Ana María Cabanellas

La edición en español en América Ana María Cabanellas
Presidenta del Grupo Interamericano de Editores (Argentina)

Introducción

La historia de la edición en idioma español en América nos permite visualizar un panorama de insospechada riqueza, generalmente poco conocida. Se presenta bajo la forma de complejas relaciones comerciales e intelectuales entre los países independizados y la antigua metrópoli de España. Se inicia con una fase en que los libros eran introducidos por importadores exclusivos de bienes culturales. A esta etapa le sucede un importante proceso de industrialización que asumió la modalidad de sustitución de importaciones. Se puede advertir la madura plenitud con que este continente ha desarrollado industrias propias a la vez que un pensamiento original, puentes de diálogo e intercambio que una época tan dinámica como la actual requiere. El libro se ha convertido en indicador específico de nuestra consolidación democrática y han sido las páginas impresas, incluso en forma clandestina, las encargadas de romper el silencio y el miedo que provoca una sola voz autoritaria. El libro es el actor pasivo de la situación provocada por una economía global caracterizada por grandes fusiones comerciales y también por las modas y caprichos intelectuales impuestos por el mercado en una sociedad de consumo. Sin embargo el libro continúa siendo el vehículo insustituible para mantener el diálogo vivo con crecientes núcleos de lectores que han vencido al analfabetismo y han podido acceder a la escolaridad. Lectores ganados que pueden convertirse en perpetuos estudiantes una vez satisfechas sus necesidades básicas. Lectores que requieren libros, ya sean traducciones de textos extranjeros u originales, que les aporten el matiz específico y manifiesten sensibilidad e ideas. El auge de las traducciones contribuye a desarrollar el diálogo entre los pueblos y su multiplicidad se pone en evidencia con la cantidad de diccionarios publicados en todas las lenguas y en particular en lengua española. En un mundo en cambio perpetuo encontramos que la lengua, en tierra propia o lejos de nuestro hogar, se constituye en patria que todos por fin logramos compartir. La patria del idioma común.

La historia del libro en América demuestra que los temas se repiten en forma recurrente, desde las crisis económicas globales, la inmigración española y su influencia, los problemas derivados de la reprografía ilegal y de la piratería, el perjuicio de la censura durante los regímenes dictatoriales. Aunque los males pueden diferir, la necesidad de un marco legal y reglas de juego claras para incrementar el desarrollo del libre comercio y su vinculación con la educación, la libertad de expresión y la investigación son siempre indispensables.

Cambios de la última década

1. El producto: libro

En su soporte tradicional, el papel, las tiradas son menores debido a diversas causas. Las principales son la reprografía, la piratería y el incremento de los costos. En cambio se ha incrementado la cantidad de títulos para responder a las nuevas modalidades, libros de adorno (coffee table books), libros de actualidad política, libros de actualidad periodística, algunos de vigencia muy efímera, de espiritualidad, de autoayuda. Una excepción son los libros que se venden junto con los periódicos, que en muchos casos son de dominio público, y con tiradas muy importantes.

La edición electrónica se realiza en varios soportes: CD-ROM, audio libros, Internet, libros electrónicos (e-books) en varios modelos y con varios sistemas. Además, para evitar tiradas excesivas se recurre a la edición sobre demanda (on demand). Este tipo de edición no tiene igual grado de desarrollo en los países emergentes.

2. El creador: autor

Formas de edición

A la figura del autor tradicional deberíamos añadir aquel que escribe por encargo sobre un tema elegido por el editor y el que escribe por otro, que es quien aparece como autor. También han surgido nuevas formas de escribir para los que lo hacen en línea: en entregas gratuitas, con el apoyo económico de uno o varios patrocinadores (sponsors), en algunos casos luego se publica en soporte papel; en entregas pagas (como lo hiciera Stephen King); edición en línea de libros que fueron publicados en forma tradicional y que se ofrecen ahora en forma electrónica.

Formas de contratación

Autor y editor pueden concertar un contrato por un porcentaje de lo vendido; por una suma total, independientemente de lo vendido; sin retribución alguna; con un patrocinio; edición del autor, en algunos casos utilizando un sello editorial preexistente. La edición del autor ha crecido mucho en los últimos años.

3. El productor: editor

La industria editorial se inicia publicando autores locales y solamente Argentina, Brasil y México producen libros que antes se importaban y comienzan a exportar, lo que constituye un logro. La existencia de nuestra lengua común que permitió un amplio mercado para la industria editorial, el advenimiento del franquismo en España que restringió la industria en las décadas de los 40 y los 50, y los gobiernos populares que promovieron una escolarización masiva, hicieron posible la expansión editorial. En otros mercados, como Uruguay, Chile, Colombia y Perú, se desarrollaron editoriales locales, pero que no pasaron masivamente sus fronteras en tanto que continuaban importando autores internacionales. La producción de papel a nivel local fue un factor de promoción, pero luego obstaculizó las exportaciones con exigencias proteccionistas. En los años 80 se inicia una transformación que llevaría a una modificación total. En los 90 se produce el ingreso de grandes grupos editoriales y el afianzamiento de los existentes. Desembarcan en nuestro continente las grandes casas con sede en España y comienzan a adquirir editoriales locales; por su parte las editoriales norteamericanas ya habían ingresado en el mercado del libro de texto universitario en todo el continente y se afianzan. También dan lugar a esta renovación los cambios de gestión en las empresas familiares locales, el ingreso de capitales provenientes de otras áreas al sector editorial, la creación de grandes redes de librerías y la especialización exportadora del sector gráfico. Esta situación tiene su correlativo en España, ya que en este período es cuando culmina el proceso de concentración editorial; el mercado de la península resulta insuficiente para la expansión del negocio y el ingreso al mercado de empresas como Bertelsman estimuló a los grandes grupos españoles como Prisa, Grijalbo Mondadori, Planeta, Ediciones B, a buscar nuevos horizontes.

Algunos de los grupos que se afianzaron en el mercado de América Latina son: Anaya, Bertelsman, Pearson, Havas, Grupo Prisa, Planeta, Thomson, Reed Elsevier.

Las editoriales independientes, para permanecer, han desarrollado nichos originales, así:

De La Flor se especializa en libros de humor; Bonum se especializa en libros de enseñanza religiosa; Vergara y Riba lo hacen en libros de regalo y se han instalado en México y Brasil; Albatros se conocía como editorial especializada en libros de mascotas y jardinería y ahora también hace libros de cocina y manualidades. Otros editores hacen libros de belleza, mapas y guías de viaje o esotéricos.

4. Los polos de edición

Los tres mayores mercados editoriales en América Latina son Brasil con 410 millones de ejemplares y una facturación de alrededor de 2 millones de dólares, lo que representa el 54 % del mercado total de la región; México con 93 millones de ejemplares, lo que representa el 20 % de las ventas; y Argentina, que con 52 millones de ejemplares y una facturación de alrededor de 600 millones de dólares representa el 12 % del mercado latinoamericano.

Si consideramos los títulos editados y los libros impresos vemos que en 1997 en Latinoamérica se publicaron 80 000 títulos y se imprimieron 581 millones de libros, de los cuales el 50 % corresponden a la producción de Brasil. Si excluimos a Brasil, México publica el 44 %, Argentina el 26 % y Colombia el 20 %, seguidos por Chile y Venezuela.

El precio promedio de los libros en Argentina es 7,54 dólares por ejemplar, en Brasil y Colombia 5,14 dólares, en Chile 3,48 dólares y en Venezuela 2,15 dólares por ejemplar.

Argentina

La industria editorial argentina comienza con la sanción de la Constitución liberal de 1853 y la industria gráfica lo hace en 1870 con el período de las oleadas de inmigración española, italiana, alemana, francesa y de otras procedencias. Tuvo un fuerte desarrollo entre 1936 y 1959 cuando dominó por completo el mercado interno y logró su momento de mayor relevancia como productor internacional de libros. Las exportaciones tuvieron su punto culminante en 1947 con más de 24 millones de ejemplares y en 1953 produjo 50,9 millones de ejemplares. A partir de ese momento se produce un deterioro debido a diferentes causas: la recuperación de la industria española, el crecimiento de las editoriales mexicanas, la modificación de los precios que produjo la sustitución de importaciones. Los costos aumentaron, dado que el proceso sustitutivo encareció los insumos y la falta de divisas restringió la capacidad de comprar derechos de traducciones y pagar adelantos a los autores. Estos problemas se fueron compensando a medida que comienza un sensible incremento del mercado interno asociado al gasto público; surgen novedosas modalidades de distribución y venta locales, irrumpen nuevos autores y nace un nacionalismo cultural. Así, durante la década de los 60 los catálogos se nacionalizaron y la industria editorial se orientó hacia el mercado interno privilegiando al autor nacional. La dictadura de los años 70 fue un duro golpe para la industria al actuar en el plano de la censura y la persecución de autores locales, los que paulatinamente, y gracias al surgimiento de los agentes literarios, se incorporaron a los catálogos de las editoriales mexicanas y españolas.

En los últimos años, Argentina es un claro ejemplo del proceso de globalización. La transformación se inicia en 1992 con la compra de Editorial Tesis por el Grupo Editorial Norma de la empresa Carvajal de Colombia. En 1994 el mismo grupo adquiere Editorial Kapelusz, tradicional en el mercado de textos. En 1997 Ediciones B, una empresa del grupo Z, adquiere Javier Vergara. En tanto, un gran porcentaje de Editorial Atlántida pasa a manos del grupo norteamericano CEI. En 1998 Bertelsman adquiere el 60 % de Sudamericana, por medio de su filial Plaza & Janés, y a fines de 2000 adquiere el 40 % restante. Finalmente en diciembre de 2000 se produce una operación muy importante que es la compra de Emecé por Planeta, que trae aparejado el posicionamiento de esta última como la editorial número uno de América Latina, y para muchos la número uno en habla hispana en el mundo.

En Argentina, si bien hay 1590 editores y de ellos 245 son activos, según la Cámara Argentina del Libro, las 10 primeras concentran el 45 % de las ventas. Antes de la compra de Emecé, Planeta representaba el 12,3 % del mercado, Sudamericana, del grupo Bertelsman, el 6,5 % y Emecé el 6,3 %. A fines del año 2002 recién se podrá conocer la porción de mercado que le corresponderá a la fusión Planeta-Emecé, en relación a la fusión Sudamericana-Grijalbo, resultante esta última de la ocurrida entre Bertelsman y Mondadori. En esta década las editoriales argentinas, como Emecé, Paidós, Médica Panamericana y Macchi, entre otras, dejan de tener representantes, importadores, productores locales con licencias o distribuidores, a instalarse directamente a través de subsidiarias para, además de importar y reeditar autores internacionales, editar autores locales en los países en que se han instalado.

Las exportaciones en 1992 fueron de 21 millones de ejemplares, pero no superaron nunca la cifra del año 1947, aunque desde 1993 no se tienen datos fidedignos.

La producción —según datos de la Cámara Argentina del Libro, obtenidos del ISBN— en el año 2000 fue de 11 717 nuevos títulos con una tirada de 74 264 135 ejemplares. Se observa una baja con relación a años anteriores que en este año, 2001, se ha acentuado. Dos observaciones: no están consideradas las reimpresiones, y alrededor de 28 millones de ejemplares corresponden a ventas por kioscos (fascículos que luego se encuadernan o libros que se venden con los diarios).

Colombia

El despegue de la industria editorial colombiana comenzó a finales de la década de los 60, cuando se empezó a autoabastecer el mercado interno y se dieron las primeras bases para el crecimiento como industria. Consecuentemente, la década de los años 70 vio el surgimiento de más de 100 editoriales y de un importante número de distribuidores y librerías. El final de la década y el comienzo de los 80 marcaron definitivamente la consolidación de la industria editorial en el país, y para 1993 las exportaciones colombianas en libros alcanzaban los 130 millones de dólares, siendo uno de los 10 países con mayores exportaciones de libros a Estados Unidos.

Entre los factores determinantes del crecimiento de la industria editorial está la ley del libro (ley 98) de 1993 y una industria gráfica amplia y moderna. No menos determinante es la obra de García Márquez, en ediciones legales y copias piratas, que modificó en forma radical las cifras de edición. La Oveja Negra publicó en 1985 de El amor en los tiempos del cólera 720 000 ejemplares y en 1989 de El general en su laberinto 700 000 ejemplares, y si bien fueron ediciones excepcionales representaron un cambio.

De las cifras que arroja el ISBN se desprende que las empresas editoriales con mayor trayectoria son las más dinámicas en la participación de la producción de nuevos títulos. De las principales empresas editoriales 95 son de origen nacional y 13 extranjeras. En los últimos cinco años Norma, la empresa líder de Colombia, editó 2 600 nuevos títulos, McGraw Hill 660, Panamericana más de 550, Voluntad 490, y editoriales como Susaeta, Planeta Colombiana, Tercer Mundo, Santillana, Temis, Educar y Printer Latinoamericana produjeron entre 200 y 400. En 1999 se publicaron 6351 novedades. 1997 fue el año de mayor crecimiento en Colombia, un 19 % sobre el año anterior, destacándose la producción de obras sobre ciencias sociales y literatura.

Algunas de las editoriales establecidas en Colombia abastecen desde allí a otros países, en especial a los integrantes del Pacto Andino.

México

En los setenta la industria editorial mexicana deviene la industria editorial más importante de Latinoamérica. Repartida entre editoriales estatales (Fondo de Cultura Económica, UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México, y sobre todo SEP, Secretaría de Educación Pública) y privadas (Siglo XXI, Era, Porrúa, Diana, El Manual Moderno), la industria editorial mexicana ha logrado ocupar un espacio destacado en el marco de la creciente competencia con la industria editorial española. Se especializa principalmente en libros didácticos y políticos. Editoriales españolas se establecen en México realizando una labor destacada: Grijalbo, Océano, Santillana, Alianza, entre otras.

Al igual que en Brasil, la actividad editorial del Estado tiene gran importancia. De los 330 millones de ejemplares que produce México, 120 millones corresponden a empresas privadas, 140 millones son editados por SEP y 50 millones por los gobiernos de los estados y otras dependencias gubernamentales. Las editoriales asociadas a la Cámara Mexicana del Libro han editado 40 millones de libros en cuatro años destinados al programa de entrega de libros gratuitos para la enseñanza secundaria financiados por SEP. México edita 10 000 nuevos títulos por año. Una particularidad de México es el peso del sector público en el sector editorial, que se inicia como política gubernamental en los años 40 y se especializa en la edición de autores nacionales y obras de interés general, con las editoriales Fondo de Cultura Económica y UNAM.

El ingreso al Convenio de Libre Comercio (NAFTA) implica un cambio en el comercio del libro con ventajas comparativas en los costos gráficos debido a las facilidades para exportar a Estados Unidos. Además se produce un ingreso de capitales americanos con el objeto de adquirir editoriales, en especial en el sector de libros de texto universitarios en el que McGraw Hill y Prentice Hall tienen ya una fuerte presencia.

Chile

La industria editorial chilena surge con fuerza a partir del año 1929 en que se produce una crisis económica y no se pueden importar libros. Esto se ve reforzado con la guerra civil española. Editoriales como Cruz del Sur, Cultura, Ercilla, Nacimiento y Zig-Zag exportan a Centro y Sudamérica. La segunda guerra mundial es el disparador editorial, ya que la ausencia de libros universitarios hace que se creen dos grandes editoriales: la Editorial Universitaria y, bajo la tutela de la Facultad de Derecho y con apoyo estatal, surge la Editorial Andrés Bello. Leyes impositivas poco favorables y una total falta de apoyo estatal impiden el desarrollo de este surgimiento. A falta de ayudas del Estado las editoriales se diversifican y es usual que sean a la vez distribuidores y libreros. En el período del gobierno popular de Allende se hacen ediciones del Estado a precios muy bajos y con tiradas muy grandes, las importaciones están limitadas por cupos y las editoriales se ven obligadas a imitar el accionar del Estado editando a bajos precios. La dictadura de Pinochet produce el apagón cultural, como consecuencia de las medidas que coartan la acción editorial. Disminuyen las tiradas y las novedades, y se cierran librerías. Es en este período cuando se grava al libro con un IVA —Impuesto al Valor Agregado— del 20 %, que luego baja al 18 % y se mantiene en la actualidad; esto se suma al elevado costo de los libros y hace de este período la peor etapa que ha debido enfrentar la industria editorial chilena. El ingreso masivo de la televisión a los hogares lleva a las revistas y diarios a utilizar el libro como elemento de promoción y así en 1984 se regalaron 1 200 000 libros. También se incrementó la venta de fascículos en los kioscos. Ya en 1987 mejora la situación económica y en 1988 comienza el retorno de la democracia. El libro encontrará nuevos espacios y estímulos para desarrollarse e iniciar un camino de crecimiento sostenido. En 1993 se promulga una ley para el fomento del libro que crea el Consejo Nacional del Libro y la Lectura y el Fondo del Libro y la Lectura. Aumentan las librerías y se crean nuevos puntos de venta. Se instalan en el país varias empresas editoriales extranjeras. A la Feria del Libro de Santiago se le suman ferias regionales y se registra un crecimiento de la edición nacional. La producción de Chile en 1999 fue de 2555 nuevos títulos con una tirada de 8 millones de ejemplares.

Estados Unidos de Norteamérica

Un caso para destacar es el mercado editorial de los Estados Unidos. Muchos y variados esfuerzos se han hecho para incrementar las ventas en dicho mercado. Con la llegada de la inmigración cubana y otros grupos de hispano parlantes aumentaron las necesidades de las bibliotecas de adquirir libros en español y paralelamente surgieron nuevos distribuidores, pero recién en los 80, y muy tímidamente, se incorporan en las cadenas de librerías como Barnes and Noble y Border's, espacios dedicados al libro en español, y algunas editoriales norteamericanas, como Random House, editan en idioma español.

Los libros en español para este mercado presentan una serie de dificultades como las imágenes en los libros infantiles, que pueden ser consideradas discriminatorias. También el lenguaje resulta a veces una barrera, pues la gran cantidad de modismos, mezcla de mexicano, cubano e inglés americano, dan por resultado un español con modalidades específicas.

Entre las editoriales de habla hispana radicadas en Estados Unidos destacamos la presencia de Santillana. Planeta también está radicada, pero aparece hasta el ahora más orientada como un centro de distribución. En estos momentos son varios los libreros-editores argentinos que están estableciéndose en Puerto Rico y Miami con el objeto de distribuir sus propios productos y de otros colegas. Treinta y cinco millones de hispano parlantes justifican estos esfuerzos.

5. Formas de comercialización

Librerías

Son el canal tradicional de ventas, aunque en algunos casos no es el más importante. En Argentina representan el 70 % de la facturación de la producción editorial, en México el 52 %. Nos referimos a puntos de venta e incluimos a las librerías y librerías-papelerías. Podríamos decir que existen en Argentina 1700 puntos de venta; en México, 1 300; en Colombia, 300; en Venezuela y en Chile, 250.

El sistema de comercialización puede tomar la forma de ventas con derecho a devolución o entrega en consignación y, aunque en menor escala, se efectúan ventas en firme. Los descuentos oscilan entre el 35 % y el 45 %. Los plazos de pago entre 30 y 180 días. La promoción está a cargo de los editores, generalmente en la propia librería y en los medios.

Un destacado editor de Colombia considera que las librerías tradicionales van a ceder espacio a las grandes superficies, a los kioscos y a la venta electrónica; sin embargo, en ese país merece destacarse el crecimiento de librerías como Lerner, Nacional y Panamericana.

En Argentina las librerías están muy afectadas por la recesión y la imposición del Impuesto al Valor Agregado a los alquileres, que no puede descontarse por no estar gravado el libro con este impuesto. Las principales cadenas son Yenny-El Ateneo, Fausto-Crisol, Cúspide, Distal; Galerna, La Boutique del Libro.

En Chile las cadenas más importantes son Andrés Bello, Universitaria, Feria del Libro. El crecimiento librero podría haber sido mayor, pero el Impuesto al Valor Agregado es tan alto que ha detenido el crecimiento de la industria editorial.

En México las principales librerías son Ghandi, El Sótano, El Parnaso de Coyoacán y Librerías de Cristal.

Lamentablemente debemos señalar que la atención de las librerías al público ha sufrido un retroceso. En el afán de abaratar costos se paga al personal cada vez menos y por lo tanto éste es cada vez menos especializado. Además en las librerías se han ido incorporando otros productos, algunos de ellos culturales y otros que no tienen ninguna relación con la cultura.

Entre los problemas que enfrentan las librerías están la sobredimensión de sus gastos; en muchos casos los padres incorporan a sus hijos y éstos forman su propia familia; la consignación, que apareció como solución, ha tenido un resultado peligroso ya que los libreros la toman como un crédito y esperan que un best-seller pague las ventas del anterior. Todo esto conlleva la crisis.

Grandes superficies

Se desarrollan cada día más en Iberoamérica, Venezuela es casi la excepción. En México y Argentina representan un 16 % de la facturación. El sistema de comercialización se efectúa con descuentos de entre el 40 % y el 60 %. En México han crecido muy rápidamente llegando a superar en puntos de venta a las librerías. Los principales centros son los de las cadenas Sanborns, Vips, Liverpool, Comercial Mexicana y otras. Las grandes superficies también venden textos, aumentando así su facturación.

Actualmente se venden libros en los locales de alquiler de videos Blockbusters, con resultados desparejos. También las cadenas de venta de música como Tower Records y Musimundo tienen un espacio para venta de libros que en el caso de Musimundo ha crecido mucho. Esta empresa, con 125 puntos de venta, se ha presentado en convocatoria.

Kioscos

Las ventas en los kioscos han sido desparejas, sin embargo ha habido momentos en que la proliferación de éstos justificó que se hicieran ediciones exclusivamente para este canal de fascículos o de coleccionables. El mayor problema es el gran volumen de devoluciones y el estado lamentable en que regresan los libros.

Placismo o puerta a puerta

Es el canal de ventas de las enciclopedias y las grandes colecciones, aunque hoy, por su costo, se venden obras hasta de un solo tomo. La presentación física de la obra es muy importante, así como que no se vendan esos libros en otros canales, como las librerías. La venta en mensualidades requiere muchos estamentos: los grandes distribuidores venden a los más pequeños, quienes a su vez lo hacen a subdistribuidores y éstos a vendedores puerta a puerta. El mayor problema de este canal está relacionado con los grandes volúmenes que adquiere el cliente-distribuidor, lo que genera un alto endeudamiento y, al no haber garantías, la cobranza presenta serias dificultades. Además los descuentos son de hasta un 80 % (en general no se paga más de 10 dólares el tomo) y sin embargo los precios alcanzan un valor muy elevado para el consumidor final por la cantidad de estamentos involucrados y por el riesgo que involucra la inseguridad económica.

Venta directa

Ésta puede ser con vendedores que concurren a colegios, empresas, ferias regionales o nacionales; o utilizando bases de datos para el envío de catálogos, tele-marketing, ventas por Internet.

Una forma diferente es la movida que hacen los placistas en diversos lugares: realizan concursos de conocimiento y los utilizan para incrementar sus bases de datos o encuestas que permiten formar el perfil de los compradores y luego ofrecerles productos especiales. Para realizar estos negocios se usan ganchos o regalos y se ofrecen descuentos especiales. Esto surge a raíz de la inseguridad generalizada que dificulta la tradicional venta puerta a puerta.

En Chile un diario y una revista tienen un club de suscriptores cuyo principal beneficio es la oferta de libros con un descuento especial y entrega a domicilio. Las ventas a listas de empleados del Estado, a bancos y empresas (se les descuenta a fin de mes de sus sueldos) y a cooperativas son muy usuales. Ha habido una proliferación de ventas directas a los colegios, esta última es la especialidad de la empresa Scholastic, que se ha instalado en Argentina y en otros países de América.

Venta por correo

Muchos han sido los intentos pero la respuesta no es muy alta.

La venta por mailing como la realiza Reader´s Digest resulta muy interesante, se une la venta de un libro a un concurso con varias etapas y en cada una se incita a adquirir la obra que se está presentando. La venta es en cuotas con la tarjeta de crédito y la entrega a domicilio. La participación en el concurso no se obstruye por la no compra. Sin embargo ha habido cierta saturación del mercado y las presentaciones son más espaciadas y los títulos menos abundantes.

Ventas institucionales

Las ventas que consideramos aquí son las ventas a instituciones nacionales, ya sea para bibliotecas, escuelas u otras instituciones. Trataremos los problemas en otro apartado.

Clubes del libro

Los que existen en América: en Colombia, Venezuela y Argentina, tienen su origen o continúan siendo de la empresa Círculo de Lectores, del Grupo Bertelsman.

El caso de Argentina es curioso: cuando el Círculo de Lectores se retira surgen dos clubes que utilizan las listas de éste. Con los años uno de los dos pasa a ser Club Sudamericana, que al ser adquirida por Bertelsman vuelve a ser el Círculo de Lectores.

Salderos

La comercialización de saldos ha crecido considerablemente, no olvidemos que cada libro de saldo que se vende desplaza a otro libro que no lo es. Este crecimiento se debe a una mayor rotación en los títulos, hay editoriales que a los 6 meses retiran los libros de la venta y los convierten en saldos.

Hay una proliferación de saldos que proviene de otros países; en algunos casos se comercializan como tales y en otros, en especial los editados en otros idiomas, son adquiridos directamente por los libreros y vendidos como novedades.

Existen editoriales que producen libros para venderlos como si fueran saldos: el volumen de la tirada permite un precio muy inferior a los normales y además suelen hacerse por encargo (dados los grandes volúmenes, el derecho de autor no tiene incidencia en el precio final).

Distribuidores

La importancia de los distribuidores en la expansión del comercio del libro en Latinoamérica debe ser reconocida por todos. En nuestros países siempre ha habido distribuidores que comercializaban diversos sellos editoriales. Muchos los han impuesto y han visto luego cómo la casa editorial que representaban se establecía en el país, perdiendo entonces la distribución. Desde el punto de vista de algunos editores, la distribución exclusiva y la falta de competencia llevaba a que se elevara considerablemente el precio de los libros, pudiendo así obtener grandes ganancias en pocas operaciones. Este alto precio y la falta del producto en el mercado orienta la tarea del editor pirata y de los fotocopiadores. Venta electrónica

La venta de libros en el ámbito electrónico plantea tres variantes:

  • Vender por medios electrónicos el libro en soporte papel: muchas son las librerías virtuales que hoy existen, pero no todas con resultados satisfactorios para el usuario.
  • Vender el contenido digitalizado: es una alternativa que produce miedo y desconfianza por la facilidad de apropiarse del contenido indebidamente.
  • Vender el derecho de reproducción a terceros para su posterior reventa, ya sea en soporte papel o soporte digitalizado: esta opción es aceptada cuando la operación va ligada con el resultado.

Cualquier opción es válida, por cuanto los medios están disponibles, los usuarios existen y el deseo de adquirirlos está comenzando a aparecer.

Ni siquiera los más fervientes defensores del libro en papel dudan que los diccionarios, las enciclopedias, las guías telefónicas y el resto del conjunto de los libros que sirven para consultar, al decir de Umberto Eco, serán reemplazados por discos multimediales y sus contenidos serán consultados en pantalla.

El libro en papel goza, hoy en día, de una serie de indudables ventajas respecto de los soportes magnéticos; esto es tan cierto como que no transcurrirá demasiado tiempo hasta que la tecnología consiga superarlas. El desarrollo tecnológico pronto perfeccionará el e-book y conseguirá superar los defectos físicos que éste tiene respecto del libro en papel; así como ya se puede comentar y subrayar un texto en pantalla, los requerimientos energéticos, la escasa resistencia a los golpes y a los cambios bruscos de temperatura también serán solucionados en el corto plazo.

El libro electrónico no sólo superará barreras psicológicas e impondrá cambios en las pautas de consumo, sino que dejará al descubierto una de las mayores debilidades del libro en papel: su elevado costo. Ya existen sitios en Internet que le reconocen al autor derechos del 28 al 40 % sobre el precio de venta al público. Con este sistema, el lector paga menos, el autor cobra más, se desalienta la fotocopia y la piratería.

Sólo resta que el DRM (Digital Right Management), la herramienta tecnológica que protege la propiedad intelectual, cumpla con lo que prometen los operadores del todavía incipiente mercado del libro electrónico: protección del contenido digital, segura distribución, autenticación del contenido, transacciones en línea aseguradas y sin rechazos.

Nuevos puntos de venta

Los editores procuran encontrar nuevos puntos de venta para mostrar su producto y facilitar el acceso al libro. Hace ya muchos años que en Estados Unidos se daba un fenómeno muy curioso. En un centro comercial las ventas de libros en comercios, que no eran la librería del centro, superaban el volumen de ventas de ésta. Los libros se vendían en el vivero, en la mueblería, en el bazar, y hasta en la zapatería. En nuestros países, quizás por el tratamiento impositivo diferente (en casi todos los países el libro no devenga el Impuesto al Valor Agregado) solamente se venden en farmacias o estaciones de servicio. También se ha difundido su venta en los catálogos de ventas domiciliarias de otros productos.

El mercado del libro en mercados no hispano parlantes

La presencia del libro en español en mercados no hispano parlantes es uno de los objetivos de las políticas económico culturales de España. Se han logrado excelentes resultados en el mercado brasileño y en otros mercados. No ocurre lo mismo con las ventas de libros latinoamericanos en mercados no tradicionales. Los agregados comerciales y culturales de nuestras representaciones pocas veces toman conciencia del valor del libro como vehículo de conocimiento, difusor de costumbres y tradiciones, embajador itinerante de nuestros países. Menos aún de su valor desde el punto de vista económico. La participación en ferias internacionales es cada vez más esporádica y en especial lo es en las ferias que se celebran en mercados no hispano parlantes.

Piratería

La piratería editorial, en los últimos años, al convertirse en un negocio paralelo, ha sufrido un recrudecimiento. Se consideraban causas que daban origen a la piratería el alto costo de los libros y la falta de éstos en el mercado. Actualmente los editores piratas llegan a adelantarse al importador y al tomar conocimiento de un best seller proceden a piratearlo y lo venden antes de que la versión legal esté disponible. En ocasiones las ediciones piratas son exactamente iguales a las legales y cuesta identificarlas; hay casos en que las tapas reproducen la última edición, pero el interior corresponde a una edición anterior que al no estar actualizada tiene menor número de páginas. En muchos de nuestros países la venta se realiza en la calle, así Perú, Chile, Colombia y Venezuela. En otros se venden en las librerías ofrecidas al librero como si fuera un resto de edición a un precio menor. La proliferación de la piratería es tal que se han visto libros pirateados exportados, así de Colombia y de México se exportan a Centroamérica. El Grupo Interamericano de Editores, con la colaboración de CEDRO —Centro Español de Derechos Reprográficos— de España, ha encargado un estudio sobre piratería. La dificultad para obtener información puede indicar dos situaciones, un desconocimiento por parte de los editores o indiferencia. Además de las acciones jurídicas, que son muy dificultosas cuando el delito se comete en otro país, la solución más efectiva es vender a muy bajo precio para que el pirata no tenga margen y prefiera otro negocio. En la actualidad, parecería que solamente en Uruguay no se comercializan libros piratas.

Reprografía

La comercialización de libros o capítulos fotocopiados es algo frecuente en nuestros países. La cultura de la fotocopia comienza en los jardines de infantes y se extiende hasta la finalización de los estudios universitarios. Los colegios entregan fotocopias a los alumnos, muchos producen sus propios textos de lectura utilizando partes de otros. Las fotocopiadoras en colores han dado mayor impulso al delito. En la universidad el profesor suele entregar los libros a los fotocopiadores para que obtengan copias de los capítulos que recomiendan. No siempre es un problema de precios, los alumnos no van a las librerías y no comparan valores, por libros completos se llega a pagar más que el costo de la obra, pero se paga en cuotas.

Según datos de la Cámara Argentina del Libro, la reprografía ilegal es una práctica habitual en el mundo universitario, supone una pérdida de entre 150 y 200 millones de dólares al año, equivalente, nada menos, que al 40 % de la facturación total del mercado del libro en la Argentina. Esto significa que los autores dejan de percibir entre 15 y 20 millones de dólares anuales.

Es necesario hacer campañas de concientización para quienes recomiendan fotocopiar y quienes deben impedirlo, así como para los usuarios, a fin de informarles sobre los derechos de autor y del editor, y la necesidad de su respeto.

En la actualidad solamente Brasil y México tienen entidades recaudadoras de derechos reprográficos. Ecuador, Colombia y Argentina han creado las entidades, pero aún no han comenzado a funcionar.

Sector público

La legislación, leyes del libro

La falta de políticas culturales se advierte en las dificultades al momento de legislar. Muchas leyes del libro y de la Propiedad Intelectual son obsoletas. Es difícil atender los problemas actuales con leyes de los años 30 que no podían vislumbrar el futuro.

El CERLALC ha preparado una ley del libro tipo y participa activamente como intermediario entre los gobiernos y las cámaras para modernizar la legislación. La Ley Colombiana del Libro es un modelo para el mundo, las exenciones impositivas facilitaron el crecimiento de la industria tanto editorial como gráfica y ha sido recomendada como ley tipo por el 25.º Congreso de la Unión Internacional de Editores.

La última ley del libro que se ha sancionado es la argentina; en ella se requerían facilidades impositivas que fueron vetadas por el presidente de la Nación, por lo tanto solamente ha solucionado algunos problemas de libre circulación del libro y contiene una definición del libro más amplia.

El precio fijo no existe en nuestras legislaciones y los proyectos presentados no han tenido éxito; hasta hace unos años formaba parte de los usos y costumbres, pero las grandes superficies lo desconocieron, creando serios conflictos entre libreros y editores.

Situación impositiva

El Impuesto al Valor Agregado no se aplica al libro en la mayoría de los países de Latinoamérica. Chile, Bolivia y Guatemala son la excepción. En México el Congreso iba a sancionar una ley imponiéndolo, pero el presidente Fox sugirió que el proyecto fuera dejado sin efecto después de una magnífica exposición de Carlos Fuentes. Al momento no hay una definición. La exención al Impuesto, cuando no viene acompañada con la posibilidad de descontar de otros impuestos la carga que se paga en las etapas previas a la comercialización, puede resultar muy onerosa. Sin embargo los editores se niegan a tener un impuesto bajo por la certeza de que pronto lo incrementarán, además de los controles a los que deben someterse.

Las mayores excepciones impositivas son las que concede la legislación colombiana por 25 años como forma de promoción de su industria.

Libre circulación: Acuerdo de Florencia

Todos los problemas que impiden la libre circulación del libro se solucionan con la firma del Acuerdo de Florencia, el cual en América Latina solamente ha sido suscrito por Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Venezuela. La adhesión ha sido recomendada por la Unión Internacional de Editores, el Grupo Interamericano de Editores y el CERLALC y propuesta a la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno. Las normas de los Convenios como ALCA, MERCOSUR, Andrés Bello, Pacto Andino, ALADI facilitan la libre circulación regional.

Libertad de publicación: la censura

En América Latina hay una tradición de libertad de publicación. Sin embargo se han visto en estos años algunos casos de censura, en especial en Chile. La situación de los libros censurados en ese país es muy curiosa, ya que los mismos circulan en edición pirata y se venden en las calles sin inconvenientes. En consecuencia, es un castigo económico para su editor y el autor.

Licitaciones gubernamentales (Banco Mundial y BID)

Organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo han dado préstamos destinados a la adquisición de textos escolares en los países en vías de desarrollo. El destino de esos fondos son los textos educativos. No se atiende a la provisión de materiales de lectura. En los últimos años el Banco Mundial reconoció que se habían obtenido resultados inmediatos, pero que el impacto educativo que los textos han logrado falla en el largo plazo cuando faltan elementos que contribuyen a una educación sostenida.

Los llamados a licitación para estas compras han generado conflictos, en especial por el bajo precio que se quiere pagar por estos materiales. Ello conlleva a un desconocimiento del derecho de autor, provoca que sean tomados como un negocio por inescrupulosos que no consideran la importancia de los contenidos y no pertenecen al sector editorial, y, sobre todo, crean una marcada desigualdad entre los alumnos que tienen la posibilidad de adquirir textos y los que reciben textos financiados por estos programas.

La mayoría de los países tiene organismos específicos para la adquisición de libros tanto para las bibliotecas como de textos escolares.

Bibliotecas

Una de las necesidades imperiosas en este continente es la creación de un sistema de bibliotecas amplio y eficiente. Esto acarrearía como resultado en el mediano y corto plazo una mejora en la calidad de la educación, en la que la escuela se ha mostrado incapaz para enseñar a leer. IFLA (Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios) recomienda que haya por lo menos tres libros por habitante en el sistema de bibliotecas públicas de cada país. En Iberoamérica el país con más libros en las bibliotecas es Argentina, con 0,4 libros por habitante. Los países desarrollados no llegan al nivel considerado óptimo; así, Estados Unidos tiene 2,7 libros por habitante. Si se incrementara el número de libros por habitante de nuestras bibliotecas en 1 se produciría una reactivación de las industrias editoriales de habla hispana y simultáneamente, y principalmente, estaríamos resolviendo el problema de la educación continuada.

Las organizaciones y su tarea

Las instituciones del libro cumplen una tarea fundamental en Latino América. En todos los países hay una Cámara del Libro. Las Cámaras integran a editores, distribuidores y libreros en su gran mayoría. Suelen organizar las ferias del libro nacionales y participan en las internacionales (en algunas se administra el ISBN, son los gestores naturales de la legislación, tienen a su cargo las tareas de capacitación).

Todas las Cámaras se encuentran asociadas al Grupo Interamericano de Editores, incluso Brasil, Canadá y Estados Unidos. El Grupo a su vez las representa frente a la Unión Internacional de Editores, a la que no todas están asociadas, y tiene acuerdos para el trabajo conjunto con CEDRO y CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe).

El Grupo tiene a su cargo la organización del SILAR, junto con la feria en la que se realiza, y también organiza un Congreso Interamericano de Editores cada 2 años. Su función es el fomento de la producción, distribución y difusión del libro; capacitación del sector; defensa del derecho de autor y de la libre circulación. Solamente interviene en cuestiones internas por pedido expreso de las cámaras que lo integran.

El CERLALC se crea por un acuerdo de cooperación entre UNESCO y el gobierno de Colombia. Lo integran los países de habla hispano-lusitana y tiene como objeto la difusión del libro, la promoción de la lectura, la formación de lectores, la capacitación y la defensa del derecho de autor.

6. El cliente. Lector-comprador actual y futuro

En la actualidad los libros se adquieren para su consulta, para su lectura o para exhibirlos. Muchos son los compradores que lo hacen por impulso, por moda y necesidad de estatus. Algunos de los libros adquiridos no se leen nunca. Pocas personas son las que conocen la editorial de origen de los libros, y pocas son las editoriales que funcionan como marca. Los suplementos literarios deberían tener influencia en las ventas, pero aún tiene valor la recomendación boca a boca.

Antes de que la lectura en soporte digital se imponga, es posible que se consolide la impresión a demanda; y esta sobrevivirá mientras exista un mercado importante de lectores que prefieran leer en papel. La obsolescencia definitiva del producto libro en su presentación tradicional ocurrirá cuando se produzca la readaptación o la desaparición física de aquellos que están habituados a esa forma. Los soportes electrónicos y el libro en papel coexistirán hasta que la Generación X, la de los chicos que hoy tienen diez años, que se están educando con Internet, constituya la porción mayoritaria de la sociedad de consumo del futuro.

Campañas de lectura y ferias del libro

Poco se ha hecho en materia de campañas de lectura. Desde el CERLALC se trabaja conjuntamente con los gobiernos y se realizan acciones, pero es difícil tener resultados cuando no hay una continuidad. Sin embargo la promoción de la lectura debería ser el eje del trabajo en la escuela. La formación de bibliotecas escolares, conocidas como bibliotecas de aula, debería tener una orientación en este sentido. Los textos y las enciclopedias y diccionarios son en general los libros que se conocen en las escuelas, creaciones editoriales destinados a la consulta, no a la lectura. Tampoco las bibliotecas públicas suplen esta necesidad. Algunos intentos de hacer una importante campaña de lectura en la que participaran conjuntamente los editores de diarios, revistas y libros se han visto frustrados.

Las ferias del libro en nuestros países constituyen un gran esfuerzo para alfabetizar acercando el libro al lector y al no lector.

En general las ferias en Latinoamérica son ferias de público, aunque las principales dedican algunas jornadas exclusivamente a los profesionales, así la de Bogotá, Buenos Aires, Brasil (San Pablo y Río), Santiago de Chile, Guadalajara y aun las nuevas ferias como las de Lima, La Paz, San José de Costa Rica, Puerto Rico, Santo Domingo y la Feria Centroamericana tienen sus Jornadas de Profesionales. Las ferias en América Latina se han multiplicado a tal punto que el Grupo Interamericano de Editores (GIE), con el apoyo del CERLALC, creó el SILAR (Salón Interamericano del Libro Anual y Rotativo) con la intención de que sólo una vez al año hubiera jornadas internacionales de profesionales. Se han celebrado 10 encuentros y no se ha obtenido el resultado deseado. También hay importantes ferias callejeras como la de Miami y Porto Alegre y la última que se celebró en el Zócalo en la Ciudad de México.

7. El lenguaje. El idioma español en Latinoamérica

Es por todos conocido el problema que se plantea con los diversos modismos que se utilizan en los países de Latinoamérica. Éstos se manifiestan en el lenguaje diario, que hace que palabras de uso común sean malas palabras en otros países, o den lugar a interpretaciones erróneas. También se presentan dificultades en los términos culinarios. Como con humor señalara Federico Ibáñez, «El español, ese idioma común que nos separa».

Desde el punto de vista editorial el hecho de que se hable español en la mayoría de los países latinoamericanos implica la posibilidad de difundir un libro editado en cualquiera de ellos. Sin embargo en los libros culinarios que el editor desea exportar es usual añadir un glosario.

También presenta serias dificultades el español en Estados Unidos, donde el idioma constituye una mezcla de modalidades a la que se añaden términos en inglés castellanizados.

Muchas son las editoriales que están establecidas en España y en América. Algunas de ellas hacen dos o tres traducciones o una para cada región (Cono Sur, Región Andina, Centro América y México) y hasta se han visto adaptaciones para la venta en Estados Unidos de títulos muy exitosos.

Los diccionarios son un reflejo de esta situación; la Real Academia Española incorpora permanentemente términos de uso común en la región.

También las editoriales locales publican numerosos diccionarios locales (argentinismos, etc.) o de americanismos.

8. Riesgos y desafíos de la edición en Latinoamérica

Situémonos en el espacio latinoamericano, con sus contrastes y sus similitudes y veamos cómo están las cosas hoy.

Las ventas de libros en soporte papel están acosadas por múltiples factores:

  • por un lado una demanda creciente;
  • por otro lado una oferta desmedida, que suma a la producción local, los excedentes de los grandes productores;
  • una estructura empresaria no acorde con la realidad actual;
  • los precios, a veces fuera del alcance del consumidor realmente interesado;
  • la estructura de ventas, hoy por hoy obsoleta;
  • las prácticas comerciales anacrónicas;
  • la piratería impune y la reprografía como casi un derecho.Todos estos son factores que traban el normal devenir del comercio del libro tradicional.

El mercado editorial latinoamericano no sólo sufre la profundización de sus problemas estructurales —los embates de la recesión económica, la creciente pérdida de lectores y el resto de los males que aquejan al sector—, sino que, además, sus principales actores deben afrontar nuevos retos: la incertidumbre sobre el futuro del libro en papel y los desafíos que propone el desarrollo tecnológico.

Autores, editores y libreros son los principales protagonistas.

El mundo editorial vislumbra cambios profundos; la mayoría se siente amenazada, aunque le cuesta reconocerlo. Algunos tienen la oportunidad de adaptarse y sobrevivir. Otros, de salir fortalecidos. Todos saben que son, al mismo tiempo, actores y espectadores de una serie de transformaciones de tal hondura como ninguna de las que, hasta ahora, ha experimentado el libro en los últimos quinientos años. Sólo tenemos una certeza: aunque los efectos son insospechados, no todos saldremos ilesos.

Para que la literatura y el ensayo subsistan se requiere de autores; para que lo haga la industria, de lectores. Y ambos necesitan de nosotros, los editores. El soporte que se utilice es una cuestión que, actualmente, nos excede.

El sentido del editor no está dado sólo por su capacidad financiera para solventar los gastos de publicación, sino por su capacidad para ingresar en la sociedad del conocimiento y la información.

Hay consenso entre los editores con la afirmación de Jason Epstein: «más allá de las transformaciones tecnológicas, los autores no podrán prescindir del asesoramiento y el apoyo del editor».

Como editores latinoamericanos, lo que en realidad debería alarmarnos es el decaimiento de los estándares culturales y educativos, la ausencia de campañas estatales de promoción de la lectura y la inexistencia de políticas que protejan a las industrias culturales del desamparo a las que están sometidas en nuestros países. El 43 % de la población argentina no compra libros. Y lo que es más preocupante: un tercio de los que no leen explican su actitud por la falta de interés en los libros, según la encuesta nacional sobre hábitos de lectura y usos del libro, realizada por Catterberg y Asociados para el Ministerio de Educación de la Nación Argentina, 2001.

Para finalizar, me atrevo a proponerles que obremos de acuerdo con el consejo de don Manuel Aguilar: «un editor tiene que avizorar el cambio (…) de los gustos del público y escuchar la resonancia de las palabras que sustituyen a las ya desgastadas».