialmente, las siguientes universidades: Universidad Federal de Rio Grande do Sul, de Porto Alegre; Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul, de Porto Alegre; Universidad Federal de Santa Catarina, en Florianópolis; Universidad Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte; Universidad Federal de Espírito Santo, en Vitória; Universidad Federal de Paraná, en Curitiba.

Un total de 26 universidades públicas (como lo son todas las mencionadas con excepción de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul, de Porto Alegre) ofrecen el diploma de Letras en la especialidad Español y, así, han posibilitado no sólo el estudio de las diversas disciplinas conexas sino que también han constituido el ámbito en el que, mediante las tesinas y tesis defendidas por los docentes a lo largo de su carrera, se desarrolló la investigación sobre diversos aspectos de esa especialidad. Está por recogerse un catálogo que incluya toda esa producción, así como los libros más significativos, objetivo que exigiría un esfuerzo que supera las metas y posibilidades inmediatas de este artículo y que, quizás, sea posible en un futuro muy próximo, gracias a los medios electrónicos de comunicación hoy disponibles.

Un rápido balance de las investigaciones desarrolladas (que, por faltar el referido catálogo, será incompleto y, para evitar omisiones tan involuntarias como injustas, no hará mención de nombres) permitirá comprobar que ciertos objetos predominan en los temas abordados. Con relación a la literatura española, los grandes nombres han llamado siempre la atención, especialmente en la medida en que se los pueda considerar productores de modelos que trascendieron las fronteras de España y se proyectaron en la cultura universal o que, por su calidad, repercutieron más intensamente fuera de su país. Tal es el caso de Cervantes, cuyo Don Quijote de la Mancha siempre ha sido objeto de estudios que cada vez tienden a ser más profundos. Otro nombre particularmente considerado es el de García Lorca, cuya obra ha sido objeto de múltiples análisis y traducciones. La narrativa española bajo el franquismo también ha seducido como forma de resistencia y de formulación de una crítica social, muchas veces, tan velada como intensa. Por su parte, la poesía de autores clásicos, como Góngora y San Juan de la Cruz, o modernos, como la de los de la Generación del 27, ha interesado también a muchos investigadores. E inclusive textos como el Cantar de mio Cid o como La Celestina, no por más distantes, han dejado de ser objeto de estudios importantes.

La literatura hispanoamericana empezó a ser objeto de interés peculiarmente gracias al llamado boom de los años sesenta y setenta. Autores como Carpentier, Lezama Lima, Carlos Fuentes, Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Onetti, entre otros, ocuparon a muchos estudiosos brasileños. Fue el camino para que se descubrieran valores a veces más transcendentales pero que, hasta entonces, habían sido menos estudiados; tal es el caso de Jorge Luis Borges, cuyas obras completas acaban de traducirse al portugués en excelente edición. Entre los poetas más conocidos, Pablo Neruda y César Vallejo, junto a Octavio Paz (cuyo enorme peso como ensayista también debe tenerse en cuenta) quizás sean los que mayor cantidad de estudios han concentrado. También, más específicamente, cabe mencionar que se intensificaron los estudios que aproximaron la vanguardia hispanoamericana al modernismo brasileño, equivalente histórico de aquélla.

En ese sentido, cabe decir que, tanto en los estudios de literatura española como en los de literatura hispanoamericana, ha habido y hay un fuerte interés por lo que se pueda aproximar comparativamente o analizarse como fuente, modelo o equivalencia. Así, a los historiadores interesan las relaciones supranacionales que puedan establecerse; la picaresca española ha sido punto de partida para el estudio de la novela malandra brasileña del siglo xx; Cervantes viene siendo asimilado al modelo narrativo del mayor novelista brasileño del siglo xix: Machado de Assis; don Juan Valera ha sido objeto de estudios por la visión que, en su obra, plasmó del Brasil, país en el que, como se sabe, sirvió como embajador de España; por fin, la participación de brasileños en la guerra civil española ocupa a historiadores de esa nacionalidad.

Con relación a la lengua española, como ya se dijo, su reducción inicial a un mero instrumento de acceso a las literaturas llevó a que, durante años, faltasen investigaciones de mayor relieve en ese campo. Con la intensificación de la necesidad de que esa lengua sea objeto de estudio, se vienen desarrollando importantes trabajos, especialmente en el campo de la gramática contrastiva y en el de las bases teóricas de la adquisición y aprendizaje del español por parte de estudiantes brasileños. Igualmente, ha crecido la producción de estudios lexicográficos con el objeto de elaborar diccionarios bilingües de mejor calidad que aquellos pocos de que se disponía hasta hace algunos años.

Además del trabajo desarrollado en las universidades públicas, objeto predominante de las anteriores consideraciones, en los últimos años una gran cantidad de universidades privadas —actualmente, por lo menos veinticuatro en total en todo el país— así como centros universitarios privados y facultades aisladas particulares vienen incluyendo en sus cursos de Letras la especialidad Español. Ello se debe al enorme desarrollo de la demanda de profesores de esa lengua, derivada de diversos factores que son de dominio público. Con dicha inclusión, al exigirse de las universidades, por ley, la titulación de un buen porcentaje de sus docentes a nivel de posgrado, ha crecido también la demanda por estudios de maestría y de doctorado. Todo ello ha favorecido el desarrollo de la investigación en especialidad.

En lo que tiene que ver con la investigación hispanística, cabe mencionar el impulso que representó la creación, en 1991, del Anuario Brasileño de Estudios Hispánicos como iniciativa de la Embajada de España. Al publicarse con absoluta regularidad desde esa fecha, ha permitido recoger parte de la producción brasileña relativa a la especialidad.

Igualmente, la colección Orellana, editada también desde 1991 por la Embajada de España, al incluir fundamentalmente ediciones bilingües de obras de autores españoles, ha significado un excelente apoyo para el trabajo didáctico y para la divulgación de la literatura española en el Brasil.

Dejamos aquí de mencionar la gran cantidad de traducciones de obras de autores españoles publicadas en ese país a lo largo del siglo xx. Su identificación es tarea que sobrepasa los límites de este artículo y que, entendemos, merecería ser objeto de investigación por parte de estudiosos brasileños.

Cabe mencionar, igualmente, que buena parte de la investigación relativa al español y a las literaturas en esa lengua realizada en Brasil ha sido y es posible (de la misma manera que en otros campos del saber) gracias a dos factores fundamentales. En primer lugar, el predominio de la dedicación integral como régimen de trabajo de los profesores en las universidades públicas (gratuitas, dígase de paso, en todos los niveles), régimen que, en el caso de la especialidad mencionada, creemos alcance casi al cien por ciento de los docentes. En segundo lugar, Brasil cuenta con diversos organismos públicos que incluyen en sus finalidades el apoyo financiero a la investigación; entre ellos, deben mencionarse las fundaciones estatales de apoyo a la investigación (tales como la FAPESP, la FAPERJ, etc.); el Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico - CNPq y la Financiadora de Estudos e Projetos - FINEP (ambos del Ministerio de Ciencia y Tecnología) y, también, la Fundación CAPES del Ministerio de Educación. En mayor o menor medida, todos ellos —mediante becas, mediante el apoyo dado a proyectos, a reuniones científicas y a publicaciones, y mediante el financiamiento de infraestructura y material bibliográfico— han contribuido a hacer posible el desarrollo de los estudios y la investigación en las universidades tanto públicas como privadas que ya mencionamos en este trabajo.

Entendemos que cabe completar este texto con la debida información sobre el reciente fenómeno de aumento de la demanda de enseñanza de español en Brasil y sobre la creación de asociaciones de profesores dedicados a la enseñanza de la lengua española y sus literaturas y, particularmente, sobre aquella formada para nuclear a los investigadores brasileños del hispanismo.

Hasta la década del 60, el español era una lengua extranjera estudiada en los colegios públicos secundarios brasileños, a la par de otras como el inglés, el francés y el italiano. Con la dictadura militar impuesta en 1964, la legislación pasó a exigir el estudio de «una lengua extranjera» y ésta, en adelante, sería casi exclusivamente el inglés. A pesar de eso, algunas universidades públicas continuaron formando profesores de esas lenguas prácticamente excluidas de la enseñanza secundaria y en amplia desventaja frente al inglés. Sólo nos consta el caso de una única universidad privada, la Pontificia Universidade Católica do Rio Grande do Sul, que, en la ciudad de Porto Alegre, mantuvo la especialidad en Español en la carrera de Letras.

A comienzos de los años 80, al iniciarse el proceso de vuelta a la democracia, se iniciaron también las presiones contra ese monopolio del inglés y a favor del plurilingüismo, o sea, de la oferta diversificada de lenguas extranjeras en las escuelas públicas con derecho de opción por parte del alumno. Esa presión fue ejercida por la sociedad civil, especialmente a través de las asociaciones de profesores de las diversas lenguas extranjeras a nivel nacional (la de Italiano y la de Alemán) y a nivel estadual (la de Francés), que ya existían, o pasaron a crearse, como ocurrió en São Paulo con las dos primeras. En el caso del español, durante los años 80 se crearon veintidós asociaciones estaduales de profesores, incluyendo una en el Distrito Federal; ello significó que, de cierta forma, en tal Distrito y en veintiuno de los veintiséis estados que componen el Brasil, hubiese algún tipo de organización por parte de los docentes de español. La organización por estados se debe a que, además de la inmensidad del territorio brasileño, la definición del currículo escolar de las escuelas secundarias se hace a nivel de los gobiernos estaduales. Está en marcha, sin embargo, la creación de una Federación de las asociaciones estaduales. Tales asociaciones —al menos parte de ellas— se han mantenido en actividad. Desde 1985, cada dos años una de ellas se encarga de organizar un congreso nacional de profesores de español. En 1999 se realizó el octavo, que contó con 650 inscriptos, en Vitória; y, a fines de agosto de este año, se ha realizado el noveno, en la ciudad de Fortaleza.

La presión a favor del plurilingüismo acabó favoreciendo la reintroducción de la lengua española en los currículos de los diversos estados de diversas maneras. No sabemos si existe un registro detallado de lo que sucede en cada estado, pero las variantes son muchas. Van desde la obligación de que se lo enseñe en las escuelas públicas, de acuerdo con lo establecido por la Constitución Estadual del Estado de Río de Janeiro; pasan por la posibilidad de que se lo estudie en determinados colegios públicos; e incluyen los casos en que se lo ofrece en los así denominados Centros de Lenguas, como sucede en el Estado de São Paulo. Esta última alternativa, que nos parece bastante frecuente en otros estados, en nuestra opinión no es la mejor. De hecho, el alumno estudia en el colegio exclusivamente el inglés, única lengua que contará de forma oficial en su formación; al mismo tiempo, fuera del horario de clases deberá casi siempre desplazarse hasta otro colegio en el que estudiará la otra lengua que elija entre las que allí se ofrezcan —el español, por ejemplo— sin que ese aprendizaje sea objeto de registro en su expediente. Como vemos, este sistema en la práctica consagra el monopolio del inglés y excluye definitivamente a las demás lenguas extranjeras. En São Paulo se lo puso en funcionamiento en nombre de la demagógica proclamación de la «implantación del español en las escuelas públicas» hecha en 1986 por el gobernador del estado de São Paulo, Orestes Quércia, al asumir el cargo. Quércia, en realidad, creó cincuenta y dos Centros de Lenguas en São Paulo, con la obligación de que en ellos se enseñase el español. Sin embargo, su Secretario de Educación jamás se dignó a discutir el proyecto de implantación del plurilingüismo en las escuelas públicas que nuestro Departamento de Letras Modernas de la USP le hizo llegar y que evitaría que, en la práctica, el español quedase fuera de las escuelas en São Paulo.

Los colegios particulares, sin embargo, han sido mucho más rápidos en reaccionar ante el impresionante aumento de la demanda por el estudio del español, provocado por la creación del Mercosur y por otros diversos factores socioculturales y económicos. En muchísimos de ellos, el español es una de las lenguas extranjeras estudiadas regularmente por el alumno. Al mismo tiempo, han proliferado los cursos libres de español. Todo ello ha hecho que aumente en las universidades públicas la inclusión de la especialidad en español en la carrera de Letras y se amplíe el número de vacantes para tales cursos. Igualmente, numerosas universidades privadas dejaron de limitarse a formar profesores de portugués y/o de inglés. Todo ello ha llevado a que aumente también la demanda por estudios de posgrado (maestría y doctorado) en la especialidad.

Los problemas que enfrenta la enseñanza del español en el Brasil pueden ser considerados a partir de dos categorías: estructurales y coyunturales. El problema estructural más conocido es el de la ilusión que durante años llevó —y, a lo mejor, en algunos casos, aún lleva— a que mucha gente en Brasil no creyese necesario un estudio sistemático del español, dada su aparente semejanza con el portugués. No cabe que nos detengamos a analizar aquí las causas lingüísticas del fenómeno que ya vienen siendo estudiadas a fondo en Brasil; pero sí cabe referirnos a las consecuencias inmediatas de esa ilusión. Con frecuencia, el brasileño medio es llevado por la aparente semejanza entre el español y su lengua, y por la también aparente facilidad de comprensión que tiene del español oral en situaciones elementales, en parte, gracias a la menor complejidad del sistema fonológico de esta lengua. Así, cree entender correctamente lo que escucha y lo que lee. A ese error, le sigue otro: el que consiste en pensar que, sin la necesidad de un estudio sistemático de la lengua del otro, podrá ser correctamente entendido por su interlocutor simplemente imitando lo que leyó o escuchó y creyó entender. El brasileño pasa, entonces, a producir una lengua que, en realidad, es una mezcla de la imagen que él se hace del español con su propia lengua. Se trata del así denominado portuñol. Podríamos aquí citar un largo anecdotario de las situaciones a que esa ilusión lleva; situaciones en que, en realidad, el hablante brasileño utiliza un ideolecto que nadie conoce sino él mismo, ya que se apoya en una imagen subjetiva de la lengua que cree hablar. El riesgo comprobado es el de que entre los interlocutores del hablante de portuñol, ni el lusohablante ni el hispanohablante consiguen comprender claramente su discurso.

Curiosamente, ha sido la demanda por parte del mercado de gente que en el Brasil domina el español lo que ha llevado a mostrar que el portuñol no es una lengua intermedia que sirve para que nos entendamos, sino todo lo contrario. De allí que ese problema básico —que llevó durante años a que mucha gente afirmase saber español sin haberlo estudiado nunca y actuase en diversos niveles (inclusive como traductores) como si lo supiese— viene disminuyendo precisamente a medida que más y más brasileños estudian español y así descubren que realmente sabían mucho menos de lo que se imaginaban. Creemos que, de esta forma, las perspectivas son halagüeñas, ya que se puede constatar una toma de conciencia con relación a la ilusión que suponía el portuñol. Sería indispensable, sin embargo, que se posibilitase el acceso al estudio del español al mayor número posible de habitantes del Brasil. Para ello, habrá que enfrentar problemas que consideramos coyunturales y cuya solución dependerá, fundamentalmente, de actitudes políticas gubernamentales y de la organización de la sociedad de forma articulada. El primer problema coyuntural que encontramos es la limitación al estudio del inglés que, en la práctica, la legislación brasileña le venía imponiendo a la enseñanza de lenguas extranjeras en la escuela pública. Sin embargo, la nueva «Lei de Diretrizes e Bases da Educação Nacional» (ley 9394/96) que rige la educación brasileña y fue promulgada el 20/12/96, sancionó en el parágrafo quinto de su artículo 26 la enseñanza obligatoria de, por lo menos, una lengua extranjera moderna durante los cuatro últimos años de los ocho que comprende la enseñanza fundamental o primaria. La elección de dicha lengua debe depender de las posibilidades con que cuente la institución escolar. En lo que tiene que ver con el currículo de enseñanza media, en el ítem III de su artículo 36, la mencionada ley dispone la inclusión de una lengua extranjera moderna elegida por la comunidad escolar y de una segunda, en carácter opcional, dentro de las posibilidades de la institución escolar.

O sea que, teóricamente, cabría el estudio de, por lo menos, dos o tres lenguas extranjeras modernas en el sistema de enseñanza brasileño. Pero será indispensable que se ponga en marcha, especialmente en las escuelas públicas, el proceso de consulta a la comunidad escolar de forma que se abra espacio para el plurilingüismo y, con él, para la introducción del español en los currículos escolares. No nos consta que eso esté ocurriendo en algún estado brasileño; al menos, no lo hemos visto efectivarse en el estado de São Paulo.

Debemos, sin embargo, referirnos al proyecto de ley 4004-D/93, actualmente discutido en la Comisión de Educación, Cultura y Deportes de la Cámara de Diputados brasileña, elaborado por el diputado federal Átila Lira. Inicialmente, tal proyecto incluía la obligatoriedad de la enseñanza del español en el sistema escolar brasileño. Sin embargo, así como hubo enormes presiones a favor, las ha habido en contra en la medida que la imposición de una lengua por ley no sólo parecía contrariar la legislación general, sino que, en la práctica, al sumarse a la demanda normal del inglés, impedía el estudio de otras lenguas extranjeras. En este sentido, debe tenerse en cuenta que la plural formación étnica brasileña lleva, en determinadas regiones, a una fuerte demanda del italiano, del alemán, del japonés, para no mencionar las lenguas indígenas o las africanas; juntamente con esto, cabe pensar en la importancia cultural o política y económica que, junto a las mencionadas lenguas europeas, pueda tener el francés. De ese modo, el referido proyecto de ley recibió una propuesta substituta por la que se dispondría no el estudio sino la oferta obligatoria del español en la enseñanza media, lengua que debería ser implantada gradualmente, en un plazo de cinco años, como facultativa. Se facultaría también su inclusión en la enseñanza primaria, siempre dentro del horario regular de clases; igualmente, se dispondría la creación obligatoria de Centros de Lengua Extranjera, dentro del sistema público de enseñanza, que incluirían necesariamente la oferta del español. Por fin, las escuelas privadas también deberían cumplir con tal oferta.

Creemos que no cabe discutir aquí lo que es de la competencia del poder legislativo brasileño. Sin embargo, este deberá encontrar caminos que permitan quebrar el monopolio del inglés en las escuelas públicas, de tal modo que haya espacio para que quienes así lo deseen puedan aprender el español. No nos parecería adecuada la opción por la simple obligatoriedad de su estudio, ya que la medida impediría la libertad de opción que la legislación general supone. Al mismo tiempo, la obligación —y la antipatía que este aspecto podría producir, ya que, en lugar de eliminar un monopolio, estaría proponiendo otro— podría llevar a que, si no se resolvieran otros problemas que dificultan el estudio del español, la ley se transformase en letra muerta, como no sería difícil constatar que sucede en otros casos.

De hecho, sea cual venga a ser la legislación que atienda específicamente a la enseñanza de la lengua española en Brasil, hay otros dos problemas que debemos enfrentar. El primero es la carencia de profesores de esa especialidad, carencia que no parece fácil resolver a corto plazo. La legislación brasileña prevé que, antes del año 2005, todos los profesores de la enseñanza fundamental y media tengan diploma universitario. Esto tropieza con dos problemas encadenados: el primero, la gran dificultad de acceso en Brasil a la enseñanza pública superior, dada la limitada oferta de vacantes que está lejos de atender a la enorme demanda que no deja de crecer en número muy superior al aumento de esa oferta. El segundo es el hecho de que, durante años y hasta hace muy poco, el español era ofrecido sólo en un número minoritario de universidades públicas, como ya se dijo; esto significa que no hay profesores de español suficientes en Brasil para atender a la demanda actual, menos aún para atender a la que produciría, por ejemplo, la implantación de la obligatoriedad de su estudio. Se ha calculado (tal vez con alguna exageración) en 200 000 el número de profesores que, en ese caso, harían falta. Aunque no se imponga la obligatoriedad del estudio del español, está claro que no hay profesores suficientes para atender a la demanda e, incluso, no se ve cómo formarlos a corto plazo, pues tal tarea depende fundamentalmente de iniciativas gubernamentales que amplíen las posibilidades de formación en las universidades públicas. Las privadas, por su costo, quedan fuera del alcance de la mayoría de los estudiantes brasileños.

Y habrá que garantizar la calidad de la formación de esos profesores. No se puede seguir creyendo que hablar una lengua extranjera basta para enseñarla; ni siquiera que un barniz pedagógico para aquellos que medianamente la conocen garantiza la calidad profesional del docente. El problema es serio, ya que exige que las universidades no sólo abran vacantes para el estudio del español, sino que se cuente en ellas con profesores debidamente capacitados; y esto, en Brasil, significa hacer que ellos cursen un posgrado, lo que supone la existencia de tutores a nivel de doctorado o maestría en número suficiente. Nos consta que, en ese nivel, las carencias son enormes. La falta de maestrías y doctorados en número suficiente significa un vacío de reflexión que va a llevar mucho tiempo superar, pues resulta imperioso estudiar las relaciones que existen entre el español y el portugués, lenguas que durante mucho tiempo se han menospreciado mutuamente.

¿Cuáles son las perspectivas? Creemos que se impone que nuestros gobernantes tomen conciencia de que no basta enunciar leyes que faciliten la integración de los países latinoamericanos. Habrá que garantizar las condiciones reales para que ella se lleve a cabo. En primer lugar, en este caso, aumentando las vacantes para la formación de profesores de español en las universidades públicas brasileñas. En segundo lugar, tal vez, estudiando la posibilidad de un intercambio de profesores entre los países del Mercosur, mediante la definición de cupos que permitan reciprocidad en la disponibilidad de profesores argentinos, uruguayos o paraguayos de español en Brasil y de profesores brasileños de portugués en los países de lengua española. Es claro que ello supondrá que en ambos casos se los remunere adecuadamente y se los capacite específicamente como profesores de lengua extranjera. Esto último parecería lo menos complicado, ya que sabemos que en ambas partes —y en el Brasil, específicamente, con la colaboración del Instituto Cervantes— ya están en marcha centros en los que esto empieza a ser implementado.

El otro gran problema coyuntural parece ser la falta de material didáctico adecuado. Durante años tropezamos en Brasil con la total carencia de material comercialmente disponible y pensado para la especialísima situación del alumno brasileño, lingüísticamente mucho menos distante del español que los hablantes de inglés, francés o alemán para quienes los manuales de español estaban proyectados. La salida siempre fue crear. Crear adaptando los recursos disponibles y utilizándolos de acuerdo con la situación del alumno brasileño. Crear produciendo los propios recursos siempre técnicamente limitados, a menudo, mediante la reproducción por medio del mimeógrafo y, posteriormente, por medio de la fotocopia. En los últimos años, venimos presenciando un doble proceso en la tentativa de resolver ese problema, proceso que, evidentemente, tiene muchísimo que ver con el enorme mercado que el considerable aumento de la demanda por el español significa en un país del tamaño del Brasil. Por un lado, crece la producción brasileña de recursos didácticos específicamente pensados para brasileños. Por otro lado, estamos ante una verdadera avalancha de material producido fundamentalmente en España, país que desde hace muchos años ofrece numerosas posibilidades de estudio del español como lengua extranjera. Sin embargo, los recursos didácticos españoles no siempre están pensados para brasileños y, así, seguimos ante la necesidad de adaptarlos. Dígase de paso, no llegan al Brasil, a no ser excepcionalmente, materiales producidos en países hispanoamericanos. Las excepciones corresponden a algún material argentino y algún otro mejicano, este último pensado para hablantes de inglés y que, además de implicar un fuerte regionalismo, exige también una debida adaptación. Sin embargo, no nos consta que esos materiales estén disponibles en el mercado brasileño. Suplir tales carencias es, sin duda, un desafío, pero supone, también, atender a una demanda bibliográfica de enorme volumen.

Cabe mencionar aquí que, entre ese material, siempre fue notable la carencia de diccionarios bilingües español / portugués que mereciesen respeto o confianza; esto viene corrigiéndose últimamente, especialmente debido a la producción de diccionarios de pequeño porte en Brasil y por los aún iniciales proyectos de diccionarios producidos con la colaboración de editoriales españolas. También nos parece notable la ausencia de proyectos de diccionarios en los que se integren investigadores brasileños e hispanoamericanos.

Por fin, quisiera dejar registrado el último paso dado en Brasil en relación al hispanismo. El desarrollo de los estudios de posgrado en las universidades brasileñas, a partir de la estructuración de tales estudios en un sistema a nivel nacional en 1970, llevó a que paulatinamente se fuesen formando en ellas núcleos de investigadores dedicados a los estudios de la lengua española así como también a los de las literaturas española e hispanoamericana. Más tarde, gracias al considerable aumento de la demanda por estudios de lengua española en todo el Brasil, esos núcleos acabaron cobrando especial importancia, ya que creció también el número de interesados en cursar la maestría o el doctorado.

De esa manera, los investigadores que desde los años 80 veníamos participando de los sucesivos y cada vez más concurridos congresos brasileños de profesores de español, comenzamos a sentir la necesidad de un espacio propio, de dimensiones menores que las de dichos congresos y más específicamente concentrado en la exposición de los resultados de la investigación.

Esto comenzó a quedar más claro al aumentar progresivamente el número de participantes brasileños en los congresos de la Asociación Internacional de Hispanistas. De un único investigador brasileño presente en el VIII Congreso, realizado en 1983 en la Brown University (EE. UU.), se llegó, en 1998, a contar con la participación de diez representantes de Brasil en el XIII Congreso, realizado en Madrid en 1998. Durante el desarrollo de este último surgió entre algunos de los allí presentes —profesores de la Universidad Federal Fluminense, de la Universidad Estadual Paulista y de la Universidad de São Paulo— la idea de crear una Asociación Brasileña de Hispanistas que nuclease a los investigadores brasileños del hispanismo.

La idea fue presentada en el acto de clausura del VIII Congreso Brasileño de Profesores de Español, realizado en Vitória a fines de agosto y comienzos de setiembre de 1999. Acto seguido, a través de la Internet, se comenzó la tarea de registrar los nombres de los interesados en la creación de la futura ABH. El resultado, a lo largo de un año, fue sorprendente si consideramos que se exigía que se tratase de portadores de título de doctorado o maestría o, por lo menos de alumnos de cursos de posgrado stricto sensu. A fines de setiembre de 2000, se registraba la adhesión de un total de 155 investigadores de Brasil —56 de ellos con diploma de doctor— vinculados a 51 instituciones nacionales de enseñaza superior, distribuidos en 10 estados brasileños, así como el apoyo de nueve hispanistas del extranjero: cuatro de España (residentes en São Paulo), dos de Argentina, uno de los EE. UU., uno de Escocia y uno de Israel.

La propuesta de la creación de la ABH incluía la realización de un primer Congreso Brasileño de Hispanistas, en cuyo transcurso se fundase formalmente la asociación. Como sede del congreso se eligió la Universidad Federal Fluminense (UFF), ubicada en la ciudad de Niterói. Tal elección fue motivada no sólo por la localización central de esa ciudad, sino porque en la UFF un activo grupo de profesores había llevado adelante un desarrollo sorprendente de estudios vinculados al hispanismo en los últimos años. Ese grupo preparó el evento que se realizó del 8 al 11 de octubre de 2000 y que contó con la presencia de más de 200 participantes y la lectura de más de 180 ponencias. El congreso fue posible gracias al apoyo de diversas instituciones brasileñas —especialmente, el de varias universidades y el de la CAPES y la FAPESP— y otras españolas, como el Instituto Cervantes y la Consejería de Educación de la Embajada de España. Gracias a tales apoyos fue posible contar con la presencia de varios invitados: los profesores españoles Julio Rodríguez Puértolas y Ángel López García, el profesor guatemalteco Arturo Arias y la profesora brasileña Eneida María de Souza. Una grata sorpresa fue que al número significativo de participantes se sumó —según la opinión unánime de los participantes escuchados— el elevado promedio cualitativo de los trabajos presentados. Todo ello no sólo justificó la realización del congreso, sino que también deja ver un futuro promisor para las actividades de la ABH.

La Associação Brasileira de Hispanistas fue fundada durante la asamblea que cerró el congreso y que contó con la presencia de 81 participantes. En su transcurso se aprobaron el estatuto y el reglamento interno de la ABH, se declaró esta oficialmente fundada, se eligió la primera Comisión Directiva y el primer Consejo Consultivo. Finalmente, se definió la ciudad de São Paulo como sede del II Congreso Brasileño de Hispanistas, a realizarse en el año 2002, del 8 al 11 de octubre. Las informaciones sobre la ABH pueden obtenerse en la página web de la Asociación, instalada en la revista electrónica Hispanista, editada en Niterói: http://www.hispanista.com.br/. Las actas del congreso se encuentran en vías de publicación gracias al apoyo del gobierno español a través de su Embajada en Brasil.

La creación de la ABH significa la culminación de un proceso derivado de una paulatina pero constante evolución en Brasil de los estudios en el campo del hispanismo. Clara muestra del reconocimiento internacional de esa evolución nos parece ser la reciente elección, durante el XIV Congreso Internacional de Hispanistas realizado en Nueva York, de la profesora Maria Augusta da Costa Vieira, docente de Literatura Española en la Universidad de São Paulo, para el cargo de vocal de la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Hispanistas.

El fortalecimiento de los lazos de los hispanistas en Brasil significa la posibilidad de que se intensifiquen los intercambios en el país y con el extranjero de los proyectos y resultados de investigaciones realizadas por brasileños. Entendemos que la peculiar configuración que hace del Brasil, al mismo tiempo, un país próximo y distante con respecto a las realidades culturales abarcadas por el hispanismo viene permitiendo el especial y promisor desarrollo de esas investigaciones.