El Diccionario Breve de Mexicanismos Guido Gómez de Silva
Miembro de número de la Academia Mexicana. México D. F. (México)

Unidad y diversidad del español

Se ha dicho que la lengua española, hablada por casi 400 millones de personas, en más de 20 países, en una extensión de 12 millones de km2, tiene, a pesar de estas cifras, una unidad asombrosa (además de estos datos, hay que tener en cuenta, para juzgar de la universalidad de esta lengua, que las personas de habla portuguesa [170 millones en Brasil, 10 millones en Portugal, y muchas en Mozambique, Angola y otras ex colonias portuguesas] entienden el español). Nota: en Estados Unidos hay entre 20 y 30 millones de hispanoparlantes.

La afirmación relativa a la unidad asombrosa de la lengua española se basa en que dos personas, aun iletradas, de extremos de ese gran territorio, pueden hablarse y entenderse. Es decir, que palabras como casa o mesa (y cabeza, ojo, mano; comer, dormir; sol, luna, estrella, agua, nube; verde, amarillo, blanco, y un mínimo de 80 000 más) son las mismas en todas las regiones.

¿Qué sectores del vocabulario tienen más probabilidad de ser en parte distintos? El principal es el de la comida; ésta se basa en nombres de verduras, de frutas, de animales, de platos preparados, que por ser frecuentemente típicos de alguna zona, si coinciden en otra, de la que la primera ha estado aislada, quizá tengan nombres diferentes.

El Diccionario Breve de Mexicanismos

Hace algunos años la Academia Mexicana resolvió empezar a preparar un Diccionario de Mexicanismos.

Para los propósitos de ese diccionario se consideró mexicanismo una palabra o una locución normal en la mayoría de los estados mexicanos, pero no en la gran mayoría de los países de habla española (ejemplos: guajolote, huarache, sarape).

Para el diccionario, la Academia decidió comenzar preparando un Índice de Mexicanismos; con este fin, consiguió ayuda económica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), de la Secretaría de Educación Pública y de otras instituciones mexicanas.

La Academia Mexicana preparó dicho Índice de Mexicanismos y la información contenida en él sirvió de base para la selección de palabras del futuro gran Diccionario de Mexicanismos, así como del actual Diccionario Breve de Mexicanismos que en este artículo se presenta y describe. El Índice se publicó en México en diciembre de 2000 en una coedición de la Academia Mexicana, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Fondo de Cultura Económica.

El Índice

Desde 1761 han aparecido listas de mexicanismos señalados como tales por el autor de la publicación. De estas listas, 138 parecieron dignas de tomarse en cuenta. El Índice es una acumulación de los 180 000 registros que hay en ellas, reducidos a 77 000 entradas debido a las duplicaciones. Se encontraron 41 000 palabras registradas en una sola de estas listas, 36 000 en dos o más, hasta el caso extremo de coyote, que está en 55 (otro ejemplo muy repetido: atole, que está en 48).

El Índice muestra cuatro datos en cada entrada: a) la palabra o la frase, b) el porcentaje de informantes que dijo conocerla (se constituyó una red de 65 informantes, y los hubo de todos los estados de la República Mexicana), c) el número total de fuentes en que aparece, y d) el número de identificación de las fuentes (numeradas del 1 al 138 en la Bibliografía) que contienen ese mexicanismo.

El Índice no contiene definiciones. Sí indica las variantes ortográficas, de modo que cenzontle (grafía que recomienda la Academia Mexicana) aparece en 19 formas más, entre ellas, en orden decreciente del número de listas que las contienen, zenzontle, sinsonte, centzontle, cenzonte.

El Índice de Mexicanismos fue un primer resultado de esta investigación realizada por la Academia Mexicana; el Diccionario Breve de Mexicanismos es un segundo resultado, que nos acerca a un tercer resultado —un nuevo y mayor diccionario de mexicanismos—.

He aquí algunos pormenores de los datos indicados arriba acerca del Índice; después de la obtención de fondos, éste requirió las 8 etapas siguientes.

  1. Identificar listas de mexicanismos publicadas y dignas de tomarse en cuenta (se encontraron las 138 válidas indicadas arriba [= «las fuentes»]; ejemplos de títulos: «El idioma español en Yucatán», «Palabras de origen indígena en el español de Chiapas», «Vocabulario agrícola nacional», «Lexicón de Sinaloa», «El léxico indígena en el español de México», «Sinonimias populares mexicanas de las enfermedades». La lista más antigua es de 1761).
  2. Hacer una relación de estas 138 listas (= «la Bibliografía»), numerándolas, para poder remitir a ellas fácilmente.
  3. Hacer la lista de todos los mexicanismos que aparecen en estas fuentes (del total de 180 000, hubo 77 000 diferentes).
  4. Publicar una primera versión del Índice (que no contiene definiciones).
  5. Preparar una lista de informantes calificados, buscando que hubiese de cada estado de la República Mexicana.
  6. Enviar el Índice, en su edición preliminar, a esta red de 65 informantes, pidiendo a cada uno que para cada palabra marcara si la conocía.
  7. Capturar todas las respuestas y calcular para cada palabra el porcentaje de informantes que dijo conocerla.
  8. Publicar una nueva edición del Índice (también sin definiciones), que indica para cada palabra los cuatro puntos de a a d que se mencionan arriba.

El Diccionario Breve

Una vez publicado este nuevo Índice, la Academia Mexicana encargó al autor de este artículo la preparación del Diccionario Breve de Mexicanismos que se presenta en el Congreso Internacional de la Lengua Española (Valladolid, octubre de 2001), esta vez con definiciones.

La diferencia principal entre el Índice y el Diccionario es que en éste se incluyeron definiciones.

Esta preparación del Diccionario Breve requirió, igual que la del Índice, varias etapas. La primera de ellas se puede llamar de filtrado para decidir cuáles de los 77 000 presuntos mexicanismos se incluirían y cuáles se excluirían. Uno de los primeros filtros fue, como se ve en el punto e) de la lista de exclusiones, la comparación con el DRAE.

Se decidió excluir del Diccionario Breve las palabras y locuciones de las categorías siguientes (aunque aparecen en el Índice):

  1. Las voces que pocos (o ninguno) informantes dijeron conocer.
  2. Las variantes gráficas que fueron reconocidas por sólo muy pocos (o ninguno) informantes (se incluyó la ortografía recomendada y las variantes aceptables).
  3. Las que no pertenecen al español mexicano culto (por ejemplo, los arcaísmos y ruralismos ansina o dijites).
  4. Los nombres propios (pero muchos aparecen en la etimología y en la definición de los adjetivos gentilicios correspondientes).
  5. Aquellas palabras del Índice que aparecen en el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española (se usó la edición 21.ª, 1992, abreviado en adelante DRAE; la edición 22 aparecerá este año de 2001, en octubre) con el mismo significado que se les da en México y sin marca regional (o sea que aunque algún autor había considerado que eran mexicanismos, no lo eran).
  6. Algunos términos muy especiales o técnicos de vocabularios de ciertos campos temáticos como minería o equitación.
  7. Palabras españolas como abeja que, aunque todos dijeron conocer, aparecía en una sola lista, y en el sentido de cierto aparato que en la Nueva España del siglo xviii se utilizaba en las minas (sentido técnico en que ningún informante conocía la palabra).

Se decidió incluir las palabras y locuciones de las categorías siguientes, si están en el Índice:

  1. Las que tienen origen indígena (por ejemplo, huarache, metate, tamal).
  2. Las que no están en el DRAE. Se consideró que cualquier desviación del DRAE, que está en el Índice, es mexicanismo.
  3. Las que, siendo de origen español, se usan en México con sentidos diferentes de los que tienen en España o en el resto de los países de habla española (por ejemplo, banqueta ‘acera’, regadera ‘ducha’).
  4. Las que están en el DRAE con marca de mexicanismo o de americanismo.
  5. Los mexicanismos históricos o indigenismos etimológicos, aunque ya sean hoy, como chocolate o cacao, de uso casi universal.
  6. Los nombres de animales, plantas, y alimentos preparados, pues son mexicanismos por el referente (aunque una persona que no sea mexicana, si tiene que usar esta voz, la usará).
  7. Los adjetivos gentilicios de topónimos mexicanos (por ejemplo, tamaulipeco, veracruzano, aunque, igual que en el caso anterior, una persona que no sea mexicana, si tiene que usar esta voz, no usará otra sino ésta).
  8. De los términos que pertenecen a ciertos campos temáticos (por ejemplo, la flora, la fauna, la minería y otras técnicas, las palabras muy regionales [subnacionales]), sólo los más frecuentes.
  9. Los refranes, sobre todo si contienen un mexicanismo (como Entre dos cocineras sale aguado el mole, o su equivalente Entre muchos meneadores se quema el atole) o si no aparecen en el DRAE 1956, que es el último de la Real Academia Española en que se publicaron refranes. [También existe: Demasiados cocineros estropean el caldo]. Véase, adelante, una observación acerca de los refranes.

Con las exclusiones indicadas, y reuniendo en un solo artículo las variantes gráficas aceptadas, la lista del Índice resultó reducida a 6200 artículos lexicográficos (que incluyen palabras [morfemas libres, unidades léxicas univerbales], locuciones [unidades pluriverbales], e incluso varios elementos léxicos inseparables [morfemas inseparables]).

Características

El Diccionario Breve de Mexicanismos (México, Fondo de Cultura Económica, 2001) tiene tres características, que podemos abreviar como sigue: es a) sincrónico, b) contrastivo y c) descriptivo.

  1. sincrónico. No es diacrónico o histórico, sino que representa lo actual, los elementos léxicos de uso en la segunda mitad del siglo xx, y principio del xxi.
  2. contrastivo. Es diferencial; se preparó el diccionario tratando de comparar lo que se dice en México con lo que se dice en otros países de habla española y sobre todo con el español de la Península Ibérica; ésta fue la variante de referencia porque el español de España es el mejor conocido y mejor descrito. El propósito es, pues, registrar el sector del léxico del español de México que no es común con el de los otros 20 países de habla española.
  3. descriptivo. No es normativo, indica la realidad del uso; ya que no establece criterios normativos, no se excluyen préstamos de otras lenguas (que son principalmente del inglés), ni neologismos. Tampoco se excluyen los llamados historicismos, o sea palabras que, como cu, ya no se utilizan corrientemente pero sí en textos recientes que se refieren a cosas del pasado.

En lo que se refiere al nivel estilístico, no se evitaron las groserías, las palabras soeces, pero se marcaron, como lo hace el DRAE, «voz [o locución] malsonante». En el Diccionario Breve, «voz malsonante» significa expresión impropia de personas cultas o educadas, que ofende los oídos de personas de buen gusto.

El comparador

El principio diferencial (respecto al español peninsular) hizo necesario un contraste con una piedra de toque fiable para decidir qué es propio y qué es compartido.

El único registro general y original del español peninsular es el DRAE. En el Diccionario Breve se considera mexicana (como se menciona arriba), para fines prácticos, toda palabra del Índice (si se usa, si no en todo México, a lo menos en zonas geográficas extensas o densamente pobladas) que no figura en el DRAE, o que figura en él con marca regional (Méj. o Amér.). Como también se indica arriba, para los refranes, ya que la Real Academia Española los publicó sólo hasta la edición 18.ª, 1956, del DRAE, se utilizó esa edición para la comparación.

Contenido

Para los propósitos de este diccionario se considera mexicanismo una palabra, partícula o locución, de procedencia española o indígena, característica del español de México, especialmente si no la comparte (si contrasta) con el español de otros países de Hispanoamérica o con el de España (ejemplos: defensa [de vehículo de motor] que en España es parachoques; o guajolote ‘pavo’, que se utiliza comúnmente en México y por lo general no se entiende en otros países de habla española). Se incluyeron, pues, las voces que tienen en México un contenido semántico peculiar (voces del español general que tienen en México acepciones diferentes de las peninsulares, algunas de las cuales son arcaísmos de origen hispánico que ahora se desconocen en la Península). Se pusieron también algunas voces de origen mexicano incorporadas al español general, y aun a varios idiomas (por ejemplo, chocolate; que en alemán es Schokolade, en francés chocolat en inglés chocolate, en italiano cioccolato, en ruso shokolad: no se han excluido los mexicanismos históricos, como éste, o como cacao o tomate). No se olvidaron las denominaciones de las cosas y acciones de la vida diaria, que son las menos conocidas de un país a otro.

Se incluyeron los nombres de realidades consideradas típica o específicamente mexicanas, tales como determinados animales, plantas, comidas, o bailes folclóricos (si una persona no mexicana conoce por ejemplo el animal o la planta en cuestión, que no es propia de Europa, usará probablemente la palabra mexicana; no por esto deja de ser mexicanismo, pues es posible que sea desconocida por la mayoría de las personas de habla española).

El autor de este Diccionario Breve, además de utilizar el Índice, se encargó de hacer encuestas orales, consultando a informantes adicionales para asegurarse de que alguna palabra dudosa todavía se conoce.

Hay en este diccionario palabras de las que se podría pensar que se utilizan también en España, porque aparecen en el DRAE sin marca regional, pero que son muy poco usuales en España. Por ejemplo, papa, que allí se llama patata, o futbol, que allí es fútbol (las diferencias pueden ser léxicas, de pronunciación, de uso gramatical, sintácticas, morfológicas, semánticas, o de uso estilístico). Casi todas las voces que se incluyen se utilizan en toda la República Mexicana. Cuando son locales, pero muy difundidas, se indica con alguna marca, del tipo Norte o Yucatán.

Los topónimos y otros nombres propios (por ejemplo, antropónimos) aparecen sólo incidentalmente, si está alguno de sus derivados (v. gr., se encuentra el adjetivo gentilicio guerrerense, pero no Guerrero).

En las locuciones se indica el lugar de los sujetos o de los complementos posibles de los verbos mediante palabras como alguien, algo.

La ortografía

En general, las palabras tomadas de otras lenguas (frecuentemente del inglés) se escriben en México como en esas lenguas; flash, o whiskey, por ejemplo, se escriben como en inglés, y garage como en francés, y no como las escribe el DRAE (flas, güisqui, garaje).

Cuando llegaron a lo que hoy es México los primeros españoles (desde 1518), como la grafía indígena era muy rudimentaria y principalmente pictográfica e ideográfica, sintieron la necesidad de escribir las lenguas locales con el alfabeto latino. Cada persona o grupo usó su sistema; ahora hay una tradición bastante firme para escribirlas, y es la que se siguió, a pesar de que a veces se aparta de la ortografía general española.

La x de México

En España, hasta el siglo xvi (siglo en que los españoles llegaron a lo que hoy es México), la letra escrita x (en palabras como dexar, dixo) se pronunciaba como la ch francesa o la sh inglesa; la transición hasta la pronunciación actual (j española) llevó todo ese siglo (un poco después, también cambió la grafía por j: dejar, dijo). Cuando los españoles oyeron en lenguas indígenas el sonido /sh/, lo escribieron x. Hoy, en las palabras de origen indígena que por tradición se escriben todavía con x, ésta tiene una de tres pronunciaciones, según el caso (ejemplos: México, Oaxaca /j/; Xochimilco, Xóchitl /s/; xocoyote, xola /sh/).

Los refranes. Una observación

Los refranes viajan de una región lingüística del mundo a otra y es normalmente difícil descubrir de qué idioma o de qué país es la versión más antigua. Incluso el hecho de que las partes de cierto refrán riman en un idioma y no en otro (o cuando hay aliteración en uno y no en otros) no da la seguridad de que fue creado en aquél (la traducción puede incluir una adaptación). Sin embargo, cuando un refrán en cierto idioma se basa en un retruécano, es probable que se haya originado en ese idioma.

Ejemplos de refranes que riman en algunos idiomas pero no en otros:

(español) «La mona, aunque la vistan de seda, / mona se queda», y

(inglés) «An ape’s an ape, a varlet’s a varlet, / though they be clad in silk or scarlet» (‘Un mono es un mono, un lacayo es un lacayo, / aunque los vistan de seda o de escarlata’), pero

(alemán) «Affen bleiben Affen, wenn man sie auch in Sammet kleidet»(‘Un mono es un mono, aunque lo vistan de terciopelo’) y

(italiano) «La scimmia è sempre scimmia, anco vestita di seta» (‘El mono es siempre mono, aunque lo vistan de seda’);

(español) «A padre guardador, / hijo gastador» y

(ruso) «Ottsy nazhirayut, / detki prozhivayut»(‘Los padres adquieren, / los hijos despilfarran’), pero

(francés) «À père avare, fils prodigue» (‘A padre avaro, hijo pródigo’) y

(inglés) «After a thrifty father, a prodigal son» (‘Después de un padre ahorrativo, / un hijo manirroto’).

Ejemplos de refranes que se basan en retruécanos en un idioma:

(español) «Servil, ser vil»;

«Negocio acaba en ocio, pero ocio no acaba en negocio».

«El dinero hace contar, la alegría hace cantar».

(francés) «Envie est toujours en vie» (‘La envidia está siempre en vida’).

(inglés) «Well well, many wells, many buckets» (‘Bien bien, muchos pozos, muchas cubetas’).

«It is as good to be an addle egg as an idle bird» (‘Es tan bueno ser un huevo huero como ser un pájaro ocioso’).

«Is there no mean, but fast or feast(‘¿No hay término medio excepto ayunar o banquetear?’).

(italiano) «Vuoi tu aprire qualunque porta? Chiavi d’oro teco porta» (‘¿Quieres tú abrir cualquier puerta? Llaves de oro lleva contigo’).

Ejemplo de un refrán que se basa en retruécanos en más de un idioma:

(alemán) «Drei W bringen uns viel Pein: / Weiber, Würfelspiel und Wein» (‘Tres W nos traen muchos pesares: / mujeres, juego de dados y vino’).

(italiano) «Tre d rovinano l’uomo: diavolo, danaro e donna» (‘Tres d arruinan al hombre: diablo, dinero y mujer’).

(griego) «Tría káppa kákista: Kappadokía, Kreetee, Kilikía» (‘Tres K son muy malas: Capadocia, Creta, Cilicia’).

[Debido a estas consideraciones, lo que se hizo para los refranes fue semejante a lo que se hizo para las palabras aisladas y las locuciones, o sea que se usó un comparador. En este caso, fue el DRAE 1956; en los otros, el DRAE 1992].

Las definiciones. Algunas observaciones

Las definiciones de los diccionarios deben ser y esto ya lo dice Platón en varios de sus diálogos (por ejemplo Lisis, Cármides, Laques) poniéndolo en boca de Sócrates bastante generales para abarcar los sentidos en que se usa una palabra pero a la vez bastante restrictivas para excluir aquéllos en que no se usa. Además, las definiciones deben ser claras y concisas, y evitar la circularidad del tipo «demostrar = probar» / «probar = demostrar». Los redactores de diccionarios también tienen que decidir si dos significados son realmente distintos o simplemente matices del mismo significado.

Para definir, se puede usar alguna o varias de las maneras siguientes:

  1. formulación substitutiva [sinonimia]: perfidia, deslealtad, traición, quebrantamiento deliberado de la fe debida;
  2. descripción: tigre, mamífero de gran tamaño, de pelaje casi blanco en el vientre, amarillento y con rayas negras (transversales en el lomo y en forma de anillos en la cola) en otras partes;
  3. clasificación: tigre, mamífero felino carnicero, Panthera tigris;
  4. enunciado del propósito o de la función: martillo, herramienta que se usa para meter clavos en la madera;
  5. ejemplo ilustrativo: rojo, de un color que se parece al de la sangre;
  6. comparación: colina, elevación natural de terreno, menor que una montaña.

De todos modos, sigue usándose, a lo menos en parte, la manera tradicional ya usada por Platón, y por Sócrates según Platón de definir un término, de precisar la clase de cosa que se nombra, una especie (es decir, dar el género próximo [la Nueva Planta del Diccionario de la RAE, 1997, llama «hiperónimo inmediato superior» el género próximo] que la incluye y las diferencias específicas o señas distintivas) [por ejemplo, b, d y f arriba]. Platón, discípulo de Sócrates, hace hablar a su maestro en diálogos en que define una noción (la amistad, la virtud, lo bueno, la justicia, el saber).

De una palabra hay que definir cada acepción, y a pesar de los varios sistemas teóricos mencionados, no faltan las dificultades, sobre todo para la definición de muchos vocablos sencillos: es más fácil definir proparoxítono (‘acentuado en la antepenúltima sílaba’) o globulífero (‘compuesto de glóbulos [o sea de ‘cuerpos esféricos pequeños’]’) que definir mesa (‘mueble por lo común de madera, que se compone de una tabla lisa sostenida por uno o varios pies, y que sirve para comer, escribir, jugar u otros usos’ [Acad.] o más sencillamente ‘mueble compuesto de una superficie horizontal sostenida por una o más patas’).

La frase por lo común (o la palabra típicamente) es útil en las definiciones porque usándola se puede decir, por ejemplo, que mesa es ‘un mueble de madera, de superficie horizontal y de cuatro patas’, aunque todos conozcamos mesas de plástico o de metal, mesas de una o de tres patas, y mesas de dibujo cuya superficie no es horizontal sino inclinada.

Otro ejemplo aparentemente sencillo: la palabra nudo (‘lazo que se estrecha y cierra de modo que con dificultad se puede soltar por sí solo, y que mientras más se tira de cualquiera de los dos cabos, más se aprieta’ [Acad.; y lazo es ‘atadura o nudo de cintas … que … se hace formando unas como hojas’ (Acad.)] o más sencillamente ‘entrelazamiento de una cuerda o cinta consigo misma, que produzca una atadura’).

En las definiciones del Diccionario Breve de Mexicanismos, se usa frecuentemente el término común en España, que es muchas veces el más conocido internacionalmente. Por ejemplo, se define guajolote como pavo.