El cine en español como recurso económicoFernando Labrada
Director general de Media Research & Consultancy Spain (España)

El cine latinoamericano ha explotado este año en el Festival de Cannes. Los aromas de Chile, México, Cuba, Colombia y otras mezclas en español y portugués han arrasado en La Croisette, y sus directores, actores, guionistas y productores han venido a demostrar que el germen de una industria latina de coproducciones llega con talento a las pantallas de Europa. Talento no les faltaba. Dinero, sí.

1. Argentina: 2000, un año de cine

Casi 6 100 000 espectadores vieron las 42 películas nacionales estrenadas según el INCAA, frente a los 5 500 000 personas que convocaron los 38 títulos nacionales que se lanzaron durante todo 1999.

Se estima, además, entre un 15 y un 20 % el aumento del número de espectadores de películas argentinas, que este año suman un 2 % más de cuota de pantalla con respecto al año pasado.

El cine argentino consiguió en el año 2000 una cuota de mercado del 18 %, lo que supuso un aumento con respecto al año anterior. Estados Unidos mantiene un dominio constante a lo largo de los años, acaparando alrededor del 75 % de la taquilla argentina.

En esta temporada 5 películas pueden ser consideradas grandes éxitos, ya que superaron los 600 000 espectadores: Papá es un ídolo, de Juan José Jusid (1 415 000); Corazón, las alegrías de Pantriste, de Manuel García Ferré (1 134 000); Nueve reinas, de Fabián Bielinsky (1 200 000 y creciendo); Apariencias, de Alberto Lecchi (827 000); y Plata Quemada, de Marcelo Piñeyro (623 000).

Otros 4 títulos superaron la barrera de las 100 000 entradas vendidas, por lo que también pueden ser considerados como éxitos dentro del actual contexto del cine argentino. Se trata de Una noche con Sabrina Love, de Alejandro Agresti (250 000); Los Pintín al rescate, de Franco Bíttolo (154 000); Almejas y mejillones, de Marcos Carnevale (101 000); y Nueces para el amor, también de Lecchi (100 500).

Es importante destacar la llegada al circuito comercial de un nuevo grupo de realizadores que estrenaron su opera prima durante 1999 y 2000. Entre ellos se encuentran Lucho Bender (director de Felicidades, la candidata al Oscar a la Mejor Película Extranjera por Argentina), Fabián Bielisnky (responsable de Nueve reinas, éxito imbatible en taquilla), Pablo Trapero (creador de la mundialmente aclamada Mundo Grúa) o, más recientemente, Lucrecia Martel (quien impresionó en el Festival de Berlín con La Ciénaga).

Esta nueva generación de cineastas, surgidos en los últimos dos años del mundo de la publicidad, la televisión o las escuelas de cine locales, ha contribuido enormemente a renovar el rostro del cine argentino y a cambiar la visión del mismo tanto entre el público como entre la crítica, nacional o internacional. Ellos se enfrentan ahora al reto de conseguir fidelizar a un público que poco a poco parece perder los prejuicios frente al cine nacional.

El año 2000 quedará en la memoria como un buen año para el cine argentino en el exterior. A pesar de que aún es muy difícil para el cine iberoamericano entrar en circuito europeo o en el norteamericano, las películas argentinas presentadas en festivales foráneos tuvieron una excelente acogida por parte de la crítica y el público en general. Prueba de ello son los logros obtenidos en los festivales de Venecia, Roterdam, Huelva, Valladolid, Biarritz, Viña del Mar, La Habana y Berlín, por señalar sólo algunos ejemplos.

Apoyos institucionales

En el cine argentino quedan grandes cuestiones por resolver que las entidades del cine se encargaron de recordar al Gobierno. Uno de ellos es el recorte efectuado por el Gobierno en el presupuesto del Instituto Nacional de Artes Audiovisuales (INCAA), que fue rebajado a la mitad, dejando al sector sin líneas de crédito para la producción. Si bien a finales del año 2000 el Gobierno inyectó en el presupuesto un refuerzo de 8 millones de dólares, nada impide que esta situación se presente de nuevo en un panorama tan inseguro e inestable.

Según la Ley del cine vigente de 1994, el presupuesto del Instituto Nacional de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (INCAA) se alimenta, por un lado, de un impuesto de alrededor del 10 % de lo recaudado en taquilla por exhibición cinematográfica de películas y de lo recaudado en vídeo y, por otro, de la recaudación del impuesto televisivo proveniente del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER). Por ambos conceptos, el INCAA obtuvo en 1999 casi 51 millones de dólares, teniendo en la televisión su mayor contribución (más de 30 millones de dólares).

La nueva dirección del INCAA inició además una fuerte campaña de internacionalización del cine argentino mediante un programa de promoción en la participación en festivales internacionales y la organización de ciclos de cine argentino en el extranjero.

El mes de octubre vio además el nacimiento de la Academia Argentina de Cine, entidad cuya función será promover la investigación en todo lo relacionado al cine; también tendrá a su cargo la elección de las películas que representarán a la Argentina en los premios Oscar y Goya.

Recientemente (junio de 2001) el Gobierno ha introducido una medida por la que se extiende el Impuesto sobre el Valor Añadido a las actividades cinematográficas, antes exentas. Los profesionales de la industria no dudan en calificar la medida como una forma de censura por el duro golpe que ello representará para las producciones independientes.

De esta forma, el porcentaje de IVA aplicado a la venta de entradas y a la producción cinematográfica será del 21 %, lo que generará gran cantidad de fondos públicos que, de acuerdo a las fuentes oficiales, serán empleados para reactivar la industria.

La llamada Ley del Mecenazgo supondrá la adopción de incentivos fiscales tanto para la producción nacional como para las películas extranjeras rodadas en Argentina, permitiendo a las compañías privadas deducir hasta el 3 % del montante de sus impuestos si lo invierten en producción cinematográfica.

Además, se está tramitando la nueva Ley de Radiodifusión, que prevé para las cadenas de TV abierta y de pago una reserva en su programación para la producción nacional y la obligación de incluir producción de origen independiente. Todo ello debería redundar en un mayor apoyo al cine por parte de la industria de la TV.

Comportamiento de los diversos sectores

Según un informe estadístico realizado por Screen Digest, Argentina se sitúa como el noveno productor cinematográfico del mundo, con una inversión en 1999 de 133 millones de dólares. El primer lugar lo ocupa EE. UU. con 8 699 millones de dólares, colocándose España en octava posición con 168 millones.

No obstante, predominan los títulos de bajo presupuesto. Se trata básicamente de una producción muy variada en cuanto a temas y estéticas, con un muy alto porcentaje de óperas primas que logran rodarse sin apoyo oficial, llegando peligrosamente desprotegidas al momento del estreno.

Por ello el problema de la distribución y la exhibición es más complicado que el de la producción. El circuito tradicional es adverso a las producciones independientes, ya no tanto por prejuicios tradicionales como por simples razones de conveniencia económica.

Aunque la media de espectadores de películas nacionales se haya reducido en los últimos 3 años (si en 1998 las películas argentinas conseguían más de 200 000 espectadores, en 1999 y 2000 esta media se sitúa alrededor de los 145 000), el descenso de espectadores se debe al aumento de estrenos locales (de 34 a 42 en el mismo período), por lo que se trata de un dato positivo.

Sin embargo, la realidad del cine argentino es que sólo el 20 % de las películas que se estrenan recuperan la inversión y tienen una buena distribución. Una solución transitoria de la que crecientemente están disfrutando más títulos es ver involucrada, desde el principio, en la producción local, a una major estadounidense.

La película argentina El mismo amor, la misma lluvia se ha convertido en el primer proyecto en lengua española respaldado por la Warner Bros., quien inaugura una estrategia más comprometida con la producción local.

2. Chile: 2000, un año de cine

En el período 1999-2000 se estrenaron en circuitos comerciales 17 películas chilenas de ficción, más 8 largometrajes documentales; asistieron 1,3 millones de espectadores a ver cine nacional, se abrieron 14 nuevas salas de cine en el país y los cineastas chilenos generaron negocios por más de 10 millones de dólares.

La película chilena más taquillera de la historia, El chacotero sentimental, de Cristián Galaz, consiguió en 1999 un total de 880 000 espectadores, todo un récord para el pequeño mercado chileno, donde sólo las 4 películas más taquilleras del año (y todas americanas) superan las 300 000 entradas vendidas.

Teniendo en cuenta que la esperanza media de un productor chileno se encuentra en llevar al cine entre 20 000 y 50 000 personas, otras películas destacadas durante el año 2000 fueron: Coronación, de Silvio Caiozzi, con 100 000 espectadores; Monos con navaja, del director argentino Stanley, con 32 000 entradas vendidas; y Mi famosa desconocida, de Edgardo Viereck, que contó con la asistencia de 24 000 personas.

En el panorama internacional, películas como El chacotero sentimental y Coronación ganaron más de 40 premios en diversos festivales de cine, a lo que hay que unir el creciente número de películas chilenas que han comenzado a exhibirse fuera de las fronteras del país.

Durante el año 2000 se registró un récord en el número de películas ofrecidas, estrenándose 233 películas, un promedio de casi cinco nuevas películas semanalmente.

Apoyos institucionales

Los programas Corfo y Fondart surgieron con el objetivo de estimular la producción cinematográfica nacional y contribuir a la profesionalización empresarial de la industria audiovisual chilena, y vienen apoyando desde marzo de 1999, junto a empresas del área privada, las etapas de pre-producción, producción y comercialización de las películas chilenas.

A finales de 1999 se decide extender el Proyecto ProChile a la industria cinematográfica, cuyo objetivo es incluir a la producción audiovisual nacional dentro de las prioridades comerciales de exportación para Chile, así como apoyar la presencia del mismo en muestras y festivales internacionales.

Comportamiento de los diversos sectores

Chile está viviendo un período muy favorable para la producción cinematográfica nacional, pasando de 4 películas producidas en 1998 a 14 en el año 2000.

También ha aumentado el número de estrenos nacionales (de 4 a 11 en el mismo período). Se proyecta que durante el año 2001 se estrenará en salas un mínimo de 12 nuevas películas chilenas, y ya existe la certeza que durante el primer semestre del año 2002 se proyectarán otras seis producciones nacionales.

Sin embargo, en Chile, como en todos los países del entorno, no existe una industria cinematográfica propiamente dicha, sino un conjunto de películas de creadores que poseen la misma nacionalidad. La realidad demuestra que son muy pocos los títulos locales que logran recuperar la totalidad de lo invertido, y la falta de especialización de los profesionales del sector.

En efecto, aunque el éxito de El chacotero sentimental ha ayudado a superar el complejo de que al espectador no le interesa el cine nacional y el sector privado es cada vez más receptivo a la hora de financiar un proyecto, se trata de una política todavía no generalizada.

Aunque la producción vive en estos momentos una especie de renacimiento, la inexistencia de una industria, la escasez de apoyo público, la falta de interés demostrada por parte de la TV y la precariedad de recursos económicos aportados por el sector privado confirman la necesidad del cine chileno de mirar al exterior, tanto para su comercialización como para su financiación (a través de una coproducción internacional o el subsidio del fondo Ibermedia).

Existe la convicción generalizada de que no es posible recuperar las inversiones pensando exclusivamente en el reducido mercado nacional, por lo cual hoy todos los cineastas saben que es estratégico insertarse en cadenas de distribución internacional.

El ingreso por concepto de taquilla en salas de cine nacionales no representa actualmente más allá del 20 % de los ingresos totales de una película chilena, perteneciendo el 80 % restante a las ventas a señales de televisión, principalmente extranjeras, ya que no es fácil para un título chileno contar con el apoyo de la TV nacional.

Ésta será también una de las principales tareas del Proyecto ProChile: alargar la vida comercial de los títulos nacionales y lograr su exhibición en el mercado internacional.

Durante el año 1999 se aportaron entre Corfo y el Fondart 420 millones de pesos para financiar tres películas (El desquite, Tuve un sueño contigo y El chacotero sentimental), las cuales recaudaron en taquilla alrededor de 4000 millones de pesos al contar con más de un millón de espectadores.

Ello supuso para el Estado una recaudación, sólo en concepto de IVA, de 650 millones de pesos, por lo que durante el año siguiente la cifra aumentó considerablemente (507 millones). Este éxito hace presagiar que ambos programas seguirán en activo y que los fondos destinados a las artes audiovisuales crecerán durante los años siguientes.

Se estima que la industria audiovisual mueve en Chile unos 580 millones de dólares al año, esto es, un 2 % de PIB, de los que aproximadamente 100 millones corresponden al sector cinematográfico. Las expectativas para los próximos años son optimistas, considerando que el gasto medio de las familias chilenas en el sector de entretenimiento ha aumentado más del 15 % en los últimos años, hasta situarse en el 22 % de la renta disponible.

3. México: 2000, un año de cine

En 1999 se estrena la película mexicana más taquillera de la historia: Sexo, pudor y lágrimas, de Antonio Serrano, que recaudó más de 5 millones de dólares sólo en Ciudad de México y congregó a casi 2 millones de espectadores, superando a grandes títulos estadounidenses como Stars Wars: Episodio I o El sexto sentido, y sólo por detrás de la película de Disney Tarzán. En todo el territorio mexicano la película reunió más de 11,1 millones de dólares.

La película más taquillera del año 2000 fue Amores perros, de Alejandro González Iñárritu, que recaudó 95 millones de pesos y llevó al cine a más de 3 millones de espectadores. Otros éxitos fueron: Todo el poder y La segunda noche, que recogieron alrededor de los 70 millones de pesos, La ley de Herodes, que alcanzó los 40 millones de pesos, y Crónica de un desayuno con unos 12 millones de pesos.

El último gran hito del cine mexicano se llama Y tu mamá también, dirigida por Alfonso Cuarón y que a dos meses de su estreno ya ha recaudado 10,5 millones de dólares, la misma cifra que a la galardonada Amores perros le costó seis meses reunir.

En 1999 se estrenaron 14 títulos nacionales, cifra que aumentó hasta los 17 del año 2000, que juntos acapararon un 13 % de la recaudación bruta en taquilla.

Apoyos institucionales

Desde diciembre de 1997, el Fondo de Apoyo a la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE), constituido con el propósito fundamental de estimular el cine mexicano de calidad, como un nuevo modelo de financiamiento que permitiera la participación de los sectores público y privado, ha participado en la realización de 37 películas.

En marzo de 2001 se aprueba el Reglamento de Desarrollo a la Ley de la Cinematografía de 1992, que establece una serie de medidas para favorecer el desarrollo de la industria y la producción local, tales como la prohibición al doblaje de las películas extranjeras, la cuota de pantalla del 10 % para el cine nacional y la creación del Fideicomiso de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), cuyo presupuesto recomendado es de unos 100 millones de pesos.

Comportamiento de los diversos sectores

La industria cinematográfica mexicana vive un período de reactivación que le ha permitido superar con creces las pobres figuras obtenidas en 1998 (ocupación del 3 % del mercado, 10 películas producidas y 9 estrenos nacionales). Así, en el año 2000 se logró una cuota de mercado superior al 13 % y se produjeron 27 películas, cifra que podría aumentarse hasta las 35 durante el año 2001.

Las buenas perspectivas son el resultado de la política de apoyo mantenida por el nuevo Gobierno, la aparición de nuevas productoras locales (Altavista Films, Argos Cine, o Coyoacán Films) y el interés creciente de empresas estadounidenses por involucrarse en los proyectos locales, bien en su producción o en la distribución, asegurando de esta forma su presencia en el mercado internacional.

Muestra de ello es la película La segunda noche, que supuso el debut en la producción local de la distribuidora estadounidense Warner Bros, quien se alió con Videocine, filial productora de Televisa. Su éxito dio nacimiento a la compañía Coyoacán Films, en la que ambas participan al 50 % y que ya ha producido otros 3 títulos, algunos tan exitosos como la película de animación infantil Serafín, estrenada el pasado 10 de julio de 2001 en 420 salas de todo el país.

Especialmente destacable resulta el apoyo que la TV está dando al cine nacional: además del acuerdo con Warner, Televisa ha creado otra productora, CinemaW, con la que desarrollará otro tipo de proyectos en coproducción con otras empresas, tales como Argos Cine o la cadena de TV estadounidense Telemundo, unidas para la coproducción de La habitación azul. La estrategia de Televisa es no limitar el presupuesto disponible para ambas compañías, sino que éste varíe en función de sus necesidades productivas.

También la iniciativa privada ha tenido reflejo en el sector de exhibición, produciendo un aumento del número de pantallas (se contabilizaron 2612 en el año 2000, unas 300 más que el año anterior) y la renovación del parque de cines, construyendo nuevos complejos multisalas dotados de los últimos avances técnicos y comodidades para atraer al público (que comienza a confiar de nuevo en las producciones nacionales) y que han abierto las puertas a la programación de un tipo de cine menos comercial.

La Comisión Nacional de Filmaciones ha evaluado el impacto económico del sector audiovisual en el país desde su creación, en 1995. Así, la producción audiovisual en México creó 62 890 empleos directos y 320 200 directos, y supuso un ingreso para el país de 860 millones de dólares.

Durante 1999, el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), recuperó un total de 541 324 dólares como producto de la exhibición y la comercialización (tanto en México como en el extranjero) de las siete películas estrenadas durante el año y coproducidas por él.

Desde su creación en diciembre de 1997, el Fondo de Apoyo a la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE) participó en la producción de 37 títulos mediante la aportación de 173 millones de pesos (la inversión total fue de 432 millones de pesos). Hasta mediados del pasado año, la exhibición de las cintas apoyadas había generado una recuperación de 13,5 millones de pesos, que quedarán a disposición de nuevas producciones.

4. Mercado hispano de EE. UU.: La importancia de un mercado creciente

La población de origen latino de Estados Unidos ha crecido en los últimos años hasta los 33 millones, lo que sitúa al país en el cuarto lugar del continente americano en cuanto a población hispana se refiere, por delante de otros países como Chile o Venezuela. Se trata sin embargo de un grupo muy fragmentado, siendo los hispanos de origen mexicano los más numerosos (64 %).

El ritmo de crecimiento de dicha población es 4 veces superior al del resto, lo que le convertirá en la minoría étnica más importante para el año 2005, representando a más del 40 % de la población total del país (actualmente este colectivo representa el 11 %).

En el año 2000, más del 80 % de los hispanos acudió al cine (una media de 7,7 entradas por persona) y cada espectador vio como media 9 películas, lo que le convierte en el núcleo de población más cinéfilo.

Sin embargo, de los 7600 millones de dólares que supone la recaudación bruta de taquilla en Estados Unidos, sólo el 1-2 % corresponde a películas extranjeras, sólo el 2 % de la población acude a verlos y sólo unas 700 salas (de un total de 37 000 repartidas en todo el país) están abiertas a la proyección de cintas subtituladas.

La cuarta película extranjera más taquillera de todos los tiempos en EE. UU. fue la mexicana Como agua para chocolate, que sumó casi 22 millones de dólares durante las 79 semanas que permaneció en exhibición.

En el año 2000, dos de los diez títulos extranjeros más vistos en los EE. UU. fueron españoles: Todo sobre mi madre, que recaudó más de 6 millones de dólares (situándose en cuarto lugar de la lista), y La lengua de las mariposas, con más de 2 millones.

En agosto de 2001 se estrenó en más de 1600 salas la película española Los otros, que con el apoyo de Miramax lleva acumulados (hasta la fecha de redacción de este informe) más de 60 millones de dólares, situándose en los cuatro primeros puestos de las listas semanales de cintas más taquilleras.

Por su parte, la película mexicana Amores perros se estrenó el pasado mes de abril en 158 pantallas y 42 ciudades de Estados Unidos, logrando superar el millón de dólares de recaudación en sus primeras tres semanas de exhibición.

Como asegura Santiago Pozo, el Hollywood latino ya es una realidad, con estrellas como Jennifer López, Salma Hayek, Antonio Banderas o Penélope Cruz, y el cine hispano, hecho por y para hispanos, que sea aceptado por otros hispanos fuera de Estados Unidos está en camino de serlo, como lo demuestra el hecho de que los grandes estudios de Hollywood recurran cada vez más a agencias especializadas en este mercado a la hora de estrenar sus películas (Gladiator, Los padres de ella, La momia, Selena o El Grinch, son sólo algunos ejemplos) para crear campañas de marketing en español y ligadas a la cultura hispana.

En 1998, la población hispana de EE. UU. se colocó en décimo sexto lugar en cuanto a poder de consumo, con una capacidad económica de más de 400 000 millones de dólares (España se situó en décimo segunda posición, con alrededor de 645 000 millones). Se estima que a lo largo de la década su renta disponible ha crecido en un 74 %.

Por su parte, el gasto medio familiar anual en el sector del entretenimiento creció en 5 años un 33 %, pasando de los 937 dólares de 1994 a los más de 1 245 de 1999, de los cuales, alrededor de 100 dólares corresponden exclusivamente a la compra de entradas para espectáculos.

5. Otras cinematografías

En el resto de la región, se puede decir que el cine es más un medio de expresión cultural que un recurso económico. El sector de producción se caracteriza por la escasez de películas y la emergencia de proyectos corporativos, institucionalizados, inseparables del Estado que los sustenta (existe un microsistema de producción, como lo han calificado algunos autores), y tanto la distribución como la exhibición se encuentran fuertemente controladas por el mercado estadounidense.

El caso cubano no es una excepción. La producción anual ronda los dos o tres largometrajes, que normalmente coinciden con aquellos que se estrenan, al caer todos los sectores bajo el mismo paraguas estatal. Como establece Luciano Castillo, director de la Mediateca de la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, «el cine cubano está financiado por el Estado y sobrevive —como todo el cine latinoamericano— gracias a las coproducciones».

Conclusiones

A pesar de los esfuerzos realizados aún podemos identificar las siguientes debilidades:

  • Fragmentación de los mercados e inexistencia de un espacio común de intercambio cinematográfico en la región.
  • Carencia de estructura financiera por parte de las empresas capaz de soportar la inversión adecuada y de beneficiarse de economías de escala.
  • Falta de mecanismos de distribución internacional que limitan el éxito de la producción cinematográfica nacional a su ámbito geográfico, aislándola y dificultando la optimación de su rendimiento económico.

Por todo lo anterior, se constata la inexistencia de una industria cinematográfica como tal.