En el marco de un proyecto de investigación titulado «El español de Buenos Aires», subvencionado por la Universidad de Buenos Aires, llevamos a cabo una investigación sobre el español denominado «neutro» de los doblajes y subtitulados de películas de ficción.
Estudiamos bibliografía de lingüística, dialectología, sociolingüística, semántica, pragmática y de análisis del discurso. Consultamos diccionarios de americanismos, mexicanismos, argentinismos y del español en general.
El vocabulario incluido en el repertorio se limitó a aquel que un hablante nativo del dialecto rioplatense español percibe extraño o estigmático, porque su elección presupone una toma de posición respecto de una norma, el registro, un dialecto social, etc., que es lo que permite caracterizar este idioma. Cabe hacer la salvedad de que cada centro de doblaje, por otra parte tiene un diccionario real o virtual que le permite correspondencias entre película y película y con otros centros.
Los conceptos de americanismo, argentinismo, mexicanismo, venezolanismo, portorriqueñismo, etc., que subyacen a este trabajo no se atienen al origen de los términos, sino sólo al uso de hispanohablantes monolingües de los respectivos países; procuramos comparar cada una de las variantes léxicas del diccionario con las distintas variantes de referencia, ateniéndonos tanto a su significado referencial como a su campo semántico (quién usa un término, cómo, cuándo, dónde).
El fin principal del español neutro, cuya ley fue sancionada en mayo de 1986 en Argentina, es comercial. Se procura que el producto sea exportable a la mayor cantidad de sectores del mercado y por eso se busca una lengua que prescinda de las peculiaridades nacionales. Para la elaboración de la ley así como para su cumplimiento, no se consultó a ningún especialista en temas lingüísticos.
La ley presupone la existencia de un español neutro y de un proyecto unificado acerca del mismo. El artículo 1 , (único dedicado a la consideración del concepto) dice:
El doblaje deberá ser realizado en idioma castellano neutro, según su uso corriente en nuestro país, pero comprensible para todo el público de la América hispanoahablante.
Una reglamentación dos años posterior amplía así:
Se entenderá por idioma castellano neutro al hablar puro, fonética, sintáctica y semánticamente, conocido y aceptado por todo el público hispanohablante, libre de modismos y expresiones idiomáticas de sectores.
La lectura de la ley suscita no pocas preguntas: ¿Qué se entiende por modismos?, ¿qué es el hablar puro? Si se evitan las expresiones de sectores, ¿a qué sectores y a qué expresiones se alude?, ¿por qué idiomáticas?
La ley se aplicó en nuestro país a doblajes y subtítulos, dos medios eficaces para enfrentar la incomprensibilidad. El doblaje es un procedimiento magnético que consiste en sustituir la banda que registra la voz en la película original por una grabada en otro idioma. El subtitulado, a su vez, requiere una impresión de los subtítulos en un negativo nuevo que posteriormente se superpone a la película original.1
Los traductores cuentan con tres días máximo —a veces menos— para realizar ambos procedimientos.
La mayoría de las veces deben traducir directamente del audio original, sin guión, porque eso incrementaría el costo de la película que compra el distribuidor, con las consiguientes dificultades y problemas de interpretación. Se supone que los traductores deben entonces contar con un bagaje cultural suficiente para poder entender nombres propios, títulos, vocabulario técnico, literario, etc..
El subtitulado requiere que el espectador mire la imagen y lea de forma casi simultánea. Cada cuadro dura dos o tres segundos y puede tener dos líneas. Cada línea un máximo de 32 caracteres para el cine y 25 para vídeo. Como es evidente que resulta imposible entonces respetar los tiempos reales de los diálogos, las frases se sintetizan, se acomodan y se ajustan sacrificando muchas veces el contenido de diálogos enteros.
El doblaje no tiene este problema, salvo el que surge de hacer corresponder tan ajustadamente como sea posible las palabras del actor con las del doblajista, y esto trae dificultades, según de qué idioma se trate, ya que, por ejemplo, el inglés es una lengua de emisión más breve que el español, por lo cual el doblaje toma más tiempo que el texto original; esto lleva a mutilarlo o a transformar el español del doblaje en una lengua artificialmente más reducida. Muchas veces se ejerce censura, o no se respetan las ironías, los chistes, los juegos de palabras, y eso pasa inadvertido para el espectador de la película original.2
En el subtitulado los rasgos son básicamente los mismos. La necesidad de concisión lleva a un énfasis mayor en la ausencia de tiempos compuestos, frases verbales, conectores, simplicidad en las oraciones. Existen muchas incorrecciones gramaticales (más que en los doblajes) y también ortográficas.
Es posible constituir un diccionario con el léxico frecuente en el español neutro cuya nota más saliente es acaso el carácter reducido de su vocabulario.
En este plano la norma predominante es la culta madrileña:
Por ejemplo: periódico (diario), recordar (acordarse de ), empacar (hacer la valija), maleta (valija), piscina (pileta), nevera (heladera), gafas (anteojos), enfadarse (enojarse), patata (papa), grifo (canilla), fregadero (pileta de la cocina), lavabo (lavatorio), sortija (anillo), cartera (billetera), darse prisa / apresurarse (apurarse), reportero (periodista), escaparate (vidriera), astuto (vivo), gasolina (nafta),cómo no (por supuesto), qué va (negación).
Pero a veces encontramos una norma culta hispanoamericana, sobre todo mexicana: bistec (mexicana), junto a filete (madrileña) y no bife (argentina); aguacate (palta), cacahuete (maní), cajuela (baúl), coyote (zorro); venezolana: plagio junto a secuestro; apartamento (piso en España), departamento (en México y Argentina); balacera (tiroteo).
Desde el punto de vista de los préstamos hay cierta presencia de calcos en los doblajes extranjeros: perros calientes (hotdogs), pluma (fountain pen), ejecutivo (executive), rascacielos (skycraepers), platillos voladores (flying saucers), estación de servicio (service station), concreto (concret ‘hormigón armado’), aparcar / aparcamiento (park / parking). En los argentinos, no todos estos aparecen.
En cuanto a los crudos, en los doblajes no argentinos hay muy pocos : jersey, jeep, chofer, ticket.
Y en los argentinos, casi ninguno.
En los subtitulados el respeto por un léxico standard es sólo un 20 por ciento menor. Por ejemplo, puede no encontrarse nevera, grifo, fragadero, etc., y en su lugar el término que se manifiesta responde a la norma culta argentina, y hay una mayor amplitud de vocabulario.
Los traductores procuran obviar los regionalismos, pero algunos aparecen reiteradamente y no dan razón del por qué la película original.
Tampoco hay una posición clara sobre los préstamos. Parece responderse a la convención tácita de que no deben incluirse pero aparecen algunos sin criterio.
En los doblajes se evitan las malas palabras. En su lugar es de rigor el empleo de insultos bastante eufemísticos que responden a normas lingüísticas hispanoamericanas no argentinas: bastardo, maldito, perra, etc. Y aparecen también expresiones interjectivas ajenas a la norma culta argentina como: rayos, demonios, diablos, por todos los cielos, etc.
Por el contrario, en los subtítulos se usan malas palabras pero en número muy limitado y de modo contradictorio, sin que resulte posible establecer los parámetros que determinan su inclusión o su ausencia.
En los doblajes se usan vocativos extraños a veces a nuestra norma: amigo, cariño, cielo, encanto. En los subtítulos se los emplea sólo con valor enfático.
Uno de los rasgos más destacados del español neutro es la neutralización del campo semántico , ya que cada término tiene un significado conceptual (sentido) pero no significados asociativos3, 4 y 5, que nos den información pragmática acerca de la situación social, temporal, regional del hablante, así como del registro lingüístico empleado. El léxico es atemporal, perteneciente a un registro formal, y responde a una norma culta de distintas procedencias.
Tampoco encontramos el significado temático de G. Leech por el cual se pueden enfatizar o enfocar distintos aspectos de una oración según el orden de los términos o construcciones, el orden es más bien fijo y no responde a intenciones lingüísticas sino a la rapidez del trabajo y a la influencia de la traducción.
Por otro lado, citando a Halliday «al producirse conmutaciones dialectales (regionales o sociales), éstas simbolizan conmutaciones de registro». Y como en el caso del español neutro las variaciones de dialecto regional responden a normas lingüísticas cultas extañas, pueden simbolizar un registro equivocado. Esto se ve claramente en expresiones como ¡diablos!, ¡demonios! y las que para la Argentina simbolizan un registro formal y culto, y corresponden en cambio a un insulto del inglés en el texto original.
Lo mismo ocurre en expresiones como: ¡Por todos los Cielos! que para la Argentina pertenece a un registro formal y a un cronolecto arcaico y, sin embargo, en el texto original es una expresión actual en un registro coloquial, casi familiar.
Los rasgos morfosintácticos establecidos para la Argentina son válidos para los demás países estudiados, pero hay que sumarles los siguientes:
Éstos, según Lope Blanch,6 son fenómenos típicos del dialecto mexicano.
El diccionario léxico postulado para el español «neutro» de la Argentina, es absolutamente aplicable a el de los otros países, pero pueden incluirse en él otros términos que no se usan en la Argentina: da / tener pena (vergüenza), botar (tirar), guapo (atractivo), jalar (tirar), quitarse (irse), banquete (fiesta), calcetas / calcetines (medias), excusado (baño), genio (carácter), voltear (darse vuelta), latoso (pesado), regadera (ducha), comportarse (portarse bien), coyote (zorro), etc.
Estos responden en su mayoría a la norma madrileña pero hay algunos de la hispanoamericana. Es interesante notar que en doblajes realizados en México podemos encontrar palabras de una norma méxicana que señala dialecto social. Ejemplo: latoso. Lo mismo en los doblajes venezolanos, por ejemplo: lana (dinero), pelarse (huir).
A partir de la encuesta realizada a los traductores y personas vinculadas con centros de doblajes estamos en condiciones de proponer algunas conclusiones:
Estos conceptos son útiles para la traducción de textos comerciales porque la intención de éstos es clara. Esto sucede con las películas que son de mero entretenimiento (best sellers, por ejemplo), pero hay otras, el valor literario de cuyo guión es mayor y presentan más dificultades para el traductor. En ese caso, éste debe familiarizarse con los significantes de connotación que adopta el autor para destacar registro, foco, intenciones, información sobre los personajes y la situación. Siguiendo a Parks, cabe considerar que el principal motivo para apartarse del original debería ser que «el traductor no se siente satisfecho con los resultados en su propio idioma».
El español neutro, como dijimos , fue creado con un propósito comercial, y para conseguirlo se procuró sistematizar un conjunto de rasgos lingüísticos en los distintos niveles.10 y 11 Pero éstos no responden a una sola norma, sino a diferentes normas dialectales yuxtapuestas que no se atienen al uso, es decir, no contemplan la difusión de los fenómenos lingüísticos en áreas mayores con una norma panamericana subyacente. A estos problemas lingüísticos hay que sumarles los de la traducción mencionados.
Por otro lado, si el español «neutro» se emplea en películas de ficción, nos encontramos con su aspecto más objetable: la neutralización de los planos semántico y pragmático. Pero es lícito notar que si en un doblaje o subtitulado se intenta marcar estas diferencias, se debe recurrir a diferentes expresiones dialectales (las diferencias de registro y las variedades sociales cambian de dialecto en dialecto). Entonces, su aspecto negativo resulta inmodificable.
Si, en cambio, el español «neutro» se emplea en películas, documentales o noticiarios. En tanto se cumpla con la búsqueda de la norma panamericana de uso más difundido, será útil a los fines de la comprensión deseada.
Pero si nos atenemos a analizar el interés por lograr la comprensión de los textos en la mayor cantidad de áreas posibles, podemos agregar que en el español neutro se pierde de vista la distinción entre el núcleo común productivo de dos o más dialectos, y el receptivo. Siguiendo a Hockett12 definimos el núcleo común como la intersección que abarca los rasgos compartidos por esos dialectos, pero el núcleo común puede ser productivo (cuando los rasgos son producidos por los hablantes de los dialectos en cuestión) o receptivo (cuando los rasgos pueden ser sólo comprendidos por los hablantes de los otros dialectos, pero no producidos).
Para lograr el tipo de comunicación que se pretende al exportar una película, no es necesario buscar rasgos presentes productivamente en áreas del español, sino sólo considerar rasgos pertenecientes al núcleo común receptivo de estas zonas, es decir, a los fenómenos lingüísticos que han ido nivelando las zonas hispanohablantes.
Por eso creemos que la participación de los lingüistas en la reacomodación del español «neutro» para hacerlo más real, menos contradictorio y menos neutralizado, es necesaria.