Me es muy grato y honroso participar en el II Congreso Internacional de la Lengua Española. Como ingeniero y empresario soy un hombre de números al que éstos le hablan más que las letras, por lo que temo estar profanando este templo de las letras y les pido disculpen esta intromisión.
El mundo hispano que tanto destacó en la era agrícola como un gran productor de bienes primarios, se rezaga mucho en las dos etapas de la era industrial. Gran productor minero y agrícola. Durante la época colonial el oro y la plata de México y Perú inundan el mundo y las monedas ahí acuñadas son medio de pago hasta en el lejano oriente. La hermosa orfebrería es abundante y variada.
Retrospectivamente sorprende la capacidad y el talento exploratorio y los desarrollos tecnológicos para explotar las minas y refinar los minerales. La actividad agrícola aporta al mundo notables productos como el cacao (chocolate), el tamarindo, el picante, frutas diversas, el jitomate, el tabaco, entre muchos otros) y es líder productor en cantidad y en variedad a nivel mundial de otros productos como el café, el azúcar, el chile o picante, el tamarindo, el aguacate. Gran productor de granos y carne y con una enorme y variada producción avícola.
La cultura hispana es rica, colorida y cálida. Las letras, la filosofía, la música, el baile, la cocina, le literatura, la arquitectura, la imaginación y la creatividad son sobresalientes pero parece que los números, las ciencias, la ingeniería y la mecánica no son nuestro fuerte.
Amamos la libertad, la tolerancia y la pluralidad pero durante tres cuartas partes del siglo xx la democracia fue muy escasa y probablemente contribuyó a nuestro rezago económico. Sociedades libres no muy disciplinadas quzá hasta un poco anárquicas con gobiernos fuertes a veces dictatoriales que se resisten a la modernidad.
A la etapa mecánica de engranes, bandas, palancas movidas por motores de vapor, así como la transportación marítima y terrestre también de vapor, se inició nuestro atraso que aumenta en la etapa electromecánica y el motor de combustión interna. De alguna forma nos resistimos a la modernidad política y económica.
Al término de la segunda guerra mundial se inicia la gran transformación que se hace evidente en la última década del siglo xx. En los países más desarrollados más gente se ocupa en los servicios que la que se ocupa en la producción de bienes desde los años 50 y la tecnología en su rápido y continuo avance produce cada vez más bienes con menos trabajo y el obrero va pasando de ser parte física de la producción a manejar y supervisar a las máquinas como dice un amigo a pastorearlas. De Chaplin en Tiempos modernos al pastor tecnológico.
Pasamos de lo electromecánico a lo analógico primero y a la civilización digital después y al cumplirse durante más de 25 años la ley de Moore (la memoria, la velocidad y el costo de las computadoras se duplica o abarata cada 18 meses) la civiliación se transforma y entramos de lleno a la nueva era de los servicios, terciaria, de la información y el conocimiento, tecnológica, digital o tercera ola como se le quiera bautizar.
En esta nueva civilización las telecomunicaciones son una especie de sistema nervioso que permite el desarrollo de redes intercomunicadas a la velocidad de la luz.
Pasamos así de la velocidad del caballo y del motor de vapor en el siglo xix a la velocidad del sonido en la aviación y a la de la luz en las telecomunicaciones.
Son redes alámbricas y analámbricas, de cobre, coaxiales y de fibra óptica, con radio, microondas o satélite. Transmiten voz, datos y video.
En los años 90 la creación, expansión y destrucción de empresas de tecnología y telecomunicaciones por su magnitud y rapidez no tiene precedentes en la historia económica. Nuevas empresas con ingresos reducidos y perdiendo dinero tenían en los mercados financieros valores superiores a las grandes empresas industriales y comerciales que encabezaron y promovieron la actividad económica durante todo el siglo xx. Varios billones españoles de dólares fue el incremento de valor de estas empresas de la noche a la mañana y la destrucción generalizada ha llevado solo unos meses.
La historia se repite una y otra vez de un lugar a otro y la semejanza entre lo que pasó y está pasando (se decía, como siempre, que ahora era diferente) con los años veinte es notable.
En 1929 David Jarnoff ofrece una entrevista al New York Times y decía que «el mundo se mueve tan rápido que es difícil mantenerse al ritmo de los tiempos». A muchísimos sonará familiar el comentario. Pero la depresión provocó que los prometedores desarrollos tecnológicos y el expansivo consumismo murieran. Por ejemplo la RCA, líder en el desarrollo y expansión de la radio los números son también dramáticos: de un valor por acción de 10 dólares en los primeros años veinte llegó a más de 200 dólares en junio de 1928. Durante la década no pagó dividendos a pesar de tener muy buenas utilidades que reinvirtió contínuamente. Con la depresión sus ventas bajaron de 176,5 millones en 1929 a 62 millones en 1933 y sus 15,9 millones de utilidades se convirtieron en 582 000 dólares de pérdida. Espero que los gobiernos del mundo especialmente los de Estados Unidos y los del G-7 tengan la capacidad para evitar la segunda parte de esta historia. Nuestra exclamación muy pronto será: ¡Regresa Keynes!
La recesión económica que se había generalizado en todo el mundo y se acentuaba constantemente, a pesar de la atinada política monetaria de EE. UU. buscando un aterrizaje suave amenazaba con ser más prolongada y profunda de lo deseado debido a la gran destrucción de riqueza por la fuerte disminución del valor de las empresas, principalmente las tecnológicas, iniciada en marzo del 2000, los problemas de la industria automotriz, la reducción en las ventas de tecnología y de proveedores de telecomunicaciones acentuadas por la insolvencia y dificultades que iban teniendo varios de sus nuevos clientes. El aumento del desempleo, los problemas de las empresas acereras y en general las de bienes de consumo duradero, así como los precios deprimidos de las materias primas. Los altos niveles de consumo privado por encima del ingreso (ahorro negativo) se mantenían hasta el 11 de septiembre y gracias a ello y a las bajas tasas de intereses numerosas empresas no estaban afectando su relación de precios de mercado a utilidades se mantienen por encima de 22 veces superior al promedio histórico de 15 a 16 a pesar de perspectivas menores.
Los lamentables e irritantes hechos terroristas del 11 de septiembre agudizaron los problemas económicos. Se contrajo violentamente el consumo, la aviación, la hotelería, el turismo y las actividades conexas se desplomaron de inmediato en USA y están muy afectadas en todo el mundo. Aumentó rápidamente el desempleo y las perspectivas de los próximos meses y trimestres a partir del tercero de este año amenazan con crecimientos negativos.
La política monetaria fue más agresiva y la tasa de interés es la menor de los últimos 40 años; es ya una tasa real negativa y se espera que todavía baje más. La política fiscal se hizo también más efectiva y plantea la devolución de impuestos a los causantes, para fortalecer a consumidores y empresas, por aproximadamente 1 % del PIB en una política neokeynesiana que habrá de ser más agresiva.
Abortar una recesión es muy difícil pero suavizarla o salir de ella, no lo es si no se aplican las adecuadas políticas monetaria y fiscal, como se está haciendo, especialmente si se evita una fuerte crisis financiera.
Iniciamos el siglo xxi con el pie izquierdo: la economía mundial caminando a su peor situación en 70 años; además el terrorismo y la guerra contra éste nos arrastran a la situación más incierta y vulnerable desde la segunda guerra.
Pero la nueva civilización es irreversible, se caracteriza, en lo económico, por la creciente creación de riqueza, por la competencia, la eficiencia y la productividad gracias a la tecnología, la globalización y a la apertura económica que desplaza la producción de bienes a países menos desarrollados, el desarrollo y explotación de mercados, el combate a la pobreza pues ésta no es rentable, más y mejor educación con la difusión de la cultura digital, el valor del conocimiento y la creatividad. En lo político democracia, libertad, pluralidad, derechos humanos, cuidado ambiental…
Después de esta primera etapa todavía en proceso de destrucción y debilitamiento de las empresas de la nueva civilización o de la nueva economía y con el panorama no muy claro vemos destacar en el horizonte a empresas de EE. UU. como las antes llamadas baby bells así como poco más de una docena de otras empresas muy fuertes a pesas del golpe y habrá de darse en el futuro no lejano acuerdos comerciales, reestructuraciones y consolidaciones del que saldrán empresas fortalecidas y muchas otras continuarán desaparecidas.
Europa, me parece, está atrás de EE. UU. con 5 ó 6 telefónicas fuertes aunque endeudadas un poco más de lo conveniente y 3 ó 4 importantes empresas mundiales de tecnología.
El mundo hispano entra al siglo xxi con dos empresas de telecomunicaciones fuertes y reconocidas que concentran su actividad en Iberia y Latinoamérica, asomándose apenas al mercado hispano en EE. UU. pero con alianzas comerciales y asociaciones que deben mejorar su posición en ese mercado.
Estas dos empresas sumadas cubren prácticamente al mercado latinoamericano en telefonía alámbrica, en celular, en datos e Internet, conexión y contenido (Terra, AOL-LA y TISMN).
Competimos en Latinoamérica con dos empresas europeas y seis de Estados Unidos pero el panorama favorece a Telefónica y a Telmex; el reto sigue siendo el mercado hispano de EE. UU., que crece constantemente en número y más en capacidad económica.
Es de destacar que la cultura, creatividad e imaginación de nuestro mundo hispano son atributos que nos favorecen en esta nueva civilización.