Gregorio Salvador Caja

Presentación de Carlos FuentesGregorio Salvador Caja

Llegamos a la última jornada de este Congreso en la que se va a tratar, fundamentalmente, de la unidad y diversidad del español. Yo he dicho estos días atrás, en alguna entrevista periodística en la que me preguntaban sobre las conclusiones que se podrían obtener de este Congreso, que si servía para tomar conciencia de algunas evidencias, ya me parecía logrado su propósito. Y la primera evidencia en la que debemos reparar es la manifiesta unidad del español. Todos los hispanohablantes hablamos una misma lengua y somos capaces de entendernos, desde Sonora a la Patagonia o desde las montañas de León a las costas de Almería, sin mayor dificultad. Y esta jornada de clausura se va a iniciar con la intervención de alguien que la habla y la escribe modélicamente.

Carlos Fuentes es un mexicano que nació en Panamá y que pasó su niñez además, sucesivamente, en ciudades como Quito, Montevideo, Santiago de Chile y Buenos Aires, es decir, que se trata realmente de un hispánico integral y que lo fue desde el primer momento. Luego, su adolescencia en Washington quizá le sirvió también para advertir y trazar con nitidez la frontera lingüística entre las dos grandes lenguas de América, la suya y la aprendida, y finalmente, cuando se reintegró a su patria, México, en 1944, contó, por añadidura con la amistad y la orientación de una figura excepcional en el mundo hispánico, la de Alfonso Reyes, que aquí se citó en la mañana del primer día del Congreso, y que no quiero eludir esta ocasión de recordarlo en la jornada final; porque, ya digo, Carlos Fuentes tuvo la inmensa fortuna de ser discípulo directo de Alfonso Reyes, de gozar de su palabra viva, y muchos de nosotros hemos tenido también la suerte de ser al menos discípulos indirectos, de poder sentirnos plenamente fecundados por sus ideas y por su obra.

Es un hombre, Carlos Fuentes, universal. Ha vivido mucho tiempo también en Europa, luego, a lo largo de su vida: hizo su tesis doctoral en Ginebra, ha sido embajador de su país en París. Una vida completa, y un autor completo. Desde La región más transparente, de 1958, que nos deslumbró, hasta El instinto de Inés, que ha publicado este año. Un novelista, pero también ensayista, brillante articulista, autor teatral, guionista y adaptador cinematográfico; muchísimos libros, muchísimos libros que, naturalmente, no los voy a enumerar aquí ahora, pero que son, que han sido, que serán, desde luego, muchos de ellos, para muchos de nosotros, inolvidables.

Podríamos decir que es ya un clásico de nuestra literatura. Ha recibido premios dentro y fuera de su país: premio Nacional de Literatura de México en el 84; pero ya antes había recibido el premio Biblioteca Breve de Novela en 1967, y en el 77, el Rómulo Gallegos, y en el 87, el Cervantes. Pero en realidad es él quien nos ha premiado a sus lectores desde La muerte de Artemio Cruz, o Cambio de piel, o Cantar de ciegos, o Terra Nostra, o Gringo viejo, o Cristóbal Nonato, y tantas otras obras. Ha sido también un profesor: profesor en los Estados Unidos, en Princeton, en Harvard y en muchos otros lugares. Es una garantía intelectual y por eso lo invitan a tantos sitios para escucharlo, para disfrutar de su palabra y de sus argumentos, porque, además, es un espléndido orador.

Yo tuve la suerte de oír su voz por primera vez en 1970, que estuve un semestre de profesor visitante en El Colegio de México y que logré hacerme de un disco que él había grabado para aquella serie que publicó la UNAM: «Voz viva de América Latina», un disco donde él leía un trozo de La región más transparente, y desde entonces, siempre ya cuando leo un texto suyo, lo oigo en su propia voz. Coincidí con él, y entonces lo conocí personalmente, en un jurado del premio Príncipe de Asturias que le dimos a otro gran escritor de aquel continente, a Arturo Uslar Pietri.

Arturo Uslar Pietri gustaba llamar a este mundo hispánico, a los anchos y dilatados territorios donde se habla el español, el Reino de Cervantes, y Carlos Fuentes nos habla del Territorio de la Mancha. Es fundamentalmente, un cervantista. Yo también tuve la suerte de oírle en directo el discurso de recepción del Premio Cervantes. Pero, en fin, para qué vamos a hablar de lo de él, si lo que queremos es escucharlo. Oigámoslo ya. Carlos Fuentes tiene la palabra.