La educación, la convivencia y los lenguajes de la vida Leonardo Garnier Rímolo

Soy hombre, he nacido, / tengo piel y esperanza. / Yo exijo, por lo tanto, / que me dejen usarlas. // No soy dios: soy un hombre / (como decir un alga). / Pero exijo calor en mis raíces, / almuerzo en mis entrañas. / No pido eternidades / llenas de estrellas blancas. / Pido ternura, cena, / silencio, pan, casa… // Soy hombre, es decir, / animal con palabras. / Y exijo, por lo tanto, que me dejen usarlas.

Jorge Debravo («Hombre»).

«Soy hombre, es decir, animal con palabras». Difícil encontrar una mejor introducción para hablar, precisamente, del lenguaje y la educación. Y del poema completo surge también la respuesta a la pregunta esencial que nos hacemos: «¿Para qué educamos?». La respuesta más simple y probablemente la más completa es que educamos para la vida, educamos para la convivencia. Y la convivencia se asienta, fundamentalmente, sobre las palabras, sobre el lenguaje.

Como bien dijo Octavio Paz en el primero de estos congresos, «los hombres somos hijos de la palabra, ella es nuestra creación; también es nuestra creadora, sin ella no seríamos hombres», de ahí que la vida de cada hombre es un largo y doble aprendizaje de lo que Paz llama «el arte de la convivencia humana: saber decir y saber escuchar».1

Si bien para cada niño, para cada niña, el desarrollo del lenguaje oral es un proceso que comienza desde el nacimiento y se da en forma bastante natural mediante el mero ejercicio de la palabra hablada, no ocurre lo mismo con el lenguaje escrito. Al igual que podemos aprender a cantar naturalmente, pero requerimos un proceso de aprendizaje sistemático para ser capaces de leer la notación musical, también requerimos un proceso sistemático de aprendizaje para acceder a los códigos y a la lógica del lenguaje escrito. Si a cantar se aprende cantando y a hablar se aprende escuchando y hablando, no se puede aprender a leer leyendo; ni a escribir escribiendo. También la sofisticación del lenguaje oral requiere de algo más que la práctica irreflexiva.

La escuela tiene la responsabilidad de desarrollar las competencias comunicativas orales y, sobre todo, escritas de los estudiantes, para que puedan afrontar con éxito los retos de la comunicación: ser capaces de entender realmente lo que escuchan y leen, y ser capaces de decir y escribir lo que realmente quieren decir o escribir. En otras palabras: ser capaces de comunicarse, ser dueños de su lenguaje… un lenguaje que, siguiendo a Paz, «nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad».2

Pero si bien el tema que hoy nos convoca es el lenguaje hablado y escrito y, más específicamente, el español (como lo llamamos en América) o el castellano, lo cierto es que, en este punto, bien haríamos en empezar hablando de «los lenguajes», así como en intentar comprender algo que se hace cada vez más evidente: la alfabetización del siglo xxi. Esta significa, necesariamente, algo más que aprender a leer, escribir o entender la aritmética básica; significa poder entender y expresarse en los símbolos de nuestro tiempo, en los diversos lenguajes en que nos comunicamos en todos los campos de la vida; en la ciencia y la tecnología, en la política, en el trabajo y el comercio, en el afecto y en el miedo, en el arte y la cultura.

Siguiendo esta premisa, en Costa Rica hemos realizado diversas reformas a lo largo de los últimos siete años que buscan, por un lado, que los estudiantes aprendan lo que es relevante y que lo aprendan bien y, por otro, que los estudiantes aprendan a vivir y a convivir.

Para ello, es preciso que niñas, niños y jóvenes adquieran y desarrollen el conocimiento, la sensibilidad y las competencias científicas; lógicas y matemáticas e históricas y sociales pero, sobre todo, que desarrollen los conocimientos, la sensibilidad y las competencias de la comunicación y el lenguaje en su sentido más amplio, indispensables para la vida y la convivencia.

Desde esta perspectiva, hemos trabajado para que nuestra política educativa tenga, como uno de sus elementos centrales, el aprendizaje de «los lenguajes»: el lenguaje oral y escrito, el lenguaje matemático, el lenguaje artístico, el lenguaje científico y el lenguaje afectivo. Es indispensable que el aprendizaje inicial de los niños gire alrededor de la adquisición de estos lenguajes de una manera más fluida y sistemática, como la base para todos sus futuros aprendizajes. Este ha sido el propósito detrás de las reformas que estamos planteando tanto en Educación Preescolar como en Educación Primaria y es a esas reformas a las que quiero referirme ahora, haciendo una breve referencia a varios de estos lenguajes y para concentrarme luego —como corresponde— en el lenguaje oral y escrito, en el español.

1. Los lenguajes

1.1 El lenguaje matemático

El lenguaje matemático es fundamental para el desarrollo cognitivo de nuestros niños y niñas. Sin embargo, tradicionalmente las matemáticas se han entendido, en casi todo el mundo, como algo difícil, árido, casi imposible. En razón de ello, hemos planteado una reforma en la enseñanza de las matemáticas que busca enfrentar una de las debilidades más grandes de nuestro sistema educativo. El aprendizaje de este lenguaje debe familiarizar al estudiante con las matemáticas, haciéndolas cercanas, agradables y emocionantes.

Así, de forma muy sintética, esta reforma busca, en primer lugar, lograr que a los estudiantes les gusten las matemáticas rompiendo el mito de que son áridas, feas, difíciles y, sobre todo, temibles. También, pretende invertir el proceso tradicional de enseñanza de las matemáticas, que partía siempre de lo abstracto, para promover procesos que partan de lo concreto, de lo familiar y cercano a los estudiantes, para llegar desde ahí a lo abstracto, al teorema, a la teoría. En tercer lugar, enfatizar un proceso de aprendizaje centrado en la resolución de problemas como instrumento de aprendizaje. No se trata de hacer ejercicios para obtener el resultado correcto, sino de trabajar en la resolución de problemas para entender, mediante la reflexión y la conceptualización, la lógica de los procesos. Como herramienta de contextualización se recurre a un uso frecuente de la historia de las matemáticas, de manera que los estudiantes comprendan el origen y la evolución de los conceptos y argumentos que están aprendiendo. En este proceso, la mediación pedagógica deviene fundamental. Para ello se proponen cinco procesos básicos: razonar y argumentar; plantear y resolver problemas; conectar y establecer relaciones; representar de diversas formas (gráficas, numéricas, simbólicas, tabulares, etc.) y, finalmente, comunicar y expresar ideas matemáticas formal y verbalmente.

1.2 El lenguaje artístico

Para la adquisición y ejercicio del lenguaje artístico, hemos reformado las asignaturas artísticas: Artes Plásticas y Música, así como la asignatura de Educación Física, centrándonos en cuatro objetivos fundamentales. En primer lugar, se trata de que los estudiantes aprendan a disfrutar el arte, a gozarlo, a experimentarlo como una vivencia placentera. En segundo lugar, se trata de que aprendan a apreciar el arte: a distinguir géneros y calidades, a saber qué les gusta y por qué, qué se considera de mayor o menor calidad artística y por qué (entendiendo que los cánones estéticos no son estáticos sino, por el contrario, dinámicos). De hecho, un elemento fundamental en este punto es el disfrute de la diversidad artística y el respeto por las nuevas formas artísticas. En tercer lugar, se trata de que entiendan el arte. Para empezar, que entiendan la técnica artística que corresponde a una determinada obra: hablamos de disciplinas que tienen sus reglas y su lógica. Luego, deben entender el contexto de la obra artística: el lugar y el momento que dieron origen a una obra y de alguna manera la marcaron. En últimas, deben entender al creador, al artista que a la postre, en ese contexto y con esa técnica, produjo la obra de arte que confronta a los estudiantes. Finalmente, disfrutar, apreciar y entender, solo tienen sentido si dan paso al último de los objetivos: que los estudiantes se expresen artísticamente, que sean capaces de utilizar el lenguaje del arte para manifestar sus ideas, sus emociones, sus sentimientos.

Es importante aclarar que no se trata de formar virtuosos o artistas, sino de que los estudiantes sean capaces de expresarse artísticamente, entendiendo que no solo existen las formas o lenguajes de comunicación que nos permiten transmitir ideas, conocimientos o argumentos, sino que es posible también transmitir afectos y emociones: más que de convencer o informar, el lenguaje artístico debe ser capaz de conmover.

1.3 El lenguaje científico

En el campo de la enseñanza de las ciencias, la principal reforma que hemos impulsado tiene que ver, precisamente, con el lenguaje y el método de la ciencia. Por mucho tiempo, la ciencia se ha enseñado en nuestras escuelas y colegios como un conjunto de conocimientos que representan los resultados de la investigación científica o, si se quiere, las respuestas que da, hasta hoy, la ciencia. Esto no solo provoca un aprendizaje memorístico de esas respuestas, sino un escaso manejo del lenguaje y el método de la ciencia. La reforma invierte este proceso para que la enseñanza de las ciencias no parta de las respuestas, sino de las preguntas: es a partir de un sinnúmero de preguntas que los estudiantes deben proceder a utilizar el lenguaje de las hipótesis y el método de la ciencia, para indagar, para investigar, para trabajar con sus compañeros y su docente, en búsqueda de esas respuestas siempre transitorias que da la ciencia. Es esta búsqueda razonada de explicaciones y la reflexión sobre los diversos eventos naturales y sociales que les inquietan o que se les propone, que los estudiantes logran aprender. El camino no va de la respuesta a la memorización, sino de la pregunta a la observación, a la clasificación, al planteamiento de posibles soluciones, a la exploración e investigación, al descubrimiento de posibles explicaciones y (algo fundamental) la adecuada comunicación de los resultados.

Esto permite que los estudiantes realicen actividades cercanas a sus vivencias, que no les resulten ajenas; que construyan sus propios aprendizajes; que confirmen o modifiquen sus preconceptos, sus esquemas previos de concepción del mundo, y que desarrollen la habilidad de argumentar, explicar y defender sus respuestas y observaciones.

1.4 Lenguaje afectivo

Respecto al lenguaje afectivo, lo primero ha sido ponerlo sobre el tapete como un tema educativo. El viejo argumento de que a vivir se aprende viviendo, de que a convivir se aprende a golpes… no es de recibo. No hay ningún aprendizaje más complejo, más difícil, que aprender a vivir con los demás. Es, por tanto, un aprendizaje que la escuela y el colegio deben asumir con la misma sistematicidad con que asumen el aprendizaje de las asignaturas académicas.

Extracurricularmente se ha trabajado mediante un conjunto diverso de actividades en las que la incorporación explícita de la convivencia ha sido exitosa. El Festival Estudiantil de las Artes y los Juegos Deportivos Estudiantiles, por dar dos ejemplos, han sido un terreno fértil para introducir el tema de la convivencia. Más formalmente, se desarrolla el «Programa Convivir» que, en escuelas y colegios, ha tenido una acogida que va más allá de nuestras expectativas iniciales. Y si bien el énfasis ha estado en la convivencia, este mismo programa incorpora protocolos para tratar las situaciones críticas, como el acoso y el bullying, la violencia sexual, las drogas, las armas, etc.

Curricularmente, se introdujo formalmente una lección de «afectividad y sexualidad» con un enfoque que trasciende la visión tradicional que (cuando no estaba ausente) se caracterizaba por centrarse en los temas de «salud sexual y reproductiva» y no en los temas de afectividad, de relaciones humanas, de poder, de disfrute, de diversidad, de respeto y apreciación por uno mismo, etc. Como en el caso del «Programa Convivir», la reacción de docentes y estudiantes ha sido ampliamente favorable y —más importante aún— la metodología de la lección de «afectividad y sexualidad» se suma a otro conjunto de reformas (en educación cívica, en artes plásticas, en música, etc.) para abrir espacios para la conversación, el diálogo, la argumentación y la reflexión colectiva, que empiezan a hacer una diferencia: gradualmente, estudiantes y docentes son capaces de comunicarse en este terreno difícil de los afectos, los miedos, las inseguridades… y la identidad.

2. El lenguaje oral y escrito: el español

Partiendo de la premisa de que el lenguaje es la base de las demás áreas del saber, hemos entendido que el aprendizaje del español es crítico. Sabemos, además, que ha sido una de las áreas débiles en la formación de nuestros estudiantes, como se refleja en la baja comprensión de lectura que caracteriza a nuestros jóvenes de quince años, evidente en los resultados de las pruebas PISA. En razón de ello, hemos planteado una serie de reformas en todos los niveles del sistema educativo que buscan un mejor aprendizaje del lenguaje oral y escrito.

2.1 Lógica en español

La primera de estas reformas fue la introducción de la enseñanza del pensamiento lógico en español: debemos aprender no solo las reglas de la gramática, sino también las reglas de la lógica para que nuestra comunicación mediante el lenguaje incluya la capacidad para discernir la validez de los argumentos y no solo su corrección o incorrección formal.

Nuestros estudiantes y profesionales pueden saber mucho del tema de su especialidad y estar al día en los más modernos descubrimientos y avances pero, a la hora de leer y analizar un texto, tienen enormes dificultades para identificar y valorar los pasos que conectan las distintas partes del argumento y el argumento mismo; y mayor es su dificultad cuando son ellos mismos los que tienen que realizar un razonamiento original, conectando correctamente sus premisas con sus conclusiones, sin saltos ilegítimos, sin contradicciones, sin falacias, sin vacíos y sin inconsistencias.

Por ello esta reforma busca que los estudiantes internalicen las reglas del pensamiento lógico, precisamente en la asignatura directamente relacionada con el aprendizaje del correcto uso del lenguaje, para así potenciar el uso creativo, riguroso y crítico del lenguaje como instrumento de argumentación. Buscamos que los estudiantes puedan mejorar su capacidad de expresarse en forma coherente y fluida; proponer argumentaciones válidas; analizar críticamente los mensajes recibidos; valorar el acuerdo y el desacuerdo en forma objetiva, tener una actitud creativa frente a los textos literarios mediante la utilización de nociones y técnicas propias de la lógica (teoría de la inferencia formal e informal).

Para motivar este interés por el pensamiento lógico se recurre a diversos instrumentos. Se aplican análisis lógicos de obras literarias leídas por los estudiantes (contradicción, tautología, proposición contingente, etc.). Se fomenta la actitud creativa, motivando a los estudiantes a que construyan sus propias narraciones en las que utilicen las distinciones de la lógica (oraciones-proposiciones, premisas-conclusión, validez-invalidez, argumentos-argumentación) y así ejerciten la capacidad de argüir convincentemente. También se utilizan textos sencillos y breves (poemas, anécdotas, artículos de periódicos, cuentos, chistes, acertijos, paradojas, partes de obras literarias, etc.), en los que los argumentos estén al alcance de los estudiantes y se procede luego a analizar la argumentación, esquematizar el argumento y probar su invalidez o validez, o su poder de persuasión en el caso de textos donde sea muy difícil encontrar premisas y conclusiones.

Un punto fundamental de esta reforma es el cambio que trae consigo en la evaluación. No podemos hacer pruebas memorísticas si estamos evaluando lógica. Los estudiantes deben aprender a razonar y a pensar.

2.2 Piensa en Arte

En esta misma línea, hemos incluido en la asignatura de Español la aplicación de la metodología «Piensa en Arte», que pretende estimular el pensamiento crítico y la capacidad argumentativa de los estudiantes a través de la observación y discusión de obras de arte.

El programa «Piensa en Arte» nace a partir de la experiencia de la Fundación Cisneros en la aplicación del modelo del «Visual Thinking Curriculum» creado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York y evaluado por el «Project Zero» de la Universidad de Harvard.

El programa se aplica como parte del programa de español en tanto que es una estrategia metodológica para desarrollar las habilidades lingüísticas y sociales de los estudiantes. A partir de la observación de obras de arte mundiales (tales como las de Picasso, Frida Kahlo, Matisse, Monet, etc.) y nacionales (por ejemplo las de Max Jiménez, Francisco Amighetti, Fernando Carballo, Leda Astorga, etc.), se espera que los estudiantes aprendan a elaborar argumentos basados en la observación de elementos visuales específicos. El ejercicio les obliga a analizar los detalles de las obras y a razonar una respuesta, pero también a expresarse verbalmente en público y a defender su punto de vista. No se trata de respuestas correctas o incorrectas, sino de fundamentar los puntos de vista con evidencias visuales. Además de pinturas y esculturas, también se incluyen textos.

Con el programa se pretende lograr que el estudiantado desarrolle habilidades como la descripción (¿qué podés observar en la imagen?), la asociación (¿cómo interactúan los personajes, cosas o elementos en la imagen?), la correlación (¿has visto algo así en tu comunidad?), la lógica (¿Qué pudo haber pasado antes o después?), la narrativa (¿qué creés que está pasando ahí?), entre otras. Asimismo, durante el proceso el estudiantado adquiere otras competencias como aprender a escuchar, a respetar el orden de la palabra; el empoderamiento («yo puedo expresar mis opiniones») y el respeto a otras opiniones, la integración de pensamientos, la ampliación de vocabulario, etc.

2.3 Lectoescritura

Más recientemente, hemos realizado una transformación del programa de Español de Primer Ciclo de Primaria, especialmente en lo que respecta al aprendizaje de la lectoescritura.

Nuestros estudiantes no saben leer ni escribir bien. Lo vemos en las pruebas diagnósticas de sexto y noveno año; lo vemos cuando llegan a las universidades y lo vemos en los resultados de las pruebas PISA: apenas una quinta parte de nuestros estudiantes de sexto grado poseen las habilidades lingüísticas esperadas para su nivel; el 67 % de nuestros jóvenes posee apenas un dominio básico de lectura y, además, muestran dificultades para responder preguntas que requieran mayor análisis e interpretación. Sin duda, una de las áreas críticas de nuestra educación es la del español. Para ello hicimos una transformación radical de los programas de primer ciclo (con la próxima presentación de segundo ciclo) con énfasis en lectoescritura. ¿En qué consiste la reforma?

Los avances de la neurociencia nos han demostrado que el aprender a leer y escribir es un proceso cerebral complejo que debe enseñar a nuestro cerebro a integrar distintas regiones que ya han sido desarrolladas en la infancia; además nos ha enseñado que este proceso varía notablemente de un niño a otro y que requiere —por lo menos— de dos años para ser desarrollado exitosamente. Asimismo, los avances de la neurociencia refuerzan la importancia de algo que en principio pareciera muy simple y sensato, pero que en Costa Rica no estamos haciendo sistemáticamente —o no del todo— en las aulas: ayudar a los alumnos a desarrollar su conciencia fonológica.

Esto, que suena algo complejo, parece correcto intuitivamente: todos los niños saben hablar y saben oír, tienen un manejo oral del lenguaje. Aún más, como los seres humanos hemos estado hablando durante miles de años, parecen haberse dado cambios genéticos que han desarrollado la capacidad cerebral para comprender y procesar el lenguaje hablado. Así tenemos que, desde muy pequeños, los niños manejan oralmente el lenguaje materno, incluida buena parte de la gramática. Pero, por el contrario, leer y escribir no constituyen una habilidad natural que se pueda aprender, también, en forma «natural». La lectoescritura es un fenómeno relativamente nuevo en el desarrollo cerebral del ser humano, es un producto de la cultura que, como tal, debe ser enseñado y aprendido en forma sistemática.

Por ello cuando se aprende a leer es vital que el niño comprenda la conexión entre el lenguaje oral que ya conoce y el lenguaje escrito que está aprendiendo, que tiene reglas sistemáticas de codificación y organización que van más allá del lenguaje oral. Para esto debe vincular los sonidos que ya reconoce naturalmente con su representación gráfica. Esto es básicamente que tome conciencia de que el lenguaje está compuesto de unidades: oraciones, luego palabras, luego sílabas, hasta llegar a su componente más pequeño que son los sonidos individuales, llamados fonemas, y que estos son representados en el lenguaje escrito mediante dibujos o símbolos, que son los grafemas. Una vez que las niñas y niños aprenden estos pasos iniciales, las investigaciones más recientes muestran que la decodificación será más fácil con el método de lectura utilizado por el docente.

Otra innovación del programa es entender que el aprendizaje de la lectoescritura es un proceso continuo que debe ajustarse al avance y ritmo de aprendizaje de cada estudiante; así, una de sus más novedosas características es la de integrar el primero y segundo año como una sola unidad o proceso de aprendizaje y evaluación.

2.4 La literatura como arte: el placer de leer

Finalmente, hemos realizado esfuerzos para promover el placer de la lectura y la escritura, entendiendo la literatura como un arte. Tal y como lo dijimos para artes plásticas y música, queremos que en literatura, los estudiantes estén en la capacidad y disposición de disfrutar, apreciar y entender la literatura, además de que puedan expresar su sentir y su pensar por medio de las letras.

Por ejemplo, la reforma de Español de Primer Ciclo busca valorizar desde la infancia la literatura como un recurso para el disfrute y el desarrollo de la creatividad; esto es, que se comprenda la literatura como un arte en sí mismo y que por consiguiente está cargado de sentido, emotividad y ficción.

Asimismo, como parte de este esfuerzo, se ha modificado la lista de lecturas obligatorias tanto para educación primaria como para educación secundaria, de manera que ahora la lista sea mucho más amplia y se pueda elegir, dentro de ella, qué lecturas hacer. Esta modificación se planteó como parte de un proceso más amplio de promoción y estímulo de la lectura, para fomentar una actitud crítica y creativa del estudiante frente a los textos literarios y para contribuir al mejoramiento de la capacidad de comprensión lectora, así como a las destrezas y el gusto por expresarse adecuadamente en forma oral y escrita. El objetivo es lograr que el joven se acerque al hecho literario con placer, para comprenderlo e interpretarlo, tomando en cuenta sus intereses individuales, su identidad, sus conocimientos y su contexto.

A su vez, la aplicación de la lista modificada de lecturas obligatorias ha permitido generar un cambio en la manera de evaluación de la literatura ya que, al poder escoger las lecturas, los estudiantes llegarán a la prueba de bachillerato con distintos textos leídos. Este paso nos obligó a avanzar desde las tradicionales preguntas memorísticas sobre los textos literarios a preguntas más generales e inteligentes relacionadas, por ejemplo, con las características de los principales personajes de la obra leída, sus dilemas éticos o, en general, temas relativos a la comprensión de la obra.

3. El lenguaje (la lectura, la escritura, la comunicación) son parte de nuestra identidad

Estos cambios nacen de la idea de que leer y, sobre todo, escribir son formas importantes de desarrollar nuestra identidad y de comunicarnos con los demás. Somos lenguaje pues, como diría Lledó, este no es otra cosa que un universo ético que configura los ideales, los sueños y las utopías. Así, el lenguaje se convierte en una herramienta básica para cualquier proceso educativo, cuyo tema de fondo esencial es la identidad o, más exactamente, los procesos individuales y sociales de construcción de nuestra identidad con base en la capacidad de argumentar, de dialogar, de simpatizar, de discrepar… y de lograr expresar eso que somos: «la síntesis de lo diverso».

Quiero terminar con una cita de Emilio Lledó, de su intervención en el V Congreso Internacional de la Lengua Española: «El lenguaje no es sólo un medio de comunicación: es un mundo por conquistar cada día a la luz de ese ideal ético que convierte a la existencia humana, a pesar de todas las violencias y adversidades, en una empresa gozosa, en un asombroso destino. […] La educación en ese lenguaje que nos constituye puede servirnos para iluminar la realidad, para vivir, para llegar a ser, para alcanzar el “deber ser”…».3

Bibliografía

Notas