El propósito de este trabajo es analizar el papel conformador del medio televisivo sobre una lengua particular. Obviamente somos conscientes de que esta conformación no sólo afecta a la lengua, sino a otras áreas culturales.
Basta con pensar en el efecto avasallador y diseminante de la imagen publicitaria que a través de los hábitos de consumo conforma los usos y costumbres de una sociedad, o bien mencionar el trastrocamiento sufrido por las escalas axiológicas que convierte a determinados estereotipos en ideales de belleza personal, de bienestar económico y moral, o de realización y éxito.1
Paralelamente, tampoco la televisión es el único medio conformador de la lengua. Tanto la prensa gráfica como la radial contribuyen a la transformación lingüística, tal como podría esperarse por ser el lenguaje su vía privilegiada, aunque seguramente determinar el grado relativo de incidencia por parte de los diferentes medios, no sea cuestión trivial.
Esta investigación se limita a indagar la influencia del inglés —vía televisión— sobre el español. Aunque la selección de la lengua dadora no requiera de justificación alguna por su abrumadora presencia, su análisis se hace más interesante por tratarse sólo de un aspecto del proceso de homogeneización de todas las culturas sometidas a un modelo dominante que desplaza a toda diversidad cultural: el vestido, los alimentos, las bebidas, los tipos de negocios, de entretenimientos, el cine, la música, todo se reedita en cualquier metrópoli. No es casual que esta homogeneización conduzca a la estandarización del consumo y, por consiguiente, a la ampliación de los mercados.
En realidad, se trata de una intrusión que no encuentra mayores obstáculos, ya que la permeabilidad para recibirla sin resistencia se multiplica en proporción geométrica, porque al transformar la escala de valores, nos convierte en receptores ávidos de nuevas influencias.2
La decisión de enfocar la conformación que sufre una lengua por parte de otra —el español argentino por el inglés norteamericano— reposa sobre un doble fundamento: uno, teórico-lingüístico; y otro, de política lingüística.
Por un lado, desde el punto de vista de las teorías lingüísticas, los fenómenos de cambio que interesan son aquellos que afectan al sistema, estructura o lenguaje interiorizado; en términos tradicionales: los préstamos.
El préstamo en general es uno de los procedimientos de que disponen las lenguas para enriquecerse mutuamente. Con respecto al español estos aportes provinieron de diferentes fuentes en diversas épocas: del árabe —aljibe, alcoba—; en la época clásica, del italiano —testa, soneto— y luego fachismo, salame; del francés —jefe—, y después —toilette, chofer—; del inglés, —fútbol, suéter—; de las lenguas americanas, —mate, maíz, tabaco, locro, papaya. Por otra parte, el préstamo es uno de los mecanismos del cambio lingüístico como en la incorporación de la distinción entre fricativa y africada palatal en el español moderno por influencia del francés, pero también del italiano e inglés: garaje, beige, procciuto, show.
Sin embargo, no todo préstamo produce cambios, por el contrario, en gran medida es el préstamo el que se modifica para ser adaptado a las pautas lingüísticas de la lengua receptora.
Ejemplos bien productivos podrían ser la e epentética que se inserta ante grupo consonántico inicial: estándar, espór, escocés, eslogan; o la p que se suprime en el grupo consonántico griego ps: psiquis, parapsicología, pseudo, psoriasis.
Pero no sólo ocurre la adaptación a nivel fonológico, sino también morfológico —tricotar, glamoroso, matear, tipear— y semántico, como el estrechamiento del significado de garçon sólo usado en el sentido de mozo.
Al menos en relación a nuestro español rioplatense la fuerte influencia ejercida por el francés hasta la mitad de este siglo es desplazada por el inglés norteamericano. Aunque no se disponga de cifras específicas, es más que evidente, que en términos numéricos los préstamos provenientes del inglés predominan abrumadoramente en la actualidad.3
Pero no sólo en términos numéricos. Desde nuestra perspectiva, es fundamentalmente la profundidad de la influencia lo que la diferencia de otros contactos lingüísticos mantenidos por el español. Una de las manifestaciones de esta profundidad es la función de filtro que ejerce el inglés con respecto a préstamos provenientes de otras lenguas. A nivel morfológico ocurre un fenómeno paralelo en relación al género de la palabra cassette que en lugar de conservar el femenino original francés —la cassette— se transforma en masculino, género no marcado, por influencia del neutro inglés the cassette.
En esta situación como en la mayor parte de las situaciones de contacto, los préstamos léxicos son absolutamente predominantes. Es posible que el léxico sea uno de los aspectos más modificables del conocimiento lingüístico —responde a la estimulación, continúa cambiando durante toda la vida, llega a ser la única diferencia entre variedades lingüísticas cercanas— y, por consiguiente, constituye un nivel de influencia relativamente superficial.
Uno de los rasgos que diferencia la incorporación del léxico del inglés en la actualidad es que no sólo se introducen, como sería esperable, elementos léxicos sin equivalentes en la lengua receptora, sino que además se introducen alternativas equivalentes a elementos del propio vocabulario.
Fenómenos del primer tipo serían, por ejemplo, los neologismos por préstamo, correspondientes a áreas artísticas, científicas y tecnológicas que han recorrido diferentes épocas: sonatina, aria, bouquet.
Con respecto a alternativas equivalentes a elementos propios se pueden mencionar innumerables ocurrencias del tipo de film/película; suceso/éxito, print/impresión.
Sin embargo, resulta interesante observar que no todos los elementos léxicos se establecen con igual grado de adaptación a la pauta del español. Algunos se mantienen léxicamente intactos: switch, buffles, bit, plug, fuck you, fast food, backstage, interface, fan/s, show-business, slogan, number one, the best, the first, hippie, stablishment, lobby, música country. Frecuentemente el sistema fonológico del español actúa como límite a la inadaptación cuando cada uno de los segmentos se articula según el equivalente más cercano: el grado de apertura de la vocal en shit, la aspiración en pie o la simplificación de grupo consonántico en best seller (como betseller); por otra parte, la acentuación también se ajusta a la propia como en jet set, for export, break-point.
En otros casos la transformación es también semántica y parecería razonable suponer que generalmente se produce en el sentido de una especificación del significado. Down que en inglés tiene un significado tan amplio que le permite entrar en combinación con prácticamente todo tipo de morfemas —going down (descendiendo), downtown (centro de la ciudad) downward (descendente), ups and downs (altibajos)—, en nuestro español sólo se usa con el sentido de deprimido/a, paralelamente light sólo se refiere a lo suave —cultura, comidas, personas, tabaco, bebidas—, out sólo a out of mind (fuera de mis cabales), top sólo a lo mejor, the last sólo a lo último en el mercado, body sólo a una prenda interior femenina, must —como sustantivo un must— sólo a lo que se debe consumir o poseer.
A nivel morfológico se producen adaptaciones sumamente interesantes en las que el préstamo se comporta como una raíz que sirve de base a la construcción analógica de todo un paradigma. Un caso canónico de este tipo es la construcción de paradigmas verbales completos alrededor de una raíz verbal: Setear-seteaste, con e epentética escanear- escaneaste. Pero también, a partir de una raíz sustantiva —ticket—, se construye un paradigma verbal ticar, forma que parece aún no estabilizada ya que coexisten tiqueaste y ticaste.
Otras veces las alternativas se manifiestan como traducciones literales: literatura por bibliografía, altamente por extremadamente, fuertemente por intensamente, y subterráneo por alternativo. Con respecto al tipo de transformaciones que sufre down produciendo bajoneado se puede establecer un paralelo con la construcción paradigmática motivada por una raíz verbal que en esta oportunidad es una traducción literal del préstamo: bajonear, bajoneante, bajoneando. Nótese aquí que el paradigma se extiende a una derivación nominal: bajón.
En cuanto a la derivación se producen formas propias afijadas con elementos ajenos como en controversial por controvertible, cientista y cientismo por científico y cientificismo, consumerismo (de consumer) por consumismo (de consumo).
Todos estos procesos se pueden encontrar proyectados en modismos tales como face to face, for ever and ever, part-time, underground que sólo sufren adaptaciones fonológicas; in the puta life, donde se inserta un elemento propio, o simplemente calcos como: contra reloj (against the clock), juego limpio (fair play), prestamos blandos (soft loans), fuerte acento (b accent).
No incluiríamos aquí fenómenos aparentemente transitorios como la construcción de Yomagate para aludir a la importación de una significativa cantidad de narcodólares, siguiendo la pauta de Watergate.
En cambio la introducción del uso generalizado de siglas, y de algunas de ellas en particular, puede ser atribuida al inglés norteamericano. Es interesante señalar que en casos como VIP las siglas se trasladan tal cual, en otras como en SIDA se traducen y se adopta el orden correspondiente al de la lengua receptora.
Pero el rasgo más destacado de este proceso es la introducción de estructuras sintácticas: la anteposición del complemento en la frase nominal, tanto de la frase preposicional como del adjetivo. Específicamente, la anteposición del complemento implica la omisión de la preposición. No sólo en préstamos sin traducir tales como show-business, backstage, hard copy, copyright, sino también en frases construidas según este modelo: desde el ya antiguo Latinoamérica, hasta los más actuales, aerobus, aeromoza, bluejeans.
El anglicismo estar siendo + participio es otro ejemplo de estructura sintáctica ahora de la frase verbal, que se está imponiendo al parecer irreversiblemente: las pruebas están siendo evaluadas. Un fenómeno muy similar es el uso de la frase nos estamos viendo como saludo de despedida, que alterna con el modismo nos vemos, ambas traducciones literales del inglés.
Otra modificación de la frase verbal es el incipiente uso de la segunda persona del singular como forma impersonal: te diría por diría, vos no sabrías que hacer por uno no sabría que hacer o no se sabría que hacer o no se sabe… (Jorge Asís Hora Clave 23/5/96).
Creemos que la evidencia acumulada permite justificar la afirmación antes enunciada de que la profundidad y amplitud de la incidencia del inglés en nuestro español contemporáneo supera los fenómenos de préstamos por contacto esperables entre lenguas modernas.4
Por otra lado, a partir de la discriminación conceptual planteada por la teorías lingüísticas entre lengua y habla o conocimiento lingüístico y actuación o uso de la lengua, se puede inferir que la incorporación a la lengua materna, de estructuras y elementos lingüísticos de otra lengua, producirá modificaciones en el sistema de nuestra competencia. En cambio, los usos lingüísticos en la propia lengua provenientes de los modelos audiovisuales sólo modificarían nuestra actuación lingüística. Nos referimos a ciertos modismos que tienden a ser reproducidos por los telespectadores. Un ejemplo de los más exitosos en nuestro país sería el de frases tomadas de un programa político: lo dejamos ahí, no me dejen solo, y de una publicidad: no te confundas.
Ahora bien, como sabe cualquiera que haya tenido experiencia con el tratamiento de la lengua en el sistema escolar, la modificación reflexiva del conocimiento no reflexivo es muy dificultosa. Véase por ejemplo los problemas prácticamente insolubles planteados por la estandarización de las diversas variedades lingüísticas.
Más aún, virtualmente todos los enfoque psicológicos coinciden en considerar modificable a las conductas humanas. Con relación en particular a la conducta lingüística, parecería razonable suponer que para su modificación, sólo se requeriría promover la exposición a modelos menos unilaterales. Se ofrece como evidencia de esta posibilidad, la sofisticación que puede sufrir el uso lingüístico a través de la lectura.
Deseamos dejar constancia explícita de que nuestro objetivo es totalmente ajeno a afanes lingüísticos puristas que podrían inspirar censuras del tipo de las que intentarían excluir formas como: flash, zoom, amateur o argot.
En un mundo caracterizado por las comunicaciones instantáneas, la alternativa a la destrucción de la diversidad cultural debería ser el enriquecimiento cultural por el contacto.