Poesía de las lenguas originarias Liliana Ancalao
Poeta (Argentina)

Voy a leer un fragmento de un ensayo que escribí en el año 2010, para darle un marco a mis poemas. Se llama «El idioma silenciado» y explica por qué un idioma como el mapuzungun que tenía una vitalidad tan plena, como tiene hoy el castellano, necesita ser revitalizado en la actualidad.
Los supervivientes del genocidio, que la historia oficial argentina llama «conquista del desierto» y la historia oficial chilena llama «pacificación de la Araucanía», llegaron a los espacios asignados por el Estado. Allí nacieron nuestros abuelos. Asistieron a las escuelas rurales y se hicieron bilingües a la fuerza, aprendiendo el castellano.

Leo:

Pero al interior de nuestro pueblo la política del avergonzamiento hizo estragos. El mapuzungun pasó a ser un estigma, la marca de inferioridad de quienes ingresaban forzadamente al sistema capitalista, como mano de obra barata.

Tal vez fue una decisión de los ancianos el dejar de enseñarlo. ¿Pudieron reunirse? ¿Pudieron conversar en mapuzungun sobre el futuro? O simplemente callaron. Evaluaron que sus conocimientos ya no servirían, que los nuevos brotes podrían manejarse mejor sin ellos, en este nuevo mundo, siempre amenazante, siempre señalando, siempre acusando, siempre sonriendo.

El mapuzungun fue el idioma de la conversación de los ancianos, el idioma para convocar a las fuerzas en la intimidad del amanecer. El idioma para guardar. Para callar.

La ciudad fue una posibilidad laboral y una posibilidad de estudio para los brotes. Se vinieron nuestros padres monolingües, sin ngillatun, sin mapuzungun. A cambiar el ciclo natural del tiempo por horarios de trabajo y calendario escolar.

Y nosotros ingresamos a la escuela del barrio, portando rostros y apellidos, sin idioma del cual avergonzarnos, con el castellano como primera y única lengua. Sin historia, sin memoria.

Hablo de Puel Mapu y de la historia de mi familia que es la historia de muchas familias y que explica la pérdida de nuestro idioma como primera lengua, en la mayoría de mi generación. Hablo de una lengua milenaria y la ignorancia de los hombres que proyectaron un país sobre un territorio pleno de nombres, fuerzas y significados; silenciándolo. Hablo de lo que nos perdimos. Todos.

Todos los que nacimos sin saber el nombre de cada planta, cada piedra y cada pájaro de esta tierra.

Yo desperté en el medio de un lago, a boqueadas intenté decir gracias y no supe las palabras. No me habían sido dadas. Encontré en la poesía en «castilla» la posibilidad de expresar algo de la profundidad que me inundaba. Y la nostalgia de dios, es decir, de una cosmovisión, me llevó por el camino a recuperar su idioma.

Cuando se cumplieron los 500 años del desencuentro, empezamos a aparecer de entre las matas y cada vez fuimos más regresando a nuestro origen. Haciéndonos visibles. Mapuche ta iñche fuimos diciendo para reconocernos y reparar un poco el daño que nos hicieron.

Leo una parte en mapuzungun y todo el poema en castellano:

feichi lali mulen ñi nontual katrutuleufun

feichi lali mülen ñi nontual katrütuleufün
chem trewa ngiyulaenew, nielan trewa
trongli trewa nümüalu ñi llükanten
amuay ina inche

kushe müleay nontuwe mew
eluafiñ epu llanka
ñi nontuaetew
ti pu kura folilentuel
ñi kütikun mew
ñi pütra mew
ifümüchikekura kutranpiwkelelu
wirarün pepi wirarünoel
feichi ñi pu nge yifüingu
ka inche koilatufun ñi mongen                                            

Cuando me muera deberé cruzar el río

“Disparen nomás, estoy      
acostumbrado a morir

(de un relato oral)

cuando me muera deberé cruzar el río
qué perro hará de guía si no tengo
un perro flaco que olerá mi cobardía
irá a mi lado

y estará la vieja en la balsa
le entregaré dos llankas
para que me cruce
las piedras arrancadas de cuajo
de mi garganta
de mi estómago
crecidas en los dolores
en los gritos que no pude gritar
cuando se agrandaban mis ojos
y hacía que vivía

entregaré esas piedras
y no habrá más
seguro lágrimas
porque no pude encontrarle el secreto a esta vida
porque me fui
detrás de los fantasmas
buscando tramas
y arañas
y cántaros
y hojas

¿reconocerá la vieja su valor?

subiremos con mi perro
la balsa se deslizará en la tarde
hacia el oeste

arribaremos
y tiene que estar allí mi hermana menor
tiene que estar
no puede ser la muerte una nada para un pájaro
para quien ha pintado con pinceles el fuego

ella tendrá cicatrices visibles en los ojos
sus ojos más certeros aún
hurgarán en mí
hasta sacarme las espinas
me dibujará el rostro con sus dedos
una huella de choique
arderá el fuego sobre piedras azules
comeremos corazones palpitantes
y mi hermana pintará un kultrun en el aire
con la sangre

después no sabré
si soy un caballo
o un resuello
si es el viento una trutuka

y saldremos galopando
a desparramar las estrellas del río
y en el movimiento circular
sabré de una vez
qué es ser un guerrero que corre libre hacia la muerte
qué visiones lo ardían

regresaremos al mallín
y habrá la gente alrededor del fuego
las ollas tiznadas y la luna
y cada hoja de los álamos brillando

entonces me recordaré
de ellos tan lejos
y moriré de nuevo

de los barrios planes de vivienda
creciendo en vértigo
en la ciudad con horizonte
las bolsas de nylon y las estrellas allí
entre los cables del alumbrado público.

kiñe búfalo pu ko

küpa ngeafun kiñe zomobúfalo
Platte füta leufu ñi karumapu mew 
lefentulelu matu

nüaenew chi pu weichafe pawnee

tranün
allkualu kiñechi rupa
ñi ül ina mew
ñi ekun

lan wifpire mew
ilelkafiñ pawnee ñi pichikeche
eñumngefiñ

welu walung müten
kishulen
fochofiñ iñche ñi pu namun
pu pichileufü Leleke pingey

chi feleko witruy pu kura mew
walwali chingküzeleyew ñi palipali

kupa mulen faw

búfalo en el agua

yo quería ser una de los búfalos
en las praderas del gran río Platte escapando en estampida

que me cazaran los guerreros pawnee

caer
para escuchar una sola vez
su canto de cerca
y su respeto

morir en la nieve
extensa
alimentar a sus pequeños
abrigarlos

pero sólo en el verano
sola
remojo mis patas en el arroyo Leleke

el agua  corre entera entre las piedras,
con su murmullo redondea mis tobillos

quiero quedarme aquí

buscar el hondo
hundir entre burbujas este pelo grasiento
que el agua helada penetre las raíces
las aligere

mis pezuñas
se hunden suave en esta orilla
arranco hierba
la rumio

miro lejos

quién habrá dejado esos zapatos
y esa ropa
como esperando
junto al alambrado.

pu zomo engu mawün

fey chi pichikezomongeiñ amuiñ
montulngeiñ lepün mew                                                    
antü inantükueiñ mew kawellutu
welu küyen elürpaeiñ mew ñi pu ko nepeiñ mew
tüfey pun peiñ kiñe lom metawe, llawe pelaiñ

pu machikimelpeyel
llegiñ, feley, mülum mew
pepikawküleiñ, pu wampu ñi leliael ñamkülelu
ngenoshumelkezomo chiway mew
mawünwünn mew tapülfüna iñ kug
witrañpramlu wenu mew

Las mujeres y la lluvia

cuando niñas vamos sueltas por el patio
y el sol nos persigue de a caballo
pero la luna implacable nos va dejando sus mareas
hasta que nos desvela
y esa noche  encontramos
un cántaro
en lugar de la cintura                                                    

aprendices de machi las mujeres
nacemos así al rocío
listas para mirar los barcos que se pierden
descalzas a la neblina antes de que amanezca
nervaduras de lluvia nuestras manos
levantadas al cielo

te salpicará el amor
parirás sin amarras
y recibirás con ojos arrasados
la visita intermitente de la risa
permanecerá la llovizna en tu vientre
porque no te atreverás a ser la madre
de todos los desamparos
que andan por la calle

caudal desubicado te desarmará
en pájaros que no saben hablar
a borbotones no podrás decir
lo que quisieras
mejor dejarlo que se derrame despacio
decir
permiso tengo lluvia y alejarse
a una altura al mar al cielo
hasta que vuelvan a apretarse los musgos
en las profundidades

yo conozco mujeres que nunca se alejan
le abren la compuerta a sus gorriones
y lloran
enjuagan el trapo mojado lo estrujan
limpian con él la tabla
pican cebollas
igual hacen las camas
barren la casa peinan a los chicos
igual lavan
dónde aprendieron

hay otras que se pasan la vida  domesticando
a sus pájaros
porque no quieren que irrumpan sin aviso
y los beba el enemigo
guardan su sangre su ausencia quietos en el fondo
y apuntan con palabras nítidas de cuarzo
que van a dar al blanco

yo a las palabras las pienso
y las rescato del moho que me enturbia
cada vez puedo salvar menos
y las protejo
son la leña prendida de atahualpa
que quisiera entregar a esas mujeres
las derramadas las que atajan sus pájaros

una vez en febrero yo estaba ahí
en el campo
y se llovía todo
parecía la furia de cai cai sobre nosotros
el agua estaba helada
las ancianas prosiguieron el ritual
y tuve que quedarme

hasta cuándo aguantaremos
pará la lluvia dios es demasiada
no la bebe la tierra se atraganta
y somos casi nada
trazos de tiza borrados por el agua

después de unos siglos el sol abrió las nubes
la voz gastada de meridiana epulef
levantó el taill del cauelo

pensé que dios podía ser ese arco iris
o los caballos en fila
moro zaino pangaré tostado bayo
saludando al horizonte despejado

huele tan bien la tierra después del aguacero.