Andrés Pedreño Muñoz

Internet en español y el papel de la educaciónAndrés Pedreño Muñoz
Consejero Delegado de Universia (España)

Introducción

Nuestro moderador Daniel Martín Mayorga nos ha proporcionado una amplia base estadística sobre la situación real de Internet. Entre las muchas e interesantes ideas que cabría sacar, me inclinaría hacia dos sencillas propuestas:

  • Dado el peso de la lengua española en el mundo, cabría sospechar que nuestra posición en Internet no está suficientemente desarrollada y aprovechada. Tampoco parece que exista una estrategia lo suficientemente activa como sacar todas las ventajas que cabría esperar de un potencial cuantitativo de 400 millones de hispanohablantes.
  • Esta situación podría tener efectos en muchas otras vertientes con implicaciones económicas y empresariales. Es dudoso que toda la base productiva asociada a la denominada nueva economía pueda alcanzar cotas relevantes sin un papel muy activo de la educación que nos aleje de problemas como la brecha digital en nuestras sociedades o la receptividad hacia un cambio cultural más acelerado.

Si en el mundo anglosajón se menciona con frecuencia que Internet está en su infancia, quizá deberíamos concluir rápidamente que Internet en español no ha nacido todavía. Quizá fuera injusto para todos los que me han acompañado en poner en marcha proyectos como Universia (más de 300 universidades en 10 países diferentes del ámbito iberoamericano) o la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, un colosal esfuerzo de digitalización con más de 9000 obras clásicas ya en la Red, ambos con el generoso mecenazgo del Santander Central Hispano.

Sin embargo, fuera de cualquier ánimo complaciente me veo más orientado a sugerir algunas líneas de trabajo, tal como nos sugirió nuestro moderador, para mejorar esta situación y, más concretamente, me centraré en el papel de la educación en el objetivo de que la Internet en español alcance una posición más sólida a escala mundial.

Algunas cuestiones previas

Cuando un fenómeno como Internet produce una eclosión tan espectacular y en tan poco tiempo en un país como Estados Unidos probablemente sería prudente analizar con atención si en el resto de los países se producen las mismas circunstancias como para exportar, sin más, su introducción y desarrollo con la misma intensidad y alcance, más allá de su simple correlación con los indicadores económicos usuales.

De hecho hay algunos riesgos ya claramente manifestados en mayor o menor medida en numerosos países:

  1. La denominada división o brecha digital (del término Digital Divide), que agrava una estructura social entre aquellos que acceden con facilidad a la información y a poderosas herramientas para desarrollar su trabajo y aquellos otros ajenos a esto que hunden aún más sus posibilidades laborales y, con esto, la propia competitividad de un país en particular, carente de base para alcanzar estándares de innovación y competitividad empresarial. El riesgo de esta división digital es mayor en países con problemas económicos relevantes como los de América Latina a lo que a los tradicionales (endeudamiento, pobreza, alfabetización…) se unen otros nuevos (infraestructuras, equipamientos técnicos, innovación tecnológica…). Una situación que no admite pasividad, ni milagros espontáneos. Además, hay otras razones para recomendar esas políticas activas que nos revalidan recientes y amargos hechos producto de la sinrazón: la radicalización que fermenta la pobreza y la carencia de expectativas para una gran masa de población en el mundo.
  2. La lógica resistencia al cambio cultural. Ha sucedido históricamente incluso en las universidades y dentro de los ámbitos culturales tradicionales.1 Existe una resistencia hacia el cambio, hacia nuevos instrumentos que desplazan viejos hábitos y formas que consideraría más significativas de lo que somos capaces de aceptar. En algunos casos a mejores especialistas, mayores inconvenientes y resistencias, agravando, pues, la introducción y desarrollo y postergando los beneficios potenciales de la Sociedad de la Información.
  3. La orientación hacia campos de contenidos marginales o escasamente prioritarios es un riesgo que cualquier internauta que se dejara llevar por una navegación al azar experimentaría con facilidad. Sin entrar en los contenidos de cuestionable legalidad, en el Internet actual predomina en gran medida una carencia de contenidos relevantes en contraste con sus enormes potenciales a favor de la educación, la cultura o el apoyo a las actividades laborales.
  4. La debilidad comercial que presentan muchos de los hitos empresariales que trabajan con la Red es una llamada de atención importante que debe ser analizada en profundidad. Los denominados planes de negocio que diseñaban empresas consultoras de la mayor reputación internacional distan mucho de los resultados que son capaces de alcanzar las empresas ligadas a Internet. Ni visitantes,2 ni volumen de comercio3 parecen ser condiciones suficientes para afrontar con éxito la aventura de Internet. Sería triste que la Internet en español no se impulsara en el futuro a partir de las lecciones aprendidas en los dos últimos años en el ámbito anglosajón o a través de experiencias conocidas por todos que han seguido sus pasos aquí y en América Latina.
  5. La confusión de fines y herramientas no ha sido ajena al fenómeno de Internet. Tenemos una poderosa herramienta que hay que enseñar a utilizar. Que está al servicio del trabajo, la educación, la cultura, el trabajo, etc. Los especialistas en esta materia tienen la tentación de plantear frecuentemente que los fines se adapten a la herramienta. Sólo un papel muy activo de la educación para que los no especialistas comprendan las prestaciones de las nuevas tecnologías de información y sus utilidades corregirá una confusión que va en detrimento del potencial de Internet.

Empezar la casa por el tejado, diríamos en nuestro castizo castellano popular. Si el reto de Internet en nuestra comunidad hispanohablante elevase el listón del potencial de la nueva economía al segundo o tercer lugar del ranking mundial,4 merecería la pena que se establecieran estrategias sólidas para su masiva implantación y potenciales desarrollos. Construyamos cimientos. Los cimientos tienen que empezar por una política muy activa en la educación tanto en la familiarización de estas herramientas como en la aplicación de las mismas en las tareas educativas.5 Sin éstos, muchas iniciativas de negocios digitales, el comercio electrónico, los servicios en la Red… probablemente carecerán de la asimilación, solidez y capacidad de implantación que este mercado impone. Faltan más técnicos, expertos… pero también falta una masa crítica de usuarios cualificados.

Tal como señala Joseph Stiglitz (Stanford, ex Presidente del United States Economic Council):

Si el mercado de Internet falla no será porque nos haya faltado la tecnología, la visión o la motivación, será porque habremos sido incapaces de marcar un camino claro y poner las condiciones para que todos juntos podamos seguirlo. Lo importante no es prever como cambiarán las bases-plataformas tecnológicas sino cómo se gestiona el proceso de cambio y cómo se ayuda a los mercados, a la población a asumir estos cambios.

El desarrollo de Internet en un país como Estados Unidos fue precedido por un síntoma inequívoco previo: en sus universidades su implantación, asimilación y aceptación superó barreras todavía lejanas en el ámbito hispánico.6 Los resultados y situación se evidencian en la totalidad de la población con un techo superior al 50 por 100. En otros países no superamos el 15-20 por 100,7 si bien todavía quizás es pronto para hablar, en ambos casos, de techos estructurales.

La Internet comercial debe ir antecedido, o en todo caso acompañado, del Internet educativo. En muchos países, empresas y gobiernos así lo han entendido y han impulsado proyectos que le dan un extraordinario protagonismo a este tipo de iniciativas.8 Algunos de estos proyectos hispanos por su naturaleza y enfoque abren unas expectativas que no tienen antecedentes de tal entidad en el mundo anglosajón,9 lejos de pecar de triunfalismo probablemente sea necesario ponderar la precaución.

Sería muy recomendable, dadas las características estructurales de los países de nuestro entorno cultural, que Internet en español ensayara una vía singular: la educación, la cultura… como garantías de que el Internet comercial pueda llegar a cubrir sus expectativas potenciales de forma idónea. Quisiera acabar con algunas reflexiones sobre este tema resumidas en cuatro puntos:

  1. En estas tareas parece imprescindible lo que el presidente del MIT Charles Vest denomina, en el marco de la Sociedad del Conocimiento, la sincronización de iniciativas gubernamentales, empresariales y científico-universitarias. La duplicación de esfuerzos y la escasa coordinación en el empleo de los recursos en este tipo de proyectos, que requieren grandes esfuerzos para llegar a ser realmente efectivos, contrarrestan peligrosamente su efectividad y viabilidad. Los modelos pueden ser divergentes en sus promotores, pero deben ser coincidentes en sus objetivos sociales cuando se habla de la educación o la cultura. Poner en marcha iniciativas en Internet es sencillo. Desarrollarlas, mantenerlas y hacerlas persistentemente competitivas y aceptadas en el tiempo parece una tarea, a la luz de la corta vida de Internet, extremadamente compleja y difícil. No es aconsejable la dispersión de esfuerzos, sí el reparto de los mismos a la hora de afrontar problemas como el mencionado de la división digital, las infraestructuras, la tecnología…
  2. La importancia de integrar proyectos y constituir amplias redes de participación y colaboración. Quizá no somos realmente conscientes de la debilidad comparativa que tienen nuestras estructuras educativas presenciales especialmente en términos de financiación y recursos.10 Las barreras físicas o la distancia han propiciado la supervivencia de estas inmensas desigualdades sin excesivos costes. Sin embargo, en el terreno virtual la estrategia debería ser muy distinta por cuanto el grado de acceso y exposición es mucho mayor.11 Si el MIT u otras universidades pueden permitirse ir en solitario,12 resultaría en cambio muy pretencioso no compartir esfuerzos y capacidades en objetivos y planes para desarrollar por ejemplo, una formación en línea (e-learning) realmente competitiva a escala mundial. El ejemplo creo que podría extenderse a otros casos, más allá del ámbito universitario.
  3. Acelerar el cambio cultural y una amplia receptividad en el mundo educativo que maximice todas las ventajas potenciales de la sociedad de la información y de la aplicación de las nuevas tecnologías a fines educativos. Son muchos los retos y las posibilidades. Desafortunadamente casi tantas como las reticencias y reservas que se interponen entre segmentos de colectivos que frenan o se resisten a explorar estos potenciales. Al respecto cabe un cambio gradual o un cambio más acelerado con los incentivos que exija tal cometido.13
  4. Un intercambio internacional fluido y equilibrado entre los países que conforman nuestra cultura lingüística. No deben repetirse otros errores en los ya abundantes intentos que antecedieron en materias educativas o de otro tipo.14 Internet propicia potencialmente una organización de la desorganización espontánea. Puede facilitar la integración y un crecimiento aparentemente sin límites. Concilia lo general y lo particular. Pero no es ajeno a la carencia de sensibilidad hacia la diversidad cultural si no se toman las premisas necesarias para su desarrollo y partida.

Para concluir recordemos que la herramienta no debe superar el fin. Internet en español o en otro idioma15 no deja de ser una extraordinaria herramienta al servicio de una comunidad lingüística; ni más ni menos. Y una vez más, sólo la educación ayudará para que se ilumine el mercado en la dirección correcta en unos momentos en los que la oscuridad más injustificada ha precedido al triunfalismo más nefasto.16 Reclamemos una cierta vuelta a los orígenes para encontrar un mayor sentido a todo esto.

Notas

  • 1. ¿Internet peligroso? Cuando se inventó la imprenta, surgió una desconfianza y escepticismo parecido al actual en cuanto al abuso del libro. En el xviii, el filósofo Diderot dijo que llegaría el día en el que «será casi tan difícil aprender algo de libros como aprender del estudio directo de todo el universo. La imprenta, que no descansa nunca, llenará edificios enormes con libros… el mundo del aprendizaje, nuestro mundo, se ahogará en libros». Y en la misma época en Alemania, en 1795, un tratado sobre la salud pública advirtió que leer demasiado provocaba «una mayor posibilidad de contagiar constipados, dolores de cabeza, debilidad de la vista, erupciones cutáneas, gota, artrosis, pulmonías, enfermedades nerviosas, migrañas, epilepsia, hipocondría y depresión». Internet está repitiendo la historia en el sentido de que de repente tenemos acceso directo y sin límite a todo un nuevo mundo de información y conocimiento que nadie nos ha enseñado a administrar o gestionar. De hecho, no es tan fácil navegar por Internet; hay mucha información difícil de clasificar, y no sabemos siempre valorar la calidad o autenticidad de materiales disponibles. La sencillez de acceso contrasta con la extensión de la información y la complejidad de su estructuración digamos espontánea. Volver
  • 2. Casos como el de Yahoo! Volver
  • 3. Casos como los de las librerías virtuales (Amazón y sus homólogos en el mundo hispánico). Volver
  • 4. Según se considere el inglés como primera o segunda lengua en su ámbito de influencia. Volver
  • 5. Quizás estemos hablando en gran medida de lo mismo en sus efectos prácticos. Volver
  • 6. En Harvard, más de mil asignaturas ya cuentan con sitios web sofisticados, que comparten con estudiantes mucha información que sólo se obtiene a través de Internet. Foros, debates en línea después de debates en clase, tutoriales en línea, etc. Cifras que demuestran el impacto que Internet tenía en la vida de Harvard hace 5 años: en 1995, su página web de Artes y Ciencias en recibió 150 000 visitas en marzo de 1995. Sólo un año más tarde, en el mismo mes, recibió 2,3 millones de visitas. Volver
  • 7. Es curioso que en las nuevas tecnologías de la información, incluso en la Sociedad de la Información, países como Brasil, India, Pakistán hayan experimentado un fuerte impulso y desarrollo que va más allá del que cabría esperar de su grado de desarrollo, si bien con una división digital dentro de su propia estructura social. Volver
  • 8. Aunque sólo sea por citar a los que nos afecta directa o indirectamente por participar en esta mesa redonda es el caso de http://www.educ.ar/ en Argentina o las iniciativas impulsadas con el mecenazgo del Santander Central Hispano como http://www.universia.net/ o http://cervantesvirtual.com/. Volver
  • 9. Serían los caos anteriormente citados de Universia con más de 300 universidades impulsoras en diez países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Perú, Portugal, Puerto Rico, y Venezuela. O la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes con acuerdos con más de 6 Bibliotecas Nacionales y otras tantas instituciones en América Latina. Volver
  • 10. En un solo estado como el de California las universidades multiplican por cuatro o por diez las universidades que hay en España o en otros países de América Latina. El presupuesto y el capital de la Stanford University con sus sólo 15 000 alumnos equivale al de la suma de la mitad del sistema universitario español público que representa unos 700 000 alumnos. Y no es la única: Harvard, MIT, Tecnológica de California, Pricenton, Yale, Columbia, Cornell, Duke, y una lista nunca inferior a unas 50 universidades. Volver
  • 11. Aunque pueda resultar superfluo indicarlo una distancia de miles de kilómetros queda fulminada en algunos aspectos de los que estamos hablando con un clic de ratón o a través de las infraestructuras de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. Aquí también cabría advertir sobre los extraordinarios avances de los motores de traducción. En pocos años sus resultados podrían sorprendernos. Volver
  • 12. El MIT quizás sea una excepción con su proyecto OpenCourseWare. No es el caso de otros muchos, por ejemplo: Fathom por ejemplo reúne ni más ni menos que a la London School of Economics, British Museum, Cambridge University Press, Columbia University, Michigan University, Chicago University, New York Public Library… entre otros. Volver
  • 13. Confieso mi reticencia a aceptar las estadísticas sobre Internet. Pero no es el lugar idóneo para tal discusión. Sin embargo, resulta paradójico y probablemente desalentador comprobar cómo páginas de pornografía, aquí las cuestiones idiomáticas son anecdóticas, superan en interés (visitas) iniciativas educativas desarrolladas con bastante éxito por los propios estudiantes. Volver
  • 14. Con otras herramientas como la TV u otros medios. Volver
  • 15. En algún sitio convendría seguir advirtiendo que la tecnología puede facilitar en un corto espacio de tiempo una traducción casi instantánea de textos de un idioma a otro a través Internet. Esto presenta innumerables ventajas, pero también ciertos riesgos de una potencial dependencia más acusada derivada de la capacidad de medios y recursos que ostenta la lengua inglesa en tantos aspectos. Volver
  • 16. Hace escasamente dos años la eclosión de desmedidas expectativas empresariales, especulaciones bursátiles ha dado paso a un duro y perjudicial escepticismo que alcanza con generalidad a proyectos tecnológicos casi sin excepción. Quizás tan injustificada una como otro. Volver