Gracias por ofrecerme la oportunidad de participar en esta mesa redonda, uno de cuyos propósitos es estudiar cómo el progreso de la ciencia, íntimamente relacionado con la existencia de la Sociedad del Conocimiento, puede insertarse en nuestra cultura y enriquecer nuestro idioma.
Hoy, como hace cinco siglos sugirió Francis Bacon en su libro La Nueva Atlántida, se considera el conocimiento y sus aplicaciones como la base del desarrollo social y económico. De allí que sea necesario evaluar nuestra situación y hacer algunas consideraciones acerca de cómo podemos lograr un nivel aceptable de desarrollo humano, el desarrollo más importante, basado en el conocimiento científico y tecnológico, su creación y su aplicación, conservando nuestra cultura común y nuestro idioma.
Trataré de resumir en tres gráficas el estudio que realizamos a mediados del año 2000 sobre la situación de la ciencia y la tecnología en América Latina. Utilizaré como indicadores en la primera gráfica el número total de publicaciones científicas producidas durante 1998 por cada país de la región, y en la segunda gráfica, las solicitudes de patentes registradas durante ese mismo año en cada país, por residentes y por no residentes. En la tercera gráfica mostraré los diez países de América Latina con mayor producción científica por millón de habitantes.
En relación a las publicaciones científicas, como se muestra en la figura 1, podemos apreciar, además de las diferencias en la producción científica neta de los distintos países, las diferencias entre las diferentes sub-regiones. Es interesante señalar que en trabajos hechos por la Unidad de Estudio de la Ciencia de nuestra Academia, se han analizado cuidadosamente las causas de esas diferencias, y una de ellas, además de las bien conocidas, como población y producto territorial bruto, es la migración de científicos que llegaron a los distintos países de la región en diferentes momentos de su historia. En ese sentido es de justicia agradecer a España la contribución hecha por muchos de sus hijos migrantes a nuestros países durante el siglo xx, a favor del desarrollo de la ciencia en América Latina.
En relación a las patentes, como mostramos en la figura 2, más que la diferencia entre el número total de registros de patentes solicitados en cada país, queremos llamar la atención sobre la diferencia entre el número relativamente elevado de solicitudes de registros de patentes hechas en cada país por no residentes, en comparación con las hechas por residentes.
Consideramos que esa diferencia sólo podrá disminuir cuando aumente significativamente en nuestros países tanto la investigación científica y tecnológica, como la capacidad de aplicar el conocimiento y de innovar.
Antes de concluir esta breve presentación del estado actual de la investigación científica en nuestra región, deseo mostrar la figura 3. En esta gráfica está representada la producción científica por millón de habitantes para cada uno de los países. Obsérvese que los diez países de la región con mayor número de publicaciones científicas por millón de habitantes son: en el norte, México; en la América Central y el Caribe, Costa Rica, Panamá y Cuba; en la sub-región andina, Colombia y Venezuela; luego Brasil y en el Cono Sur, Argentina, Chile y Uruguay. Allí podemos apreciar como países de áreas territoriales, poblaciones y niveles de desarrollo económico diferentes pueden alcanzar un apreciable grado de desarrollo científico. Cabe preguntarse entonces: ¿Qué podemos hacer los hispanohablantes de América Latina, y en particular los investigadores científicos, para aumentar nuestro desarrollo científico y tecnológico, la aplicación del conocimiento y la innovación a un nivel apropiado que nos permita incorporarnos a la Sociedad del Conocimiento, conservando y enriqueciendo además, nuestra cultura y nuestro idioma comunes?
Un mayor avance científico introducido en nuestra cultura y enriquecedor de nuestro idioma, por lo demás indispensable para la inserción de los países hispanohablantes de América Latina en la Sociedad del Conocimiento, exige de los gobiernos decisiones de política científica que aseguren la buena enseñanza de la ciencia en nuestro idioma común, desde el preescolar y la escuela básica hasta la universidad y los postgrados universitarios, el apoyo apreciable y sostenido a la investigación científica y tecnológica y a la innovación y, además, el patrocinio sostenido de la cooperación científica de los investigadores hispanohablantes residentes en España, América Latina y cualquier otro país.
La cooperación, trabajo científico conjunto entre hispanohablantes, debe ser considerada uno de los mecanismos más idóneos para la inserción de la ciencia en nuestra cultura e idioma comunes, inserción indispensable para el progreso de nuestros países y de nuestro idioma.
Así pues, por la importancia que reconocemos a la cooperación científica como uno de los mecanismos más eficaces para impulsar el desarrollo de la ciencia y la inserción de ésta en nuestra cultura y nuestro idioma, mostraré a continuación dos gráficas relativas a la cooperación en investigación, hechas a partir de la información disponible para los diez países de América Latina con mayor producción científica por millón de habitantes.
En la figura 4mostramos tres columnas para cada país que presentan de izquierda a derecha, en la primera, el número total de publicaciones científicas; en la segunda, el número de ellas hechas por un solo centro de investigación; y en la tercera, el número de publicaciones hechas en cooperación, esto es, hechas conjuntamente por investigadores pertenecientes a dos o mas centros de investigación. En los diez países estudiados, el número de trabajos hechos en cooperación por dos o más centros de investigación (tercera columna) es mayor que el número de trabajos hechos por un único centro de investigación (segunda columna).
Ahora bien, ¿con quiénes cooperan los investigadores científicos de América Latina?, ¿con quiénes trabajan conjuntamente?
En la figura 5, se muestra la distribución porcentual de las actividades de cooperación de cada uno de los diez países. Los resultados para cada país aparecen en cinco columnas, que corresponden sucesivamente, de izquierda a derecha, a:
Como puede observarse, en la mayoría de los casos la cooperación con otros países de América Latina es relativamente escasa, siendo mayor con Estados Unidos/Canadá o con Europa, compartiéndose esta última entre España y otros países como Alemania, Francia, Inglaterra e Italia.
Sorprende observar que, aparte de la cooperación nacional hecha sin duda en español en los países hispanohablantes, la cooperación entre investigadores latinoamericanos residenciados en los diferentes países de la región es, en general, muy escasa. Es posible, aun cuando falta todavía estudiarlo cuidadosamente, que éste sea también el caso de España.
Entonces cabe preguntarse: ¿Qué podemos hacer en favor de la formación de una comunidad activa de investigadores científicos hispanohablantes? ¿Pueden las Academias de nuestros países trabajar unidas hacia el logro de ese objetivo?
La mayoría de los programas actuales de América Latina relacionados con la cooperación están dirigidos a su promoción más que a su patrocinio y financiamiento. Como un primer paso para superar esta situación, consideramos conveniente la creación de una Red hispanoamericana de cooperación científica que nos permitiera unir esfuerzos con España para pasar de la promoción a la acción. Se considerarían como líneas prioritarias de acción:
Es posible que debido al esfuerzo humano requerido y al costo elevado que implica desarrollar los seis puntos mencionados, sea necesario considerar la posibilidad de pasar de la creación de la Red a la de una Organización hispanoamericana para la cooperación científica. Cualquiera que sea el caso, esta proposición requiere más estudio, que bien pudiera ser adelantado por las Academias de nuestros países y de nuestra región. En ese sentido, puedo asegurarles la buena disposición de nuestra Academia de Ciencias de América Latina para cooperar en el desarrollo de éste o cualquier otro proyecto con objetivos similares.