La sociedad actual representada por el mundo tecnológicamente desarrollado afirma caracterizarse por compartir un espacio virtual, el ciberespacio, en el que no existen las fronteras, y ello gracias al desarrollo de las llamadas nuevas tecnologías.
Aunque no vamos a entrar en el debate de si en este escenario han surgido nuevas y más temibles barreras, lo cierto es que la traducción y la interpretación son un puente eficaz que facilita el conocimiento plural, porque permiten saltar barreras lingüísticas para llegar al otro y dar a conocer la propia especificidad. Por eso se habla de la traducción y la interpretación como actividades de mediación cognitivo-lingüística.
Sin embargo, la traducción y la interpretación tienen una función que trasciende el mero papel de mediación si tenemos en cuenta que participan eficazmente en la visualización, extensión, consolidación y actualización de las lenguas. Los traductores son creadores y difusores de la lengua propia, hacia la que traducen, y por ello es sumamente importante que posean una sólida formación lingüística y un gran conocimiento de los recursos expresivos.
En tercer lugar la traducción y la interpretación son actividades también necesarias que contribuyen a establecer y fortalecer las actividades políticas, culturales, económicas y científicas de las distintas comunidades.
Y finalmente, en el marco de la Sociedad de la Información y el Conocimiento las tecnologías pueden contribuir más a la intercomprensión de los hablantes de lenguas distintas y facilitar el trabajo de los traductores.
Para hablar de estas vertientes de la traducción como proceso y como actividad hemos invitado a diez panelistas, todos ellos implicados profesionalmente en la traducción, que han aceptado redactar sus respectivos textos sobre la base del acuerdo en una serie de principios, que se resumen en los tres puntos siguientes:
Sin embargo, es cierto que moverse eficientemente en un panorama plurilingüe comporta dificultades de expresión, comprensión y univocidad, y más aún cuando se trata de transacciones de tema político o económico, cuya integridad puede provocar grandes conflictos o pérdidas.
Y es también evidente que, ante los problemas que puede plantear el plurilingüismo, se pueden adoptar (y de hecho se adoptan) diferentes posiciones, que son objeto de viva controversia. Para unos bastaría con adoptar una sola lengua para usos específicos y renunciar a las demás; para otros hay que usar las lenguas propias sin limitación alguna ni en lo que se refiere a las situaciones de uso ni a su rentabilidad; en una tercera vía se sitúan los que asumen que hay que defender el derecho a usar las lenguas propias, pero que hay que discriminar escenarios de uso, situaciones y posibilidades.
Esta tercera vía se apoya en el respeto a la diversidad y en la voluntad de tender puentes de comunicación entre las distintas culturas. Se trata de hacer frente a las dificultades de intercomprensión y enfocarlas con sentido común y visión de futuro, pero sin perder los signos de identidad ni renunciar al uso de lenguas suficientemente consolidadas en todas las situaciones de comunicación, pero sobre todo en escenarios de importancia estratégica (culturales, científicos, políticos y económicos).
Para lograr resultados en esta vía y favorecer la intercomprensión, es absolutamente imprescindible el desarrollo y uso de las nuevas tecnologías. La traducción (y la interpretación) cuentan con tecnología que, con inversión y trabajo, puede llegar a realizar automáticamente tareas importantes.
La traducción, uno de los puentes de fortalecimiento del multilingüismo, permite cubrir distintos objetivos:
De estos objetivos se desprenden tres grandes campos de actuación en los que la traducción puede asegurar la presencia de las lenguas propias, y con ellas la visualización de una comunidad: