La puesta en marcha de la Biblioteca Digital ha sacudido de forma profunda y permanente a la Biblioteca Nacional, casa del patrimonio hemerográfico y bibliográfico de Colombia y cabeza de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, compuesta por 1406 bibliotecas a lo largo y ancho del territorio. Hacer la Biblioteca Digital nos ha obligado a poner en diálogo las distintas áreas de la biblioteca, establecer alianzas con otras bibliotecas, generar lazos de confianza con coleccionistas privados, definir estándares que garanticen la interoperabilidad de los recursos, participar en proyectos internacionales y experimentar nuevos desarrollos. En breve, la Biblioteca Digital le ha permitido a la Biblioteca Nacional recobrar su relevancia en el panorama nacional e internacional y evaluar de forma muy profunda su rol en el futuro.
Si bien el camino hacia el acceso abierto de la información se inició en 1999, cuando se traslada el catálogo de fichas al catálogo automatizado, el punto de partida para la digitalización se dio diez años después con recursos del Ministerio de Educación. En una labor conjunta por poner los principales fondos del periodo de la Independencia al servicio de estudiantes e investigadores, se digitalizaron los fondos más importantes de ese periodo, y se pusieron al servicio del público a través de nuestro catálogo y en nuestro portal por medio de una serie de exposiciones virtuales realizadas por historiadores y dirigida a un público no especializado.
Desde entonces, la Biblioteca Digital de la Biblioteca Nacional ha adoptado un modelo que combina la digitalización masiva con una labor editorial selectiva que busca crear nuevas audiencias y generar nuevas colecciones y servicios a partir del material digitalizado. Quizá esta cita, tomada del Virginia Tech Institute, ilustre mejor el principio rector de la Biblioteca Digital de la Biblioteca Nacional:
Una biblioteca digital no se resume en una colección digitalizada y en herramienta de gestión de la información. Es también un conjunto de actividades que ponen en relación las colecciones, los servicios y los usuarios a todo lo largo del ciclo de creación, difusión, uso y conservación de datos, información y conocimientos.
Hoy, la Biblioteca tiene al servicio del público aproximadamente 4.200.000 páginas digitales que equivalen a más o menos 35.000 títulos disponibles en el catálogo. En el portal web, se encuentran también 18 exposiciones virtuales, 15 reseñas de tesoros bibliográficos, 3 libros interactivos para tabletas, una mapoteca digital con más de 150 mapas descritos por especialistas, un archivo de partituras, un mapa de cartografías musicales de la nación, y colecciones de prensa, videoarte y literatura que permiten desplegar selecciones temáticas tomadas de nuestros fondos y de fondos provenientes de otras instituciones y de archivos particulares. Adicionalmente, el uso de estrictos estándares técnicos de digitalización y de catalogación nos ha permitido participar en proyectos internacionales tales como Old Maps Online, Portal Iberoamericano del Patrimonio y World Digital Library.
El criterio inicial para la digitalización fue el de proteger nuestros principales fondos históricos, particularmente aquellos de gran uso y que están en riesgo de deterioro. Obviamente, y en tanto la legislación no nos permita hacerlo de otra manera, nuestro trabajo se ha concentrado en las obras que están en dominio público, es decir, aquellas cuyos autores hayan fallecido hace más de ochenta años. Un tercer criterio, que debería constituirse en política nacional, es el de hacer acuerdos entre instituciones de manera que no se dupliquen las tareas. Nuestro trabajo también se rige por las siguientes directrices:
Nuestra Biblioteca Digital pone un especial énfasis sobre la investigación y la generación de nuevos contenidos que amplíen el conocimiento de nuestras colecciones y las integre a otras. Muchas entidades conservan documentos y material bibliográfico de interés sobre la vida cultural, social o política del país o sobre personajes colombianos en colecciones sin catalogar y cerradas al público general. Hemos visto entonces la importancia de establecer convenios para la catalogación, digitalización y acceso a ese material, lo que nos permite, además, unificar colecciones así sea de manera virtual y ponerlas al alcance del público. Un trabajo muy fructífero ha sido el desarrollado con el Instituto Caro y Cuervo y con la Academia Colombiana de la lengua para catalogar y sacar a la luz documentos de Rufino José Cuervo y de Rafael Pombo.
La Biblioteca Digital también ha permitido capturar nuevas audiencias. Si bien la digitalización masiva facilita la labor a investigadores que tradicionalmente consultan nuestras colecciones, la elaboración de productos subsidiarios a partir de la digitalización permite llegar con nuevos formatos y nuevas propuestas a nuevos públicos. Tal fue el espíritu que animó, por ejemplo, la digitalización de la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana y de otros folletos, revistas y documentos que dan cuenta de la historia contemporánea de la Biblioteca Nacional de Colombia. En el primer mes de lanzamiento de la aplicación para tabletas iPad se hicieron alrededor de 8000 descargas, de las cuales la mitad venía de fuera del país.
El interés por ampliar públicos, por crear redes de trabajo y circulación de contenidos y por usar los adelantos tecnológicos para poner a disposición de los usuarios los materiales que conservamos, nos ha llevado a crear un laboratorio para el desarrollo del conocimiento y la experimentación con las tecnologías. Así nació el Laboratorio Digital de la Biblioteca Nacional, un espacio mixto ubicado en el primer piso de la Biblioteca Nacional, orientado a impulsar pensamiento y formación en el uso de tecnologías para la producción y diseminación del conocimiento y la creatividad. Este laboratorio funge simultáneamente como sala de formación, sala de informática, aula y espacio de desarrollo digital. Este año, el proyecto bandera del laboratorio fue el desarrollo experimental de libros interactivos para tabletas Android y iPad orientados a fomentar la lectura. A la fecha, se han publicado tres títulos, tres más están en camino, y se han realizado nueve talleres experimentales de lectura digital con niños y jóvenes con estos mismos libros. Igualmente, y en consonancia con el espíritu formativo del Laboratorio, se realizó la Semana del Libro Digital, un evento dirigido a editores y diseñadores. Contamos con la asistencia de 287 personas durante toda la semana, el número de visitas a la página web se duplicó y logramos iniciar con el sector editorial y el de bibliotecas un diálogo en torno a la presencia, compra, uso y préstamo del libro digital en bibliotecas públicas.
La Biblioteca Digital no habría sido posible sin el generoso aporte del Gobierno de Corea del Sur ni sin cambios en los rubros y presupuestos de la institución para dar continuidad al proyecto digital. A principios del año 2011, se inauguró el taller de digitalización dotado con equipos de última tecnología. A su vez, un equipo conjunto de coreanos y personal de la Biblioteca definió la hoja de ruta que seguir para la construcción de la Biblioteca Nacional Digital. Esta hoja de ruta reúne un conjunto de acciones basadas en parámetros técnicos y de estandarización, y propone un modelo de gestión que contempla tres estrategias: digitalización de documentos, arquitectura de información y diseminación de la información en formato abierto. El seguimiento de esta hoja de ruta, además de una inversión importante en la modernización tecnológica, nos ha permitido contar hoy con una biblioteca digital, que llega a un público mucho más amplio y nos abre el camino hacia la intercomunicación con otras redes de información nacionales y mundiales.
El tamaño de la tarea y de los recursos asociados a ella, los rápidos desarrollos tecnológicos, las formas novedosas e inéditas de interactuar en la red y las trabas legales para el acceso y uso de los materiales digitales, hacen que sea necesario crear frentes comunes de investigación, trabajo y negociación. En este sentido, iniciamos una serie de acercamientos entre cuatro entidades: la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Luis Ángel Arango, la Universidad Nacional y la Biblioteca Piloto de Medellín, para desarrollar un piloto de Colombiae, un Portal Digital del Patrimonio Bibliográfico Colombiano, que esperamos nos permita diseñar modelos eficientes de cooperación.
Por otra parte, hemos iniciado distintos proyectos y alianzas que permitan compartir registros y contenidos. Una primera acción en este sentido fue la puesta en marcha del Catálogo Nacional del Patrimonio Bibliográfico con el fin de ir reuniendo en una sola base de datos los registros de las distintas colecciones y fondos patrimoniales colombianos para facilitar su consulta y ubicación y para avanzar en la elaboración de la bibliografía colombiana. Hasta el momento se han integrado a este catálogo 17 bibliotecas, entre públicas, privadas, religiosas y universitarias. Un dato significativo es que un 68 % de los registros incluidos en este catálogo no estaban en la base de datos de la Biblioteca Nacional.
Así como la Biblioteca Digital ha obligado a que la Biblioteca Nacional se transforme, la continuidad de la misma requiere enfrentar retos tecnológicos y económicos de gran envergadura que ponen a prueba la capacidad de aprendizaje y transformación de la institución. Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos es la recuperación, conservación y acceso a documentos nacidos digitales. Hacerlo conlleva implicaciones técnicas, tecnológicas, legales y financieras de gran calado. Por esta razón hemos iniciado una serie de estudios y acciones orientadas a diseñar una política y prepararnos para dar inicio, si no al acceso, al menos a la recuperación y almacenamiento de este material. Con este fin establecimos cuatro líneas de trabajo que avanzan de manera paralela:
A estas acciones se suma la pregunta sobre la preservación digital a largo plazo, pregunta en la que no estamos solos. Hoy en día en el mundo no existen certezas de cómo, por ejemplo, se consultará un objeto digital en 100 años. Este tipo de retos tecnológicos plantean la necesidad de estar cada vez más abiertos a la investigación y establecer alianzas con entidades internacionales y universidades locales que pongan sus conocimientos y su capacidad de innovación al servicio de la memoria del pasado y su preservación en el tiempo para las generaciones futuras.