Habiendo nacido a principios de los sesenta, he sido testigo, desde mi trinchera, de ver cómo ha ido adquiriendo prominencia en el resto del planeta el idioma que, por circunstancias de la vida, me tocó aprender, entender y por lo tanto hablar.
Conforme he ido creciendo, se ha desarrollado en mí la facultad de observar prácticamente todo lo que me rodea. Esto es justamente lo que pretendo hacer en el desarrollo de esta ponencia, exponer solamente la opinión de un observador que alimenta su criterio en base a un análisis elemental de las cosas que ve y que comparte a través del idioma más articulado y más bello del mundo, el español.
Miguel Ruiz, autor contemporáneo, es posiblemente el escritor que mejor ha entendido el legado de la gran sabiduría que dejó la civilización tolteca, y hace referencia en su libro Los Cuatro Acuerdos a que los chamanes de aquella época decían que el primer acuerdo y por cierto, el más importante, era el que se refería al uso impecable del idioma, o sea, la exigencia casi absoluta de cuidar al máximo lo que decimos y cómo lo decimos.
Me toca salir de la Ciudad de México hace cinco años. Soy uno de esos afortunados que nace en una de las ciudades más bellas del mundo. También soy uno de esos autoexiliados delirantes que llega a la conclusión de que seguir viviendo en la ciudad en la que me tocó nacer hace casi cuarenta años, no era más una opción sensata, por lo que dejo mi ciudad, mi país, dejo a los amigos, el tequila, la comida, mis tortillas y las corridas en La Monumental los domingos a mediodía.
En el año 97 soy contratado en los Estados Unidos como director fundador de la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación. Sabía que desde esta nueva estructura yo tendría el privilegio de servirle a la comunidad hispana relacionada con la música de todo el mundo, pero lo que no sabía era que esta estructura me serviría como la plataforma desde la que tendría la oportunidad de observar el reconocimiento histórico que estaría por empezar a tener la música creada e interpretada en español.
Hablar de la importancia del español en la música diseminada en los países del mundo donde se habla nuestro idioma, sería como establecer un análisis estadístico y comparativo de la expansión y del crecimiento de los diferentes mercados. Algo así como compartir a través de esta ponencia las tendencias a la alta y a la baja de las diferentes listas de popularidad distribuidas en los diferentes mercados de Hispano América. Es por eso que exclusivamente enfocaré mi análisis a la importancia que ha tenido el idioma español dentro del mercado musical en los Estados Unidos.
Parece difícil de creer que en el país más anglo parlante del mundo habría un espacio para lo dicho en español. Hoy en día se venden más copias grabadas en español dentro del mercado hispano y anglo de los Estados Unidos, que en los mercados naturales y por tantos años líderes, como es el caso del mercado de México.
La historia de cómo se enquistó nuestro idioma a través de la música en los Estados Unidos ya es conocida por todos. La lista de los protagonistas es extensa, desde Pérez Prado y Tito Puente hasta Los Lobos y Santana pasando por Vicky Carr, Linda Rondstand y Feliciano llegando hasta Julio, Gloria y Los Tigres del Norte y más recientemente Ricky, Cristina, Enrique, Marc y Jennifer; sin embargo, todos estamos también conscientes de que algo muy especial sucedió poco antes de que el nuevo milenio se hiciera presente.
Es importante dejar establecido que lo que realmente nos hace parecidos a todos los hispano parlantes del mundo es justamente eso, el idioma que hablamos. Aunque es sabido por todos que, depende del país del que vengamos, el tipo de musicalidad que le imprimimos a cada una de las versiones del español que hablamos. A la hora de decirlo y sobre todo a la hora de sentirlo, la esencia de nuestro idioma sin importar que tanto lo musicalicemos o no, es la misma. Lo que realmente hace diferentes a nuestros pueblos es la manera de proyectarse a través del uso de la música. Los ritmos y los estilos le ayudan a cada pueblo y cada nación a expresarse en un mismo idioma, pero de maneras muy distintas. Esto realmente es lo que enriquece nuestra gran diversidad. Esto es lo que hace a nuestra música ser tan diferente y al mismo tiempo tan parecida. Nuestra música se parece por ser siempre diferente.
Algo se hizo notorio. Algo ayudó a que este fenómeno conocido en los Estados Unidos como la explosión latina se impulsara a tal nivel que prácticamente todas las entidades relacionadas con la industria de la música y el entretenimiento se dieran a la tarea de fundar y establecer sus propias divisiones latinas. Compañías discográficas, sociedades autorales, publicaciones, compañías editoriales, oficinas de manejo artístico, asociaciones, etc., todas, prácticamente todas estas organizaciones, hoy operan y sirven a lo que los norteamericanos entienden como la causa latina.
La pregunta sigue siendo ¿qué fue ese algo especial que permitió que este fenómeno se estableciera? ¿Intereses económicos, la diversidad de todos nuestros estilos, nuestros ritmos, nuestra pasión por la música, lo impecable de algunos de nuestros textos, la contundente masa migratoria hispana que radica y consume música en los Estados Unidos, etc.?
Es posible que todavía siga siendo prematuro poder definir con precisión qué fue exactamente lo que permitió que se generara este interés por lo nuestro. Lo que sí esta claro es que en poco tiempo seremos testigos de que este movimiento en favor de nuestro idioma y de nuestras raíces en el país más rico y más anglo parlante del mundo, se limite exclusivamente a darle servicio solo a esa gran masa de la población que habla, o medio habla el español.
Hace menos de tres años, los que estábamos de este lado, o sea, los que hablamos español y amamos nuestras raíces, a los que los americanos decidieron catalogarnos de manera práctica y rápida como los latinous, estábamos de plácemes y listos para celebrar lo que creíamos que podría llegar a ser una oportunidad de oro para enaltecer el nivel actual de nuestra cultura.
Todo era perfecto, era el momento ideal. De pronto todo, absolutamente todo, se puso de nuestro lado, el norte de la brújula de los que toman las decisiones en el mundo del entretenimiento de la Unión Americana apuntaba hacia cualquier cosa que tuviera que ver con lo dicho en español.
La música se convirtió en el conducto perfecto para canalizar y transmitir los mensajes de que todos tendríamos la oportunidad de crecer. Grandes inversiones de dinero se dirigirían para desarrollar un montaje sin precedentes en favor de lo latino.
Es increíble que a menos de tres años de haber tenido esta oportunidad, hoy tengamos que decir que ésos, eran otros tiempos. Las cosas cambiaron rápido. La industria latina basada en los Estados Unidos así como la industria anglo interesada en lo latino se dejó eclipsar por los destellos más débiles de lo que esta oportunidad realmente significaba, enfocando su atención en obtener resultados inmediatos y poniendo en alto riesgo la salud del proyecto. Es muy posible que la oportunidad que ya se tuvo no vuelva jamás.
Este movimiento era y sigue siendo un proyecto. Es un proyecto para detonar oportunidades en un mercado potencial. A los protagonistas que ayudaron a hacer que las puertas del tiempo y del templo se abrieran totalmente, les debemos estar siempre agradecidos. Gracias, Ricky, gracias, Marc, gracias, Gloria, gracias, Julio, gracias, Cristina.
El espejismo formado por la creación de un submercado diferente al que se había venido formando para darle servicio especialmente a esa gran masa latina trabajadora afincada en los Estados Unidos desde principios de los sesenta, ha quedado por el momento desvanecido.
¿Por qué los americanos tendrían que haber querido consumir música que haya sido grabada en un idioma diferente al inglés? ¿Por qué tendrían que haber querido adoptar de por vida a Ricky o a Jennifer, en vez de a Springsteen o la Streisand?
Si el proyecto se fundó sobre la base de hacer que estos soldados latinos terminaran expresando su propuesta en el campo de batalla a través de su talento, pero en otro idioma, entonces el proyecto se diseño para enaltecer nada.
Los que hemos estado cerca de los cuarteles generales diseminados por Hispano América en donde se almacena todo el talento, toda la riqueza y la gran diversidad de nuestras raíces y propuestas, sabemos que sí existe una oportunidad para lo nuestro, no sólo para ser expuesto en el mercado de los Estados Unidos, sino también para hacerlo en cualquier otro mercado no hispano del mundo.
A continuación voy a transcribir parte de un artículo que me fue editado, en una publicación de los Estados Unidos especializada en el desarrollo de la música, justamente cuando este fenómeno del interés para lo nuestro, daba sus primeras señales de vida. En este artículo se reconoce el trabajo de los hispano americanos que ayudaron, en base a su trabajo, a que esta iniciativa en favor de lo dicho en español se llevara a cabo en los Estados Unidos, pero también deja establecida una llamada de atención para saber aprovechar correctamente esta aparente oportunidad. Y dice así:
«Por décadas, los valientes que han decidido entregar su vida de lleno al mundo de la música, han tenido que librar aguerridas batallas sociales, culturales y comerciales, intentando romper desde su raíz obstáculos y barreras históricas que solo pretendían impedir que el hombre, a través del idioma de la música, pudiera expresar su universalidad. De ahí que muchos digan que la música es la voz universal del alma y el espíritu más vivo de nuestros pueblos.
»Hoy en día, existen muchos géneros, estilos y ritmos de música distribuidos por el mundo, pero existe solo uno que ha sido agrupado bajo un mismo concepto: el que se ha dado a conocer en los Estados Unidos como «Latin Music». Dicho concepto no solo abarca la gran diversidad de música diseminada por todos los países del mundo donde se habla Español sino que también representa el intercambio de sus diferentes identidades culturales, dando como resultado ser el movimiento musical más vital en los principios de este Nuevo siglo. La música latina integra tanto la riqueza artística como el impresionante legado de costumbres y tradiciones musicales de los pueblos Hispano Americanos.
»Aquellos latinos que vivimos dentro y fuera de los Estados Unidos, hemos podido comprobar que, por lo menos en los últimos treinta años, no habíamos tenido la oportunidad que tenemos ahora, la de que la música interpretada en Español sea reconocida a nivel internacional.
»Ahora que finalmente los latinos relacionados al mundo de la música estamos disfrutando de este justo y merecido reconocimiento, ha llegado el momento de integrarnos como una misma comunidad y celebrar este hecho histórico enalteciendo nuestro talento y dejando solamente a nuestra música ser la expresión más sincera de nuestra gran cultura. En otras palabras, dejémosle ser sólo a nuestra música y a nuestro idioma las encargadas de expresar nuestro agradecimiento y de formar la base para más y aún mejores oportunidades».
Siempre existirán nuevas oportunidades para restablecer el interés en favor de lo nuestro, debido especialmente, a la riqueza y a la gran diversidad de todas de las expresiones culturales de cada uno de nuestros pueblos.
Éste, el actual, es un buen momento para recapacitar. Ésta también es una excelente oportunidad para tratar de hacer lo que hacían los amigos toltecas hace mucho tiempo: ponerse de acuerdo para lograr que aquellos que no hablaban su idioma, entendieran la esencia de lo que decían y cómo lo decían por sobre todas las cosas.
Hemos tenido la suerte de hablar español. Hemos sido afortunados de que nuestra música sea tan diversa, tan profunda y tan bella. Debemos seguir adoptando la responsabilidad de cuidar celosamente y aprovechar prudentemente cada oportunidad que se le presente a nuestro idioma para brillar más.
El matrimonio de nuestro idioma con nuestra música es indestructible, poderoso y singular. Nos corresponde a todos los que lo hablamos y a todos los que la disfrutamos mantenernos en estado de unidad para garantizar su eternidad.