En las escasas páginas que los manuales y estudios generales del español en América dedican a cuestiones gramaticales se destacan dos temas: el voseo (empleo del antiguo pronombre latino de segunda persona plural con valor de singular y en conexión con las respectivas formas verbales singulares o plurales) y el valor de algunos tiempos verbales, especialmente la oposición entre pretérito simple y perfecto de indicativo. En nuestra ponencia enfocamos ambos temas desde el punto de vista de su desarrollo y arraigo históricos, del actual rendimiento funcional de los sistemas implicados y de los problemas planteados con vistas a un posible intento de convergencia normativa en el marco de un «español general».
Durante los siglos xvi y xvii continúa gravitando en América la variedad alomórfica de las formas verbales conectadas con vos referido a la segunda persona singular, las que en España se usaron caóticamente durante el s. xv y de modo más restringido en la centuria siguiente, a saber, vos (tomades, avedes/sodes, partides; tomaes, avees/soes, partíes), tomás, avés/sos; tomáis, avéis/sois, partís. La forma de cortesía vuessa merced, que en España es reemplazada ya en el s. xvii por usted, se mantiene largamente en América. Por otra parte, en la Península continúa en este siglo la alternancia de tú y vos, pero con enorme avance del primero de ellos en el uso familiar, lo que lleva finalmente al sistema de oposición binaria tú (familiar)/usted (formal), sancionada en el s. xviii por la norma académica. Los centros virreinales de México y Perú siguieron la nueva norma peninsular eliminando el voseo, salvo el caso de lagunas regionales (según Kany (1951:58) los estados mexicanos de Chiapas y Tabasco así como las partes norte y sur de Perú), en tanto que las áreas laterales y de inferior desarrollo cultural mantuvieron con mayor o menor intensidad las formas voseantes tradicionales o bien las redujeron posteriormente en dirección distinta del proceso peninsular, con detrimento del tuteo. Nos remitimos aquí a los casos de Chile y de Argentina en el uso bonaerense por tratarse de situaciones extremas en sus respectivos desarrollos.
El actual voseo chileno está ya conformado en sus líneas básicas en los siglos xvii-xviii. La Relación autobiográfica de la monja Úrsula Suárez (1666-1749), representativa para el modo de hablar de la clase alta chilena de la época, muestra el uso indistinto de tuteo y voseo verbales incluso dentro de una misma línea (Sois muy chiquita y enferma, y no eres para monja (ob. cit., 127)), así como voseo pronominal combinado con voseo y tuteo verbales (Vos lo veréis… ya no te tengo de engañar (ob. cit., 174); ¿vos habías de ser monja? (ob. cit., 91)). El pronombre tú, de reducido uso aparece en conexión con formas verbales ambiguas que pueden interpretarse como tuteantes vulgares de segunda persona singular o voseantes tradicionales de segunda persona plural1, también dentro del mismo contexto (…respondió: «Tú lo pedistes para tu mortificación»; díjele ¿para qué me lo comediste…? (ob. cit., 253)). en esta obra encontramos incluso la primera documentación de la actual forma del voseo chileno de la segunda conjugación surgida por analogía con la terminación de los verbos de la tercera: Señor de mi alma y Dios de mi corazón ¿qué querís que haga yo? (ob. cit., 161), Cuantu’ha que murió señora, ¿no lo habís sabido? (ob. cit., 103).
La notable fusión de formas y extensión del voseo verbal descritas, cuyo desarrollo histórico detallado a partir del s. xviii todavía no ha sido estudiado, se mantiene hasta la actualidad. Así señala Morales (1998-99, 838) que las estructuras voseantes y tuteantes en Chile son, en orden decreciente de preferencia, ¿qué creís tú?; ¿qué crees tú?; ¿qué creís vos?;¿qué crees vos? Al respecto debe destacarse la amplia extensión del voseo verbal en el actual español de Chile. Esto se aprecia claramente al determinar el inventario de tiempos verbales con los que se combinan regularmente los pronombre vos y tú (generalmente elípticos). Sólo en dos casos se trata de formas verbales tuteantes (pretérito de indicativo e imperativo positivo: vos cantasteh2, ¡canta [vos]!), y en el resto, de formas verbales voseantes (vos cantai, cantabai, cantaríh, cantaríai, cantís, cantarai, cantasei, ¡no cantís [vos]!; vos habíh cantado, hubistei cantado, habíai cantado, hayai cantado, hubierai cantado, hubiesei cantado. Por otra parte existe una marcada tendencia, sobre todo en el uso femenino de las clases medias y altas, a evitar la actualización del pronombre vos, lo que acentúa aún más el carácter verbal del voseo chileno.3 En Buenos Aires también el voseo ha existido junto al tuteo ininterrumpidamente durante todo el período colonial (Borello, 1969). Posteriormente el fenómeno presenta según Fontanella (1979:11-120 y 156-158) el siguiente desarrollo. A comienzos del s. xix tú y vos alternan ampliamente en función de sujeto incluso en oraciones contiguas (vos así lo tendrás entendido… tú verás), con predominio de vos,4 combinado exclusivamente con formas tuteantes en todos los tiempos verbales exceptuado el imperativo que también acepta formas voseantes (¡Ten! o ¡Tené!).5 En la segunda mitad del s. xix, a partir de 1860, vos sujeto de uso cada vez más extendido en relación con tú empieza a combinarse mayoritariamente con formas voseantes de presente, relación que también se da en la alternancia ya existente en imperativo; también ocurre en este período la alternancia de formas voseantes y tuteantes en el presente de subjuntivo (vos cantes o cantés). A lo largo del s. xx se ha ido regulando este sistema hasta alcanzar la normalidad estandarizada que presenta actualmente. En efecto, el uso de tú sujeto según el último informe de Fontanella (1999:1406) sobre el tema simplemente ha dejado de existir: «la forma vos como trato de confianza está totalmente generalizada y no existe ningún tipo de alternancia o contraste con tú, que resulta una forma ajena a la comunidad». Respecto de las formas verbales combinables con vos, en el presente de indicativo el uso de las tuteantes es ya en 1970 mínimo en la norma culta bonaerense; según las estadísticas de Siracusa (1972) constituye el 7,07 % en la lengua de los adultos mayores de 55 años, el 1,03 % en la del grupo entre 35-54 años y sólo el 0,93 % en la de los jóvenes entre 25-34 años. Por su parte, dentro del presente de subjuntivo se ha producido una regularización según la cual, son las formas tuteantes las que se han impuesto para todos los empleos propios de este modo. En el caso del imperativo, con la única estructura positiva voseante (¡cantá!) coexisten las negativas ¡no cantes! y ¡no cantés!, pero con distinto valor estilístico para expresar la oposición mayor o menor cortesía. En resumen puede afirmarse que el único sujeto de segunda persona singular (vos) existente en este sistema se combina solamente en tres casos con formas verbales voseantes (dos obligatorios, vos cantás, ¡cantá! y otro optativo, ¡no cantés!) y en el resto de ellos, prescindiendo del optativo ¡no cantes!, sólo con formas verbales tuteantes (vos cantaste-s6, cantabas, cantarás, cantarías, cantaras, cantases, has cantado, hubiste cantado, habías cantado, habrás cantado, habrías cantado, hubieras cantado, hubieses cantado7).
En suma, desde el punto de vista contrastivo puede concluirse que las variedades voseantes americanas aquí consideradas, pese a sus innovaciones, tendencialmente constituyen casos extremos de conservación, la chilena en el ámbito del voseo verbal8 y la argentina en el del voseo pronominal9. El rendimiento funcional de ambas variedades permite posibilidades comunicativas que desde luego son ajenas al sistema pronominal peninsular.
En sus funciones esenciales el sistema estandarizado vos/usted bonaerense corresponde al peninsular tú/usted, con las naturales diferencias de valor lingüístico proveniente de las relaciones diatópicas y del paradigma verbal, las que se especifican más adelante.
Desde el punto de vista pragmático los tres elementos del sistema pronominal chileno de 2.ª pers. sing. (tú-vos-usted) se articulan, en cambio, en una compleja red de valores comunicativos discordante en aspectos centrales de los sistemas peninsular y bonaerense.
Tú implica una relación entre personas de confianza afines por generación, relaciones familiares, sexo, pertenencia a instituciones, experiencias comunes, profesión, actividad, etc. Por supuesto que también se utiliza el tuteo para marcar una relación asimétrica de superior a inferior normalmente referida a la posición social, pero a también considerada desde otras perspectivas como gran diferencia de edad o ejercicio de autoridad policial o administrativa. Tú es forma estándar para todo tipo de situaciones en que aparece.
La valoración sociolingüística de vo(s) depende de la situación en que la forma ocurre:
El último empleo ha hecho notables avances en la sociedad chilena durante la segunda mitad del s. xx. La observación intuitiva de Torrejón (1986:682): «es muy probable que en algún momento el voseo mixto verbal se imponga como la norma universal de tratamiento de los chilenos cultos en situaciones informales y familiares» es documentada tres lustros más tarde como tendencia claramente cuantificable por Oyanedel/Samaniego (1998-99, 901), quienes comprueban que el voseo se encuentra en un primer grado de incorporación a la norma culta en cuanto aparece en «hasta un 30 % de ocurrencias, tanto de formas dispersas en grupos etarios, sexo, situaciones y canales de emisión, como concentradas preferentemente en determinados registros (habla juvenil y habla masculina adulta joven)».
Usted implica distancia real frente a extraños o situacional entre conocidos,11 o bien respeto frente a superiores y personas mayores del mismo círculo, y, dentro de la familia, a abuelos, padres y parientes mayores. Su valor permite usarlo como arma retórica para evitar el tuteo con alguien que pretenda introducirlo sin acuerdo previo. El ustedeo meramente verbal provoca menor distancia que el pronominal, por lo que constituye una suerte de etapa intermedia respecto del tuteo (Tía, ¿sabe dónde viven los López?).
El paso de usted a tú en el marco de las situaciones indicadas se hace cada vez más fácil, pero no tanto como ocurre en España.
El trato constante de usted entre esposos y enamorados o entre padres y niños resulta anticuado; el ocasional empleo de usted entre tuteantes es, en cambio, un mecanismo expresivo adaptable a muchas situaciones de especial acercamiento, adhesión o protección (no importa, corazón, tarde todo lo que quiera, yo la espero todo lo que sea necesario; ¡por Dios, Pedrito, no se me vaya a resfriar, quítese esa camisa tan mojada!). en dirección opuesta a este «usted de afecto» puede ocurrir también un «usted de reproche». Así por ejemplo, en Skármeta (1995) la madre increpa a su hija por las relaciones amorosas que mantiene con el cartero y le ordena: Mañana haces tus maletas y te vas unos días donde tu tía a Santiago (p. 54), y luego de escuchar la réplica de ésta: No quiero (p. 55) […] ¡No pienso! ¡Me quedo! […] yo sé cuidarme (p. 56), la pone en su lugar espetándole ¡Qué va a saber cuidarse usted! […] Acuérdese que yo leía a Neruda mucho antes que usted! (p. 56).
En suma, los valores descritos permiten a emisor y receptor ubicarse a sí mismos o al uno respecto del otro en rangos jerárquicos de igualdad, superioridad o inferioridad (E=R, E>R, E<R) en un complejo marco de relaciones sociales y personales. Respetando, soslayando o transgrediendo las normas reguladoras del sistema, los hablantes pueden realizar en el marco del acto comunicativo funciones pragmáticas que exceden el marco de los ejes de poder y solidaridad reguladores de las referidas ordenaciones jerárquicas, en cuanto afectan ilocuciones de carácter primordialmente expresivo, estilístico (cp. nota 10).
En términos generales puede decirse que la oposición peninsular hice/he hecho se manifiesta en proporciones semejantes en la lengua literaria de todo el territorio de habla española, mientras que en la lengua hablada se dan importantes diferencias; contrariamente a lo que ocurre en España, la forma simple se emplea en América con notable mayor frecuencia que la compuesta.12 La aludida uniformidad, por lo menos cuantitativa, en el empleo de ambas formas se debe seguramente a la tendencia de nivelación suprarregional que manifiesta la lengua culta y literaria en todo el ámbito del español. Pero incluso en las obras literarias hispanoamericanas, sobre todo cuando éstas reflejan la naturalidad del habla coloquial, se comprueba el uso «simple por compuesto» discordante de la norma peninsular. Ejemplos desde el Caribe hasta Chile (en cursiva el empleo diferencial):
(47) —¿me esperaste mucho? —me preguntó Vivian (…).
—No.
—¿No te aburriste? (…)
—No, no me aburrí…[G. Cabrera Infante, Tres tristes tigres, p. 113]
(48) —Güenos días le dé Dios, ña Fortunata…¿Cómo amanecieron?
[Mariano Azuela, Los de abajo, p. 31]
(49) —Vine a ver los nuevos modelos —dijo Meme.
—Es un buen pretexto —dijo él.[G. García Márquez, Cien años de soledad, p. 244]
(50) … ¿cómo me dijo?… Esto no es, esto no es… ¡Vaya, olvidé la tal palabra!… ¿Tú la sabes?
[Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno I, p. 58]
(51) —Entonces, ¿por qué estás enojada conmigo?
—(…) porque esta noche dijiste cosas que me dieron asco.[Julio Cortázar, Los premios, p. 245]
(52) Y al regresar por el mismo corredor (…), Aliaga se detuvo ante una capilla, diciéndole a Osvaldo (…): —Mire, no se fijó en esta capilla tan linda…
[José Donoso, Cuatro para Delfina, p. 33]
Se ha pretendido explicar esta diferencia de uso de la oposición pretérito/ante-presente en la lengua hablada en España y América, postulando la existencia de valores temporales diversos en dichas variedades13 . De este modo Lope Blanch (1972:ejemplos citados respectivamente en pp. 130 y sig., 132, 133, 137)14 considera que el pretérito significa en América acción perfecta simplemente pasada (Hoy compré un libro precioso, Esta mañana llovió un poquito, Hace rato vi a tu hermano), en tanto que el ante-presente es una especie de perfecto imperfectivo, en cuanto la acción pasada aún dura continua o reiteradamente en el presente (Eso lo hemos discutido muchas veces; ¿Has escrito a Fulano? = ¿mantienes correspondencia con él?) También según este autor el uso del ante-presente con valor de pretérito absoluto, y, por consiguiente, con significado perfectivo, es frecuente en oraciones exclamativas (¡me he llevado un susto!). La oposición entre ambas formas en América puede describirse en consecuencia como aspectual (perfectivo/imperfectivo), mientras que en España se trata de anterioridad temporal remota/próxima en relación con la situación del momento del habla. A resultados semejantes conducen los análisis de Berschin (1976:89) para el español en Colombia, de Kubarth (1991:559, 565) para el español en Buenos Aires y de Cardona (1979) para el español en Puerto Rico, todos los cuales consideran básica la distinción puntual/continuo, independientemente de la distancia temporal o afectiva de la anterioridad perfecta respecto de la actualidad. Y es evidente que a partir de esta definición se puede explicar claramente la diferencia entre Am. Hablé hace un momento con Juan/Esp. He hablado hace un momento con Juan. No obstante, permanecen problemas de carácter empírico (no se describe comparativa y exhaustivamente el valor en España y América de todos los ejemplos aducidos) y teórico (resulta difícil justificar el ser del no ser, a saber, la perfectividad imperfectiva).
En otro lugar hemos mostrado (Cartagena 1999, 2949) que todos los usos «imperfectivos presentes» señalados por Lope Blanch (1972) y Moreno de Alba (1985) para el ante-presente en América (tipos: hay que reconocer el valor con que ha procedido siempre; yo he jugado golf con él; todavía no ha llegado; y cuando ya estaba en plena carretera, ¡me he llevado un susto!) se emplean con el mismo tiempo verbal en España, por lo cual también habría que reconocer la existencia de un «perfecto imperfectivo» en la Península, lo que debilitaría la capacidad explicativa de la tesis de Lope Blanch15. Si en consecuencia centramos la atención en el pretendido «perfecto imperfectivo» pensamos que éste carece de fuerza argumentativa porque descansa en una confusión de conceptos. En efecto, la perfección gramatical se refiere simplemente, desde la perspectiva del momento del habla, al punto en que el proceso considerado concluye, esto es al tiempo de la correspondiente situación, independientemente de las implicaciones derivadas del tiempo de foco o validez del referido proceso, que dependen del valor léxico del verbo y del entorno sinsemántico (contexto verbal) y simpráctico (contexto situacional) del texto. Por esto no extraña que todos los verbos de los ejemplos de Lope Blanch para dicho concepto sean léxicamente durativos y/o vayan acompañados de indicadores contextuales ad hoc. Pero no debe olvidarse que, precisamente por no tratarse de una propiedad gramatical, también los verbos puntuales pueden permitir la larga y continua duración del tiempo de foco o validez del proceso; así se dice, por ejemplo Mi padre murió hace cinco años, pese a que sigue estando muerto hasta la fecha y lo seguirá estando16.
A nuestro modo de ver no es necesario postular sistemas diferentes para explicar las semejanzas y diferencias entre España y América sobre el uso de la oposición hice/he hecho. La atenta consideración del distinto desarrollo histórico de las diversas variedades de la lengua puede dar cuenta cabal de su convergencias y divergencias en este ámbito.
Como se ha visto, todos los casos coincidentes en el uso peninsular y americano y del ante-presente corresponden exactamente al valor de pasado dentro del ámbito de la actualidad del hablante, en tanto que la oposición con el pretérito indica siempre la consideración del proceso pasado fuera de dicho ámbito. La diferencia entre dichas variedades radica esencialmente en que la anterioridad inmediata se expresa en la norma peninsular mediante el ante-presente y en la americana y canaria, habría que añadir, con el pretérito, aun cuando estudios sociolingüísticos han demostrado que el español insular muestra un evidente proceso de adaptación a la norma española continental respecto del uso de ambos tiempos.17
La explicación de las diferencias anotadas en el uso del ante-presente se encuentra en la historia de la lengua. En efecto, a partir de la situación en español medieval descrita más arriba, el ante-presente ha ido invadiendo paulatinamente el dominio del pretérito en la norma peninsular. De su empleo meramente resultativo en el ámbito del presente pasa paulatinamente a designar acciones concluidas en el pasado que revisten cierta importancia para la actualidad del hablante y acciones concluidas inmediatamente anteriores al momento del habla (cp. esp. antiguo es especie de heregía lo que agora dixieste/esp. mod. lo que has dicho ahora (acabas de decir) es una herejía); el próximo paso sería el que se ha dado por ejemplo en francés, esto es, que la forma compuesta signifique simplemente acción concluida en un punto no inmediato del pasado18 y que su distribución con la simple no atienda ya a diferencias de temporalidad, sino de otro carácter, como las de lengua escrita/hablada. Lo que ocurre en Hispanoamérica es que la referida invasión de funciones ha sido mucho más lenta, conservándose allí el uso preclásico del pretérito para la expresión de acciones concluidas inmediatamente anteriores al momento del habla, desde luego que con diversa intensidad regional: en el Cono Sur, como ya se ha apuntado, se observa una disminución del uso del ante-presente en relación, por ejemplo, con México. La norma canaria actual evidencia en cambio su carácter intermedio por estar directamente sujeta a la influencia peninsular. En todo caso, se trata en el conjunto de la lengua de evoluciones paralelas y distintas de la misma herencia. La razón psicológica por la cual probablemente no se ha aceptado esta simple pero evidente explicación es el rechazo del prejuiciado concepto de arcaísmo», el que tratamos en el próximo párrafo.
Cabe referirse ahora a la valoración que gramáticos y tratadistas han hecho de las referidas particularidades americanas. Desde luego que han sido condenadas con la mayor energía. Así por ejemplo, A. Bello (1951:150) ha emprendido una verdadera cruzada purista continuada centenariamente en la escuela para eliminar el voseo pronominal en Chile, sobre todo en su forma verbal tuteante: «…no sólo se peca contra el buen uso usando vos en lugar de tú, sino (lo que aún es todavía más repugnante y vulgar) concertándole con la segunda persona singular de los verbos. Vos se ha de considerar siempre como plural, sin embargo de que designemos con él una sola persona. Por consiguiente, es un barbarismo grosero decir, como dicen muchos, vos eres, en lugar de vos sois o tú eres».19 En Argentina, es famosa la apasionada descalificación del fenómeno hecha por A. Capdevila (1940:87 y ss.), quien lo describe como «sucio mal, horrenda cosa, horrendo voseo», lo que mutatis mutandi refleja la postura purista tradicional. El particular uso de la oposición hice/he hecho no ha merecido enérgicos rechazos, pero ha sido tradicionalmente incluido, junto con el voseo, dentro de los usos arcaizantes observables en el español de América.20 Y dado que tradicionalmente se entiende que lo que se conserva parcial o totalmente en América es rústica antigualla, y lo que se innova es barbarismo, en tanto que los mismos fenómenos constituyen en España uso castizo o creación según el genio de la lengua, dicha clasificación constituye clara estigmatización.21 No es por tanto de extrañar, que, desde el punto de vista americano, se tienda a rechazar este concepto y a sostener, por ejemplo, que el valor de la oposición hice/canté no representa la conservación de un estado de cosas preclásico o antiguo, sino una evolución americana particular (Lope Blanch 1972a, 37).22Y por supuesto, que el valor lingüístico de tales usos, esto es su relación posicional en el sistema, nunca es idéntico al que se observa en otros estados de lengua o variedades sincrónicas. Las llamadas construcciones arcaicas han sufrido desde luego alteraciones formales y/o funcionales, por lo que siempre se trata de conservación e innovación en el marco de procesos dinámicos, cuyos resultados ofrecen particularidades morfosintácticas y dimensiones pragmáticas del mayor interés. Desde este punto de vista será conveniente valorar los fenómenos estudiados en relación con la norma peninsular.
Salvo en cuestiones de frecuencia la oposición tú/usted tiene tanto en la Península como en Chile y Argentina (aquí en la forma vos/usted) las mismas funciones básicas. Mayor flexibilidad muestra el sistema chileno en la alternancia de ambas formas con valores estilísticos específicos (usted de afecto, de reproche). La oposición vos/tú en el sistema terciario chileno tiene posibilidades que exceden las estructuras binarias de los sistemas pronominales argentino y peninsular; por ejemplo, la de crear grados de intimidad en el ámbito de la norma culta y, fuera de éste, la de servir para la estigmatización de grupos sociales o para la agresión lingüística en usos asimétricos de jerarquía.23 Pero también el sistema binario argentino tiene mayor dinamismo que el peninsular, pues se opone dentro del propio marco nacional a usos tuteantes y voseantes pronominales y verbales de menor prestigio, pero de gran persistencia regional.
La diferencia descrita en el uso de los pretéritos simple y perfecto de indicativo en la lengua hablada va mucho más allá de que en América «como en castellano antiguo vine aparece en muchos casos donde el español peninsular prefiere hoy he venido» (Lapesa 1968:359). en rigor se trata de divergencias en el proceso histórico de distribución de funciones de ambas formas en las distintas regiones del español, que muestra, junto a variedades moderadas, tendencias antagónicas extremas, a saber, la rioplatense, que tiende a eliminar la forma compuesta y la madrileña, que tiende a hacer lo propio con la simple, en la lengua hablada. Descalificar una u otra tendencia, por ejemplo, por «arcaica» o «afrancesada», resultará antojadizo e impropio. Ellas coexisten y no alteran la armonía comunicativa interhispánica.
En suma, el estado actual de las variedades lingüísticas de las áreas laterales del español en América es el resultado de un complejo proceso histórico en que se han fusionado dinámicamente fuerzas de conservación e innovación en la lengua de sociedades que han hecho su propio camino aisladas inicialmente de sus centros culturales de origen y que han logrado después de medio milenio establecer sus propias capitales y normas de conducta lingüística. La especial conformación y riqueza, o simplemente peculiaridad, de los sistemas pronominales de 2.ª persona singular aquí descritos constituye una ventaja a todas luces no desdeñable, no sólo por la imposibilidad práctica de renunciar a ella, sino por la evidente ventaja de poseerla. Seguir condenándola como curioso arcaísmo, en vez de describir objetivamente sus rasgos morfosintácticos y pragmáticos, atenta simplemente contra todo principio científico.
Como lo demuestra la existencia de este congreso, la lengua histórica española actual es un diasistema plurinormativo, cuya fuerza de cohesión es precisamente la tolerancia razonada de sus naturales divergencias y la disposición para encontrar sin prejuicios ni pretensiones imperiales modos de elaborar formas de comunicación escrita, especialmente científica, que presenten el mayor grado de generalidad posible.