En una serie de estudios publicados por la SGAE1 se ha puesto de manifiesto la creciente importancia del sector de la cultura y el ocio, no sólo en lo que se refiere a la creación de capital simbólico, sino a su enorme participación en el PIB español. Así, en los últimos años, la aportación económica de este sector ha crecido del 3,1 en 1992 al 4,5 en 1997, último año para el que se disponen datos, lo que sitúa a la industria de la cultura como cuarto sector productivo, sólo por detrás de la banca, la construcción y el comercio.
Pues bien, desde este punto de vista queda suficientemente justificado el hecho de que en la sección dedicada al análisis del español como recurso económico se dedique un espacio propio a la difusión de la música en español, parte muy importante de la cifra macroeconómica arriba enunciada.
Además, en los últimos años se está viviendo una auténtica explosión de música, principalmente popular, que tiene el idioma español como signo distintivo. Por un lado, los cada vez más grandes éxitos de los artistas pop que triunfan en los respectivos mercados locales en toda América latina, y, por otro, la creación de una nueva etiqueta con alcance en todo el mundo: la latin music. Aquí caben desde los éxitos de artistas norteamericanos de carácter pop que, cantando en español, les conectan no sólo con el público de origen hispano residente en los Estados Unidos, sino con sus propios orígenes, hasta la difusión de las distintas variedades de música popular de toda América Latina.
Pues bien, para analizar el desarrollo de esta tendencia a medio y largo plazo y sus consecuencias sobre los mercados locales e internacionales, contaremos con la presencia de reconocidos agentes del sector musical. El papel fundamental de los medios de comunicación quedará representado en este panel con la presencia de Leila Cobo, editora de Latin Music de la revista Billboard, la publicación sin duda más influyente en el sector profesional musical. Los productores de contenidos estarán representados en las figuras de Charly Alberti, de Cybrel, y de Mauricio Abaroa, que tras su trabajo desempeñado en LARAS en la puesta en marcha de los Grammy Latinos, es ahora el gerente general de la compañía Crescent Moon Records, de Emilio Estefan. El papel de las nuevas tecnologías será analizado tanto por el ya citado Charly Alberti como por Ele Juárez, director general de Alianzas Estratégicas de Telefónica Media. También participarán representantes de las sociedades de autor, como es el caso de Ariel Ramírez y Roberto Cantoral, presidentes respectivamente de las sociedades argentina (SADAIC) y mexicana (SACM), así como personalidades académicas, que, desde distintas perspectivas, aportarán su análisis sobre la importancia de este fenómeno: José Ramón Lasuén, catedrático de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, Emilio Casares, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales y Jesús Gómez Cairo, vicepresidente del Instituto Cubano de la Música.
América Latina, si bien representa tan sólo el 5 % de las ventas globales de música, con un valor de 1900 millones de dólares, ha visto cómo en los últimos diez años, el sector discográfico ha experimentado un enorme crecimiento. En concreto, entre 1991 y el año 2000, el sector ha crecido en el área de América Latina un 58 %, cifra muy similar a la experimentada por el también en auge mercado discográfico español (53 %) en ese mismo período.
Así, como consecuencia de este período de expansión, de entre los diez mercados discográficos más importantes, tres pertenecen al área iberoamericana: Brasil es el séptimo mercado más importante, México el octavo y España el noveno.2
Estos datos agregados ponen, pues, de manifiesto, la importancia económica del sector. Sin embargo, es fundamental analizar cuál es la participación, dentro de estas cifras globales, de la música en español.
Así, en España, el 34,25 % del total de las ventas pertenecen al repertorio pop local. Sin embargo, esta cifra sin duda aumentaría si recogiéramos también los éxitos de artistas latinos en España, aunque no fueran españoles. De hecho, de los 8 discos más vendidos en España en el año 2000, 6 corresponden a artistas españoles: Alejandro Sanz (1.º), Estopa (2.º), La Oreja de Van Gogh (3.º), Julio Iglesias (5.º), Tamara (7.º) y Raúl (8.º); y los otros dos son artistas latinos: Maná (4.º) y Santana (6.º).3
En los distintos mercados de América Latina, el porcentaje de repertorio local es distinto, si bien la media alcanza un fantástico 52,3 %, y, aunque los mecanismos de medición aún no nos permitan conocer cual es la incidencia de música latina extranjera, son suficientes para poner de manifiesto la importancia de la música en español en estos mercados. Veamos algunos ejemplos. En Argentina, el repertorio local alcanza el 45 %, en Brasil, el 73 % y en México el 49 %, frente a cifras más bajas como el caso de Perú, el 29 %; Colombia, el 28 %; Venezuela, el 28 %; Uruguay, el 20 % y Chile, el 16 %.4
En Estados Unidos, la distribución de las ventas de discos según el origen del repertorio es la siguiente: un 92 % es producto local, frente al 5 % procedente del extranjero (y el residual 3 % que corresponde a las ventas de música clásica) si bien, la importancia del género latino a partir del año 1996 (año en que experimentó un crecimiento del 25 %, situándolo como el género musical más dinámico y con mayores perspectivas de crecimiento) resulta evidente.
Por esa razón, en 1999 la RIAA5 (Recording Industry Association of America) realizó un exhaustivo análisis sobre los hábitos de consumo de los habitantes de origen hispano, así como del consumo de música latina por parte de los no hispanos. Los resultados fueron sorprendentes.
En lo que se refiere al estudio de los hábitos de consumo de los habitantes hispano-parlantes, se pone de manifiesto, por un lado, la enorme importancia que este colectivo otorga a la música. En concreto, el 92 % considera que escuchar música es importante (un 11 % considera que es sumamente importante, un 40 % que es muy importante y un 41 % bastante importante). Además, sus preferencias son el pop en español, las balladas en español la música tropical, además del hip-hop y el pop en inglés, es decir, los hispano parlantes en los Estados Unidos escuchan y se reconocen en la música en español. Es decir, los hispanos de Estados Unidos configuran en sí mismos un importantísimo mercado y, afortunadamente, sus gustos se orientan hacia la música en español (el 55 % de los hispano parlantes reconoce que su género preferido es la música latina.
En lo que se refiere al estudio de las preferencias musicales de los estadounidenses no hispano-parlantes, el informe arrojó datos que no hacían más que confirmar el fenómeno del auge de la música latina en Estados Unidos: el 10 % de los ciudadanos de origen anglosajón considera la música latina como su género preferido, así como el 12 % de los afroamericanos. De entre los de origen anglosajón, aquellos que disfrutan más de la música latina son los adolescentes, especialmente las chicas (un 23 % de las chicas de origen anglosajón considera la latin music su música preferida), lo que supone un importantísimo mercado, al ser precisamente este colectivo uno de los más activos en lo que a compra de discos y asistencia a conciertos se refiere. Además de los adolescentes, el grupo de edad comprendido entre los 30 y 54 años también presenta un especial interés por la música latina: el 13 % la considera su género preferido. Es decir, la música en español trasciende sus audiencias naturales y alcanza de lleno a la sociedad norteamericana.
La consolidación de los Grammy Latinos constituye una magnífica noticia para todos los que amamos las expresiones musicales alternativas al imperio de lo anglosajón. Desde la Sociedad General de Autores y Editores siempre hemos insistido en que el ingrediente hispano estaba mal representado en los Grammy, con apenas cuatro categorías de un total de 96, y en la importancia de que un hermano pequeño de estos galardones reivindicara el empuje imparable de la música en español, en portugués y en otros idiomas tan queridos como el catalán, el euskera o el gallego. El nacimiento de la vertiente latina de los Grammy demuestra la sensibilidad de la Academia hacia estas consideraciones y el fino instinto comercial y artístico de mi siempre admirado Michael Greene, al que tuve el honor el año pasado de entregar la Medalla de Oro de la entidad que presido.
Estoy firmemente convencido de que la latinidad, en el sentido amplio y nunca excluyente del término, representa el principal filón creativo en el mundo musical, audiovisual y dramático para las primeras décadas de este ilusionante nuevo siglo. Agotados otros modos de expresión, la comunidad iberoamericana se ha sacudido complejos y despliega ya sin tapujos su deslumbrante riqueza sonora, tan ecléctica y diversa como la guitarra flamenca de Tomatito, los sonidos celtas de Carlos Núñez, el inmenso talento melódico de Alejandro Sanz, la rumba canalla de Estopa, la lírica canción de Jorge Drexler, la sutileza electrónica de Julieta Venegas o el rock arrastrado de Andrés Calamaro. Eso, sin olvidar a la pléyade de ilustres veteranos que encabezan nombres como los de Joan Manuel Serrat, José Luis Perales o Julio Iglesias, al que se le rinde muy merecido homenaje en la víspera de la entrega de estos premios.
Hasta hace no demasiados años, la industria y los artistas españoles no estaban habituados en pensar en más allá de los 40 millones de pobladores de este país. A estas alturas, sin embargo, ya nadie en el negocio discográfico duda de que los planes de promoción y mercadotecnia deben calcularse con un cero más a la derecha, ampliando el mercado a los 400 millones de hispanohablantes que se reparten en las dos orillas del océano. De ellos, más de 31,7 millones residen en Estados Unidos. Ante la elocuencia de las cifras, es evidente que Alejandro Sanz, Ketama, Jarabe de Palo, Rosana, Hevia y tantos otros son artistas que pueden ser perfectamente comprendidos y admirados desde Nueva York hasta Los Angeles o Chicago.
El futuro habla español no sólo en América del Sur, sino también en América del Norte. En ese sentido, los Grammy Latinos son, a un tiempo, un reconocimiento explícito de esta realidad y un magnífico instrumento promocional para los artistas de una y otra orilla.
Desgraciadamente, la ceremonia de entrega correspondiente a la segunda edición de los Grammy Latinos, que tenía prevista su celebración en Los Angeles la noche del fatídico 11 de septiembre, ha sido aplazada. La anulación de la celebración, además de por obvias razones de seguridad, supuso la muestra de todos los artistas de la comunidad latina de la repulsa por las terribles acciones que tuvieron lugar ese mismo día.