Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señores Presidentes, Señores miembros del Gobierno de España y de Castilla y León, Señor Alcalde de Valladolid, ilustres señores, señoras y señores:
Este II Congreso de la Lengua al que con tanta generosidad hemos sido invitados, responde a la convicción que compartimos totalmente. Al idioma castellano pertenece un rol protagónico en el mundo actual; rol asignado por la fuerza que le infunden las personas que lo hablan y lo escriben y también, por el cada vez más creciente atractivo de las culturas de nuestra lengua entre quienes lo descubren.
Este interés se asienta no en la mera curiosidad, sino en el reconocimiento de los valores internos e históricos y las múltiples posibilidades que brinda en diversos campos del conocimiento y la acción.
Nuestro idioma ha hecho sus aportes concretos al entendimiento de los pueblos y a la búsqueda del progreso, sin alejarse en sus desarrollos de la ética y la eficacia. Como ciudadanos de este mundo turbulento, es esencial cumplir con nuestra mayor y primera responsabilidad; afianzar la reflexión que propugne y nos acerque a los mejores modos de convivencia humana y ponderarla por sobre las conductas impulsivas y reactivas, promotoras de dolor y desesperanza.
La democracia no admite titubeos; encarna la cultura y el bienestar de los hombres entendiéndolos como producción de un espíritu creativo, a la vez que crítico y autocrítico de la belleza como expresión de la emoción genuina y la celebración de la vida amparada en la igualdad y la bienhechora tolerancia hacia los otros. Porque defendemos la claridad del pensamiento racional sobre la oscuridad de los prejuicios y las consignas sectarias, el entendimiento que promueve el diálogo sobre los enfrentamientos que nacen de los impulsos de exclusión y la indiferencia irreductible ante los problemas del prójimo, aceptamos la aventura y su desafío.
Es evidente que ante la magnitud de este propósito, la lengua como expresión de esta voluntad es la herramienta para hacer real una comunidad mejor integrada en una convivencia de signo humanista. Porque poseemos el beneficio de su riqueza, como hablantes de la lengua española, podemos contribuir de manera fundamental en este sentido. Cultivarla, no es responder a un afán retórico; significa al contrario, empeñarse en evidenciar hasta qué punto resulta consecuente con estos valores.
Quiero expresar nuestra gratitud a España por ser la promotora de esta espléndida iniciativa que es el Congreso de la Lengua. Encuentros como el que hoy tenemos la felicidad de compartir, nos demuestran que está viva en los hispanohablantes, la conciencia del idioma. Su comprensión y su transición, denotan el cuidado de una esperanza, la de una sociedad planetaria regida por un anhelo de coincidencia entre la especie humana, de acercamiento fructífero entre las distintas culturas. Al perfeccionar el vínculo con nuestra lengua, perfeccionamos nuestras posibilidades de responder con eficacia al imperativo de recíproca comprensión entre los hombres. Escritores, investigadores, historiadores del idioma, son desde esta perspectiva mediadores en el imperio colectivo para construir la paz.
Y la paz, claro está, no es una noción que nos remite a la utopía de un escenario mundial sin conflictos, sino soluciones que atraviesan tensiones que estamos decididos a encarar con indeclinable vocación fraternal y disposición sostenida al mutuo entendimiento.
Es claro, que la apertura incesante de nuevos horizontes cognitivos y pragmáticos, reviste un significado imposible de soslayar en la encrucijada que hoy presenta el mundo, porque nos permite encaminarnos al desarrollo de nuestras potencialidades y el crecimiento de nuestros pueblos. Es en este punto en que confluye el reconocimiento de la línea de acción que nos marca la democracia y el papel que en su sustentación desempeña la cultura, ahora sí, ampliando su horizonte de significación.
Es alentador que en este II Congreso de la Lengua, se consideren no sólo los aspectos mencionados como esenciales, sino también y consecuentemente con ellos, la potencialidad del español como recurso económico y de la tecnología, hacer de nuestro idioma una herramienta indispensable del crecimiento económico, porque de ello resultará también el bienestar de la gente. De ahí la importancia de extender las búsquedas hacia el desarrollo de las industrias que potencien la lengua como recurso rentable.
Cuando en Zacatecas comenzaran estos magníficos encuentros, ya estaba planteado que debíamos tomar conciencia de las posibilidades que nos ofrecen los cambios tecnológicos, en los que nuestra lengua puede incorporarse sin perder su identidad y su carácter, sino enriqueciendo sus valores intrínsecos que son los que pertenecen a quienes la hablan. La lengua española tiene irrenunciablemente que incorporarse a la reactualización de las actividades productivas que la ciencia y la tecnología promueven.
El mundo se comunica en red, y estos desarrollos enriquecen recíprocamente con su intercambio a todos los idiomas. El español ha incorporado infinidad de términos sin haber perdido la fortaleza de su propia identidad. Internet ofrece una oportunidad maravillosa como lengua sin fin en el mundo, para crear fuentes de trabajo desarrollando buscadores en nuestro idioma. En este sentido me enorgullece contar que en Argentina venimos trabajando con el portal Educ.ar, para la educación, por cierto, que ha recibido el elogio de Su Majestad, el Rey de España y que nuevamente agradezco.
Argentina está empeñada junto a sus naciones hermanas en alentar la difusión del español para extranjeros. Es una labor para la que cuenta con los recursos necesarios, y con ello quiere evidenciar hasta qué punto el español del Río de la Plata puede honrar el paso fecundo del que proviene, tanto como enfrentar con éxito los desafíos de la época. Un aporte fundamental lo hacemos mediante el programa de difusión del pensamiento argentino en el exterior, iniciativa del Ministerio de Relaciones Exteriores; comitivas de intelectuales argentinos viajan por el mundo compartiendo el debate de los grandes temas de nuestro tiempo con colegas de distintas latitudes. Ambas iniciativas son respuestas a la idea que como ha escrito, Arturo Marasso, «La tierra es nuestra casa y habitarla con dignidad es vivirla con espíritu fraterno».
Por eso, quiero expresar nuestro entusiasmo de anfitriones del III Congreso de la Lengua que se llevará a cabo en Buenos Aires en el 2004. Recibiremos con alegría y hospitalidad a quienes nos honren con su visita. Nada puede ser más propicio a la cultura argentina que recibir en nuestra casa a quienes la nutren con sus propios aportes, con su versatilidad infinita y sus matices entrañables.
Así recibiremos a quienes vengan a nuestro país para proseguir la tarea que hoy nos reúne, diciéndoles de todo corazón: Argentina es vuestra casa.
Propongo que ese Congreso lo denominemos «El español, las tecnologías y la nueva integración». La primera, evoca el carácter diferencial que las diversas tecnologías le dan a nuestra lengua con oportunidades en el mercado mundial. La nueva integración, evoca el objetivo de incluir las nuevas fronteras.
Invitaremos a la hermana República del Brasil en respuesta al esfuerzo de su gobierno para el aprendizaje y difusión de nuestra lengua entre su gente. La tecnología de las comunicaciones supera aduanas, y por los nuevos medios como Internet o los satélites, permite que la economía y el comercio puedan acceder a una nueva forma de integración internacional.
Nuestro propósito es poner ya en marcha el Congreso de Buenos Aires. El español, las tecnologías y la nueva integración, con su primer capítulo en el próximo año, referido a la nueva economía en la idea de promover la rentabilización de la cultura con los siguientes eventos: universidad de Internet, en Córdoba; capacitación en línea, en Buenos Aires; el español en el software, en Rosario; el mundo digital en la música, en el Chaco, sede de nuestra futura universidad virtual de la música y en cooperación con sus similares: la de La Rioja, de España; y la de Georgia, de Estados Unidos.
Avanzar en el desarrollo y en el cuidado de nuestra lengua es proyectar nuestra propia identidad.
Muchas gracias.