Hay dos desarrollos del momento histórico presente que confluyen e impactan sobre el futuro desarrollo de la traducción: la creación de un espacio europeo único y la fuerza de los medios audiovisuales. Ambos condicionan el futuro de la traducción y afectan directamente al ámbito económico.
Debemos entender que la Unión Europea no puede dejar de lado, junto con las políticas de cohesión política y económica, la política de acercamiento cultural de las diversas culturas nacionales que conforman el entorno europeo. Es imposible que una sociedad moderna funcione con importantes grupos de población que no sepan comunicarse los unos con los otros. Me refiero a que los ciudadanos de países como Suecia no puedan comunicarse con los de España, de Holanda o Austria. Piénsese las combinaciones de lenguas que se quiera. La incomunicación no es una opción.
Todos los expertos parecen estar de acuerdo en que hay que crear una sociedad europea multilingüe. Eso no quiere decir que todos los ciudadanos tienen que hablar cada una de las lenguas de la Unión, pues eso sería inviable. Además, el techo actual de aprendizaje de las lenguas suele estar en dos o tres por ciudadano educado. Desde luego y como es tradicional los países del norte de Europa suelen ofrecer una mayor formación en lenguas extranjeras que en los países del área mediterránea. No voy a especular sobre las razones, pero parece un hecho incontrovertible.
La solución que se apunta a esta dificultad de cohesión es la de crear una base común de conocimientos de lenguas en todos los países de la Unión, lo que se denomina el aprendizaje de la comprensión en otros idiomas. Es decir, que los ciudadanos se acostumbren a iniciar un aprendizaje básico de varias lenguas, que les permita poseer un conocimiento pasivo de una variedad de ellas.
Para conseguir este fin, es necesario educar al ciudadano español para que, por ejemplo, pueda sin mayores esfuerzos llegar a poder comunicarse en portugués, italiano y francés, o que si aprende un idioma como el inglés pueda intentar aprender a comunicarse en otros idiomas como el neerlandés o el alemán. Esto forma parte de una vieja aspiración europea sobre el aprendizaje por parte de los jóvenes de conocimientos pasivos que les permitan comprender otras lenguas, que yo sin embargo veo de difícil aplicación y que ha fracasado en países como Inglaterra donde, según este criterio, los estudiantes de alemán deberían llegar a un gran nivel en ese idioma, y, sin embargo, en mi experiencia en ese país, sólo he visto ese resultado en un porcentaje muy bajo de alumnos. O, sin ir más lejos, pondría como ejemplo los problemas de comprensión entre un marroquí y un egipcio, cuando hablan en sus respectivos dialectos. Esto está en estricta relación con el descenso de los hábitos lectores de la juventud actual y el enganche a Internet dominado por un inglés de uso específico, lo que les llevará a un conocimiento parcial del mismo y a un nulo conocimiento de otras lenguas. Además Internet es bastante neutral culturalmente hablando, lo cual incidirá negativamente en la comprensión de las culturas nacionales o regionales.
Por otro lado, la comprensión pasiva de una lengua hablada requiere ciertos conocimientos básicos de producción oral, es decir, sin hablar un poco es prácticamente imposible hacer la distinción fonológica necesaria para comprender otra lengua.
Pienso, por ejemplo, en un estudiante hispanoamericano o en un hombre de negocios que no puede plantearse aprender todas las lenguas del mundo. Supongamos que el estudiante decide venir a hacer un máster audiovisual a una universidad española. Podrá hacer prácticas, si ha sido entrenado en un entorno donde se propicia la compresión multilingüe sin mayores dificultades. Si tuviera que aprender francés, italiano y portugués, esa integración tendría que ser mucho más lenta y quizás inalcanzable.
Lo mismo sucede con los hombres de negocios. Muchos empleados de grandes compañías internacionales son formados en cursos intensivos de la lengua del país a donde son destinados. Quizá la comprensión multilingüe ofrezca nuevas perspectivas.
El gran cambio de la perspectiva de la enseñanza está en la consideración del aprendiz como protagonista del proceso: ya no es el profesor o el sistema educativo quienes enseñan, es el estudiante quien aprende según sus necesidades.
Esta situación está perfectamente en consonancia con la aportación de los enfoques comunicativos, (el estudiante aprende según sus necesidades comunicativas) así como con otras perspectivas de orden social, mercantilistas si se quiere: el estudiante es un consumidor, y establece con un centro de enseñanza una relación contractual, alguien que adquiere un servicio (enseñanza) para cubrir unas necesidades (en este caso competencias comunicativas).
En otras palabras, el estudiante ya no va a adquirir conocimientos, sino competencias comunicativas en una lengua que a su vez representa una cultura, elemento fundamental en las más recientes aportaciones metodológicas.
Todo ello obliga a los centros a la puesta a punto de todos los elementos que integran el mencionado proceso de enseñanza-aprendizaje, a estar a la última en todo lo que se refiere a materiales, instalaciones, personal, profesorado, medios, organización de actividades…
Los esfuerzos del IC a través de sus centros han de tender a posibilitar las condiciones óptimas para la labor docente, para que la clase sea ese marco ejemplar/ideal de comunicación (los medios técnicos, materiales didácticos, formación continua del profesor…) y los centros, puntos de referencia en la difusión integral de la lengua y cultura españolas.
El proceso de enseñanza-aprendizaje de una lengua es algo muy complejo que no debe limitarse a partidismos o modismos. Todos nuestros esfuerzos han de ir orientados a integrar aquellas actividades y estrategias que redunden en ese objetivo fundamental: la adquisición de competencias lingüísticas unidas a una transferencia de la cultura española (e hispanoamericana), cuya difusión es, además de nuestro objetivo, la razón de nuestra existencia.
Dentro de la UE hay que hacer, como hemos dicho, una clara distinción entre los países del norte (Países Escandinavos, Holanda, Alemania o Austria) y los países mediterráneos. En los países del norte de Europa existe una gran tradición de apertura hacia otras culturas, hecho que podemos observar en la gran cantidad de obras extranjeras traducidas en los últimos siglos a las lenguas de estos países, lo cual explica el gran interés existente en estos países por otras culturas, lo que incide directamente en la motivación para el aprendizaje de otras lenguas. Por el contrario, los países de la cuenca mediterránea son más introvertidos culturalmente hablando y tienen una menor tradición lectora. En estos países hay mucha gente con un grado de educación superior que lee obras extranjeras traducidas y, sin embargo, este hecho no repercute en su deseo de aprender otras lenguas. Esto puede ser corroborado por un hecho aparentemente alejado del tema en cuestión el doblaje y la subtitulación de películas. Así, el doblaje de películas es muy común en los países latinos, mientras que en los países del norte de Europa, no se dobla tanto y se prefieren las versiones originales con subtítulos.
Todo ello exige el desarrollo de unos materiales y metodologías de trabajo innovadores, que se basarían sobre todo en enseñar la cercanía de unas lenguas a otras. Los materiales son difíciles de encontrar, aunque comienzan a aparecer. Y, por supuesto, la traducción, los traductólogos tienen aquí una labor importante que desarrollar, porque son expertos en moverse entre lenguas, en desarrollar el modo de encontrar equivalentes, en saber de afinidades.
Si nos adentramos en el mundo de los negocios, finanzas, ciencias, etc., inmediatamente observamos situaciones donde se requieren documentos absolutamente fiables que exceden las capacidades y conocimientos rudimentarios de un simple traductor y que necesitan la intervención de mediadores lingüísticos profesionales. Quizás el mundo empresarial es el que más interés tendría en desarrollar estos acercamientos. Una gran parte de traducción técnica que se viene haciendo en el último cuarto de siglo en el intercambio de información, traducción de manuales de instrucciones, etcétera, sería posible armonizarla. No a través de un nuevo esperanto sino de nuevas formas de operar. Están todavía, y como digo, sin desarrollar, pero la necesidad de trabajar en ellas me parece perentoria.
O sea que propongo que el traductor/intérprete vaya pensando en abrir nuevos caminos para su actividad. No simplemente los de ser reproductor cualificado de conocimientos, que efectúa el trasvase de un texto en una lengua extranjera a otra lengua. La opción que ofrece la realidad actual de una Unión Europea multilingüe es similar a la tarea primordial del traductor, la de influenciar sobre la rápida trasmisión de conocimientos. Para ello hay que crear módulos de conocimiento en que se expliquen las afinidades entre palabras y frases de distintos idiomas que permitan ser asimilados y entendidos por hablantes de diferentes idiomas sin mayores dificultades.
Este multilingüismo que parece fácil de desarrollar entre lenguas afines, como las provenientes del latín, las románicas, pueden tener también interés, en el ámbito universitario como en el comercial, para la América Latina, pues su acercamiento a Europa en el proceso de globalización iniciado recientemente es una cuestión de tiempo.
Aquí ya los traductores e intérpretes han tenido que actuar en un entorno que no les era nada familiar. Existía de siempre la traducción simultánea, que relacionaba a un traductor con el locutor de un discurso. Hoy en día, debido a los ordenadores y a la videoconferencia, a lo que hemos asistido es un incremento de las situaciones y medios en que se halla y mueve el traductor. Podemos decir que ha habido una aceleración del acto de traducir y una descentralización del mismo.
Tampoco podemos obviar el hecho de que la apertura de espacios/mercados audiovisuales han favorecido el aumento de la carga de trabajo de los traductores. Hoy se ven ocupados más que nunca antes en traducir para el consumo inmediato, como puede ser la subtitulación de vídeos o de CD-ROM técnicos.
Incluso hay una demanda importante de traducción incluso en empresas de telefonía, que ofrecen servicios en otros idiomas.
La característica principal de este tipo de traducción es la inmediatez y la velocidad con que se tiene que realizar. Lo cual impide que podamos dedicar demasiado tiempo a corregir o a esclarecer puntos de lo que estamos traduciendo.
El diccionario ha sido tradicionalmente una herramienta importante en el trabajo de un traductor, pero hoy en día el conocimiento de una variedad de contextos en los que se puede encontrar a la hora de hacer la traducción parece igualmente importante y determinante del éxito del trabajo comisionado.
Hay que entender aquí la importancia que progresivamente va teniendo en la nueva traducción los aparatos audiovisuales. Por ejemplo, muchos de los Institutos Cervantes tiene hoy a su disposición un aparato que les permite realizar traducciones simultáneas de las conferencias habidas en los distintos centros, lo que les permite ser mucho más eficientes y llegar a un público mayor. Una de las funciones del Instituto Cervantes es la difusión cultural lo que implica traer a figuras importantes de España y de los países hispanohablantes. No se puede esperar que estas figuras tengan un conocimiento avanzado del inglés, como primera lengua de comunicación internacional, y mucho menos de las lenguas de los países donde hay instaurados Institutos Cervantes. Por otro lado esto tampoco sería la opción más deseable porque la lengua es el vehículo más importante para la transmisión de la cultura. Todo esto crea problemas y conflictos de intereses si queremos llegar a impactar en un número cada vez mayor de público, y hay que arbitrar distintas soluciones según las circunstancias particulares de cada momento, incluyendo, como no, las nuevas tecnologías.
Naturalmente, el traductor tiene que aprender a usar esas tecnologías de la época audiovisual en general y los diccionarios electrónicos en particular.
La posibilidad, aunque sea costosa, de utilizar siempre interpretación simultánea es un hecho, pero no todos los actos culturales consisten en simples conferencias para los que hay que emplear intérpretes, ni tampoco se dispone siempre de los medios técnicos y financieros para hacerlo. Sin embargo hay que tener en cuenta la importancia del Cervantes como una especie de laboratorio en el que se vive la necesidad de superar esos problemas de incomunicación y en el que continuamente se experimenta para tratar de hallar una solución adecuada de acuerdo con unos objetivos didácticos y con los intereses del auditorio, por lo que voy a presentar y comentar varias experiencias en mi trayectoria como director de los Institutos Cervantes de Leeds, Manchester y El Cairo, que vistas retrospectivamente se podrían considerar como experimentos en la comunicación cultural interlingual y, hasta cierto punto, experiencias interlingüísticas o pragmáticas. Voy analizar cuatro casos de interpretación en los Institutos Cervantes de Leeds, Manchester y El Cairo. En los dos de Manchester veremos un caso de interpretación consecutiva y otro con un equipo de traducción simultánea. Veremos también un caso en Leeds y Manchester de una serie de conferencias sobre historia de España en las que participaron un ponente español y otro británico hablando ambos en su correspondiente idioma, sobre el mismo período histórico. En El Cairo, estudiaremos un caso atípico de interpretación consecutiva. En estos cuatro casos pretendo mostrar una serie de experimentos progresivos y alternativos que ayuden a establecer unas prácticas específicas que superen las barreras lingüísticas.
I. ManchesterLugar: Salón de recepciones del Ayuntamiento de Manchester.
Fecha: 24 de febrero de 1994.
Ponente: Ramón Casilda. Economista.
Actividad: Simposio Internacional sobre Crisis en el estado de bienestar.
Se trataba de un Simposio Internacional sobre La crisis en el estado de bienestar en Europa, en el que participaron el Instituto Goethe de Manchester, el British Council, la Delegación Cultural Francesa en Manchester, el Servicio Cultural del Consulado de Italia en Manchester, y el naciente Instituto Cervantes de Manchester.
En las reuniones preparatorias se acordó que todos los ponentes hablarían en inglés, al ser un coloquio destinado al público británico, o en el idioma del país del centro participante pero, en ese caso, con interpretación simultánea.
Todos los centros decidieron que su representante hablase en inglés, excepto Ramón Casilda, representante del Instituto Cervantes de Manchester, que pronunció su conferencia en español, con un profesor de un Departamento de español de una Universidad de Manchester actuando como intérprete. Requerimos de Ramón Casilda una copia de su contribución con al menos una semana de antelación al evento y los resultados fueron los siguientes:
El experimento no funcionó porque adoptamos una técnica falsa y a un intérprete no profesional, o por lo menos, no competente para esa determinada situación. Pedir a un profesor de la universidad que actuara como intérprete fue una equivocación, ya que no supo atenerse a interpretar lo que el conferenciante decía en el mismo momento. El disponer del texto de antemano debió utilizarlo simplemente como una ayuda para prepararse, y no tomarlo como algo fijo. Así, a pesar de tener un gran dominio de ambos idiomas, el intérprete dio muestras de incompetencia al pedir aclaraciones al ponente cuando se salía del guión preestablecido. Asimismo hay que decir que, desde mi punto de vista, la interpretación consecutiva es muy difícil para un público hispano-británico, ya que ambos pierden el hilo de lo dicho con una gran facilidad, y el conferenciante se ve continuamente frenado, perdiendo espontaneidad. Aunque la conferencia se había planificado de antemano, el resultado no fue bueno por las siguientes razones:
Una conferencia con interrupciones para la interpretación no es recomendable, a menos que sea para temas muy específicos, ya que ninguno de los dos públicos sale satisfecho. Además se tiene que contar siempre con un interprete altamente cualificado, en lugar de un académico con un gran conocimiento teórico de ambas lenguas.
Como posibles soluciones a este tipo de interpretaciones se me ocurre que o bien se traduzca el texto de antemano y se distribuya entre el público que no domine la lengua del discurso, o que simultáneamente se lea el texto traducido en otra sala.
II. ManchesterLugar: Instituto Cervantes de Leeds y Manchester.
Fecha: octubre a diciembre de 1994.
Ponentes: Historiadores españoles y británicos.
Actividad: Ciclo de conferencias sobre Historia de España.
En esta ocasión, y de cara a conseguir una mayor afluencia de público, se organizó en el Instituto Cervantes de Leeds y Manchester un ciclo de conferencias sobre Historia de España, en la que invitamos a un ponente británico y otro español con el objetivo de que cada uno de ellos hablara media hora sobre el mismo período histórico en español e inglés respectivamente, dejando después otra media hora para debate. El objetivo era conseguir que cualquier asistente a las conferencias, con independencia del idioma que hablase, se llevara una idea precisa del tema en cuestión y pudiera participar en el debate. Se advertía a los conferenciantes que respetaran al máximo su tiempo de 30 minutos para no hacer la jornada interminable.
Se abarcaron los siguientes períodos:
La idea fue presentar en cada sesión a un ponente español frente a un ponente británico, en una especie de enfrentamiento entre dos colegas que, a priori, parecía una situación muy atractiva y que atrajo a una gran cantidad de público. Sin embargo, observamos los siguientes problemas que fueron casi idénticos tanto en Manchester como en Leeds.
Aunque el objetivo de los encuentros fue resaltar la idea que españoles y británicos tenían desde distintos puntos de vista, sobre la misma situación histórica española, hecho que a priori, podría ser muy interesante; salvo en la conferencia de Paul Preston y Juan Pablo Fusi, que, seguramente por el prestigio y conocimiento de la obra de ambos conferenciantes, hizo que la mayor parte del público se quedara hasta el final y participara activamente en el debate, en las restantes conferencias el experimento quedó reducido a un soliloquio hispano-británico con muy poca participación en el debate.
III. ManchesterLugar: Instituto Cervantes de Manchester.
Fecha: octubre a diciembre de 1995.
Ponentes: Dr. José Manuel Pérez Prendes, Dr. Mario Hernández Sánchez Barba y Dr. Miguel Artola.
Actividad: Ciclo de conferencias sobre el siglo xix Español.La experiencia anterior nos sirvió como ejemplo y entre octubre y diciembre de 1995 el Instituto Cervantes de Manchester organizó un ciclo de conferencias sobre el siglo xix español, en el que participaron los tres ponente arriba mencionados. Tras estudiar la organización y los problemas observados en el ciclo del curso anterior, en esta ocasión nos decidimos a ser innovadores y a utilizar los servicios de un intérprete y un equipo de traducción simultánea, con 80 cascos. A los tres participantes les pedimos tener sus conferencias con, al menos, diez días de antelación, para facilitar el trabajo del intérprete. Los resultados fueron asombrosos:
Lugar: Instituto Cervantes de El Cairo. Antena de Alejandría.
Fecha: 1 de febrero de 2000.
Ponente: Mario Vargas Llosa.
Actividad: Ciclo de conferencias sobre literatura latinoamericana.Mario Vargas Llosa había dado una conferencia multitudinaria en El Cairo el día anterior sin necesidad de ningún tipo de interpretación, ya que en El Cairo además del gran número de estudiantes del Instituto Cervantes, existen cuatro universidades con departamentos de español muy fuertes. Por ello, los asistentes a la conferencia tenían un nivel de español bastante aceptable. Sin embargo en Alejandría el caso era diferente. La universidad no tiene departamento de español y el número de estudiantes del Instituto Cervantes, además de ser sensiblemente inferior a El Cairo, tiene también un nivel más bajo, fundamentalmente inicial e intermedio. Como en ese momento no disponíamos de equipo de traducción simultánea, y tras la primera experiencia de Manchester, no queríamos que el intérprete estuviese interrumpiendo continuamente a Vargas Llosa. Por ello se nos ocurrió que lo más apropiado era que hiciéramos un resumen final de la intervención de Mario. Así mientras Mario Vargas Llosa daba su conferencia en español, el intérprete, el Dr. Hamed Abu Ahmed, traductor de Vargas Llosa y jefe del Departamento de español de la Universidad de Al Azhar, tomaba notas para al final hacer un amplio resumen de la misma. Las conclusiones a las que llegamos fueron las siguientes:
Vistos los cuatro ejemplos anteriores, parece que hay una urgente necesidad de adecuar las técnicas de traducción y el entrenamiento de los intérpretes al momento cultural y tecnológico que nos ha tocado vivir. La exigencia es triple: educativa, profesional y económica. No debemos olvidar que el español se consolida cada día más como vehículo de comunicación internacional y que una profunda dimensión económica preside el manejo y uso diario del español. Por todo ello si queremos consolidar nuestro idioma, en el momento multilingüe actual es imprescindible que nos adentremos cada vez más en las posibilidades que nos ofrecen día a día los medios audiovisuales, para que lo que se haga en nuestro idioma pueda llegar, a través de estos medios, a cualquier rincón del mundo, y en cualquier situación o contexto. Sin embargo, las experiencias expuestas anteriormente me llevan a una serie de reflexiones y conclusiones que creo deben tenerse en cuenta:
En cada uno de los ejemplos se sacrifica algún elemento retórico. Por ejemplo, en el último ejemplo (un profesor resume la conferencia de Vargas Llosa), se da otra charla en la que quizá se respeta la inventio, pero se pierde la dispositio, la elocutio, la actio.
En la que tiene más éxito, la tercera, se respeta la inventio, la dispositio, pero se pierde la elocutio.
Curiosamente, en esa tercera experiencia se cumplen muchas de las condiciones pragmáticas que se deberían tener en cuenta (facilidad, tiempo) y se respeta el lucimiento del orador; pero, por otra parte, es también la más alejada del objetivo de mejorar o de actualizar nuestro conocimiento de otra lengua. En ese sentido, cabría experimentar con una nueva posibilidad que sería ofrecer en una pantalla el texto subtitulado en el idioma en el que se da la conferencia. Ésta es quizá la solución que mejor cumple con el objetivo de mejorar el conocimiento de otra lengua si el auditorio tiene unos mínimos conocimientos de la misma. El que sepa la lengua del conferenciante no lo necesitará, y los que no dominen demasiado bien el idioma del mismo estarán entretenidos e ilusionados creyendo que se va enterando de algo y de que van haciendo progresos en su conocimiento del idioma.
En fin, como hemos visto a lo largo de esta contribución el camino es arduo, largo y abierto todavía a toda una nueva serie de experiencias, abanderadas por la proliferación cada vez mayor de las nuevas tecnologías audiovisuales.