Odón Betanzos Palacios

El español en Estados Unidos: problemas y logrosOdón Betanzos Palacios
Director de la Academia Norteamerica de la Lengua Española. Nueva York (Estados Unidos)

Espanglish

Intento dejar fijadas varias ideas que tienen una relación directa con los problemas básicos hoy en nuestra lengua española, lengua común para más de 400 millones de seres en la tierra. Dependerá de nosotros mismos el futuro alentador para esa lengua o futuro con desaciertos y rupturas. Estas líneas tienen relación con el espanglish en Estados Unidos; la búsqueda de soluciones para acercarnos, serenamente, a la influencia de los anglicismos en nuestra lengua y mantener, así, una postura definida, abarcadora y clara y fijar líneas para hallar el debido deslinde al avance que ha tomado la lengua inglesa estadounidense en deterioro de la nuestra.

Estimo y creo que el espanglish y el engliñol han sido y son dos problemas normales en comunidades donde conviven los de lengua española y los estadounidenses, comunidades en las que sus hablantes son monolingües y tienen necesidad de comunicarse. El de lengua española ha recogido palabras del inglés, de las que entiende su significado y, sencillamente, las españoliza; igualmente hará con las formas verbales y así, en su variedad de injertos, se aproximará a la comunicación con el de la otra lengua: nace de esta manera, rufo, de «roof», techo, tejado; chatear, de «chat», por charlar o charla; printear, de «print», por imprimir; tienda de grosería, de «grocery store», por tienda de ultramarinos; carpeta, de «carpet», por alfombra; enjoyar, de «enjoy», por gozar, divertirse, que incluso cambiará de verbo transitivo a reflexivo, de gozar a enjoyarse cambiando, además, como se ve el significado que tiene en español. El mismo problema pero a la inversa será visible desde el lado opuesto, desde el engliñol.

Coinciden los nuevos adelantados protectores del espanglish, en su divulgación y defensa, en un exceso de precipitación, falta de reflexión y ligereza en las conclusiones al pensar que han logrado un descubrimiento importante, sin observar que el espanglish es, sólo, medio de comunicación temporal. Se les nota a estos adelantados que no han podido madurar bastante lo básico: la experiencia que da los conocimientos de las historias de las lenguas. Y así y por ellos dictaminan, señalan lo que creen será la nueva lengua nacida del inglés y del español como base y en el contacto y mezcla de ambas lenguas. Creo que no se han percatado del enorme error que cometen al querer hacer de amplitudes y querer enseñar una jerga de comunidades que ni siquiera podrán entender otras comunidades de sus cercanías. No han tenido en cuenta, tampoco, que a la caída del Imperio Romano, en el siglo V de nuestra era, las provincias de ese Imperio se quedaron sin centro unificador e iluminador de cultura y así empieza la deformación del latín vulgar, hablado en ellas y de cuya corrupción y mezclas, con las lenguas de las tribus de esas provincias, nacen todas las lenguas romances.

Con la seguridad de nuestro compromiso con la lengua española heredada y desde la tribuna y la calle, usando todos los medios a nuestro alcance y desde el norte al sur y del este al oeste de Estados Unidos salieron —y salen— los miembros de la Academia Norteamericana para señalar el gran disparate y mostrar las vías que lleven a descomponer el gran desacierto. Y así seguimos buscando la unidad en la diversidad de pueblos de nuestra lengua común en Estados Unidos, marcando la necesidad del amor y respeto a la lengua que nos une. ¿Se ha pensado y pulsado —hemos dicho a los alentadores del espanglish— en la precipitación que se comete al quedar olvidados todos los ajustes, forcejeos, substituciones y fuerzas creadoras durante más de quince siglos, en una lengua que buscaba en su evolución en perfección su total desarrollo? Ésa es la lengua de carácter universal que en la actualidad hablamos. ¿Qué pensarán hacer, dónde colocarán y cómo se medirán en su gran desacierto, los defensores del espanglish, con las obras cumbres de creación literaria en lengua española? Son preguntas que hago y me las hago y me espanto de las que puedan ser las respuestas.

El problema del espanglish es en su cruda realidad, y así lo creemos, consecuencia del contacto de dos lenguas cuando los hablantes de una y otra son monolingües. Y no seremos nosotros ni ellos los defensores del espanglish, los que tengamos las últimas palabras. La lengua, todas las lenguas, tienen su propia naturaleza y en su cambiante evolución será la que acepte, neutralice o rechace. De lo que se hable sobre tan espinoso problema será la historia de la lengua viva la que cuente y diga. De todas formas quiero poner un ejemplo iluminador que apuntala nuestra postura y señala el gran error de los defensores y divulgadores del espanglish. La cita es del colega de la Academia Norteamericana, Javier Collazo: «Una de las ideas que airean los defensores del espanglish es la de ser totalmente imprescindible en Internet el uso de espanglicismos, como chatear (“to chat”), forwardear (“to forward”), maus (“mouse”), etc. A esto contesto yo (Collazo) que en las más de 1700 páginas y más de cien mil artículos y subartículos de mi diccionario inglés-español de informática, no existe una sola palabra del espanglish, lo que no ha impedido traducir y explicar millares de términos ingleses, incluso la gran mayoría de los de la Internet».1

De todas maneras pienso, calculo, estimo, que el espanglish es un problema temporal, pasajero y todo vendrá a su cauce normal cuando nuevas generaciones de hispanohablantes en Estados Unidos reconozcan y aprecien la bendición del bilingüismo, al saber y comprobar que un bilingüe vale por dos. Y ese bilingüe total lo será de dos lenguas de carácter universal, de las dos lenguas más habladas y estudiadas de la Tierra. Los orientadores de los exiliados cubanos en la zona de Florida, según los estudios recientes del colega Humberto López Morales, Secretario General de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias, han dado una orientación nueva a sus compatriotas, al sugerir el cambio del aprendizaje intensivo del inglés por el del español. Se han dado cuenta que la gran carrera del hispano en los Estados Unidos es el ser bilingüe.2

Los hispanohablantes en cualquier parte del planeta hoy, no están desamparados como quedaron las provincias del Imperio Romano al faltarles el centro unificador de cultura que era Roma. Y lo importante para los hispanohablantes en el presente está en que no sólo tienen un centro iluminador en España sino que tienen tantos centros iluminadores como naciones de lengua española existen en el mundo: España, México, Argentina, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Puerto Rico, por sólo citar ocho de las veinte. La sola excepción, hoy, sería Filipinas a la que habrá que llegar con el español pues será la única salida directa que tenga para entender e interpretar su propia historia ya que los documentos de sus rebeliones contra España y las proclamas revolucionarias de sus próceres fueron redactadas, todas, en lengua española.

Los anglicismos

Aunque siempre he tocado lo relativo a la influencia de los anglicismos en la lengua española, sí quiero, al medir esa influencia, buscar las vías aconsejables para ser tratadas en su momento —y tiene que ser rápido— antes que el torrente de ellos acabe por imponer su poderío en el español de las nuevas generaciones. La primera fase está iniciada por las veintidós academias del mundo hispánico, por la estrecha unión de la Asociación de Academias de la Lengua Española y por la traducción inmediata de la voz idónea en español, la que más y mejor se adapte a la esencia de la palabra extranjera y mejor encaje en la naturaleza de la nuestra. Un paso decisivo será la invitación que se le pueda hacer a todos los medios de comunicación en español para que nos ayuden a apuntalar su defensa con lemas sencillos y directos, dirigidos a sus oyentes o lectores. Una forma natural de hacerlos sería invitándolos a su defensa y haciéndoles ver el cerco insistente a que está sometida la lengua española. Les doy uno como modelo, que hemos usado en la Academia, de los cientos que les podemos dar: «Sea moderno; hable bien el español sin ser purista». Las lenguas, las defensas de las lenguas, no se pueden imponer por leyes. Los franceses fracasaron cuando lo intentaron. Las lenguas madres se hablan desde el amor y con el amor porque nos empujan desde adentro nuestros antepasados. Los medios de comunicación en español tienen en sus manos la mejor defensa de nuestra lengua y para ello lo primero será el conocimiento de la necesidad que existe de la defensa y lo segundo, el hecho mismo de defenderla.

Para que se mida la gravedad del problema de los anglicismos, divulgados de manera insistente por todos los medios de comunicación y por todas las vías antiguas y modernas, abriré el abanico de los canales por donde llegan a los medios de comunicación: ciencia, técnica, mercado, política, gobierno, medicina, abogacía, turismo, editoriales, comida, deportes, finanzas, aviación, modas, ejército, cine, arte, escritores, periódicos, radio, televisión. Todo esto con el agravante de que al repetirse el anglicismo en la voz de persona de la que se piensa como modelo, el pueblo repite la voz porque la cree de nuestra lengua puesto que el modelo es fiable.

Mi larga residencia en los Estados Unidos me hace ver, creo, algunos de los problemas relativos a la lengua, los que de verdad son y los que señalan como tales sin serlos y, conjugar desvíos de nuestra lengua aquí con los de España y el mundo hispanoamericano. Los medios de comunicación en español en Estados Unidos, que gradualmente han ido aumentando en los últimos veinticinco años, han marcado una continuidad en la lengua hablada y escrita que ya estaba presente —y está— en los estados del Sudoeste, desde la Conquista y Colonización por España y después por México independiente. Y digo todo esto teniendo en cuenta, incluso, los muchos errores que se han podido producir —y se producen— en el uso de nuestra lengua común. Hay, existe, una fidelidad a la lengua española en las comunidades de Estados Unidos digna de tenerse en cuenta a pesar de los muchos errores que se cometen. Tanta es esa fidelidad que cuando se logre una comunicación en nuestra lengua que tenga carácter nacional y no de comunidades, se podrá enlazar esta nación cultural en español con las naciones hispanoamericanas de nuestra lengua. Quizá en esto esté una de las líneas más firmes para apuntalar la unidad en la variedad ya que disponemos de una norma culta y seria a la hora de la expresión y de la escritura. Si comparamos los desvíos del portugués brasileño, por ejemplo, en relación con el portugués de Portugal o el inglés estadounidense con el británico, será posible ver con claridad lo que expongo. Existe, por otro lado, una Asociación de Academias de nuestra lengua, modelo por la calidad de sus representantes y por el espíritu de hermandad existente en ella que ha influido —e influye— en la unidad de la lengua común. Sumen algo de suma importancia: la guerras coloniales de España con Hispanoamérica pudieron representar algo similar a la caída del Imperio Romano, al desaparecer el vínculo unitario de influencia con las colonias. La Real Academia Española hizo lo que no pudieron hacer o no supieron los fracasados políticos españoles y trazó la unidad existente de que hoy disponemos.

He expuesto y seguiré exponiendo, de manera insistente, las fuerzas que juegan a nuestro favor, de ser en el presente la lengua más estudiada junto con el inglés y el auge de los hispanos en los Estados Unidos. Es tan grande el número de hispanos en esta nación y tanto su poderío económico, que las grandes empresas comerciales y publicitarias han tenido que cambiar sus estructuras para llegar a ese mercado enorme y ganarlo en su propia lengua. Todo eso podrá decirse y repetirse porque es verdad pero un problema gravísimo viene, incide, en nuestra lengua y tendrá que llevarnos, a la fuerza, a todos los sensibles que la hablamos, al análisis de la gravedad del problema y a la reflexión. Y no nos queda otra salida que acercarnos a la esencia de su mal y buscarle soluciones, si en realidad pueden existir soluciones. Me refiero, sobre todo y como pueden suponer, a los anglicismos estadounidenses innecesarios y no a los necesarios. Si por un lado la información diaria y valiosa, en múltiples campos, enriquece y amplía conocimientos y saberes, por el otro, con el torrente de voces inglesas que arrastra, va cambiando la cara y seña de nuestra lengua común. El hablante de nuestra lengua no se ha parado a pensar el daño tan grande que hace al tomar voces de otra lengua sin buscarle la correspondiente en la nuestra.

Todas las lenguas se han enriquecido con los aportes de voces extranjeras, cuando la nuestra no disponía de ellas para expresar lo que queríamos decir y cuanto veíamos, pensábamos o sentíamos. En el presente, muchas veces alegremente, hablamos, decimos, escribimos sin pensar si la voz es nuestra o prestada, si tenemos la traducción de esa voz o no la tenemos. Por la rapidez hoy en la comunicación, algunas veces, no podemos disponer de la traducción, pero la mayoría de las veces ya la tenemos en diccionarios especializados. Se nota, se refleja, trasciende al hablar o escribir en muchos de los hablantes, tanto cultos como comunes, una alegría al usar el anglicismo, señalando como novedad lo que es pura tontera o la incapacidad para consultar el diccionario que se tiene a mano. Este problema que señalo no es sólo de una nación de nuestra lengua sino de todas. Quizá el problema a que aludo esté más acentuado en la misma España. Hemos abierto la ventana a la información en amplitud que enriquece, que suma y suma, pero no hemos pensado en lo que resta y resta. Este resta y resta es de tal dimensión hoy, desde todos los ángulos del quehacer humano, que ya se palpa y aprecia nuestra incapacidad para oponernos a lo que nos deforma. El momento es de más gravedad de la que se pueda suponer ya que la lengua, con sus propios recursos, no puede asimilar los anglicismos que le llegan y no tiene tiempo para deslindar lo que no entra en su propia naturaleza. La repetición de esos anglicismos innecesarios por políticos de poder, por técnicos y científicos, por algunos medios de comunicación respetados, por intelectuales de valía, hacen modelos a imitar y los que se imitan van derechitos contra nuestra propia lengua.

Me podrán decir y será verdad que la lengua tiene recursos para, al final, rechazar todo aquello que no entre o encaje en su propia naturaleza y así ha sido en circunstancias normales pero en el presente no porque el presente no es normal. Y no podrá por una sencilla razón puesto que el torrente diario de anglicismos asfixia a la esencia misma de nuestra lengua común y la deja sin tiempo y espacio para el recurso del rechazo.

La influencia del inglés estadounidense es de tal magnitud y tiene tal fuerza arrolladora que va, precipitadamente, alcanzando a nuestros profesionales que a su vez recalan en los medios de comunicación y éstos en el pueblo. La jerga de las computadoras invade el terreno completo de la comunicación, imprime su necesidad por la rapidez y va configurando y determinando, en el español, su impronta y necesidad. Las grandes multinacionales estadounidenses en el mundo, y en España e Hispanoamérica no son la excepción, al perder el respeto a las naciones con las que comercian, ni se molestan en buscarle la traducción a sus comunicaciones así que, sencillamente, usan léxico, giros y modismos en su inglés estadounidense, formas con las que, en forma de pulpos, tienen difusión inmediata, quiere esto decir deformación inmediata en la lengua en que comercian. Pienso, estimo, creo, que existe un plan concreto y definido en esta postura en los cruzados de la globalización.

La terminología científica y técnica, calcos y siglas del inglés estadounidense imponen con su insistencia una forma de dominio lingüístico en las naciones a donde llegan. Este dominio afecta a la lengua mucho más de lo que se pueda pensar. El dilema en el presente está entre el favor y la angustia. Favor por lo que nos llega de avance y progreso y desfavor o disfavor, como ustedes quieran, en la angustia porque al no existir una visión clara, consciente y serena para tener que conjugar los espacios que nos quedan para una reacción metódica, firme, sistemática, frontal, uniforme, dinámica y certera poco a poco vamos cediendo y viendo el fenómeno como natural.

Es normal la insistencia de algunos humanos por una lengua única y de carácter universal y es por el otro natural, también, relacionar la lengua madre con todo un mundo ancestral que hay que defender ya que de muchas formas nos guía y define. Por una lengua, por su lengua, el humano se enlaza con su antigüedad en singularidades; con ella siente y reza, se inunda y trasciende y todo un mundo de vivires se refleja y completa en el habla, en su habla. Lo que arrastra una lengua es mucho —mejor, muchísimo— y no se puede —ni se debe— modificar así como así, historia, pensamiento, formas de ser, vivir y hasta de morir, es decir, seres humanos enlazados con un hilo de tiempo e historia a sus antepasados.

Notas

  • 1. Javier Collazo. Texto leído en el Segundo Seminario sobre la Dimensión Trasatlántica del Idioma Español. Instituto Cervantes, Banco de Santander, Nueva York, 15 de mayo del 2001. Volver
  • 2. Humberto López Morales. Texto leído en el Segundo Seminario sobre la Dimensión Trasatlántica del Idioma Español. Instituto Cervantes. Banco de Santander, Nueva York, 16 de mayo, 2001. Volver