Señor presidente, señoras y señores, al inicio el señor moderador ha dicho que en la mesa había abogados, periodistas maestros, políticos… y me he preguntado: ¿donde debo de estar yo? He mirado la primera página del programa y me he dicho: ¡debo de estar en científico! Pero en científico-burócrata, porque no había girado la página y no había visto al doctor Villegas. Entonces, esto me ha ligado con que yo pensaba dar una visión un poco cientificoide del problema para, probablemente, ser un poco diferente en lo que se ha dicho anteriormente. Creo que no hay nada más práctico que una buena teoría. Esto lo decía un profesor mío, aunque también tuve otro que decía: «el valor aproximado lo dan las formulas y el valor exacto lo pongo a ojo». Y eso era una gran verdad… aunque él no lo sabía. Total, que daremos una visión de conjunto sobre donde nos lleva esta sociedad del conocimiento a nivel de grandes parámetros globales.
Primero hay que decir que el mundo está cambiando muy rápidamente y a veces esto preocupa. Por que muchas veces la biología humana no se adapta a cambios tan rápidos. Aunque todo se arregla con el tiempo. Es tan tradicional decir que el mundo cambia que me recuerda una frase —a mí me gustan mucho las frases— que dijo un teólogo británico que murió en 1954: «Querida, vivimos en una época de cambio —dijo Adán mientras acompañaba a Eva fuera del paraíso». Dudo que el teólogo lo oyera personalmente pero en todo caso en la época de Adán si que el mundo cambió muy rápidamente. Quizá después no haya cambiado tan rápidamente, pero ahora vuelve a ser un tema muy acelerado, por que hay cambios de alcance mundial. Y esto se relaciona con la globalización; cambios profesionales del trabajo, cambios en la organización y gestión de las empresas y de las instituciones, cambios en la enseñanza y en la formación, cambios sociales…
Entonces, a nuevos problemas nuevas soluciones, pero a tomar en el momento y al ritmo adecuados. Hay otra frase de Charles Wells, que era director general y presidente de General Electric, que decía: «cuando la velocidad de cambio en el exterior supera la velocidad de cambio en el interior el fin está a la vista». Por lo tanto no es tanto el problema de donde estamos sino de la velocidad a la cual vamos.
Mi teoría es que los cambios van a caballo de tres revoluciones, de tres etapas evolutivas que se pueden ver desde diferentes perspectivas.
La primera perspectiva se refiere a la sustitución de los elementos del ser humano por otros elementos. Por ejemplo, de la mano por la herramienta, del músculo que es la fuerza por el motor, o del cerebro que es el pensamiento por el computador. Por tanto, mano-herramienta-músculo-motor-cerebro-computador. A esto se le puede también añadir el concepto del transporte de objetos o de entes físicos, sean personas o objetos, que permitió la herramienta, por ejemplo la rueda. Transporte de la energía para alimentar el motor allí donde esté. Transporte de la información.
La primera revolución, con el arado, nos llevó a las sociedades agrícolas. La segunda revolución, con el motor y el transporte de la energía, nos llevó a la revolución industrial. Y la última revolución, con la sustitución en cierta forma de la capacidad de decisión y de transmisión de información, nos lleva a la llamada revolución de la sociedad de la información. Por lo tanto, todo esto tiene un único fin deducible en función de ciertos descubrimientos y avances que ha ido haciendo el hombre.
Ahora bien, esta interpretación ¿cómo se relaciona con el idioma, con la formación, con nuestro mundo? O por lo menos con mi mundo, que es el de la universidad y el de la formación. Creo que se relaciona a través tres conceptos fundamentales (uno de los cuales es un neologismo, y que conste que cuando llegue el neologismo explicaré de donde lo he sacado, porqué no lo he sacado ni del inglés ni del francés). Los conceptos son: virtualidad, globalidad y ubicuidad.
La virtualidad, a través del mundo en red, nos permite superar las barreras del tiempo y del espacio. Nuestra reunión hoy aquí no es virtual si no que es real. Todos nos hemos sacrificado viniendo al mismo momento y en el mismo sitio. En el mismo espacio y en el mismo momento. Pero podríamos coincidir en una reunión sin coincidir en el tiempo ni en el espacio. Eso es lo que permite la red: virtualizar. Y por lo tanto nos da la libertad de reunirnos cuándo y dónde queramos.
La globalidad implica romper, además de las barreras del tiempo y del espacio, las barreras sensoriales, barreras de movilidad barreras inherentes a la persona, barreras burocráticas, administrativas y institucionales… Porque si nosotros, por ejemplo, en mi universidad hemos creado un campus virtual y los estudiantes trabajan desde su domicilio y estudian desde donde estén a través del campus virtual, ¿por qué no podemos concebir un campus virtual en Colombia, Venezuela, Chile o Australia? La tecnología permite viajar virtualmente de organización a organización. El único problema es mental, político y burocrático: «¿Y donde pagará el estudiante la tasa?». Los problemas mentales si se quieren solucionar no existen. Las nuevas tecnologías asustan a la gente por su rapidez de evolución y porque nos pillan un poco descolocados a todos. Pero los problemas no están en las herramientas. Los problemas están en las personas y en su mente. Y en el uso que hacemos de ellos. ¡Porque si se tiene que prohibir todo lo que es peligroso prohibiríamos los cuchillos de cocina!
En resumen, a través de la virtualidad rompemos tiempo y espacio. A través de la globalidad rompemos países y rompemos distancias. Y nos queda el tercer concepto: la ubicuidad.
La ubicuidad significa no ser esclavos de un hilo telefónico. Las nuevas tecnologías permitirán que a través de la conexión vía satélite, o de otra tecnología, que en lugares como el centro del Sahara o de Amazona, donde quizá no llega la comida ni el transporte pueda llegar la cultura. Ubicuidad conseguida a través del concepto de holoconectividad, una palabra que he sacado del griego, holo que significa 'total', 'global'. Por lo tanto las nuevas tecnologías usadas en función y al servicio de las personas permiten la holoconectividad.
Esto es lo que hemos hecho con el campus virtual y el metacampus de la Universidad. Este momento tenemos 20 000 estudiantes en España y también unos 5000 en Iberoamerica. Estudiantes conectados compartiendo titulaciones, complementando y poniendo la tecnología al servicio de la cultura del español del idioma del compartir y del saber: en definitiva del conocimiento. Es lo que decía también el doctor Villegas, es la cooperación. ¡Las nuevas tecnologías permiten todas estas cosas, si somos optimistas y nos lo creemos!