Fronteras del español: aspectos históricos y sociolingüísticos del contacto con el portugués en la frontera territorial Clarinda da Azevedo Maia
Catedrática del Departamento de Estudios Románicos. Universidad de Coimbra. Coimbra (Portugal)

Introducción

El tema que voy a desarrollar en esta intervención y que se integra en la sección «Español y portugués: elementos culturales», es apasionante y complejo al mismo tiempo. Se me ha pedido que hable de los aspectos sociolingüísticos más interesantes del contacto entre el español y el portugués en la frontera territorial entre los dos países, destacando especialmente los aspectos sociales y culturales de las diversas situaciones de contacto que tienen lugar en las diferentes áreas fronterizas.

Convencida, no obstante, de que evocar algunos acontecimientos históricos relacionados con la delimitación y con la consolidación de la frontera política hispano-portuguesa —frontera que se erige hoy como una frontera tranquila— es indispensable para que podamos comprender el rico y complejo conjunto de aspectos de naturaleza lingüística y socio-lingüística que se le ofrecen al investigador de los contactos entre lenguas en las zonas fronterizas, vamos a empezar describiendo rápidamente el proceso de construcción de esa línea divisoria entre los dos estados peninsulares.

1. Factores históricos configuradores de la fontera hispano-portuguesa

Puesto que la frontera territorial entre Portugal y España es, más que el resultado de condicionamientos de carácter geográfico, producto de una evolución histórica, es decir, que se ha configurado como consecuencia de acontecimientos históricos y de convenciones políticas, nos parece conveniente recordar el proceso de formación de su trazado, subrayando, muy sucintamente, algunos hechos históricos que van a permitir comprender la complejidad y la antigüedad de los contactos inter-idiomáticos que se han establecido en sus diversas secciones.

El proceso de autonomización del Condado Portucalense (que incluía también el de Coimbra), concedido por Alfonso VI de León a su yerno don Enrique de Borgoña que, como señor feudal, quedaba vinculado a él por los habituales lazos de vasallaje, alcanzaría su plenitud cuando Alfonso Henriques empezó a utilizar en los documentos de su cancillería el título de rey que, más tarde, en 1179, obtendría el reconocimiento papal.1

La verdad, no obstante, es que «separando-se de Leão para se tornar reino independente, Portugal separava-se também da Galiza, que não mais deixaria de ficar anexada ao país vizinho —reino de Leão, reino de Castela e, finalmente, reino de Espanha. A fronteira que no século XII isolou a Galiza de Portugal estava destinada a ser definitiva».2

A pesar de las incursiones que Alfonso Henriques hizo por Galicia, incursiones que le permitieron apoderarse temporalmente de algunos territorios, principalmente de los condados de Toroño y de Limia y de las tierras de Baroncelli, lo cierto es que la separación del Condado Portucalense del reino de León y su independencia política, contribuyen a que se establezca, en líneas generales, la frontera septentrional de Portugal que terminó deteniéndose en la línea del río Miño,3 coincidiendo a partir de Melgazo y hasta Braganza con la frontera actual. Las tierras de Aliste llegaron a formar parte de los territorios de Portugal, que sólo las perdió con el tratado de Alcañices al que nos referiremos más adelante.4

Al oriente, al sur del río Duero, el avance meridional del reino de León y el rápido progreso de la Reconquista en el reino de Portugal contribuyen a establecer el límite entre los dos citados reinos peninsulares.

Con la unión definitiva de los reinos de Castilla y León y con la expansión del castellano que, desde hacía mucho tiempo, era lengua de prestigio en el reino leonés, se asiste a su paulatina castellanización.

Pero la frontera que, con la Reconquista, se va dibujando entre el reino de León o de León y Castilla está fuertemente condicionada por la suerte militar y por los avatares de la guerra y de los derechos así adquiridos,5 sin establecerse de acuerdo con divisiones antiguas, políticas, poblacionales, culturales y lingüísticas.6

No debe soprender, pues, que en una frontera que se estableció como consecuencia del flujo y reflujo de las lides guerreras, hayan surgido problemas o cuestiones fronterizas entre el reino leonés y Portugal7. Muchas de estas cuestiones quedaron resueltas a lo largo del siglo xiii, a través de acuerdos o tratados establecidos entre León y Castilla y el vecino reino de Portugal. De los diversos tratados interdelimitadores celebrados en la segunda mitad del siglo xiii, sobresalen el acuerdo de Badajoz, a propósito del Algarbe, pasando entonces el Guadiana a hacer de frontera, y el tratado de Alcañices (1297), sobre diversas tierras que constantemente se disputaban los dos reinos. La celebración de este último tratado cuando reinaba en Castilla Fernando IV y en Portugal el rey don Dionís, exigió algunos trueques y rectificaciones, terminando así la «contienda sobre villas y castillos y términos y partimientos y posturas y pleitos» entre los dos reinos.8

Al mismo tiempo que se dirimieron las cuestiones fronterizas, Portugal adquiriría, en la Península Ibérica, una configuración territorial muy semejante a la actual.

Debemos, no obstante, tener presente que la demarcación lineal de las fronteras es el resultado de una exigencia moderna, de naturaleza jurídico-política, del derecho internacional.

Las fronteras más antiguas, sobre todo la que en la Edad Media separaba el reino de León, o de León y Castilla, del reino de Portugal, eran fronteras-zona, hecho que procedía, por un lado, de su reciente constitución y, por otro, de las frecuentes disputas y escaramuzas entre los pueblos limítrofes. La frontera fue, durante siglos, concebida como una «sucessão de castelos»9 que funcionaban como hitos de conquista o puntos de referencia de la separación entre los dos reinos, quedando entre ellos vastas extensiones despobladas entre las cuales oscilaba la línea divisoria política. Se trataba, de hecho, de fronteras-zona, verdaderas regiones-límite de estos reinos. Sólo excepcionalmente, cuando la frontera coincidía con algún accidente orográfico, la línea divisoria política era una frontera-línea. Ambigüedad e inestabilidad caracterizan, en su esencia, a las fronteras medievales.10

No puede sorprendernos, por lo tanto, que a lo largo de los siglos, hayan surgido dudas, divergencias y contiendas entre las poblaciones sobre terrenos de dominio dudoso o de condominio, lo que creó la necesidad de ajustes fronterizos o de negociaciones para establecer delimitaciones fronterizas. La necesidad de solucionar estos problemas explica que los reyes de España y de Portugal nombrasen comisiones para concretar la demarcación de la frontera en varios sectores de su trayectoria, tanto en relación a los límites de Galicia y de Zamora con Portugal, como en la sección que delimitaba este país al oriente.

La situación fronteriza era especialmente compleja en la delimitación de Galicia y Zamora con la provincia portuguesa de Trás-os-Montes. En el «Censo» que en el siglo xvi mandó hacer el rey portugués João III, se hace referencia a «aldeas místigas» «de Galyza e Purtugall, que vivem misturados Galegos e Purtugueses, huns mitidos por outros, e nam acerta [sic] devysam antre huns nem outros».<11/p>

En ese mismo documento se informa también acerca del poblado de Lama de Arcos, «que he a metade delle de Galyza y a outra metade de Purtugall».12

Sólo en el siglo xix, con el tratado de límites de 1866, celebrado entre los gobiernos de España y de Portugal para terminar con el «estado de desassosego em que se encontram muitos povos nos confins de ambos os reinos, por não existir uma demarcação bem definida do território nem tratado algum internacional que a designe»,13 y «para consolidar a paz e harmonia entre os povos limítrofes», se procedió a hacer algunas rectificaciones y ajustes, solucionando, de este modo, dudas y conflictos sobre la posesión de terrenos y sobre la demarcación de fronteras.14

2. Frontera política y límites lingüísticos

Si bien es cierto que la frontera política concebida como línea divisoria entre la soberanía de dos Estados es una exigencia del derecho internacional, no lo es menos que, cultural y lingüísticamente, lo que en realidad existe son zonas fronterizas, verdaderas zonas de transición, en que se manifiestan afinidades antiguas e influencias recíprocas entre poblaciones en contacto durante siglos.

Los acontecimientos históricos evocados aquí de forma muy sintética, son indispensables para poder plantear de forma adecuada la cuestión de los contactos entre el español y el portugués junto a la frontera. Quien pretende estudiar la situación lingüística de las poblaciones fronterizas, siente la dificultad de distinguir las características lingüísticas que son el resultado de antiguas afinidades entre las modalidades dialectales de regiones, que han sido (artificialmente) separadas por la frontera política, y los rasgos que son el resultado reciente del contacto entre las poblaciones y del contacto de lenguas (o dialectos) a través del bilingüismo de los hablantes. Debemos subrayar además que, en las zonas fronterizas, los contactos de lenguas (y/o dialectos) son seculares y complejos. El español no es la lengua autóctona de Galicia y el reino de León, territorios situados en la frontera hispano-portuguesa afectados por la situación de contacto. En razón del prestigio político de Castilla, el castellano se ha extendido a los reinos vecinos y, como consecuencia de su enorme fuerza expansiva, hemos asistido a la castellanización de esos territorios.

Vale todavía la pena insistir en que es la historia —hechos ya evocados y otros— la que explica la falta de coincidencia entre la frontera lingüística y la frontera política, lo que se traduce, entre otros aspectos, en la existencia, de sobra conocida, de enclaves leoneses en tierras portuguesas (mirandés y dialectos afines, como los de Rio de Onor y Guadramil), así como en la presencia de enclaves de tipo gallego-portugués (en el extremo noroeste de la provincia de Cáceres, los interesantes dialectos de la Sierra de Jálama), o de tipo portugués en la Extremadura española (Olivenza, o, más al norte, Cedillo y Herrera de Alcántara). La historia y la situación lingüística de estos enclaves son conocidas y, por ello, no vamos a deternernos en estos aspectos.

La acción del bilingüismo desde hace siglos ha llevado en Riba-Coa, en el extremo occidental del antiguo reino de León, a la absorción del primitivo dialecto debido a la superposición del portugués. Resultado del bilingüismo es también el dialecto mixto de Barrancos, hoy población portuguesa del Bajo Alentejo, pero que perteneció en otro tiempo a la andaluza Nóudar, y que fue poblada en el siglo xvi por gentes de origen fundamentalmente castellano.15

3. Contactos sociales entre poblaciones fronterizas

Aunque haya noticias documentales de contactos y relaciones establecidas a lo largo de los siglos entre las poblaciones de ambos lados de la frontera, la exposición que aquí vamos a ofrecer va a centrarse, esencialmente, en las relaciones establecidas entre las poblaciones limítrofes en la actualidad, abarcando las tres o cuatro últimas décadas hasta los días de hoy; sólo esporádicamente haremos referencia a relaciones más antiguas.

Con anterioridad a la integración de los dos estados peninsulares en la Comunidad Europea, a lo largo de la frontera hispano-portuguesa había sólo algunos pasos autorizados (con carretera internacional, control de pasaportes y servicio de aduana), existiendo en todos los demás puntos la presencia de la guardia fiscal (en las aldeas portuguesas) o de los carabineros, en las poblaciones españolas. En estos casos, las travesías al país vecino eran autorizadas, cuando se trataba de visitas rápidas, o eran clandestinas, siendo esta modalidad adoptada sobre todo por los que se dedicaban al negocio del contrabando.

Estos condicionantes y restricciones contribuían a que, en muchos segmentos de la raya hispano-portuguesa, se mantuviese (muy) viva la conciencia de la separación política.

A través de los trabajos realizados por investigadores portugueses sobre áreas fronterizas o sobre dominios más amplios que incluyen también zonas colindantes con el país vecino, podemos obtener informaciones sobre los contactos sociales entre regiones fronterizas españolas y portuguesas contiguas, así como sobre los contactos lingüísticos que de ellos son consecuencia natural.

Las relaciones —en unos casos estrechas y frecuentes, y, en otros, menos intensas y constantes— con las poblaciones limítrofes vecinas tuvieron lugar a lo largo de toda el área fronteriza hispano-portuguesa. A ello contribuía, en buena parte, la cercanía de las poblaciones fronterizas de uno y otro país (además, frecuentemente situadas frente a frente, a uno y otro lado de la frontera política),16 las comunicaciones históricamente deficientes —más en la parte portuguesa que en la española— con núcleos de población del respectivo país, deficiencias que se manifestaban en el mal estado de las carreteras (generalmente simples caminos vecinales) y en la ausencia de medios de transporte.

De acuerdo con las motivaciones que los originaban, estos encuentros de poblaciones limítrofes, en algunos casos habituales, o incluso cotidianos, en otros periódicos, o incluso ocasionales, eran de distintos tipos. Los contactos entre las poblaciones españolas y portuguesas pueden realizarse de diferentes maneras y por diversos motivos. Existen frecuentemente relaciones ocasionales o temporales a través del trabajo: movimientos de trabajadores temporeros de áreas fronterizas portuguesas han tenido lugar durante décadas para participar en faenas agrícolas en España, desde Galicia hasta Andalucía. Para diversos trabajos en el campo (siegas, vendimias, cosecha de aceituna, de algodón, etc.), los españoles contrataban frecuentemente a jornaleros portugueses. De la frontera de Trás-os-Montes venían trabajadores rurales a Galicia, a León (Sanabria, Alcañices, etc.),17 produciéndose incluso migraciones de trabajadores portugueses de la zona fronteriza de Beira Alta a los llanos de la cercana provincia de Salamanca, en donde permanecían durante dos o tres semanas o, incluso, durante un mes o dos.18

Verdaderas cuadrillas migratorias de trabajadores rurales, no sólo de la zona fronteriza del Algarbe, sino de todo el Sotavento, se marchaban, antes de la guerra civil española, a la vecina región de Andalucía, para participar, durante los meses del verano, en las siegas y en otros trabajos, sobre todo para cortar palma y cosechar esparto. 19

Dirigiéndose a las costas del sur de España, procedían del Algarbe oriental, a partir del siglo xviii, intensos flujos migratorios —en ciertos casos temporales, en otros llegaban a ser definitivos— de trabajadores conserveros que iban a trabajar en la pesca artesanal de Ayamonte, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María.20

Mucho más raros eran los movimientos en sentido inverso, sin duda debido a las condiciones de vida más favorables en España. Hace algunas décadas iban a las fincas portuguesas del Alentejo, cerca de la frontera, trabajadores españoles de las regiones vecinas.21 Hay también noticia de campesinos de Galicia que todos los años participaban en las vendimias del Duero.22

El comercio, en gran parte clandestino, siempre ha constituido un fértil motivo para los contactos entre las poblaciones de las aldeas limítrofes de los dos países. En muchos sectores de la frontera hispano-portuguesa, los habitantes de las poblaciones portuguesas se acostumbraron, desde la infancia, a trasladarse a las vecinas poblaciones españolas para comprar géneros alimentares (pan, aceite, chocolate, «galletas», «fideos», etc.), artículos de vestuario, calzado, medicamentos, lozas, etc. En paralelo, acuden a las ferias y mercados portugueses, realizados a veces relativamente lejos de la frontera, habitantes de las aldeas vecinas y también españoles.23

El contrabando, efectuado por hombres o por mujeres, según las regiones, era bastante intenso en varias zonas de la raya, a pesar de la fiscalización ejercida por el gobierno. La raya de la Beira es una de las áreas en que este tipo de comercio se ha presentado particularmente activo: contrabandistas profesionales existían por todo el territorio fronterizo de la raya, tanto en la Beira Alta como en la Baja, pero sobresalían especialmente dos aldeas del municipio de Sabugal, Lageosa y Quadrazais, esta última a siete kilómetros de la frontera, y cuyos habitantes, además de ser, por razones evidentes, necesariamente bilingües y de tener un dominio notable de la lengua española, recurrían a una jerga propia, la llamada jerga de Quadrazais, para que los agentes de la guarda fiscal no pudiesen entender lo que decían. Recorrían de noche kilómetros tortuosos entre las aldeas portuguesas de la raya y las poblaciones españolas contiguas —Alamedilla, Alberguería de Argañán, Casillas de Flores, Navas Frías y Valverde del Fresno— transportando a caballo café, el producto principal del contrabando, que llevaban desde la raya hasta España.24

Las romerías y los bailes realizados a ambos lados de la frontera son también un punto de encuentro entre portugueses y españoles en toda el área fronteriza. En algunos casos, la presencia de españoles es más intensa que la de portugueses: a la fiesta de San Bento da Porta Aberta (en Terras de Bouro, municipio de la provincia del Miño) acuden españoles en mucho mayor número que portugueses, circunstancia que ha originado una segunda denominación para ella:«S. Bento dos espanhóis» o «dos galegos».25

Puntos de reunión de portugueses y españoles son también las corridas que, en ciertas zonas de la raya, se llaman «capeias».26

Otras circunstancias les proporcionan asimismo oportunidades de encuentro a las poblaciones limítrofes portuguesas y españolas. Siempre que la cercanía de la localidad española lo justifica, se va a misa a España o, en caso de enfermedad, se va a la consulta de médicos del país vecino.

Una manifestación muy clara de la interpenetración demográfica la constituyen los matrimonios (realizados, generalmente, entre portugueses y españolas) que tienen lugar, en diferentes grados, en todo el territorio fronterizo.27

Tal vez debido a buenas condiciones de recepción, hay áreas fronterizas de Portugal cuyos habitantes prefieren frecuentemente oír la radio y la televisión españolas.28

Con la integración de los dos Estados peninsulares en la Unión Europea, los habitantes de los territorios de la raya, al igual que los demás habitantes de la Comunidad, han empezado a circular libremente, sin estar sometidos al control de la guardia fiscal o de los carabineros españoles. Este hecho acarreará seguramente la anulación o, por lo menos, la disolución de la conciencia de la separación política en la mente de los habitantes de estos territorios fronterizos. Se establecen relaciones de cooperación (sobre todo cultural, pero también comercial, turística, etc.) entre regiones contiguas de ambos Estados. En este sentido, conviene destacar el caso de la Junta de Extremadura que, a través del Gabinete de Iniciativas Transfronterizas, ha llevado a cabo una serie de iniciativas culturales (a veces en colaboración con instituciones portuguesas), entre las que se incluyen la organización de actos de carácter científico o la publicación de obras sobre temática fronteriza.29

4. Aspectos lingüísticos y sociolingüísticos

Estos contactos sociales conllevan, naturalmente, contactos lingüísticos. Si adoptamos una concepción amplia de bilingüismo, entendiendo por esta situación el conocimiento por el mismo hablante de una segunda lengua, sea cual sea el nivel de su dominio, podemos afirmar que a lo largo de todo el territorio fronterizo existe una capacidad generalizada de comprensión de la lengua de los habitantes de las localidades vecinas del otro país. Si, por el contrario, nos atenemos a una definición estricta del fenómeno que lo identifica con la capacidad de usar de forma plena y alternada dos lenguas, tendríamos que concluir que, en general, son pocos los hablantes realmente bilingües.

Puesto que, en esta síntesis, no nos es posible analizar la situación diferenciada de cada sección del dominio fronterizo hispano-portugués, podemos afirmar, de un modo general, que existen diferentes niveles de conocimiento de la lengua del país vecino. Por lo que se refiere a la raya portuguesa, los habitantes que mantienen relaciones frecuentes y muy estrechas con España, entienden y hablan con facilidad la lengua española; la mayor parte de los hablantes entienden el español, pero disponen, activamente, de un conjunto (más o menos amplio) del léxico de esa lengua y algunas expresiones idiomáticas. En algunos casos, el recurso consciente e intencional a expresiones y vocablos españoles asume una clara función pragmática: con este uso se pretende obtener mayor expresividad en la manera de hablar (dándole, en ciertos casos, un sentido jocoso, por ejemplo).

El contacto del portugués y del español en el ámbito fronterizo (entendido en toda su amplitud) se hace, en general, mediante variedades idiomáticas locales de los respectivos territorios, en algunos casos muy afines: debido a determinadas circunstancias que están actuando —el desarrollo y expansión de los medios de comunicación, los cambios realizados en los sistemas educativos que han hecho obligatoria la escolarización, etc.— el español y el portugués se van superponiendo, en cada una de las áreas, a las unidades idiomáticas autóctonas que, en ciertos casos, no son muy diferentes a uno y otro lado de la frontera. Vamos a permitirnos deternernos en la situación lingüística de la frontera de Galicia y de León con la provincia portuguesa de Trás-os-Montes: las variedades dialectales relacionadas «umas com as outras por quase insensíveis pontos de transição»,30 constituían un verdadero continuum dialectal, constituyendo así, toda esa zona, una compleja región de cruce de rasgos gallego-portugueses y leoneses.31

La semejanza entre las variedades fronterizas de zonas contiguas de uno y otro país y la frecuencia de los contactos sociales reduce las posibilidades de bilingüismo entendido como uso, o dominio pleno y alternado de dos lenguas. La situación más generalizada —sin contar con los hablantes realmente bilingües— corresponde a una concepción muy amplia del fenómeno, o sea, el conocimiento (sea cual sea el nivel de éste) de una segunda lengua.

Las consecuencias lingüísticas del contacto de lenguas, o sea, de las situaciones en que existe bilingüismo, pueden manifestarse en todos los niveles lingüísticos, aunque el léxico sea el campo más afectado. Por otro lado, y atendiendo a la importancia nuclear de los hablantes bilingües en los procesos de interferencia, estas consecuencias pueden ser efímeras, y restringidas a hablantes con ese perfil, o permanentes, siendo posible, a partir de determinado momento, su extensión incluso a hablantes monolingües. Se comprende, así, que en la primera situación, el nivel y el tipo de interferencias varíe según los hablantes, siendo, por lo tanto, difícil o incluso imposible, debido a la enorme variabilidad de situaciones, hacer la síntesis de todas las manifestaciones de permeabilización de los sistemas en contacto.

En cuanto a los fenómenos de interferencia que se consideran importaciones de la lengua del país vecino ya con carácter permanente, debemos decir que se encuentran ya divulgados e incorporados al léxico local. De esta manera, es posible encontrar españolismos léxicos ya aclimatados en las hablas portuguesas de la raya y lusitanismos en las variedades idiomáticas del área fronteriza española.

A veces, y como consecuencia de la amplitud e intensidad de los contactos humanos, los términos importados de la lengua del país vecino han enraizado en zonas considerables que sobrepasan el área fronteriza. Una situación ejemplificativa de este tipo de consecuencias es la que existe en el Algarbe oriental, el Sotavento algarbio, en donde está muy marcada la influencia española en el léxico32 y, en paralelo, la que tiene lugar en Andalucía, en donde es intensa la influencia del léxico portugués33.

Como todos los territorios de lenguas en contacto, todo el área de la frontera hispano-portuguesa constituye un amplio espacio especialmente interesante para estudios realizados desde una perspectiva sociolingüística. Estas regiones constituyen un auténtico laboratorio para estudios de contacto de lenguas en varias dimensiones peculiares de distintas disciplinas con diferentes objetivos y cuyas contribuciones se entrelazan y complementan: la Sociolingüística, la Dialectología, la Psicolingüística, la Lingüística histórica, etc.34

Vamos a centrarnos ahora en la dimensión sociolingüística del contacto de lenguas y del bilingüismo en las situaciones a que nos hemos estado refiriendo.

Debemos subrayar, no obstante, que de los trabajos realizados sobre contacto de lenguas en el terreno fronterizo hispano-portugués, pocos han sido hechos dentro del ámbito teórico-metodológico de la Sociolingüística.35

Algunos de los estudios que hemos citado, apesar de que por la época en que se hicieron no puedan ser considerados trabajos de Sociolingüística, es decir, realizados de acuerdo con las propuestas de esta disciplina, incluyen frecuentemente cuestiones y aspectos que le permiten al investigador formular algunos comentarios de interés, tanto para la Sociología del lenguaje como para la Sociolingüística.

Se observa, de manera general, una especialización funcional de cada una de las lenguas, estando claramente delimitados sus dominios de uso.

Dejando de lado situaciones más complejas en que hay trilingüismo, o sea, en que el idioma autóctono es un dialecto de filiación distinta a la lengua del país respectivo, el uso del español por las poblaciones de la frontera portuguesa o, a la inversa, el uso del portugués por los habitantes de las poblaciones fronterizas españolas están claramente determinados por la lengua del interlocutor y por la situación comunicativa.

Los rasgos más sintomáticos en el terreno de las creencias y actitudes pueden estructurarse en torno a los vectores siguientes:

1. Cuestiones de conciencia lingüística pertinentes en espacios como los que aquí hemos analizado, principalmente:

a) conciencia (¿fuerte?, ¿débil?) de su identidad;

b) conciencia del carácter fronterizo de las variedades idiomáticas que actualizan;

c) conciencia del dominio que poseen del idioma existente al otro lado de la frontera;

d) conciencia del grado de interferencia de la lengua del país vecino en la actualización de su lengua materna.

2. Cuestiones relacionadas con las actitudes:

a) Actitudes lingüísticas de los hablantes en relación a cada una de las lenguas de que dispone, sobre todo en relación a la variedad idiomática local que, frecuentemente, difiere claramente de la variedad normativa de la lengua de su país. Estas actitudes se traducen frecuentemente en denominaciones o en expresiones valorativas;

b) Actitudes en relación a la interferencia y a fenómenos que son el resultado del uso de dos o más lenguas, tales como la elección de lenguas y la alternancia de códigos;

c) Prestigio que los hablantes le confieren a cada una de las lenguas.

3. Cuestiones de lealtad lingüística del hablante bilingüe en relación a su lengua materna.

Es evidente que, debido a la gran extensión del área de frontera hispano-portuguesa y de la diversidad de las situaciones de contacto interlingüístico, no es posible, en el espacio de que disponemos para nuestra exposición, suministar una síntesis que abarque todos los elementos reunidos en los trabajos ya citados sobre cada uno de los temas. Además, es necesario recordar que estos datos se encuentran, en cada una de las secciones de ese dominio fronterizo, matizados en función de factores sociales de tipo biológico (edad, sexo) o de tipo cultural (nivel de instrucción, profesión, etc.).

De todos modos, y en las regiones ya estudiadas, se comprueba que los hablantes tienen conciencia del carácter fronterizo de las variedades idiomáticas que usan y, en algunos casos, conciencia de la interferencia del idioma existente al otro lado de la frontera. Síntoma de esta conciencia son expresiones como las que reproducimos: «a gente aqui falemos quase à camponesa [a la manera de Campo Maior], mas já a metade semos espanholas: temos a fala estragada»;36 «a atirar p´ra Espanha, como a gente que semos arraianos», de acuerdo con la caracterización hecha por una mujer de Juromenha (Alto Alentejo) que tiene conciencia de que su lenguaje no es solamente «alentejano».37

Como podemos deducir de la primera de estas dos expresiones transcritas, la interferencia aparece connotada de manera negativa por el hablante.

En general, las variedades autóctonas no gozan de valoraciones prestigiantes: es a la variedad normativa de la lengua de su país a la que los hablantes le otorgan prestigio. Esto se manifiesta en el contraste entre las expresiones usadas para designar sus variedades locales y las utilizadas para designar a la lengua estándar que va penetrando, sobre todo, a través de la Escuela. Vamos a fijarnos en la oposición entre las siguientes expresiones usadas en la zona de implantación del mirandés: «fala charra» o «cacurra», en contraste con la lengua portuguesa llamada «fala grabe».38 O, también, estas otras pertenecientes a localidades de la raya: «falar à charra», «falar à pastora», en oposición a «falar grabe», «falar em política».39 Y en territorio español, en Valverde del Fresno, llaman al dialecto local «chapurrau».40

Estos datos tienen, naturalmente, un carácter fragmentario, pero ilustran bien el interés inherente a los vectores que han quedado trazados para el conocimiento del área de frontera hispano-portuguesa en una perspectiva sociolingüística.

Estudios cuantitativos sistemáticos sobre este aspecto y también sobre otros, principalmente, sobre la distribución diastrática de los diversos tipos y grados de interferencia, en ambientes como los que aquí han sido analizados, posibilitarán formular algunas conclusiones con soporte empírico sobre cada una de las comunidades fronterizas, así como sobre la actuación bilingüe. La Sociolingüística proporciona la metodología adecuada para obtener resultados de fiabilidad científica.

Notas

  • 1. Cf. JOEL SERRÃO y A. H. DE OLIVEIRA MARQUES (Dir.), Nova história de Portugal. vol. III «Portugal em definição de fronteiras. Do Condado Portucalense à crise do século xiv». Coordenação de Maria Helena da Cruz Coelho e Armando Luís de Carvalho Homem. Lisboa (Editorial Presença), 1996, pp. 13-32.Volver
  • 2. PAUL TEYSSIER, História da língua portuguesa. Tradução de Celso Cunha. Lisboa (Sá da Costa Editora), 1982, p. 21. Las cursivas son nuestras.Volver
  • 3. JOEL SERRÃO y A. H. OLIVEIRA MARQUES (Dir.), ob. cit. p. 60; JOSÉ MATTOSO, História de Portugal, vol. II «A monarquía feudal (1096-1480)». Lisboa (Editorial Estampa), 1993, pp. 59-60.Volver
  • 4. JOEL SERRÃO y A. H. OLIVEIRA MARQUES (Dir.), ob. cit., p. 60.Volver
  • 5. IDEM, ob. cit., pp. 59-60. Ver también el mapa n.º 1. En él puede observarse el avance territorial de Portugal en los siglos xii y xiii y, simultáneamente, el progresivo establecimiento de su frontera oriental.Volver
  • 6. IVO CASTRO, Curso de história de língua portuguesa. Lisboa (Universidade Aberta), 1991, pp. 164, 171 y 173.Volver
  • 7. IDEM, Ibidem, p. 63.Volver
  • 8. Citado por JOEL SERRÃO y A. H. DE OLIVEIRA MARQUES (Dir.), ob. cit. pp. 59-60.Volver
  • 9. Expresión usada por RITA COSTA GOMES, «A construção das fronteiras». In: FRANCISCO BETHENCOURT e DIOGO RAMADA CURTO (Orgs.), A Memória da Nação, 1.ª ediç., Lisboa (Sá da Costa), 1991, pp. 357-382. (Colóquio do Gabinete de Estudos de Simbologia realizado na Fundação Calouste Gulbenkian, 1987). Citado por JOEL SERRÃO y A. H. DE OLIVEIRA MARQUES, ob. cit., p. 145.Volver
  • 10. RUI CUNHA MARTINS, «La frontera medieval Hispano-Portuguesa. (El punto de vista de la guerra)». Sep. de La guerra en la historia. Décimas Jornadas de Estudios Históricos organizadas por el Departamento de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea. (Ediciones Universidad de Salamanca), s. f. , p. 102.Volver
  • 11. Citado por MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, «Os falares fronteiriços de Trás-os-Montes». Sep. de Revista Portuguesa de Filologia, vols. XII, tomo II, XIII y XIV. Coimbra, 1967, p. 88.Volver
  • 12. IDEM, Ibidem, p. 88.Volver
  • 13. Citado por MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, ob. cit., p. 91.Volver
  • 14. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, Os falares fronteiriços do concelho do Sabugal e da vizinha região de Xalma e Alamedilla. Suplemento IV da Revista Portuguesa de Filologia. Coimbra, 1977, p. 62.Volver
  • 15. MANUEL ALVAR, «Barranqueño». In: MANUEL ALVAR, Manual de dialectología hispánica. El español de España. Barcelona (Ariel), 1996, pp. 258-262.Volver
  • 16. Son muchos los núcleos fronterizos de Galicia (provincia de Ourense) o de Zamora que se ubican frente a núcleos portugueses de la provincia de Trás-os-Montes. (Sobre este aspecto, véase MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, «Os falares fronteiriços de Trás-os-Montes», ya citado, pp. 44,46,48 y 50 y el mapa n.º 1 que forma parte del trabajo). Núcleos por parejas, uno de cada lado de la frontera, se encuentran también en el área fronteriza de la provincia de Salamanca, y del noroeste de la provincia de Cáceres en la llamada región de Jálama, prolongación occidental de la Sierra de Gata. Para esta área fronteriza puede consultarse CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, Os falares fronteiriços do concelho de Sabugal, ya citado, p. 48 y mapa n.º 1.Volver
  • 17. Cf. MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, ob. cit. p. 42.Volver
  • 18. Cf. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, ob. cit., p. 49.Volver
  • 19. IDEM, «Os falares do Algarve», ya citado, pp. 88-94. Ver también el artículo de CARMINDA CAVACO, «Migrações internacionais de trabalhadores do Sotavento do Algarve». En Finisterra. Revista Portuguesa de Geografia (Lisboa), vol. VI, n.º 11, 1971, pp. 41-83.Volver
  • 20. CARMINDA CAVACO, ob. cit., p. 46.Volver
  • 21. MARIA DE FÁTIMA DE REZENDE F. MATIAS, ob. cit., pp. 64, 67 y 68-69.Volver
  • 22. MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, «Os falares fronteiriços de Trás-os-Montes», ya citado.Volver
  • 23. IDEM, Ibidem, p. 42; CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, «Os falares fronteiriços do concelho do Sabugal (…)» ya citado, p. 50.Volver
  • 24. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, ob. cit., p. 50-51.Volver
  • 25. Información tomada de MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, ob. cit., p. 43.Volver
  • 26. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, ob. cit., p. 53.Volver
  • 27. Prácticamente en todos los trabajos sobre zonas fronterizas que hemos citado se alude a las relaciones establecidas entre poblaciones de ambos lados de la frontera a través del matrimonio.Volver
  • 28. Cf. MARIA DE FÁTIMA DE REZENDE F. MATIAS, ob. cit., pp. 67, 69, 70. Es posible que entre los habitantes de las localidades españolas fronterizas exista un interés idéntico por los programas de radio y televisión portuguesas; sin embargo, no conozco alusiones a este hecho.Volver
  • 29. Recuérdese, en este sentido, la organización del I Congreso sobre A Fala, que se realizó los días 20 y 21 de mayo de 1999 en Eljas, San Martín de Trevejo y Valverde del Fresno, localidades de la Sierra de Jálama en que se hablan dialectos de tipo gallego-portugués que plantean problemas de gran interés para la historia lingüística peninsular. Las actas de este congreso han sido ya publicadas, en el n.º 12 de la Série Estudos Portugueses: Actas del I Congreso sobre A Fala. Estudios y documentos sobre A Fala. Tomo VI. Coordinadores: Antonio Salvador Plans, María Dolores García Oliva y Juan Carrasco González. Mérida, 2000. Recientemente, y con el apoyo del Instituto Camoens, este Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura ha publicado un estudio sobre las hablas portuguesas de dos poblaciones fronterizas extremenhas: Cedillo y Herrera de Alcántara. Este trabajo había sido presentado como tesis de licenciatura en la Facultad de Letras de Lisboa en 1965 y se encontraba inédito: MARIA DA CONCEIÇÃO VILHENA, Falares de Herrera e Cedillo. Mérida, 2000.Volver
  • 30. JOSÉ LEITE DE VASCONCELOS, Estudos de filologia mirandesa, vol. I, Lisboa, 1900, p.127.Volver
  • 31. MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, ob. cit., p. 429.Volver
  • 32. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, «Os falares do Algarve. (Inovação e conservação)». Sep. da Revista Portuguesa de Filologia, vol. XVII, tomos I y II, 1975, pp. 88-101.Volver
  • 33. Sobre la acentuada influencia portuguesa en el léxico andaluz, véase el artículo de MANUEL ALVAR, «Portuguesismos en el andaluz». En: Weltoffene Romanistik. Festschrift Alwin Kuhn zum 60. Geburtstag. Innsbruck, 1963, pp. 309-324.Volver
  • 34. Cf. ADOLFO ELIZAINCÍN, «Dialectología de los contactos: un ensayo metodológico». En: Anuario de Letras, vol. XXXVI, 1988, p. 5.Volver
  • 35. Asentando en los principios de la reciente corriente denominada Sociolingüística interaccional, que combina los métodos de la Sociolingüística con algunas orientaciones de la Pragmática lingüística, el trabajo de Cristina Martins tiene como objetivo el análisis del funcionamiento discursivo y pragmático de la alternancia de códigos en una localidad fronteriza trilingüe del municipio de Miranda do Douro, en la que se habla mirandés, portugués y español. Se trata de: CRISTINA DOS SANTOS PEREIRA MARTINS, Estudo sociolinguístico do mirandês. Padrões de alternância de códigos e escolha de línguas numa comunidade trilingue. Tesis para máster inédita) presentada en la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra. Coimbra, 1994, 171 p. + un tomo de anejos.
    Las dimensiones sociolingüísticas del problema del contacto de lenguas se inscriben ya en el trabajo de MARIA DE FÁTIMA DE REZENDE F. MATIAS, «Bilinguismo e níveis sociolingüísticos» (…), ya citado, aunque no todo el trabajo esté construido de acuerdo con una fundamentación teórica y metodológica de la Sociolingüística.Volver
  • 36. MARIA DE FÁTIMA REZENDE F. MATIAS, ob. cit., p. 91.Volver
  • 37. IDEM, ob. cit. p. 86.Volver
  • 38. MARIA JOSÉ DE MOURA SANTOS, ob. cit. p. 129.Volver
  • 39. CLARINDA DE AZEVEDO MAIA, Os falares fronteiriços (…), p. 94.Volver
  • 40. IDEM, ob. cit. p. 101.Volver