Estados Unidos tiene la cuarta población de hispanos de toda América, sólo por debajo de México, Colombia y Argentina. Es como un país dentro de otro. Una población que sobrevive con sus hábitos, costumbres; con sus creencias religiosas. Con su historia, su folklore, su música, pero sobretodo con su lengua, con su idioma.
Don Manuel Alvar (q. e. p. d.) en uno de sus últimos artículos decía: «Olvidamos que en el mundo hispánico nada dicen la raza, ni la condición social y sólo la lengua es el vínculo que nos une». Y en Estados Unidos son 34 millones 750 mil voces las que se hablan y se escuchan en ese mismo idioma: el español.
Por su condición particular en este país se hablan dos idiomas universales: el inglés que es mayoritario y el español que es la minoría. Y otros 35 idiomas y dialectos en proporciones menores.
Las estadísticas demuestran que en los hogares de hispanos prefieren hablar en español, que es realmente donde se inicia el aprendizaje de un idioma, y con él toda una cultura.
El Censo del año 2000 dice que uno de cada cinco habitantes de Estados Unidos en el año 2020 será hispano. El crecimiento de la familia hispana es superior a las demás, 3,5 miembros por familia vs. 2,6 personas por familia entre las otras comunidades.
Las dos últimas décadas registran aumentos impresionantes de población hispana, y niveles considerables de crecimiento en la educación, empleo, salud pública y otros niveles sociales.
La representación política hispana crece cada año. En las próximas elecciones parlamentarias habrá diez hispanos más en la Cámara de Representantes, elevando a 29 la representación entre 435 congresistas.
Hay gobernadores estatales, alcaldes de centenares de pueblos en seis estados de la Unión Americana. Decenas de jueces distritales, federales y estatales, y a punto de elevar a uno de estos juristas al máximo Tribunal de Justicia de este país. Miembros de Juntas Escolares. Soldados y policías. Fiscales y defensores. Legisladores estatales y municipales. Presidentes de universidades y decanos de miles de facultades. Todos ellos hispanos.
Millones de brazos de hombres y mujeres hispanos siembran y cultivan la tierra y le arrancan su fruto para las dietas de 270 millones de estadounidenses.
Con estas cifras en la mano, los hispanos reclaman mayor atención y representatividad, y el establecimiento y los políticos están escuchando al descubrir la fuerza, el poder de esta comunidad que se extiende por todo el territorio norteamericano.
El poder hispano es indiscutible y más aún está respaldado por un mercado de consumo latino de más de 325 mil millones de dólares.
En este contexto el «único vínculo de unión que es la lengua» está amenazado hasta por nosotros mismos. El idioma español enfrenta en Estados Unidos la guerra más dura de supervivencia.
Varios estados promueven legislación que declara el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos, con el fin de cancelar programas llamados de «acción afirmativa» que daban la oportunidad a los hispanos de competir por contratos estatales en español y matricularse en universidades estatales dentro de una cuota segura. Dos universidades trabajan en la elaboración de un diccionario de spanglish llamado «el veneno invasor del idioma español por un mal hablado inglés».
Nuestro idioma enfrenta una devaluación colectiva en Estados Unidos. Irónicamente crecen las estaciones de televisión, las estaciones de radio. Aumenta el número de diarios y semanarios. Pululan las revistas y magazines de toda clase. Todos en español.
El panorama no es bueno. La amenaza contra el español es real. Las armas del invasor pueden ser superiores, pero el español tiene un mayor número de soldados y defensores.
No sólo es el idioma el que está en peligro, es toda la cultura hispana, en el cuarto conglomerado hispano de toda América.
Esta ponencia es, pues, un llamado de urgencia a todas las fuerzas vivas del idioma para unificarlas y levantar murallas de contención para impedir que el invasor de nuestro idioma intente sustituir o borrar nuestra lengua y con ella nuestra cultura.
Los mexicanos son el 66,1 % de la población hispana de Estados Unidos. El 14,5 % son centroamericanos y suramericanos. El 9 % son de origen puertorriqueño y el 4,0 % son cubanos; el resto, 6,4 %, son hispanos de otros orígenes, incluyendo los españoles.
Los hispanos se concentran en el Oeste de los Estados Unidos. Y los de origen mexicano son la mayoría en todo el país. No sólo es la frontera que divide a los dos países la que da la sensación de cercanía, es también la historia, y los acontecimientos que terminaron con la posesión por parte de Estados Unidos de cinco estados que antes eran de México.
En esos estados se reimplantó toda una cultura. Ya sus ríos y sus montañas habían sido bautizados en español. Los mexicanos perdieron el control político y geográfico de esos estados, pero celosamente preservaron sus raíces, su cultura, sus costumbres y su idioma.
Los hispanos de origen mexicano son el 56,8 % de la población del oeste de Estados Unidos y el 32,6 % vive en el sur del país. Los puertorriqueños prefieren vivir en el noreste. Allí son el 63,9 % y los cubanos se concentran en el sureste; allí vive el 80,1 % de su población. Los centroamericanos y los suramericanos están divididos en las cuatro regiones. Es decir, el español se extiende por todo el territorio nacional.
La mayoría de los hispanos vive en zonas urbanas, grandes ciudades donde hay centros comerciales, educativos e industriales importantes. Su poder adquisitivo va en aumento cada año y por esta razón tiene un poder de consumo de 350 mil millones de dólares.
En el Censo de 2000 se comprueba que el 35,7 % de los hispanos es menor de 18 años, comparado con el 23,5 % entre los blancos no hispanos. Nuestra población, comparativamente hablando, es la más joven de Estados Unidos, por lo que su permanencia y crecimiento son valores importantes, no cargas peligrosas como para otras comunidades.
La edad media de los hispanos es de 24,5 años, mientras para los blancos no hispanos es de 34 años.
El 72 % de los hispanos que viven en Estados Unidos nacieron en otros países. Y 1 de cada 4 se hace ciudadano americano. El 43 % de los hispanos entró en Estados Unidos en la década de los 90. Otro 29,7 % entró en la década de los 80 y el resto llegó antes de 1980.
Y aunque el 74,2 % de los que llegaron a este país antes de 1970 ya son ciudadanos de Estados Unidos, solamente el 29,3 % de los que ingresaron entre 1980 y 1989 se han hecho ciudadanos de este país. Y el 6,7 % de nuevos residentes llegados entre 1990 y 2000 han jurado bandera americana.
Miami y Chicago son las dos ciudades con mayoría de hispanos nacidos en otros países. En la actualidad el 45 % de los que han vivido cinco años o más en este país están solicitando la ciudadanía americana. El proceso se acelera o desacelera de acuerdo a las elecciones presidenciales de cada cuatro años.
El 57 % de los hispanos obtienen grado de escuela superior. Comparado con el 88,4 % de los blancos no hispanos. Entre éstos los cubanos son los que más graduados de escuela superior o bachillerato tienen. Después los centro y suramericanos con el 64,3 %.
En las universidades reciben su título el 13 % de los hispanos, comparados con el 28 % de los blancos no hispanos.
En los últimos cinco años se ha registrado un aumento sustancial en la matrícula de hispanos en las universidades privadas y estatales de Estados Unidos.
Los hispanos que llegan de América Latina con título de escuela superior demuestran una mejor preparación general que los que se gradúan de escuelas públicas en Estados Unidos. Y los profesionales hispanos que llegan tienen conocimientos generales de su profesión más amplios que los especialistas graduados en Estados Unidos.
Los adultos hispanos regresan a las escuelas de Educación Continuada en números superiores a los demás.
Hay varias universidades, entre ellas la Florida International University de Miami, que ofrecen programas en español a nivel de maestrías, especialmente en Comunicaciones. Centros e Institutos de enseñanza del idioma inglés son ofrecidos gratis en todas las escuelas públicas de cada estado, y en Colegios de dos años con o sin obtención de créditos.
La industria editorial en Estados Unidos ha tenido que publicar más libros en español en los últimos cinco años para competir con editoriales de otros países, especialmente México y España.
Nuevas y modernas librerías abren sus puertas cada día y su clientela hispana se multiplica. Aparecen los libreros, personajes que no sólo venden libros, sino que los leen, como Eduardo Durán, de la librería Revistas y Periódicos de Miami.
Es decir, en el campo de la educación la comunidad hispana de Estados Unidos desarrolla sólidamente. Se prepara y, consciente de sus ventajas, aprovecha todas las posibilidades que el sistema ofrece.
El ingreso promedio de los hispanos en Estados Unidos es de 35 000 dólares al año. El promedio de los blancos no hispanos es de 43 570 dólares al año. Pero su capacidad de compra se estima en más de 325 mil millones de dólares.
El desempleo entre los hispanos es del 6,8 %, y entre ellos los puertorriqueños son los más afectados. Los hispanos y los blancos no hispanos se distribuyen en forma diferente sus ocupaciones. Los hispanos tienen la tendencia a ocupar posiciones de servicios, en mayor proporción que los demás, y en el campo ejecutivo tienen menos oportunidades que los otros.
a) Televisión
En Estados Unidos operan cuatro cadenas de televisión en español. Y tres cadenas de televisión por cable. Se ve programación de otros países por televisión vía satélite. La programación de todas ellas es realizada en un 90 % fuera de Estados Unidos. México, Venezuela y Colombia son los mayores proveedores de novelas, musicales, y películas para estas estaciones.
Los programas culturales son escasos en la televisión hispana de Estados Unidos. Los esfuerzos por conservar el idioma en los pocos programas que se originan en este país, son muy pocos. Y no existe una política clara sobre cómo preservar el idioma, con el que hacen dinero.
Comentaristas de televisión de cierta credibilidad defienden el spanglish amparados en la premisa de que «el idioma lo hacen los pueblos», sin considerar que en Estados Unidos no se hace un idioma, sino que se confunde el existente.
b) Radio
En el aire hay 578 estaciones de radio AM y FM en español. Las primeras se dedican a noticias y diálogo, debates y servicios sociales. Las FM se dedican a la música, únicamente a la música.
La radio en Estados Unidos está manejada por corporaciones de anglosajones que solo están interesados en la parte comercial del negocio, y sin hablar el idioma, consideran solamente los resultados económicos como éxito o fracaso de su empresa.
Existen programas culturales aislados en estaciones de algunas ciudades, pero sus efectos son precarios.
No hay debates sobre los temas nacionales que afectan a los hispanos, es decir, no existe la tribuna pública para el análisis y las propuestas.
En la radio también se castiga el buen hablar con una combinación de spanglish y desordenadas ideas enfocadas exclusivamente al anuncio comercial de primitiva creatividad.
c) Prensa escrita
Las tres grandes ciudades de concentración hispana tienen diarios respetables: La Opinión en Los Ángeles; el diario La Prensa en New York y El Nuevo Herald en Miami. Además hay 1500 publicaciones entre pequeños diarios y semanarios. Y 40 revistas mensuales.
Los grupos étnicos tienen sus propias publicaciones. Y los periódicos y revistas de todos los países de América Latina y Europa se venden en los mercados locales.
Sólo los tres diarios importantes tienen separatas literarias, los demás las ignoran por completo.
Y las grandes revistas hacen ediciones en español: People, Vanidades, Newsweek, Selecciones, Glamour, Time.
Los hispanos representan el 12,3 % de la población de 276 millones de habitantes en Estados Unidos (Censo de 2000). Serán el 21 % en el año 2010.
La cuarta población hispana de América Latina vive en Estados Unidos. Hay más hispanos en Estados Unidos que canadienses en Canadá.
El 70,2 % de los hispanos prefieren hablar español en sus hogares.
Siendo la minoría más importante del país, los hispanos conforman una fuerza política que podría ser decisiva en determinar quiénes son los gobernantes de esta nación.
Con un poder de compra de más de 325 mil millones de dólares los hispanos son el blanco de todos las campañas publicitarias.
El aumento de seguidores del spanglish representa una amenaza real al idioma español en Estados Unidos.
En esta mezcladora de etnias con sus costumbres, religiones, folklore y raíces, en este proceso de remodificación de hábitos y trasplante de ilusiones y aspiraciones, el idioma español es el que recibe los golpes más certeros.
Está siendo invadido por el inglés, que transforma las bases lingüísticas elementales y que son el sustento de toda nuestra cultura.
El español en Estados Unidos se ahoga. Y debemos lanzar un salvavidas inmediato para su rescate. Es nuestra obligación no dejar sucumbir no sólo el idioma, sino también nuestra cultura, en un país considerado el más poderoso del mundo.
Utilizar los medios de comunicación para exaltar los valores hispánicos, la tradición cultural y artística de hombres y mujeres que han sido intronizados en la historia del mundo.
Promover intercambios culturales más intensos entre universidades de Estados Unidos y de Iberoamérica.
Debemos respaldar todo esfuerzo que se haga para preservar el idioma español, como campañas de lectura y disponibilidad de libros a bajo costo.
Promover concursos literarios con la participación de los diarios que se publican en el país.
Como «el idioma lo hacen los pueblos» debemos promover grandes debates nacionales sobre aquellos temas que afectan a los hispanos, desde los problemas sociales, como la educación, la vivienda, el empleo, hasta la participación activa en la política nacional.
Debemos comprometernos a distinguir las diferencias entre el español de América y los otros giros de nuestra lengua, para darle más autenticidad y riqueza al idioma que hablamos.
Debemos realizar una campaña entre padres de familia para que le hablen a sus hijos, nacidos en Estados Unidos, en español y procurar así que sean bilingües desde edad temprana.
Respaldar escuelas o institutos donde se enseñe en español, o donde se realicen concursos literarios en español.
Establecer centros del idioma en las principales ciudades de Estados Unidos para que éstos sirvan de puente para otras localidades donde hay población de habla hispana.
Estas consideraciones deben ser estimuladas primero por el reconocimiento de que existe esa amenaza; y cuando escuchen conversaciones entre hispanos de las tres regiones donde habitan los hispanos en Estados Unidos, seguramente se enterarán del peligro en el que se encuentra nuestro idioma en ese país.
La radio debe desempeñar un papel decisivo en esta defensa. Porque es un medio inmediato, porque es una acompañante permanente que ocupa parte de la atención del hispano. La radio le trae noticias de su país de origen. Le hace una relación de hechos en todo el mundo, y los compara con los de su propio país.
La radio está más cerca del hispano que cualquier otro medio. Porque la lleva a su trabajo, en su automóvil, a los campos deportivos, a sus vacaciones. Donde quiera que se encuentre y esté haciendo lo que esté haciendo, la radio es su más fiel acompañante.
Por eso la radio debe comprometerse más con la defensa del idioma, porque habla las palabras del hispano, está cerca de lo que más quiere, y en su entorno, la radio le cuenta lo que sucede y es solidaria con quien la escucha.
La radio le describe su papel en la sociedad, le comenta sobre las escuelas adonde van sus hijos y le anuncia las oportunidades de progresar y vivir mejor.
Pero no solamente la radio es necesaria en esta campaña de salvamento. La televisión y los medios impresos, son indispensables para evitar que el idioma sea borrado de la vida de 34 millones 750 mil hombres, mujeres, niños y ancianos que vivimos en Estados Unidos.
No debemos permitir cercenar la cultura por el entregamiento del idioma, y debemos, tenemos la obligación de defender el principal legado de nuestros ancestros y no podemos negar las raíces de nuestros antepasados.
El español es la segunda lengua del universo. Y no debe ser vulnerable a la invasión de otras lenguas, como ocurre en Estados Unidos con el inglés.
Creo que quienes vivimos en este país debemos hablar inglés. Lo habla la mayoría. Pero no tenemos derecho a olvidar nuestra lengua materna. Tampoco podemos permitir que los nuestros lo dejen de hablar, o sean colaboracionistas inconscientes de su erradicación.
Ésta es una voz de alerta. Nuestro idioma está amenazado en Estados Unidos, y un país dentro de otro reclama ayuda para sobrevivir.