La situación del español en los EE. UU. —y su relativo poco uso en las segundas o terceras generaciones de hispanohablantes— provoca inquietudes y, sobre todo, invita a hacer algo al respecto.
Esto movió a la Fundación Solidaridad Mexicano-Americana a emprender la aventura de producir un curso como el que ahora comentamos.
La aventura empezó cuando nos pidieron que hiciéramos un curso que sería emitido por televisión, y del cual también se distribuirían copias en vídeo, junto con el libro de ejercicios que los complementaría. El curso, además, debería ser autodidáctico, y tendría que ser comprendido incluso por personas que no tuvieran nivel universitario. Por si esto fuera poco, la idea —o mejor, la orden— que nos dieron fue que no pareciera curso, pues deberíamos lograr que la gente no quisiera cambiar de canal.
Aparte de estas condiciones, era una gran oportunidad para enfrentar la problemática lingüística de los descendientes de mexicanos, y de hispanohablantes en general. A la vez, el curso podría servir no sólo para ellos, sino también para cualquier alumno avanzado de español. La situación de este tipo de alumnos se parece, aunque tengan diferentes lenguas maternas. Esta problemática es la que enfrentan diariamente en sus clases los profesores de español para extranjeros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pues a las aulas llegan no sólo estudiantes de los Estados Unidos —no todos descendientes de hispanohablantes—, sino de países tan diferentes lingüísticamente como Japón o China.
La oportunidad, además, estaba en la posibilidad de usar vídeos, que son muy adecuados para un curso de lengua. Como todos sabemos, la adquisición natural de una lengua, materna o segunda, ocurre en una situación de interacción en la que, además de escuchar y hablar, nos ubicamos en un escenario. Así vemos todo lo que ocurre alrededor y tenemos apoyo en muchos aspectos extralingüísticos que permiten comprender adecuadamente las palabras y su uso en diferentes situaciones sociales.
El vídeo posibilita abarcar esto. Además, el vídeo permite ubicar la lengua en un entorno cultural determinado, el mexicano en nuestro caso. De esta manera es posible mostrar diferentes situaciones comunicativas y diversos tipos de relaciones sociales: quién dice qué, a quién y dónde.
A partir de las ideas —y condiciones— antes comentadas, vimos un buen número de cursos de idiomas mediante vídeos. A continuación discutimos varios formatos de programas para la serie: pensamos que podría hacerse al estilo de Plaza Sésamo, pero lo descartamos porque no conseguimos al productor adecuado. Se nos ocurrió que el actor principal soñaba y así viajaba a México y se metía en diferentes situaciones, pero tampoco funcionó. Finalmente se nos ocurrió algo que se antojaba obvio.
Los patrocinadores pedían que en los programas hubiera emoción, misterio, romance, besos y conflictos. La idea, por lo tanto, encajaba en la definición de una telenovela. Así se tomó la decisión: la serie de programas tendría ese formato. Además, la telenovela iba a ser producida por una compañía con gran experiencia en el género.1
Aprovechamos la oportunidad y pedimos que se incluyeran en cada episodio segmentos de otras telenovelas que ya habían sido transmitidas. Así podríamos ejemplificar las situaciones y las funciones comunicativas del curso una vez más, con actores muy conocidos. Esto aseguraba, si no el éxito del curso, sí el de la telenovela.2
El equipo que empezó a planear el curso constaba del director del proyecto,3 un asesor especial4 y un grupo de lingüistas. Dentro del grupo de lingüistas del que formábamos parte había dos profesoras dedicadas a la enseñanza del español a extranjeros.5 Dos más eran especialistas en la enseñanza de lenguas extranjeras a hispanohablantes.6
Nuestra tarea principal fue decidir qué contenidos lingüísticos teníamos que incluir. En la selección de los contenidos nos basamos, sobre todo, en la experiencia de muchos años de las profesoras del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE, UNAM). Ellas sabían muy bien las dificultades que podría tener el público al cual nos dirigíamos. Así surgió una lista de contenidos, junto con su secuencia y dosificación. A continuación añadimos muchos ejemplos relacionados con cada uno de esos aspectos.
El curso se basa en funciones —para qué se usa la lengua— y en situaciones comunicativas —dónde, con quién y de qué se habla—7. Los aspectos gramaticales se presentan siempre en relación con las funciones y las situaciones que se tratan en cada episodio.
Esta información fue dada a quienes finalmente escribieron los libretos, pues nos entrevistamos con varios. Los que se encargaron de hacerlo se integraron al equipo.8 Así continuamos la aventura. Ellos trataron de incorporar el mayor número de ejemplos, de acuerdo con la secuencia que también les entregamos. Tras escribir cada capítulo, nos lo enviaban para que lo revisáramos. Muchas veces propusimos correcciones e intercambiamos nuestras propuestas varias veces hasta que todos quedábamos satisfechos.
Cuando pensábamos que todo estaba listo, se decidió incluir frases idiomáticas. Nos tocó a los lingüistas incorporarlas en los diálogos. Fue un trabajo muy difícil, pues había que hacerlo de una manera natural. Así nos dimos cuenta de la notable labor que habían hecho los escritores con nuestros ejemplos gramaticales, que prácticamente no se notaban.
El título del curso, por cierto, fue propuesto por ellos. Le pusieron De acá de este lado, como dicen unos versos de una canción mexicana de hace ya bastantes años —El Corrido del norte, escrito por Pepe Guízar— que empieza así:
Nací en la frontera,
de acá de este lado,
de acá de este lado,
puro mexicano:
por más que la gente
me juzgue texano
yo les aseguro
que soy mexicano,
de acá de este lado.
Cuando se inició la producción, tuvimos la oportunidad de ir al foro y a varios lugares de la ciudad de México donde se hacían las grabaciones. Nos impresionó mucho la profesionalidad de los actores y de todo el equipo técnico. Sobre todo, constatamos que los actores tenían una articulación impecable, de acuerdo con el habla de la ciudad de México.9 Esta pronunciación, además, tiene una gran aceptación internacional, gracias al cine y a las producciones de televisión que se hacen en este país.
La telenovela tiene 13 capítulos, cada uno con tres episodios de unos ocho minutos aproximadamente, lo que suma un total de 39 episodios. Esto hace un total de cinco horas y media de duración para toda la serie. Cada episodio —como se acostumbra en las telenovelas— tiene un clímax, pero los nuestros tienen dos o más, pues en cada uno se incluyen segmentos de otras telenovelas que ilustran y refuerzan los contenidos lingüísticos.
En cada episodio se presentan uno o más aspectos lingüísticos, cuyos ejemplos fueron incorporados por los escritores de una manera tan natural que resulta difícil descubrirlos. Por eso, al final de cada episodio hay un repaso en el que los actores los repiten, y aparecen al mismo tiempo en subtítulos. De esta manera el estudiante puede afirmar el contenido gramatical que se vio en el episodio.
El curso consta, además, de un libro de dos tomos que elaboramos los lingüistas. El libro mantiene la estructura de la telenovela, y está dividido en la misma forma. Al final de cada episodio, además, se incluyen fotografías de las escenas y los díalogos de la telenovela que se relacionan con los aspectos gramaticales que se enseñan en cada caso. Como están ligadas mediante comentarios, esa parte del libro, si se lee aisladamente, resulta una fotonovela.
Además, en el libro hay preguntas sobre el contenido de cada episodio, para verificar si se entendió. Después siguen diferentes ejercicios sobre los puntos tratados. Estos ejercicios fueron hechos con la idea de que el estudiante se divirtiera aprendiendo. Buscamos llevar a los alumnos a descubrir aspectos interesantes de la lengua, y no a llenar mecánicamente unos espacios vacíos. Incluimos también, al final de cada capítulo, textos de diferentes aspectos de la cultura mexicana, así como la explicación de las frases idiomáticas que se utilizaron en el mismo.
Los segmentos que se incluyeron de otras telenovelas muy conocidas producidas por la misma empresa que hizo la nuestra se justifican por el argumento. El personaje principal es un detective que vive en Chicago, de abuelos y padres mexicanos. Le encargan que vaya a la ciudad de México a buscar a la heredera de una gran fortuna. Como la heredera es actriz, el detective tiene que buscar la pista viendo muchas telenovelas. Para esto cuenta con la ayuda de su sobrina, que vive en México y trabaja en una videoteca, aunque desea ser actriz.
La idea era que cada fragmento de esas telenovelas ilustrara el mismo aspecto lingüístico que se estaba tratando en el episodio, lo que no resultó fácil: nos costó bastante trabajo seleccionar los fragmentos. Si se analizan con cuidado se puede apreciar que, cuando en el episodio que ilustra la función lingüística de expresar voluntad en presente —«quiero que vengas», «te pido que me hagas este favor», por ejemplo— lo que dicen en el segmento es una variación sobre el mismo tema.
Terminamos todo esto en 1994. A continuación se hizo un pilotaje del curso completo —vídeos y libro— en la ciudad de San Antonio, Texas, a través de una compañía especializada.10 Los resultados fueron bastante positivos. Lo que más nos tranquilizó fue que aceptaron al personaje principal. Se le pidió que en los primeros capítulos pronunciara con un poco de sustrato inglés, para que —al ir aprendiendo por sí mismo y por las indicaciones que le hacen otros personajes— adquiriera la pronunciación normal de un hispanohablante.11
Esto gustó mucho al grupo que fue seleccionado para el pilotaje. Muchos de ellos dijeron que se habían animado a hablar español aunque no lo pronunciaran bien gracias al detective de la telenovela. Finalmente, la serie se transmitió por televisión12 en los Estados Unidos durante el verano de 1996.
De acá de este lado, como está dirigido a autodidactas, puede ser una solución muy práctica para las personas que no cuentan con tiempo o posibilidad de perfeccionar el español en forma escolarizada. Ese tipo de estudiante puede adaptar el ritmo de estudio a su gusto, y tomar las dosis necesarias cuando quiera. En el curso —fuera de los bloques de repaso— las repeticiones las decide también el estudiante, regresando el vídeo. En los últimos años, sobre todo en Europa, se han resaltado las ventajas de poder manejar cada uno su propio aprendizaje.13 Esa es la idea fundamental de la serie.
El curso también es muy útil para complementar las clases de español avanzado dentro de un sistema escolarizado.14 Un profesor puede sacarle mucho mayor provecho a los videos preguntando a los alumnos sobre lo que ven, qué piensan que va a pasar, o por qué creen que está enojado o triste algún personaje. Asimismo puede destacar la pronunciación de los actores, y trabajarla con los estudiantes.
También puede promover discusiones sobre la trama típica de las telenovelas, y los conflictos que se presentan en ellas; sobre la decoración de las casas; o sobre muchos otros aspectos que se muestran en los vídeos. Hay muchas maneras de trabajar con videos en clase y un curso como el nuestro se presta fácilmente para crear una gran variedad de ejercicios.15
Los productores, los escritores, el director de escena,16 los actores y el equipo de producción lograron —a partir de nuestras imposiciones— hacer una serie que —en nuestra opinión, y en la opinión del grupo piloto con la que se probó— consigue que la gente no quiera cambiar de canal. Nuestra aventura terminó, pero no la del curso. Ese camino tendrán que recorrerlo quienes deseen ver los vídeos y resolver los ejercicios del libro. Para que ustedes también le saquen provecho al curso, los invitamos a que nos acompañen durante unos minutos en ese recorrido.