Estamos asistiendo a una transformación en todos los órdenes de la vida —y, sobre todo, en el de la comunicación— gracias a la revolución tecnológica que ha venido gestándose a lo largo de los siglos y, con mayor intensidad e impacto, en el xx. Habría que decir que la electrónica ha originado una auténtica modificación de las tradiciones más arraigadas mediante el aprovechamiento y el ajuste de las ondas hertzianas, de los satélites espaciales, del láser, de la fibra óptica, de los chips o de los microchips (microprocesadores), de la videocámara, del vídeo, de la televisión digital, del teléfono celular, del CD-ROM, del DVD, de la cibernética, de las redes de información (Internet), del escáner, del módem y de la webcam (incorporación de la cámara al ordenador). Estamos en la era de la comunicación electrónica, es decir, de la comunicación sin fronteras, sólo limitadas por las barreras que nos impone la exigencia de adaptarse a las reglas propias de las nuevas técnicas en cada momento.
Todos hemos sentido la necesidad de conocer el conjunto de dominios que abarca la comunicación cibernética y, al tiempo, de interpretar las transformaciones que se están dando en la vida diaria. Ya estamos acostumbrados a mirar los monitores, como si de una rutina heredada se tratara; de los paneles luminosos, que nos informan instantáneamente de todos los acontecimientos, de la publicidad más innovadora; de las pantallas automáticas colgadas en las paredes de las antesalas de los aeropuertos y estaciones de tren donde se contemplan ininterrumpidos teletipos; de las fuentes de información telemáticas e informáticas; de la digitalización de los medios de comunicación, transmisión, grabación y reproducción; de la televisión interactiva; de la navegación aérea e interespacial; de la potencialidad memorística de los microchips de los ordenadores; de la posibilidad de resolver problemas costosos de índole económica, comercial, bancaria, laboral, administrativa, académica, investigadora… a través de redes de información capaces de ponernos en contacto desde nuestro medio natural con cualquier punto del planeta. ¿No parece un sueño inexplicable? Más bien se trata de un hecho innegable. Hemos entrado en la era tecnológica de la imagen digitalizada,1 de la comunicación interplanetaria, de la imagen real y también de la virtual.2 A todo ello ha de adaptarse el ser humano y, a la vez, debe intentar dar una respuesta acorde con los tiempos que vivimos y con los venideros. Y, como ha sucedido con otros cambios históricos, no hemos tenido otro medio de representar y de interpretar la realidad que la lengua. La lengua es la institución humana más preciada y la que mejor responde a las expectativas de todo cuanto ideamos, proyectamos y realizamos. La lengua es un medio esencial de vinculación social y transformación cultural. A través de ella intentamos reproducir la visión que tenemos del mundo real, de la historia y de la indagación cósmica permanente. A ella remitimos cuando nos interesa conocer lo que no hemos visto ni hemos vivido ni experimentado.
La lengua es un órgano vital, puesto que se adapta al devenir de la historia, de los usuarios de una comunidad lingüística y de las transformaciones sociales, culturales, artísticas, científicas, tecnológicas y cibernéticas. Ya decía W. von Humboldt3 que la lengua no es ergon (producto), sino energeia (fuerza activa que está al servicio del pensamiento). Así, la lengua sería el órgano que forma el pensamiento y, a la vez, expresa el espíritu de los pueblos. El desarrollo cognitivo hizo variar los hábitos de vida y las técnicas de manifestación expresiva: «de la oralidad a la escritura» mediante un proceso sucesivo de representación ideográfica (pictográfica, jeroglífica), cuneiforme, alfabética, silábica, manuscrita, impresa y electrónica.
Partiendo de los límites estrechos que separan la oralidad de la escritura, observamos el trasvase constante de una a otra. Se constata que el lenguaje usado en las nuevas tecnologías se surte de registros muy variados. Pero, a pesar de todos los tecnicismos, términos informáticos, anglicismos, siglas e innovaciones simbólicas, icónicas y tipográficas, la lengua coloquial ha irrumpido con formas especiales en la comunicación electrónica y, sobre todo, en las charlas interactivas (chats) por la libertad con que se mueven los internautas y en los SMS por las relaciones de amistad con que se manifiestan los participantes y la brevedad del mensaje exigida por el espacio y el coste de la emisión. En el análisis de todos estos componentes podemos hallar la perversión o la revitalización de una lengua tan dinámica y de tan profunda raíz cultural y literaria como es el español, capaz de adaptarse a las nuevas experiencias de los hablantes y de constituir un nuevo registro que aglutine las fluctuantes innovaciones de la comunicación tecnológica.
Cualquier manifestación, oral o escrita, pertenece a la comunicación lingüística de carácter fónico o gráfico respectivamente. La modalidad oral se aprende desde niño con facilidad y va unida a la esencia de la mayoría de los pueblos y culturas; en cambio, la modalidad escrita, de la que carecen algunas culturas, es un código que requiere un aprendizaje formal. La modalidad oral es natural, sobre ella se fundamenta la relación social y se favorece la convivencia. Está orientada a ser representada, es decir, a la escrituridad,4 aunque compartan la función de establecer relaciones sociales.5
Incidiendo en las peculiaridades, la oral utiliza el canal sonoro y auditivo, se proyecta en un contexto inmediato y tiende a la dispersión en el uso (dialectal, social e individual); la escrita utiliza el canal visual, recompone el contexto con elementos referenciales, elabora el mensaje más formalmente y tiende a la neutralización de las variantes. Realmente escribir no es lo mismo que hablar.6 Para escribir se requiere una actitud diferente, un temple independiente, puntualiza J. Marías.7 Con todo no deben oponerse las dos formas de lengua, hablada y escrita, sino que han de relacionarse entre sí para un mayor enriquecimiento, como diría P. Salinas.8 La escritura no es mera reproducción del sonido, ni la expresión oral es sonorización de la letra; sin embargo, son modalidades que se corresponden, al igual que sucede entre la representación gráfica (letra, tilde y puntuación) y la expresión fónica (sonido distintivo o fonema, acento, entonación y pausas). «Nunca ha habido escritura sin oralidad», dice W. J. Ong,9 y añade: «el habla es inseparable de nuestra conciencia». La escritura intensifica la oralidad. Ambas se sitúan en planos diferentes, según J. J. de Bustos,10 aunque «no estén forzosamente disociados». Eso sí, hay una gradualidad en el manejo de las técnicas de escritura: si en el mundo clásico la técnica de la escritura estaba asociada a la retórica y con la imprenta el texto escrito se difunde hasta adquirir el formato de libro comercial, con la escritura electrónica los textos se multiplican gracias a la manipulación digital.
La preocupación por el habla o la oralidad es común a filósofos, sociólogos, psicólogos, antropólogos, etnólogos y lingüistas. F. de Saussure11 llamó la atención sobre la primacía del habla. Esta idea contribuyó a reconocer el funcionamiento comunicativo del lenguaje sobre el que se han fijado sucesivamente lingüistas como: E. Benveniste,12 E. Coseriu,13 O. Ducrot14, entre otros, cuyos estudios alcanzan el ámbito del análisis del discurso, entendido como actividad interlocutiva o como acto interenunciativo, al decir de P. Charaudeau15, y como relación interactiva bilateral, en palabras de T. A. van Dijk.16
Todo análisis de discurso tiene por objeto el resultado de la comunicación: el texto, estrechamente ligado al concepto de discurso (Bustos, 1996:38).17 Quiere esto decir que la lengua centra su estudio en los actos de comunicación concretos, independientemente de la modalidad de que se trate. Para E. Coseriu (1969: 289) la estilística del habla es una lingüística del texto. El tipo de discurso que mejor responde a la oralidad es el diálogo18 y su manifestación más concreta es la conversación, donde concurren todos los actos de habla en forma de enunciados.
La conversación habría que entenderla como una actividad oral de carácter interactivo organizada en turnos19 de habla y como una manifestación de la oralidad con características situacionales y contextuales propias. La proximidad entre la comunicación oral y la escrita está marcada por la tradición histórico-literaria que responde al intento de escribir de la manera llana y natural del habla cotidiana. Desde el intento de Juan Ruiz por reproducir el habla popular del castellano medieval en el Libro de Buen Amor se ha venido repitiendo la máxima en la rica trayectoria de la literatura escrita en el español que compartimos: La Celestina, el Lazarillo, el Quijote, La Busca, La Colmena, El Jarama, Cien años de soledad, La ciudad y los perros, etc., hasta tal punto que muchas novelas se analizan y se catalogan con el rasgo de coloquiales. Habría que entender la cercanía entre lengua hablada y escrita como un intento de nivelación por el sentido democratizador generado en la sociedad de nuestro tiempo. A este respecto podemos decir que hay una relación estrecha y una implicación interdependiente entre oralidad y escrituridad e incluso un trasvase de una a otra de manera constante. Cabe reconocer que ambas modalidades —oral y escrita— responden a espacios comunicativos distintos, tal como lo entiende P. Chauraudeau, para quien el espacio de la escritura es obra del sujeto hablante y el espacio de la oralidad corresponde a un mundo compartido al menos entre dos. Para A. L. García20 hay manifestaciones de conciencia metalingüística ortofónica que las aproxima: los ideófonos, como correlatos de los ideogramas (tics verbales); los tipos de fonía, como correlatos de tipos de letras; los intervalos pausales, como correlatos puntuarios; y el multilingüismo fónico, como correlato icónico-simbólico. De ahí deduce que la oralidad sólo es posible con un código metalingüístico implícito que se representa mediante un cierto tipo de metalenguaje explícito.
La oralidad empieza a funcionar como la escritura (y al contrario) al oralizar textos, al transferirse elementos de expresión (los dibujos y las imágenes funcionan en la escritura como recursos expresivos extralingüísticos, E. Coseriu, 1992:84) e intercambiarse situaciones espacio-temporales y contextos lingüístico-expresivos. Ahí podríamos situar la modalidad coloquial,21 que está ligada a una comunicación concreta caracterizada por los siguientes rasgos: ambiente cotidiano, realización espontánea, acción interactiva, expresión fático-emotiva, construcción elíptico-truncada, léxico argótico-repetitivo, tono informal y desenfadado. Pero donde mejor se adapta lo coloquial es en el discurso conversacional, que se construye desde el mundo compartido por la alternancia de «turnos» (Dijk, 1989:266), considerados como emisiones respetadas por los interlocutores. A cada una de las emisiones se las denomina «intervenciones» (Briz, 1998:53), formadas por «inicio» (estímulo) y «reacción». Las intervenciones sucesivas de dos hablantes determinan los «intercambios» y todas, junto con los pares de adyacencia22 (Dijk, 1989:67), constituyen las unidades de conversación, tanto de carácter interactivo (o bidireccional): diálogo, intercambio y unidad dialógica, como monologal (o unidireccional): intervención y enunciado (o acto de habla).
Si tradicionalmente los estudios de lengua se centraban en los textos escritos, en la actualidad hay un mayor empeño por el discurso conversacional, en su dimensión oral o escrita. Cada vez es más frecuente la presencia de rasgos coloquializadores (Hidalgo, 1997:14)23 que conforman la coloquialidad de los textos a partir de un proceso de coloquialización24 que arranca de lo oral y se proyecta a lo escrito con el fin de nivelar las dos modalidades. Esta tendencia coloquializadora puede observarse en el gráfico de la figura 1.
También se acepta que en los textos escritos permanece el habla, como forma de comunicación en el tiempo y en el espacio reflejado por un solo sujeto. Cabe, entonces, hablar de textualización en el discurso conversacional cuando se recurre en la codificación del texto oral a rasgos textualizadores de carácter gramatical, semántico y pragmático, como construcción sintáctica, fraseología, variedad léxica, precisión, referencia y deixis. Esta visión textualizadora mostrada en la figura 2 permitirá hablar de discurso oral textualizado.
En cualquiera de los actos de habla pueden aparecer rasgos coloquializadores (Briz, 1998:42), aunque hay grados de coloquialidad textual con independencia de la modalidad o género utilizado. Nace así el texto escrito oralizado. Para reconocer los componentes coloquiales y las implicaciones de los textos hemos de recurrir a las herramientas que proporciona la pragmática,25 encargada del significado intencional y del sentido de la conducta lingüística. Esta idea deriva de la concepción de los actos de habla (enunciados o unidades de la comunicación lingüística) iniciada por el filósofo John Austin (1962)26 y desarrollada por John Searle (1969),27 al entender que el lenguaje no sirve sólo para describir el mundo, sino para hacer cosas (hablar es hacer). La pragmática nos predispone para estudiar cada uno de los actos del lenguaje en uso con todos los factores situacionales y contextuales, que determinan la estructura de la comunicación, entre ellos: la deixis, la referencia, la intención, la inferencia, la cohesión, las presuposiciones y las implicaturas.28 Es en el acto de conversar donde mejor concurren la mayor parte de los fenómenos pragmáticos, porque requiere interactuar, negociar, argumentar y cooperar (Briz, 1998:44).
Para el análisis de una unidad discursiva conversacional hemos de conocer las convenciones que actúan como indicios y que los interlocutores suelen interpretar mediante un proceso de inferencia. Así hemos de contar con el principio de cooperación (o máximas conversacionales)29 de Grice (1975), el principio de cortesía (o máximas en acción)30 de Leech (1983) y la teoría de la relevancia o pertinencia31 de D. Sperber y D. Wilson (1986). Es imprescindible en todo caso la cooperación discursiva y también la complicidad conversacional (Bustos, 1996:42). Esta complicidad es, de un lado, interlocutivo-extralingüística (relación afectivo-personal, cultural, social) y, de otro, elocutiva (coparticipación de registro, de léxico y de expresión referencial). Nos hemos de situar dentro del «marco conversacional» o de la comunicación, en palabras de D. Tannen (1992),32 para reconocer el desarrollo dinámico y progresivo de la conversación, que se corresponde con lo que T. van Dijk (1988:36)33 llama tópico (tema) y comento (rema). En las unidades discursivas son precisos todos los mecanismos de cohesión, pero quizá sea la repetición el procedimiento que mejor refleje la relación interactiva de los interlocutores para compartir dominios cognitivos.
En todo acto discursivo —oral o escrito— hay una relación interlocutiva que puede aproximarse o distanciarse de una u otra en función del grado de coloquialidad o textualidad que contenga en cada momento. La oralidad y la escrituridad están vinculadas a las tradiciones textuales más enraizadas en la historia cultural. En todas las épocas ha habido interés por plasmar la oralidad en el texto escrito como reflejo de modos de vida y costumbres de los pueblos. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías se ha fomentado esta tendencia de seguir la máxima de «escribo como hablo» e incluso, yendo más lejos, «escribo como pienso». Habrá que recurrir a las variaciones de uso de la lengua y a las peculiaridades de estilo del habla reflejadas en el espacio del texto escrito. En este proceso de imbricación niveladora quizá se vislumbre un nuevo registro que sintetiza formas procedentes de otros tantos registros, modalidades e innovaciones idiomáticas. Pero, aunque estamos asistiendo a una transformación en las técnicas de comunicación, acierta W. J. Ong (1996:84-85, 130) cuando manifiesta que «lo que ve el lector son símbolos codificados que evocan en su conciencia palabras reales». Considera la escritura como un sistema secundario de modelado al que califica de «tecnología». En realidad, la técnica de la escritura permite la comunicación sin la presencia inmediata de los interlocutores que precisa la oralidad ni la distancia espacio-temporal. La diferencia entre la escritura tradicional y la electrónica estriba en que la primera es estable, en tanto que la segunda es cambiante e incluso virtual. El procesador informático facilita la alteración en el proceso de codificación y descodificación textual. La red de Internet y de telefonía móvil nos predispone a la confección de una escritura que reactualiza la comunicación de base oralizada. A esta operación, siguiendo el planteamiento de Ong (1996:134), habría que llamarla «oralidad electrónica». Esto propicia una forma nueva de composición tipográfica en relación con el procesamiento, la distribución y el manejo de la palabra situada en un entorno espacial y en un soporte distintos.
Desde hace unos cuantos años nos hemos familiarizado con sistemas de grabación y reproducción en vídeo, CD-ROM,34 memoria RAM,35 memoria ROM,36 DVD,37 sonido estéreo, sonido tridimensional, imagen digital… y, sobre todo, con la telefonía móvil e Internet, vías de conexión a distancia y medios de relación multiculturales (cibercultura) y globalizadores (ciberespacio). Los usuarios nos hemos convertido en internautas, movilautas y cibernautas, al contar con la existencia de la realidad virtual. La integración de aplicaciones de distintas tecnologías como ordenador, telefonía, televisión, vídeo, DVD, módem e Internet nos permite navegar por las autopistas de la información o superautopistas de la información, siguiendo el criterio norteamericano de liberalizar todos los servicios de comunicación existentes.
La red de Internet38 y las demás tecnologías se han convertido en una fuente inagotable de recursos, medios y campos de referencia. Y es la lengua el instrumento capaz de amoldarse a los usuarios mediante la integración de procedimientos léxicos tomados de registros idiomáticos diferentes; procesos lingüísticos propios (acronimia, abreviaciones, cambios de significado de palabras usuales, configuraciones morfológicas, formas siglares, palabras y expresiones coloquiales…); incorporación de tecnicismos y de palabras préstamo —principalmente anglicismos—; procedimientos innovadores mediante símbolos, iconos, códigos gráficos, tipográficos, alfanuméricos, puntuarios, alteraciones de las formas y del espacio de la escritura…; y otros que reflejan la libertad creativa y expresiva de los hablantes.
Pero la lengua es el vehículo que mejor refleja todos los recursos, movimientos y cambios que ofrece la tecnología de la información. Las nuevas tecnologías nos brindan vías de comunicación más rápidas que las tradicionales (telegrama, fax o carta). Desde Internet podemos consultar o copiar páginas web y establecer comunicaciones interactivas. A través de la telefonía móvil39 conectamos con otros usuarios o navegamos por Internet si están provistos de tecnología WAP,40 lo que ha llevado a utilizar los SMS41 habituales entre quienes manejan el móvil. Precisamente es en los correos electrónicos, en las páginas web,42 en los chats43 y en los SMS donde la lengua adquiere formas peculiares e integra la nueva dinámica de la expresión electrónica. El usuario, con el marco y las prestaciones que el soporte le permita, inventa grafos, símbolos, iconos, palabras y frases que rompen con las convenciones de la lengua normatizadas e irrumpen formas que fluyen como expresiones espontáneas y libres.
La evolución de la lengua y su adaptación al espacio electrónico es un hecho. La red de Internet, los nuevos diseños tecnológicos y la economía de mercado están influyendo de manera apresurada en los cambios de los lenguajes del mundo. El inglés es el idioma que mejor refleja este movimiento, al tiempo que ejerce una acción imparable sobre el español y sobre el resto de idiomas como lenguas en contacto, lo que quizás indujo a R. Lapesa44 a decir que todas las lenguas cultas de hoy se internacionalizan e incluso pierden su carácter. Parece que cada año las tecnologías generan unos 1000 términos, de los que muchos de ellos son anglicismos adaptados en nuestra lengua en forma de calco o préstamo.
Es muy frecuente leer en la prensa textos plagados de palabras y expresiones inglesas: (1) El factor que va a desencadenar el boom de la comunicación; (2) Muchas compañías crean un web para hacer correo electrónico; (3) Para acercarnos a la comunicación tecnológica necesitamos ordenador, escáner y módem; (4) Oferta de empleo de Xfera para documentalist y on-line; (5) Cada vez son más los brokers virtuales europeos que cruzan los Pirineos en busca de nuevos clientes; (6) Fraudes en las pujas online. Los anglicismos llegan a otros ámbitos: (7) En las empresas contratan a técnicos en merchandising y realizan ventas por el sistema leasing; (8) Estamos apuntados a un club de golf; (9) Se explica su estado si se ha hecho un lifting y compra todos los productos lights; (10) En todos los portales disponemos de links; y (11) Ha grabado un videoclip, ha leído un best-seller, ha tomado de postre pudding y se ha presentado a un casting. El sentido irónico de la canción English power45 va dirigido a criticar la invasión desmedida del inglés en el español, que es tanto como decir en nuestra vida diaria (12):
Todos hacemos zapping cambiando mucho de canal
somos de lo más destroy si nos da por hacer el animal
a muchísimas revistas se les llama magazines
y a las chapitas de siempre les decimos pins.
Está muy in eso del footing, jogging, surfing, overbooking,
piercing, puenting, marketing y el saltarse los stops,
el travel-check, management, la zona vip, el drugstore,
la mountain bike, el chopped pork, el moviline, me entra la tos.
Pa que hables correcto
tienes que ser bilingüe
dame tus anglicismos
ya ves, colonialismo
(estribillo)
¿Será un pc o será un ordenador? ¿es de deporte o es sport?
El skateboard no es otra cosa que un puñetero monopatín;
lo que sufren ciertos gilipollas a los que dicen yuppies
es la enfermedad de moda, resulta ser stress;
están ok los duty-free, los backstage, las party-line, los tupperwares,
los cheeseburgers y la mama que me parió,
y los liftings, y los plannings, vuelos charter, los self-service,
los topmodels, Lady Di y el soplagaitas de Elton John,
el aftershave, el tetra-brick, esto es muy cool, eso es muy chic,
el merchandising, la performance, atención que empieza el show.
Enciende el grill, Deborah, Vanessa, Jonathan,
la minipimer y los pubs, las snuff-movies ¡vaya flash!
(repetición de estribillo).
La proliferación de formas inglesas ha llevado en muchas ocasiones a realizar adaptaciones fonéticas literales y se han convertido en palabras populares en el español: (13) zapping> zapear; chat> chatear; e-mail> emilio; to fly, flip> flipar; CD-ROM> cederrón; flirt> flirtear; film> filmar; robot> robótica, robotizar; format> formatear, formato; bit> bites; emotion icon> emoticono, emoticones; ban> banear; gauss> gausio. A este repertorio se unen palabras de uso común que han pasado al registro electrónico con significado específico: (14) ventana, portal, servidor, buscador, navegador, menú, barra de herramientas, disco, bucle, botón, controlador, mensajería, virus, puerto, plantilla, red, correo, tabla, celda, copia.
La mayoría de hablantes de lenguas naturales han recibido un enorme caudal de términos provenientes de la informática. El progreso y la difusión de las técnicas de comunicación e informática han servido para familiarizarse con su propia jerga especializada. A nadie le extraña hablar de (15) monitor, PC (personal computer), hardware (componentes físicos de un sistema informático), software (sistema operativo o lógico del ordenador), procesador Pentium, ordenador, etc. El desarrollo tecnológico en el ámbito de las telecomunicaciones, al igual que el inglés, ha influido en la configuración de la jerga informática e internáutica, de tal modo que comparten terminología como (16) basic, bit, chip, control, driver, edit, frame, login, plugin, Macintosh, Microsoft, módem, mouse, password, windows o hacer un backup de disco duro… Las peculiaridades de Internet se reflejan también en la proliferación de palabras sintetizadas en siglas (17) FTP (File Transfer Protocol), TCP o IP (Transfer Control Protocol o Internet Protocol), WWW (World Wide Web), MAN (Metropolitan Area Network), DVI (Digital Video Interactive), ECC (Error Chek Correction), http… y la presencia de componentes léxicos como net, ciber, e, web, com, servi, mail… para la formación de palabras nuevas (18) psiconet, saniweb, ciberespacio, e-film, e-mail (electronic mail), servired, servicom (servidor de comunicación), hotmail (de Microsoft). Todo esto ha influido en un lenguaje que está en constante renovación46 y, al mismo tiempo, ha calado en el habla usual.
El poder de la publicidad ha incrementado la difusión de los medios de comunicación electrónica e incluso ha tomado formas propias del lenguaje electrónico. Durante el año 2000 el gasto de publicidad47 supuso en España 1,9 billones de pesetas; a Internet se destinaron unos 45 000 millones, equivalente al 2,3 % del total. Internet se está convirtiendo en un instrumento muy poderoso por el creciente aumento que está adquiriendo la comunicación digital con respecto a años anteriores. Tanto es así que la publicidad y el marketing serán los negocios más atractivos de la Red, primer medio interactivo audiovisual. Es cierto que las agencias trabajan con todos los materiales audiovisuales y de comunicación disponibles, pero las empresas publicitarias están creando servicios interactivos entre los clientes con el fin de establecer sinergias entre las campañas offline y online.
El mayor problema de la publicidad estriba en la mala fama creada por los spam,48 lo que ha hecho recapacitar a los anunciantes y prever el envío autorizado49 de e-mails a internautas que manifiestan en formularios de web sus preferencias publicitarias. Esta idea se basa en la estrategia de todos ganan para dar cumplida respuesta a la máxima de «usuario satisfecho, cliente seguro». Actualmente el mercado se guía por las letras de las siglas CRM.50 Este sistema ofrece un servicio personalizado, que pone en contacto a vendedor y a comprador y facilita información de los precios de la competencia.
Internet ya es un mercado de alcance mundial que pone a disposición de los clientes virtuales todo tipo de productos, empresas y medios de distribución para conseguirlos. Prácticamente todo es objeto de atención en Internet y terreno abonado para la publicidad. La guía de los contenidos de Internet es abierta e incluye miles y miles de webs, cuya relación constituye un departamento comercial mundial sobre casi todas las materias: arte y cultura, ciencia y tecnología, Internet y electrónica, cine, comunicación, educación, música, naturaleza, deporte, ocio, política, salud, sociedad, economía, viajes, sexo, etc. Para entrar en los temas concretos de cada uno de los campos de conocimiento se dispone de buscadores (http://www.altavista.com/, http://www.google.com/) y de portales (http://www.terra.com/, http://www.yahoo.com/, microsoft, navegalia). La publicidad aporta un número extenso de nombres de empresas y marcas (19) Telefónica, Terra, Indra, Yahoo, Napster, Navegalia, Google, Eresmas; de anglicismos, tecnicismos y siglas (20) ranking, online, consulting, e-bussiness, web trader, proyectos web, habla con Hi-Media, MoviStar, Telefónica Data, Redbus Interhouse, IBM e-server, IBS Summit (Internet Business Solutions).
La influencia de la terminología tecnológica en la lengua usual proveniente de la telefonía móvil es altamente sorprendente. Y más con la convergencia entre telefonía e informática que, gracias a la incorporación del protocolo WAP, se producirá el despegue de Internet móvil. La telefonía imita a la informática y los móviles se nos presentan como PC’s, pequeños equipos multifuncionales, provistos de chips. Estas dotaciones permiten conectar con Internet y realizar aplicaciones de SMS animados, denominados «Iconimations», al combinarse texto, melodías, imágenes, dibujos, gráficos y sonido. Con la incorporación de los sistemas GPRS y UMTS,51 que utilizarán las redes de telefonía móvil de 3.ª generación, los dispositivos móviles serán, frente a los PCs, los protagonistas de acceso a la Red52 Muchas palabras del argot de la telefonía han entrado a formar parte del vocabulario común (21): moviline, el súper online, webs comerciales, movipago, pagomóvil, tarifa plana, display, tecnología dual, convertidor de divisas, manos libres, línea ADSL, operador, configuración, motorola, menú, teclado bloqueado, cobertura, agenda, tecla de navegación, tecla de pantalla, de grabación, de borrado, de apagado y teclas alfanuméricas para escribir SMS, teléfono portátil, inalámbrico, etc.
En este espacio electrónico se ha creado la necesidad de acomodar muchos usos lingüísticos no presentes en otros medios y escenarios de comunicación. Y ha sido en la lengua escrita donde se han asentado los cambios formales, la incorporación de léxico especializado científico-técnico proveniente del desarrollo tecnológico y de otros registros adscritos. Con las aportaciones de las formas de habla usual, la lengua en el ámbito tecnológico converge en una modalidad de registro ecléctica en la que podemos encontrar convenciones sistemáticas y asistemáticas, nuevos campos de referencia, léxico renovado, vocabulario innovador, formas simbólicas, expresiones reducidas, alteración de las palabras y diálogos apretados y superpuestos.
Está muy extendida la idea de que el paso de la oralidad a la escritura con la proliferación de las nuevas tecnologías se ha reducido ostensiblemente, tanto que habría que hablar de «texto escrito oralizado» (Yus, 2001:139) por contener estrategias propias de la expresión oral y por los desajustes que la escritura rechaza. Pero no todos los modos de comunicación se prestan al mismo tipo de expresión, como sucede con los géneros tradicionales, por tener una intención y una finalidad distintas. Entre las formas de comunicación electrónica no es lo mismo configurar una página web que escribir un e-mail, comunicarse a través de chats, participar en foros o enviar mensajes a través del móvil. Y, aparte de la ausencia espacial y de la asincronía comunicativa, en la composición de los mensajes intervienen también el grado de conocimiento existente entre los supuestos interlocutores y la predisposición a la hora de enviar los mensajes.
Es importante contar con el contexto situacional, sociocultural, existencial, psicológico y lingüístico. Cada hablante dispone de una información que le ayudará a prever las posibilidades que convergen en cada situación concreta. Ante la ausencia en Internet de información contextual, se hace preciso recurrir a las presuposiciones en los intercambios conversacionales y a la inferencia53 para reconocer la relevancia de información, de la que habla Sperber (1994), y de la doble intención ya informativa, ya comunicativa (Yus, 2001:29). La telefonía móvil permite la transmisión de imágenes y mensajes; Internet y su espacio —el ciberespacio virtual—, conectado por servidores permite la creación de páginas web, enviar correo electrónico, entablar conversaciones virtuales (chats) y participar en foros de debate. Tienen en común que son formas de comunicación en Internet,54 pertenecen a la comunicación electrónica, se proyectan asincrónicamente y recurren a un lenguaje ecléctico con introducción de rasgos coloquiales y personales que moldean la expresión.
Internet es una tecnología, entendida —en palabras de A. Bialakovsky55 y otros— como «una relación social que se constituye a partir de un sujeto, una máquina y un saber que media entre ellos». Sin que lleguen a confundirse, están presentes el saber tecnológico (hard, soft…), los sujetos sociales y el imaginario tecnológico (relación del sujeto con la técnica y los objetos tecnológicos). A partir de ahí el tiempo y el espacio se van a interpretar como escenarios virtuales y particulares. Cada individuo es dueño de la acción del tiempo (aun siendo discontinuo) y del espacio, de tal manera que una persona con una dirección única y un dominio concreto puede estar ubicada físicamente en cualquier parte del planeta. Precisamente entre las características que vinculan al teléfono y a Internet se situarían: la disociación de estar y estar físicamente, la libertad y la descentralización. Sólo la religión y la regulación legislativa pueden limitar el uso de Internet (Cafassi, 1997:90). Conectar con Internet es entrar en la Red mediante un ordenador, un módem, un software de conexión a Internet, una línea telefónica o una RDSI56 y un proveedor o servidor. Una vez dentro disponemos de variados servicios, entre ellos: entrar en una página web57 sin que ello signifique que haya interacción sincrónica como sucede entre el escritor de un libro y el hipotético lector heterogéneo; navegar58 a través de un medio informático e inscribirse en listas de distribución para recibir mensajes del resto de componentes del grupo. Pero caben otras operaciones, como:
El correo electrónico es una de las formas de comunicación de Internet más utilizadas que ha venido a sustituir a la carta convencional. Puede definirse como una forma asincrónica de comunicación electrónica, que permite la relación entre personas no presentes. En ella convergen aspectos del texto escrito (separación espacio-temporal de los interlocutores, representación gráfica, simbólica e icónica…) y rasgos del uso oral (estilo informal, emotividad, repeticiones, modismos, estereotipos, construcción poco elaborada, ortografía, implicaciones…). Ahora bien, en función de la finalidad, del grado de relación, de la proximidad y del conocimiento compartido el correo puede presentar diferentes grados de formalización al igual que sucede en las cartas (comercial, amistosa, amorosa, humorística, formalista o literaria). El tipo de carta y el remitente determinan en parte la relevancia informativa.
En el correo electrónico los interlocutores afrontan una información escasa del entorno cognitivo, se sitúan en espacios físicos diferentes, la comunicación es escrita por teclado y es difícil obtener plenamente las connotaciones paralingüísticas y los datos de las personas referidos a sexo, raza, grupo social, nivel económico e ideología. Hay una aparente despersonalización y una creación de espacio simbólico construido por la interacción (Yus, 2000: 62). Los usuarios suelen compartir algunos supuestos, es decir, se produce algo cercano al feedback, procedimiento propio de la interacción. Está integrado por la dirección electrónica (22) Frodr12@cerezo.pntic.mec.es /caro15@hotmail.com / wcast@eucmos.sim.ucm.es: nombre del usuario individual, símbolo de @,59 nombre familiar-grupo o dominio del servidor separado por puntos y el código de la extensión del país .es, .it o la extensión generalizadora .com u otros dominios como el de la red .net y la ventana Mensaje60 que incluye: Desde (from): campo que contiene la dirección del remitente; Para (to): campo que contiene la dirección del destinatario; Asunto del mensaje: es opcional; Área del mensaje: texto que se envía; Barra de herramientas donde se hallan las funciones de escritura; y Barra de herramientas de formato: funciones de procesador de textos.
El correo electrónico61 contiene la estabilidad del soporte escrito y la informalidad de la lengua oral. Para suplir la carencia de información no verbal se recurre a estrategias sustitutivas como iconos, dibujos, símbolos y otras marcas e incluso, como sucede en las cartas convencionales, a notas de humor y a expresiones afectivas.
Se trata de verdaderos programas de Internet que presentan la interacción virtual de actos de habla entablados entre personajes ocultos tras un seudónimo. La identidad virtual se obtiene a través del intercambio de escritos para mantener los temas de debate en la comunicación asincrónica. En los foros se exige un conocimiento compartido por los usuarios, que suele venir dado —son frecuentes los debates propuestos en radios— por el planteamiento de un tema para su discusión. Lo característico es que no establecen turnos de habla, sino que los participantes envían sus opiniones en mensajes, a modo de multílogo simultáneo o sucesivo, aunque se secuencian por orden de intervención. Es éste un modo de participación e intercambio informativo capaz de constituir grupos de discusión (news) abiertos. En esta relación interactiva hay que contar con varias de las estrategias discursivas, entre las que destaca el principio de cortesía.63
Los foros de debate, generalmente, están precedidos de propuestas de temas que constituyen las guías de los foros según orden de llegada. Los temas se enuncian mediante frases abreviadas al estilo periodístico. En el FORO164 observamos algunos modos de proceder: (23) (a)>Re(mitente): Amh3 da miedo! / (b) >Re: Busco amiga-ciclista en Mallorca / (c)> Re: Busco amigos que hayan hecho el camino de Santiago / (d) > Re: Vendo bicicleta oficial de ibanesto.com. (e) > Re: Clasificación del Tour / (f) > Re: Olano sí o no?. Se trata de enunciados breves, genéricos (a, b c, d) y nominalizados (e, f): el (a) es declarativo; los (b, c, d) son reiterativos y expresados en 1.ª persona con sentido apelativo; y el (f) es interrogativo, pero sin signo de apertura. En medio de las sugerencias temáticas se intercalan respuestas y opiniones de otros participantes, como (24) (a)> Yo lo que creo es que esta mejor organizado los foros de Segundos Fuera, porque aqui no me entero / (b)> quiero saber página web marca etxondo: en (a) hay falta de concordancia sintáctica entre S-P y ausencia de acentuación; en (b) se enuncia como un eslogan publicitario, hay ausencia de determinantes e inclusión de voces de marca con grafía peculiar tx (ch).
En el FORO2 aparecen enunciados para solicitar ayuda, criticar o presentar quejas acerca del funcionamiento de la Red (25) (a) >Re: Problemas con los bandalos ayudaaaa / (b) > Re: Estoy hasta el moño de Terra / (c) > Re: Sacarme de una duda… / (d) > Re: ¿Terra o navegalia-airtel xa tarifa plana? / (e) > Re: Terra se pasa mogollón con lo del correo. Dominan en (25) las expresiones breves, pero dotadas de un alto valor expresivo y coloquial, hay rasgos fonéticos, como la prolongación de vocales en (a), frase inacabada en (b), abreviación de palabras “xa=para” en (d) y valor intensificador de palabras en (a), (b) y (e) claramente coloquiales «bándalos, hasta el moño (‘harto’) y mogollón». Algunas de las expresiones están construidas dentro de la formulación coloquial: (a) «problemas con los bandalos» (sin tilde), (b) «estoy hasta el moño», (c) «sacarme de un duda» por «sacadme de una duda» al tener el infinitivo valor de imperativo y (e) «Terra se pasa mogollón», que tiene un valor semántico equivalente a «Terra abusa o se excede». A su vez arraiga en los mensajes el vocabulario de nombres de empresas, portales o servidores: Terra, navegalia-airtel, e incluso formas nominalizadoras constituidas por «sustantivo + adjetivo» como «tarifa plana». A ello se une la arbitrariedad en las grafías (mayúscula-minúscula) y la constante ruptura o ausencia de puntuación: el signo de cierre de admiración e interrogación, la repetición de dos o cuatro signos correlativos y la secuencia de palabras sin ningún signo de puntuación (coma, punto y coma…) que oriente la acertada interpretación de frases. Tal como constatamos el usuario de Internet en los foros se comporta como un hablante que maneja la lengua coloquialmente en la configuración fónica de palabras y frases (alargamiento de vocales, abreviación de palabras); en la construcción sintáctica (adecuación al modus, brevedad, nominalización, frases inacabadas); en la utilización de un vocabulario directo, intensificador y expresivo; en la ruptura o ausencia de puntuación y acentuación; y en el orden pragmático, la incompleta cohesión interlocutiva va ligada a la presencia de los actos ilocutivos del lenguaje. La relevancia informativa de estas conversaciones se sitúa en el interés por resolver dudas, opinar o protestar. Aunque no haya una interacción plena, la relación entre los usuarios de estos foros está marcada por el descuido en la expresión, la ausencia de componentes de grosería y el cumplimiento básico del principio de cortesía.
Son charlas orales en soporte escrito, que en el argot de los internautas se conocen como chats. Estas charlas permiten en tiempo real una interacción viva entre los usuarios que se conectan. La conversación debe ser breve y directa, de tal manera que en la ventana de conversación no se suele escribir más de tres líneas; por eso la brevedad es esencial. La identidad virtual se consigue a través del intercambio de escritos con otras personas; esto se logra respetando los turnos de habla (o texto escrito), aunque requiere un reajuste en la efectividad de nuestras inferencias y en la validez de supuestos compartidos.
Con los chats65 pueden establecerse relaciones interactivas a modo de comunidad virtual, cuyo análisis nos permitirá conocer las implicaciones pragmáticas que concurren en una forma de oralización textualizada preferida por los usuarios de Internet. Tener que comunicarse de manera textual en el chat marca la diferencia con respecto a la conversación cara a cara, pero otorga un carácter de texto escrito oralizado. La comunicación en los chats está marcada por la disminución de la información del contexto social, del entorno físico, de la impersonalidad y de la falta de compromiso por parte de usuarios desconocidos que se enmascaran en el anonimato. En el chat las estrategias de conversación y el recurso a los turnos de habla están condicionados por el software que gestiona la interacción virtual (Yus, 2000: 93). Pero, si en las conversaciones en que los interlocutores están presentes físicamente se producen interrupciones, solapamientos, rupturas temáticas y tonales…; en los chats se pueden seguir enviando textos sin que los mensajes de los demás se vean interceptados.
Interesa observar la proximidad existente entre la oralidad y el texto escrito en las conversaciones virtuales, cuya comunicación verbal y no verbal (expresividad, paralenguaje) se pretende recomponer mediante recursos visuales y simbólicos. El chat es un ejemplo de discurso electrónico que tiene la necesidad de reflejar la ausencia de información paralingüística (tono, énfasis, gestos, expresividad…) mediante la tipología gráfica, la simbología expresiva y los recursos puntuarios que, a juicio de J. Polo,66 no se trata de insuficiencia del sistema de puntuación español necesariamente, sino de infrautilización de sus múltiples posibilidades. F. Poyatos67 habla de otras convenciones de signos gráficos que reflejan en la escritura la expresividad de la oralidad. Por eso, la ausencia de elementos auditivos en el chat se compensan con recursos tipográficos, puntuarios, iconográficos y simbólicos. En las manifestaciones verbales y no verbales de los chats hay siempre una intencionalidad. La conexión entre intencionalidad y conducta no verbal se presenta —esquema de Ekman y Friese, 1969, reproducido en Yus, 2000: 125-138— en forma de emblemas, ilustradores, expresión de sentimientos, reguladores y adaptadores. En el chat se combinan rasgos del uso oral y del escrito.
Una de las peculiaridades de los chats está representada por los apodos o seudónimos (nickname) que envuelven la identificación de las personas (Yus, 2001:73-78). Esta identidad viene determinada por el grado de interacción y de pertenencia a una comunidad real o virtual.68 El apodo suele ser esencial y está dotado de características como: instantáneo, breve, de natural interpretación, sin limitación entre emisor y receptor, con entonación y pausas, expresiones faciales y rasgo expresivo cercano a lo oral (Jonsson, 1997). El apodo no sólo es una forma frecuente en Internet, sino incluso un requisito para participar en las charlas. Y es tal la variedad de apodos que pueden establecerse tipologías de categorías relacionadas con personajes de la literatura, cine, televisión, ciencia, tecnología, cultura, fama o relacionados con el sexo, el parecido, el lugar o bien la creación onomatopéyica o provocativa. Así pues, el apodo obedece a razones muy diversas, de las que pueden deducirse algunas de las implicaciones contextuales.
El diálogo que se entabla, al menos en las conversaciones estudiadas, resulta pobre en ideas y parco en palabras. En el CHAT169 intervienen siete personajes que muestran su escaso interés por la comunicación: (26) (a) Coto19: >>>QPESAO TIO, (b) Nadie: pero me dijeron q tenía un cliente, (c) Álvaro19: Torrejón…Torrejón …Torrejón…, (d) Boq-que: que no decis nadaaaa, (a) Coto19: q pesao tio!!!!, (e) Tucucu: hola, (f) Antigordas: donde estan las tias de este chat?, (a) Coto19: eeeeeeeeeee /: sgkehjgsd, (f) Antigordas: ., (g) Ojazos: d!!!!!!!!!!!. Los usuarios de este chat recurren a seudónimos variados que obedecen a motivaciones particulares: nombres propios con asignación numérica Coto19, Álvaro19; forma indefinida Nadie; rasgos físicos Antigordas, Ojazos; y configuración fonético-expresiva Tucucu y Boq-que (Bosque). En las expresiones del interlocutor (a) se observa procedimientos coloquiales, como: abreviación de palabras q<que, supresión de -d- intervocálica (pesao), evocación fónica por alargamiento y reiteración de grafías de letras como protesta eeeeeee, sghehjg ante la insistencia de Álvaro19 y el recurso a la palabra tío70 con tono desenfadado. El usuario (b) realiza una intervención aparentemente incoherente, aunque está ligada a otra precedente al iniciar con la adversativa pero constituyendo una 2.ª parte oracional; al igual sucede con (d) al comenzar con un que de apoyo coloquial «que no decís nadaaa». Por lo demás el diálogo carece de un contenido definido y está marcado por una expresión espontánea y reiterativa, como en la variante de tía en boca de (f).
En el CHAT2 se repiten muchos de los procedimientos del anterior: (27) (a) Shira16: JE JE JE JE JE JE JE / DESCUIDATE Y VERAS O IGUAL SI LO SON; (b) Motorito: jarjarjarjarjar; (a) Shira16: Q FIERA; (c) Nela16: hola a todo el mundo; (b) Motorito: viva el Betis; (c) Nela6: hola motorito ; (a) Shira16: VAMOS Q SOY LA MEJOR; (c) Nela16: hola Shira16; (b) Motorito: hola Nela16; (d) Rebelde: Joder Shira16; (e) reina: pues yo no soy una perra; (c) Nela16: que tal os va??; (a) Shira16: hola Nela; (f) Kris: hola; (d) Rebelde: HOLA NELA; (a) Shira16: ¿Q CUENTAS?; (c) Nela16: pues no mucho tia; (a) Shira16): YO Q HOY LOS SAN FERMINESSSSSSS; (b) Motorito: hola Kris; (c) Nela16.: hace un frio aquiiii…; (a) Shira16: LA HOSTIA COMO RAYO; (f) Kris: hola motorito; (a) Shira16: AQUÍ LLUEVE PERO MAÑANA NO; (c) Nela16: aquí llueve tb; (a) Shira16: Y CON LLUVIA SON MAS EMOCIONANTES; (c) Nela16: d dnd eres?de pamplona?; (a) Shira16: DE DONDE ERES NELA / SI; (c) Nela16: yo soy de burgos / pero no capital; (a) Shira16: HOY LA PRIMERA BORRACHERA DEL PRIMER DIA DE LOS SAN FERMINES 2001; (e) reina: nadie me cuenta nada, estoy aburrida; (c) Nela16: hola reina, cuenta tu algo / d dnd eres reina?; (g) trompe: alguna tia de 14 o 15 quiere hablar conmigo / ??????; (c) Nela16: me das una envidia Shira…; (a) Shira16: YA SI CLARO / JEJEJE; (d) Rebelde: que no te de envidia porque es una creida; (c) Nela16: mi hermana si que va a ir; (a) Shira16: YO TAMBIEN ME EMBIDIO; (c) Nela16: jajajaja.
A lo largo del chat se combinan de manera aleatoria las mayúsculas y las minúsculas. Los nombres de identificación resultan llamativos: unos evocan aire oriental (Shira16, Nela16); otros manifiestan expresividad Motorito, Reina; alguno mantiene el valor coloquial determinado por la apócope k©ris(tina) o por la sonoridad Trompe; e incluso, alguno contiene la idea juvenil Rebelde. No se respetan las normas puntuarias (que tal os va?? por «¿qué tal os va?»), ni de acentuación (cuenta tu algo por «cuenta tú algo»; ya si claro por «ya, sí, claro») ni ortográficas (me embidio por «envidio», pamplona por «Pamplona»). Tienden a abreviar palabras y reducirlas a consonantes: q (que), tb (también) o d dnd eres reina?, a repetir sílabas de carácter expresivo mediante formas interjectivas jejeje, jajaja o jarjarjar y a alargar sonidos San Ferminessss. Algunos de los interlocutores emplean un estilo descuidado en la construcción sintáctica de sus expresiones: (a) «descuidate y veras o igual si lo son» / «yo q. hoy los San Fermines». También recurren a un vocabulario altamente expresivo y de gran valor coloquial: disfemismos en (d) joder Shira16, (a) La hostia; significado peyorativo (e) yo no soy una perra; tratamiento genérico (c) pues no mucho tía, (g) alguna tía de 14 o 15 quiere hablar conmigo; de uso coloquial (a) la primera borrachera; de significado metaforizado (a) La hostia como rayo por «La hostia cómo repito», (d) que no te dé envidia porque es una creída. Aparte de expresividad de los sonidos y de las frases, es importante reconocer el carácter intensificador que aportan las apoyaturas (a) vamos que soy la mejor, (d) que no te dé envidia; reafirmadores (a) yo también me envidio; puntualizadores espaciales o temporales (c) hace un frío aquíiii / aquí llueve pero mañana no, (c) aquí llueve también; negadores absolutos (c) nadie me cuenta nada; e incluso el impuesto por el tono (c) me das una envidia Shira…. Aunque la charla es de contenido superficial, las referencias espaciales, temporales y las implicaciones contextuales nos permiten conocer el grado cultural, el grupo social, el ámbito geográfico y el tono distendido, jovial y coloquializador con que hablan los participantes.
En el CHAT371 nos muestra también la capacidad coloquializadora de los hablantes (28) (a) LA fiera: AVER DIME Y QUIEN ES ESE O ESA; (b) Fina: 18 pitufiaños / ya regrese chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (aprece un icono de risa); (c) verde4: JAJAJAJA NO EMPIECES OTRA VES; (d) JAM: AMORRRRRR / DONDE ESTAS; (b) Fina: 18 pitufiaños; (e) Gonzo: reeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee cccccccccuuuuuuueerrrrrdaaaaammeeeeeee vvon¡¡¡¡¡ttttttooooooo; (c) verde4: FINA YA TE HIBAS NO?; (d) JAM: MAÑANA TE VEO / OK; (f) Intrigado: QUE ONDA CON FINA ESTA MEDIO SFADA, ¿NO? / SE LE VAN LAS CABRAS; (b) Fina: verde me quedan veinticinco pitufisegundos; (e) Gonzo: ammmmmoooooorrrrrrrr mmmeeeeeee vvvooooooyyyy mmmeeeeeee vvvooooooyyyy
mmmeeeeeee vvvooooooyyyy; (a) LA fiera: DIME LA VERDAD ME PONES EL CUERNO DE ESTE VUELO (icono de un hombre volando); (c) verde4: YA LARGATE FINA; (b) Fina: es el efecto de pitufialcohol; (f) Intrigado: gozalos y no vuelvas; (a) LA fiera: VERDAD; (c) verde4: QUE NO FIERA YA TE DIJE QUIEN / TU ERES LA NICA; (b) Fina: chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (icono de risa) chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (icono de risa) chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (icono de risa) chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (icono de risa) chingo yo chingas tu chinga tu pitufimadre (icono de risa)…; (c) verde4: UNICA.
Aunque está dotado el CHAT3 de notas de humor, contiene rasgos coloquiales similares a los observados en los CHAT1 y 2. La identificación de personajes parece ajustarse a calificativos La fiera, Fina, verde4, Intrigado; forma simplificada de evocación extranjera Jam; y reducción por síncopa Gonzo por «Gonzalo». La expresión de todos los participantes se adecua a la coloquial, pero descuidada y vulgar. Son generales las incorrecciones ortográficas y gramaticales: (a) aver (a ver) dime y quien (quién) es ese o esa, (c) Ya te hibas no? por «Ya te ibas, ¿no?». Lo mismo que sucede con la puntuación, está ausente la acentuación esta por «está», donde estas por «dónde estás», tu por «tú», gozalos por «gózalos», unica por «única». Aparecen elementos interjectivos y reiteración de sonidos: jajaja, reeee, oooo, amorrrr y alteración de palabras por el uso de procedimientos fonéticos sustractivos: síncopa sfada por «safada», Gonzo por «Gonzalo» y aféresis nica por «única» y la combinación arbitraria de mayúsculas y minúsculas. A ello se unen formas de apoyo coloquial (a) La verdad me pones, (c) que no Fiera, (f) que Onda con Fina está medio safada; elección de términos cercanos a registros jergales chingo, pitufo en constantes recurrencias chingo yo, chingas tú y combinaciones compuestas pitufiaños, pitufimadre; y expresiones combinadas con iconos (a) La verdad me pones el cuerno de este vuelo. Dominan las recurrencias, la recreación expresiva, el acompañamiento icónico y el tono coloquial distendido, humorístico y vulgarizante.
Los chats, como acabamos de ver, están dotados de estilo informal (incorrección ortográfica y expresión defectuosa), ortografía fonética (distorsiones textuales, como (29) imeil, d’estas); rasgos sociolectales; representación prosódica (repetición de letras, mayúsculas, signos de puntuación, tipografía); manifestación interlingüística (adaptaciones de préstamos); equivalencia homofónica mediante sustituciones léxicas y grafémicas (30) qu>k, ll>y, ch>tx; abreviaciones, acrónimos y siglas (31) tb., xa., e-mail, e-banco, www, EMS como formas peculiares de chat; frases truncadas y elipsis. Así tanto las estrategias compensatorias de la ausencia de información no verbal como las estrategias textuales conforman el nuevo texto electrónico representado en el chat.
El aumento de envíos de mensajes escritos mediante el móvil ha convertido el teléfono en un medio de transmisión electrónico, que permite a las personas comunicarse entre sí de manera instantánea con independencia del lugar en que estén. El envío de mensajes ha marcado un acontecimiento sociológico de gran interés, sobre todo sabiendo que son cerca de 8 millones de mensajes diarios y 20 000 millones de mensajes al mes en el mundo.
Este afán por escribir mensajes, al menos entre jóvenes, ha ocasionado una rápida evolución en el diseño funcional de los aparatos y ha generado un lenguaje con una dinámica de codificación propia, basada en la expresión comprimida, frase abreviada y tendencia a la consonantización de las palabras. Así han surgido representaciones tipográficas que emulan la pronunciación fonética: (32) que, ca> k; porque> xq, también>tb, x=por o ch, d=de, la-el=l, m=me, n=no, t=te, cuenta=cnt; frases o expresiones reducidas (33) que te vaya bien > qtvb, qué tal>qt, por qué no vienes>xqnv, mañana quedamos a las seis de la tarde>mq6t, quedamos a las 6= kdms a ls 6; asociación con números: (34) salu2, bienv2; fusión de palabras: (35) menkanta, talegras, semefue, sinhablar; signos y símbolos (36) j = chicos, O =chicas, +=más, -=menos; emoticones o smileys: (36) J feliz, J) muy feliz, L triste,$-) enfadado. Los smileys72 se usan para representar las caras expresivas (los dos puntos simbolizan los ojos, el guión simula la nariz, la tristeza se refleja con un guión bajo equivalente a la boca y la alegría con un paréntesis. Los emoticones sirven para presentar un estado de ánimo o reflejar un gesto en la conversación escrita.
Los mensajes SMS son combinaciones de caracteres alfanuméricos —un total de 160— que son enviados por un usuario emisor a través de un teléfono móvil a un usuario receptor. Se obtienen mediante la pulsación de teclas multicarácter.73 La limitación de caracteres, el coste de cada uno de ellos, la rapidez y el grado de empatía entre emisor y receptor hacen que los mensajes se acomoden a las exigencias de los usuarios; de ahí que hayan surgido formas convencionalizadas de abreviaciones de mensajes que han llevado a constituir diccionarios de estructura abierta, como el difundido por Genie,74 que constituyen repertorios léxicos de las nuevas formas de comunicación electrónica. Para escribir los SMS ya se han establecido algunas líneas indicativas75 por puro uso que rompen las estructuras normativas de la lengua escrita: no se acentúa; los signos de interrogación y admiración sólo al final; desaparece la h y la e inicial de palabra; se tiende a suprimir las vocales en palabras comunes o a la consonantización (37) bss=besos, dnd=donde; se abrevian las frases corrientes (38) qtlv=qué tal vas, tqk=te quiero, cariño; se utilizan signos y símbolos matemáticos (39) estupen2, +, -, <, >; reducción de partículas (40) x=por, xa=para, xo=pero; se aceptan abreviaturas inglesas (41) ok=vale, u=tú; y se utilizan las representaciones icónicas gestuales (emoticones) (42) :-)=contento, :-D =sonriente, :-O=asombrado, :-P= guiño, ;-)=pícaro, :-(=triste, :-S=amargado. Se trata, en definitiva, de fórmulas y representaciones de lenguaje abreviado.
Los mensajes a través de móviles se han convertido en un fenómeno sociológico que ha revolucionado los moldes del lenguaje escrito, al servirse de códigos y expresiones abreviadas que reducen la información dentro del sentido común rozando la incomprensión. El uso masivo de los mensajes —sobre todo entre adolescentes—76 ya no resulta novedoso, sino un hecho social tan desbordante que ha hecho reaccionar a las compañías de móviles dispuestas a incorporar nuevos sistemas como el EMS.77 Es evidente que todavía constituye una jerga apenas sin madurar, pero no hay duda de que la tecnología requiere adaptaciones de la lengua que los hablantes no pueden rehuir. Lo interesante será canalizar toda la variabilidad de innovaciones que están surgiendo con el fin de acomodarse a las nuevas exigencias de los tiempos, adaptado al destino deseado, sin que esto suponga una ruptura con las normas lingüísticas comunes a la comunidad hispanohablante. Si la lengua es un instrumento de comunicación abierto a los hablantes, no debemos impedir el surgimiento de nuevos registros y espacios comunicativos como el electrónico. Para evitar la arbitrariedad y la dispersión en la creación de mensajes, habrá que establecer unos mínimos convencionales con el objeto de encauzar y dar viabilidad a la expresión tecnológica. La obsesión por el mensaje corto es una pauta que entronca con el principio de la economía lingüística, que tan certera y lacónicamente reprodujeron los conceptistas en el siglo xvii. Además hemos estado asistiendo en el último siglo a la difusión en los medios de comunicación de multitud de palabras y expresiones reducidas a meras iniciales (siglas), lo que le llevó a D. Alonso a escribir sobre ello y a calificarlo como «el siglo de las siglas». A pesar de la dificultad en la interpretación de muchas de ellas, no sólo no ha supuesto su eliminación en los textos periodísticos, sino que el lector las ha asumido como algo normal.
La frase de El Roto:78 «cada vez nacen más niños enchufados a Internet», contiene la ironía propia de un humor incisivo. Pero se trata de un hecho real. Al igual que sucede con el acercamiento a las tecnologías, parece pasar con el manejo de la lengua cada vez más coloquializada. La modalidad coloquial es una manifestación oral entre los miembros de una comunidad de hablantes partícipes de intercambios y de mensajes comúnmente compartidos.
Los límites entre coloquialidad y oralidad-escrituridad están difuminados. Hay un trasvase entre las distintas manifestaciones de la lengua, lo que incide en la pérdida de las líneas existentes. No obstante, el rasgo espontáneo, expresivo y sonoro se hace permeable a las variantes de lengua, a la incorporación de componentes y a la admisión de elementos procedentes de registros y de variedades de habla.
El hablante maneja la lengua como una esponja, capaz de exprimirla e hincharla en sucesivos movimientos regulares o sistemáticos al modo que lo hace el corazón con la alternancia rítmica de la sístole y la diástole. Existe, con todo, la sensación de que hay alteraciones, deformaciones, arritmias y cambios asistemáticos por influjos desbordantes, desacelerados, contagiados y mezclados. Es así la lengua un instrumento capaz de amoldarse a los hablantes mediante procedimientos propios, unos sistemáticos, otros arbitrarios y algunos impuestos por influencias aguerridas externas.
Toda lengua está expuesta a cambios, a reajustes, a reflotes, a ensanchamientos, a recreaciones, a invenciones, a imitaciones, a trasvases, a interferencias, a expansiones y a recortes; más aún, a sustituciones e invasiones léxicas, fónicas y gramaticales. Ahí se situaría el campo de la tecnología, de las telecomunicaciones, de las técnicas publicitarias, de las promociones y proyecciones sociales, industriales, culturales, tanto nacionales como internacionales. Internet se ha convertido en un medio de relación supranacional de comunicación y en una red de intercambio multinacional y globalizador. Nacen así los internautas y los cibernautas. En torno a este desarrollo tecnológico surge un nuevo registro idiomático, que tiene su base en la expresión lingüística normalizada, pero aderezada por la irrupción de rayos internautas en la lengua usual, al igual que Internet y las demás tecnologías se han apoyado en la lengua común para configurar su propio código. Un amplio número de palabras y expresiones han entrado en tromba como una forma nueva de comunicación. ¿Hasta dónde ha llegado y adónde está previsto que pueda llegar? ¿Qué barreras existen para que este nuevo lenguaje cale y forme un código especial o común? ¿Se prevé la forma de guiar esta avalancha descontrolada? ¿Quién o quiénes manejan los hilos de los códigos que regulan Internet y los mensajes cifrados que componen los usuarios? Ahí están las abreviaciones, los símbolos, los iconos y los emoticones como procedimientos de creación y composición de mensajes en Internet y en telefonía móvil. Hay que añadir otros procedimientos innovadores, emuladores, publicitarios, periodísticos, informáticos, lingüísticos y coloquiales. Todo puede reflejarse en los SMS, en los chats, en las webs, en los e-mails y demás formas comunicativas.
El crecimiento tecnológico es tan galopante que el móvil se ha convertido en un instrumento de gran capacidad funcional, fácil de transportar (se acopla a las dimensiones del bolsillo) y proporciona los símbolos suficientes que los movilautas precisan para componer mensajes eliminando y reajustando caracteres determinados por el espacio, la rapidez y el coste. Todo va a velocidad de vértigo, de desenfreno, de aluvión. No se reflexiona ni se digiere la masa de grafos, de rasgos y de símbolos dispuestos a cumplir un fin práctico: interesa sólo que se entienda el mensaje sin que previamente se haya convenido nada. En este aspecto se produce un fenómeno curioso que consiste en usar formas aparentemente normatizadas para desajustarlas y configurarlas particularmente concibiéndolas como algo compartido previamente. Es una forma de que aparezcan los diccionarios, concebidos como compendios lexicográficos abiertos a todos los usuarios.
En esta operación simbólica de comunicación la lengua sirve para dominar el medio, no al contrario, aunque se pretende jugar con las palabras. De otro modo el hablante sucumbiría. No obstante, con las nuevas tecnologías la lengua sufre los embates de la ciencia tecnológica, de los descubrimientos, de los cambios formales de la innovación y del uso que hacen los hablantes particulares en cada momento concreto. Por eso, la lengua está expuesta a operaciones y movimientos constantes de acoplamiento, de ajuste, aunque siempre está presente. Pero si resiste, sobrevive y se enriquece. Otra cosa será buscar los medios adecuados para canalizar tan dispersos, y a la vez tan fuertes e insistentes, oleajes que abren los diques y las compuertas de la expresión usual práctica, cambiante y efímera, aunque se represente en forma de texto escrito. La adaptación de la lengua a los cambios ha sido algo natural y en la actualidad se hace aún más necesaria ante el ritmo acelerado79 impuesto por Internet y las demás tecnologías de la comunicación. Por muchas innovaciones que se produzcan —formación de palabras mediante seudoprefijos e- (e-comercio), prefijos ciber- (ciberp@ís), tele- (telemática) o sufijos -dor (neavegador), -auta (internauta) -ata (ordenata); el signo @ como morfema integrador de masculino/femenino; la reducción de palabras; la alteración del sistema normativo de signos puntuarios y de acentuación; la simplificación sintáctica y la coloquialización expresiva— la lengua tiene resortes suficientes para sobreponerse a tan desconcertantes transformaciones. Lo deseable sería que nosotros como usuarios fuésemos capaces de amoldarnos en cada momento al registro, al género y al soporte elegidos. Escribir es una tarea que requiere un estilo acorde con la intención, el destinatario y el espacio discursivo que va desde el tradicional hasta el electrónico. La idea generalizada de que vivimos un proceso de erosión de la lengua escrita se contrarresta con la más amplia predisposición de los usuarios a escribir. Se escribe más que nunca; luego, busquemos el modo de canalizar este desgaste que produce la informalidad y la arbitrariedad expresiva del hablante.
Siempre se ha producido este vaivén, más o menos sostenido, y los escritores han sido testigos de esta oscilación, como se puede comprobar en los textos literarios repletos de fórmulas, de expresiones, de técnicas vanguardistas, de palabras desusadas y de términos nuevos e innovadores (arcaísmos, neologismos, tecnicismos y coloquialismos). Internet se ha convertido en un macrocosmos del conocimiento por los innumerables temas tratados de manera continua y, a la vez, las nuevas tecnologías ayudan a que haya líneas de confluencia y de intercambio. Al abarcar toda la gama de temas posibles, Internet puede convertirse en la fuente de conocimiento del ciberespacio, la cibercultura y la ciberhistoria. Es un escaparate para el desarrollo tecnológico y la transformación social, pero a la vez para la configuración de diccionarios semánticos y pragmáticos abiertos y para el dominio de la publicidad que servirá de soporte económico y de controlador de expectativas.
La tecnología ha hecho cambiar las estructuras socio-económicas y culturales e incluso está contribuyendo a conformar nuevas mentalidades. Esta transformación ha invadido el ámbito de la comunicación a través de lo que se denomina escritura electrónica,80 que «propicia un estilo conscientemente informal» (Ong, 1996: 134). Al tiempo «el procesamiento y la distribución espacial de la palabra como secuencia son incrementados —con respecto a la escritura y a la imprenta— por la computadora y perfecciona la secuencia analítica al volverla virtualmente instantánea». Y, si la imprenta condujo a la idea moderna de intertextualidad (confluencia de lo literario y lo psicológico), la electrónica puede desembocar en una gran cantidad de ruido, de palabras vanas, de transformaciones inadecuadas y de señales incomprensibles. F. Lázaro Carreter81 nos advierte que se está produciendo una regresión del lenguaje con todas las transformaciones dadas. Pero, pese a que se han alterado muchos de los usos tipográficos y simbólicos de la lengua y se recurre cada vez más a la expresión informal en los textos electrónicos, no podemos llegar a la convicción de la degradación lingüística. Es un hecho que ha aumentado el campo referencial léxico con la incorporación, formación y deformación de palabras o expresiones, a la vez que se ha procedido a la adaptación de la palabra al nuevo espacio dentro de un orden global requerido por la Red de comunicación. Ciertamente la Red permite, dice Nóbile,82 «un libre flujo de comunicación textual», donde concurren innumerables tipos de comunidades. El español ha de responder —con el dinamismo histórico propio, con la pujanza creativa y literaria de que goza y con el vigor adquirido por todos los hablantes de habla hispana— a estos nuevos retos a que nos somete la fuerza de la tecnología en una competencia desajustada con el inglés y a las expectativas de expansión por el mundo entero.