Los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) se han desarrollado mucho en las tres últimas décadas del siglo xx y es previsible que así siga ocurriendo durante el siglo xxi, dada la creciente influencia de la ciencia y la tecnología sobre la vida social. También en los países hispanoparlantes, y en concreto en España, los estudios CTS han adquirido un fuerte impulso en los últimos quince años, habiendo alcanzado un nivel muy estimable.1 La Organización de Estados Iberoamericanos está promoviendo decididamente este tipo de investigaciones, al igual que algunas universidades y centros de investigaciones españoles y latinoamericanos.2
Sin embargo, quedan muchas cuestiones por abordar. Uno de los capítulos menos atendidos de los estudios CTS atañe al impacto de la tecnociencia sobre las lenguas. En esta contribución voy a ocuparme del impacto de las TIC sobre las lenguas, siempre desde la perspectiva CTS. Prosigo con ello una línea de investigación que ya ha producido algunas publicaciones, varias de las cuales sirven como punto de partida para mi intervención en este II Congreso de la Lengua Española.3
Antes de empezar, quiero dejar claros tres puntos. En primer lugar, abordaré el tema propuesto para este panel desde un punto de vista muy específico. No voy a ocuparme de los problemas de adaptación de la terminología científica y tecnológica a la lengua española, ni tampoco entraré en el debate sobre el futuro mejor o peor de la ciencia escrita en español.4 Desde la perspectiva CTS, lo primero es analizar de qué manera la ciencia y la tecnología, y en concreto las TIC, influyen sobre las lenguas. Veremos que su impacto sobre los idiomas es mucho más profundo de lo que se suele creer, y que, previsiblemente, esa incidencia irá incrementándose en los próximos años. La hipótesis principal que voy a mantener y argumentar afirma que las TIC favorecen la evolución de las lenguas en un sentido hasta ahora imprevisto, y un tanto sorprendente, a saber: las hacen evolucionar hacia una nueva modalidad de lenguas, las e-lenguas o lenguas electrónicas. El español no es una excepción y por eso me centraré en la evolución del español hacia el e-español, o español electrónico, que llegará a ser una variante destacada del español que conocemos.
Ulteriormente precisaré lo que trato de designar mediante esta expresión, obviamente inspirada en el plan de la Unión Europea, e-Europa, aprobado por los primeros ministros de la Unión en la cumbre de Lisboa del año 2000 y puesto en funcionamiento en el presente año 2001. En cualquier caso, quiero dejar claro que, a mi modo de ver, el español de la ciencia y la técnica (tema de este panel) no será el español actual, basado en el habla corporal y la escritura alfabética e impresa, sino una evolución de dicha lengua, el español electrónico. Por eso, en lugar de preocuparnos por defender al español en Internet, como se concluyó en el Congreso de Zacatecas de 1997, debemos ocuparnos de favorecer su evolución en el espacio electrónico, lo cual implica una estrategia que no ha de ser defensiva, sino de expansión tecnosocial, como intentaré mostrar a lo largo de esta contribución.
En segundo lugar, para no crear malentendidos entre quienes no estén al tanto de los estudios CTS, quiero precisar que parto de la distinción habitual entre ciencia, técnica, tecnología y tecnociencia. Siguiendo las propuestas de Miguel Ángel Quintanilla,5 es habitual discernir la técnica de la tecnología mediante dos rasgos distintivos:
Asimismo es posible distinguir la tecnología de la tecnociencia. Esta última, que suele ser denominada Big Science en los Estados Unidos de América y megaciencia en algunos países hispanoparlantes, se consolidó a partir de la segunda guerra mundial (Proyecto ENIAC, Proyecto Manhattan, exploración del espacio, etc.) y es un híbrido entre la ciencia y la tecnología. La tecnociencia se distingue por requerir grandes inversiones en recursos humanos y tecnológicos, pero se caracteriza ante todo por ser una modalidad de ciencia donde la investigación no puede llevarse a cabo sin avances tecnológicos paralelos. Por ende, la tecnociencia se diferencia de la ciencia por la recíproca de la condición 1. en el caso de la tecnociencia, la ciencia está basada en conocimiento tecnológico. La tecnociencia es un tipo de tecnología, como la tecnología es un tipo particular de técnica. Siendo la noción de técnica más amplia que las de tecnología y tecnociencia, sólo me voy a ocupar del español de las tecnociencias, no del de la ciencia o la técnica. El desafío relevante para el siglo xxi es el tecnoespañol o e-español, no la ciencia o la técnica escrita en el español actual. Advierto incluso que mi perspectiva va a ser todavía más restringida, porque únicamente hablaré de una modalidad de tecnociencia, a saber, de las tecnologías de la información y las comunicaciones y su impacto sobre las lenguas.
En tercer lugar quiero aclarar, nuevamente para evitar confusiones de partida, que los estudios CTS no suelen aceptar ninguna modalidad de determinismo tecnológico. Quintanilla define las técnicas, y por ende las tecnologías y las tecnociencias, como «sistemas de acciones humanas intencionalmente orientados a la transformación de objetos concretos para conseguir de forma eficiente un resultado valioso».6 Por tanto, en lugar de considerar que las tecnologías son aparatos más o menos nefastos o miríficos, en los estudios CTS son entendidas como sistemas de acciones humanas. Hablar de la incidencia de las TIC sobre las lenguas implica, pues, debatir sobre las acciones humanas que están transformando las lenguas en e-lenguas con ayuda de las TIC. En concreto, hay que precisar quiénes son los agentes que llevan a cabo dichas acciones tecnocientíficas, así como sus intenciones, objetivos y valores.7
Incluso el sistema más automatizado del mundo tiene en su origen seres humanos que lo diseñaron para actuar así, y no de otra manera. De ahí la importancia del diseño de los sistemas tecnológicos, como ha señalado recientemente Fernando Broncano.8 En nuestro caso, lo importante será el diseño de los sistemas tecnolingüísticos, o e-lingüísticos. Hablar de tecnociencia conlleva hablar de tecnomatemática, tecnofísica y tecnobiología como ramas específicas de las matemáticas, la física, la biología y, claro está, las ingenierías. Pero también implica afirmar la existencia, efectiva o posible, de unas tecnociencias sociales,9 y concretamente de una tecnolingüística y una tecnogramática. Estas últimas nociones podrán sorprender e incluso soliviantar a algunos de ustedes, sobre todo si son gramáticos o lingüistas de profesión. Pero piensen en los lenguajes formales y en la gramática de los lenguajes informáticos para hacerse una idea de lo que entiendo por tecnolenguas, o e-lenguas.
En resumen, me voy a referir al tecno-español, o e-español, a su emergencia a finales del siglo xx y a su posible desarrollo en el siglo xxi. El tecno-inglés ya existe desde hace algunas décadas y por ello esa lengua es dominante en Internet. Mi tesis final consistirá en afirmar que, para que avance el español de la tecnociencia, es preciso promover decididamente el e-español, o tecno-español. Dicha acción ha de ser llevada a cabo conjuntamente por los países hispanoparlantes en una tarea transdisciplinaria. Diré en este panel que el español de la ciencia y la técnica actuales es y será el de la tecnociencia basada en las TIC, es decir el e-español recién aludido. Si se me disculpa la audacia, entiendo que esta propuesta tiende a criticar y rectificar el carácter defensivo de las conclusiones del I Congreso, celebrado hace cuatro años en Zacatecas.
Argumentaré mi tesis en tres pasos. En primer lugar, expondré la hipótesis de los tres entornos humanos, según la cual las TIC generan un nuevo espacio social al que han de adaptarse las diversas actividades humanas, incluidas las lenguas. En segundo lugar, mostraré hasta qué punto las TIC ya han transformado las hablas y las escrituras de las lenguas, y previsiblemente lo seguirán haciendo. Por último, haré una serie de propuestas para promover el desarrollo del español en el espacio electrónico (o tercer entorno), de manera que la evolución del español al e-español sea favorable.
Internet no sólo es un nuevo medio de información y comunicación, sino que, junto con otros sistemas tecnológicos periféricos (multimedia, infojuegos, realidad virtual, telefonía, televisión, etc.), configura un nuevo espacio social, electrónico, telemático, digital, informacional y reticular. Es importante tener en cuenta esto a la hora de analizar la influencia de las TIC sobre los idiomas y las culturas. No es lo mismo expresarse oralmente (el aire como medio de comunicación), por escrito (soporte papel) o a través de redes telemáticas tipo Internet (habla / escritura electrónicas). Por ejemplo, a través de Internet, del teléfono, de la televisión, de los cajeros automáticos y de las tecnologías multimedia, nos vemos confrontados a múltiples lenguas posibles, y todo ello en tiempo real. El espacio lingüístico es muy distinto en el entorno electrónico. Lo llamaré espacio e-lingüístico y hablaré de e-lenguas (lenguas electrónicas) para distinguir las lenguas en el espacio electrónico de las que se hablan y escriben en los campos y las ciudades.
Llegamos con ello a la hipótesis de los tres entornos,10 que es clave para entender los planteamientos que voy a exponer, y puede ser resumida así:
La construcción de las infraestructuras nacional y mundial de la información y el desarrollo de la sociedad de la información (e-Europa) son interpretables desde la hipótesis del tercer entorno, que afirma lo siguiente: las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) posibilitan la construcción de un nuevo espacio-tiempo social, en el que puede desarrollarse la Sociedad de la Información.
Este nuevo espacio social se superpone a los dos primeros entornos (campo y ciudad), no sólo a nivel mundial (globalización), sino también desde el punto de vista regional, local, doméstico e incluso corporal. Precisamente por ello la emergencia del tercer entorno implica una profunda transformación de la estructura de las sociedades, porque las TIC no sólo transforman el espacio-tiempo global, sino también los ámbitos locales y domésticos.11 El canon de organización social en E1 (entorno rural) es la sociedad agraria y en E2 (entorno urbano) la sociedad industrial, aunque tanto en E1 como en E2 han existido y existen otras muchas modalidades de organización social. La emergencia, la consolidación, el desarrollo, la evolución y, en su caso, la decadencia de una sociedad requieren de un espacio y un tiempo. La hipótesis del tercer entorno afirma que el entorno telemático E3 (electrónico, digital, informacional, virtual, etc.) es el espacio-tiempo en donde está emergiendo la sociedad de la información y el conocimiento.
El tercer entorno no sólo es Internet, ni mucho menos la World Wide Web. Las TIC que posibilitan actualmente la construcción de E3 son el teléfono, la radiotelevisión, el dinero electrónico, las redes telemáticas (descentralizadas y abiertas como Internet, pero también centralizadas y cerradas), las tecnologías multimedia (CD-ROM, DVD, etc.), los videojuegos y las tecnologías de realidad virtual. Para ilustrar sencillamente lo que es el tercer entorno, cabe decir que, así como un ordenador tiene unos periféricos, el tercer entorno está formado por todos los ordenadores conectados a redes telemáticas más sus diversos periféricos, incluyendo teléfonos, televisiones, tarjetas de crédito, sistemas de memorización, almacenamiento y procesamiento, grabadoras, impresoras, micrófonos, videocámaras, etc. El tercer entorno está cada vez más alrededor nuestro a través de todas esas prótesis tecnológicas, sin que por ello desaparezcan los otros dos entornos humanos, el campo y la ciudad. E3 se superpone a E1 y E2, sin destruirlos, pero transformándolos profundamente.
E3 es un nuevo espacio social en fase de emergencia, construcción y expansión, tanto material como social y mental. La globalización electrónica no sólo implica un cambio tecnológico, sino también una transformación social, cultural y mental. Por otra parte, E3 no sólo es un nuevo medio de información y comunicación, sino un nuevo espacio para la acción y la interrelación entre las personas físicas y jurídicas a través de las TIC. Además de transformar la información y las comunicaciones, E3 supone un nuevo espacio para la acción humana. En particular, las TIC permiten a los seres humanos actuar a distancia. La infoguerra (envío de misiles teledirigidos), el telecontrol, las teleoperaciones y el envío de virus a través de las redes telemáticas son acciones a distancia, no actos comunicativos ni informativos. Por ello es preciso considerar el espacio electrónico como un nuevo ámbito para que los seres humanos actuemos a distancia, incluyendo los actos de habla y de escritura. Se trata de actuar en e-español, no sólo de hablar, escribir o publicar en español. El desafío es tecnocientífico, más que lexicológico o gramatical.
El primer y el segundo entorno han generado diversas modalidades de cultura. El tercer entorno, por el momento, ha dado lugar a la cibercultura. Las diversas culturas, y en particular las lenguas, pueden adaptarse al espacio electrónico, sin perjuicio de que para ello tengan que transformarse considerablemente. Por su estructura tecnológica, el tercer entorno tiende a ser multicultural y plurilingüístico, aunque también corre el peligro de convertirse en un ámbito propicio para el colonialismo cultural y el monolingüismo. Para evitarlo se requieren acciones sociales y políticas que orienten el desarrollo del espacio electrónico en tales direcciones.
Ante todo, el tercer entorno difiere de los otros dos por su estructura matemática: por su métrica (distancia versus proximidad) y por su topología (reticularidad versus recintualidad o territorialidad). Aparte de las diferencias matemáticas, E3 también se diferencia de E1 y E2 por sus propiedades físicas, epistémicas, geográficas, etc. Los rasgos distintivos más relevantes son los matemáticos y luego los físicos, epistémicos, sociales, económicos, lingüísticos, etc.
Veamos de qué manera se transforman las lenguas al trasladarse al tercer entorno. En el primer entorno (campo) son lenguas habladas. En el segundo (ciudad) siguen siendo habladas, pero, además, pasan a ser lenguas escritas, y en particular escritura impresa, libros, publicaciones. Sería ocioso insistir en la profunda transformación que la galaxia Gutenberg, en términos de McLuhan, supuso para las lenguas.12 Pues bien, con el paso de los idiomas al espacio electrónico estamos ante un cambio de mayor importancia, y ello por varios motivos, entre los que anticiparé uno: E3 puede generar espacios translingüísticos, y no simplemente plurilingües. Veámoslo con mayor detalle.
La emergencia del tercer entorno conlleva la aparición de una nueva forma de escritura y publicación, la escritura electrónica, basada en la digitalización, la informatización, la hipertextualización, la telematización y la memorización electrónica multimedia.13 En los dos primeros entornos hay usos íntimos, privados y públicos de los idiomas respectivos. Es importante tener en cuenta que el tercer entorno no sólo transforma lo que se publica (por ejemplo en la World Wide Web), sino también el habla y la escritura íntima y privada (tertulias, correo electrónico, archivos personales, emoticones, mensajes telefónicos abreviados, firma electrónica, encriptación, autentificación, etc.). El habla de E1 y la escritura de E2 son transferibles al tercer entorno mediante artefactos tecnológicos como el teléfono digital, el scanner, el reconocimiento automático del habla, las grabadoras y videocámaras digitales, el software de procesamiento de textos y sonidos, las tarjetas de sonido, los discos compactos y otros muchos. También las imágenes y los datos pueden ser escritos en el espacio electrónico, debido al carácter multimedia del nuevo espacio. En una palabra: en E3 es posible escribir el habla, los textos, el sonido, las imágenes, las fórmulas, los números y los datos, y todo ello independientemente del sistema de signos que cada cultura pueda utilizar para hablar o escribir. Por todo ello, la escritura electrónica es el gran ejemplo actual del proyecto leibniciano de una Characteristica Universalis, todavía por ampliar y perfeccionar.14 La aparición de la escritura y la imprenta produjo un fuerte impacto sobre las lenguas habladas, por ejemplo unificándolas. Otro tanto ocurre hoy en día: la escritura electrónica también induce profundos cambios en las lenguas habladas y escritas, generando, por ejemplo, una nueva modalidad de unificación, que ya no es ortográfica, sino tecnográfica, tecnocientífica. En la medida en que los procesos semióticos dependen en E3 de las cinco fases antes mencionadas, practicar una lengua en el tercer entorno implica saber digitalizar, informatizar, hipertextualizar, telematizar y memorizar lo que unos y otros expresamos, y saber hacerlo correctamente, incluyendo el caso en que hablemos lenguas distintas. Ya no basta con saber articular los fonemas y componer frases con intención expresiva o comunicativa, ni tampoco con trasladar al papel lo que pensamos. La alfabetización digital implica nuevas competencias lingüísticas, que es preciso aprender y practicar competentemente si queremos expresarnos en nuestra lengua en el tercer entorno. Un desafío así no sólo atañe a los hablantes, sino a las lenguas mismas, y en concreto a las autoridades que las promueven. Dicho desafío es global, universal, es decir, afecta a todas las lenguas. Cabe decir que la emergencia del tercer entorno implica una nueva fase evolutiva en el desarrollo de las diversas lenguas humanas. Aquellas lenguas que sepan adaptarse a la estructura del nuevo espacio sobrevivirán y se desarrollarán en E3. Las que no lo logren, se verán relegadas al primer y segundo entorno, quedando como lenguas de segunda categoría, como ya ocurrió en el caso de las lenguas y tradiciones orales que no dieron el salto al espacio impreso, es decir, al segundo entorno, por lo que respecta a los espacios lingüísticos.
Resumiré las consideraciones anteriores diciendo que en E3 las lenguas devienen tecnolenguas (o también e-lenguas, infolenguas, lenguas digitales, etc.), es decir, sistemas de comunicación y de memoria que necesariamente han de estar implementados tecnológica e informáticamente. El futuro de las lenguas en el tercer entorno no depende sólo del número de hablantes, del grado de alfabetización o de la calidad de sus escritores, sino también de la competencia de los técnicos e ingenieros que sepan adecuarlas al nuevo espacio electrónico, telemático e informacional, así como de los usuarios que sepan practicarlas en E3. La expansión de una lengua en el tercer entorno, y en concreto en Internet, se convierte así en una cuestión de ingeniería lingüística, no sólo de hablantes o literatos. Pero, además, resulta imprescindible la enseñanza electrónica de las lenguas (e-learning) a los propios hablantes, así como impulsar la existencia de escenarios electrónicos en donde las e-lenguas puedan ser practicadas con soltura. Cabría mencionar otras grandes consecuencias, pero las tres recién mencionadas pueden bastar para hacernos una idea de la magnitud del desafío que la emergencia del tercer entorno supone para las lenguas vivas. En el último apartado volveré sobre estos tres grandes campos de actuación.
El desafío que estoy comentando no es futuro, sino presente. Cada vez más presente. Las transformaciones tecnológicas mencionadas ya se han producido, como cualquiera de ustedes puede comprobar si se acerca a las prótesis tecnológicas que dan acceso al espacio electrónico. No hay producción lingüística escrita en español que no pueda ser digitalizada, informatizada, hipertextualizada, telematizada y almacenada en soportes electrónicos multimedia. Valga el ejemplo del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ya disponible en CD-ROM, y por ende en red Valgan asimismo las Enciclopedias, buena parte de las cuales se han transformado en e-Enciclopedias. Y podría traer a colación otros muchos ejemplos.
Mas, para ilustrar de manera concreta la hipótesis del tercer entorno, me parece más adecuado elegir un ejemplo sencillo, a saber: el texto que ahora mismo estoy leyendo. Leo lo que mi ordenador, a impulsos míos, claro está (por eso las tecnologías son acciones humanas) digitalizó, informatizó, hipertextualizó y envió en su momento a los organizadores a través de Internet. Dicho texto electrónico, posteriormente, fue almacenado, procesado y publicado por los ordenadores del Instituto Cervantes. Esta lectura y este texto no sólo se atienen a las normas ortográficas y de dicción del español contemporáneo, sino también a las normas de edición electrónica que estableció la organización con el fin de hacer públicas todas estas contribuciones en la página web del Instituto Cervantes. Posteriormente se editará o no un libro, no lo sé. Lo que quiero subrayar es que estoy leyendo en voz alta un texto electrónico, no un texto impreso. Leerlo en pantalla ofrece muchas más posibilidades, por ejemplo cambiar la tipografía, remitir a otros textos mediante enlaces hipertextuales, codificarlo, proteger electrónicamente la autoría, añadir sonidos e imágenes, hacer accesible este texto a sordos y ciegos, insertar en él notas y comentarios de lectura, etc.
Me dirán ustedes: podría haber pronunciado una conferencia sin texto electrónico previo. Muy cierto. Pero, aparte de que así hubiera contravenido las normas de la organización del congreso, que ya nos dan idea del proceso de adaptación paulatina de las instituciones al tercer entorno, mi opción por el discursus, en lugar de la lectio, no habría impedido que esta pequeña prótesis que tengo ante mi boca, el micrófono digital, en la medida en que fuera un periférico conectado a una red telemática local, hubiera podido fácilmente digitalizar, informatizar, telematizar y almacenar electrónicamente lo que estoy diciendo, es decir mi habla, mi discurso. Esto que me ocurre a mí les sucederá a todos ustedes conforme hablen en esta sala, la Real Chancillería, que no sólo es un escenario del segundo entorno (el Palacio de Congresos Conde Ansúrez en la ciudad de Valladolid), sino también un escenario electrónico en el que mi discurso no sólo se produce aquí y ahora, sino que también será repetible, tal cual o modificado, en múltiples e-sitios y en diversos momentos.
Este excelente escenario arquitectónico y urbano en el que estamos tiene superpuesto un segundo escenario electrónico en el que también se está produciendo este congreso, y en concreto este discurso mío. Una cosa es lo que suceda aquí y ahora y otra muy distinta lo que vaya a ocurrir en el Palacio Electrónico de Congresos en donde también tiene su sede este II Congreso de la Lengua Española. Por ejemplo, ¿estamos en Valladolid?, ¿qué hora es ahora en Valladolid? Supongamos que alguien está conectado a la red del Instituto Cervantes desde la ciudad de Valladolid en la península del Yucatán, y no en la Península Ibérica. Puede estar conectado ahora, pero también esta noche, o mañana, o cuando esa persona quiera. Puede haberse conectado a la página web del Instituto Cervantes y haber leído mi texto antes del acto de inauguración del congreso, e incluso haber enviado comentarios críticos. Supongamos que esta parte de mi discurso la haya escrito otra persona, anónimamente. Tras agradecer su interés y su generosidad, mi discurso sigue: ¿o es el suyo? La interrelación autor / lector cambia radicalmente en el espacio electrónico, favoreciendo la elaboración de obras conjuntas, colectivas. De hecho, la producción de un CD-ROM o de una página web de calidad requiere un equipo. Por ello cabe afirmar que la autoría en E3 deviene plural, aunque aquí no vaya a insistir en este punto.
Lo importante es que el escenario electrónico en donde estoy hablando (¿o escribiendo?: ésta es la cuestión de fondo) no es un recinto en el que estamos presentes y cercanos los panelistas y el público que ha acudido a esta sala de la Real Chancillería durante un intervalo prefijado de tiempo. Este acto es real en el segundo entorno, pero la actividad electrónica que se le superpone a este congreso en forma de e-Congreso de la Lengua Española también es real. Cada vez será más real. Dicho evento electrónico no sucede en Valladolid, ni en la Península Ibérica, ni en la Yucateca, sino en un espacio social muy distinto, el tercer entorno transoceánico e hispanoparlante en el que seres humanos e instituciones han creado un escenario electrónico a distancia, reticular, digital, representacional y multicrónico donde está teniendo lugar y seguirá desarrollándose este Congreso a lo largo de los próximos meses, caso de que la organización decida mantener abierto el e-Congreso después de haber clausurado el congreso presencial vallisoletano.
Retomando las tesis de Manuel Castells,15 diría que, así como mi discurso en esta sala es lineal y limitado en el tiempo, en el tercer entorno estoy pronunciando (o escribiendo) un discurso-red, al que, al menos en principio, se puede responder a distancia desde cualquier parte del mundo, siempre que alguien se conecte al sitio web del congreso y entienda la lengua que utilizo. Pero, ¿en qué lengua se produce mi e-discurso? Aquí radica una de las claves de la cuestión. Suponiendo que haya sistemas de traducción automática suficientemente perfeccionados, nada impide a un hablante de otra lengua entender en su propia lengua, al menos en parte, lo que estoy diciendo, ni a mí comprender lo que me replique, por mucho que él esté hablando ante su micrófono una lengua que yo no entiendo. Por ello afirmaba antes que el espacio electrónico es (o será) translingüístico, y no simplemente plurilingüe.
Pero hay otras diferencias, siendo ésta importante. Dicho escenario electrónico no sólo está ubicado en un espacio con diferente métrica, topología y variedad lingüística, sino que además su tiempo, el tiempo electrónico, es multicrónico, a diferencia del tiempo sincrónico que marcan las horas del reloj aquí y en Latinoamericana conforme al sistema de organización del espacio-tiempo mundiales que cabe denominar «globalización Greenwich».
Valga este ejemplo para ilustrar algunas de las diferencias entre el segundo entorno y el tercero, pero también entre las lenguas habladas y escritas y las hablas y escrituras electrónicas. Lo importante es caer en la cuenta de que ahora estamos practicando las dos modalidades de habla y escritura, la convencional y la electrónica, y las dos a la vez. El e-habla y la e-escritura no eliminan el habla fónica ni la escritura alfabética, sino que se superponen a ella. Pero los problemas del español no son los mismos que los del e-español. Para hablar y escribir bien esta nueva variante del idioma se requieren otras competencias, otras habilidades, otras capacidades retóricas y argumentativas. Sobre todo, se requiere asumir mentalmente que estamos en otro espacio lingüístico, muy distinto de aquéllos en donde estamos acostumbrados a conversar, leer y escribir.
Si retomamos ahora la reflexión desde un plano más abstracto, conviene señalar algunas de las transformaciones que las TIC ya han producido en la lengua española, a saber:
Los siete aspectos precedentes podrían ser desglosados y analizados con mayor detalle. También podrían enumerarse otros muchas facetas que muestran la profunda penetración de las TIC en las lenguas, tal y como éstas se van adaptando y desarrollando en el tercer entorno. Pero entiendo que esta panorámica puede servir para ilustrar la complejidad del desafío que se nos plantea, tanto individual como colectivamente, si interpretamos la incidencia de las TIC sobre las lenguas desde la hipótesis del tercer entorno.
Por ello paso a la última parte de mi intervención, que versa sobre una pregunta clásica: ¿qué hacer? Pero con un matiz importante, que puede resumirse en la pregunta: ¿qué e-hacer? Dije anteriormente que en el tercer entorno no sólo se trata de hablar y escribir en español, sino de hacer y actuar en e-español. Es decir, de conseguir que el español sea una lengua útil para hacer cosas en E3, no sólo para hablar, escribir o leer. Entre ellas para hacer tecnociencia, que es de lo que se trata. Bien entendido que por tecnociencia no sólo hay que entender grandes artefactos para la investigación en física o en biología, sino también tecnologías para la creación literaria y artística, o simplemente para potenciar las relaciones entre los hispanoparlantes. Al fin y al cabo, las redes telemáticas de banda ancha son uno de los grandes ejemplos de tecnociencia actual, perfectamente apta para el desarrollo de las humanidades, las ciencias sociales y la actividad cultural y artística. Dado que las tecnologías son sistemas de acciones humanas, no sólo aparatos, se trata de ver qué acciones hemos de emprender para conseguir que, partiendo del español actual, se vaya configurando el e-español como una lengua electrónica fácil, divertida, amable, accesible, útil y, lo que es más, translingüística. De antemano me disculpo por la insuficiencia de cuanto diré a continuación, a la vista de la magnitud del desafío.
Pero mi propósito consiste en reorientar el actual debate, tomándonos en serio la hipótesis del tercer entorno. A partir de ello, a todos ustedes se les ocurrirán muchas cosas que hay que hacer en e-español, independientemente de que me estén escuchando o leyendo por vía oral, impresa o electrónica.
Distinguiré tres grandes campos de actuación: la ingeniería lingüística, la e-educación y la pragmática de la lengua en el espacio electrónico.
Por lo que respecta a la ingeniería lingüística, hay que diferenciar las infraestructuras y las aplicaciones tecnológicas concretas. Así como en el segundo entorno hicieron falta ingenieros de caminos, canales y puertos para construir las infraestructuras de comunicación física entre las ciudades y los pueblos, así también es preciso que en el tercer entorno se construyan telecaminos, telecanales y telepuertos. Por telecaminos podemos entender lo que se ha venido llamando autopistas de la información, es decir, redes telemáticas de banda ancha a través de cables tendidos por el territorio.17 El objetivo principal de esos viales electrónicos consiste en conectar a los hispanoparlantes entre sí, de modo que la vida social en el tercer entorno pueda desarrollarse en español y podamos hablar de sociedad hispanoparlante de la información de manera fehaciente. Por telecanales podemos entender las infopistas que funcionen a través del espectro radioeléctrico y por tanto los satélites de telecomunicaciones que conecten a los países hispanoparlantes, incluidos los Estados Unidos de América. No me refiero sólo a la televisión y la telefonía, sino ante todo a las redes telemáticas de banda ancha que permitan el envío y la recepción de ficheros de muchos Megabytes, o Gigabytes. Los telepuertos los entendemos en su acepción habitual, es decir, grandes ordenadores que mantienen los flujos de las grandes redes nacionales, regionales y locales. Una lengua requiere de un espacio de comunicación y en el tercer entorno dicho espacio hay que construirlo, no viene dado por la naturaleza.
Hay un acuerdo generalizado sobre la necesidad de construir las infraestructuras nacionales e internacionales de la información, por lo que no voy a insistir en este punto. Únicamente señalaré que de poco sirven las grandes infopistas si luego se producen atascos electrónicos en las ciudades y en las casas. Las infraestructuras domésticas de la información son tan importantes como los satélites de telecomunicaciones si queremos que los hispanoparlantes se relacionen entre sí en español de manera fluida. La fluidez en el espacio electrónico no depende de nuestras capacidades fonatorias, sino de los artefactos que transmiten velozmente los flujos electrónicos. Hoy por hoy, nuestras casas electrónicas tartamudean y se bloquean una y otra vez. Hay que afirmar el derecho de todos los hispanoparlantes a estar conectados entre sí, pero también a poder expresarse con fluidez. Ésta es una cuestión de ingeniería, así como de política de telecomunicaciones.
Las infraestructuras de la información no sirven de nada si luego no hay artefactos y aplicaciones tecnológicas que permitan a los usuarios hacer cosas en el espacio electrónico, y no sólo por separado, sino también conjuntamente, es decir en red Pongamos como ejemplo del e-hacer el juego en el espacio electrónico. ¿Qué posibilidades tienen los niños y niñas españoles, argentinos, centroamericanos, filipinos y chicanos de jugar entre sí en el espacio electrónico? Muy pocas, y las pocas que hay en inglés, salvo honrosas excepciones. ¿Qué posibilidades hay de crear comunidades virtuales hispanoparlantes? Alguna existe,18 pero es la excepción que confirma la regla de la ausencia de relaciones en e-español, al menos en comparación a las comunidades virtuales angloparlantes. ¿Qué posibilidades tiene un teletrabajador o un e-empresario latinoamericano de trabajar en e-España, es decir en la España electrónica que, por iniciativa de la Unión Europea, debería construir el Plan INFO XXI? Algunas, pero son muy escasas para lo que debería ser la economía informacional entre los países hispanoparlantes. Las importaciones y las exportaciones de primer y segundo entorno (materias primas, productos industriales) están bien cuantificadas. ¿Qué ocurre con los flujos de bienes electrónicos entre los países hispanoparlantes?
Las preguntas podrían continuar, pero mi intención es mostrar que, aparte de las infraestructuras, es preciso crear herramientas electrónicas para el teletrabajador, el empresario electrónico, el niño que juega en una red hispanoparlante, la comunidad virtual y el exportador-importador de bienes electrónicos. Para ello se requieren e-ingenieros, es decir, expertos en las TIC que inventen artefactos para llevar a cabo eficientemente esas actividades, y otras muchas. Hay casos ejemplares, por ejemplo en el ámbito de la protección antivirus, pero el esfuerzo de I+D+I es muy escaso en nuestros países, por lo que se corre el riesgo de una e-colonización, como ahora sucede. Si no en otros sectores, al menos podría hacerse el esfuerzo en el sector lingüístico, desarrollando aplicaciones para el reconocimiento de voz, la transcripción de textos y datos, la traducción automática, las publicaciones electrónicas, etc. Si un andino, un porteño, un chicano y un español no pueden e-hacer cosas conjuntamente en E3, aunque sólo sea jugar a las cartas, mal irán las cosas para el español en el espacio electrónico. La ingeniería de aplicaciones informáticas y telemáticas en e-español es otra de las acciones urgentes a emprender para potenciar la lengua en el tercer entorno.
Pasemos al segundo sector de actuación, el sector educativo. Al respecto no voy a explayarme, por haberlo hecho en otros muchos foros.19 Las consecuencias de la hipótesis del tercer entorno para la educación son claras y sencillas: es preciso educar y formar en y para el tercer entorno, de la misma manera que es y seguirá siendo preciso educar en y para el primer y el segundo entorno. Dicho de otra manera: los países hispano-parlantes han de expandir el derecho universal a la educación (a poder ser gratuita, al menos hasta ciertos niveles) al espacio electrónico, de modo que a lo largo del siglo xxi se consiga que un alto porcentaje de hispano-parlantes esté alfabetizado digitalmente en e-español. Dicha alfabetización no consiste en saber navegar por Internet, como últimamente suele decirse, sino en saber leer, escribir y actuar electrónicamente, lo cual es mucho más que navegar por Internet. Un plan de e-educación en e-español todavía no existe, aunque instituciones como la OEI están trabajando en este sentido, al igual que algunas redes universitarias iberoamericanas. Si los niños y niñas actuales no están aprendiendo a hablar, leer y actuar en e-español, ¿cómo vamos a sorprendernos de que dentro de unas décadas lo hagan en e-inglés? Una acción educativa enérgica es urgente en el espacio electrónico hispanoparlante, y debe iniciarse formando a maestros y educadores en el uso de las TIC, así como creando instrumentos pedagógicos para el espacio electrónico. Llevar ordenadores a las escuelas sin formar previamente a los e-educadores y sin desarrollar materiales de enseñanza electrónica en e-español a los diversos niveles educativos equivale a favorecer la expansión del e-inglés, por mucho que las escuelas estén conectadas a Internet y los políticos alardeen de ello. Mucho más sentido tiene crear instrumentos informáticos para el aprendizaje de las lenguas en el tercer entorno. La construcción de escenarios virtuales para la enseñanza a distancia de las lenguas y la formación de profesorado para dichos escenarios, combinando en su caso sesiones presenciales con otras telepresenciales, es una de las tareas prioritarias a acometer. Otro tanto cabe decir de la enseñanza en general, y en concreto de la enseñanza de la ciencia y la técnica, no sólo de la enseñanza de las lenguas. Por ejemplo, la formación profesional puede desarrollarse perfectamente en el espacio electrónico, como algunas experiencias recientes y el plan e-Europa demuestran.
Mas, volviendo a la enseñanza de las lenguas, en la medida en que haya buenos instrumentos electrónicos de aprendizaje de y en una lengua concreta de la historia, la literatura, el arte, las ciencias, etc., el avance de un idioma en el espacio electrónico se verá favorecido. No hay que olvidar que el progreso de las lenguas en el segundo entorno ha dependido estrictamente de la creación de sistemas educativos universales y de calidad. Otro tanto hay que hacer en E3, tanto para el aprendizaje de las lenguas como de otras materias. El avance de las lenguas en el espacio telemático dependerá en gran medida de los sistemas educativos que se vayan creando en él.
No me extenderé sobre este punto, pese a ser el más importante para el desarrollo del e-español, porque podría desbordar todos los límites que me han sido asignados por la organización de este congreso. Les remito a las referencias bibliográficas finales y al libro que pretendo publicar sobre la e-educación.
Vayamos al tercer sector de actuación, al que, a falta de mejor denominación, he denominado pragmática de la lengua en el espacio electrónico. En este caso se trata de fomentar el uso de la lengua española en E3, pero teniendo en cuenta que no estamos únicamente ante una lengua oral y escrita, sino ante un sistema de tecnologías multimedia digitalizadas, informatizadas, hipertextualizadas, telematizadas y que almacenan electrónicamente los diversos recursos mnemónicos de los que puedan hacer uso los hispanos (o latinos, como prefieran). Por ello es importante que los hablantes / escribientes puedan acceder al tercer entorno a través de interfaces fónicos amables (reconocimiento de su habla propia, transcripción fonética automatizada, etc.), de modo que el ritmo, la entonación, la musicalidad, la dicción y las variantes fonéticas puedan ser transferidas y adaptadas a los usuarios de una misma lengua. La popularización de las tecnolenguas exige un esfuerzo de innovación orientado hacia la pragmática de las lenguas, la psicolingüística y la sociolingüística. Una tecnolengua cuya escritura electrónica multimedia resulte poco atractiva tendrá menos probabilidades de expandirse en Internet.
Por otra parte, y como señalé antes, la escritura electrónica no versa sólo sobre textos, sino también sobre imágenes, sonidos, melodías, datos, dibujos animados, simulaciones, etc. Para potenciar el uso del español electrónico es preciso construir y mantener escenarios en donde los hispanos / latinos puedan practicar las diversas artes de la escritura electrónica, incluidas las de proyección y animación de su propia imagen digital en el tercer entorno. Ello implica fomentar su presencia y expresión (oral y corporal) en escenarios televisivos y de realidad virtual, no sólo en Internet. Si en esa diversidad de escenarios electrónicos se lograra que los usuarios de las TIC se relacionaran entre sí en español, lo cual implica el dominio previo del e-español, nuestra lengua avanzaría considerablemente en el espacio electrónico. Por tanto, hay que estar atentos a la presencia de la lengua española en toda una pluralidad de ambientes creados por las TIC, no sólo en las redes telemáticas tipo Internet. La infoguerra o ciberguerra, por poner un ejemplo radical, también puede hacerse en e-español, aunque hoy por hoy las zonas del tercer entorno en donde se practica la violencia electrónica también estén dominadas por la lengua inglesa.
Me disculpo por terminar mi intervención con un ejemplo tan desaforado. Pero las lenguas no sólo sirven para hacer el amor, sino también la guerra, como sabemos bien por la historia de la lengua española. Para incrementar y desarrollar el uso del español en el espacio electrónico hay que estar atentos a las diversas actividades humanas, porque el e-español, conforme se vaya consolidando, no sólo permitirá hablar, leer y escribir, sino hacer todo tipo de cosas. Es decir, e-hacer. Eso sí, en un nuevo espacio social, telemático, reticular, electrónico, representacional, multicrónico, etc., al que la lengua española habrá de adaptarse si quiere seguir estando a finales del siglo xxi entre las cinco más usadas del planeta.
Obsérvese que todas estas consideraciones, críticas y propuestas, junto con otras muchas que podrían haberse traído a colación, conllevan acciones de política lingüística que, a mi juicio, es preciso acometer si se quiere lograr una buena adecuación y un desarrollo favorable de la lengua española en el tercer entorno. En lugar de pensar que la globalización electrónica nos lleva inexorablemente a un mundo angloparlante, lo importante es decidir lo que vamos hacer para potenciar nuestra lengua en el espacio electrónico, en lugar de lamentarnos de que en Internet, en la televisión, en los videojuegos y en las restantes TIC predomine el inglés de los Estados Unidos de América. La hipótesis del tercer entorno es una conjetura pro-activa, porque de ella se derivan acciones a emprender, no predicciones. Desde otros marcos conceptuales las consecuencias serían muy distintas, y por ello he dedicado bastante espacio a exponer con detalle la hipótesis general. En cualquier caso, la política lingüística que adopten los países hispano-parlantes durante los próximos años a la hora de impulsar el desarrollo del español en el espacio electrónico será determinante para el futuro de esta lengua.
Por tanto, es preciso concluir que la evolución favorable de las lenguas en el tercer entorno depende en gran medida de la innovación tecnológica que facilite y simplifique su uso en el espacio electrónico. Cervantes dio un gran impulso literario a la lengua castellana al escribir el Quijote, al igual que los gramáticos y los simplificadores de la escritura potenciaron el acceso a la lengua escrita. De la misma manera, hay que promover la aparición de e-escritores, e-traductores y e-oradores que puedan atraer a hablantes de diversas culturas a la práctica del español electrónico. Aquella lengua que produzca las primeras obras maestras de la escritura electrónica adquirirá un gran impulso en el siglo xxi. Pero, sobre todo, avanzará aquel idioma cuyos hablantes puedan comunicarse con gran facilidad y charlar privada e íntimamente a través de las redes telemáticas, aunque sea mediante sistemas de traducción automática, y por ende con una considerable simplificación de las expresiones usables. No hay que olvidar que, mientras no sea considerado como un espacio público, en el tercer entorno hay que pagar por hablar y por publicar. Conviene no olvidar esta diferencia a la hora de indagar quién tiene el poder en el nuevo espacio social.
Lo que no cabe pensar es que basta con trasladar las lenguas actuales al tercer entorno. La creación y la innovación en la escritura electrónica es la principal tarea. No hay que olvidar que las e-lenguas no sólo se componen de palabras y textos, sino que también incluyen imágenes, películas, melodías, juegos, escenarios virtuales y sistemas de documentación y de acceso específicos. El escritor del futuro será un info-, tecno-o e-escritor, es decir, un equipo multidisciplinar que sepa crear obras electrónicas multimedia de calidad en el tercer entorno.